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jueves, 7 de marzo de 2024

8-M: récord de mujeres trabajando

Mañana se celebra el 8-M y hablarán de la discriminación que las mujeres sufren todo el año. Hay avances: un récord histórico de mujeres trabajando (9,92 millones) y la brecha salarial con los hombres baja al -18,6%, la menor en 15 años. Pero sigue la discriminación: menos mujeres activas, menos trabajando (-1,4 millones que hombres), con peores contratos, puestos y sueldos (-4.341 euros de media), más paro, menos desempleo (cobran -16,28%), pensiones más bajas (-45% de jubilación) y sufren más la falta de ayudas a la Dependencia. La principal causa de su discriminación es que las mujeres cargan con “los cuidados” (hijos y dependientes), descuidando su profesión. Por eso, necesitamos enseñanza gratuita de 0 a 3 años y reforzar la Dependencia, para liberarlas. También aplicar Planes de igualdad en las empresas (2 de cada 3 no tienen). Y que los hombres ayuden en casa. Urge un Pacto nacional por la igualdad, desde la escuela al trabajo y los hogares, para mejorar la difícil situación de media España.

                    Enrique Ortega

Lo primero que choca es que la población femenina ha aumentado más que la masculina en España, según el Censo del INE, tanto en los últimos 5 años (+973.195 mujeres frente a +790.763 hombres, entre el 1 de enero de 2019 y el 1 de enero de 2024) como en los últimos 16 años (+1.797.909 mujeres frente a +1.216.062 hombres entre 2008 y 2024). Pero ojo, al mirar la cifra de habitantes con más detalle, se ve que la cifra de mujeres nacidas en España ha bajado (-16.610 mujeres entre 2008 y 2024, frente a +44.287 hombres) y que si hay más mujeres censadas en España hoy es porque han venido muchas mujeres nacidas en el extranjero (hay +1.724.519 que en 2008, según el INE), sobre todo latinoamericanas, marroquíes y rumanas. Así resulta que, de las 24.875.363 mujeres censadas el 1 de enero en España, 4.528.894 nacieron en el extranjero (el 18,2%). 

A partir de aquí, de las mujeres que viven en España, analicemos su situación. La primera discriminación es que hay muchas más mujeres inactivas, que no buscan trabajo y se quedan en casa. De los 40.818.900 españoles en edad de trabajar (más de 16 años), a finales de 2023 (EPA),  20.996.800 son mujeres y 19.822.100 hombres. Pero casi la mitad de esas mujeres potencialmente activas decidieron quedarse en casa (9.543.400 mujeres “inactivas”, el 45,5%), frente a menos hombres (7.198.100 “inactivos”, el 36,3%). Y cuando se busca la causa, el 20% de mujeres inactivas lo justifica en que atienden a menores y dependientes (de 25 a 49 años suben al 29,4%), frente al 4,9% de hombres que lo aducen. En otros casos, las mujeres no buscan trabajo porque tienen menos formación, piensan que no lo encontrarán o porque han decidido “dedicarse a su hogar”.

Lo positivo es que ,en los últimos años, muchas mujeres se han lanzado al mercado laboral, para aportar ingresos al hogar (muchas de ellas, inmigrantes). Y así las mujeres activas, que trabajan o buscan empleo, aumentaron en +609.300 entre 2019 y 2023, mientras los hombres activos sólo crecieron en +309.400. Las que más se han lanzado a buscar trabajo son las mujeres mayores de 45 años, sobre todo entre 55 y 64 años (casi +500.000 activas), que buscan trabajo como cuidadoras o empleadas de hogar y en el comercio, la hostelería y la limpieza. Pero, aunque hay más mujeres en edad de trabajar, sólo hay 11.453.400 mujeres activas (trabajan o buscan trabajo) frente a 12.624.100 hombres, según la EPA.

