lunes, 31 de julio de 2023

Verano 2023: récord de turistas y precios

Esta semana se completa la estampida de las vacaciones de verano, con un país lleno de turistas nacionales y extranjeros. España cuelga el cartel de “Completo” y afronta un verano récord, donde se esperan 32 millones de turistas extranjeros (entre julio y septiembre), 3 millones más que el verano récord de 2019. Y con un récord también de precios turísticos, un 20% más altos que antes de la pandemia, sobre todo vuelos, hoteles y restaurantes. Así que viajaremos y gastaremos más este verano, aunque eso obligue a reducir algo la estancia. Y recordemos que  un tercio de españoles no pueden tomarse una semana de vacaciones, según el INE. Con este nuevo récord del turismo (se esperan 85 millones de extranjeros este año), es hora de plantearse un turismo menos masivo y más sostenible, más repartido por todo el año y sin los precios disparados. Porque hay zonas a punto de estallar y no podemos matar a la gallina de los huevos de oro. ¡Buen verano!

Enrique Ortega

El turismo en España afronta el 2º verano de la recuperación, tras la debacle que supuso la pandemia en 2020 y 2021. Y se espera superar la ocupación y el gasto de 2019, el último verano récord, con casi 29 millones de visitantes extranjeros entre julio y septiembre. De momento, los últimos datos oficiales son de enero a mayo y registran una entrada de 29.178.962 turistas extranjeros, sólo 167.000 menos que en 2019. Y todo apunta a que la llegada de turistas ha aumentado en junio, superando ya la cifra de los primeros 6 meses de 2019.Y con una ocupación en máximos en julio y reservas a tope para agosto y septiembre, el sector espera un verano de récord histórico, con un 10,9% más de actividad turística que en 2019, según la estimación de Exceltur. Eso supondría que los 28,9 millones de turistas extranjeros del verano 2019 serían este verano 32 millones. Y si hasta mayo ya se gastaron un 19% más que en 2019, este verano el gasto de los turistas extranjeros podría batir todos los récords, superando los 40.000 millones de euros entre julio y septiembre (+20% sobre gasto  verano 2019).

El turismo, junto a las exportaciones y la inversión, está manteniendo el crecimiento y el empleo en España y todavía dará un empujón más este verano, donde se han disparado los viajes, los vuelos y las reservas hoteleras (+17% sobre 2019), por toda España, sobre todo en las costas e islas (especialmente Baleares), aunque también los destinos de interior, según Exceltur. Los extranjeros están copando el 55% de estas reservas, no sólo los turistas europeos sino los americanos y asiáticos, cuyas llegadas repuntan otra vez. Y además de aumentar la demanda turística, está aumentando el gasto, por la subida generalizada de precios en los paquetes turísticos (+19,7%), los vuelos internacionales (han subido un 9,3%), los hoteles (+8,4%) y restaurantes (+6,3%).

A favor de un verano récord de turistas está la fortaleza del empleo, en Europa y en España, que está disparando las ganas de viajar a cualquier precio, tras el estancamiento de la pandemia. Además, han aumentado los paquetes turísticos y la oferta de vuelos internacionales, favoreciendo la llegada de turistas de América y Asia. En contra de la afluencia de turistas este verano juegan los altos precios de los vuelos internacionales (han subido un 30% sobre 2019, según Eurostat), los altos precios en España y la creciente competencia de otros paises mediterráneos, como Turquía o Egipto, donde la devaluación de sus monedas  (hasta un 50%) atrae a turistas británicos y alemanes. Pero en las últimas semanas, las altas temperaturas y los fuegos reiterados (Italia, Grecia, Túnez) han frenado algunas reservas al sur del Mediterráneo, aunque también podría afectar a España.

La estimación de Exceltur es que el sector turístico consiga  este verano un récord de visitantes e ingresos, tanto por los turistas españoles como por los extranjeros, con un +10,9% de facturación, que será mucho mayor en las zonas donde se esperan más turistas: Baleares (+25,8% de facturación sobre 2019), Asturias (+23%), País Vasco (+21,2%), Cataluña (+21%), Madrid (+20,1%), Galicia (+17,6%), Andalucía (+17,5%), Comunidad Valenciana (+15,5%) y Canarias (+15,4%).

El punto negro de este verano turístico será los altos precios, desde los vuelos y viajes a  la reserva de apartamentos y hoteles más los bares y restaurantes, que han disparado sus tarifas aprovechando la alta demanda. Los paquetes turísticos internacionales subían en junio un 9,3% anual, los paquetes turísticos nacionales un 17,1%, los paquetes internacionales un 19,7%, los hoteles un 8.4% (tras subir otro 11,7% en 2022) y los restaurantes un 6,3%, según el IPC de junio (INE). Ryanair, la aerolínea europea con más pasajeros, ha anunciado una subida de tarifas de al menos un 10% sobre las del verano pasado y lo mismo hace el resto. En el caso de los hoteles, arrancan la temporada de verano con precios que superan en un 20%  los de 2019, según reconoce la patronal Exceltur. Y el precio medio por noche en un hotel se sitúa ya en 158 euros, lo que indica que muchos pagarán más de 200 euros diarios por habitación. Y en el caso de apartamentos, los alquileres rozan en muchas zonas los 2.000 euros por semana (250 euros más que en 2022). También se han disparado los precios de alquilar un coche y otros servicios turísticos, lo mismo que las tarifas de bares y restaurantes en zonas turísticas (repletos).

Ante esta subida disparada de precios turísticos, los españoles y extranjeros reaccionan recortando sus vacaciones algunos días (se viaja una semana o incluso menos), pero manteniendo su gasto o incluso subiéndolo respecto al verano pasado. Y aumenta la ocupación en campings y casas rurales más baratas, así como el turismo de interior (más barato) y en el norte de España (con menos calor). Además, esta subida de precios turísticos sube el porcentaje de españoles que no pueden cogerse ni una semana de vacaciones, según la Encuesta de Condiciones de Vida (INE): eran un tercio de los españoles, un 33,5% en 2022, más que en 2021 (32,7%) y que en 2019 (33,4%).

Otro punto negro del turismo en España es que anda “corto de personal”. El turismo y la hostelería son uno de los motores del empleo en España, pero muchas empresas tienen poco personal para la alta demanda, desde los aeropuertos hasta los hoteles, pasando por bares, restaurantes, empresas de alquiler y servicios. En el último año, el empleo turístico ha aumentado en 146.184 empleados (+5,6%), alcanzando en junio una plantilla récord de 2.765.865 empleos en el sector turístico en España. Es el doble de lo que ha crecido todo el empleo en España en el último año (+588.700 empleos, un +2,9%), pero la mitad de lo que ha crecido la facturación de las empresas turísticas (+10,9%). Y basta ir a un hotel, a un restaurante o a un bar en zonas turísticas para sufrir colas y esperas.

