Mostrando entradas con la etiqueta supermercados. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta supermercados. Mostrar todas las entradas

jueves, 19 de septiembre de 2024

Inflación: el impacto de 3 años de subidas

Parece que la inflación ha dejado de ser un grave problema, ahora que los precios suben un +2,3% anual (agosto), lejos del +10,5% que subían hace 2 años. Pero ojo, los consumidores apenas lo notamos porque pagamos todo mucho más caro, al haberse acumulado las subidas de estos tres años (+16%) y superar la subida de los sueldos (+9,94%). Consecuencia: mucha gente sigue con problemas para llegar a fin de mes. Y los alimentos se han encarecido un +28,9% estos años, según el INE (+38%, según la OCU), lo que ha cambiado los hábitos de compra de las familias, que comen ahora menos carne, pescado, verduras y frutas. Los que han salido ganando de estos 3 años de hiperinflación son los grandes supermercados, que ganan cuota, sobre todo Mercadona (26,8%) y suben márgenes y beneficios, a costa del campo y de nuestro bolsillo. Ahora, se espera que la inflación repunte algo hasta fin de año, aunque dependerá del clima, las cosechas y la geopolítica. Veremos.

 
Enrique Ortega

Todo indica que lo peor de la grave crisis de inflación ha pasado. Hace sólo 4 años, en agosto de 2020, en medio de la pandemia y la consiguiente recesión, los precios caían, en España (-0,5%) y en el mundo. Tras la pandemia, en 2021, el pulso volvió a la economía, que no estaba preparada para una mayor demanda, mientras tardaban en recomponerse las cadenas mundiales de suministros. Y cambiaron las tornas: los precios empezaron a subir, del 0% en febrero 2021 al +3,3% en agosto, cerrando 2021 con una inflación del +6,5%. Era un salto tremendo para nuestros bolsillos. Pero quedaba lo peor: el 24 de febrero de 2022, Rusia invadió Ucrania y eso disparó los precios de la energía y las materias primas, que ya llevaban meses subiendo. En marzo de 2022, los precios ya subían un +9,8% en España (+7,8% en la UE-27). Y así hasta julio de 2022, cuando la inflación alcanza su máximo, en España (+10,8%) y luego en Europa (+11,5% en octubre 2022).

Los gobiernos aprueban medidas y ayudas para frenar los precios de la energía, materias primas y alimentos y la inflación empieza a bajar, pero lentamente: en España llega al +3,3% en febrero de 2023 (en la UE baja después, al +3,6% en octubre de 2023). Y todavía hay que esperar a este verano para que la inflación baje del 3%: +2,3% en España y +2,4% en la UE-27 en agosto de 2024.

Un largo viaje, un carrusel de subidas y bajadas de precios que hemos sufrido todos en nuestros bolsillos. Ahora nos dicen  que la inflación está “controlada”, pero nosotros apenas lo notamos cuando vamos a comprar. La razón es simple: los precios han subido mes a mes durante 3 años y ahora pagamos todo mucho más caro. Porque aunque la inflación ahora sólo suba un 2,3%, lo que compramos ha ido acumulando subidas y nos cuesta mucho más caro. Y eso es lo que notamos. Veamos las cifras: los precios han subido un 16% acumulado en los últimos 3 años, entre agosto de 2021 y agosto de 2024, según el INE. Esa es “la herencia” que nos deja la hiperinflación: los precios no bajan, suben menos y, a pesar de ello, todo nos cuesta un 16% más que antes. Y eso es lo que notamos cada día.

Esa es la media de todos los productos, según el INE. Pero las subidas “han ido por barrios”, han sido desiguales según los productos y servicios. La mayor subida se ha dado en los alimentos (que se llevan el 18% del presupuesto familiar y hasta un tercio en las familias con menos recursos): han subido un +28,9% entre agosto de 2021 y agosto 2024, según el INE. Y los alimentos que más se han encarecido estos 3 años son aceites (+126,4%), azúcar (+62,54%), patatas (+52%), leche (+43,32%), arroz (+39,02%), harinas y cereales (+39,62%), huevos (+39,35%), chocolate (+36,95%), frutas (+38,35%), cerdo (+29,74%), yogurt (+27,63%), café (+26,37%), vacuno (+26,37%), legumbres (+23,95%), pan (+23,65%), agua embotellada (+23,54%), pan (+23,26%) y pollo (+21,31%), según el INE.