La segunda gran discriminación es que estas mujeres activas encuentran menos empleo que los hombres. Los datos educativos revelan que las mujeres acaban más formadas que los hombres, pero encuentran más dificultades para acceder al primer empleo: hay menos chicas que chicos trabajando entre los 16 y los 24 años. Un factor importante es que los roles de género llevan a que las niñas y adolescentes opten más por estudios y carreras de humanidades frente a las de ciencias, que son “más de chicos”. Un estudio reciente revela que la segregación se da tanto en FP (sólo un 7% de chicas se gradúan en titulaciones técnicas frente al 52% de chicos) como en la Universidad (sólo hay un 14% de mujeres en Informática, un 27% en carreras técnicas y un 37% en matemáticas y estadísticas), lo que reduce su empleabilidad. Además, también cuenta la discriminación en las pruebas de selección, en las prácticas y becas y en “la cultura” de muchas empresas, que en igualdad de condicionesprefieren contratar a un hombre que a una mujer”.

Al final, el resultado es que hay 1,4 millones de mujeres menos trabajando que hombres (aunque insisto, son más en edad de trabajar). A finales de 2023, había en España 21.246.900 personas ocupadas, 11.323.500 hombres (el 53,9%) y 9.923.400 mujeres. Un dato que refleja la discriminación laboral de la mujer, aunque también llama a la esperanza, porque las mujeres han conseguido una mayor parte de los nuevos empleos creados en España en 2023 (+437.200 de los 783.000 creados)  y entre 2019 y 2023 (+765.100 empleos, un 63,3% de los 1.208.500 creados en total). Con ello, el empleo femenino bate un récord histórico en España: nunca ha habido tantas mujeres trabajando (9.923.400 en diciembre de 2023) y son 1,2 millones más del anterior récord de empleo femenino (8.714.900 mujeres ocupadas en septiembre de 2008). Mientras, los hombres, aunque les ganan en empleos (11.323.500), todavía trabajan menos que en septiembre de 2007 (récord empleo masculino: 12.175.900). En 2024 se espera que trabajen en España más de 10 millones de mujeres, superando un listón impensable, aunque seguirá la discriminación mientras trabajen más hombres.

La tercera gran discriminación es que las mujeres tienen peores contratos, puestos de trabajo y categorías que los hombres. La reforma laboral (que entró en vigor el 31 de marzo de 2022) ha beneficiado a todos los trabajadores, reduciendo los contratos temporales y la precariedad, pero más a los hombres que a las mujeres, según los datos de la EPA. Así, el porcentaje de asalariados con contrato temporal ha bajado entre los hombres del 24,93% en 2019 al 14,2% a finales de 2023 (-10,73%) y del 27,37% al 18,9% entre las mujeres (-8,47%). Eso se debe, sobre todo, a que la mayor tasa de temporalidad se da en el sector público, donde hay más porcentaje de mujeres, sobre todo en sanidad y educación.

Con todo, el dato clave para explicar gran parte de la discriminación laboral de la mujer es que siguen aumentando los contratos a tiempo parcial (por horas o días): se hicieron +87.600 nuevos en 2023, +75.400 de ellos a mujeres. Eso refleja lo que pasa: las mujeres encuentran más trabajo que antes, pero la mayoría es a tiempo parcial. De hecho, de las 2.869.300 personas ocupadas a tiempo parcial, el 74% son mujeres (2.121.000). Y ojo, no es porque lo quieran así: la mitad de ellas dicen que es porque no encontraron un trabajo a jornada completa y de la otra mitad, solo un 10% eligió esa jornada, el 40% restante lo hace para cuidar a hijos y mayores dependientes.

Además de tener peores contratos, las mujeres se concentran en sectores con trabajos peor pagados y en categorías laborales más bajas, al margen de su formación. Unos ejemplos del INE: encargados (7,6% de los hombres y 4,7% de las mujeres), mandos intermedios (7,8% frente a 6,7%), directores de pequeña empresa o sucursal (8,3% frente a 4,9%). Además, el INE indica que sólo había un 34,8% de mujeres en cargos directivos (directoras o gerentes) de empresas en 2023. Y en los Consejos de Administración de las empresas del IBEX sólo hay un 37,3% de mujeres consejeras, un 20% en cargos ejecutivos, un 26% en la alta dirección y sólo un 11,8 % son presidentas.

