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jueves, 23 de junio de 2022

España, destino audiovisual europeo

España es la 2ª potencia turística del mundo, pero no destaca ni por su industria ni por su tecnología. Ahora, el Gobierno Sánchez quiere que España sea una potencia en baterías y microchips y también en la producción audiovisual, donde ya somos el 2º país europeo que produce más series para TV. Para ello, el Plan de Recuperación impulsa, con Fondos europeos, el Plan “España Hub audiovisual de Europa”, que pretende atraer inversiones y profesionales de la industria audiovisual a España, para que seamos líderes en producción de series, cine, cortos, vídeos, publicidad, animación, videojuegos y e-Sports, una industria con mucho futuro y empleo. Para conseguirlo, el Gobierno ha aprobado una Ley audiovisual (polémica), que impulsa la producción europea y española, y un decreto que facilita los visados de entrada de profesionales audiovisuales extranjeros. Se busca convertir a España en “el Hollywood de Europa”, aprovechando nuestro idioma (el español llega a 600 millones), nuestra creatividad y experiencia audiovisual  y la calidad de vida del país. ¡Acción¡ 

Enrique Ortega a partir de ¡Bienvenido Míster Marshall! de Berlanga

La imagen domina el mundo, sobre todo la producción audiovisual para TV e Internet, monopolizada por móviles y tablets. La industria audiovisual ha disparado su importancia en todo el mundo, empujada por internautas que demandan cada vez más contenidos. Los gigantes del entretenimiento (Netflix, Amazon, Disney, HBO Max, Peacock, Quibi y Apple) ya invirtieron en 2019 un total de 177.000 millones de dólares, manteniendo 14 millones de empleos en todo el mundo. Y el sector seguirá creciendo un 2,8% más hasta 2024, según la consultora PwC. El gran potencial de esta industria audiovisual lo demuestra las constantes noticias de compras y fusiones de empresas, en EEUU  (Disney compró 20Th Century Fox y CBS se fusionó con Viacom) y en Europa (la francesa Banijay compró Endemol, Canal+ (Vivendi) adquirió M7, Telia compró Bonnier BroadCasting y Vodafone adquirió Liberty Global).

El mayor impulso a la producción audiovisual lo están dando las series, que en Europa suponen ya más de la mitad de la producción audiovisual total, con casi 1.500 series producidas anualmente, la mitad de alto impacto. España ha pasado de ser el 4º país con más series producidas en 2018 al 2º país en 2020, tras Reino Unido: se produjeron 75 series de gran impacto, más del doble que en 2015, según PwC. Netflix llegó a España en 2015 y en 2019 inauguró en Madrid (Tres Cantos) su primera sede de producción europea, ampliando sus estudios en 2021, que se han convertido en el 2º mayor centro de producción de series de Europa, solo por detrás de los estudios Pinewood de Reino Unido. Y otras productoras españolas, como Mediapro o Bambú, se han lanzado al mercado de series, vendiendo sus productos con gran éxito al mercado internacional.

En España, el sector audiovisual facturó 10.279 millones de euros en 2019 y se prevé que crezca hasta facturar 12.012 millones en 2024, según un informe de PwC. Curiosamente, la parte del negocio audiovisual que más factura (3.150 millones en 2019) es la producción de publicidad para Internet, seguida de la producción de publicidad para TV (2.049 millones), donde España supone el 5º mayor mercado europeo. La tercera mayor rama del negocio es la producción audiovisual para TV (2.396 millones facturados en 2019), seguida de la industria de los videojuegos y e-Sports (deportes a través de Internet), que facturaron 1.700 millones en 2019 y donde España es el 9º país que más factura, con un tremendo potencial (520 empresas y 14.250 empleos). Y están a la cola del negocio audiovisual  el cine (624 millones facturados en 2019, siendo el 6º país europeo en títulos producidos)  y las plataformas de vídeo OTT (vídeos a través de Internet), una parte del negocio audiovisual con mucho futuro (España es el 2º país que más vídeos consume, tras Reino Unido) pero que de momento sólo factura aquí 323 millones de euros.

El sector audiovisual español tiene un gran potencial, como en el resto de Europa y del mundo, pero de momento gira alrededor de unas pocas grandes empresas (que facturan más de 50 millones de euros anuales y tienen centenares de trabajadores), ligadas la mayoría a las grandes TV privadas (Tele5 y Antena 3) y muchas pequeñas productoras independientes, con un tamaño reducido (facturan menos de 15 millones anuales y tienen unos  20 trabajadores) ,con acceso muy limitado al mercado internacional y la financiación. Por eso, el sector lleva años pidiendo ayudas para reforzar su capacidad y poder competir en un mercado cada vez más internacionalizado, dominado por las multinacionales USA.

En marzo de 2021, el presidente Sánchez presentó el Plan “España Hub audiovisual de Europa, para intentar convertirnos en el centro de atracción de la industria audiovisual europea, aprovechando tres ventajas de partida: el enorme consumo audiovisual de los españoles, la gran profesionalidad de la industria audiovisual española (sin tamaño y con poca financiación, 3 de las 20 series más vistas en Netflix en 2018 fueron españolas: La Casa de Papel, Élite y Las chicas del cable) y nuestro idioma (el español lo hablan o entienden 600 millones de personas en el mundo), además de ser un país con una buena calidad de vida y que puede atraer al talento extranjero.

El PlanEspaña Hub audiovisual de Europa prevé invertir 1.603 millones de euros entre 2021 y 2025, con un objetivo muy concreto: aumentar un 30% la producción audiovisual española para 2025, empujando todos los ámbitos del negocio: cine, series, cortos, animación, publicidad, videojuegos y e-Sports. Para conseguirlo, el Plan establece tres prioridades: reducir los costes administrativos y regulatorios para atraer a España parte de la producción audiovisual extranjera, mejorar la competitividad de las productoras españolas y generar talento audiovisual, reduciendo la brecha de género.

El Plan, que promueve el Ministerio de Economía (no el de Cultura), con la vicepresidenta Calviño a la cabeza, consta de 15 medidas, vertebradas en 4 ejes de actuación. El primero, atraer inversiones, internacionalizando y digitalizando la industria audiovisual, para lo que se ha creado una oficina única para asistir y ayudar a los productores extranjeros  y también a las productoras españolas que quieran internacionalizarse. El segundo eje es mejorar los instrumentos financieros y fiscales a los productores que trabajen en España: facilitar financiación (con el ICO, CESCE, Cofides, Empresa Nacional de Innovación) y conceder incentivos fiscales a las producciones audiovisuales en España. El tercero, facilitar la disponibilidad de talento, con planes de formación de especialistas y apoyando el acceso a las mujeres (hoy escaso).Y el cuarto eje, aprobar la reducción de barreras administrativas y las reformas legales que faciliten la producción audiovisual en España.