La asociación de consumidores OCU se preocupó de comparar los precios de 112 alimentos en los principales supermercados españoles entre finales de 2020 y diciembre de 2023. Su estudio revela que estos alimentos, la base de la cesta de la compra, subieron entre 2021 y 2023 un +38% de media, siendo estos 10 los alimentos que más subieron: aceite de oliva (+225%), azúcar (+91%), zumo de naranja (+81%), huevos (+67%), arroz (+66%), zanahorias (+65%), yogurt (+58%), salmón (+56%), macarrones (+55%), helados (+55%) y la leche entera (+53%). Además, su estudio revela que las frutas y verduras han subido un +20% de media estos 3 años y las pastas, carnes y pescados, entre un +34 y un +47%. Y además, esa subida media de los alimentos básicos que ha detectado la OCU (+38%) fue mayor en Carrefour (+45%) y Alcampo (+43%), similar en Mercadona (+38%) y menor en Día (+32%), Condis (+33%), Eroski (34%) y El Corte Inglés (+37%).

Pero no sólo han subido mucho los alimentos en estos 3 años de hiperinflación, según los datos del INE. A la subida acumulada de los alimentos (+28,9%) le sigue la de los hoteles, restaurantes y cafeterías (+19,7% acumulado), el ocio y cultura (+13,7%), el transporte (+11,5%), el menaje del hogar (12,6%), el vestido y calzado (+8,6%), los gastos de vivienda (+6,4%), la medicina (+5,3%) y las comunicaciones (+1,7%).

En definitiva, que todo es mucho más caro que hace 3 años, aunque ahora suba menos. De hecho, la OCU ha detectado que en el último año (entre mayo de 2023 y mayo de 2024), los precios de 238 productos (en 84 cadenas de supermercados) han seguido subiendo, un +3,5%. Y por eso, no notamos que la inflación se modere: seguimos pagando más por los productos y servicios y nos cuesta llegar a fin de mes como antes, porque los salarios han crecido menos que los precios . Los datos son reveladores: la inflación ha subido +16% entre agosto de 2021 y agosto de 2024 (INE) y los sueldos con convenio han subido sólo +9,94% en estos 3 años (+3,21% en 2022, +3,71% en 2023 y +3,02 este año 2024 hasta agosto), según Trabajo. Así, los españoles que trabajan (y tienen convenio, porque muchos no lo tienen y no les han subido apenas los sueldos) han perdido poder adquisitivo : compran a precios más caros y sus ingresos les suben menos. Por eso no llegan a fin de mes.

Estas subidas de precios han permitido a muchas empresas subir sus ventas y márgenes, compensando la subida de costes que ellas también han tenido. En el caso de los alimentos, el campo no ha podido resarcirse de los mayores costes, que han subido más que los precios que han recibido de los distribuidores y la industria alimentaria. Y ha pasado lo que antes: una parte del precio que pagamos en los supermercados no llega a los agricultores y ganaderos, se queda por el camino (intermediarios, industrias y súper). El dato lo aporta el IPOD que publica cada mes la organización agraria COAG, con la diferencia entre lo que ellos cobran por los alimentos y el precio que pagamosEn agosto de 2021, el precio de los alimentos en el super era 4,78 veces el que cobraban los agricultores y 3,14 veces el que cobraban los ganaderos. Y en agosto de 2024, la proporción sigue siendo 4,52 veces para los productos agrícolas y 3,03 veces para los ganaderos.

La cadena alimentaria que va del campo a los súper bajó sus márgenes en 2021, con la pandemia y la crisis, pero esos márgenes ya suben desde el 2º trimestre de 2023, según el Observatorio de Márgenes empresariales (Economía, Hacienda y el Banco de España). En la industria agroalimentaria también se recuperan márgenes desde principios de 2023, mientras en el comercio han seguido cayendo en 2023 y 2024. Pero a pesar de ello, como sus ventas han subido mucho (a costa del cierre de pequeñas tiendas), los grandes supermercados han aumentado sus beneficios, a costa de los bolsillos de los consumidores.

En 2023, todos los grandes supermercados han facturado mucho más, sobre todo Mercadona (32.861 millones de ventas, +28,8% sobre 2022, básicamente por la subida de precios), y Lidl (6.572 millones facturados, +27,8%), aunque también Alcampo (4.908,7 millones de ventas, +19%), Eroski (5.185 millones, +13,1%) y Carrefour (9.318 millones, +13,1%), cayendo sólo las ventas del Grupo Día (5.720 millones, -3%), por la venta a Alcampo de 223 tiendas. Y la mayoría ha aumentado también sus márgenes (3,7% sobre ventas en Mercadona), con lo que tuvieron más beneficios en 2023, “gracias a la inflación”: 1.009 millones Mercadona (+40,5%), 348 millones Carrefour (+20%), 109 millones Eroski (+70,3%), mientras cayó el beneficio de Alcampo (70 millones, -38%) y Lidl (182, -13%).

