lunes, 29 de abril de 2024

EPA marzo 2024: "bache" en el empleo

Se ha repetido lo del año pasado: en el primer trimestre de 2024 “pinchó” el empleo, perdiéndose -139.700 ocupados, la mayor caída desde 2020, según la EPA del viernes. Y eso, aunque la Semana Santa se celebró en marzo. El empleo cayó en los servicios y entre las mujeres, mejorando entre jóvenes y mayores de 50 años, en Madrid , Canarias y el norte. Y sube el paro, rozando los 3 millones de desempleados, con un tercio que no cobra nada (tras paralizar Podemos la reforma del desempleo). Parece que el menor crecimiento está retrayendo al empleo, lo que exige activar Planes de contratación y, sobre todo, reformar las oficinas de empleo (dependientes de las autonomías) , que no funcionan: sólo recolocan al 1,9% de los parados. Urge poner en marcha la Agencia Española de Empleo y ayudar a empresas y parados a encontrarse. Porque seguimos con el doble de paro que Europa, aunque tengamos un récord de españoles trabajando (21,25 millones). Todos por el empleo.

                    Enrique Ortega

El primer trimestre suele ser malo para el empleo, por el fin de las Navidades y el menor consumo en la “cuesta de enero”. Por eso, entre enero y marzo de 2023 se perdieron -11.000 empleos, en el primer trimestre de 2022 otros -100.200 empleos, -137.500 al inicio de 2021 y hasta -285.600 empleos perdidos al inicio de 2020 (por la pandemia). Pero este año, la Semana Santa ha caído en pleno marzo (algo que no pasaba desde 2018) y se esperaba que el récord de viajes y turismo rompiera la tendencia y mejorara el empleo. Pero no ha sido así: se perdieron –139.700 empleos entre enero y marzo de 2024, según la EPA publicada el viernes, la mayor caída de empleo en el primer trimestre desde 2020.

El empleo cayó sobre todo en el sector privado (-114.100 empleos) y menos en el sector público (-25.600 empleos), bajando en la industria (-38.500 empleos), agricultura (-27.600) y construcción (-17.500), pero sobre todo en los servicios (-56.100 empleos), a pesar de la Semana Santa, según la EPA. La pérdida de empleo la sufrieron más las mujeres (-86.800 ocupadas) que los hombres (-52.900 ocupados) . Y cayó sobre todo entre los ocupados de mediana edad (entre 35 y 50 años se perdieron 150.200 empleos), mientras crecía el empleo entre los más jóvenes (+29.400 ocupados menores de 24 años) y, sobre todo, entre los mayores de 50 años (+31.500 ocupados en el primer trimestre). Y por autonomías, el empleo cayó sobre todo en el País Vasco (-39.200), Comunidad Valenciana (-34.900), Andalucía (-24.700) y Baleares (-23.100), mejorando en Madrid (+44.700 ocupados), Canarias (+9.800), Cantabria (+6.500) y Asturias (+6.600), destinos de muchos viajes en Semana Santa.

Con esta caída del empleo en el primer trimestre de 2024, ahora trabajan en España    21.250.000  personas, la cifra más alta de la historia, según el INE. Trabajan ahora en España 615.800 personas más que hace un año y hay 1.283.100 ocupados más de los que había antes de la pandemia (19.966.900 trabajaban a finales de 2019), a pesar de la posterior crisis por la inflación y la guerra de Ucrania. Y ya hay casi 10 millones de mujeres trabajando (9.857.000 a finales de marzo, un récord histórico en España  (baste recordar que había 8.214.700 mujeres trabajando en marzo de 2007).

Esta caída del empleo al inicio de 2024 (-139.700 ocupados) ha facilitado que suba el paro en el primer trimestre (+117.000 parados), aunque menos, porque han caído los españoles “activos”, las personas que buscan trabajo ahora, tras la pandemia y la crisis por la inflación: se redujeron en -22.400 en el primer trimestre de 2024 (frente a un aumento de +92.700 al inicio de 2023) , suavizando algo las cifras de paro, según la EPA. Se ha roto así al inicio de 2024 un proceso que se repetía trimestre a trimestre: aumentan las personas que buscan trabajo. Y ya hay más adultos “activos” (buscando trabajo o trabajando) que antes de la pandemia: 24.297.900 personas frente a 23.064.100 a finales de 2019. Todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo que hasta ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo.

Volviendo al paro, ha subido en +117.000 personas en el primer trimestre, una subida mayor a la de comienzos del año pasado (+103.800 parados) y a la del primer trimestre de 2022 (+70.900 parados), siendo superada sólo por el aumento del paro al inicio de 2020, por la pandemia  (+121.000 parados), según la EPA del viernes. El paro ha subido el doble entre los hombres (+77.500 parados, 1.408,7 en total ) que entre las mujeres  (+39.400 paradas, 1.569.200 en total) 0000000 paradas), un síntoma claro de que hay más mujeres buscando trabajo (activas). Y por edades, el paro crece sobre todo entre los mayores (+106.600 parados entre 25 y 54 años y +26.500 entre los mayores de 50 años), mientras se reduce el paro juvenil (-16.100 parados menos de 24 años) . El paro subió sobre todo en los servicios (+128.600). Y por autonomías, el mayor aumento del paro se dio en Baleares (+28.300 parados), Castilla la Mancha (+27.400), País Vasco (+22.100) y Galicia (+16.700), bajando el paro en el primer trimestre en Canarias (-14.500) y Madrid (-14.100 parados.

La cifra total de desempleados roza los 3 millones (2.977.900 en el primer trimestre), la más baja en España desde 2007 (1.942.000 parados entonces), según el INE. Y la tasa de paro española sube al 12,29 % (desde el 11,76% a finales de 2023), aunque es la menor desde 2008 (13,79% de paro), aunque sigue duplicando la tasa de paro europea (6% en febrero) y la de los principales paises de la UE, como Francia (7,4% de paro), Italia (7,5%) y sobre todo Alemania (3,2% de paro, la cuarta parte que España).Y sigue muy elevada la tasa de paro juvenil (menores de 25 años): el 27,7 % de los más jóvenes están en paro, el doble que en Europa (14,6% de paro juvenil) y más que en Francia (17,2), Italia (22,8%) y Alemania (5,8% de paro juvenil, la quinta parte que en España), según Eurostat.

Los datos de paro, aunque casi al nivel de 2007, revelan tres cuestiones preocupantes. La primera, que todavía hay 977.900 hogares con todos sus miembros en paro (35.300 hogares menos que antes de la pandemia). La segunda, que España sigue con 6 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa”: Melilla (32,44% de paro), Ceuta (28,99%),), Andalucía (17,77%), Extremadura (17,61%),  Castilla la Mancha (15%) y Canarias (14,88% de paro), según la EPA de hoy. Y hay otras 6 regiones con un paro “europeo”, por debajo del 10%: Cantabria (7,53%), País Vasco (8,44%), Aragón (8,94%), Cantabria (9,29%), Aragón (8,04%), País Vasco (8,53%), Navarra (8,82%), Madrid (9,19%) y Cataluña (9,48%). Y la tercera cuestión preocupante, los parados de larga duración: aumentan ligeramente (+5.500) los que llevan más de 1 año sin trabajo: son ya 1.146.000 parados, el 38,48 % de todos los parados.

Esto provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En febrero de 2024, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.893.595 desempleados: menos de la mitad (el 46,2%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado), de 984,60 euros de media, y el resto (un 53,58%) cobraban un subsidio asistencial, de 480 euros mensuales. Así que, solo el 69,44% de los parados registrados en el SEPE  (2.727.003 en marzo) cobran algún subsidio. Y si tomamos los parados estimados por la EPA de hoy (2.977.900 parados), la cobertura del desempleo alcanza sólo al 63,58%. Eso significa que algo más un tercio de los parados (el 36,42 %) no cobra ninguna ayuda pública, cuando antes de la pandemia, en 2019, eran un 38,5% los parados que no cobraban nada. De hecho, CCOO denuncia que un 35% de los parados inscritos en el SEPE con experiencia laboral no cobran ninguna ayuda pública por desempleo (y un 41% si se suman los parados que nunca han trabajado).