Unos meses después, en junio de 2021, en el Plan de Recuperación enviado a Bruselas, el Gobierno incluyó el sector audiovisual como una de las prioridades económicas, destinando 200 millones de los Fondos europeos. Y en noviembre de 2021, aprobaron dos reformas legales para apoyar al sector. La primera, un Decreto aprobado el 2 de noviembre, que facilita la entrada en España de profesionales audiovisuales extranjeros, para que hagan co-producciones con las productoras españolas: se facilitan los visados de trabajo y residencia, no sólo a actores y directores sino a todos los profesionales de la industria. Y la 2ª medida, la aprobación el 30 de noviembre de la Ley de Comunicación Audiovisual.

Esta Ley General de Comunicación Audiovisual traspone, con más de un año de retraso (debía haberse aprobado antes del 19 de septiembre de 2020), la Directiva Audiovisual Europea de 2018, aprobada por Bruselas para impulsar la industria audiovisual europea frente a la “invasión” de contenidos anglosajones y de EEUU. El gran objetivo de la Ley, como de la Directiva, es promover la industria audiovisual europea, por dos vías. Una, reservando el 50% del tiempo de emisión de la TV tradicional (y el 30% de las TV bajo demanda) a obras audiovisuales europeas, de las que el 50%  (el 30% en las TV bajo demanda) deberán ser en lenguas nacionales (español y lenguas cooficiales). Y la otra, forzando a las grandes plataformas a destinar un 5% de sus ingresos en España (en Francia es un 20% y en Italia el 17%) a financiar obras audiovisuales europeas de productoras independientes (un 3,5% a obras audiovisuales en cualquier formato, al menos un 15% en lenguas co-oficiales, otro 1,5% a la financiación de cine de productores independientes).

Además, la nueva Ley de Comunicación Audiovisual incluye principios generales para la producción audiovisual que se haga en España (como en Europa): defensa de valores, pluralismo, veracidad, autorregulación, protección de menores y horarios de protección reforzada, incluyendo en estas obligaciones no sólo a las TV (en abierto o de pago) y plataformas ubicadas en España sino también a las plataformas de intercambio de vídeos (hasta ahora no reguladas). Y se flexibilizan los límites de publicidad en TV (abierta y de pago), de acuerdo con la Directiva UE: se pasa del límite actual (12 minutos por hora, un 20%) a un límite más flexible según los horarios (144 minutos de 6 a 18 horas y 72 minutos entre 18 y 24 horas, el mismo 20%). Otra novedad es que se amplía las empresas que van a financiar a RTVE, que seguirá sin anuncios: junto a la TV en abierto (que aporta el 3,8% de su facturación) y la TV de pago (que aporta el 1,5%), la financiarán también las plataformas de intercambio de vídeos (como YouTube, Twich, Instagram o Vimeo). A cambio, las empresas de telecomunicaciones (Movistar, Orange-Mas Móvil y  Vodafone) dejarán de financiar RTVE, como pedían (han aportado unos 1.500 millones de euros en los últimos doce años).

Esta Ley de Comunicación Audiovisual ha sido un motivo de controversia política desde su gestación. Ya en 2021, Esquerra puso como condición para aprobar los Presupuestos de 2022 que la Ley concretara que el 0,525% de la facturación de las plataformas de TV debía ir a financiar producciones audiovisuales en lenguas co-oficiales, asegurando así 15 millones anuales para producciones en catalán, vasco y gallego. Y después, en el debate de la Ley en el Congreso (26 mayo 2022) provocó que Unidas Podemos se abstuviera en su aprobación (junto con el PP), un precedente insólito en una Ley aprobada por el Gobierno de coalición, que salió adelante con los votos a favor de PSOE, PNV y los dos grupos canarios y el voto en contra de ERC, Compromis y Bildu.

La polémica de la Ley Audiovisual, aprobada ayer en el Senado, reside en la consideración de lo que es un “productor independiente. Según el texto finalmente aprobado, se considera “productora independiente” (y puede optar al 5% de la financiación de los ingresos generados por las grandes plataformas) a las productoras vinculadas a grandes cadenas de TV (de Mediaset o Atresmedia)  que también consigan proyectos de otras cadenas o de otras plataformas. Lo que pedían las productoras independientes (las “pequeñas”),  y los grupos que han votado en contra o se han abstenido,  es que esa financiación fuera solo para ellas y se dejara al margen a las productoras ligadas a los grandes grupos de TV. El Gobierno, y concretamente la vicepresidenta Calviño, ha preferido “ampliar el marco y que la mayoría de las productoras españolas opten a la financiación para impulsar el sector en su conjunto.

A pesar de la polémica, se espera que la Ley y sus fondos públicos (europeos y españoles) den un fuerte impulso a toda la industria audiovisual española, para que sea una fuente de inversión y empleo en los próximos años, aprovechando el “boom audiovisual” en el mundo. Todo indica que es un sector de futuro, donde España puede competir y atraer proyectos y talento, apoyándose en el tremendo potencial del español. Se trata de convertir España en el Hollywood de Europa, para producir aquí series, películas, publicidad, cortos, videojuegos o competiciones de e-Sports. Riqueza y empleo a golpe de imagen. ¡Acción¡

jueves, 26 de diciembre de 2019

Gastamos menos en Cultura


La recuperación económica iniciada en 2014 no se ha notado en el gasto en Cultura: en los dos últimos años, el gasto cultural ha bajado y todavía gastamos 100 euros menos por persona que en 2007. Y menos que la mayoría de Europa. El problema no es sólo que las familias hayan recortado su gasto en Cultura, sino que lo han hecho el Estado central y las autonomías (sobre todo) y los Ayuntamientos, que gastan hoy en Cultura 2.000 millones menos (-28,4%) que antes de la crisis. Y este menor gasto, privado y público, está afectando seriamente a las actividades culturales, con menos empleo y más precariedad que en 2008. Por eso, el sector pide al futuro Gobierno un Pacto de Estado para conseguir más dinero, menos IVA, desarrollar el Estatuto del Artista, luchar contra la piratería, una Ley de Mecenazgo y campañas para promover la Cultura dentro y fuera de España. Por un país más culto, que es siempre un país más próspero y más libre. Más Cultura

enrique ortega

La crisis de 2008 trajo consigo un recorte del gasto en todo y especialmente en cultura, un bien “prescindible”: si las familias españolas gastaban en Cultura 1.020 euros de media en 2007, pasaron a gastar 673 euros en 2013. Luego, en 2014, con la recuperación económica, se reanimó también el gasto cultural, más lentamente, en 2015 (717 euros) y 2016 (764 euros). Pero en los dos últimos años, el gasto en Cultura de las familias ha vuelto a caer: a 718,3 euros en 2017 y a 682,5 euros en 2018, según el Anuario de Estadísticas Culturales 2019, recientemente publicado por el Ministerio de Cultura. Eso supone que las familias españolas gastaron en Cultura un total de 12.714 millones de euros en 2018, un 2,3% de todo su gasto, el porcentaje más bajo desde 2007, cuando gastaban el 3,2% de sus ingresos.