Los empresarios turísticos se quejan de que “no encuentran personal”, lo que puede ser cierto en algunos trabajos (cocineros, ayudantes de cocina, gestores…) pero no en la mayoría de trabajos, donde no hay personal porque no se le ha formado (FP y formación propia), porque se le paga poco (el salario medio en hostelería es el más bajo de España : 14.631 euros brutos en 2021, según el INE, 1.036 euros netos al mes en 12 pagas) y tienen jornadas excesivas y, sobre todo, porque muchos empleados no pueden pagar los alquileres que les cobran en los pueblos y ciudades turísticas. En consecuencia, las empresas turísticas afrontan este verano récord “cortas de personal” y con muchos trabajadores poco formados, lo que redunda en perjuicio del cliente, que sufre una peor atención (y más cara).

Un tercer problema este verano es la sobresaturación turística en algunas zonas, sobre todo en Baleares y playas de la Costa Brava, Levante y la Costa del Sol. Seguimos con pueblos y ciudades que multiplican por 10 (y hasta por 50) su población en julio y agosto, lo que supone importantes problemas de accesos, aparcamientos y servicios, desde la falta de agua (más con la grave sequía actual) a la atención sanitaria o la vigilancia de playas (no es casualidad el récord de muertes por ahogamiento (sólo en junio y julio, 124 fallecidos). Parece claro que hay zonas turísticas congestionadas, donde el exceso de oferta de camas (alquileres turísticos) no ha ido acompañado de una mejora de servicios, provocando además protestas de los vecinos habituales (Mallorca o Barcelona), una “turismofobia, que no se afronta.

Pero bueno, la mayoría no piensa en estos problemas, sólo en salir corriendo, coger el coche, un vuelo o un tren y disfrutar de sus vacaciones, aunque le esperen precios altos y colas para todo. Y unas altísimas temperaturas. Precisamente, el mayor problema de futuro del turismo es el Cambio Climático, sobre todo en el Mediterráneo y el sur de Europa, que va a sufrir más que el resto de Europa las altas temperaturas, los incendios y la sequía. Y esto va a condicionar el turismo futuro. De hecho, ya ha empezado a hacerlo: el número de europeos dispuestos a viajar al área mediterránea entre julio y noviembre ha caído un -10% respecto a 2022 por el clima, según la última Encuesta de la Comisión Europea de Viajes. Esto va a beneficiar en el futuro a los destinos turísticos de la Europa del norte y, dentro de España, al turismo de interior y de Galicia, Asturias, Cantabria y Euskadi, que ya este verano superan su ocupación tradicional de turistas.

Pero el Cambio Climático, además de un problema para el turismo español, puede ser también una oportunidad, para “desestacionalizar” la llegada de turistas fuera del verano, que concentra casi la mitad de los visitantes extranjeros (37,66 millones viajaron en 2019 de julio a septiembre de 2019, un 45% del total en sólo tres meses). Y dentro del obligado proceso de “reconversión turística” que pide el sector, urge afrontar unareconversión medioambiental, tanto en los servicios (agua, instalaciones, accesos, aparcamientos, protección civil y anti incendios, vigilancia playas) como en la oferta turística (zonas de sombra, árboles, itinerarios y visitas), para afrontar el aumento de las temperaturas.

Bueno, todo esto quedará como “deberes” para la vuelta de vacaciones, para el futuro Gobierno y los Ayuntamientos y autonomías que viven del turismo y que llenan sus playas y ciudades sin ordenar un crecimiento turístico que no puede ser infinito, aunque mantenga el crecimiento español, el negocio de muchos y 14 de cada 100 empleos. Hay que pararse, tras otro verano récord, y evitar matar la gallina de los huevos de oro. Mientras, no sufran mucho con el calor y los precios y disfruten del verano. ¡Felices vacaciones!

jueves, 27 de julio de 2023

EPA junio 2023: empleo histórico

En España hay ya más de 21 millones de personas trabajando, la mayor cifra de nuestra historia y 303.300 más que en 2007, según los datos de la EPA conocidos hoy. El empleo se ha disparado en el 2º trimestre (+603.900 ocupados), por la Semana Santa y las contrataciones para el verano. Y hay 2,10 millones de trabajadores fijos más que antes de la reforma laboral. Son datos impresionantes, pero no podemos echar las campanas al vuelo: España tiene el doble de paro que Europa, aquí hay 1,7 millones de personas menos trabajando de las que debería y todavía hay muchos parados que no cobran ningún subsidio (40%) y que no encuentran trabajo (mayores de 45 años y muchas mujeres y jóvenes). Además, todo apunta a que después del verano, crecerá menos la economía y el empleo, por la subida de tipos y el estancamiento en Europa. Por eso, el futuro Gobierno, la patronal y los sindicatos deberían pactar un Plan de empleo, para llegar a los 22 millones de trabajadores.

Enrique Ortega

El 2º trimestre del año suele ser bueno para el empleo, por la Semana Santa y los contratos previos al verano, salvo en 2020, cuando la ocupación cayó en picado entre abril y junio (-1.074.000 empleos), por la pandemia y el confinamiento. Este año 2023, tras un primer trimestre donde cayó el empleo (-11.100), el 2º trimestre ha dado la sorpresa y el empleo ha crecido en 603.900 personas, según la EPA, casi el doble que en la primavera pasada (+383.300 empleos) y la mayor subida en este trimestre de nuestra historia, a pesar de la guerra de Ucrania y la alta inflación. Con ello, se afianza  la recuperación del empleo iniciada el verano pasado y la ocupación aumenta en 588.700 empleos en el último año, con 21.056.700 personas trabajando en España a finales de junio, la mayor cifra de ocupados de toda nuestra historia (el anterior máximo fue en septiembre 2007: 20.753.400 ocupados).

En el 2º trimestre, el aumento del empleo ha sido gracias a los servicios (+606.000 empleos creados), sobre todo la hostelería, el turismo y el comercio, pero también ha creado mucho  empleo la construcción (+60.900) y la agricultura (+1.500 empleos), bajando sólo en la industria (-64.500).  El empleo se ha creado sólo en el sector privado (+610.100 empleos), mientras bajaba en el sector público (-6.200), por el fin de contratos en enseñanza y sanidad, según la EPA. La mayor creación de empleo se haya dado entre los hombres (+332.200 empleos frente a +271.800 entre las mujeres) y entre los jóvenes (+292.100 empleos, casi la mitad, se los llevaron los menores de 35 años) y los mayores de 45 años (+259.500 nuevos empleos). Y por autonomías, el empleo ha crecido en el 2º trimestre en todas, salvo en Ceuta (-1.200), subiendo más en Cataluña (+132.700), Baleares (+108.100), Madrid (+77.300) y Andalucía (+52.600).