Todas estas discriminaciones laborales, en los contratos, puestos de trabajo y categorías, se traducen en una 4ª discriminación, la más visible: las mujeres ganan menos que los hombres. Hay dos maneras de medir esta “brecha salarial”, las dos con datos del INE: una, el sueldo principal que refleja la EPA (último dato 2002) y la otra, la Encuesta de Estructura Salarial (último dato 2021). Según la primera estadística, el sueldo medio de los hombres fue de 27.642 euros brutos en 2022 y el de las mujeres 23.301 euros, 4.341 euros menos. Es una “brecha salarial” (lo que debería subir el sueldo de la mujer para equipararse) del -18,63%, alta, pero la menor en los últimos 15 años en España, según CCOO, que recuerda que ha bajado del -31,4% máximo en 2014 al -22,6% en 2019 y al -20,9% en 2021. Si nos atenemos a la estadística de salarios, en 2021, el salario medio bruto de los hombres era de 28.388 euros frente a 23.175 euros las mujeres, 5.213 euros menos,  una “brecha” del -22,5% según CCOO (no el 18,4% que dice el INE), porque es el porcentaje que tendría que subir el sueldo de la mujer para equipararse al hombre. Y esa brecha, medida con esta otra estadística, también ha mejorado y es la menor desde 2008 (-28%).

¿Por qué ganan menos las mujeres? Un informe de CCOO responde que el 70% de esta discriminación salarial se debe a que tienen un exceso de contratos a tiempo parcial (el 74% del total), contratos por horas o días en los que ganan menos de la mitad de lo que ganarían con un contrato a jornada completa (11.650 euros frente a 28.185, según el INE). Según el sindicato, si las mujeres tuvieran el mismo porcentaje que los hombres de trabajo a jornada completa, la brecha salarial bajaría del -18,6 al -5,7%, a menos de la tercera parte.

 Y otro factor que, según CCOO, pesa muy negativamente es que las mujeres cobran muchos menos complementos que los hombres y eso aumenta la brecha salarial final, que no es tan grande en el salario base. Así, las mujeres no suelen cobrar complementos como los que se abonan por esfuerzo físico, penosidad, nocturnidad o disponibilidad horarias, que suelen estar “masculinizados”. También cobran menos complemento por antigüedad, dado que la maternidad acorta sus carreras profesionales. Y en paralelo, como tienen menos puestos directivos, cobran también menos pluses y bonus discrecionales ligados a tareas directivas.

Hay otro factor más que explica los menores salarios de las mujeres: los sectores en los que trabajan mayoritariamente, que tienen sueldos más bajos. Así, el 42% de las mujeres asalariadas se concentran en 7 sectores que pagan un salario por debajo de la media (2.128 euros mensuales en 2022, según la EPA): empleo doméstico (cobran 981 euros brutos de media), hostelería (1.390 euros), agricultura, ganadería y pesca (1.477), actividades administrativas y auxiliares (1.567), actividades artísticas y recreativas (1.598), otros servicios, entre ellos los cuidados (1.599 euros) y comercio (1.771 euros).

Y llegamos a la 5ª gran discriminación: hay más mujeres que hombres en paro, debido a que aumentan las que buscan trabajo y la mayoría de empleos se los llevan los hombres. A finales de 2023, en España había 2.830.600 parados (EPA), de los que 1.530.000 eran mujeres (13,3% de tasa de paro) y 1.300.600 eran hombres (10,30% de tasa de paro sobre activos). Y se ha reducido menos el paro entre las mujeres que entre los hombres, tanto en 2023 (-93.000 frente a -100.400) como respecto a 2019, antes de la pandemia (-128.800 frente a -205.500 que redujeron el paro los hombres). La mayor parte del paro femenino se concentra en mujeres que trabajaban en la hostelería (144.600), el comercio (116.000), sanidad y servicios sociales (66.200), administrativas y servicios auxiliares (61.600), la educación (52.800) y la Administración Pública (-51.400), aunque la mayoría son paradas que perdieron su empleo hace más de 1 año (620.500).

Y estas mujeres paradas sufren la 6ª gran discriminación: el seguro de desempleo les cubre menos (porque muchas, por los cuidados, han interrumpido su cotización o no han cotizado) y les paga un subsidio menor. En 2023, había 983.997 mujeres beneficiarias del desempleo (sólo 408.000 con prestación contributiva, según lo cotizado y 574.729 con prestación asistencial), frente a 790.537 beneficiarios hombres (391.823 con prestación contributiva y 398.874 asistencial), según el SEPE. Pero como hay más mujeres paradas que hombres, la tasa de cobertura de las mujeres (el porcentaje que reciben alguna ayuda) fue del 63,3% de media frente al 75,7% los hombres. Y además de estar menos cubiertas, cobraron menos de subsidio contributivo (el asistencial son 480 euros mensuales, iguales para todos):  888 euros de media mensual las mujeres frente a 1.032.6 los hombres. Otra “brecha”, en el cobro del desempleo, del -16,28% (-20,29% para paradas de 50 años a 60 años y -23,20% para paradas mayores de 60 años), según los datos del SEPE.