Si miramos el gasto por persona en Cultura, también ha caído en los dos últimos años y estaba en 274,60 euros en 2018, algo mejor que al inicio de la recuperación (260 euros se gastaban en 2014) pero muy por debajo  (un 28,4% menos) del gasto cultural que hacía cada español en 2007: 375 euros (100 euros más que ahora), según las estadísticas de Cultura. Los que más gastan en Cultura son los jóvenes (389 euros de gasto entre 16 y 29 años), los solteros (384 euros), los que trabajan (309 euros los ocupados, 189 los parados y 214 euros los jubilados), los que tienen más estudios (195 euros gastan los que tienen la ESO o menos y 378 los universitarios), los que tienen más ingresos (382 euros gastan los que ganan más de 3.000 euros y sólo 168 los que ganan menos de 1000 euros) y los que viven en la España más poblada (300 euros gastan los que viven en ciudades de más de 100.000 habitantes y 240 los que viven en pueblos de menos de 10.000, con un mayor gasto en Navarra y Madrid y uno menor en Extremadura, Canarias y Galicia), según la detallada estadística del gasto cultural que incluye el Anuario de Estadísticas Culturales 2019.


El gasto en Cultura que hacen los españoles se reparte fundamentalmente entre el gasto en libros (14,7% del gasto total), el gasto que más cae, espectáculos (12,8%), soportes, equipos y accesorios audiovisuales (24,4%) y telefonía móvil y servicios relacionados con Internet (35,84%), un gasto que para muchos no se debería incluir dentro del concepto de “gasto cultural”, con lo que el gasto real en Cultura seria un tercio menor.

El gasto de las familias supone  un 71% del gasto total en Cultura. El otro 29% lo aporta el gasto público en Cultura, que “tira” del sector y lo dinamiza. El problema es que no ha hecho de contrapeso, sino que también ha caído durante la crisis (por los recortes)  y apenas ha mejorado con la recuperación. Así, si en 2008 se dedicaron al gasto público en Cultura 7.111 millones de euros, en 2011 ya había caído a 5.837 millones y en 2015, tras los duros recortes de Rajoy y sus dirigentes autonómicos y locales, había caído  a 4.877 millones, según los datos oficiales de Cultura. Y en 2017, último dato publicado, el gasto público en Cultura sólo ha subido a 5.092 millones de euros, que son 2.019 millones menos que en 2008 (-28,4%). El mayor recorte en el gasto cultural lo han hecho las autonomías (de 2.129 millones en 2008 a 1.144 millones en 2017, un -46,2%), seguidas del Estado central (de 1.075 a 678 millones, un -36,9%) y los Ayuntamientos (de 3.907 millones a 3.270, un -16,30%), que soportan casi dos tercios del gasto público total en Cultura en España. 


Estos datos indican que se han perdido más de 1 de cada 4 euros públicos que se gastaban en Cultura en 2008. Estos recortes han hecho mucho daño a las actividades culturales y a los artistas y creadores, más en unas regiones y ciudades que en otras, porque el recorte ha sido desigual. El resultado es que el gasto autonómico por habitante en Cultura es muy dispar: alto en Navarra (63,4 euros/habitante), País Vasco (52,2 euros), Extremadura (32,5) y Cantabria (30,2) y bajo en Canarias (10 euros/habitante), Castilla la Mancha (13,8 euros), Madrid (14,4 euros) y Aragón (14,6 euros), según los datos de Cultura.


La “tercera pata” del gasto cultural, junto al de las familias y las Administraciones públicas, la ponen las empresas, los bancos y las aportaciones particulares, que también recortaron mucho su mecenazgo cultural con la crisis y que no lo han recuperado tampoco. En especial, se echa de menos el importante patrocinio cultural de las Cajas de Ahorros, dado que han desaparecido o han sido absorbidas la mayoría de las 48 Cajas existentes en 2008.


Al final, entre tanto recorte y el menor gasto de las familias, la industria cultural se ha resentido. En 2017, según los últimos datos publicados, facturó por valor de 27.728 millones de euros, lo que aporta un 2,4% al crecimiento español (PIB). Una aportación mucho menor a la de antes de la crisis (aportaba el 3,1% del PIB en 2005 y el 2,8% en 2007) y que es similar a la del inicio de la recuperación (2,4% del PIB), sin mejorarla. Eso sí, hoy hay más “empresas culturales” (122.673) que en 2009 (112.643), pero son mucho más débiles y “precarias”: el 64,7% son empresas sin asalariados (autónomos), el 28,7% son microempresas (de 1 a 5 trabajadores), el 6% tienen de 6 a 49 trabajadores y sólo un 0,6% de todas las empresas culturales (736 empresas) tienen más de 50 trabajadores. Y además, las dos terceras partes de las empresas culturales están concentradas en Madrid (22%), Cataluña (20%), Andalucía (13,2%) y Comunidad Valenciana (9,6%), según Cultura.


El empleo cultural ha mejorado en los últimos años, pero todavía no ha recuperado la ocupación que había antes de la crisis: hay 690.300 personas trabajando en actividades culturales (el 3,6% del empleo total), todavía menos que los 706.300 empleados en la Cultura en 2008. Y se trata de un empleo precario, con menos asalariados (69,9% frente al 84% en toda la economía) y más autoempleo (30,1%), con más hombres (60,9%) que mujeres, más jóvenes y más universitarios (69,3%), pero con bajos sueldos y cotizaciones, que se traducirán en su día en menos paro y pensiones más bajas.


España está por detrás de Europa también en gasto cultural, sobre todo el que hacen las familias. La última estadística europea (Eurostat 2017) hace referencia no al gasto cultural sino al gasto en “entretenimiento y cultura: 1.100 euros por persona en España, frente a 1.200 euros en Italia, 1.400 euros de media en la UE-28 y Francia, 1.800 euros en Alemania, 2.200 en Reino Unido, 2.300 en Suecia y 3.700 euros en Islandia. Y a nivel de los hogares, un gasto en cultura “y entretenimiento” del 7,4% del gasto total de las familias, frente al 8,5% de media que gastan los hogares europeos.