La importante mejora del empleo en el 2º trimestre (+ 603.900 empleos) no se traducido toda en una bajada similar del paro (-365.300 parados, la mayor reducción en este trimestre de nuestra historia) porque en paralelo han aumentado los españoles activos, las personas que buscan trabajo ahora, tras lo peor de la pandemia: los “activos” han aumentado en 238.600 personas, impidiendo bajar más las cifras del paro. Es un proceso que se ve trimestre a trimestre (hay 431.700 personas más buscando trabajo que hace un año). Y ya hay más adultos “activos” (trabajando y buscando trabajo) que en 2019: 23.819.200 frente a 23.158.800 a finales de 2019. Todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo mismo que ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo.

El  paro ha bajado en el 2º trimestre (-365.300 parados) gracias sobre todo a los servicios (-208.600 parados), por el tirón en el turismo, la hostelería y el comercio, y a los que perdieron su primer empleo hace un año (-86.200 parados ahora), bajando también el paro en la industria (- 19.100) y la agricultura (- 5.700) y sobre todo, en la construcción (-23.400 parados), según la EPA de junio. El desempleo baja sobre todo entre las personas de 25 a 54 años (- 328.500 parados) y sólo sube entre los jóvenes de 16 a 19 años (+ 700 parados). Y también baja más el paro entre las mujeres (-213.300) que entre los hombres (- 152.000 parados). Por autonomías, baja en todas, salvo en Ceuta (+1.400 parados), destacando la bajada del paro el 2º trimestre en Cataluña (-70.400), Baleares (-68.600), Madrid (-49.900) y Canarias (-22.700 parados).      

La cifra total de parados EPA sigue por debajo de los 3 millones (2.762.500 parados a finales de junio 2023), un dato que no se veía desde septiembre de 2008 (2.600.700 parados). Y la tasa de paro baja al 11,60%, según la EPA, mucho más baja que antes de la pandemia (13,78% en 2019) y la menor tasa de paro desde el verano de 2008 (11,33%). Eso sí, todavía duplicamos la tasa de paro europea (5,7% en la UE-27) y casi cuadruplicamos la alemana (2,9% de paro), según Eurostat. También baja algo este trimestre la tasa de paro de los jóvenes (menores 25 años), al 27,94% (13,9% en la UE-27).

Hay otros datos preocupantes del paro que también mejoran. El primero, que hay 916.000 hogares con todos sus miembros en paro (-139.300 hogares menos que el trimestre pasado). El segundo, que seguimos con 5 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa”, aunque ahora casi todas bajan del 20%: Ceuta (27,37%), Melilla (19,42%), Andalucía (18,05%), Extremadura (17,05%) y Canarias (15,25%), que contrastan con 6 autonomías que tienen una tasa de paro casi europea (7,13% el País Vasco, 7,15% Baleares, 8,12% Cantabria, 8,59% Aragón, 8,79% Navarra y 8,94% Cataluña). Y el tercero, que bajan los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son 1.113.200 parados, el  40,29 % de los parados (eran el 41,72% el trimestre pasado, pero el 43,5% a finales de 2019).

Esto provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En mayo de 2023, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.668.948 desempleados: menos de la mitad (41,8%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado) de 954,70 euros de media y el resto (58,14%%) cobraban un subsidio asistencial de 480 euros. Así que sólo el 62,07% de los parados registrados en las oficinas de empleo cobran algún subsidio. Pero en realidad, con los datos del paro estimado hoy (2.762.500 parados), sólo cobran alguna ayuda el  60,41% de los parados EPA. Eso significa que más de un tercio de los parados (39,59%) no cobran ninguna ayuda pública, empeorando la cobertura sobre 2019 (no cobraban el 38,5%). Así que baja el paro, pero también los que reciben ayudas.

Visto los datos del empleo y el paro en el 2º trimestre de 2023, queda patente que España supera la crisis de la guerra de Ucrania y la inflación, porque tenemos más ocupados (+ 871.800) y menos parados EPA (- 341.300) que a finales de 2021. Concretando más, desde el inicio de la guerra (24F) hasta finales de junio, hay 1.045.028 afiliados más a la Seguridad Social, con un récord de 20.869.939 afiliados, tras 17 meses consecutivos de aumento (desde febrero de 2021). Y el paro registrado se ha reducido, a pesar de la guerra y la inflación, en -1.319.947 parados desde febrero 2021 hasta junio 2023, según Trabajo.

Con todo, la mejor noticia es que el empleo que se sigue creando en 2023 es menos precario, de más calidad, gracias a la reforma laboral aprobada a finales de 2021. Ahora, con los datos de Trabajo del primer semestre, el balance es espectacular: el 44,71% de todos los contratos firmados de enero a junio fueron indefinidos (3.426.400 contratos), muchos más que el 38,37% de contratos fijos hechos en 2022 (la reforma laboral entró en vigor el 31 de marzo) y cuatro veces los contratos fijos hechos en 2021 (sólo el 10,9% fueron indefinidos).  Y siete veces los contratos fijos hechos entre 2014 y 2020 (entre el 6 y el 8% de los contratos fueron indefinidos). Más de la mitad de los nuevos contratos son a tiempo completo (4.324.800, el 56,4% del total), mientras bajan los contratos a tiempo parcial (2.170.300 este año) y crecen también los fijos discontinuos (1.167.700), sobre todo en turismo y hostelería para trabajadores que son fijos aunque trabajan sólo unos meses al año (y el resto del tiempo no cuentan como parados aunque estén inactivos, una norma que viene de 1985).

Tras esta nueva subida del empleo indefinido en el 2º trimestre, aumentan los asalariados con contrato fijo (indefinido): eran ya 14.760.700 asalariados a finales de junio, el 82,67 % del total,  2,10 millones de trabajadores fijos más que antes de la reforma laboral (había 12.665.800 asalariados fijos a finales de 2021, el 74,61% del total). Y el porcentaje de trabajadores temporales baja del 25,39% al 17,32% ahora, todavía más alto que la media de temporalidad en Europa (12,1% en 2022).

Ahora, es espera que el empleo siga mejorando en el tercer trimestre, aunque menos que en este 2º (el verano pasado se crearon +77.700 empleos), gracias a un récord de turistas y al empujón de las exportaciones y los Fondos europeos. El problema puede venir en otoño, cuando se acabe el tirón turístico y llegue la incertidumbre por la formación de un nuevo Gobierno. Y sobre todo, si persiste el estancamiento en Europa, agravado por las 9 subidas de tipos de interés: el FMI apuesta por un mínimo crecimiento del  0,9% en la zona euro (y recesión en Alemania) que puede frenar las exportaciones españolas y el turismo, responsables de dos terceras partes del crecimiento español (2,5% prevé el FMI este año) y el empleo. Estos factores, más la guerra comercial entre EEUU y China (que está creciendo menos), hacen temer una menor creación de empleo en otoño e invierno. Con todo, la última previsión del Gobierno Sánchez enviada a Bruselas, en abril, con el Plan de estabilidad 2023-2026, estimaba una creación de empleo de 450.000 nuevos empleos este año 2023, casi el doble de los 279.000 creados en 2022, por la alta inflación y la guerra en Ucrania.