Como las mujeres trabajan menos, ganan menos e interrumpen sus carreras de cotización o cotizan menos años (por los cuidados), también tienen pensiones más bajas que los hombres, la 7ª mayor discriminación de la mujer: la pensión media de las mujeres, el 1 de febrero de 2024, era de 1.020,93 euros, frente a 1.506,02 los hombres, según la SS, una “brecha” en todas las pensiones del -47,51%. Y en el caso de las pensiones de jubilación (que cobran 2.639.170 mujeres, frente a 3.811.619 hombres), la diferencia es también enorme: 1.132,89 euros de jubilación cobran de media las mujeres frente a 1.647,8 euros los hombres, otra “brecha” del -45,45%. La mayor brecha, fruto de las brechas de una vida…

Y queda otra discriminación más, la 8ª: la discriminación en la Dependencia, debido a que las mujeres viven más que los hombres (85,8 años de media frente a 80,3) y por tanto tienen más riesgo de necesitar ayuda y ser dependientes al final de su vida. De hecho, casi 2 de cada 3 dependientes con más de 80 años son mujeres (el 63,11%). Y por eso sufren más los problemas de retrasos en las ayudas (hay 158.198 dependientes reconocidos “en lista de espera” para recibir las ayudas, lo que provoca que 70 dependientes mayores mueran cada día sin recibirlas, 44 de ellos mujeres) y de falta de medios y atención, desde la ayuda a domicilio a la teleasistencia y la falta de residencias.

Por si fueran pocas estas discriminaciones laborales, las mujeres sufren también otra discriminación en su propia casa, porque cargan con la mayor parte de las tareas del hogar y de los cuidados de hijos y padres, complicando más su vida laboral. De hecho, el 45,86% de las mujeres cargan con la mayor parte de las tareas del hogar, algo que sólo hacen el 14,92% de los hombres. Y otro 34,96% de mujeres realizan una parte importante, aunque compartida. Eso supone que el 80,82% de las mujeres cargan con las principales tareas del hogar, frente al 48,61% de los hombres. Y un 51,37% de los hombres  (casi 10 millones) confiesan que hacen poco o nada, según la última Encuesta del INE (2021). Un 40,2% de las mujeres se ocupan mayoritariamente del cuidado de los niños, frente al 4,8% de los hombres. Y un 48,3% se encargan mayoritariamente del cuidado de los mayores, frente al 20,5% de los hombres.

En resumen, que aunque su ocupación mejora y baja la brecha salarial con los hombres, la situación de las mujeres en 2024 sigue siendo muy preocupante. Para CCOO, el problema de fondo es que hemos relegado a la mujer a los cuidados (de niños y padres o familiares dependientes) y con eso la hemos condenado a interrumpir su carrera laboral y tener más problemas para optar a mejores puestos, fomentando el trabajo a tiempo parcial y los bajos salarios. Se ha avanzado con la reforma laboral y las subidas del salario mínimo (que favorecen más a las mujeres), pero las desigualdades siguen ahí, de fondo, porque las mujeres siguen “atadas” a los cuidados. Por eso, muchos expertos apuestan por tomar 2 medidas claves para “liberarlas en parte”: aprobar la gratuidad de la enseñanza de 0 a 3 años (pendiente Presupuestos 2024) y mejorar la atención a la Dependencia, para que haya más ayudas y recursos, más atención pública a los dependientes en el hogar, en centros de día y en residencias.

