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jueves, 24 de octubre de 2024

Inmigrantes: no quitan trabajo ni servicios

La nueva Comisión Europea pretende endurecer la política migratoria en Europa, presionados por el auge de la extrema derecha. Y la inmigración se ha convertido en la 1ª preocupación de los españoles, alentada por bulos y campañas de VOX y PP. Pero la realidad es otra, según dos recientes informes de Fedea y el Banco de España. Primero, la inmigración es uno de los motores que explica el mayor crecimiento de España. Segundo, los inmigrantes no roban empleo a los españoles, sino que ocupan trabajos que nadie quiere y peor pagados. Y tercero, pagan impuestos y cotizan, no usan más la sanidad y la educación y ayudan a pagar las pensiones y a que crezca la población. Por todo ello, la inmigración beneficia a la economía, en España y en Europa. Por eso, el Gobierno aprobará un Reglamento para regularizar a 500.000 inmigrantes irregulares y facilitará contratar extranjeros para cubrir puestos donde hoy falta personal (construcción, campo, transporte, hostelería, cuidados…). La inmigración legal nos ayuda.

                            Enrique Ortega

En España y en toda Europa, los flujos migratorios han recuperado un fuerte dinamismo, tras los retrocesos de inmigrantes por la crisis financiera (2008-2014) y la pandemia (2020 y 2021). En consecuencia, la llegada de extranjeros permite que Europa y España ganen población en 2022 y 2023, tras perderla cuando llegan menos inmigrantes, por la tremenda caída de la natalidad y el envejecimiento. Así, en 2023, el número de europeos nacidos en Europa bajó en -1.173.700 personas, cayendo la población autóctona en todos los paises (-334.900 en Alemania, -281.300 en Italia, -136.600 en Polonia o -114.000 en España), salvo en Francia (+47.700 autóctonos) y Suecia (+5.700). Pero se compensó con la llegada de extranjeros: +2.821.056 inmigrantes netos (entradas-salidas) en 2023, lo que permitió a Europa aumentar su población en +1.647.300 personas (hasta 449.206.579 habitantes).

La migración exterior hacía Europa se ha duplicado en la última década, pasando de 1.425.507 inmigrantes netos en 2015 a un mínimo de 151.974 en 2020 (en plena pandemia) y un máximo de 3.976.730 en 2022, que bajó en 2023 a 2.821.056 inmigrantes netos (ojo: de ellos, sólo 318.000 entraron en la UE “irregularmente”). Las mayores llegadas netas de inmigrantes en 20223 se dieron en Alemania (+664.000 inmigrantes), seguida de cerca por España (+639.000), quedando a más distancia la inmigración neta recibida por Italia (+273.800), Francia (+181.700), Portugal (+155.700) o Paises Bajos (+136.700 inmigrantes. Con ello, en 2023 eran 59.901.585 los europeos residentes que habían nacido fuera de la UE, el 13,48% de la población censada.

Por paises, los que tienen más porcentaje de extranjeros son Luxemburgo (50,4%), Malta (28,3%) e Irlanda (21,8%, por los británicos), pero por número, el mayor peso de extranjeros se da en Austria (21,6% de la población: 1.963.300), Suecia (20,4%: 2.144.300), Alemania (19,5%: 16.476.400 extranjeros), Bélgica (19,1% población: 2.246.900 extranjeros), Estonia (17,2%: 234.700), España (17,1% población: 8.204.200 extranjeros en 2023), Portugal (16,1%: 1.683.800), Paises Bajos  (15,6%: 2.777.000 extranjeros), Eslovenia (14,6%: 309.300), Dinamarca (13,6%: 804.100 extranjeros) y Francia (13,1% de la población: 8.942.100 extranjeros), según Eurostat.

Si depuramos estas cifras de “extranjeros”, quitando los extranjeros nacidos en otros paises de la UE-27 (son 13.935.200 “extranjeros”, la mayoría rumanos, italianos y polacos que viven en otro país europeo), la cifra de extranjeros de terceros paises (no UE) que viven en Europa se reduce a 41.318.600 habitantes, el 9,23% de toda la población europea.  Y aquí, en este ranking de paises con más inmigrantes no UE destacan Alemania (7.715.000 extranjeros de paises no UE, el 9,1% de la población), España (4.394.900 extranjeros de fuera de la UE, el 9,1% de la población), Francia (4.074.600 extranjeros no UE, el 6% de su población) e Italia (3.746.900 extranjeros no UE, el 6,4% de su población. Pero hay otros paises donde los extranjeros no UE pesan más en el censo, como Malta (17,5%, aunque son 94.800), Estonia (15,6% y 213.700), Letonia (13,6% y 255.200), Luxemburgo (10,2% y 67.300) o Austria (9,3% y 842.600 extranjeros no UE).

 La mayoría de estos extranjeros no UE en Europa son turcos, marroquíes, ucranianos, polacos, , latinoamericanos, sirios, afganos, pakistaníes, indios y chinos. La mayoría de estos inmigrantes extranjeros en Europa son hombres y la edad media 36,5 años, más jóvenes que los europeos (45,7 años). España recibe inmigrantes más mayores (32 años) que Francia (26,1) y  Alemania (29,1), como Italia (32 años), según un reciente estudio del Banco de España. Y también es el país europeo que recibe más inmigrantes mujeres (50,5% del total) y el país europeo que recibe inmigrantes con más nivel educativo: un 43% de los que vienen son universitarios, frente al 38% en Alemania y al 15% en Italia, aunque son casi la mitad en Francia, mientras recibimos menos inmigrantes con bajo nivel educativo. Y otra ventaja de España, según este estudio, es que la mitad de los inmigrantes proceden de Latinoamérica (el 65% de los extranjeros no UE), lo que facilita su integración y trabajo, por lengua y cultura, algo que no les pasa a Alemania y Francia (y menos a Italia).

Pero la gran diferencia de la inmigración que recibe España frente al resto de Europa es su gran dinamismo: son personas con una gran tasa de actividad (el 78% trabaja o busca trabajo, por encima del 70% en Francia, el 71% en Italia o el 73% en Alemania), mayor incluso que la de los españoles. Y eso ha creado una enorme fuerza de trabajo: en los últimos 5 años, la población activa extranjera ha crecido en 1,2 millones de personas, mientras los españoles “activos” han aumentado en 120.000, según el Banco de España. Por ello, los extranjeros en España han contribuido más al crecimiento del empleo que en otros paises europeos. Y eso explica el mayor crecimiento de España estos años.

Volviendo a las cifras de extranjeros en España, el último Censo del INE (1 julio 2024) revela que viven en España 6.632.064 “extranjeros”, el 13,59% de la población total , lo que supone un gran salto desde los 600.000 extranjeros que vivían en España en 1998: pasaron a ser 2.058.879 en 2002 (el 4,97% de la población) a 5.265.457 extranjeros en 2008 (el 11,45%), para bajar en 2019 (5.033.641 extranjeros, el 10,68%) y subir en 2022 (5.787.013 extranjeros, el 12,11%) y 2023 (6.089.620, el 12,66%). Estas cifras revelan que el porcentaje de extranjeros en España se ha cuadruplicado en este siglo, cambiando el panorama de pueblos y ciudades. Pero ha sido en los últimos años, con el auge de la ultraderecha en Europa y en España, acompañada de bulos y xenofobia por parte de Vox (y el PP siguiendo su “senda”), cuando los inmigrantes preocupan más. Hasta el punto de que en el Barómetro del CIS de septiembre aparecía como “la primera preocupación de los españoles”.