En definitiva, tenemos datos récord de empleo y paro en España, a pesar del estancamiento en Europa, la inflación y la guerra, pero no podemos echar las campanas al vuelo. Primero, porque seguimos teniendo el doble de paro que Europa, sobre todo entre los jóvenes. Segundo, porque en España trabaja menos gente que en el resto de Europa, con lo que deberíamos conseguir igualarnos en empleo para igualarnos en renta y riqueza. Los datos son impactantes: el España sólo trabajan el 64,4% de los mayores de 16 años, frente al 69,4 % de media en la UE-27 y el 76,9% en Alemania. Eso significa, a lo claro, que si nos equiparáramos a Europa, tendrían que trabajar 1.715.000 españoles más. Y si aspiráramos al nivel de empleo de Alemania, tendrían que trabajar 2.450.000 españoles más.

Así que el gran reto de España sigue siendo crear más empleo y bajar el paro a la mitad, para equipararnos a Europa. Eso exigiría un gran Pacto por el empleo en la próxima Legislatura, para la que el anterior Gobierno Sánchez prometió a Bruselas crear 1,1 millones de empleos y bajar el paro del 10% (9,8% en 2026). Todo va a depender de que se consiga configurar un Gobierno estable (algo difícil) y que los políticos, empresarios y sindicatos apuesten porque esta sea “la Legislatura del empleo”. Para ello, habría que actuar en dos frentes: ampliar y rejuvenecer las plantillas, ahora que la mayoría de las empresas han recuperado con creces sus ventas y beneficios de antes de la pandemia.

El primer reto es  ampliar las plantillas, porque en la mayor parte de los sectores y empresas hay una escasez de personal, debido a que han aumentando las ventas y la actividad más que las plantillas, lo que se nota en las colas y el nivel de atención a los usuarios. Baste un dato: la producción española (PIB) ha aumentado un +6,6% entre 2019 y 2022 (produjimos por valor de 1.245.513 millones antes de la pandemia y 1.327.108 millones el año pasado), mientras el empleo ha crecido sólo un +2,5% (+497.000 ocupados en estos 3 años). Eso ha permitido aumentar la productividad  y los beneficios de las empresas (un +43%, según Intermón Oxfam), pero no tanto el empleo, que sigue “corto” en muchas empresas y sectores. Y aunque la patronal y algunas empresas se quejan de que “no encuentran trabajadores formados”, la realidad es que muchas empresas no quieren ampliar plantillas, sobre todo ahora que tienen que pagar salarios más altos (+4,4% este año).

El segundo reto que tenemos, junto a crear más empleo, es rejuvenecer las plantillas, sustituyendo a unos trabajadores mayores por jóvenes, que siguen con pocas oportunidades de empleo. Aquí, el dato es también muy esclarecedor: los trabajadores con más de 45 años han pasado de ser un tercio del total (32,27% en 2007) a casi la mitad (49,67% en 2023). Y un 20,50% de los trabajadores actuales tienen más de 55 años, cuando sólo eran el 11,22% en 2007. Esto obliga a ir preparando su relevo, con contratos de jóvenes ligados a mayores para sustituirlos en la próxima década. Un relevo generacional que no se está dando.

Y hay un tercer reto, del que apenas se habla: hay que promover la creación de empleo en tres colectivos que tienen serios problemas hoy para trabajar: los mayores de 45 años, las mujeres y los jóvenes. El problema de los parados mayores es un drama: suponen ya 1.146.400 desempleados, casi la mitad de los parados  (son el 41,5% del total)  y no ven una salida, porque las empresas no quieren ni sus currículos. En cuanto a las mujeres, todavía hay 1.485.000 en paro, una tasa de desempleo del 13,6% (frente al 10,2% los hombres). Y además, tienen peores contratos (más temporales y a tiempo parcial) y por eso ganan un 18,4% menos. Y los jóvenes siguen con una tasa de  paro elevadísima (27,94%, frente al 13,9% en Europa y el 6,1% en Alemania) y sin facilidades para trabajar, sobre todo los menos formados, lo que exige un Plan específico de empleo juvenil y promover contratos de relevo.

En resumen, debemos felicitarnos porque en España trabaje más gente que nunca, pero todavía tenemos poco empleo y demasiado paro, sobre todo concentrado en los mayores, las mujeres y los jóvenes, que siguen esperando una oportunidad. Esto es lo que debería concentrar los esfuerzos la próxima Legislatura. Porque el empleo es la base de todo.

lunes, 24 de julio de 2023

9ª subida de tipos (y prometen más)

Este jueves 27 de julio, el BCE subirá los tipos de interés hasta el 4,25%, el más alto desde 2008. Es la 9ª subida en el último año y no será la última: estudian subir otro 0,25% en septiembre y mantener los tipos altos, sin bajarlos casi, hasta 2025. La inflación en la zona euro ha bajado del 10,1 al 5,5%, no por la subida de tipos sino por la caída del precio del petróleo, gas, electricidad y alimentos. Y hay paises con la inflación muy baja, como España y Bélgica (1,6%), Grecia (2,8%) o Portugal (4,7%). Las subidas dañan a familias (hipotecas), empresas y paises (deuda), estancando la economía europea y provocando la recesión en 4 paises  (incluida Alemania).El BCE defiende más subidas de tipos porque les preocupa el repunte (mínimo) de los salarios en Europa. Pero no les preocupó la subida de los beneficios empresariales, aunque reconocen que son culpables de dos tercios de la inflación. No suban más los tipos: es ineficaz y perjudicial.

Enrique Ortega

Los Bancos Centrales de todo el mundo siguen con su “cruzada” contra la inflación, subiendo reiteradamente los tipos de interés desde hace más de un año. El pasado 22 de junio, el Banco de Inglaterra sorprendió subiendo los tipos de interés un +0,5%, hasta el 5%, la subida nº 13 hecha en Reino Unido desde diciembre de 2021. Y ese mismo día, subieron los tipos un +0,25% el Banco central de Suiza (hasta el 1,75%) y un +0,50% el Banco central de Noruega (hasta el 3,75%). Ahora, todo apunta a que la Reserva Federal USA volverá a subir los tipos este miércoles 26 de julio, otro +0,25% (será la 11ª subida hecha desde marzo de 2022), colocando el precio oficial del dinero en el 5,50%, el tipo más alto desde 2001. Y un día después, este jueves 27 de julio, está previsto que el Banco Central Europeo (BCE) se sume a  esta ola de subidas, aumentando los tipos otro +0,25% (la 9ª subida desde julio de 2022), hasta el 4,25%, el precio más caro del dinero en Europa desde julio de 2008.