En paralelo, los sindicatos se quejan de que las empresas, sobre todo las pymes, no se han tomado en serio los decretos que obligan a llevar un registro de salarios (obligatorio) y a aprobar Planes de igualdad, que son obligatorios en las empresas de más de 50 trabajadores desde el 8 de marzo de 2022. Han pasado 2 años y CCOO estima que no existen estos Planes en el 66% de las empresas. Y tampoco el sector público, desde los Ayuntamientos a las autonomías, Ministerios y empresas públicas, está dado ejemplo. Y falta una política de racionalización de horarios, desde las empresas a los restaurantes, locales de ocio y TV, que permita a las mujeres conciliar su trabajo con su familia. Y queda la gran asignatura pendiente, el reparto de tareas en el hogar, donde los hombres tienen que hacer mucho más (no sólo “ayudar”…) Y también los chicos adolescentes.

Al final, cada año pasa lo mismo con el 8-M: se habla mucho de la discriminación de la mujer, pero se avanza poco, poniendo parches a un problema muy complejo, como pasa también con la Crisis Climática. Y a este paso, la igualdad de la mujer tardará 135 años, según el Foro de Davos. Urge pactar acuerdos legislativos, económicos, laborales, educativos, sociales y familiares, para afrontar uno de los grandes retos de este siglo, al margen de las ideologías: lograr la igualdad para media España. Ganaríamos todos.

domingo, 5 de marzo de 2023

8-M: las mujeres, algo mejor (poco)

Llega el 8-M, uno de los pocos días que hablamos de la discriminación de las mujeres. Este año, el balance es algo más positivo: hay más mujeres trabajando que antes de la pandemia y 908.700 ocupadas más que en 2007, casi 9,5 millones en total, un récord histórico. Y 300.000 paradas menos que hace 15 años. Además, la reforma laboral ha reducido las mujeres con trabajo parcial o temporal. Y la subida del salario mínimo desde 2018 ha recortado su brecha salarial. Pero su situación sigue siendo preocupante: trabajan 1,5 millones mujeres menos que hombres, en peores puestos y con peores ingresos: ganan un 20,9% menos, cobran un 17% menos de paro y un 46% menos de jubilación. Y siguen ocupándose mayoritariamente de las tareas de casa, de los hijos y padres. Así que su mejora es lenta y a este ritmo, la igualdad tardará más de un siglo. Urge un Pacto por la igualdad, desde la escuela al trabajo y los hogares, para mejorar la situación de medio país. Tomémoslo en serio.

Enrique Ortega

En España hay algo más de 40 millones de personas en edad de trabajar (con 16 años y más). Y más de la mitad son mujeres (20.652.700), más que hombres (19.483.800). A partir de aquí, se rompe la igualdad. La primera discriminación llega en el paso siguiente, al pensar en ponerse a trabajar o no: las mujeres son menos “activas”, se lanzan menos a buscar trabajo, unas porque se casan y se dedican a las tareas del hogar y otras porque tienen que cuidar a sus hijos o a sus padres. La cifra es esclarecedora: de los 40,16 millones de españoles en edad de trabajar, 16,64 millones son “inactivos” (ni trabajan ni buscan trabajo) y más de la mitad de estos “inactivos” son mujeres (9.543.500 en 2022), según la EPA. Así que ya se ha roto la igualdad de partida y hay 2,4 millones de mujeres “inactivas” más que hombres. De hecho, la tasa de actividad de las mujeres españolas es sólo del 53,79% (61% las mujeres europeas) frente al 63,50% los hombres.

Sin embargo, en esta desigualdad de partida, la menor “actividad”, se ha dado un avance en los últimos 15 años: ahora hay 11.109.200 mujeres “activas” en España, trabajando o buscando trabajo (el 53,79% de las mayores de 16 años), frente a 9.572.100 mujeres activas en 2007 (menos de la mitad, el 49,61%). Son 1.537.100 mujeres más “buscándose la vida”, que se han visto obligadas a buscar trabajo (y atender a la vez la casa, los niños y padres o discapacitados) para ayudar a su familia tras la crisis financiera, primero, y la pandemia y la inflación después. Pero aún hay muchas más inactivas que hombres.