La realidad indica que no es para tanto, que los inmigrantes han dinamizado el empleo y la economía (como revela el estudio del Banco de España) y que no “roban” a los españoles ni el empleo ni los servicios públicos, como demuestra otro estudio de Fedea, que concluye que las oportunidades de empleo de los trabajadores españoles (nativos) “no se ven afectados de forma significativa por la inmigración”, básicamente porque copan trabajos que no quieren los españoles (construcción, campo, hostelería y turismo, transporte, servicio doméstico y cuidados), con peores contratos y salarios. Y además, los inmigrantes tienen más problemas que los españoles para encontrar trabajo en los primeros 5 años desde que llegan y tienen una menor tasa de empleo y más paro (17,43% tasa de paro frente al 10,74% los españoles). Sólo las mujeres inmigrantes consiguen, a los 5 años, tener una tasa de empleo mayor que las mujeres españolas, porque sirven en casas o cuidan a ancianos.

Además, como los inmigrantes que vienen a España están bastante cualificados (43% tienen estudios universitarios), muchos trabajan “sobrecualificados”, en puestos más bajos de los que deberían por su formación: en España les pasa al 50% de inmigrantes (frente al 34% del total de trabajadores), como en Italia, mientras en Alemania y Francia sólo trabajan “sobrecualificados” el 30% de inmigrantes, según el Banco de España. Y además, los datos del INE revelan que los inmigrantes ganan un 30% menos que los trabajadores españoles, porque tienen peores contratos (más temporales y a tiempo parcial) y trabajan en sectores con salarios más bajos (hostelería, construcción, campo, cuidados y servicio doméstico). Aunque si consideramos sólo el factor “nacimiento” (descontando su contrato y trabajo), la discriminación salarial de los inmigrantes bajaría del 30 al  6%, según Fedea.

Lo que está claro es que el impulso del empleo en los últimos años se ha dado gracias a los inmigrantes. Así, de los 1.280.000 nuevos empleos creados en España entre 2019 y 2023, el 43,2% (553.000 empleos) han sido para trabajadores nacidos en el extranjero, 31,2% (465.700 empleos) para trabajadores nacidos en España y el 20,4% restante (261.300 empleos) para trabajadores con doble nacionalidad (extranjeros que ya son españoles), según los datos de la EPA. Y este año 2024, de enero a junio se han creado 295.000 nuevos empleos, de los que el 32,8% se lo han llevado los trabajadores extranjeros, el 25,2% los trabajadores españoles y el 41,62% los que tienen “doble nacionalidad”. Con ello, en junio de 2024 había 21.684.700 ocupados en España, casi el 80% trabajadores (79,96%) nacidos en España (17.340.600), 3.224.900 nacidos en el extranjero (14,87%) y 1.119.200 trabajadores con doble nacionalidad (5,16%).

Este récord de extranjeros trabajando (3.224.900) ha permitido el fuerte crecimiento de la economía española en los últimos años (superior a toda la UE), un tirón del consumo y de la demanda (también vivienda) y el salto que se ha dado en el turismo y la hostelería, la agricultura y la ganadería, el transporte, la construcción y la economía de los cuidados. Y ha ayudado a sanear las cuentas de la Seguridad Social, con un récord de cotizantes extranjeros (2.868.678 en septiembre, frente a 2 millones en 2019). Los cotizantes extranjeros aportan el 9% de los ingresos por cotizaciones y su gasto en pensiones sólo supone el 1% del total, así que su aportación al sistema es muy positiva.

Una queja que se amplifica es que los inmigrantes “quitan servicios” a los españoles, desde la sanidad a la educación o la Dependencia y las ayudas sociales. El estudio de Fedea revela que no es así. En Sanidad, la utilización de servicios por los inmigrantes es similar a la de los españoles, según los datos del SNS, tanto en visitas a médicos de familia y estancias en hospitales, aunque acuden menos a los especialistas y más a urgencias. Y como los inmigrantes suelen ser más jóvenes que los españoles, acuden menos a servicios ligados a enfermedades crónicas y de mayores. Eso no quita, advierte el estudio, que haya zonas de España donde la mayor concentración de inmigrantes tensione más la sanidad (o la educación), algo que sí pasa en Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana. Eso exige reforzar los servicios públicos en estas autonomías, que también se benefician de más ingresos fiscales y cotizaciones por tener más inmigrantes.

La inmigración beneficia a la economía europea y más a la española, según todos los estudios nacionales e internacionales. Y será aún más necesaria cara al futuro, cuando se desplome más la población europea y sean necesarios más inmigrantes para financiar los servicios públicos y las pensiones. La ONU estima que Europa necesita recibir 60,8 millones de trabajadores extranjeros hasta 2050. Y España necesita recibir 7 millones de inmigrantes más entre 2020 y 2050, según el Centro de Desarrollo Global de Washington, mientras el INE prevé que los nacidos en España bajen de 40,20 a 37,10 millones entre 2020 y 2050. Así que “necesitamos a los inmigrantes”, les guste o no a algunos. Eso sí, hay que ordenar y organizar la inmigración, para “canalizar las llegadas” y reducir la inmigración ilegal (en 2023 entraron 56.852 inmigrantes ilegales, menos del 10% del total).

Para conseguirlo, el Gobierno Sánchez quiere aprobar en noviembre dos cambios en el Reglamento de la Ley de Extranjería. Uno, la regularización de unos 500.000 inmigrantes que viven en España sin regularizar, una medida que ya se ha presentado en el Congreso como iniciativa popular y que teóricamente apoyan todos los partidos, salvo Vox, medida que reduciría la economía sumergida y el fraude, mejorando la vida de estos inmigrantes no regularizados. Y la otra, promover la contratación en origen de trabajadores extranjeros (por periodos o campañas), para hacer frente a la demanda no cubierta de mano de obra en muchos sectores, desde el transporte y la construcción al campo y la hostelería. Además, el Gobierno pretende agilizar la homologación de títulos a extranjeros, porque ahora hay un “atasco” de 5.000 solicitudes al mes (se atienden 2.000).

Con ello, el Gobierno quiere facilitar mano de obra a sectores clave donde falta y aumentar el empleo extranjero legal, lo que facilitará que España siga creciendo (será el país occidental que más crezca en 2024, según el FMI. Y por eso, en el último Plan económico enviado por el Gobierno a Bruselas (octubre 2024), se prevé crear 1,5 millones de empleos nuevos entre 2024 y 2026, con lo que España rozaría los 23 millones de ocupados, superando todos los récords históricos (20,7 millones en 2007 y 21,6 en junio de 2024). Y eso será en gran medida gracias a “la ayuda de los inmigrantes”, que empujan nuestra economía, “no nos roban”. Por eso, hay que regularizar su situación, canalizar sus legadas e integrarlos mejor, porque si mejoran sus contratos y sueldos, si se integran mejor en nuestras ciudades y pueblos, si trabajan más a gusto, aumentará su productividad y, con ella, la de toda España, una “asignatura pendiente” de la que depende que produzcamos más y vivamos mejor.