Mientras el empleo pasa por un "bache", al comienzo de 2024, la mejor noticia sigue siendo que el empleo que se crea sigue siendo menos precario, de más calidad, gracias a la reforma laboral aprobada a finales de 2021. En este primer trimestre de 2024, el 44,5% de todos los contratos firmados fueron indefinidos (1.535.000 de 3.446.500), según Trabajo, un porcentaje que mejora los de 2023 (42,87% contratos fueron indefinidos) y 2022 (38,37% de indefinidos), pero que cuadruplica los contratos indefinidos de 2021 (10,9%) y multiplica por 6 los contratos indefinidos que se firmaban entre 2014 y 2020 (entre el 6 y el 8% del total), según los datos de Trabajo. Y además, de cada 3 contratos hechos este primer trimestre, 2 son a tiempo completo (2.014.200) y 1 a tiempo parcial (983.500). Con ello, aumentan los asalariados con contrato fijo (indefinido): eran 15.226.800 asalariados a finales de marzo, el 84,3% del total, 2.561.000 trabajadores fijos más que antes de la reforma laboral (había 12.665.800 asalariados fijos a finales de 2021, el 74,61% del total). Y el porcentaje de trabajadores temporales baja del 25,39% al 13,84% ahora, ahora más bajo que la media de temporalidad en Europa (14,60% en 2023), según Eurostat.

Otro dato importante: España no solo sigue creando empleo, más que la mayoría de Europa (+616.000 empleos en 2023, más que los 371.000 nuevos empleos de Alemania y los 196.000 de Francia juntos, según Eurostat) sino que está reduciendo la economía sumergida, ya que aumentan más los cotizantes a la Seguridad Social que los ocupados. Así, en marzo de 2024 había 21.032.661 afiliados a la Seguridad Social, la cifra más alta de la historia y 530.843 cotizantes más que un año antes. Y otra cuestión positiva a destacar: el aumento de la afiliación se está dado en sectores claves y de alto valor añadido, que crean un empleo estable y de calidad. Así, 1 de cada 5 nuevos afiliados desde 2019 se han registrado en actividades profesionales, científicas y técnicas (+179.920 afiliados) y en tecnologías de la información y la comunicación (+151.230 afiliados), que ya han creado más empleos que sectores “clásicos” como la construcción (+132.254 afiliados), la hostelería (+126.906 afiliados) o el transporte y almacenamiento (+114.244 afiliados).

Todos los expertos, desde la Comisión Europea al Banco de España, destacan que España sigue creando mucho empleo aunque la economía crezca menos (el FMI prevé que crezcamos un 1,9% este año, frente al 2,4% en 2023), debido al tirón del turismo, a la ayuda de las exportaciones y al mantenimiento del consumo, empujados por un aumento de la población derivado del flujo de inmigrantes. Pero hay que apoyar este “milagro” del empleo (y más tras el bache del primer trimestre) con medidas para mantener el consumo (los salarios deben subir más, porque están creciendo por debajo del 3%, menos que la inflación, ahora en el 3,2%) y, sobre todo, con medidas para incentivar la contratación de parados, sobre todo de mayores, jóvenes y mujeres. Porque no olvidemos que en España trabajan menos personas que en Europa (el 65,7% de los adultos frente al 70,4% en la UE-27 y el 77,3% en Alemania) y si nos equiparáramos, debería haber 2 millones de personas más trabajando.

Para conseguirlo, hay que seguir reformando y modernizando la economía, para fomentar la tecnología, la industria y los sectores con futuro, pero sobre todo, hay que cambiar radicalmente la gestión del desempleo. En dos sentidos. Por un lado, reformando el seguro de paro, para conseguir que la mayoría de los parados cobren un subsidio ligado a mejorar su formación y a encontrar empleo. Era lo que pretendía la reforma aprobada en 2023 por el Gobierno y que no se ha puesto en marcha por el bloqueo parlamentario de Podemos. Y por otro, reestructurando a fondo las oficinas de empleo, el SEPE, para que sea realmente una “agencia de colocación”, algo que llevan años pidiendo los empresarios y los sindicatos. En marzo de 2023 entró en vigor la nueva Ley de Empleo, pero no se ha creado todavía la prometida Agencia Española de Empleo que sustituirá al SEPE.

Y entre tanto, la gestión pública del desempleo (en manos de las autonomías) sigue siendo un desastre: las oficinas del SEPE sólo consiguieron recolocar al 1,9% de los parados en 2023, el porcentaje más bajo desde 2015, siendo más bajo en Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia, Galicia, Canarias, Madrid y Baleares. Y eso a pesar de que el Gobierno central les transfirió a las autonomías 2.800 millones para políticas activas de empleo, un dinero que no se sabe cómo se ha gastado (suponiendo que no haya ido a otros destinos, como ha pasado con el dinero para Dependencia o Sanidad. Al final, hace ya años que nos “vendieron” que se iba a personalizar la recolocación de los parados, ayudando a cada uno a encontrar trabajo, pero no se hace, por falta de personal, medios y voluntad política. Y así seguimos, con 2,8 millones de desempleados y casi el doble de paro que el resto de Europa.

Tras el “bache del empleo” en el primer trimestre, urge reforzar la contratación, promoviendo la formación de los parados y de los nuevos estudiantes y licenciados para que consigan trabajar y no pase que hay empleos sin cubrir. Hay que actuar en cada autonomía y en cada ciudad, para saber los empleos que hacen falta y cómo cubrirlos, como ayudar a los parados a recolocarse, uno a uno, divulgando más las ofertas y demandas. Hay que olvidarse del triunfalismo de que estamos en niveles récord de empleo y profundizar en la contratación, en reducir las desigualdades de paro entre norte y sur, entre profesiones y edades, entre hombres y mujeres, consolidar y afianzar la mejora del empleo. Día a día. Porque el paro es la 1ª preocupación de los españoles. No lo olviden.    

jueves, 25 de abril de 2024

Crece la "brecha" entre paises ricos y pobres

La gente no quiere leer sobre la pobreza (“no vende”). Por eso, los medios han escondido esta reciente noticia: la “brecha” entre los paises ricos y pobres se ha agrandado entre 2020 y 2024, por primera vez en este siglo, según el Banco Mundial, por la pandemia, la inflación, los conflictos y la subida de tipos. En paralelo, el Banco Mundial lanza otra alerta: será “poco probable” cumplir con el objetivo de acabar con la pobreza para 2030: los 700 millones de pobres actuales sólo bajaran a 600 millones. Pero creen que todavía se puede “cambiar el rumbo” y reducir la pobreza de los 75 paises más afectados (la mitad en África y el resto en Asia y América). Por un lado, estos paises tienen que reformar drásticamente sus economías, como hicieron China, India o Corea (antes pobres). Pero es clave la ayuda del resto, con inversiones y préstamos, ayudándoles a reestructurar su deuda y a afrontar el cambio climático. No miremos para otro lado.


La cuarta parte de la humanidad
(1.900 millones de personas) vive en 75 paises pobres, cuya situación económica y financiera es tan precaria que son los únicos paises del mundo que reciben subvenciones y préstamos a bajo interés del Banco Mundial (BM). Son los llamados “paises AFI” (porque reciben esa ayuda financiera de la Asociación Financiera Internacional (BM). Más de la mitad de estos 75 paises AFI, los más pobres, se encuentran en el África subsahariana (39 paises), otros 14 paises se encuentra en Asia oriental (principalmente pequeños estados insulares, otros 8 son paises de América Latina y el Caribe (Nicaragua, Honduras, Haití, Guyana y varios estados insulares) y el resto son pequeños paises de Asia central y meridional y de Oriente Medio (ver listado).

Estos paises llevaban tres décadas mejorando su nivel de vida, lentamente y con el paréntesis de la crisis financiera de 2008, pero su mejoría se ha frenado desde 2020, por la pandemia y los problemas posteriores: bajo crecimiento (3,4% en los últimos 5 años, el peor lustro desde la década de los años 90), alta inflación, caída del comercio mundial, conflictos geopolíticos y fuerte subida de los tipos de interés, que son una losa para su abultada deuda. La consecuencia es que en el quinquenio 2020-2024, la renta per cápita de la mitad de estos 75 paises AFI (los más pobres del mundo) ha crecido menos que la de las economías ricas, ampliando la “brecha mundial entre ricos y pobres, por primera vez en este siglo, según el informe publicado la semana pasada por el Banco Mundial.

Los datos que aporta este Informe son muy preocupantes. Uno de cada tres paises AFI (o sea, 25 paises) es más pobre hoy que en 2019, antes de la COVID. La tasa de pobreza extrema es más de 8 veces superior a la media del resto del mundo: 1 de cada 4 personas de los paises AFI (475 millones de habitantes) sobreviven con menos de 2,15 dólares al día (2 euros). Y en 31 paises AFI, los ingresos per cápita son menores a 1.315 dólares anuales (3,60 dólares diarios, 3,38 euros al día). Además, el 92% de las personas que padecen hambre o malnutrición viven en esos paises. Y la mitad de estos paises pobres se encuentran en situación de sobreendeudamiento o en grave riesgo de padecerlo, un pesado lastre para su futuro.