La segunda discriminación de partida es que las mujeres que buscan trabajo consiguen menos empleos que los hombres. Los datos educativos indican que están más formadas que los hombres, pero hay una discriminación efectiva en el acceso al primer empleo, les cuesta más a las chicas que a los chicos. Así, entre 16 y 19 años, trabajan hoy 65.000 mujeres frente a 88.400 hombres. Entre 20 y 24 años, 438.700 chicas frente a 529.900 chicos. Y entre 25 y 29 años, 829.000 mujeres frente a 924.000 hombres. Esta discriminación se continúa después, en cascada, en el resto de edades, lo que produce la mayor discriminación para las mujeres, peor que la de sus salarios: en España trabajan hoy 9.486.200 mujeres frente a 10.977.700 hombres. Hay más mujeres en edad de trabajar, pero hay 1.491.500 mujeres ocupadas menos que hombres. La tasa de empleo de las mujeres es del 60,5% (65,2% en la UE y 73,5% en Alemania), frente al 70,3% los hombres.

Pero aquí, con ser datos preocupantes, también ha habido un gran avance en los últimos 15 años. Por un lado, hay más mujeres trabajando (9.486.200) que antes de la pandemia (9.158.300) y las mujeres se han llevado más empleos de los creados desde 2019 que los hombres (+327.900 frente a +169.100). Y por otro, se ha dado un salto de gigante en el empleo femenino respecto a 2007: hoy trabajan 908.700 mujeres más que antes de la crisis financiera (9.486.200 frente a 8.577.500), una cifra de mujeres ocupadas que nunca se había alcanzado en España, según la EPA. Y en contrapartida, hoy trabajan 1.198.200 hombres menos que en 2007 (10.977.700 frente a 12.175.900). Pero no olvidemos que todavía, hay casi 1,5 millones de mujeres menos trabajando que hombres.

La tercera discriminación de partida que sufren las mujeres es que tienen peores contratos, ocupaciones y categorías que los hombres, lo que se traduce en peores sueldos, según se detalla en este estudio de CCOO. Respecto a los contratos, se les imponen más dos tipos de contratos precarios y mal pagados: los contratos a tiempo parcial (por horas o días) y los contratos temporales. Veámoslo. Del total de ocupados a tiempo parcial, 2.781.700 a finales de 2022, el 73,5% son mujeres (2.045.600). Y la mayoría reconocen que tienen este contrato “porque no encuentran otro a jornada completa” (el 51,7%) o porque es el único que les permite cuidar a hijos y padres (lo argumentan el 16,2% de las mujeres y el 2,7% de los hombres). Consecuencia: ganan menos, porque el salario de estos contratos a tiempo parcial  es el 40,3% del salario a jornada completa (11.642 euros frente a 28.881), según el INE.

Las mujeres tienen también más contratos temporales que los hombres: a finales de 2022 eran temporales el 20,55% de los contratos de las mujeres (1.724.300) y el 15,47% de los hombres (1.390.400), según el INE. Y en el sector público, la discriminación es mayor, según CSIF: hay el doble de mujeres con contrato temporal (712.000) que hombres (352.000). Y esto lleva acaparado, además de más precariedad, peores sueldos para las mujeres: un trabajador con contrato temporal gana el 72,2% que uno con contrato indefinido (19.228 euros de media frente a 26.623 euros), según el INE.

Aquí también, las mujeres han avanzado en el último año, gracias a la aprobación de la reforma laboral, que ha reducido los contratos a tiempo parcial y temporales. Así, los contratos a tiempo parcial de las mujeres se han reducido en -25.000 en 2022 (y  crecieron +68.700 en los hombres) y aumentaron en +157.000 sus contratos a tiempo completo (sólo aumentaron +78.100 en los hombres), según el INE. Y los contratos temporales se han reducido drásticamente el año pasado (de 2.290.500 a 1.724.300): cayeron del 27,77 al 20,55% del total de contratos de las mujeres (y del 23,12 al 15,47% en los hombres). Pero no olvidemos que, a pesar de esta mejora, las mujeres tienen más contratos precarios.

Otra discriminación laboral de las mujeres, además de tener peores contratos, es que trabajan más en las actividades peor pagadas. Así, trabajan más mujeres (el 41% de las mujeres y el 32% de los hombres) en los 7 sectores que tienen un salario inferior a la media, según el informe de CCOO: empleo doméstico, hostelería, agricultura, cuidados, servicios administrativos y auxiliares, actividades artísticas y recreativas y comercio. Y además, las mujeres se concentran en las ocupaciones no cualificadas y peor pagadas: técnicos y profesionales salud y enseñanza (70% mujeres y un 10% menos de sueldo), oficinas y atención al público (72% mujeres y -12% sueldo), trabajadores de los servicios de salud y cuidados (80% mujeres y -36% ingresos), restauración y comercio (62% mujeres y -21% sueldo medio) y trabajadores no cualificados de los servicios (82% mujeres y -40% de sueldo).