Sin duda, el supermercado más beneficiado por estos 3 años de hiperinflación ha sido Mercadona: su cuota de mercado es del 26,8% (julio 2024), con una ganancia del +2,2% sobre su cuota en diciembre de 2021 (24,6%), según Kantar World Panel . Y le siguen, a enorme distancia, Carrefour (10% de cuota,+0,8% que en 2021), Lidl (6,6%, +1,1%), grupo Eroski (4,2% cuota, -0,2%), grupo Día (3,6%, -0,9%) y Alcampo (3,2% de cuota, -0,1% que en 2021). Lo llamativo no es sólo que Mercadona venda más de la cuarta parte del total, sino que ya factura más (casi 1.000 millones más) que los demás grandes supermercados juntos. Y aunque este crecimiento es menor en 2024, sigue ganando cuota y lanzando ofertas (como la bajada del aceite en julio), siendo sus mayores retos crecer en el norte de España (tiene poca presencia) y hacer frente a los supermercados regionales, imparables (tienen un  17,7% de cuota global  y son líderes en sus zonas: Coviran, Gadisa Retail Condis, AhorraMas, Bon Preu, HD Covalco, Uvesco, Froiz, Dinosol y Alimerka, Consum, BM, Gadis, grupo IFA…).

La hiperinflación de los últimos 3 años ha cambiado los hábitos de compra de los consumidores, según la consultora Kantar. Por un lado, ahora vamos menos veces de compra al súper, tras varios años en que comprábamos con más frecuencia para aprovechar las ofertas y descuentos puntuales que se ofrecían temporalmente. Por otro, compramos en menos sitios, ya que hemos concentrado el grueso de la compra en el super que nos da más confianza, ahora que no tenemos que hacer "una ronda" para buscar ofertas. Eso hace que algunas cadenas pierdan clientes y todas busquen fidelizar a los compradores, con tarjetas que acumulan puntos por compras para recibir futuros descuentos. Además, otra novedad es que ahora salimos más a comer y cenar fuera de casa, lo que frena las ventas en los súper. Y por último, crecen menos las marcas blancas (el 2% de media en 2024, hasta el 44,4% de todas las ventas, según Kantar), aunque las marcas propias siguen siendo la clave (el 76% de todas las ventas) en los super que más crecen, como Mercadona, Lidl o Aldi. Con todo, España es líder europeo en marcas blancas, con un 10% más de peso que en  toda Europa. 

Ahora, todo apunta a que la inflación seguirá estable, aunque podría subir algo de aquí a fin de año, sobre todo los alimentos, según cómo evolucione la climatología y las cosechas (en aceite, se espera superar otra vez el millón de toneladas de producción y que sigan bajando los precios), además de la demanda (Navidad). En el resto del IPC, lo normal es que repunten los precios de la luz y de la energía, ligeramente, y se mantengan altos los precios de los servicios, en especial turismo y hostelería (con tarifas disparadas este verano). Así que el 2,3% de inflación de agosto podría remontar un poco, hasta el 2,5-2,7%, con lo que la inflación media de 2024 cerraría en torno al 3% anual (fue del 3,4% en 2023).

La clave ahora de la inflación es que no haya más “sustos” en la geopolítica internacional (nuevos conflictos o el agravamiento de los de Ucrania y Palestina) o en los mercados internacionales de la energía (donde el petróleo ha recuperado los 73 dólares, tras caer a 68, y el precio del gas está estable) y que la meteorología ayude (con temperaturas no muy bajas este invierno, lluvias y viento). Y también es importante que el Gobierno siga vigilando los precios de los alimentos y manteniendo las ayudas (IVA alimentos y electricidad, si hace falta). Pero la clave para que los consumidores estén menos agobiados con los precios es que suban algo más los salarios, porque lo que suben (+3,02% hasta agosto ) se lo come la inflación (+3,1% subida media anual hasta agosto). Y así, muchas familias seguirán con problemas para llegar a fin de mes y no podrán aumentar su consumo, uno de los tres motores del crecimiento (junto a inversiones y exportaciones).

En resumen, bien porque la inflación suba menos, pero lo que ha subido en estos 3 años está ahí y hace que todo nos cueste mucho más (+16%, según el INE  y +28,9% los alimentos). Y como los salarios crecen menos, nos cuesta llegar a fin de mes. Por eso, si queremos reanimar la economía, que crece menos (un +0,6% en el tercer trimestre frente al +0,8% de enero a junio, según el Banco de España), y seguir creando empleo, hace falta reanimar el consumo con una mayor subida de los salarios, del 3 al 4% al menos, aunque a cambio debe mejorar la productividad. Pero no puede ser que los salarios apenas crezcan realmente mientras crecen mucho los beneficios de muchos sectores y empresas. Eso es lo que se llama un Pacto de rentas: que si la economía española está creciendo y los precios bajan, los salarios se lleven algo más del pastel. Por el bien de todos, también de los empresarios y sus ventas futuras.