Este débil crecimiento y los problemas económicos y geopolíticos de los últimos años han acrecentado las debilidades que estos paises pobres ya tenían antes , lastrando su desarrollo económico, social y político. Además, estos países son los que más han sufrido (y sufrirán) las consecuencias negativas del cambio climático: en la última década, los daños por fenómenos climáticos en infraestructuras y cosechas se han duplicado. Y tampoco les ayuda el aumento de la violencia y los conflictos, en sus paises o en la región: 33 de los 75 paises AFI son Estados afectados por conflictos bélicos, políticos o sociales.  Por todo ello, el Banco Mundial titula su informe como “La Gran Regresión y teme que los años 20 de este siglo sean “una década perdida para el desarrollo”.

El problema además es que estos paises pobres se han estancado unos años en que lo han hecho también todas las economías : el crecimiento de la economía mundial bajó del 6,2% en 2021 al 3% en 2022, el 2,6% en 2023 y un 2,3% esperado para 2024, lo que supone el menor crecimiento de la economía mundial en las últimas 3 décadas, según el informe de enero del Banco Mundial . Eso provoca que los paises ricos y en desarrollo tengan menos potencial para ayudar a los paises pobres, por varias vías, entre ellas las inversiones y préstamos, que se han frenado. Y con la crisis, todos han reducido su ayuda al desarrollo y los proyectos de cooperación, lo que dificulta la lucha contra el hambre. Analicemos más en detalle la deuda y el hambre en los paises pobres.

La abultada deuda externa es uno de los problemas estructurales de los paises pobres, que se agrava con la subida de tipos y con la reducción de inversiones y préstamos de los paises ricos. De hecho, la deuda de los 75 paises más pobres ha crecido en los últimos años, mientras la reducían las economías avanzadas, que se han ”desendeudado”. Así, el país más endeudado del mundo es Sudán, con una deuda que supone el 280% de su PIB, muy por delante de la de Japón (254%), Italia (159%), Grecia (158%), EE. UU. (123%), Maldivas (121%), Cabo Verde (112%),  Francia (111%), Barbados (107%), Bélgica (105%), Reino Unido (104%) o España (106%), según el Banco Mundial. Y después les siguen en el ranking de más endeudados República Dominicana (98,7%), Egipto (96,4%), Bolivia (86,7%), El Salvador (84,4%), Gabón (73% PIB) y Angola (70,3%).

El otro problema estructural es el hambre, una epidemia en los 75 paises AIF, que apenas se ha reducido en los últimos años, por la menor renta per cápita. En todo el mundo hay 700 millones de personas en situación de pobreza extrema, viviendo con menos de 2,15 dólares al día (2 euros), según el último dato del Banco Mundial. El 60% de estas personas en pobreza extrema (pasando hambre) están en África subsahariana y más de la mitad son niños. Lo que ha pasado es que, entre 2020 y 2023 se han frenado los avances en la lucha contra la pobreza extrema y el hambre, por primera vez en décadas, y hay 122 millones de hambrientos más que en 2019. El Banco Mundial lanzó en octubre otra alerta: es “poco probable” que en 2030 se cumpla el Objetivo de Desarrollo y se suprima el hambre en el mundo. Habrá 600 millones en pobreza extrema en 2030.

A pesar de este negro panorama, el informe del Banco Mundial dice textualmente que “todavía se puede cambiar el rumbo”. Por dos vías. Una, con cambios drásticos en los paises pobres, que tienen un gran potencial: mucha población joven, numerosos recursos naturales y minería y un tremendo potencial energético (energía solar, eólica e hidráulica). Eso sí, necesitan mejorar la educación, la sanidad y las infraestructuras para aprovechar este potencial. Pero pueden hacerlo. Y el Banco Mundial pone el ejemplo de China, India y Corea, tres paises que en su día fueron pobres y ahora son economías fuertes. Pero para conseguirlo, necesitan una reforma a fondo de su política fiscal y monetaria, aprovechar las oportunidades comerciales, luchar contra la corrupción y mejorar sus estructuras políticas y sociales. Pero para todo ello, hay que avanzar en otra vía, la ayuda de los paises desarrollados.

Los paises ricos y en desarrollo necesitan comprometerse con los países pobres con inversiones, préstamos y asesoramiento. En los últimos años, tras la pandemia, la mayoría de los paises ricos y en desarrollo se han replegado del Tercer Mundo, recortando inversiones, préstamos y compras. A principios de abril, el subsecretario del Tesoro USA expresó su preocupación porque los acreedores privados y públicos se hayan alejado de los paises AIF (pobres), advirtiendo a China y a otros acreedores emergentes que “no pueden reducir sus préstamos a paises pobres justo cuando el FMI, el BM y otros bancos multilaterales están inyectando más fondos”. Es hora de renegociar la deuda (tipos y plazos), prestar más y destinar más inversiones a proyectos en paises pobres. Y sobre todo, ayudarles a invertir en energías limpias porque ellos solos no pueden hacerlo: crear ese Fondo de 100.000 millones de dólares del que se habla en cada Cumbre del clima.

El mundo no puede permitirse dar la espalda a los paises AIF”, dijo la semana pasada en Washington el economista jefe y vicepresidente del Banco Mundial, Indermit Gill. Y no sólo por humanidad y por justicia, también por “egoísmo económico”: “La historia deja claro que cerrar las brechas de renta y desarrollo entre las naciones más pobres y las más ricas beneficia a todas las economías”, señala el Banco Mundial. Porque si estos 75 paises más pobres mejoran y se reduce la brecha con los ricos, todos saldremos ganando en crecimiento, comercio, inversiones, empleo, con menos guerras, tensiones y conflictos.

 Ahora que parece que cada país y cada continente se cierran sobre sí mismos, es el momento de coordinar esfuerzos, de aunar fuerzas y reforzar las instituciones internacionales, para reducir el hambre, la pobreza y la desigualdad entre paises. Hasta ahora habíamos reducido la brecha entre ricos y pobres, pero ahora hay más desigualdad global. Hay que atajarla entre todos.

lunes, 22 de abril de 2024

Se dispara el seguro del coche

Si ha renovado su seguro de automóvil en los últimos meses, habrá visto que la cuota se ha disparado, con una subida media del 25% anual. Y si le toca renovarlo próximamente, sepa que continuará la subida, del 15 al 20% en 2024. Las aseguradoras lo justifican en que ahora hay más movilidad y más siniestros, más vehículos y que ha subido mucho el coste de las reparaciones y de las indemnizaciones. Además, un 9% de los asegurados defraudan y lo pagamos el resto. Ahora, las aseguradoras han cambiado de estrategia y ya no se enfangan en una “guerra de precios”, como en 2021 y 2022, sino que vigilan mucho más sus cuentas y costes, tratando de “quitarse” (con mayores subidas) a los clientes que no les interesan por su mayor siniestralidad : jóvenes y moteros. Es hora de que también los clientes analicemos el seguro de coche y moto que tenemos, para no pagar coberturas de más que no usamos. Y para estar bien cubiertos.

                     Enrique Ortega

El seguro del automóvil es el seguro más contratado, dado que es obligatorio: había 33.404.417 vehículos asegurados al cierre de 2023, casi medio millón más que un año antes (+1,51%), según el fichero FIVA. Con ello, se estima que un 79% de los hogares españoles tienen una póliza de seguro de vehículos, por la que las aseguradoras ingresaron 12.108 millones de euros en 2023, un 6,63% más que en 2022, según UNESPA. Así, la recaudación por el seguro de automóvil recupera el bache de la pandemia y las compañías ingresan un 7,1% más que en 2019 (11.307 millones). Y la prima media se sitúa en 362 euros por asegurado, aunque la mayoría paguemos mucho más.

Lo más llamativo del seguro de automóviles es que ha disparado sus precios, sobre todo en 2023, no sólo para las nuevas pólizas sino para la revisión de las antiguas. La prima media del seguro del coche subió un +25% en 2023, según el portal Kelisto.com: pasó de 627 a 785 euros (+158 euros en un año), siendo marzo y agosto los meses de mayores subidas. El mayor aumento de primas se ha dado en las pólizas a todo riesgo, que subieron un +41,7%% (de 1.697 a 2.405 euros de media). Las pólizas a terceros ampliadas subieron un +15% (de 440 a 506 euros) y las pólizas a terceros subieron otro +14,4% (de 361 a 413 euros), según el sondeo de Kelisto.com.