 Así que no hagan caso a bulos y “sensaciones” personales : los datos y estudios revelan que los inmigrantes están salvando la demografía y la economía, en Europa y en España. Y que los necesitamos para seguir creciendo, recaudando y pagando los servicios públicos y las pensiones. No nos “roban” ni trabajos ni servicios: nos ayudan (con precariedad y bajos salarios) a construir el presente y el futuro. No lo olviden.

jueves, 18 de julio de 2024

Los inmigrantes salvan la población en Europa

En 2023 aumentó la población en Europa, como en 2022, tras caer en 2020 y 2021, por la pandemia. Pero la población nacida en Europa cae desde 2012, porque hay más muertes que nacimientos, debido a la caída de la natalidad. Y por eso, la población en Europa (y en España) sólo crece gracias a la llegada de inmigrantes, 2,8 millones netos en 2023. España es el país europeo donde más creció la población en 2023 (+525.100 residentes), por ser el 2º país con más inmigración neta (639.000 inmigrantes), tras Alemania (664.900). Así que los inmigrantes, lejos de “robarnos el trabajo”, están ayudándonos a crecer y sostener el Estado del Bienestar. Y ojo: sólo el 10% de la inmigración en Europa es “irregular”, la mayoría llegan por cauces legales y ordenados. Ahora, Europa y España deben plantearse organizar esa inmigración en el futuro, porque los expertos creen que necesitamos 60 millones de inmigrantes más (7 millones España) de aquí a 2050. Y aumentar la natalidad.

                       Enrique Ortega

Al 1 de enero de 2024 había censados en la Unión Europea 449.206.579 habitantes, según la estadística recién publicada por Eurostat. Son 1,64 millones más que en 2023, año en que la población europea también creció (+1,5 millones), tras las caídas de población sufridas en 2021 (-249.860 habitantes) y 2020 (-253.480), por los estragos de la pandemia. Salvo estas dos excepciones, la población europea lleva creciendo desde 1960, cuando la población de los 6 miembros de la CEE era de 354.531.254 europeos. Una parte de estos 94,7 millones de europeos nuevos se deben no sólo a la demografía y a la inmigración sino también a las 7 ampliaciones de la Unión Europea, que han incorporado a paises muy poblados: Reino Unido en 1973 (67 millones de habitantes, que salieron con el Brexit en 2020), Grecia en 1981 (10,43 millones), España en 1986 (48,5 millones) o Polonia y Hungría en 2004 (con 36,8 y 9,64 millones de habitantes).

En 2023, 20 paises de la UE aumentaron su población, encabezados por España (+525.100 habitantes), Alemania (+330.000) y Francia (+229.000 habitantes), junto a Paises Bajos (+131.651 habitantes), Portugal (+123.105), Bélgica (+89.253), Chequia (+73.026) , Irlanda (+72.410) y Austria (+53.978 habitantes). Pero hubo 7 paises que perdieron población en 2023, sobre todo en la Europa del Este: Polonia (-132.800 habitantes), Grecia (-16.800), Hungría (-15.100), Letonia (-11.126), Italia (-7.452), Eslovaquia (-4.105) y Bulgaria (-2.229 habitantes), según Eurostat.

Europa ganó población en 2023, pero siguió cayendo el número de europeos nacidos en Europa. Es decir, que la evolución demográfica europea sigue siendo negativa: desde 2012, mueren cada año más europeos de los que nacen. Concretamente, en 2023, nacieron en Europa 3.665.160 europeos y murieron 4.838.900. A lo claro: se perdieron 1.173.700 personas en la UE-27. Esa pérdida neta de población autóctona se produjo en todos los grandes paises, salvo en Francia (la población autóctona creció en +47.400, porque hubo más nacimientos que muertes) y Suecia (+5.700 autóctonos) : -334.900 en Alemania, -281.300 en Italia, -136.600 en Polonia, -114.000 autóctonos en España, -89.500 en Rumanía, -56.000 en Grecia, -41.200 en Hungría y -32.600 en Portugal, según Eurostat.

El gran problema que tiene Europa (y España) es la tremenda caída de la natalidad, que provoca un desplome de los nacimientos en las últimas décadas, con las mujeres siendo madres más tarde y con menos niños por mujer, mientras hay mucha población envejecida en Europa y aumentan más las muertes que los nacimientos. Así, la natalidad en la UE ha caído de 1,54 niños por mujer en 2011 a 1,46 en 2022. España es el país europeo con la menor tasa de fertilidad (1,16 niños por mujer en 2023), muy por debajo de Francia (el país con más fertilidad, 1,79 niños por mujer, gracias a políticas activas en favor de la familia), Hungría (1,53), Suecia (1,53), Paises Bajos (1,49) , Alemania (1,46) e incluso Italia (1,24).

Si cae la población autóctona año tras año, ¿qué salva a la población en Europa? Pues la llegada de inmigrantes, la población nacida fuera de Europa. Los datos de 2023 son claros, según Eurostat: la inmigración neta (llegadas menos salidas) fue de +2.821.056 millones de extranjeros, que contrarrestan con creces la pérdida de población autóctona (-1.173.700 habitantes) y permiten que haya +1.647.300 habitantes censados en 2023. Es una tendencia que lleva décadas en Europa y que se mantuvo en 2023, año en que la mayor migración neta se produjo en Alemania (+664.900 inmigrantes), seguida muy de cerca por España (+639.100 inmigrantes netos). Y ya lejos, las llegadas a Italia (+273.800 inmigrantes netos), Francia (+181.700), Portugal (+155.700) , Paises Bajos (+136.700), Rumanía (+99.400), Chequia (+94.700) y Bélgica (+89.900).

La migración exterior hacia Europa se ha duplicado en la última década, pasando de 1.425.507 inmigrantes netos en 2015 a un mínimo de 151.974 en 2020 (en plena pandemia) y un máximo de 3.976.730 en 2022, que bajó en 2023 a los 2.821.056 inmigrantes netos. Con ello, en 2023, eran 59.901.586 los europeos que habían nacido fuera del país donde residían, el 13,48% de la población europea cansada  (449.26.579 habitantes). Por paises, los que tienen más proporción de extranjeros (residentes nacidos fuera) son Luxemburgo (50,4%), Malta (28,3%), Chipre (22,7%) e Irlanda (21,8%, por la población nacida en Reino Unido, ahora fuera de la UE-27). Pero por número e importancia, los paises con más peso de  extranjeros son Austria (21,6% de la población: 1.963.300), Suecia (20,4%: 2.144.300 habitantes), Alemania (19,5% de la población: 16.476.400 extranjeros), Bélgica (19,1%: 2.246.900 extranjeros), Estonia (17,2%: 234.700), España (17,1% población: 8.204.200 extranjeros en 2023), Portugal (16,1%: 1.683.800), Paises Bajos  (15,6%: 2.777.000 extranjeros), Eslovenia (14,6%: 309.300), Dinamarca (13,6%: 804.100 extranjeros) y Francia (13,1% de la población: 8.942.100 extranjeros), según Eurostat.