En cuanto al gasto público en la Cultura, el esfuerzo español fue mucho mayor (sobre todo en la época dorada del ladrillo, traducida en conciertos, salas de exposiciones y centros culturales) y ahora está en la media europea, donde tienen más peso el gasto privado y el mecenazgo empresarial y financiero a la Cultura. Al final, España gasta el 1,1% del PIB en “ocio, cultura y culto” (ojo, aquí se incluyen las ayudas a la Iglesia), lo mismo que la media UE (1,1% del PIB) pero menos que Francia (gasta el 1,4% del PIB) y los paises nórdicos (1,5% del PIB gasta  Finlandia y un 1,7% Dinamarca), aunque más que Reino Unido(0,6% PIB), Italia (0,8% del PIB) y Alemania (gasta 1% del PIB), según la última estadística de Eurostat (2017).


Centrándonos otra vez en España, el Ministerio de Cultura acaba de publicar los resultados de una amplia Encuesta sobre “los hábitos culturales de los españoles” (2018). La práctica cultural más extendida en el último año fue escuchar música (87,2% de los encuestados), seguida de leer (65,8%), ir al cine (57,8%), visitar monumentos (50,8%), ir a museos o galerías (46,7%), asistir a espectáculos el 46,8% (conciertos modernos el 30,1%, clásicos el 9,4% y teatro el 24,5% de los encuestados) y un 26,8% acudir a bibliotecas.


Respecto a los libros, la facturación editorial ha crecido un 2% en 2019 (2.350 millones de ventas esperadas), por 6º año consecutivo de mejoría, gracias a que España es una potencia editorial en el mundo, aunque no seamos una potencia lectora por desgracia. El sector editorial sufre directamente dos problemas ajenos: uno, la piratería (en 2019 se han descargado 425 millones de libros ilegales, lo que supone dejar de ingresar 215 millones) y el otro, la crisis de las librerías, por culpa de las ventas online (Amazon) y la piratería. 


En cuanto al cine, cayó (por segundo año consecutivo) la cifra de espectadores en 2018 (98,9 millones, un 0,9% menos que en 2017, frente a 108 millones en 2008) y también la recaudación (587,5 millones de euros, un 0,90% menos), con un claro dominio de las películas extranjeras (1.483 y 482,7 millones recaudados) sobre las españolas (464 y 103 millones de euros). Los museos (un 73,5% públicos) han sido un éxito en 2018, con 65,4 millones de visitantes (5 millones más que en 2017). Y choca también que el 26,8% de los encuestados hayan visitado físicamente o por Internet las 6.636 bibliotecas (60,8% públicas). Eso sí, sólo un 9,5% de los encuestados asistieron a festejos taurinos, 1.521 celebrados en 2018 (sólo 369 fueron “corridas de toros”), menos de la mitad de los que se celebraban en 2007 (3.800). 


Salvo escuchar música, las actividades culturales de los españoles son muy “modestas” y las hacen menos de la mitad de los encuestados. Quizás porque la Cultura ha quedado relegada por el “enganche” a Internet y a la televisión. En 2019, 32.316.000 españoles conectaron con Internet, el 80% de la población (en 2007 eran 9,94 millones, el 26,2%), según la tercera oleada del EGM. Y se conectaron a Internet para comunicarse más que para consumir Cultura: un 97,1% para usar WhatsApp, el 71,8% por el correo electrónico, el 68,1% para conectarse a las redes sociales, un 65,4% a distintas APPs, un 61,9% para leer noticias, un 39,3% para utilizar la banca online, un 39,2% para escuchar música online, un 39% para ver vídeos y un 24,2% para comprar bienes y servicios… Más entretenimiento que “Cultura”


Y el otro gran entretenimiento es ver la TV, en abierto y cada vez más series y películas en canales de pago (6,8 millones de abonados en marzo 2019) que ofrecen las telecos o multinacionales especializadas (Netflix, HBO, Amazon Prime, Apple TV, Disney+). En noviembre de 2019, hubo 31,9 millones de españoles (el 70,7% de la población) que se conectaron diariamente a la televisión, con 236 minutos de media (3 horas y 56 minutos), según la última estadística de Barlovento Comunicación. Eso sitúa a España como el 4º país más “teleadicto” de Europa, tras Polonia (264 minutos), Rusia e Italia (248).


Volviendo a la Cultura, Cultura, el sector está algo más optimista que hace un par de años, a pesar de la caída del gasto privado y público, pero da un suspenso a su actividad (4,7 puntos en 2018, frente a 4,4 en 2017 y 5,1 en 2011), según la última Encuesta hecha a los agentes culturales por la Fundación Alternativas en 2018: baja la nota que dan al sector del libro y las bibliotecas(4,3), sube algo la valoración al sector audiovisual (4,7 puntos) y sólo aprueban el diseño y la creación publicitaria (5,3 puntos). Como puntos fuertes destacan el potencial digital de la cultura (más oferta y más barata) y como puntos débiles, la poca eficacia y medios de las políticas culturales públicas, la remuneración de los creadores y la lamentable proyección exterior de la cultura (critican el concepto “empresarial” de la Marca España).


El Informe 2019 sobre “el Estado de la Cultura”, también de la Fundación Alternativas, señala que los sectores más valorados por los gestores culturales son (por este orden) la gastronomía, la moda, la literatura, el diseño, la fotografía y la arquitectura (casi todas al margen del concepto “tradicional” de Cultura). Y bajan del puesto 6º las actividades culturales más “puras”: el teatro, las artes plásticas, la música clásica y contemporánea, el cine, la danza y los museos (por este orden descendente). Y frente a la posible explicación de que la decadencia de la Cultura más “clásica” se debe al auge de la Cultura digital, los gestores culturales lo niegan. Y se apoyan en que la facturación de contenidos digitales fue de 9.834 millones de euros en 2017, menos que en 2011 (10.172 millones), según la ONTSI.


Cara al futuro, el mundo de la Cultura pide al futuro Gobierno que promueva un Pacto de Estado por la Cultura, al margen de las ideologías, asentado en distintas medidas. La primera, recuperar el gasto público en Cultura de antes de la crisis, lo que supondría gastar 2.000 millones más al final de la Legislatura, sobre todo el Estado central y las autonomías. La segunda, desarrollar los temas laborales, fiscales y normativos del Estatuto del creador y del artista (aprobado por unanimidad en el Congreso en septiembre de 2018), para lo que existe una Comisión integrada por 12 Ministerios, implantar el IVA del 4% a los libros y periódicos  digitales (iba en el frustrado Presupuesto para 2019) y aplicar uno general del 10% a toda la producción artística y cultural, luchar más eficazmente contra la piratería, aprobar de una vez la Ley de Mecenazgo (prometida por el PP en 2013), apoyar financieramente a RTVE (eslabón clave en la promoción cultural) y realizar campañas de apoyo a la Cultura (lectura, cine, artes escénicas…), favoreciendo un acceso menos desigual. En definitiva, apostar por la Cultura para mejorar el país y nuestra vida. Más Cultura.