Otra discriminación laboral es que las mujeres acceden menos a los puestos directivos y a responsabilidades de dirección: España tiene sólo un 6% de mujeres en puestos de dirección general, sólo un 17% de mujeres entre los directivos que reportan al CEO (primer cargo ejecutivo) y un 33% de los consejeros de las empresas, según el estudio “Woman matter España: tramos pendientes”, de la consultora McKinsey. Y la presencia de mujeres sólo alcanzan el 16,5% de los Comités de Dirección, el 37,4% de los consejeros de las empresas del IBEX-35, donde sólo hay 4 presididas por mujeres. Y si se analizan 119 grandes empresas, sólo 13 cuentan con alguna mujer en sus órganos de gestión, según el IESE.

Todas estas discriminaciones de la mujer en el trabajo, desde el tipo de contrato al sector donde trabajan, su cualificación o su categoría y responsabilidad se traducen en la discriminación más conocida (aunque no sea la peor): la discriminación salarial. En 2021, la “brecha salarial, lo que debería subir el sueldo de las mujeres para igualarse al de los hombres, fue del 20,9% (ganaron de media 22.601 euros brutos frente a 27.322 los hombres), según el cálculo de CCOO a partir de la EPA. Una “brecha” salarial peor que la de 2020 (19,3%), pero que ha bajado sensiblemente desde 2018 (26,5% de “brecha”), gracias sobre todo a la subida del salario mínimo interprofesional (SMI), que aumentó un 47% estos 5 años (de 735 a 1.080 euros), lo que ha beneficiado más a las mujeres (que son un 55% de los 2,5 millones de trabajadores que cobran el SMI).

Con todo, la “brecha salarial” entre mujeres y hombres sigue siendo muy elevada. La culpa de un 40% de esta brecha se debe a que las mujeres copan los contratos a tiempo parcial (73,5% del total), según el análisis de CCOO. Otro factor clave son los complementos salariales (por puesto directivo, peligrosidad, nocturnidad, disponibilidad horaria, antigüedad…), que suponen el 39,4% del salario final de los trabajadores y que tienen mucho más peso en las nóminas de los hombres que en las de las mujeres. Y el tercer factor clave para explicar la brecha salarial, según CCOO, es la maternidad, que lastra el salario de las mujeres” y también su empleo. Así, la tasa de empleo (entre 25 y 34 años) está más próxima entre hombres (83,7%) y mujeres sin hijos (71,9%), pero empieza a caer cuando las mujeres tienen un hijo (al 68,9% de empleo, mientras en los hombres sube al 88,6%: ojo, ellos trabajan más con 1 hijo) y se desploma con 3 hijos (64,6% de empleo en las mujeres y el 90% en los hombres). Y tras el primer hijo, el salario de las mujeres cae un 11%, llegando a perder a medio plazo hasta el 28% de su sueldo inicial.

La brecha salarial de las mujeres (-20,9% de sueldo) aumenta si trabajan en una serie de sectores "malpagados", que además son los más feminizados, con más porcentaje de mujeres: administrativas y servicios auxiliares (-44% de brecha salarial y 56% trabajadoras son mujeres), cuidados (-43% de brecha y 68% mujeres), actividades profesionales científicas y técnicas (-42% sueldo sobre hombres y 57% mujeres), inmobiliarias (-42% brecha y 61% mujeres), finanzas y seguros (-37% brecha y 55% mujeres), sanidad y servicios sociales (-27% brecha y 78% mujeres) y comercio (-35% brecha y 52% mujeres), según el informe de CCOO.