Los datos del INE dan una subida mucho menor en el seguro del automóvil: +6,5% anual en marzo de 2024 (último IPC publicado), aunque es el doble de la subida global de los precios (+3,2% anual). Pero es una subida del seguro que casi triplica la que reportaba el INE en marzo de 2022 (+2,5% anual) y muy superior a las de los años anteriores (en 2021, tras la pandemia, el INE (IPC) señalaba que los seguros del automóvil bajaron un -1,3%, tras una mínima subida del +1,7% en 2022).

Sea la subida del +25% ( Kelisto.com) o del 6,5% (INE), lo que está claro es que el precio de los seguros sube mucho más que la inflación y que nuestros sueldos o pensiones. Las aseguradoras no dan cifras de subidas, pero las justifican con varias causas. La primera, que hay más coches circulando y que ha aumentado la movilidad de esos vehículos tras la pandemia, aumentando los desplazamientos y los siniestros. La segunda, que han aumentado mucho los costes de las reparaciones en los talleres, tanto por el encarecimiento de los recambios como por el mayor coste de la mano de obra y la energía. Y también se han encarecido los baremos de los hospitales e indemnizaciones. Y alegan un tercer factor, del que se habla poco: el aumento del fraude en los seguros de automóviles.

El dato del fraude en el seguro del automóvil es impactante: en el 9% de los partes hay un intento de fraude, según el VII Barómetro del Fraude en Seguros de Auto y Hogar, elaborado por la aseguradora Linea Directa con datos de partes de 2022 y 2023. Ese estudio revela un tremendo aumento del fraude en el seguro del automóvil, ya que ese 9% multiplica por 5 el fraude estimado en 2009. El perfil del defraudador, según el estudio es un hombre, de menos de 30 años, desempleado o con trabajo precario, aunque en los últimos dos años han aumentado los defraudadores de más de 40 años que buscan “ingresos extras”. Las estafas más corrientes, que ahora se detectan mejor gracias al uso de la Inteligencia Artificial (IA) son tratar de incluir daños antiguos en los partes, lesiones falsas y acuerdos entre conductores para dar partes, a veces por medio de “mafias organizadas”. Aunque el importe medio de la estafa detectada ha bajado (de 1.300 euros por siniestro en 2017 a 790 euros en 2023), las aseguradoras reconocen que este creciente fraude lo acabamos pagando el resto de los asegurados, encareciendo nuestra prima para compensarlo.

Al final, la causa principal de que suban los seguros de coche es que a las aseguradoras no les salen las cuentas: se les han disparado los costes y tienen que subir las primas, porque empiezan a tener pérdidas en el seguro del automóvil. Así, el seguro del automóvil ha pasado de un margen bruto (primas menos coste siniestros) de +2.600 millones en 2010 a +1.502 millones en 2023, según datos de Unespa.  La empresa líder del sector, Mapfre, registró pérdidas en 2021 y parece que los reembolsos por partes superan a los ingresos por primas (eran el 100,9% a finales de 2022 y se estima que suponen el 103,6% de las primas a finales de 2023). También Linea Directa habría tenido pérdidas en 2023.

Así que, ante este panorama, las aseguradoras de vehículos han tomado dos caminos. Por un lado, repercutir el aumento de costes en las primas, para tratar de que les salgan las cuentas, olvidándose de la “guerra de precios” que protagonizaron entre 2020 y 2022. Ya no se trata de coger clientes a cualquier precio, sino de pensar en la cuenta de resultados. Y por eso, la mayoría siguen el otro camino: “filtran” clientes, subiendo más la prima a los clientes que no les interesa, los que no les salen rentables, por su potencial de alta siniestralidad : conductores jóvenes y moteros (donde se han concentrado los accidentes).

Y ahora, la mayoría avanza por estos dos caminos (subir tarifas y “filtrar” a los clientes más costosos), lo que pueden hacer más fácilmente porque el seguro del automóvil es un sector muy concentrado, donde las 5 grandes aseguradoras controlan dos tercios de las pólizas. El ranking de 2023 lo encabeza Mapfre, con 2.318 millones en primas (19,14% de cuota), seguida muy de cerca de Mutua Madrileña, con 2.018 millones en primas (16,67% de cuota), la aseguradora del automóvil que más crece (+11,68% en 2023). El tercer puesto lo ocupa Allianz, con 1.450 millones en primas (11,98% cuota), seguida de Generali más Liberty, con 1.097 millones facturados (9,06%) y Grupo Axa, con 1.012 millones en primas (8,35%). En 6º lugar del ranking figura Linea Directa (6,54% cuota), seguida de GCO (5,70%), Reale (5,01%), Zúrich (3,31%) y Grupo Helvetia (2,84%).

En este año 2024 han seguido las subidas del seguro de automóviles. En enero, Kelisto.com detectó una subida del +26% anual en estos seguros. Y a finales de marzo, la subida media de las nuevas pólizas era del +14%, según el comparador Avant2 Sales Manager: +19,4% para los seguros todo riesgo, +3,2% para los todo riesgo con franquicia y +14,65% para los seguros a terceros. Y los expertos creen que los que renovamos el seguro este año tendremos una subida media del +15 al +20%, que se suma a la fuerte subida de 2023. Eso sí, como la mayoría de compañías no informen con antelación de la subida de su póliza, conviene que los asegurados estén atentos a la fecha en que les sube la prima, porque si piensan en darse de baja y cambiar de seguro, han de comunicárselo a su seguro con un mes de anticipación y por escrito (carta o burofax).

Por eso, quizás sea el momento de buscar el último recibo, ver cuando se va a revisar la prima y decidir si se renueva o no y en qué condiciones. Porque la mayoría no conocemos el alcance y las coberturas del seguro de automóvil que tenemos, donde en muchos casos pagamos de más por coberturas que no usamos. Así, por ejemplo, un coche viejo o un conductor joven no deberían contratar un seguro a todo riesgo sino a terceros o, si puede pagarlo, un seguro con franquicia, que es más barato que el todo riesgo normal. Y lo mismo el resto de coberturas, como la de robo si el coche está en garaje (baja el riesgo). Y a la hora de comparar precios, exija que le concreten el precio final, porque a veces las tarifas que aparecen en los comparadores de Internet no reflejan el verdadero precio final. Además, puede ser muy recomendable concentrar los seguros, tener el coche asegurado en la misma compañía donde tiene el seguro de hogar o de vida, pudiendo negociar alguna rebaja.

Entre tanto, las aseguradoras se han lanzado a vender seguros básicos del automóvil por Internet, donde vender 4,5 veces más de pólizas que por otros canales, sabiendo que es una vía de entrada de clientes que luego tendrá que filtrar con su historial de siniestralidad. Y también buscan más clientes a través de las telecos y de los bancos, que buscan con ello diversificar su negocio y conseguir comisiones. En cualquier caso, en 2024, las aseguradoras van a ser muy prudentes, buscando más la rentabilidad que crecer en clientes, intentando en paralelo que se vayan los asegurados que “les cuestan dinero”. Así que es la hora de los buenos conductores, de los que tienen un bajo historial de partes y multas, que deberían conseguir seguros a mejores precios.

Con todo, sepamos que el seguro del automóvil es y seguirá siendo caro, aunque tendremos que asumirlo,  porque aunque nos cambiemos y consigamos un mejor precio inicial, el truco está en las revisiones posteriores, donde acabaremos pagando más. Así que valoremos no sólo el precio, sino sobre todo la atención y el servicio, porque tener el coche o la moto asegurada es y será un servicio caro, además de obligatorio. Pero necesitamos el coche, así que se trata de un gasto imprescindible, como la vivienda, la comida o Internet. Lo importante es conocer bien el seguro que tenemos y el resto de seguros del mercado, sus ventajas e inconvenientes, sus coberturas, el servicio y “la letra pequeña”. A partir de ahí, elegir y pagar lo necesario. Con el coche no se juega.

jueves, 18 de abril de 2024

Leyes contra el maltrato al cliente

El suplicio que supone llamar a un teléfono de atención al cliente (esperas, hablar con robots, cortes…) puede acabar en 2025, si se aprueba la nueva Ley de Atención al Cliente, que se debate por 2ª vez en el Congreso, tras no poder aprobarse en 2023 por el adelanto electoral. La medida estrella es que limita la espera para ser atendido a 3 minutos y será obligatorio que nos atienda una persona física, si lo pedimos, además de fijar plazos para resolver incidencias (15 días). En paralelo, el Gobierno aprobó en marzo otra Ley que permite a las asociaciones de consumidores ejercer demandas colectivas, como la “Dieselgate” contra Volkswagen o las cláusula suelo de algunas hipotecas contra los bancos, agilizando complejas reclamaciones que duran años. Dos Leyes que garantizan mejor los derechos de los consumidores y que obligarán a muchas empresas a reforzar sus servicios de reclamaciones y atención al cliente. Un mayor coste para las empresas que nos acabarán cargando a los consumidores. Seguro.