jueves, 22 de febrero de 2018

Poco gasto cultural, por educación y renta


La recuperación tampoco llega a la Cultura: el consumo cultural de las familias ha caído un tercio desde 2007, si contamos la inflación. Y el Estado, autonomías y ayuntamientos se gastan en cultura un 33% menos que antes de la crisis. El resultado es desolador: el 40% de españoles no leen nunca, el 60% no pisa un museo, el 77% no va al teatro, el 75% no asiste a un concierto y el 46% no va al cine. Eso sí, estamos enganchados al móvil y a Internet y somos los europeos que vemos más TV, tras Italia: 4 horas diarias. Los que no consumen cultura dicen que no es porque sea cara, sino porque “no tienen interés”. La clave es la educación más que la renta: los que más consumen cultura son los españoles con más estudios. Por eso, los expertos insisten en promover la cultura desde el colegio y gastar más desde la Administración. Porque un país más culto es también un país más próspero


enrique ortega

La crisis hizo caer drásticamente el consumo de los hogares españoles, al desplomarse sus ingresos, que ahora, con la recuperación, todavía son menores que antes de la crisis: 28.200 euros por familia en 2016, aún por debajo de los 32.000 euros de 2007, según el INE. Una caída del 11,8% en el gasto, que no se ha repartido por igual, sino que ha habido partidas donde las familias han restringido más su gasto. Entre ellas, el gasto en cultura: si el récord se dio en 2007, con 374 euros por español, bajó hasta un mínimo de 260,10 euros en 2014, se mantuvo en 2015 y subió hasta 306,70 euros de gasto cultural en 2016 (último año con datos oficiales), una caída del 18,12%, que sitúa el gasto en cultura de los españoles al nivel de 2011. Y si tenemos en cuenta la inflación de estos años (+14,5% entre 2007 y 2016), resulta que el gasto real de los españoles en cultura ha caído casi un 33% en estos diez años.

Pero además, este es un dato “engañoso”. Porque el INE, en la Encuesta de Presupuestos Familiares, incluye en consumo cultural gastos que poco tienen que ver con la cultura. Así, en 2016, casi la mitad de ese “gasto cultural” (el 48%) es gasto en equipos audiovisuales, ordenadores y tabletas, móviles y cuotas de teléfono e Internet, en total 147,18 euros anuales por persona. Otro 22,2% son libros y publicaciones, pero aquí se incluye el gasto en libros de texto, periódicos y revistas, con lo que el gasto en libros no de texto es de 24,30 euros al año por español. Y entrando en lo que se puede considerar “cultura cultura”, quedan dos partidas de gasto: 38,10 euros al año por persona en cine, teatro y otros espectáculos culturales y 3,82 euros anuales en museos, bibliotecas, parques y similares.

En total, 42 euros al año por persona en gastos claramente culturales. El doble de lo que nos gastamos en comprar agua mineral (23,5 euros) o cerveza (27,62 euros), la tercera parte del gasto en fumar (124 euros), menos que lo que gastamos en juegos de azar (60.67 euros) y la séptima parte de lo que gastamos en comer o cenar en restaurantes (281,80 euros anuales), según la Encuesta de Presupuestos Familias del INE (2016). Penoso.

Con este gasto cultural tan bajo, no deberían extrañarnos los datos de hábitos culturales de los españoles, publicados por el INE y el Ministerio de Educación y Cultura que, año tras año, revelan que “pasamos” de la cultura. Vean si no: en el último año (2015, últimos datos oficiales), sólo un 39,4% de españoles fueron a un museo, un 42,8% visitaron un monumento, un 25,6% fueron a una biblioteca, un 62% leyeron, un 23,2% fueron al teatro, un 2,6% a la ópera, un 7% al ballet, un 8,6% a conciertos de música clásica, un 24,5% a un concierto de música actual y un 54% al cine… En todos los casos, curiosamente, acuden más a actos culturales los jóvenes y personas de mediana edad, más las mujeres que los hombres. Y en todas los actividades culturales, la asistencia es mayor en las autonomías más ricas (Madrid, Navarra y País Vasco, más la excepción de Asturias) y entre los que tienen un mayor nivel de estudios. Y consumen también más cultura los que trabajan que los parados y jubilados, sobre todo los que ganan más de 2.000 euros y viven en grandes ciudades.

Un inciso sobre la lectura, al hilo del recientemente publicado Barómetro de la lectura 2017. Ahí se indica que un 65,8% de españoles han leído un libro en el último trimestre, pero hay que restar un 6% que sólo leen por trabajo, con lo que queda un 59,8% de españoles “lectores (que han leído un libro en los últimos 3 meses). O sea que, un 40% de españoles no lee, frente a un 30% de no lectores en Europa. Si contamos los que han leído un libro la última semana, bajamos al 47,7% de los españoles. Y lo peor: han bajado los que leen diariamente o casi todos los días: si en 2012 eran el 31,2%, ahora son el 29,9%. Y aunque globalmente hay más lectores, se compran menos libros (de 10,9 a 9,4 de media). Y ha caído también el préstamo de libros en las bibliotecas, que sólo pisan el 25,6% de españoles. Otra vez, los más lectores son los jóvenes menores de 25 años y las mujeres. Y algo muy llamativo: cuando se pregunta por qué no leen, los españoles contestan que por falta de tiempo (47,7%) y porque “no le gusta/no le interesa leer” (35,1%) o prefiere hacer otras cosas (18,7%). Sólo un 0,7% de los encuestados dice que no lee “porque los libros son caros”.

Los españoles no van a museos, a bibliotecas, a conciertos, al teatro o al cine, pero pasan muchas horas diarias enganchados al móvil y a Internet. Y ahí, acceden a otro tipo de “cultura online”, aunque la mayor parte del tiempo están subiendo fotos (71,6%), viendo aplicaciones (67,23%), leyendo prensa digital (66,2%) más que viendo contenidos audiovisuales(películas, series, vídeos y música, el 59,5%), libros electrónicos (23,5% internautas), videojuegos (23,3%), cursos de formación (20,3%) o generando contenidos (19,8%), según la última encuesta 2017 del Observatorio de las telecomunicaciones y la Sociedad de la Información (ONTSI). Eso sí, la mayoría de estos contenidos no los pagan: el 80% de las películas que ven, el 89% de la música, el 89,4 % de los libros electrónicos, el 91% de los videojuegos y el 92,4% de la formación. Cada día hay más piratería.