Si depuramos estas cifras de “extranjeros”, quitando los extranjeros nacidos en otros paises de la UE-27 (son 13.935.200 “extranjeros”, la mayoría rumanos, italianos y polacos que viven en otro país europeo), la cifra de extranjeros de terceros paises (no UE) que viven en Europa se reduce a 41.318.600 habitantes, el 9,23% de toda la población europea.  Y aquí, en este ranking de paises con más inmigrantes no UE destacan Alemania (7.715.000 extranjeros de terceros paises no UE, el 9,1% de la población), España (4.394.900 extranjeros de fuera de la IE, el 9,1% de la población), Francia (4.074.600 extranjeros no UE, el 6% de su población) e Italia (3.746.900 extranjeros no UE, el 6,4% de su población. Pero hay otros paises con un menor número de extranjeros no UE y donde pesan mucho más en el censo, como Malta (17,5%, aunque sólo son 94.800 extranjeros) Estonia (15,6% y 213.700), Letonia (13,6% y 255.200), Luxemburgo (10,2% y 67.300) o Austria (9,3% y 842.600 extranjeros no UE). La mayoría de estos extranjeros no UE en Europa son turcos, marroquíes, ucranianos, polacos, , latinoamericanos, sirios, afganos, pakistaníes, indios y chinos. La mayoría de inmigrantes son hombres y la edad media 36,5 años, más jóvenes que los europeos (45,7 años).

La inmigración total a Europa se redujo mucho en 2023: de los 3,97 millones de 2022 se bajó a 2,82 millones. Y sólo 380.000 de estos inmigrantes entraron ilegalmente en Europa en 2023, aunque unos 62.000 se redireccionaron al Reino Unido, son lo que serían realmente 318.000 ilegales”, menos del 10% del total (el 8% en 2023). Así que, en contra de lo que parece, el 92% de los inmigrantes que llegan a Europa lo hacen legalmente, de forma relativamente reglada y organizada, y la llegada en pateras o por rutas ilegales es totalmente marginal, aunque sea grave y arrastre graves problemas y muertes.

Dicho esto y vistas las cifras reales de inmigración de terceros paises (41,3 millones de personas, el 9,23% de la población europea), hay que relativizar “el problema de la inmigración”, en toda Europa y en España (los inmigrantes no UE son el 9,1% de la población española). Y, sobre todo, hay que valorar lo que aportan a los paises y a sus economías. En el caso de España, la inmigración es una de las causas del “milagro económico” de los últimos años, de que España crezca más que el resto de Europa, gracias a un  fuerte aumento de la mano de obra extranjera que cubrió  4 de cada 10 empleos creados en 2023. Una mano de obra extranjera que ha provocado un récord de cotizantes (2.899.003 en junio 2024, casi el doble que los 1,5 millones en enero de 2012 y un 13,6% de todos los afiliados a la SS ), que paga impuestos y aporta al país más de lo que recibe, según distintos informes.

Europa tiene cada año más población extranjera, pero gracias a ella no pierde población y se sostiene el empleo y la economía. De hecho, la ONU considera que Europa necesita recibir  60,8 millones de trabajadores extranjeros hasta 2050. Y España  necesita 7 millones más inmigrantes entre 2020 y 2050, según el Centro de Desarrollo Global de Washington. Sólo así conseguiremos frenar la continuada caída de población que sufrimos desde 2015 (en 2023, recordemos, perdimos 114.000 habitantes autóctonos, porque las muertes superaron a los nacimientos). Y la previsión del INE es que los nacidos en España bajen de 40,2 millones en 2020 a 37,10 millones en 2050 y a 33,79 millones en 2070, por la caída de la natalidad y el progresivo envejecimiento. Y por eso, vaticinan que la población “extranjera” (nacida fuera) se dispare (de 7,47 millones en 2020 a 12,80 en 2050 y 16,79 millones en 2070), para cubrir el ”bache demográfico” y permitir aumentar la población: a 49,91 millones en 2050 y 50,5 millones de “españoles en 2070, un tercio nacidos en el extranjero.

Los inmigrantes son claves no sólo para “salvar” la población futura en Europa y en España, sino para garantizar la actividad económica, los servicios públicos y, sobre todo, las pensiones, dado el progresivo envejecimiento de Europa (y España). La esperanza de vida es muy alta en Europa, con una media de 81,5 años en la UE-27 y un máximo de 84 años en España, superior a los 83,8 años de Italia, los 83,4 de Suecia, los 83,1 de Francia o los 81,2 años en Alemania. Y eso provoca una población europea cada vez más envejecida: el 21,3% de los europeos (UE-27) tienen más de 65 años, con un mayor porcentaje de mayores en Italia y Portugal (24%), Bulgaria (23,5%), Finlandia (23,3%), Grecia (23%) y Alemania (22,1%), siendo menor en Suecia (20,4%), España (20,1%) e Irlanda (15,2%). Y lo peor es que este porcentaje de mayores rondará el 25% de los europeos en 2050 y España estará a la cabeza, con un 30% de mayores de 65 años, según el INE.

Para poder financiar estas pensiones, hace falta que haya mucha gente trabajando y cotizando, algo problemático si cae la natalidad de la población europea. Por eso también necesitamos a los inmigrantes, para que trabajen, coticen ya paguen parte de las pensiones de nuestros hijos y nietos. De hecho, la tasa de dependencia (población jubilada y menores de 15 años sobre el total de población en edad de trabajar) ya supone un 33,4 % en la UE-27: un tercio de la población necesita que les mantengan los otros dos tercios, un porcentaje que sube en Francia (34,5%), Alemania (34,7%) e Italia (37,8%) y que es menor en España. Pero subirá para 2050 en toda Europa, hasta el 56,7%.(y al 59,5% en España)  A lo claro: más de la mitad de los europeos (jubilados y niños) necesitarán que les mantengan los que estén en edad de trabajar. Más carga de gasto que exigirá más gente trabajando, autóctonos y extranjeros.