jueves, 29 de febrero de 2024

La inflación ha beneficiado a los súper

Los precios se han moderado en febrero, bajando al 2,8%  anual. Con ello, parece cerrarse el ciclo de alta inflación, que ha durado 3 años, el peor 2022 (cuando los precios subieron +6% y hasta +10% en verano). Este ciclo ha beneficiado sobre todo a los supermercados, que ganan cuota de ventas (acaparan el 74,9%), en perjuicio de las tiendas tradicionales, logrando beneficios récord. Y las subidas, sobre todo en los alimentos (17 meses subiendo más del 10%), han cambiado nuestras tendencias de compra: ahora, los consumidores sólo buscan ofertas o marcas blancas y miran más el precio que la calidad o el origen, en perjuicio del campo español. Lo peor es que la inflación ha deteriorado las cuentas de los hogares y comemos peor: menos frutas, verduras, carnes y pescados, sobre todo las familias con menos ingresos. Y hay 550.000 niños que apenas comen carne y pescado. Todavía los alimentos están caros, por lo que seguirá la guerra de precios y ofertas en el súper todo el año 2024.  

                   Enrique Ortega

La inflación en febrero (+ 2,8% anual, la más baja desde agosto), anticipada hoy por el INE, parece confirmar una tendencia, tras los datos de enero (+3,4%), diciembre (+3,1%) y noviembre (+3,2%): la inflación se modera, en el entorno del 3%, donde no estaba desde agosto de 2021 (+3,3% anual). Y parece que se cierra un ciclo de alta inflación, que ha durado casi 3 años, con 13 meses de inflación por encima del 6% (todo 2022) e incluso por encima del 10% (junio, julio y agosto de 2022). Ahora, salvo “sustos” por la energía o los conflictos geopolíticos (Ucrania, Palestina y cierre del Mar Rojo), se espera una inflación moderada en 2024, subiendo entre el 3 y el 3,5%, en España (+3,3%) y en toda Europa (+3,2%).

Pero seguirán caros los alimentos: subieron un +7,4% anual en enero y se han "estabilizado en febrero", según el INE, tras 17 meses subiendo más del 10% anual (entre abril de 2022 y septiembre de 2023). Y eso, porque el cambio climático ha reducido drásticamente muchas cosechas, lo que mantiene precios altos, junto al aumento de costes a los agricultores y ganaderos y la recuperación de márgenes en la larga cadena alimentaria. De hecho, llenar el carrito de la compra subió un +30,8% entre septiembre de 2021 y septiembre de 2023, afectado a 9 de cada 10 productos que compramos, según un estudio de la OCU. Y estiman que, sólo en el último año, la cesta de la compra se encareció un +14,1%, afectando al 90% de los productos que compramos, en especial al azúcar (+66%), zanahorias (56%), cebollas (+40%), arroz (+36%) y aceite (+21%). Si la cesta media de una familia es de 502 euros al mes, estamos pagado 118 euros más al mes que hace dos años (384 euros).

Esta subida en la cesta de la compra no va al campo, a los agricultores y ganaderos, que se quejan de que sus precios no cubren costes en muchos productos y que sus márgenes apenas han subido, que las subidas de precios se quedan por el camino: intermediarios, almacenes de distribución, empresas de alimentación, transporte, grandes distribuidores, supermercados y puntos de venta. El sector y los expertos llevan años pidiendo que el Ministerio de Agricultura publique los datos de la cadena alimentaria, pero no se hace de forma transparente y apenas se han aplicado sanciones a los que compran por debajo de coste o disparan márgenes. Pero hay un Observatorio de Precios, el de la organización agraria COAG, que publica mensualmente la diferencia de precios agrícolas y ganaderos entre origen y destino.

En enero de 2024, el último Informe (IPOD) refleja que los productos agrícolas se venden en destino a una media de 4,17 veces más del precio que se paga en origen. Y en los productos ganaderos pagamos 3 veces el precio de origen. Esta enorme diferencia es casi la misma que hace un año (4,50 veces se pagaban los productos agrícolas y 2,93 veces los ganaderos). Hay ejemplos “sangrantes”: limón (se paga el agricultor a 0,20 kg y se cobra al consumidor a 1,96 euros, 9,8 veces más), patata (de 0,32 a 1,83 euros, 5,72 veces más), plátano (de 0,27 a 2,25, 8,33 veces más), naranja (de 0,39 a 2,05, 5,26 veces más), tomates ensalada (de 0,61 a 2,39, 3,92 veces más), ternera (de 5,45 euros a 21,03, 3,86 veces más), pollo (de 1,119 a 3,28, 2,76 veces más), cerdo (de 1,66 a 6,45, 3,89 veces más), huevos (de 1,67 a 2,46, 1,47 veces más) o leche (de 0,52 a 0,92 euros litro, 1,77 veces más).

Los supermercados se defienden diciendo que ellos no han disparado los precios de los alimentos, que su margen de venta es inferior al 5% y que sólo ganan dinero gracias a su volumen, a su aumento de ventas. Una facturación que se les ha disparado a cifras históricas estos años, gracias a la inflación, a esa subida del 30,8% en la cesta de la compra. Y ese tirón de la facturación se ha traducido en beneficios históricos para los supermercados (el sector de la alimentación, desde la agricultura a la industria y la distribución, es el que más ha aumentado sus beneficios con la inflación, según el Banco de España), mientras el campo se queja y los consumidores pagamos más. Pero, además, este ciclo de alta inflación (2021-2023) ha coincidido con una “guerra de precios, en la que los grandes supermercados han ganado cuota de mercado, en perjuicio de las tiendas pequeñas de barrio.