Y además de al móvil y a Internet, los españoles están enganchados a la televisión: 240 minutos de media (4 horas diarias), según  el balance 2017 de Barlovento TV, lo que nos convierte en el segundo país europeo que más ve la tele, tras Italia (4 horas y 45 minutos), según el informe IHD Markit 2016. Es la tercera actividad a la que dedicamos más tiempo al año (2 meses), sólo por detrás de dormir y trabajar o estudiar. Y lo más llamativo es que el 73,4% de españoles mayores de 4 años ve la TV cada día: eso son 32,7 millones de españoles de audiencia media diaria.

La mezcla de menos consumo cultural y más piratería ha hundido a las empresas culturales, una industria que facturó 27.030 millones en 2015 (el 2,5% del PIB), 4.223 millones menos que en 2008, según las cuentas de Cultura. Por el camino han aumentado las empresas (hay 114.099, 2.500 más que en 2008) pero se han perdido 46.500 empleos (había 544.700 empleos en la industria cultural española en 2016, un 3% del empleo total).

Las Administraciones públicas no han ayudado a la cultura en estos años de crisis, sino que han hecho recortes muy drásticos que han agravado la situación. Así, si en 2008, el gasto público en Cultura era de 7.111 millones de euros, cayó a 5.779,2 millones en 2011 y a 4.770,6 millones en 2015, último año con datos oficiales. Eso supone una caída del gasto público en Cultura del -33%, la mayor  por detrás de Grecia (-40%) en Europa, donde el gasto cultural cayó de media un 2% durante la crisis, aunque subió en Francia y Alemania. Con los últimos datos disponibles (2014), España es uno de los países con menos gasto público en cultura: 91,74 euros por habitante frente a 113,54 euros en la UE-28 o los 123,74 euros en la zona euro. Y muy alejados del gasto público en Cultura de la Europa del norte (256 euros/habitante en Dinamarca, 200 euros en Suecia o 162 euros en Finlandia). Y en 2015, este gasto público cultural suponía el 0,4% del PIB en España, más que Reino Unido (0,3%), igual que en Alemania o Italia y menos que en Francia (0,7%) o Suecia (0,5% del PIB).

El menor recorte en Cultura lo han hecho los Ayuntamientos, aunque al ingresar menos por el “ladrillo” también gastan ahora menos en actos culturales: de gastar 3.907 millones en 2008 han pasado a gastar 2.654 millones en 2015 (-32%), según los datos del Ministerio de Cultura. Pero esta cifra es engañosa: la mayor partida de “gasto cultural” de los Ayuntamientos (611,5 millones en 2015) es para “fiestas populares y festejos”. O sea que destinan a encierros y verbenas más del doble de lo que gastan en bibliotecas (307,3 millones) y museos (372 millones)… El mayor recorte en Cultura (-49%) lo han hecho las autonomías (de 2.129 millones en 2008 a 1.080,93 en 2015), donde las que más gastan son Navarra (51,5 euros por habitante), País Vasco (49,6) y Extremadura (43 euros) y las que menos Canarias (7,3 euros por habitante), Aragón (12,5) y Madrid (12,8). Y el Estado central ha pasado de gastar 1.075 millones (2008) en Cultura a 672 millones en 2015 (-37,4%).

Bueno, el panorama parece claro: somos un país poco interesado en la Cultura y las autoridades ayudan cada año menos. Algunos piden bajar el IVA y el coste de la cultura, pero no parece que esté ahí el problema. Cuando se pregunta a los españoles, en la Encuesta de hábitos culturales 2016, por qué no van al teatro, a los conciertos, a las bibliotecas, a los museos o al cine, la respuesta mayoritaria es que “no tienen interés”. Y la segunda, la falta de tiempo. Sólo en el cine, la respuesta más utilizada (28,9% de los encuestados) es “porque es muy caro”. Son unas respuestas muy evidentes.

Ahondando en esta razón primordial, la “falta de interés”, un reciente estudio del Observatorio de la Caixa revela que la clave para el consumo cultural no es el precio sino la educación. Profundizando en los datos del INE, el estudio revela que, para cualquier nivel de renta, son los individuos con más nivel de estudios los que asisten con más frecuencia a actividades culturales. Así, en los museos o bibliotecas, los que tienen sólo formación primaria acuden un 13,2%, los que tienen secundaria un 31,9% y los universitarios un 59,7%. Lo mismo en la asistencia a espectáculos, desde conciertos al teatro: 12,18%, 31,18% y 55,76% entre los universitarios. E incluso entre los que van al cine: acuden un 12,5% de los que tienen sólo educación primaria y el 68,41% de universitarios. En definitiva, señala el estudio, la renta cuenta para consumir más o menos cultura, pero cuenta mucho más el nivel educativo que tengan las personas. Es el factor más relevante para gastar en Cultura.

Estas conclusiones son decisivas para plantearse cómo aumentar la Cultura de los españoles: la clave es mejorar su formación. Promover el interés por la cultura desde la infancia, en el Colegio, el Instituto y la Universidad, con ayuda de las familias y educadores. Hacen falta planes para fomentar la lectura, el teatro, la música, la danza y el cine en la enseñanza, con ayuda de los medios públicos de comunicación (no hay programas de teatro ni de libros en TVE ni en las cadenas públicas autonómicas). Y en paralelo, aumentar los recursos públicos para fomentar la Cultura, sobre todo en los barrios y pueblos, trasvasando el dinero de festejos populares a "cultura de verdad" (algo a lo que no se atreven los alcaldes).

Otra vía de promoción de la Cultura es recabar apoyo de las empresas, con una Ley de Mecenazgo (prometida para 2013 y que ahora el Gobierno anuncia para antes de 2020) que facilite fiscalmente las inversiones culturales de empresas y particulares (como hace muy bien Francia). Y luchar más eficazmente contra la piratería (que afecta al 87% de los contenidos), mientras se aprueba un Estatuto del artista y creador, para estabilizar su trabajo (el 30% no tienen un sueldo fijo y sus ingresos son muy precarios). Y una mayor coordinación cultural entre el Estado, las autonomías y ayuntamientos, porque cada uno “va a su aire”.