Al final, como se ve por todas estas cifras, el problema no está en la inmigración ilegal (el 8% del total) ni en la grave situación de los menores inmigrantes agolpados en Canarias (5.600 niños y niñas, el 0,011% de la población española), sino en ver cómo canalizamos la inmigración para que siga siendo un factor de crecimiento y empleo, para que nos ayude a garantizar el Estado del Bienestar y las pensiones. En lugar de las peleas políticas y la xenofobia, necesitamos un Pacto de Estado por la inmigración, en Europa y en España, que planifique el futuro: cuántos inmigrantes pueden llegar, qué perfiles deberíamos promover y cómo ayudarles a formarse e integrarse en la economía y la sociedad. Y en paralelo, lograr acuerdos con los paises de origen, para frenar la inmigración ilegal y las mafias, para reorientar estas llegadas irregulares hacia empleos regulados allí y aquí. Organizar y canalizar la inmigración es una exigencia ineludible, por justicia y necesidad económica. Los inmigrantes no nos “roban” el trabajo, nos ayudan a construir el futuro.

lunes, 5 de febrero de 2024

Inmigrantes logran la mitad del empleo nuevo

 

De cada 10 nuevos empleos creados en 2023, sólo 4 han ido a españoles: los 6 restantes han sido para extranjeros (4,26) y residentes con doble nacionalidad (1,74). Lo mismo ha pasado con los 1.280.000 empleos creados en España desde 2019: sólo 465.700 (el 31,3%) han sido para nacidos en España. Los extranjeros están copando muchos nuevos empleos en sectores con trabajados duros y bajos sueldos, que no quieren muchos españoles: hostelería (40% afiliados SS son extranjeros), el campo (35%), la construcción, cuidados a mayores o inmobiliarias (25%) y empleadas de hogar (45% afiliadas son extranjeras). Con la caída de la población nacida en España, los inmigrantes crecen cada año y ya suponen el 14,2% de los ocupados, cuando eran el 1,3% en 1986. No deberíamos rechazarlos, porque están contribuyendo al mayor crecimiento y a salvar las cotizaciones (pensiones), la recaudación y el consumo. Pero hay que organizar su llegada, para frenar la inmigración ilegal, buscando la mano de obra formada que falta en muchos sectores.

                Enrique Ortega

La llegada de extranjeros ha cambiado visiblemente el mapa de la población española en este siglo. Baste un dato: si en 2002 había censados en España 1.737.972 extranjeros (el 4,32% de la población), en octubre de 2023 el censo recogía ya 6.373.463 residentes extranjeros (el 13,15%), casi 1 de cada 7 españoles, según el INE. La llegada de extranjeros se concentró en los años 90 del siglo pasado y sobre todo hasta 2008, con el “boom” del ladrillo y el turismo, para frenarse después con la crisis financiera (hubo inmigrantes que se fueron entre 2009 y 2014). Y los extranjeros han vuelto a España tras la pandemia, sobre todo en 2022 (+580.000 censados) y 2023 (+283.843 hasta octubre).

Lo más llamativo es que la población residente en España habría caído en esta década de no ser por la llegada de inmigrantes, ya que desde 2012 hay menos nacimientos que defunciones y los inmigrantes tienen el doble de tasa de natalidad y son más jóvenes que los españoles nacidos aquí (37 años de edad media frente a 45 años). Así, en 2023 superamos la cifra de 48 millones de españoles (48.446.594 habitantes censados el 1 de octubre), que son un millón largo más (+1.127.644 habitantes) de la población que teníamos antes de la pandemia (47.318.950 habitantes el 1 de enero de 2020).

 Pero ojo: en estos casi 4 años, la población nacida en España se ha reducido en -426.677 habitantes (de 40.303.297 a 39.876.640 censados). Y si hemos ganado población como país ha sido porque han aumentado los habitantes nacidos fuera, +1.555.201 censados más (de 7.014.763 habitantes nacidos en el extranjero en enero de 2020 a 8.569.954 ahora). Y con ello, los residentes en España nacidos fuera han pasado de ser el 5,69% de la población en 2002 al 17,68% en 2023. Y pronto serán 1 de cada 5 censados.

Este aluvión creciente de extranjeros, hacia España y hacia el resto de Europa, pelea cada día por conseguir un empleo. Y en los últimos años, después de la pandemia, copan una gran parte de los nuevos empleos que se han creado en España. El dato más llamativo es el de 2023, según la EPA recién publicada: de los 783.000 nuevos empleos creados, más de la mitad han sido para extranjeros (333.700, el 42,6% del total) y para personas con doble nacionalidad (+136.200, el 17,4% del total), destinándose sólo 313.100 de los nuevos empleos a españoles (el 40% del empleo creado). Un reparto similar también se dio en el empleo creado en 2022 (+279.000 empleos totales) y 2021 (+840.600 empleos tras la debacle de 2020, por la pandemia). Y, en consecuencia, de los 1.280.000 empleos netos creados en España respecto a antes de la pandemia (diciembre 2019), la mayoría han sido para trabajadores nacidos en el extranjero (553.000 empleos, el 43,2% del total) y los que tienen doble nacionalidad (261.300 empleos, el 20,4%), copando los españoles menos de un tercio del nuevo empleo creado estos 4 años (465.700, el 31,2%), según la EPA.

A finales de 2023, trabajaban en España 3.022.300 trabajadores extranjeros, el 14,13% del total de ocupados, 1 de cada 7 trabajadores con empleo (21.246.900 ocupados), según la EPA, además de 974.200 trabajadores con doble nacionalidad, frente a 17.250.400 trabajadores españoles. Tomando sólo los trabajadores extranjeros (esos 3 millones), hay más hombres (1.601.900) que mujeres (1.420.300, aunque son ellas las que han crecido más desde 2019). La mayoría de estos trabajadores extranjeros proceden de Latinoamérica (1.187.400 trabajadores, +440.000 que en 2019), seguidos de lejos por los trabajadores extranjeros de la UE (880.800, +71.700 que en 2019), los 241.300 trabajadores europeos de fuera de la UE (+44.400 que en 2019) y otros 712.000 trabajadores nacidos en el resto del mundo (+104.200 ocupados que en 2019).

La mayoría de estos 3 millones de trabajadores extranjeros llevan en España 7 años o más (1.970.300) y si les sumamos los que llevan de 4 a 6 años (otros 554.300), podemos concluir que dos de cada tres inmigrantes que trabajan en España llegaron antes de la pandemia. Y sólo 231.500 llevan trabajando aquí 1 año o menos, según la EPA. Los trabajadores extranjeros se concentran en Cataluña (689.900 a finales de 2023, el 18,3% de los trabajadores), Madrid (587.900, el 16,8% del total), Comunidad Valenciana (385.700, el 16,7%) y Andalucía (351.100 trabajadores extranjeros, el 18,3% del total), aunque su peso destaca más en Baleares (138.800 trabajadores extranjeros, pero suponen el 26,4% del empleo), también en Canarias (138.800 extranjeros, el 18,4%) y Murcia (104.800, el 15,3% de la mano de obra).

Para saber dónde trabajan los extranjeros hay que ir a los datos de afiliación a la Seguridad Social: 2.712.113 trabajadores extranjeros cotizaban a la SS en diciembre de 2023, menos de los 3.022.300 que reconocían estar trabajando según la EPA. Esa cifra de cotizantes extranjeros supera en +549.714 cotizantes a la de diciembre de 2019 (2.162.399 cotizantes extranjeros), lo que refleja un aumento del +25,42% en cuatro años, más del triple del aumento del conjunto de cotizantes a la SS desde 2019 (+1.422.751 cotizantes, +7,3%). A lo claro: los ingresos de la SS (y nuestras pensiones) se han salvado por los inmigrantes. Sólo en 2023, casi un 40% de los nuevos cotizantes fueron extranjeros (+211.436 de un aumento de +549.714 cotizantes), según Trabajo.