Todo el mundo ha sufrido al tener que llamar al servicio de atención al cliente por una incidencia en Internet, luz o gas, bancos o servicios: esperas interminables con músicas y mensaje, contestadores automáticos y robots que nos obligan a diálogos absurdos, elección de dígitos que marcar para ser atendido, nuevas  esperas e incluso cortes de llamada cuando el tiempo de espera es elevado o incluso cuando nos está atendiendo un operador, que no retoma la llamada…Un incordio desesperante, que muchas veces nos retrae a la hora de reclamar o simplemente informarnos. La Ley del Consumidor en España es de julio de 1984 y en noviembre de 2007 se incorporaron cambios en un nuevo texto refundido de la Ley, pero no se recogían los cambios que se han dado después en servicios masivos (telecos) o con el auge del comercio electrónico. Por eso, la Comisión Europea aprobó en noviembre de 2020 una Nueva Agenda del Consumidor, para actualizar y mejorar sus derechos.

España se comprometió con la UE a cumplir con esta nueva norma europea que regula el consumo, dentro de las reformas prometidas en el Plan de Recuperación para poder acceder a los Fondos europeos. Y así, el 16 de abril de noviembre de 2021, el Gobierno Sánchez aprobó la Ley de Servicios a la Clientela, que llegó a aprobarse en el Congreso el 27 de abril de 2023, con un amplio consenso (289 votos a favor, incluido el PP, 54 abstenciones de VOX y PDeCAT y 1 voto en contra). Pero cuando la Ley se debatía en el Senado, decayó sin aprobarse (iba a entrar en vigor el 1 de enero de 2024) por la convocatoria adelantada de elecciones y el final de la Legislatura. Ahora, el nuevo Gobierno volvió a aprobar la Ley de Servicios a la Clientela, el 27 de febrero de 2024, y ya se debate en el Congreso, por el procedimiento de urgencia, para que entre en vigor en 2025.

La Ley de Servicios a la Clientela afecta a todas las empresas privadas que prestan servicios de suministro y distribución de agua y energía, transporte de pasajeros en avión, ferrocarril, mar o vías navegables, autobús o autocar, servicios postales, comunicaciones electrónicas y telefónicas, así como servicios financieros. También a grandes empresas privadas de más de 250 trabajadores, independientemente del sector, aunque la nueva Ley no afecta a la Administración Pública y sus servicios.

La principal novedad de la Ley es que limita los tiempos de espera para el usuario, a un máximo de 3 minutos en el 95% de las llamadas que recibe la empresa, independientemente del objeto de la llamada, de que sea para información, para reclamar o para solicitar algún servicio postventa. Otro cambio importante es que la empresa no podrá cortar la llamada en espera, como hacen ahora cuando hay un tiempo de espera elevado. Además, prohíbe el uso exclusivo de la atención robótica y los contestadores automáticos, obligando a las empresas a ofrecer la atención de personal físico, empleados suficientemente formados que deberán atender a los usuarios que lo soliciten (en castellano y otras lenguas cooficiales en cada autonomía). Y otro tema importante: se deberá asegurar la atención telefónica y digital a los clientes vulnerables (mayores, analfabetos digitales o discapacitados, por ejemplo sordos o ciegos).

 Se regula también el horario de atención, que deberá ser de 24 horas en el caso de empresas que suministran servicios básicos (agua, gas, electricidad o Internet) y el horario habitual en el resto. Y las empresas deberán admitir para la presentación de consultas o reclamaciones el mismo canal por el que captaron al cliente.

Las oficinas físicas de estas compañías también están obligadas a recibir quejas o reclamaciones, que se podrán enviar también por vía postal, telefónica o correo electrónico. Y en todos los casos, la empresa está obligada a entregar al usuario una clave identificativa de su petición o reclamación, para facilitar su seguimiento. Otra novedad clave de la Ley es que se acortan los plazos máximos para solucionar incidencias, a 15 días (ahora son 30 días). Y con ello, se prohíbe a las empresas seguir reclamando supuestas deudas o proceder a cortar servicios mientras los usuarios tramitan sus reclamaciones. Además, otra novedad es que las empresas estarán obligadas a informar a los usuarios de las incidencias que afecten gravemente de la prestación de un servicio (un corte de luz, agua o Internet, por ejemplo),  sin que el usuario lo requiera expresamente.

La nueva Ley de Servicios a la Clientela obliga a las empresas afectadas a realizar auditorías anuales ( externas e independientes) de sus servicios de atención al cliente, auditorias que deberán conocer las distintas Administraciones, que podrán actuar en consecuencia si son negativas. Las sanciones por incumplimiento de la nueva normativa serán de 150 a 10.000 euros en casos leves, pero podrán llegar a 100.000 euros para infracciones graves.

Las asociaciones de consumidores valoran la nueva Ley de Servicios a la Clientela como “una mejora de la situación actual”, aunque señalan algunas carencias. Para la OCU, el régimen de sanciones es todavía “laxo” y les preocupa que algunos sectores que tienen regulación sectorial propia (como banca o seguros) puedan “librarse”, a lo que el ministro de Consumo, Pablo Bustinduy ha precisado que la Ley “se aplicará de forma horizontal a todos los sectores”. Para FACUA , la nueva Ley se queda “corta”, porque no incluye una indemnización económica al usuario si la empresa no resuelve su reclamación en el plazo requerido. Piden que se fije una reclamación de 50 euros, similar a lo que ya sucede en las reclamaciones eléctricas  (tienes derecho a 30 euros si no te responden en 5 días, aunque la reclamación siga su curso). Y también piden que se recorte el nuevo plazo de 15 días para las reclamaciones a 10 días (similar al que establece ya la Junta de Andalucía). El ministro de Consumo dice que no incluyeron la indemnización para lograr la aprobación de la Ley, que hace un año contó con el apoyo del PP y la mayoría de los nacionalistas, algo que hoy no está asegurado.

La nueva Ley de Servicios de Atención a la Clientela,  si finalmente se aprueba y entra en vigor el 1 de enero de 2025, será un gran avance en los derechos de los consumidores y facilitará que los usuarios se informen, quejen y reclamen vía telefónica, personalmente o por Internet. En paralelo, el Gobierno aprobó el pasado 12 de marzo otra Ley, la de Eficiencia de la Justicia, que va a agilizar las reclamaciones colectivas de los consumidores. Se trata, otra vez, de cumplir con una exigencia europea, trasponer la Directiva europea 2020/1928, de noviembre de 2020, relativa a las acciones de representación para los intereses colectivos de los consumidores. España debía aplicarla antes del 25 de diciembre de 2022 y sólo cinco días antes, el 20 de diciembre, el Consejo de Ministros aprobó una Ley para la protección colectiva de los consumidores. La Ley se debatió en el Congreso en 2023 y, como le pasó a la Ley de Servicios a la Clientela, decayó antes de aprobarse, al anticiparse las elecciones. Y ahora, ha vuelto a aprobarse por el Gobierno, enviándola al Congreso para tramitarla por el procedimiento de urgencia.

Esta Ley pretende facilitar que las organizaciones de consumidores presenten demandas colectivas en los Juzgados, por temas que afectan a miles de usuarios, evitando que cada uno tenga que presentar una demanda (compleja y costosa). En los últimos años, se han multiplicado las demandas colectivas, aumentando un +120% en toda Europa. En España, hay múltiples ejemplos recientes: Forum Filatélico y Afinsa, Bankia, las preferentes, el caso “Dieselgate” contra Volkswagen, la demanda contra varias marcas por “el cartel” de coches y, sobre todo, la demanda por las cláusulas suelo en muchas hipotecas (el tipo mínimo no puede bajar de un mínimo, aunque bajen más los tipos), una macro demanda liderada por Adicae en la que participan 830 consumidores contra 40 bancos españoles y que está pendiente de la sentencia del tribunal europeo de Justicia (TJUE).