El problema no es sólo que el BCE se sume a las subidas del resto, sino que hay unanimidad entre los Bancos Centrales sobre que “tienen que seguir subiendo los tipos, según se vio en la Cumbre monetaria de Sintra (Portugal), a finales de junio: todos creen que las tensiones de precios siguen ahí y no pueden bajar la guardia. “Aún no hemos terminado el trabajo”, dijo Christine Lagarde, la presidenta del BCE. La Reserva Federal USA anticipó dos subidas más este año (la de julio y septiembre), lo mismo que el BCE, aunque se han levantado voces internas (en Italia, Portugal y Francia) sobre que hay que esperar a ver qué hace la inflación antes de hacer más subidas en septiembre. Pero la representante de la ortodoxia alemana en el BCE, Isabel Schnabel, lo dejó claro: “es mejor pasarse que quedarse corto…”.

Por si los defensores de más subidas no fueran suficientes, en EEUU y en Europa, el Fondo Monetario Internacional (FMI) salió a la palestra, el 19 de julio, pidiendo a la eurozona “endurecer aún más la política monetaria y seguir subiendo tipos”, porque “la inflación va a seguir siendo alta durante algún tiempo”. Es más, el FMI defiende también que los paises europeos recorten los déficits públicos y la deuda, suprimiendo las actuales ayudas contra la inflación, que consideran “culpables” de que los precios no bajen más, al mantener el consumo y la inversión de familias y empresas. Tras las ayudas de estos años contra la pandemia y la inflación, el FMI vuelve a los “ajustes”…

En este contexto de “ortodoxia monetaria”, de defensa a ultranza de las subidas de tipos como la mejor receta contra la inflación, son pocos los que levantan la voz contra las subidas de tipos, por sus efectos negativos sobre familias, empresas y paises. Curiosamente, a finales de junio, la italiana Meloni y el portugués Costa coincidieron en Bruselas en criticar las subidas del BCE, por ser “una receta simplista” (Meloni) o por no tener en cuenta la naturaleza de la inflación, aplicando “un mal diagnóstico y una terapia errónea” (Costa). Francia y Holanda tampoco ven claro seguir con las subidas de tipos en septiembre, lo mismo que España, aunque no podrá manifestarlo al presidir el semestre europeo.

El problema de la persistente subida de tipos es doble. Por un lado, es ineficaz, porque la inflación actual en Europa no está causada por una demanda disparada (“inflación de demanda”), que se pueda frenar encareciendo el precio del dinero, sino que estamos ante una inflación de costes (“inflación de oferta”), motivada por la subida disparada de la energía y los alimentos, ya antes de la invasión de Ucrania y agravada después. Así que por mucho que suban los tipos, eso no va a bajar los precios del petróleo, el gas, la electricidad o los alimentos. Por eso, los tipos empezaron a subir en la zona euro el 21 de julio de 2022, cuando la inflación era del 8,6% (en junio) y tras varias subidas, la inflación siguió aumentando, hasta un máximo del 11,1% en noviembre de 2022. Y sólo ha bajado este año, hasta el 5,5% en junio de 2023, porque han caído los precios del petróleo (por debajo de 90 dólares barril desde noviembre, 27 dólares ahora), el gas (27 dólares ahora frente a 72 a principios de año), la electricidad (92 euros/kWh frente a 147 euros en marzo) y los alimentos (el índice FAO de junio bajó -23,4% sobre marzo 2022). No porque los tipos hayan subido del 0 al 4,25% en un año.

El otro problema de la subida de tipos del BCE es que supone una receta homogénea para una inflación desigual entre paises. El precio oficial del dinero estará este jueves en el 4,25% para los 20 paises euro, un “ricino” igual para todos cuando su inflación es muy diferente: hay paises del euro con la inflación por debajo del 2%, el objetivo del BCE (1% Luxemburgo, 1,6% España y Bélgica), y otros con la inflación disparada (9% Estonia, 8,3% Croacia, 8,2% Lituania, 8,1% Letonia, 7,8% Austria, 6,8% Alemania, 6,7% Italia, 6,6% Eslovenia, 6,4% Holanda o 5,3% Francia), junto a una inflación moderada en Grecia y Chipre (+2,8%), Portugal (4,7%) e Irlanda (4,8%), según Eurostat. Y con una inflación aún más disparada en Hungría (19,9%), Eslovaquia (11,3%), Chequia (11,2%), Polonia (11%) o Rumanía (9,3%). En resumen: la receta ortodoxa de tipos altos hace falta a la Europa rica del norte pero no al sur, que tienen una inflación más baja. Pero el BCE impone tipos altos a todos.

El problema no es sólo que esta “receta” del “ajuste monetario duro” sea ineficaz (no baja la inflación, sobre todo la subyacente, sin energía y alimentos, porque se debe a una subida de márgenes, no a que la demanda esté disparada) e injusta para los paises con baja inflación, sino que además, tiene un alto coste para familias, empresas y paises, provocando una recesión en la economía europea, al frenar el consumo y la inversión. En el primer trimestre de 2023, la zona euro no creció nada (+0%), tras caer en el 4º trimestre (-0,1%). Y la UE-27 apenas crece: un +0,2% este 1º trimestre, tras caer --0,1% en el 4º de 2022. Hay 8 paises europeos cuya economía cayó en el primer trimestre 2023 (Alemania, Paises Bajos, Irlanda, Grecia, Malta, Estonia, Lituania y  Hungría) y 4 están en recesión (2 trimestres consecutivos cayendo): Alemania (-0,5 y -0,3%), la “locomotora europea”, Estonia (-1% y -0,6%), Lituania (-0,5% y -2,1%) y Hungría (-0,6 y -0,3%). Es lo que ha conseguido el BCE…

En España, que creció un +0,6% en el primer trimestre (un 4,2% anual, cuatro veces la media UE), el daño de la subida de tipos es muy evidente. Primero a los 4 millones de familias que están pagando una hipoteca y les sube la mensualidad al revisarla anualmente, por la subida del Euribor: en julio roza ya el 4,2%, cuando hace un año estaba en el 0,992% y en negativo hasta marzo de 2022. Esta continuada subida del Euribor (16 meses) ya ha provocado que muchas familias paguen más de hipoteca, una media de 260 euros más cada mes. Y eso está provocando problemas en las familias más vulnerables, sobre todo a 1.500.000 familias que tienen que destinar ahora más del 40% de sus ingresos a pagar la hipoteca (hay 600.000 familias con apuros para pagarla, según el Banco de España). Esta subida de tipos, además, retrae la compra de viviendas a jóvenes y nuevas familias (en mayo cayeron por 4º mes consecutivo la solicitud de hipotecas y las ventas) y encarece aún más los alquileres. Y también sube el coste de los créditos personales, para comprar un coche, electrodomésticos o un viaje: el tipo está ya al 8%, frente al 6,2% en 2022.