La mayoría de los cotizantes extranjeros (2.668.766 afiliados medios en 2023) son hombres (1.495.935), aunque han crecido más las cotizantes mujeres (son 1.172.806). Y destacan los trabajadores extranjeros de mediana edad (1.464.971 cotizantes tienen entre 35 y 54 años), aunque crecen los más jóvenes (900.310 trabajadores extranjeros tienen menos de 35 años), según Trabajo. Los paises de origen son básicamente Latinoamérica (1,1 millones) y Europa (853.188 extranjeros proceden de la UE), destacando por nacionalidades los trabajadores rumanos (328.545 cotizantes) y marroquíes (319.433), a los que siguen de lejos italianos (174.664), colombianos (174,583), venezolanos (148.324), chinos (115.952), peruanos (70.708), ecuatorianos (69.815) y ucranianos (65.694).

La mayoría de los trabajadores extranjeros cotizan en el régimen general de la SS (1.834.654), pero hay un número muy importante cotizando en el régimen especial agrario (229.420 cotizantes, 97.205 de Marruecos y 40.260 de Rumanía), como empleadas de hogar (168,773 cotizantes, 23.073 rumanas, 14.139 colombianas, 21.423 hondureñas, 12.431 paraguayas, 3.987 ecuatorianas y 2089 dominicanas) y como trabajadores del mar (4.022  cotizantes, 867 senegaleses, 712 indonesios y 508 marroquíes), además de 428.989 que cotizan como autónomos no del campo (63.967 chinos, 46.772 rumanos, 38.330 italianos, 27.004 marroquíes, 26.005 británicos y 18.711 venezolanos).

Los trabajadores extranjeros se concentran en unos pocos sectores: la hostelería (ahí trabajan el 20,5% del total de inmigrantes), el comercio (otro 16,8%) y la construcción (11,2% del total) aglutinan casi la mitad de los extranjeros que trabajan en España), siendo muy baja su presencia en la industria (8,1% de todos los inmigrantes), el transporte (6,3% de ellos), las actividades profesionales (5% del total de extranjeros) y la educación (5%) y la sanidad (5%).  Esto ha llevado a que los inmigrantes tengan un gran peso en algunos sectores: son casi el 40% de los trabajadores de la hostelería, el 35% de los trabajadores del campo y la pesca, el 30% en la construcción, un 25% en servicios (como los cuidados a mayores), otro 25% en inmobiliarias. Y un 45% de las empleadas del hogar.

¿Por qué los extranjeros consiguen más empleos? Muchos expertos coinciden en que buscan trabajo en sectores y empleos más duros, con peores condiciones de trabajo y bajos sueldos, que no quieren los españoles, como el campo, la hostelería, las empleadas del hogar, los cuidados a mayores y las residencias, el comercio y el transporte y la logística. Trabajos con horarios muy amplios, contratos precarios y unos sueldos menores, como en la hostelería (los más bajos: 14.632 euros brutos, frente a 25.896 de media) y el comercio. De hecho, los inmigrantes ganan de media un 36% menos que los trabajadores españoles (especialmente las mujeres), según la Agencia Tributaria. Y para los que insisten en que “los inmigrantes nos roban trabajo”, es falso: 4 de cada 10 se incorporan a ocupaciones elementales y mal remuneradas, con un salario medio que es un 56% del que reciben los españoles, según un informe del Defensor del Pueblo.

Además, el trabajo de los inmigrantes aporta diversas ayudas claves a la economía española. Por un lado, es uno de los motores del fuerte crecimiento en los últimos años, tras la pandemia, al proporcionar una mano de obra abundante (y barata) a sectores que han sido claves, como el turismo, el comercio, el campo, la construcción y muchos servicios. Eso ha permitido mejorar los ingresos por cotizaciones de la SS y asegurar las pensiones, aumentando la recaudación de impuestos. Y su gasto ha mantenido el consumo y la actividad, tirando del empleo. Para los que piensan que también los emigrantes se llevan una gran parte de los gastos sociales, desde la sanidad a la educación o las ayudas públicas, muchos estudios revelan que aportan más de lo que reciben.

Pero la principal aportación de los inmigrantes es que están salvando la demografía, al compensar con su llegada (y sus hijos) la caída de la población española, lo que permite contar con la mano de obra y los ingresos y cotizaciones que necesitamos. Y los inmigrantes “nos van a salvar aún más en el futuro”, según las preocupantes proyecciones de población del INE. Así, los nacidos en España van a caer de 40.229.931 personas en 2020 a 37.108.939 españoles en 2050 y a 33.794.071 en 2070. Una caída de “españoles” de -6,5 millones sobre 2020, que el INE espera que se compense con los inmigrantes: su previsión es que los extranjeros residentes pasen de 7.471.460 en 2020 a 12.801.174 en 2050 (+5,8 millones) y 16.795.740 extranjeros censados en 2070 (+9,8 millones).

Con este “panorama demográfico”, España (y Europa) necesitarán a los inmigrantes en las próximas décadas para mantener sus economías. Lo ha dicho claramente la ONU: Europa necesita abrir sus puertas a 60,8 millones de trabajadores extranjeros para 2050. Y en el caso de España, necesitamos 7 millones de inmigrantes más entre 2020 y 2050 (más de los 5,8 millones que espera el INE), según el Centro de Desarrollo Global de Washington. De hecho, el problema de falta de trabajadores se está dando ya en varios sectores, tras la pandemia, según alertan los empresarios del turismo y la hostelería, el campo o la construcción, el transporte y la logística (sectores con muchos inmigrantes), así como en el sector tecnológico y digital más las energías alternativas.

Cara al futuro, hay que “canalizar” la llegada de trabajadores extranjeros, organizando y planificando sus llegadas de forma legal y ordenada. Es lo que intentó hacer el Gobierno Sánchez en julio de 2022, al reformar el Reglamento de Extranjería, para facilitar la contratación de inmigrantes en sus paises de origen y a la vez regularizar parte de los inmigrantes irregulares que ya están en España (más de 500.000), facilitando su formación en los empleos donde falta mano de obra. Así, en 2022 se concedieron 16.100 permisos de trabajo en origen para extranjeros (hasta 9 meses al año, que se renuevan si vuelven a sus paises de origen). En 2023, el ministro Escrivá pretendió avanzar por este doble camino, apoyado por los empresarios: contratar temporalmente fuera y formar a los inmigrantes que ya están dentro. Pero chocó con la oposición de la ministra de Trabajo y los sindicatos y no se aprobó ninguna reforma por la anticipación electoral. Ahora, su sucesora, la ministra Elma Saiz ha anunciado una reforma de la contratación de extranjeros, en el primer trimestre de 2024, para “simplificar trámites y mejorar la protección de los inmigrantes”.