También se puede pensar en bajar el IVA a la Cultura (que Rajoy subió en 2012 del 8% al 21%), porque es más alto en España que en la mayoría de Europa (5,5% en Francia, 7% en Alemania, 9% en Irlanda, Grecia y Finlandia, 12% en Italia, 13% en Portugal o 20% en Reino Unido). Pero ojo: recordemos que el precio no es la razón de que haya poco consumo cultural (salvo en el cine) y que bajar el IVA a todos beneficia más a los que más ganan, que son los que suelen tener más formación y más cultura consumen. Quizás sería mejor dedicar lo que íbamos a gastar en bajar el IVA cultural a fomentar la cultura en la educación. Y sobre todo, a fomentar la cultura online, con mejores contenidos, entre las generaciones jóvenes

Algo habrá que hacer, porque la caída del gasto en Cultura es un mal indicativo para todo y también para la economía: un país culto es un país más eficiente y con mejor nivel de vida. Debería intentarse un gran Pacto por la Cultura, entre el Estado, autonomías, Ayuntamientos, empresas, centros de enseñanza, telecos y empresas de Internet, políticos y familias, con más recursos públicos y con un Plan de acción a medio plazo. La Cultura es clave para mejorar nuestra vida.

jueves, 29 de diciembre de 2016

La Cultura no se recupera


Estos días de Navidad hay más tiempo para el ocio, pero los españoles tienen bastante descuidada la Cultura: el 36% no lee nunca, el 67% no va a un museo, el 77% no va al teatro, el 75% no asiste a un concierto y el 46% no va  al cine. Sólo gastamos en cultura 71 céntimos al día, un 30% menos que antes de la crisis. Y el Estado, las autonomías y Ayuntamientos también gastan hoy en Cultura un 31,4 % menos que en 2008, cuando España era el país europeo que más había aumentado su gasto cultural, de la mano del ladrillo. Esto ha hecho que se pierdan empleos y facturación en la industria cultural, que pide medidas urgentes para despegar, desde la bajada del IVA a una Ley de Mecenazgo y luchar contra la piratería. También urge un Pacto político para invertir más, porque un país más culto es un país más próspero, como demuestra el norte de Europa. Apostemos por la Cultura.
 
enrique ortega

La “burbuja del ladrillo” y sus enormes ingresos para Ayuntamientos y autonomías alimentó también una enorme “burbuja cultural” en España, a finales de los 90 y primera década del siglo XXI: no había ciudad importante que no financiara exposiciones, conciertos, bibliotecas y teatros, aunque también con abusos ligados al ladrillo (auditorios, museos y grandes monstruos pseudoculturales proliferaron como hongos por toda España). De hecho, entre el año 2.000 y 2010, España fue el país europeo donde más creció el gasto cultural, nada menos que un 91%, rozando los 7.000 millones de gasto en 2010 (casi 4.000 de los Ayuntamientos).

Pero en esto llegó la crisis y el gasto en Cultura fue el primero que sufrió la tijera de los recortes, desde el Estado central al más pequeño Ayuntamiento. Y así, si en 2008 se dedicaron al gasto público en Cultura 7.111 millones (3.907 de los Ayuntamientos, 2.129 de las autonomías y 1.075 millones del estado central), en 2011 el gasto cultural público ya había caído a 5.837 millones (-17,9%) y en 2015, tras los duros recortes de Rajoy y sus dirigentes autonómicos y locales, el gasto público cultural había caído ya a 4.877 millones (672 millones del Estado central, 1.050 de las autonomías y 3.155 millones de los Ayuntamientos), según datos oficiales del Anuario de Estadísticas Culturales 2016. Eso significa que la Cultura ha perdido con la crisis 2.234 millones de dinero público, un 31,4%, la mayor caída entre todos los países europeos, cuyo presupuesto cultural sólo cayó un 3,5% (UE-28).

En paralelo, las empresas y los particulares también han recortado drásticamente su gasto en Cultura con la crisis. Primero, las grandes empresas españolas y los bancos, que apoyaban muchos eventos culturales como parte de su política de imagen y promoción pública. Pero sobre todo, el recorte se ha notado con la crisis de las Cajas de Ahorro, cuya Obra Social ha pasado a ser testimonial, tras haber desaparecido o ser absorbidas la mayoría de las 45 Cajas de Ahorro existentes en 2008. Y también ha caído drásticamente el gasto cultural de las familias españolas: si en 2008 gastaban en Cultura 16.963 millones (el 3,1% de su presupuesto), en 2015 han gastado 11.969 millones, 5.000 millones menos, un 19,4% menos, según datos oficiales. Y el gasto medio por español en Cultura ha pasado de 372 euros al año en 2008 a 260 euros en 2015 (71 céntimos diarios), un 30% menos.

Con este drástico recorte del gasto en Cultura de los organismos públicos, empresas y bancos más las familias, la industria cultural se desplomó con la crisis: si en 2008 aportaba a la economía 31.253 millones de euros (el 2,8% del PIB), en 2015 ha aportado 27.030 millones (el 2,5% del PIB), 4.223 millones menos. Y eso se ha traducido en una pérdida de 56.828 empleos desde 2008 en el sector cultural, donde trabajan ahora 515.000 personas (el 2,9% de los ocupados en España), en 112.037 empresas (el 3,5% de todas las empresas españolas), según el reciente Anuario de estadísticas Culturales 2016.

Si antes de la crisis los españoles no destacábamos por nuestros “hábitos culturales”, ahora menos. Los datos que acaba de publicar el Ministerio de Educación y Cultura, en el Anuario de Estadísticas Culturales 2016, son impactantes: el 37,8% de los españoles no ha leído un libro en el último año, el 67% no ha ido a un museo, el 74,4% no ha pisado una biblioteca (ni “virtualmente”), el 76,8% no ha ido al teatro, el 93% no ha ido al ballet, el 91,4% no ha ido a un concierto de música clásica, el 75,5% no ha ido a un concierto de música actual y el 46% no ha ido al cine. En realidad, lo único que hacen masivamente los españoles es escuchar música: lo hizo el 87,2% de la población en 2015. Le sigue la lectura (62,2% de los españoles), aunque el último Barómetro del CIS (septiembre 2016) es demoledor: un 36,1% de los españoles reconoce que no lee nunca o casi nunca y casi la mitad dicen  que no leen “porque no les interesa”… Y la mitad de los que leen no pasan de 4 libros al año (en Finlandia, a la cabeza del informe PISA de educación, la media son 147 libros leídos por persona al año). La tercera actividad cultural favorita de los españoles es ir al cine (54% de la población), que ha recuperado en 2014 y 2015 espectadores (96,1 millones)  y recaudación (575,2 millones de euros), aunque todavía está un 10,8% lejos de la asistencia y recaudación de 2008.

Mientras los españoles no apuestan por las actividades culturales tradicionales, se vuelcan en el “ocio online”, enganchados como estamos a Internet: 31.204.000 españoles mayores de 14 años se conectaron a Internet este pasado noviembre (un 78,6% de la población de esa edad), según el último Estudio general de medios (EGM). La mayoría de los internautas se conectan a la Red para comunicarse con otros, vía WhatsApp (94,5%) o correo electrónico (72,6%), o para informarse de lo que pasa (54,2%) y a la hora de optar por contenidos “culturales”, la mayoría se queda en oír música por Internet (28,7%) o visionar películas y series (22,7%), según el último EGM de octubre-noviembre 2016.