El proceso de crecimiento y concentración de los supermercados lleva dos décadas, pero se ha acelerado en los últimos años y sobre todo a partir de 2021, con la inflación. Así, en 2002, los supermercados (e hiper) concentraban dos tercios de las ventas de alimentos y droguería y limpieza (62,1%). Saltaron al 69,4% en 2019 y cerraron 2023 con una cuota de mercado del 74,9%, según la consultora Kantar. Y precisamente, del 12,8% que los super han aumentado su cuota, casi la mitad ha sido desde 2019. La mayor ganancia de cuota la tuvieron el año de la pandemia (+2,2% en 2020) y los dos años con mayor inflación, 2022 (+1,7%) y 2023 (+1,3%). En paralelo, estos años han seguido cerrando tiendas tradicionales (fruterías, carnicerías, pescaderías, tiendas de barrio), que no han podido afrontar la mayor competencia y la guerra de precios desatada por los súper.

Los supermercados más grandes son los más beneficiados por la alta inflación de estos años y la consiguiente guerra de precios. Sobre todo, Mercadona, cada vez más líder: cerró 2023 con una cuota de mercado del 26,2%, según Kantar, +0,6% más que en 2022 y +3% más que en 2019. Su poder de mercado es tal que por sus 1.619 tiendas han pasado en 2023 el 95,2% de los compradores españoles… Le sigue, a mucha distancia, la cadena francesa Carrefour, con un 9,9% de cuota (+0,2% que en 2022 y +1,1% que en 2019), que visitan el 65,2% de los compradores. El 3º en el ranking es la cadena alemana Lidl, con un 6,4% de cuota (+0,5% que en 2020 y +0,1% que en 2019), seguida del Grupo Eroski, con 4,4% de cuota (+0,1% que en 2022 y -0,1% que en 2019) y del Grupo DIA, con 4,1% de cuota (la única que perdió cuota en 2023, -0,5%, por la venta de 233 tiendas a Alcampo). Estas 5 grandes cadenas de supermercados controlan más de la mitad del mercado (51%) de alimentación, droguería y limpieza en España, seguidas de Consum (3,4% cuota), la francesa Alcampo (3,1%) y la alemana Aldi (1,5%), aunque el 2º mayor grupo lo constituyen los supermercados regionales (17% del mercado cuota), que siguen ganando cuota.

En el último año, Mercadona ganó mercado a partir de abril, cuando estaba perdiendo cuota y decidió recortar el precio de 500 productos. Las otras dos cadenas con fuerte crecimiento han sido las alemanas Lidl y Aldi, que se dedican a abrir nuevas tiendas y gastan mucho en publicidad (sobre todo en TV). Y también crece más Carrefour, apoyada en sus promociones y su programa de fidelización, en tanto aguanta Eroski en la zona norte y se sostiene Alcampo, con más tiendas y promociones. Lo que más sorprende es el fuerte crecimiento de los súper regionales, asentados en marcas locales y una buena oferta de frescos, que en algunas zonas superan el 20% de cuota de mercado.

Para 2024, todas las cadenas de supermercados apuestan por seguir ganando cuota a costa de mayores ventas de productos frescos, que son la esencia de las tiendas tradicionales de barrio, que sólo tienen un 24,1% del mercado de alimentos y limpieza pero que todavía acaparan el 32,5% de las ventas de productos frescos, sobre todo frutas y verduras (40% ventas en tiendas tradicionales) y pescado fresco (34,1% cuota). Y también hay una pelea de los súper por los alimentos para mascotas (el 37,8% en tiendas especializadas) y por la venta de platos preparados (21% en tiendas especializadas).

La alta inflación de los tres últimos años ha provocado un cambio en muchos hábitos de compra de los consumidores, según refleja la consultora Kantar. El primero y fundamental, que cada vez compramos más por precio, no por calidad ni por origen. Es algo que se ha consolidado en 2023, el primer año en que las compras por precio (38%) han superado a las compras por calidad (29%), según la Encuesta de hábitos de consumo de MPAC.  Eso provoca que los consumidores hayamos aumentado las visitas para comprar, llenando la cesta entre distintos supermercados y tiendas, para aprovechar precios, ofertas y promociones: casi la cuarta parte de todo lo vendido en 2023 han sido productos en oferta, según la consultora Nielsen. Eso sí, en cada visita, la mayoría (un 74% de los consumidores) compra menos y con una lista escrita, para evitar “caprichos” y disparar el ticket.