Mientras la reforma llega, hay un gran debate que no se afronta, ni en España ni en Europa: como planificamos la incorporación futura de inmigrantes, qué tipo de empleos necesitamos cubrir y cómo los buscamos de forma ordenada y legal. Hace falta un Pacto político sobre inmigración, que hurte el tema a la extrema derecha y nos ayude a preparar el futuro económico y social, para el que necesitamos a los inmigrantes, que ya han sido claves estos años: el 30% de todo lo que ha crecido España en los últimos 20 años ha sido gracias a los inmigrantes, según este informe del Defensor del Pueblo. Los inmigrantes no nos “roban” el trabajo, nos ayudan a construir el presente y el futuro.

lunes, 29 de enero de 2024

EPA 2023: otro año récord en empleo

En 2023 se crearon +783.000 nuevos empleos, el mayor aumento de la historia salvo 2021 (por el rebote tras la pandemia). Y ya trabajan en España 21.246.900 personas, medio millón más que en 2007. El empleo se crea más entre mujeres, mayores de 50 años e inmigrantes. Y el paro cae también, pero menos, porque aumentan los que buscan trabajo: se consolida por debajo de los 3 millones (2.830.600), la cifra más baja desde 2007. Eso sí, el paro sigue alto entre jóvenes y mujeres, en Ceuta, Melilla, Andalucía, Extremadura y Canarias. Y un tercio de los parados no cobra nada. Tras crearse 1 millón largo de empleos en dos años, el 83,5% de los asalariados tienen contrato indefinido. Ahora, Gobierno y fuerzas sociales no deberían dormirse en los récords: deberían aprobar un Plan de choque para atajar la debilidad del empleo en 2024 y 2025, centrado en jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. Asegurar que siga creciendo el empleo, la 1ª preocupación de los españoles. No lo olviden.

                  Enrique Ortega

Las dos últimas Navidades han sido malas para el empleo, porque las compras fueran menores a los años en que salimos de la pandemia. Y así, el empleo cayó en -19.000 personas durante el 4º trimestre de 2023, bastante menos que en el otoño de 2022 (-81.900 empleos). El empleo cayó también al inicio de 2023 (-11.100 empleos en el primer trimestre), pero como fueron excepcionales  la primavera (+603.900 empleos) y el verano (+209.100), el balance final del empleo en 2023 es espectacular: se crearon +783.000 nuevos empleos, según la EPA publicada el viernes, el 2º mayor aumento anual de nuestra historia (el otro, los +840.600 empleos ganados en 2021 fueron algo “extraordinario”, porque salíamos de perder -622.000 empleos en 2020 por la pandemia), tras una subida del empleo de +402.300 ocupados en 2019. Y además, con ello trabajan ya en España 21.246.900 personas, otro récord histórico anual (antes de la pandemia, en 2019 trabajaban 19.966.900 y en junio de 2008, el récord anterior, trabajaban 20.646,000 personas).

El 2023, el aumento del empleo (+783.000 ocupados) se ha dado más entre las mujeres (+437.200) que entre los hombres (+345.800) y sobre todo entre los mayores de 50 años (+425.200 empleos, el 54% del total), seguidos de los jóvenes (+204.400 empleos para menores de 25 años) y los de 30 a 34 años (+103.800), ganando menos el resto de edades y perdiendo empleo en 2023 los que tienen entre 40 y 44 años (-70.000), según la EPA. Un dato relevante es el fuerte aumento del empleo de los inmigrantes (+12,4% frente al +1,85% los españoles), extranjeros que han conseguido casi la mitad de los nuevos empleos (333.700).

Por sectores, el empleo se ha creado sobre todo en los servicios (+629.200), también en la  construcción (+108.300) y mucho menos en la industria (+28.000) y la agricultura (+17.500). Y por autonomías, el mayor aumento porcentual de empleo se ha dado en Cataluña (+5,62%: +197.600 empleos), Madrid (+5,03%: +160.500), País Vasco (+5,02%: +47.700), Cantabria (+4,86%: +11.900), Asturias (+4,56%: +17.400), Aragón (+4,25%: +24.800) y Andalucía (+4,01%: +130.800 empleos). Sólo ha bajado el empleo en 2023 en Castilla y León (-4.400), la Rioja (-2.700), Melilla (-2.000) y Ceuta (-1.400 empleos).

La histórica mejora del empleo en 2023 (+783.000 ocupados) no se ha traducido en una bajada similar del paro, que bajó menos: -193.400 parados en 2023, según la EPA, una bajada superior a la de 2022 (-79.800) pero muy inferior a la de 2021 (-616.000 parados). Ello se debe a que siguen aumentado los “activos”, personas que se “animan” a buscar trabajo y antes no lo hacían (mujeres, mayores y jóvenes). Pasa en los últimos años, pero en 2023 el aumento ha sido espectacular: +682.400 activos, duplicando el de 2022 (+291.700 activos). Y nos coloca por encima de los 24 millones (24.077.400 activos), un tope que nunca se había superado en España. Este aumento de la actividad (+2,51%) es muy llamativo en Cataluña (+4,52%: +176.800 activos), Canarias (+4,61%: +53.500 activos) y Madrid (+2,95%: +106.300). Y con ello, hay 4 autonomías con una tasa de actividad (gente trabajando o  buscando trabajo) que supera  la media de España (el 59% de los que tienen más de 16 años): Madrid (63,6%), Cataluña (61,98%), Baleares (61,05%) y Canarias (60,53%). Esto significa que el paro mejorará menos que el empleo, porque hay muchos buscándolo.

El paro bajó en 2023 (-193.400 parados) más entre los hombres (-100.400) que entre las mujeres (-93.000), precisamente porque ellas fueron más “activas” (+344.200) que los hombres (+254.400). Y sólo bajó entre las personas de 25 a 54 años (-220.000 parados), aumentando el paro en el resto de edades, sobre todo en los jóvenes (+17.300 parados) y mayores (+9.400 parados entre los mayores de 55 años), porque son los grupos más “activos”, que se han lanzado más a buscar trabajo. El paro ha bajado en la industria (-29.900), la agricultura (-21.300), la construcción (-19.100 parados), y, sobre todo, entre los que perdieron el empleo hace más de un año (-108.100 parados) o lo buscan por primera vez (-19.000). Eso sí, subió en los servicios (+4.100 parados). Y hay regiones donde el paro bajó porcentualmente mucho más que la media (-6,40%): Cantabria (-26,45%: -7.400 parados), País Vasco (-25,10%: -22.600 parados),  Asturias (-16,55%: -10.700 parados, Castilla la Mancha (-13,54%: -19.900 parados), Madrid (-13,06%: -54.200) y Galicia (-12,66%: -16.600 parados), siendo mucho menor la bajada en Cataluña (-5,4%: -20.900 parados).

La cifra total de parados EPA se aleja más de los 3 millones y cierra el año 2023 con 2.830.600 parados (que se consideran parados en la Encuesta del INE, aunque sólo 2.707.456 estaban registrados en las oficinas de empleo). Es la primera vez desde 2007 (1.927.600 parados) que España baja un año de los 3 millones de parados EPA: en 2022 se cerró con 3.024.000, en 2020 se alcanzaron los 3.719.800 (por la pandemia), en 2019 había 3.191.900 y hacia atrás llegamos al récord de parados de 2012 (6.021.000, más del doble que hoy), por los efectos de la crisis financiera y los ajustes, después de venir de 3.207.900 parados en 2008. La  tasa de paro (% de parados sobre mayores de 16 años) baja en 2023 al 11,76%, mejor que antes de la pandemia (13,78%) y la mitad que en lo peor de la crisis (25,77% de paro en 2012), está por debajo de la de 2008 (13,79%) y sólo es más alta que en 2007 (8,57%). Eso sí, todavía casi duplicamos la tasa de paro de Europa (5,9%) y casi cuadruplicamos la de Alemania (3,1%). Lo más preocupante, la tasa de paro juvenil (menores de 25 años) también ha bajado, al 28,36% (14,5% en la UE-27 y 5,6% en Alemania).