Hasta ahora, la presentación de estas demandas colectivas era difícil y colapsaban los juzgados, encareciendo y dilatando la resolución de los litigios. Ahora, la nueva Ley (exigida por Europa y que va con retraso) pretende eliminar las barreras para presentar estas acciones colectivas, regulando la intervención de las asociaciones de consumidores y creando un procedimiento único para abordar estas demandas colectivas, incorporando plataformas electrónicas que permitirán una tramitación más ágil y coordinada (hasta ahora, los Juzgados de cada ciudad, provincia o región podrían acumular miles de causas sin saber que litigios similares se habían presentado en otros lugares). Ahora, el procedimiento judicial será único y más sencillo, aumentando las garantías para los consumidores, que podrán reclamar conjuntamente a través de las organizaciones de consumidores.

Las organizaciones de consumidores apoyan esta nueva Ley para la protección colectiva de los usuarios, pero “temen la injerencia de terceros, porque abre la vía a nuevas entidades que se dediquen a litigar demandas colectivas como negocio (a cambio de una comisión por lo conseguido), sobre todo Fondos de inversión. El Gobierno reitera que con ello sólo cumple la normativa europea y que los consumidores dispondrán de un listado de organizaciones (en el Ministerio de Consumo) a las que podrán dirigirse para sumarse a una demanda colectiva. Y que las organizaciones de consumidores tendrán que competir por el servicio, con una mayor competencia que ahora, lo que acabará beneficiando a los consumidores. Lo seguro es que se facilitan las demandas colectivas y se reducirá “el atasco” en los Juzgados.

Con ambas Leyes, ahora a debate en el Congreso, los consumidores saldremos ganando, porque podremos defender mejor nuestros derechos y reclamaciones. Eso sí, esta mayor exigencia a las empresas les obligará a mejorar y reforzar sus servicios de Atención al Cliente y Reclamaciones, así como su Departamento Jurídico. Y eso les supondrá más costes, tanto a las compañías de agua, electricidad, gas y telecomunicaciones como al resto de empresas que prestar servicios a los consumidores. Y estos mayores costes, los acabarán cargando en nuestras facturas, antes o después, de una forma indirecta y no transparente, encareciendo los servicios que prestan (como hacen cuando los Gobiernos les cambian Leyes o normas). Estaremos más protegidos, pero pagaremos más por los servicios que recibimos. Seguro.

lunes, 15 de abril de 2024

El creciente negocio de los gimnasios

Cada mes se abre en muchas ciudades un nuevo gimnasio, donde ya acuden a hacer deporte 5,5 millones de españoles, un tercio de ellos jóvenes que apuestan por cuidar su cuerpo y divertirse en grupo. Son ya 4.250 gimnasios, un negocio que mueve más de 2.300 millones al año y que atrae cada vez más a Fondos de inversión extranjeros, que se han lanzado a comprar y abrir nuevos centros, tras el “bache” de la pandemia. La fuerte demanda ha hecho subir los precios, ya entre 40 y 50 euros al mes, mientras el sector pide que se les baje el IVA, que Rajoy les subió del 8 al 21% en 2012. Ahora se espera el desembarco de nuevas franquicias (de USA), la especialización y la pelea por conseguir que las empresas ofrezcan un bono para estos gimnasios a sus empleados. Parece claro que, tras la pandemia, cuidar el cuerpo y acudir a un gimnasio se ha convertido en una necesidad más para muchos españoles (o en una moda).


España es un país bastante sedentario, donde el 52% de las personas no hace ningún deporte, según la reciente Encuesta del CIS. Pero lo positivo es que ese 48% que sí lo hace ha crecido un 8% desde 2010, aunque todavía estamos por debajo de la media UE (hacen deporte el 55% de los europeos), de Alemania (lo hacen el 68%) y Francia (55%), siendo sólo más sedentarios Grecia (sólo 32% hacen deporte), Polonia (35%), Bulgaria (39%) y Hungría (41%), según el último Eurobarómetro sobre deporte (2022). Lo más llamativo en el caso de España es que de ese 48% que hacen deporte, la mayoría eligen caminar (el 18,1%) y hacer gimnasia en un centro deportivo (15,6%), por delante del ciclismo (15,1%), correr (13,8%), la natación (13,4%) o el montañismo (12,1%), según el CIS. Y cuando se les pregunta a los deportistas dónde hacen deporte, la primera opción es hacerlo en un gimnasio o centro deportivo (39,7%), por delante de hacer deporte en el campo (31,9%), en instalaciones municipales (27,3%), en la calle (25,8%) o en la propia casa (donde hacen deporte el 10,5% de encuestados).

Así que esa mitad de españoles que hacen deporte optan mayoritariamente por ir a un gimnasio, sobre todo tras la pandemia, cuando se vaciaron con la COVID. Esta vuelta a los gimnasios se ha producido en toda Europa, donde acudieron 63,1 millones de abonados en 2022 (7 millones más que en 2021), aunque todavía son un 3% menos que en 2019, según el último informe “European Health and Fitness Market Report 2023, de Deloitte y Europe Active. En todo el continente hay 63.830 gimnasios (+0,3% que antes de la pandemia), que facturaron 28.000 millones de euros en 2022, recuperando así el negocio de 2019 (28.200 millones). Por paises, España es el tercer país europeo con más negocio de gimnasios:  facturaron 2.100 millones de euros en 2022, sólo por detrás de Reino Unido (5.000 millones), que ha superado al país hasta ahora líder, Alemania (4.900 millones facturados).

Esta recuperación del negocio de los gimnasios ha continuado en 2023, donde ya tenemos datos de España, según anticipa la consultora Deloitte: el sector facturó 2.331 millones (+11%), rozando la facturación de antes de la pandemia (2.353 millones en 2019) y el número de abonados creció un +20%, hasta los 5.540.000 usuarios, una cifra similar a la de 2019. Y además, los 4.250 gimnasios abiertos a finales de 2023, según DBK, han aumentado su facturación por abonado, ya que han subido las tarifas, pasando de 36 a 38 euros de media en 2022 a una media de 38 a 40 euros por abonado en 2023.

El motor de este “tirón” de los gimnasios son los jóvenes y en especial la llamada “generación Z” (los nacidos en torno al año 2.000, con una edad de 20 a 28 años), que ya suponen casi el 30% de los abonados totales (y creciendo). El fenómeno de ir al gimnasio se ha popularizado entre los más jóvenes en las redes sociales, como una forma de “ocio compartido”, como una actividad en grupo, algo similar a lo que antes fueron las boleras o los billares. De hecho, el reciente informe del CIS revela que el 52,6% de los que hacen deporte suelen luego compartir otras actividades sociales (comer, beber, divertirse...) con las personas que lo realizan. Así que los gimnasios se han convertido en una moda donde los jóvenes: cuidan su cuerpo y de paso se relacionan y socializan. Y también hay otro grupo de clientes que crece, los jubilados, que quieren mantenerse en forma y cuidar su salud.

Un dato que desconocen la mayoría de abonados a los gimnasios es que son empresas controladas en su mayoría por Fondos de inversión extranjeros y franquicias internacionales, que buscan el flujo de caja que generan cada mes y aprovechar el “boom” del hacer deporte. De hecho, 15 de las grandes cadenas de gimnasios que operan en España cuentan en su accionariado con Fondos de capital riesgo. Y otra característica del sector es la tendencia a la concentración, a que los grandes compren locales y gimnasios más pequeños. Así, las 5 mayores empresas del sector controlan el 26,4% del negocio total y las 10 grandes controlan ya el 42,1% del mercado, según el Observatorio sectorial DBK de Informa.

El ranking de los gimnasios en España lo lidera, por número de centros, la empresa Basic-Fit, propiedad de un empresario holandés, varios Fondos de inversión USA y Norges Bank, que tiene 186 centros y más de 400.000 socios, tras comprar a finales de 2023 (por 110 millones de euros) los 42 centros de McFit (propiedad del grupo alemán RSG Group) y los 5 gimnasios “premium” de Holmes Place. Así ha desplazado al 2º lugar del ranking por centros a Brooklyn Boxing, una cadena de boxeo sin contacto que cuenta con 175 centros en España y 60.000 abonados. La tercera marca es VivaGym, propiedad de Bridges Found Management (51%), con 104 centros y 302.000 socios. La 4ª mayor franquicia es AltaFit, propiedad del fondo español MCH, con 82 centros en España y 140.000 abonados. La 5ª es Forus, propiedad de JP Morgan (60%), Ben Oldman (8%) e Irmasol (2%), especializada en gestionar centros deportivos, 49 en España. Le sigue Supera, controlada por Portobello Capital (57,5%), con más de 30 centros y casi 100.000 abonados. En 7º lugar del ranking está la compañía francesa Fitness Park, que gestiona 25 gimnasios, con 91.000 socios. Le siguen Metropolitan, propiedad del dueño de los Hoteles Hesperia, con 20 centros y 82.000 socios, y GoFit, propiedad de Torreal (Abelló) y la Mutua, con 20 grandes centros y 230.000 socios.