Otra tendencia clara en la compra de estos años es el auge de las marcas blancas, las marcas de distribuidor, que ganan peso: en 2023 supusieron el 43,4% de la cesta de la compra, frente al 38,3% en 2021, según la consultora Kantar, con lo que los españoles somos los europeos que más compramos marcas blancas, mientras bajan las marcas de fabricantes. Y hay supermercados, los líderes, donde el peso de las marcas blancas (propias) en las ventas es abrumador, como es el caso de Mercadona (74,5% en 2023), Lidl (81,9%), Aldi (69,3%) o Día (56,3%), mientras también crece en otras cadenas donde tienen menos peso, como Carrefour (31,4%), Eroski (28,4%), Alcampo (24,3%) o incluso El Corte Inglés (un 15,2% de las ventas son ya marca blanca ECI). Sin embargo, el empuje de los supermercados regionales se hace con marcas de fabricantes (y frescos).

En las compras de alimentos, limpieza y droguería, la venta online ganó terreno en 2023, pero lentamente, aunque creció en el 23% de las categorías. Y se espera que este canal siga creciendo, sobre todo para ventas de productos no frescos y de mucho peso o volumen, aunque en Mercadona, por ejemplo, los clientes apuestan más por los pedidos a domicilio que las compras online, que prefieren solo algunos clientes más jóvenes.

Cara a 2024, aunque los precios suban menos, los expertos creen que seguirá la “guerra de precios, en base a promociones, ofertas y formulas de “fidelización” (puntos canjeables). Y la otra batalla de los supermercados serán los frescos, conseguir que el cliente cargue en el carrito frutas, verduras, carnes y pescados no congelados. Es la gran asignatura pendiente que no acaba de aprobar Mercadona (tampoco Alcampo, Lidl, Dia y Aldi) y en la que triunfan muchas cadenas regionales. Pero, a pesar de ofertas, promociones y marcas blancas, la alimentación seguirá con precios altos en 2024 (la subida anual fue el +7,4% en enero, según el INE, más del doble que el IPC general, +3,4%), por las malas cosechas, las subidas de costes en el campo y los altos márgenes a lo largo de la cadena alimentaria (al menos hasta que haya información y multas ejemplares).

Otra consecuencia de los altos precios de los alimentos es el cambio en los hábitos alimenticios de los españoles: comemos menos frutas, verduras, carnes y pescados que antes, porque son los alimentos que más han subido estos años. Y, además, el 63% de las familias consume ahora alimentos de peor calidad, según un estudio de Facua. Se ha reducido la dieta de ternera (-15% en dos años) e incluso de pollo (el 60,7% lo consumen una vez por semana), de frutas y verduras (sólo el 62% de los encuestados las consume 4 de 7 días, frente al 77,7% que lo hacían antes) y de pescado (el 60,9% familias lo consume sólo 1 vez a la semana). Una peor alimentación, por la inflación, que es malo para la salud.

Pero hay más. La alta inflación y los elevados precios de los alimentos ha dañado más a las familias con menos ingresos, las más vulnerables, que han tenido que reducir otros gastos o no pagar recibos para poder comer. Y para poder comer peor. La alta inflación ha provocado que el 9,3% de los españoles llegara a fin de mes con mucha dificultad en 2023 (el 8,7% en 2022), según la última Encuesta de Condiciones de Vida (INE). Y que un 6,4% de la población (más de 3 millones de españoles) no hayan podido comer carne, pollo o pescado al menos cada 2 días. Además, como la inflación ha aumentado la pobreza, hay un 6,9% de niños y adolescentes (556.000 menores de 18 años), que tienen problemas para comer cada 2 días carne, pollo o pescado, según la ONG Educo. No es sólo que los alimentos sean caros, es que muchos españoles se ven obligados a comer peor.

En resumen, parece que lo peor de la inflación ha pasado, pero todavía será cara la comida, en especial los productos frescos, los más necesarios para una dieta sana. Y como reacción, comprar será otro año más una dura tarea, que nos obligará a comparar precios y buscar ofertas y promociones. Y seguiremos comprando más por precio que por calidad o por origen, lo que perjudicará a nuestros agricultores y ganaderos, porque los distribuidores y supermercados buscarán lo más barato, venga de donde venga. Es lo que hay.

lunes, 9 de octubre de 2023

Supermercados: los grandes ganan cuota

Llevamos 20 meses con los precios de los alimentos disparados, lo que nos obliga a hacer la compra “con mucho cuidado”, comparando precios y comprando con más frecuencia. En esta guerra por llenar nuestro carrito, los supermercados siguen ganando terreno y los grandes han ganado cuota de mercado, sobre todo Mercadona, Carrefour y Lidl, en perjuicio de las tiendas de barrio, que cada día cierran más. Un dato preocupante: los súper han casi duplicado su cuota desde 2014 (ahora concentran la mitad de las ventas de alimentación) mientras han desaparecido 31.000 tiendas de barrio, que hoy sólo venden el 12,7% de los alimentos. Ahora, con los alimentos subiendo un +10,5% anual y cayendo el consumo, se espera un 4º trimestre de mucha competencia en la alimentación, con un auge de descuentos y promociones, aunque los alimentos seguirán caros por la sequía y las malas cosechas. Lo que está cambiando es nuestra forma de comprar alimentos: más veces por semana, en más establecimientos y mirando mucho más los precios. Más complicado.