Esta no es la única brecha de ingresos que sufren las mujeres. Si se quedan en paro (había 1.740.085 mujeres paradas inscritas en las oficinas de empleo en febrero de 2023, frente a 1.168.312 hombres), también cobran menos que los hombres, generalmente porque muchas de ellas han cotizado por desempleo menos tiempo o con interrupciones (por la maternidad y los cuidados). Así, la media que cobraron las mujeres en paro que recibieron un subsidio contributivo  (395.816, una minoría, porque la mayoría reciben un subsidio asistencial) fue de 823,50 euros, una “brecha” del -17,23% sobre lo que cobraron los parados hombres (965,4 euros de media). Y esta brecha es mayor del 20% para las mujeres paradas con más de 50 años (alcanza el 29,72% de diferencia entre las mayores de 60 años), según datos del SEPE.

Al final de su vida laboral, cuando se jubilan, las mujeres se encuentran con otra brecha mayor: cobran de media un 48,94% menos de pensión (966,40 euros frente a 1.439,42 euros), según los datos de pensiones de la SS a 1 de febrero. Y en el caso de la pensión de jubilación, la brecha de las mujeres es del -46,84% sobre lo que cobran los jubilados hombres (1.071,45 euros frente a 1.573,56 euros). Esto se debe a que las mujeres cobran normalmente menos sueldos y tienen más interrupciones en sus cotizaciones, por la maternidad y los cuidados a padres y discapacitados (que básicamente hacen ellas). Eso explica también que las mujeres reciban un menor número de pensiones de jubilación: 2.555.661 pensiones de jubilación de mujeres frente a 3.772.863 de hombres, según la SS.

Y después de jubilarse, las mujeres viven más años que los hombres (su esperanza de vida es de 85,8 años, frente a 80,2 los hombres), con lo que tienen más riesgos de necesitar ayuda y convertirse en dependientes al final de su vida. De hecho, 2 de cada 3 dependientes con más de 80 años son mujeres. Y por eso, sufren más los problemas de faltas de residencias y atención especializada y las “listas de espera” (dependientes con derecho reconocido que esperan atención), que afectan a 179.380 dependientes. Y eso provoca que sean mujeres 44 de los 70 dependientes mayores que mueren cada día sin que les llegue la ayuda de la dependencia que tienen reconocida.

Por si fueran pocas todas estas discriminaciones, la mujer sufre también otra discriminación en su propia casa, porque carga con la mayor parte de las tareas del hogar y de los cuidados de hijos y padres, lo que además complica su trayectoria laboral. Los datos son evidentes: el 49,7% de las mujeres que viven en pareja se ocupan de la mayor parte de las tareas domésticas, frente a sólo el 4,3% de los hombres, según la Encuesta ECEPOV del INE (diciembre 2022). Y si se suman las que hacen una parte importante de las tareas, resulta que el 95,1% de las mujeres asumen la totalidad o buena parte de las tareas domésticas, frente a sólo el 50% de los hombres. Un 40,2% de las mujeres se ocupan mayoritariamente del cuidado de los niños, frente al 4,8% de los hombres. Y un 48,3% se encargan mayoritariamente del cuidado de los mayores, frente al 20,5% de los hombres.

En los últimos dos años, se aprobaron dos Decretos-Leyes para conocer la discriminación salarial de las mujeres (es obligatorio que las empresas lleven un registro) y para implantar Planes de igualdad en empresas de más de 50 trabajadores (obligatorios desde el 8 de marzo de 2022). Así que ahora, sindicatos y empresas conocen  mejor la situación, Pero falta que aprueben medidas en los convenios para reducir la discriminación laboral y salarial, donde se ha avanzado poco, junto a más incentivos al empleo femenino. Y en paralelo, hay que actuar en otros frentes: en la educación (para extender la educación pública de 0 a 3 años), en la Universidad (para promover que las mujeres estudien más carreras técnicas y FP), en las empresas y organismos públicos (para promover el acceso de mujeres y su promoción interna, además de medidas de conciliación laboral y racionalización de horarios) y en los hogares, para que los hombres se repartan de verdad  las tareas y el cuidado de niños y mayores. 

Con la desigualdad entre hombres y mujeres pasa lo mismo que con el Cambio Climático: si se avanza poco a poco, poniendo parches, la solución no llegará este siglo: al ritmo actual, la igualdad de las mujeres tardaría 135 años, según el Foro de Davos. Urge acelerar las medidas económicas, laborales, educativas y sociales, como uno de nuestros grandes retos en las próximas décadas, al margen de las ideologías. Media España exige igualdad.