El ranking por facturación de los gimnasios es diferente, porque depende del modelo de negocio de cada uno, que varía entre los gimnasios “low cost” (con bajas cuotas, entre 22 y 30 euros mensuales) y los gimnasios con mayores cuotas y más servicios. En 2023, según los datos de CMD Sport, lo encabeza Forus (líder en la gestión de instalaciones deportivas), con un facturación de 80 millones de euros, seguida de GoFit (líder en gimnasios “low cost”, con 77 millones), Metropolitan (líder del sector “premium”, con 70 millones facturados), Basic-Fit (59,6 millones), VivaGym (57,5 millones), Supera (49,1 millones), Fitness Park (42 millones, el que más creció en facturación en 2023), Brooklyn Boxing (40 millones), DreamFit (37,3 millones), Beone (34 millones), Serveo (33), Viding (31) y EuroFitness (28,4).

Para este año 2024, el sector de los gimnasios es optimista y esperan seguir creciendo, tras haber superado en 2022 y 2023 el bache de la pandemia. El 87% de las empresas espera seguir creciendo, en centros y abonados, según la consultora BDO, gracias a que aumente el número de usuarios y a que se gastan más, contratando servicios más caros. Y además, se espera en 2024 una mayor concentración del sector, con más operaciones de compraventa de cadenas, como la que protagonizaron en 2023 Basic-Fit y McFit. Además, es inminente el desembarco en España de más franquicias de “fitness”, no sólo europeas como hasta ahora: en 2024 podría instalarse en España la estadounidense Planet Fitness, la mayor cadena de gimnasios “low cost” del mundo, que quiere abrir 300 centros en Europa.

La consultora Deloitte augura un nuevo crecimiento del negocio de los gimnasios en 2024, aunque más moderado que en 2022 y 2023. Y cree que el “boom” se centrará en los gimnasios “low cost”, que son “la puerta de entrada” para los nuevos abonados, aunque también se consolidará la especialización de los centros, donde los usuarios elegirán según la oferta y el asesoramiento, estando dispuestos a pagar más. Eso sí, el sector debe resolver el problema actual de la excesiva rotación de los clientes: en 2023, entre el 60 y el 70% se dieron de baja tras unos meses de abono, cuando el porcentaje de rotación debía estar entre el 40 y el 45%. Por eso, todas las empresas buscan mejorar la fidelización del cliente, que no se canse y se vaya.

Otra cuestión que preocupa al sector de los gimnasios es la rebaja del IVA de los recibos, que es el 21% desde 2012, cuando el Gobierno Rajoy lo subió del 8 al 21%. El sector pide rebajarlo al 10%, petición que cuenta con el apoyo del PP.  Y también presionan a los gobiernos autonómicos para que permitan a los clientes deducirse en la declaración del IRPF parte del gasto del gimnasio, como una forma de contribuir a la salud y a reducir el gasto sanitario. De momento, esa deducción sólo existe en la Rioja y Comunidad Valenciana, aunque otras autonomías (como Madrid) estudian hacerlo en el futuro. Otra vía de crecimiento del negocio sería alcanzar acuerdos con grandes empresas, como en otros paises, para que ofrecieran a sus empleados bonos (gratis o bonificados) para ir al gimnasio, como parte de una política de mejora de la salud física y mental de los trabajadores.

En resumen, hacer deporte y acudir a un gimnasio se ha convertido en una prioridad de muchos españoles, sobre todo jóvenes, relanzando un negocio que despierta el apetito de los inversores internacionales. Puede parecer una moda, pero el deporte y el culto al cuerpo parecen una prioridad de gasto para muchos, al igual que el viajar. Y por eso crecen los gimnasios y las personas que van al gimnasio, la mayoría con amigos o compañeros, aprovechando el deporte para socializar y relacionarse. Sobre todo los jóvenes, que tienen tantos motivos de frustración y que es mejor que la descarguen en el gimnasio. Y además, todo el mundo sabe que el deporte ayuda a mejorar la salud y el ánimo. Otra cosa es que para practicarlo no se promuevan más centros deportivos públicos (municipales), con bajas tarifas y más servicios, y se deje en manos de los inversores privados, como un negocio más. Pero sea como sea, bienvenidos sean los gimnasios y su popularización.

jueves, 11 de abril de 2024

Conciliación polémica y nueva Ley de Familia

Muchas empresas llevan meses agobiadas para atender las solicitudes de permisos y cambios de jornada, numerosas tras las nuevas medidas de conciliación implantadas el 30 de junio de 2023. Y en muchos casos, los desacuerdos han llegado a los Juzgados de lo Social, ahora más saturados (426.075 expedientes en trámite). Al final, conciliar trabajo y cuidados no es fácil y la situación se complicará en los próximos meses, cuando se apruebe en el Congreso la nueva Ley de Familia, que quiere ampliar el permiso por nacimiento de 16 a 20 semanas y extender las ayudas por hijo. Pero no hay otro camino para frenar la caída de nacimientos: 322.075 en 2023, la mitad que a la muerte de Franco. Además, la Ley contempla ayudas para más familias, para luchar contra la pobreza infantil (28,9% de los menores), la 2ª mayor de Europa. Y el Gobierno estudia una ayuda universal por hijo, como existe en la mayoría de Europa. Urge apoyar la natalidad y la familia.

                         Enrique Ortega

Visto con perspectiva, se ha avanzado mucho para promover la maternidad de las mujeres trabajadoras en España. En 1900, sólo tenían derecho a un descanso laboral de 3 semanas. En 1929, la dictadura de Primo de Rivera estableció el seguro obligatorio de maternidad, con asistencia médica e indemnización obligatoria durante las 6 semanas posteriores al paro. En 1931, la República amplió la ayuda tras el nacimiento a 12 semanas. Durante la dictadura franquista, desde 1942, el seguro obligatorio de enfermedad establecía un subsidio de lactancia de 10 semanas. Y en 1965, se amplió la baja por maternidad. Con la democracia, en 1980, tener un hijo suponía 14 días de baja para la madre y 2 días para el padre. Hasta que en marzo de 1989, el gobierno de Felipe González estableció 16 semanas de baja remunerada para las madres (las 10 primeras obligatorias) y 4 días para los padres, que han tardado años en ampliarlas: en 2007 subieron a 2 semanas las bajas remuneradas por paternidad, a 4 semanas en 2017, a 5 en 2018 (permitiendo fraccionar el permiso), a 8 en abril de 2019, a 12 semanas en 2020 y a las actuales 16 semanas de baja remunerada por paternidad desde enero de 2021.

En todos estos años, el temor de los distintos Gobiernos era que los padres no se cogieran estas bajas por paternidad, con lo que no ayudarían a las mujeres a conciliar y a repartirse el cuidado de los hijos. Pero los datos indican que el permiso de paternidad remunerado “ha sido un éxito”, porque lo han cogido casi todos los padres, por un tiempo medio de 15,5 meses, según un reciente estudio de EsadeEcPool. Y además, el 75% de los hombres disfrutan de 12 de las 16 semanas a la vez que la madre y fraccionan el resto (como las mujeres, a partir de las primeras 10 semanas obligatorias), para alargar el tiempo de cuidado de los niños. El estudio explica que el éxito de este permiso parental se debe a 3 razones: es intransferible (antes de 2021, se podían transferir entre 2 y 4 semanas a la madre), las 6 primeras semanas tras el parto son obligatorias para el padre y, sobre todo, el padre cobra durante ese tiempo de baja paternal el 100% del salario y esos ingresos están exentos de IRPF.

Conseguido que los padres cojan mayoritariamente ese permiso de paternidad de 16 semanas, el Gobierno aprobó el 28 de marzo de 2023 una Ley de Familia, para mejorar las ayudas a nuevas familias y avanzar en la conciliación. Era una Ley exigida por la Comisión Europea, para trasponer (con mucho retraso) la Directiva Europea 2019/1158 sobre conciliación de la vida familiar y profesional de los progenitores y cuidadores,  dentro de las reformas comprometidas para recibir los Fondos europeos. Pero se adelantaron las elecciones en España y decayó la Legislatura. Para aprobar los compromisos más urgentes con Bruselas, el Gobierno utilizó uno de sus últimos Consejos de la anterior Legislatura para aprobar, el 27 de junio de 2023, un Decreto Ley que incluía nuevos permisos para facilitar la conciliación laboral y medidas para facilitar la reducción de jornada, medidas que pasaron bastante desapercibidas y que entraron en vigor el 30 de junio de 2023.