La subida de tipos del BCE también la sufren las empresas, sobre todo las pymes, que tienen ahora más difícil endeudarse (los bancos miran “con lupa” los préstamos) y más caro: los créditos hasta 250.000 euros han más que duplicado su coste (del 1,7% en 2022 al 4,66% en mayo), los créditos de 250.000 euros a 1 millón han triplicado el tipo (del 1,35 al 4,51%) y los créditos de más de 1 millón de euros han cuadruplicado su coste (del 0,83 al 4,34%), según los datos del Banco de España. Y en cuanto a los paises, la subida del BCE encarece los intereses que han de pagar por la deuda pública. En el caso de España, con una deuda de 1.542.000 millones de euros en mayo (el 112% del PIB), ahora tenemos que dedicar más recursos públicos a pagar intereses: el bono a 10 años, por el que se pagaba el 0,76% en febrero de 2022, saltó a un tipo del 3,657% en diciembre de 2022, al 3,408 el 15 de junio y el vienes ya había que pagar a los inversores el 4,467%... Sin estas subidas, ya estaba previsto  destinar  31.275 millones del Presupuesto 2023 a pagar los intereses de la deuda.

En definitiva, que la receta de subida de tipos del BCE, aunque sirve poco para bajar la inflación (baja por los mercados de la energía y los alimentos), es muy dañina para las familias, empresas y paises más endeudados, por lo que recorta la actividad y el crecimiento en toda Europa. Y más en la Europa del sur, donde las familias, empresas y paises son más vulnerables a las subidas de tipos, porque tienen menos ingresos, menos competitividad y mucha más deuda pública y privada. Así que “el ricino” del BCE nos hace más daño, aunque lo necesitemos menos porque tenemos menos inflación.

Pero el BCE, la Reserva federal y el resto de bancos centrales (todos poseídos de la misma “ortodoxia monetaria”) siguen diciendo que “su trabajo no se ha acabado”, que seguirán las subidas (en septiembre) y que no habrá bajadas en 2024, quizás en 2025, cuando esperan que la inflación vuelva al 2%. Ahora, lo justifican en que “temen un repunte de los salarios”, que reanime la inflación en los próximos meses en Europa. Su argumento es que “falta mano de obra” en todos los paises y que como la actividad y la demanda sigue, hay “tensiones” en el mercado laboral que llevarán a mayores subidas de salarios. Y eso llevará a las empresas a nuevas subidas de precios para compensar los mayores costes salariales.

Los últimos datos de Eurostat sí revelan una subida de los costes salariales en el primer trimestre de 2023, tras tres años de bajos salarios por la pandemia y la inflación: han subido una media del +5% en la UE 27, frente al +3,3% que subieron al inicio de 2022. Pero, curiosamente, donde más suben los salarios es en la Europa rica del norte, la que tiene más inflación: Bélgica (+10,1%), Paises Bajos (+7,5%), Austria (+6,2%) y Alemania (+5%), mientras crecen menos en España (+4,4% en el primer trimestre), Francia (+4,3%) o Italia (+17%). Así que, de nuevo, el BCE aplica su ricino de subir tipos para frenar subidas de salarios que se están dando más en la Europa rica, que gana más por hora trabajada (39,5 euros en Alemania, un 40,5% más que los 23,5 euros por hora que se cobran en España).

Pero hay más. El BCE se preocupa ahora porque los salarios puedan subir este año y reanimar la inflación pero no se ha preocupado nada de la subida de los márgenes y beneficios empresariales en 2022. El propio BCE lo reconoció a finales de marzo: dos tercios de la subida de la inflación en Europa ha sido por la subida de los márgenes empresariales (beneficios) sobre todo en la energía, agricultura, industria, construcción, hostelería y restauración. Algo que contrasta con las subidas de precios entre 1.999 y 2022, cuando sólo en una tercera parte se debieron a subidas de los beneficios. Pero mientras el BCE no hacía nada para contener estos márgenes empresariales, ahora proponen seguir subiendo los tipos para frenar la subida de los salarios, que han perdido poder adquisitivo entre 2019 y 2022 en el sur de Europa (-5,7% en España, -0,3% en Italia) mientras lo ganaban en Alemania (+0,5%), Francia (+1,9%), Paises Bajos (+4,5%) y la mayoría de paises de la OCDE (+0,8%). No frenaron los beneficios récord que han disparado la inflación y ahora quieren frenar la subida de unos salarios que han pagado con su devaluación las últimas crisis.

El BCE y los demás “ortodoxos monetarios” se equivocan, a costa de los paises, familias y empresas más vulnerables. Si siguen por este camino, Europa seguirá estancada y se agravará la recesión en otoño, cuando no contemos tanto con la ayuda del turismo (verano récord) y las exportaciones (entorpecidas por los problemas del comercio mundial y un euro fuerte, que ha provocado una subida del 9,4% para los productos europeos que se paguen en dólares), más la esperada desaceleración de la economía China en la segunda mitad de 2023. Y además, se notarán más los efectos recesivos de los tipos altos, que hacen su mayor daño a partir de los 18 meses de iniciarse (diciembre 2023). Una economía europea estancada y con una inflación todavía alta, es el otoño que nos espera si el BCE mantiene su política de tipos altos y si los paises UE no toman medidas para seguir reanimando la economía, para no suprimir ayudas hasta que se acabe la guerra y Europa vuelva a crecer como antes. Dejen de remar a la contra.

jueves, 20 de julio de 2023

Elecciones 23-J: avanzar o retroceder

Este Blog lleva casi 13 años analizando la economía, desde la crisis financiera a la pandemia, la inflación y la guerra. Y estamos mejor que hace 5 años, a pesar de las 2 últimas crisis: crecemos 4 veces más que Europa, se han creado casi 2 millones de empleos y tenemos menos del 2% de inflación. Eso sí, los salarios son bajísimos y un 9% de hogares no puede afrontar sus gastos esenciales, mientras empresas y bancos multiplican beneficios. Lo más positivo es que se han afrontado, por imposición de Bruselas, reformas claves para modernizar la economía: reforma laboral, subida SMI, reforma pensiones, digitalización, Ley de cambio climático, Ley de Residuos, Ley de Ciencia, Ley de empleo, impuestos a los beneficios… La mayoría con el voto en contra de PP y Vox. Ahora, no sólo votamos seguir mejorando la economía sino avanzar o retroceder en reformas claves. Y eso exige informarse, no votar a la contra o “con la tripa”. Nos jugamos mucho en estas elecciones. Y no sólo en economía.