Los internautas, además, se han acostumbrado al ocio y a la cultura gratis por Internet, según el estudio “Navegantes en la Red 2015, elaborado por AIMC a partir de una exhaustiva encuesta a 17.928 internautas. Así, apuestan por el “gratis total” al leer noticias (87,6% de internautas, sólo el 9,9% paga), jugar online (76,2% gratis, sólo 11,3% pagan), descargarse música (87,9% gratis, sólo 5,7% de pago), películas (89,5% gratis, 3,1% de pago) o libros electrónicos (72,1 % gratis, 13,7% de pago). Un dato revelador es que el 60% de los accesos a Webs de música, películas, videojuegos, series, libros y fútbol fueron ilegales, “piratas”, en 2015, según datos del Observatorio de la Piratería, que cifra el valor de lo pirateado en 23.265 millones de euros anuales. Eso sí, está creciendo la TV de pago, por el fútbol y las series, que ya abonan el 45% de internautas.

Pero la gran apuesta de ocio de los españoles es la televisión: este año 2016 veremos una media de 229 minutos DIARIOS de televisión (3 horas y 49 minutos), según la consultora Barlovento. Aunque son 17 minutos menos que en el año récord de 2012 (la audiencia lleva 4 años seguidos cayendo, unos 5 minutos al año), España sigue siendo el 2º país de Europa que ve más horas de televisión, tras Italia (4 horas y 40 minutos), por delante de Francia (3 horas y 44 minutos) y Reino Unido (3 horas y 7 minutos), según el informe IHS Markit 2015. Con todo, lo más llamativo es que el 73,4% de los españoles mayores de 4 años ve la televisión cada día y eso son 32.677.000 españoles de audiencia media diaria. Y si sumamos todo el tiempo que pasamos al año delante de la tele, resulta que son 59 días, casi 2 meses al año, la 3ª actividad a la que dedicamos más tiempo tras dormir, trabajar o estudiar…

Somos “teleadictos” e internautas enganchados al ocio gratuito, pero no apostamos por la Cultura, salvo la que sea gratuita o “espectáculo” (conciertos y grandes exposiciones). Cara al futuro, los expertos creen que el ocio y la cultura serán cada vez “más digitales” y su motor serán los jóvenes (menores de 35 años), según el informe “Global Entertainment and Media Outlook 2016-2020”, elaborado por la consultora PwC. Las industrias culturales, desde el cine o la música al libro, tendrán que apostar por modelos de negocio “híbridos”, digitales y físicos, con auge de los servicios de “streaming” (visualización sin descarga) y suscripción digital (pago por servicios a la carta, desde música a series). Y de aquí a 2020, el informe augura los mayores crecimientos a la industria de la televisión de pago (+4,9%), la radio (+3,7%), los videojuegos (+3,2%), las películas de entretenimiento (+2%) y la música (+1,8%), mientras caerá la facturación de la prensa (-2,1%) y el mundo editorial (-0,3%).

¿Qué se puede hacer para reanimar la Cultura en España? Lo primero, gastar más desde las instituciones públicas, desde el Estado a las autonomías y Ayuntamientos. Porque también aquí, España gasta menos en Cultura que la mayoría de Europa: 91,74 euros por habitante (2014), frente a 113,54 euros en la UE-28 y 123,74 euros por habitante en la UE-15, según el estudio “El estado de la Cultura en 2016”, de la Fundación Alternativas. España sólo gasta más en Cultura que otros paises de la Europa del sur, como Italia (74,15 euros por habitante), Portugal (39,28 euros) y Grecia (16,67 euros por habitante), pero está muy alejada del gasto en Cultura de la Europa del norte, desde Dinamarca (gasta 256 euros por habitante) a Suecia (200 euros) o Finlandia (162 euros), los paises con mejor educación (Informe PISA) y mayor nivel de prosperidad e igualdad en Europa. No debe ser casualidad.

El sector cultural ha hecho de la bajada del IVA su principal reivindicación: la Cultura paga en España el 21 % desde que el Gobierno Rajoy (septiembre de 2012) subió el IVA anterior del 8%, salvo para la prensa y los libros en papel (en 2017, también los libros digitales y la prensa online pagarán el IVA reducido del 4%). Y eso contrasta con otros paises europeos, donde el IVA cultural es mucho más bajo: 5,5% en Francia, 6% en Holanda, 7% en Alemania, 9% en Irlanda, Grecia y Finlandia, 10% en Austria, 12% en Italia, 13% en Portugal o 20% en Reino Unido. Está claro que bajar el IVA del 21 al 10%, por ejemplo, ayudaría a reanimar el gasto cultural, pero hay que dejar claro que si ha caído tanto no ha sido por el IVA, sino por la crisis, que ha recortado el gasto público y el de las familias. El cine, por ejemplo, perdió 13,6 millones de espectadores entre 2008 y 2012, antes de subir el IVA. Y las artes escénicas (teatro, danza y género lírico) perdieron otros 6,1 millones de espectadores esos años.

Junto a la bajada del IVA, el sector cultural ha presentado una serie de propuestas para reanimar la Cultura, incluidas en el Libro Blanco de la Cultura presentado en mayo de 2016. Entre ellas piden una Ley de Mecenazgo (prometida para 2013 por el PP) para facilitar las inversiones culturales de empresas y particulares (como hace muy bien Francia), medidas más rigurosas contra la piratería (el 87,48 % de todos los contenidos consumidos en 2015 eran ilegales, según los datos del último Observatorio de la Piratería), la aprobación del Estatuto del artista y creador (el 30% de los que trabajan en el sector no tienen un sueldo fijo: son autónomos o viven de ingresos irregulares muy bajos), el que los creadores jubilados puedan trabajar y a la vez cobrar pensión (el nuevo Gobierno Rajoy dice que se lo va a permitir) y una mayor coordinación entre administraciones a la hora de promover la Cultura. Además, habrá que resolver el pago del canon digital, una compensación a los creadores por copias privadas, que se pagaba en los Presupuestos, algo que han declarado ilegal los Tribunales. Y el Gobierno Rajoy está pensando que esta compensación (entre 80 y 100 millones de euros) salga de un recargo al comprar los móviles (lo más fácil) y dispositivos de grabación (incluidos discos duros).
Al final, se trata de alcanzar otro amplio acuerdo político y social, un Pacto por la Cultura, para facilitar que los españoles lean más, vayan más al cine, al teatro, a los conciertos y a los museos, no se limiten a estar enganchados a Internet y apalancados ante el televisor. Eso pasa por más medios y también por educar a los jóvenes en la Cultura, desde el colegio a la Universidad. Y apostar por un país más culto, porque los paises que lo son resultan ser también más productivos y con mejor nivel de vida. Mejorar la Cultura es mejorar la Economía.