Las nuevas medidas en vigor son de 3 tipos. Por un lado, se han aprobado 3 nuevos permisos: un permiso retribuido de hasta 5 días (antes era de 2 días)  para cuidar a un familiar por accidente o enfermedad grave , hospitalización o intervención quirúrgica que precise reposo domiciliario), otro permiso retribuido (nuevo) por horas, de hasta de 4 días al año, para ausentarse del trabajo “por causas de fuerza mayor”, por motivos familiares “urgentes e imprevisibles”, y un tercer permiso no remunerado de hasta 8 semanas para cuidar a los hijos que podrá disfrutarse (de forma continua o discontinua) hasta que el hijo o acogido cumpla 8 años. La Directiva Europea establece que este tercer permiso (nuevo) debería estar remunerado, como los otros dos, pero el Decreto del Gobierno no lo contempló, aunque prometió a Bruselas que remuneraría la mitad del permiso en la siguiente Legislatura.

Junto a estos 3 nuevos permisos, para facilitar la conciliación laboral y familiar, el decreto de 2023 amplió el derecho a la reducción de jornada para el cuidado de hijos o personas a cargo con discapacidad que sean menores de 26 años y tengan cáncer u otra enfermedad grave y  facilitaba la reducción de jornada también a los trabajadores que se encargan del cuidado directo de un familiar hasta el 2º grado de consanguinidad del cónyuge o pareja de hecho (incluido un familiar consanguíneo de la pareja de hecho).

El tercer cambio del decreto de 2023, y el más importante, es que se amplía el derecho a la adaptación de jornada de las personas que acrediten el cuidado de hijos, cónyuge o pareja de hecho, familiares con consanguinidad hasta el 2º grado del trabajador y otras personas dependientes. Y en estos casos, hay un cambio importante: ahora es la empresa la que tiene que justificar los motivos por los que no concede la adaptación de jornada (cambio de turno o de horario), cuando hasta ahora era el trabajador el que tenía que acreditar por qué solicitaba la adaptación de jornada, que podría ser rechazada sin más.

Estos cambios, en vigor desde el 30 de junio de 2023, tardaron meses en ser conocidos y solicitados por muchos trabajadores, pero a la vuelta del verano, muchos Departamentos de Recursos Humanos de las empresas se vieron inundados de solicitudes, desde nuevos permisos a reducciones y adaptaciones de jornada. Esto ha colapsado a los responsables de personal en los últimos 6 meses, que han tenido que ver cómo encajar el decreto con su organización del trabajo. Y en muchos casos, ante la falta de acuerdo, han aumentado los litigios de los trabajadores afectados ante los Juzgados. De hecho, los Juzgados de lo Social, que llevan años atascados, han visto aumentar los litigios y a finales de 2023 había 426.075 expedientes laborales en trámite, +16% que un año antes.

Los mayores conflictos se están dado por las peticiones de adecuación de jornada, aunque también por la reducción de jornada y la concesión de los nuevos permisos, por cuestiones como los 5 días del nuevo permiso (la Audiencia Nacional considera que son 5 días hábiles, no 5 días naturales), el cómo se acreditan “los motivos de fuerza mayor”, cómo “casan” los permisos por hospitalización y cuidados familiares. Y aún se esperan más problemas cuando el nuevo permiso de 8 semanas para cuidado de los hijos sea retribuido: la ministra de Seguridad Social ha prometido que las primeras 4 semanas serán retribuidas antes de agosto, con lo que España cumpliría así la Directiva europea de conciliación.

Mientras avanzan estos cambios, conflictivos para las empresas,  el Gobierno ha vuelto a aprobar la Ley de Familia, que decayó en la anterior Legislatura, para cumplir con Bruselas. El nuevo texto se aprobó el pasado 27 de febrero y es similar al anterior, para agilizar ahora su aprobación en el Congreso, por trámite de urgencia. La Ley de Familia pretende mejorar las ayudas a las familias, sobre todo a las familias numerosas (hay 800.000) y especialmente a las familias monoparentales (hay más de 2 millones, el 81% encabezadas por una mujer), también a las parejas de hecho (hay 1,8 millones), facilitando que estas familias “diversas” tengan mejor acceso a la educación, a las becas, a la vivienda y a las ayudas públicas. Y además, la Ley establece que en 1 año, el Gobierno central y las autonomías coordinen una estrategia de ayuda a los niños en sus primeros 3 años de vida, aprobando un Catálogo de Servicios y Prestaciones a las familias similar en toda España (ahora existe mucha desigualdad entre las ayudas familiares que conceden unas y otras autonomías).

El Gobierno Sánchez pretende que en el trámite parlamentario de la Ley de Familia se incluya la ampliación del permiso remunerado por nacimiento (maternidad y paternidad) de las actuales 16 semanas a 20 semanas. Además, defienden a medio plazo una prestación universal por crianza de los hijos (hasta los 16 o 18 años. Y apoyan su propuesta en que esa prestación universal por hijo existe ya en la mayoría de Europa: en Bélgica, Suecia, Polonia, Finlandia, Alemania y Austria, la ayuda por hijo es para todas las familias, mientras en Francia, Italia, Portugal, Hungría, Grecia y Reino Unido, esta ayuda universal varía según los ingresos y el número de hijos. Y la defienden muchos expertos, incluida la OCDE. De momento, el Gobierno pretende dar un paso previo y aprobar una enmienda a la Ley de Familia para ampliar hasta los 6 años la ayuda de 100 euros al mes que tienen ahora las madres trabajadoras con hijos menores de 3 años. 

Así que en los próximos meses, entre elecciones y polémicas por la amnistía, nuestros políticos van a tener que debatir qué ayudas familiares se aprueban y cómo ayudamos a la natalidad. Y en este debate, convendría no olvidar que España gasta la mitad que Europa en la protección a la familia y a la infancia: un 1,5% del PIB (2021), frente al 2,4% de media en la UE-27. Así que deberíamos gastar 13.000 millones más cada año para equipararnos a Europa. De momento, las medidas contenidas en la Ley de Familia suponen 1.200 millones más de gasto, aunque si se amplían los premisos de 16 a 20 semanas, el coste sería mayor.

España debe ayudar más a las familias y a la natalidad por 2 motivos muy evidentes. El primero, porque aunque somos la 4ª mayor economía de Europa, somos el 2º país europeo con más pobreza infantil : 2.329.975 menores de 18 años, el 28,9% del total,  viven en familias que se consideran “pobres” (ingresan menos del 60% de la renta media, menos de 21.185 euros para una familia con dos hijos), según Save the Children,  el 2º mayor porcentaje de pobreza infantil de Europa, tras Rumanía (29% de niños y adolescentes son pobres). Pobreza infantil que se concentra en las familias monoparentales (con madres solas), inmigrantes, parejas jóvenes y zonas y empleos más vulnerables, sobre todo familias en alquiler.

El otro grave problema de España, que debería forzarnos a apoyar a las familias, es la bajísima natalidad: en 2023 han nacido 322.075 niños (muchos, de madres extranjeras), la menor cifra de nacimientos de nuestra historia reciente, muy lejos del máximo de 2008 (519.779) y la mitad de nacimientos que el año de la muerte de Franco (669.378 en 1975). Este desplome de los nacimientos se debe a que las mujeres españolas tienen menos hijos (1,16 hijos por mujer en 2022 frente a 2,77 en 1975), muchos menos que en Europa (1,5 de media y 1,8 en Francia) y otros paises. Y este desplome de la natalidad nos va a causar problemas de falta de mano de obra y menores ingresos para pagar servicios públicos y pensiones, siendo uno de nuestros mayores retos de este siglo XXI.

Por todo ello, urge volcarse en la familia y en la natalidad, apoyar por todos los medios que las mujeres tengan más hijos, con ayuda de sus maridos, familias, el Estado y las empresas, que tienen que reconvertir a fondo su organización del trabajo para hacer compatible la vida profesional y familiar, para no perder a las mujeres que quieran ser madres. El camino no es fácil, supondrá problemas en las empresas y litigios en los Juzgados, pero hay que avanzar y no retroceder: sin más niños no hay futuro. Y el aumento de la natalidad se consigue facilitando el trabajo, la conciliación y la educación a las familias. Cueste lo que cueste.