                Enrique Ortega

La alimentación es la 2ª partida de gasto de las familias españolas: concentra el 16% del gasto medio por hogar (5.050 euros en 2022), tras el gasto en vivienda (hipoteca o alquiler), agua, gas, electricidad y otros combustibles, que supone un tercio del gasto familiar medio (10.243 euros en 2022, el 32,4%), según la última Encuesta de Presupuestos Familiares del INE. Este gasto en alimentación es porcentualmente mayor en España que en Europa, por lo que nos está afectando más la fuerte subida de los alimentos desde diciembre de 2021 (+5%), que batió su récord en diciembre de 2022 (+15,7% de subida anual) y ha bajado algo en los últimos meses (hasta una subida del +10,5% en agosto de 2023), según el INE. Eso sí, el gasto en alimentación varía según la renta de las familias: para las más pobres, supone el 20,47% del gasto total y para las más ricas sólo el 12,42%.

La fuerte subida en el precio de los alimentos ya rebajó las compras de alimentos y bebidas las familias en 2022, un -7,1% en kilos o litros comprados, según el último informe del Ministerio de Agricultura y Alimentación, aunque en realidad los hogares pagaron más (+2,7%) por menos, 107.780 millones de euros en alimentación y bebidas en 2022, al subir los alimentos un +15,7% anual el año pasado. El gasto en alimentos y bebidas se reparte entre el gasto fuera del hogar (restaurantes y bares), 33.887 millones en 2022, que creció (+15,5%) por el mayor “ansia” de salir fuera tras la COVID, y el gasto en alimentación y bebidas para el hogar, que fue de 73.893 millones en 2022, un -0,9% menos que en 2021. Una caída del gasto que indica que, ante la subida de los alimentos, compramos menos y lo más barato.

¿Dónde compramos los alimentos y bebidas para el hogar? El informe de Agricultura 2022 revela que casi la mitad de las compras,  el 49,5% del total (en volumen) las hacemos en los supermercados, que ganan cuota de ventas año tras año. Les siguen, muy lejos, las tiendas de descuento (súper pequeños de proximidad, con un surtido limitado y precios bajos), que concentraron un 13,7% de las ventas. En tercer lugar están los híper, que venden el 12,8% de los alimentos y bebidas en España. Y en cuarto lugar están las tiendas tradicionales, las tiendas de barrio (que venden un 30% de los alimentos frescos pero sólo el 2,3% del resto de alimentos), que sólo suponen el 12,7% de las ventas totales de alimentos y bebidas. Y sigue sin despegar la venta on line de alimentos, que solo suponen en 2,3% de las ventas totales de alimentación y bebidas, a pesar de la subida de ventas tras la COVID.

Lo más llamativo en este mercado de los alimentos es el tirón” de los supermercados, que casi han duplicado su peso en las ventas durante los últimos 8 años: suponían el 29,2% de las ventas totales en 2014 y ahora ya venden el 49,5%, según el Ministerio de Agricultura. Eso ha sido a costa de aumentar las ventas y, sobre todo, del desplome de las tiendas tradicionales de alimentación, cuyo peso ha caído en picado, al multiplicar los súper las ventas de productos frescos (frutas, verduras, carnes y pescados), que eran “el gancho” de las tiendas de barrio. Se estima que en los últimos 10 años (2012 a 2022) han desaparecido en España casi 31.000 autónomos del sector de la alimentación. Quedan ahora 752.535 pequeñas tiendas de alimentación, que se quejan de las “prácticas oligopolísticas” (“competencia desleal”) de supermercados e híper, con precios imposibles de competir y clientes que pierden porque buscan sólo bajos precios.

La fuerte subida de precios en los alimentos, iniciada hace ya 20 meses, ha provocado no sólo un auge de los supermercados sino también una mayor concentración: los grandes son ahora más grandes. El líder indiscutible, Mercadona, tenía un 26,1% de cuota acumulada (en las ventas de alimentación, bebidas y limpieza) a finales de agosto de 2023, frente al 25,8% de cuota un año antes, según Kantar Worldpanel. El 2º supermercado (a mucha distancia), el francés Carrefour, también ha ganado cuota en el último año: del 9,7% al 9,9% en agosto 2023. Y el tercero, el alemán Lidl ha sido el que más cuota ha ganado en este año difícil, del 5,9 al 6,5%. El 4º, el español Eroski, también ganó cuota (del 4,3 al 4,4%), mientras Día (que ha vendido 224 tiendas a Alcampo) perdía cuota, del 4,7 al 4,3%. Entre estos “5 grandes” tienen una cuota de mercado de alimentación del 51,2% (50,4% hace un año). Les siguen en el ranking Consum (3,4% cuota), Alcampo (3,1%), Aldi (1,5%) y los súper de ámbito regional (16,9% de cuota).