Enrique Ortega

A la hora de hacer balance de esta Legislatura, quizás lo más importante es empezar con el gran cambio en la política económica que se ha dado, en España y en Europa, ante la doble crisis de la pandemia y la inflación y la guerra de Ucrania. Frente a la anterior crisis financiera, entre 2008 y 2014, los políticos europeos reaccionaron con políticas de ajuste duro, culpando a los paises del sur (los “PIGS”) de “haber vivido por encima de sus posibilidades” y recetándoles rescates (a Grecia, Irlanda, Portugal, Chipre y España, vía rescate banca) y recortes de gasto, que les hundieron en la recesión y provocaron la pérdida de renta y de millones de empleos. En el caso de España, los recortes superaron los 100.000 millones entre 2010 y 2014, hundiendo el Estado del Bienestar (sanidad, educación, Dependencia, gastos sociales, inversiones públicas…), la actividad , los ingresos de las familias y el empleo.

En las dos últimas crisis, la pandemia de 2020 y la alta inflación y la guerra de 2021 y 2022, la política económica europea (y española) ha cambiado radicalmente. La misma Ángela Merkel que impuso los ajustes de 2010 (con Francia, Holanda y la Europa rica del norte) fue la responsable de que Europa aceptara medidas de ayuda a las familias, empresas y paises afectados por la pandemia. Y que, el 21 de julio de 2020, aprobaran un Plan de Recuperación para Europa sin precedentes: 750.000 millones en subvenciones y créditos, centrado sobre todo en Italia y España (140.000 millones). En vez de recortes, un Plan de ayudas para aprovechar la crisis y modernizar la economía europea, con la digitalización y la lucha contra el Cambio Climático como prioridades. Y autorizando la emisión de deuda común europea, un tema históricamente "tabú".

Este cambio de política económica en Europa, ha permitido a España sortear mucho mejor estas dos crisis (pandemia, inflación y guerra) que la crisis de 2008. Y sin tantos costes laborales y sociales. Veamos el distinto balance. En la crisis de 2008, España tardó 12 años en recuperar el empleo perdido: los 19.493.050 afiliados de julio de 2007 no se recuperaron hasta julio de 2019 (19.533.210 afiliados a la SS). En la doble crisis de 2020 a 2023, España recuperó la afiliación de antes de la pandemia en año y medio: teníamos 19.408.537 afiliados en diciembre de 2019, cayeron hasta un mínimo de 18.458.666 afiliados en abril de 2020 y se recuperaron en junio de 2021 (19.500.277 afiliados a la SS). El “truco” fue la aprobación, en marzo de 2020, de los ERTES: en lugar de despedir a los trabajadores por la pandemia, se les “embolsaba” en los ERTES, pagándoles la mayor parte del salario y ayudando a empresas y autónomos. Si en la crisis de 2008, 3,8 millones de españoles perdieron su empleo, en esta doble crisis se evitó pasando a 3,5 millones de trabajadores a ERTES (abril de 2020), reduciendo la cifra a 2,6 millones en mayo de 2020, a 702.000 en diciembre y a sólo 33.085 dos años después, en abril de 2022.

Y junto a esta diferente política laboral, el Gobierno Sánchez (como el resto de Gobiernos europeos, de derechas y socialdemócratas) aprobó sucesivos paquetes de ayudas, a empresas, autónomos y familias, para sobrevivir a la pandemia primero y para compensar la inflación después, un gasto total de 45.000 millones de euros (no los recortes de Rajoy entre 2012 y 2014). El resultado de esta distinta política económica frente a la crisis ha sido triple: más crecimiento, más empleo y menos inflación.

España fue el país europeo que más cayó con la pandemia (--11,3% en 2020 frente al -5,7% en la UE-27), porque aquí fue mayor el confinamiento (la actividad laboral cayó un -63%, frente al -55% en Francia y el -47% en Alemania, por el menor impacto del teletrabajo) y por el enorme peso que tienen el turismo y los servicios (colapsados por el COVID). Pero somos también uno de los paises donde más ha crecido la economía en 2021 (+5,5%), 2022 (+5,5%) y primer trimestre de 2023 (+0,6%, frente al +0,1% en la UE-27). Y ahora, la economía española crece a un ritmo del +4,2% anual, impulsada por la exportación, el turismo y las inversiones europeas, lo que significa que crecemos 4 veces más que la media UE-27 (+1%) y que antes de la pandemia (+2% crecimos en 2019).

Y este mayor crecimiento ha permitido alcanzar en junio los 20.869.939 cotizantes a la Seguridad Social, casi 2 millones más de afiliados (+1.954.272) de los que había cuando Pedro Sánchez llegó al poder, en mayo de 2018 (18.915.667 cotizantes). Un balance de empleo (+1,95 millones de afiliados) en 5 años que supera el balance de Rajoy en 5 años y medio (+1.685.746 afiliados entre diciembre 2012 y mayo 2018), según los datos oficiales de afiliación de la SS (ver cuadro), no según las mentiras de Feijóo.

El tercer balance positivo es la menor inflación. Si España pasó de una inflación anual del +2,9% en julio de 2021 a un máximo del +10,8% en julio de 2022 (+9,8% en la UE-27), luego bajó mes a mes, gracias a la rebaja de los precios internacionales de la energía, la excepción ibérica (15 junio 2022) y los cuatro paquetes de bajadas de impuestos y ayudas contra la inflación aprobados por el Gobierno Sánchez. Y así, en junio de 2023, la inflación anual cayó al +1,9%, el dato más bajo desde marzo de 2021. Y ahora somos el 2º país con la inflación más baja de Europa (1,6% en términos homogéneos), junto a Bélgica (+1,6%), tras Luxemburgo (+1%), según Eurostat, muy por debajo de la media de la UE-27 (+6,4%) y de la inflación de Alemania (+6,8%), Italia (+6,7%) y Francia (+5,3%).

Muchos españoles no notan que la economía “va bien” porque sus ingresos se han deteriorado con la inflación, debido a un estancamiento de los salarios, que apenas subieron en 2020 (+1,73%), 2021 (+1,47%) y 2022 (+2,78%), perdiendo poder adquisitivo (-5,7% entre 2019 y 2022, más que en el resto de Europa). De hecho, el salario bruto más frecuente en España se ha estancado: de 18.489,74 euros en 2019 a 18.502,54 euros en 2021, 1 euro más al mes. Y con ese sueldo más frecuente (1.542 euros brutos en 12 pagas, 1.310 euros netos), no es de extrañar que el 47,8% de los españoles tengan problemas para llegar a fin de mes, según el INE. Y que 1,6 millones de familias (el 9%) no puedan hacer frente a sus gastos esenciales, según el Banco de España. Unos datos que contrastan con el alza de los beneficios de las empresas y la banca: los beneficios de 28 empresas del IBEX aumentaron un +43% en 2022 respecto a los de 2016-2019, según Intermón Oxfam. Y la gran banca española  ganó 20.850 millones en 2022, un +28% sobre 2021.