Hay otros datos preocupantes del paro en España que también mejoran. El primero, que a finales de 2023 había 932.400 hogares con todos sus miembros en paro, -115.100 que en 2022 y bajando por primera vez del millón. El segundo, que seguimos con 7 regiones que tienen una tasa de paro superior a la media (11,76%), aunque mejoró en 2023: Ceuta (28,35%), Melilla (27,42%), Andalucía (17,60%), Extremadura (16,29%) y Canarias (16,19%), sobre todo, aunque también Comunidad Valenciana (12,65% de paro) y Asturias (11,81%). Y que contrastan con las 3 autonomías que tienen una tasa de paro casi europea: País Vasco (6,33%), Cantabria (7,48%) o Aragón (7,85%), aunque también tienen poco paro Cataluña (8,97%), Navarra (9,32%), Castilla y León (9,50%) y Madrid (9,72%), según la EPA. El tercer dato preocupante que mejora es el paro de larga duración: hay 1.140.500 parados que llevan sin trabajar más de un año, 142.300menos que hace un año, aunque todavía suponen el 40,9% de todos los parados (son mayores de 45 años, mujeres y jóvenes).

Este paro de larga duración provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren entonces ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza (lo están el 47,1% de los parados, según el INE). En noviembre de 2023 (último dato de Trabajo) cobraban alguna ayuda 1.824.163 beneficiarios (833.872 cobraban 982,70 euros al mes de subsidio contributivo y el casi millón restante cobraban un subsidio asistencial de 480 euros). Eso supone que cobraban una ayuda el 64,44% de parados estimados por el INE (y el 67,37 de los parados registrados en el SEPE). A lo claro: 1 de cada 3 parados no cobra nada. Una cobertura baja, pero que mejoró en 2023 (cobraban el 58,85% parados en 2022).

Vistos los datos finales de 2023, queda claro que el empleo se mantiene con fuerza, a pesar de que crecemos la mitad (+2,4% este año frente al +5,8%), los altos tipos de interés (los mayores desde 2001), la alta inflación (aunque ha bajado a la mitad, del 8,40% al 3,55% en 2023), las tensiones políticas internas y los conflictos geopolíticos (Ucrania y Palestina). En este complejo escenario, España ha creado 1.280.000 nuevos empleos desde 2019 (antes de la pandemia), y ha reducido el paro en -361.300 parados en los últimos 4 años. Y algo llamativo: España es el país europeo que ha creado más empleo desde 2019, un +7,2%, más que Francia (+5,1%) y mucho más que Italia (+2,7%), Alemania (+1,4%) o Reino Unido (+0,1%). De hecho, casi 1 de cada 3 empleos creados en Europa en 2023 se crearon en España. Son datos, no propaganda del Gobierno Sánchez.

Y lo más importante no es sólo que haya más de 21,2 millones de personas trabajando en España, una cifra nunca vista, sino que los que trabajan ahora tienen empleos más estables y menos precarios, tras la aplicación de la reforma laboral (marzo 2022). En 2023, el 42,87% de los contratos firmados ese año (15,44 millones) fueron contratos indefinidos, por encima del porcentaje de indefinidos firmados en 2022 (38,37%), que suponían un gran salto sobre el bajísimo porcentaje de contratos indefinidos que se hicieron en 2021 (10,9%) y entre 2014 y 2020 (eran entre el 6 y el 8% de los nuevos contratos). Con ello, ya se está notando el efecto en las plantillas: a finales de 2023, el 83,5% de los asalariados (más de 15 millones) tienen un contrato indefinido, cuando en 2021 sólo lo tenían el 74,6%. Ya no es sólo que haya 1.062.900 ocupados  más que hace sólo 2 años, es que ahora hay 2.395.300 asalariados más con un contrato indefinido que en 2021. Ese es el gran cambio.

Ahora, tras este detallado balance de 2023, queda hablar del empleo en 2024. Los “expertos” (que se equivocan cada año con sus previsiones) esperan que España cree menos empleo en 2024 que en 2023 (también se esperaba en 2023 y se ha casi triplicado). Pero sí, parece lógico pensar que si la economía va a crecer menos en 2024 (+1,6% frente a +2,4%), el empleo también crezca menos: entre un +1,4% que estima el Gobierno (supondría crear +300.000 nuevos empleos, menos de la mitad que en 2023), el +1,3% del Banco de España ( +270.000), el +1,2% que prevé la Comisión Europea (+250.000), y el +1% que apuesta el FMI (+210.000). Que se acierte, se supere o se pierda empleo (algo que no pasa desde la pandemia de 2020 y antes, desde 2013) dependerá de que Europa recupere su débil economía y de que España mantenga su mayor crecimiento, para lo que son claves el turismo, la inversión de los Fondos UE, las exportaciones y mantener el consumo, lo que exige mayores subidas de salarios (por encima del 3,5%). Y claro, que no haya más conflictos geopolíticos y no vayan a peor los de Ucrania y Palestina.

Con todo, España no debería dormirse en los récords y el Gobierno y las fuerzas sociales deberían dar un impulso al empleo en 2024. Por dos razones. Una, porque quizás se estén agotando los efectos positivos de la reforma laboral y el tirón post-pandemia, con lo que el mercado laboral tiene ahora menos fuerza. Y la otra, de fondo, porque aún tenemos casi el doble de paro que Europa y mucho menos empleo. Porque aunque hayamos creado mucho estos años (tras dos grandes crisis), el empleo ha crecido menos que la economía. Basta ver este dato: el PIB español aumentó un +28,18% entre 2007 (1.075.539 millones) y 2023 (1.378.690 millones), pero el empleo creció sólo un +2,37%, casi 12 veces menos que la economía. Producimos una cuarta parte más que en 2007 con sólo 493.500 trabajadores más. Eso indica que las plantillas están cortas, que falta personal, lo que ya vemos en muchos sitios. De hecho, en España trabaja menos gente que en Europa: el 65,7% frente al 70,4% en la UE-27 y el 77,3% en Alemania. A lo claro: que si trabajáramos como la media de europeos, tendría que haber 2,2 millones más trabajando en España.

Así que estaría bien que el Gobierno, los sindicatos y la patronal (y la oposición, pero eso parece imposible) acordaran un Plan de choque para relanzar el empleo en 2024 y 2025, sobre tres bases: impulso a la formación y reciclaje de los trabajadores (para ajustar la mano de obra a lo que piden las empresas, que se quejan de no encontrar personal), reforma del desempleo y de las oficinas de empleo  (para que haya más parados cobrando algo más, a cambio de formación y acompañamiento personalizado para recolocarles) y políticas activas para emplear más a  jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. Un Plan que exige medios y fondos, pero sobre todo la colaboración de autonomías, empresas y sindicatos. Pero debería ser posible. Porque el empleo sigue siendo la 1ª preocupación de los españoles (no la amnistía ni el politiqueo diario). No lo olviden.