Así que la macroeconomía va bien, pero la economía de algunas familias españolas no tanto, porque sus ingresos apenas han subido y han tenido que tirar de los ahorros para sobrevivir, mientras algunas grandes empresas (energéticas, eléctricas y bancos) ganan más que nunca. Eso sí, las ayudas y políticas sociales de estos años han reducido la pobreza y la desigualdad en España. En 2011, al llegar Rajoy al poder, el 20,6% de los españoles eran “pobres” (ingresaban menos del 60% de la media). Y al irse, en 2018, lo eran más, el 21,3%. Ahora, tras 5 años de Sánchez, la pobreza ha bajado al 20,4%. Y también se ha reducido la desigualdad: si en 2011, el 20% más rico ganaba 6,3 veces más que el 20% más pobre, en 2017 era 6,6 veces más y en 2022 ha bajado a 5,6 veces, según el INE.

Por encima de este balance de la coyuntura económica, lo más importante de esta Legislatura es que se han aprobado reformas económicas necesarias, pendientes desde hace décadas e impulsadas por la Comisión Europea, que las ha exigido como contrapartida de los Fondos europeos. La lista es larga, pero resaltaré algunas que son claves para modernizar la economía española: reforma laboral (balance: hay 2.450.300 españoles más ahora con empleo indefinido que en 2018), subida del salario mínimo interprofesional (de 735,9 a 1.063 euros, un +44% en 5 años), doble reforma de las pensiones (que ahora, por Ley, suben lo que el IPC cuando Rajoy las subió sólo un 0,25% entre 2014 y 2017), el ingreso mínimo vital (que llega ya a 1,8 millones de beneficiarios), Ley de Cambio Climático, Ley de Residuos, Ley de Ciencia, Ley de Digitalización de la Economía, Ley de Educación, Ley de FP,  Ley de Universidades, Ley de Empleo, Ley del Teletrabajo, Ley Riders, Ley de la Cadena Alimentaria,  liberalización ferroviaria, Ley contra la brecha salarial de las mujeres, Ley de Protección de datos, Ley de Telecomunicaciones, Ley de Vivienda (una norma contraproducente, por imposición de Podemos) y los impuestos temporales a energéticas, banca y grandes fortunas.

Y en paralelo, la gestión de los Fondos Europeos: somos el único país que ha recibido 4 entregas de fondos (37.036 millones de subvenciones), que han movilizado ya 190.000 proyectos empresariales por toda España, que aportan una buena parte del crecimiento y el empleo. Y el Gobierno Sánchez presentó en junio de 2023 una “adenda” al Plan de Recuperación, para recibir los 84.000 millones de créditos previstos, otros 7.700 millones de transferencias adicionales y 2.644 millones más del programa REpowerEU. En total, el objetivo es movilizar 160.000 millones de la UE entre 2021 y 2026 (el 12% del PIB), más otros 36.700 millones de Fondos Estructurales. Un dinero que depende de que los proyectos se gestionen y gasten bien y de que las reformas prometidas a Bruselas se hagan.

Ahora, con las elecciones, el futuro de estas reformas económicas está en el aire, dado que el PP y Vox votaron en contra de la mayoría. Lo que más preocupa son las medidas contra el Cambio Climático, dado que los nuevos gobiernos de coalición PP-Vox ya han ido en contra de los carriles-bici y algunas normas de protección de la naturaleza. Y que Vox en un partido que niega el Cambio Climático. Ambos partidos defienden también no cerrar las centrales nucleares entre 2025 y 2035, como pactaron en 2019 las eléctricas y el Gobierno Sánchez. Otro tema clave son las pensiones: el PP cree que su futuro no está asegurado con las reformas aprobadas y podría volver a los recortes que aprobó Rajoy en 2013. Y Vox defiende su privatización parcial, como en Chile. También podría haber retrocesos en otras reformas, como la Ley de Educación, el salario mínimo, la brecha salarial, la reforma laboral o los impuestos.

Precisamente, un tema clave que se juega en estas elecciones son los impuestos. El PP promete suprimir los impuestos temporales a las grandes energéticas y la banca, además de reducir el IRPF (deflactando la tarifa, descontando la inflación: supondría una rebaja de 100 euros para los que ganan 20.000 euros, 345 euros para los sueldos de 40.000 y 544 euros de ahorro para los que ganan más de 70.000 euros anuales), suprimir el impuesto de patrimonio (que sólo pagan los 183.523 contribuyentes más ricos) y también el de sucesiones y donaciones. Y rebajarían el impuesto de sociedades, para que bancos y grandes empresas paguen  menos impuestos (aún).

El problema cuando la derecha promete bajar impuestos es que no dice nada de cómo se van a pagar entonces los gastos públicos, desde la sanidad y la educación a la dependencia, los gastos sociales, el paro o las infraestructuras. Siempre tiran del mito de que bajando impuestos se ingresa más, pero es una falacia económica que siempre acaba en dos medidas: o sube el déficit (Reagan, Thatcher) o llegan los recortes (Rajoy). Porque no hace falta ser economista para saber que si bajan los impuestos, hay menos recursos para gastar. Y más en 2024, cuando España se ha comprometido con Bruselas a cumplir con el 3% de déficit público, lo que obligará al próximo Gobierno a ingresar más o a recortar gastos (o a las dos cosas).

Así que si este domingo ganan las elecciones el PP y Vox, podría producirse un parón en algunas reformas que son claves para seguir modernizando la economía (Cambio Climático, reforma laboral, pensiones ayudas sociales) y vernos abocados a los ajustes del pasado, en perjuicio de pensionistas y las familias más desfavorecidas. Basta leerse los programas del PP y Vox para “temerse lo peor en economía”, sin olvidar el riesgo de retroceder en derechos: aborto, eutanasia (ojo: no es obligatoria), derechos de la mujer, Memoria histórica (dejen enterrar a los muertos...), derechos LTGBI, lenguas nacionales, cultura…

El verdadero dilema es avanzar, en economía y en derechos, completando las reformas necesarias para modernizar la economía y hacerla compatible con el medio ambiente y la digitalización. O retroceder en las reformas iniciadas y enfrentarse al futuro con recortes y ajustes. Esto es lo que de verdad está en juego, además de que la extrema derecha entre en otro Gobierno europeo, tras Italia y Finlandia, lo que complicaría las elecciones europeas de junio de 2024, con el auge de la ultraderecha en Francia, Alemania, Holanda y Suecia. Piense bien su voto y las consecuencias. No se trata de votar a la contra, “con la tripa”, para “castigar a alguien”, sino votar “con la cabeza” y los datos reales, pensando en la mejor estrategia para avanzar, crecer, crear empleo y vivir mejor. Reflexione y vote.