Esta mayor concentración en las ventas de unos pocos supermercados, en perjuicio de los más pequeños y de las tiendas de barrio, se produce desde hace años. Así, Mercadona ha pasado de una cuota del 19,7% en 2011 al 26,1% en 2023, gracias a sus marcas blancas y las nuevas aperturas por toda España. Carrefour ha saltado menos, del 7,6% de cuota al 9,9%. Lidl ha duplicado con creces su cuota (del 2,9 al 6,5%), aumentando también la de Eroski (del 3,7 al 4,4%) y Alcampo (de 2,8 al 3,1%), cayendo sólo la de Día (del 7,5 al 4,3%). 

¿Qué lleva a la concentración de ventas de los grandes súper? Básicamente, su política de precios. Mercadona nos da un ejemplo claro. En el primer trimestre de 2023 perdió cuota de mercado, mientras la ganaba Lidl. En abril, la cadena valenciana anunció que bajaría el precio de 500 productos de alimentación, bebidas y limpieza, con un ahorro estimado para sus clientes de 200 millones de euros hasta final de año. El efecto ha sido claro: Mercadona ha recuperado ventas y rozaba el 27% de cuota a finales del verano. Ojo, otra enseñanza: la comunicación es clave. Que el cliente “se crea” la bajada de precios. De hecho, según los expertos de Kantar Worldpanel, Mercadona ha subido cuota estos meses en 6 de las 10 categorías de productos que vende aunque sólo ha reducido realmente sus precios en la mitad de las categorías de productos. Conclusión: lo importante es lo que creamos los compradores, no la realidad de los precios…

Eso nos indica que los supermercados (y las tiendas “descuento” e híper) llevan un año empeñados en convencernos de que sus precios y ofertas son las mejores, en medio de una “guerra de precios” permanente: productos estrella, promociones, 2x1, producto del día… Y eso ha calado en el consumidor, que “mira” los precios más que antes y compara en cada compra, no dudando en visitar varios supermercados y diversificar su compra según dónde vea más barato cada producto: hacemos más compras  semanales y en más sitios.

Esta “búsqueda del mejor precio”, aunque canse puede ser útil para el bolsillo ahora que los alimentos están por las nubes. De hecho, un estudio de precios por establecimientos, que la OCU publica desde hace años, revela grandes diferencias de precios según donde compremos los alimentos, bebidas y limpieza: estima que una familia puede ahorrarse hasta 1056 euros al año según el supermercado donde compre, hasta 15 euros de diferencia por carrito. Según su estudio publicado en septiembre, los supermercados que menos han subido en el último año (de mayo 2022 a mayo 2023) han sido Masymas y Eroski (+8%, frente al +14,1% de media), Mercadona (+10%), Ahorramás (+10,5%), Lupa (+11%), Hipercor (+11,5%), Consum (+11,5%) y Lidl (+11,7%). Y los supermercados que más han subido sus precios son Lecrerc (+17%), Supeco (+15,8%), Carrefour Express (+15,6), BM Urban (+14,5%), Carrefour (+14,1%), Alimerka y Alcampo (+13%), Supercor (+12,8%) y Día (+12,5%).

El estudio de la OCU revela además que 9 de cada 10 productos de la cesta de la compra analizada (236 productos en 1.108 establecimientos de 65 ciudades) han subido de precio en el último año (mayo 2022-mayo 2023), ese +14,1% de media (una subida que es del +30,8% si se compara con los precios de hace dos años, de mayo de 2021). Y revela que la subida anual de precios es mucho mayor en el azúcar (+66%), el aceite virgen extra (+21%), las hortalizas (del +40 al +56%) y el arroz (+36%), bajando sólo el aceite de girasol y los plátanos. Además, la OCU denuncia que algunos de estos alimentos (aceites, verduras y hortalizas o arroz) han subido de precio en el último año a pesar de la bajada del IVA (del 10% al 4 o 5%) que entró en vigor en enero de 2023. 

Ahora, los expertos esperan que la inflación repunte en el 4º trimestre de 2023, tras haber subido ya desde junio (1,9% anual), en julio (al 2,3%), agosto (2,6%)  y septiembre (al 3,5%), según el INE. El Banco de España ha subido su previsión de inflación en 2023 al 3,6%, sobre todo por la subida de la energía (carburantes, gas y electricidad), pero también por los alimentos, que podrían seguir caros el resto del año, por culpa de la sequía y las malas cosechas. Eso hará que la subida anual de muchos alimentos supere el 10% y provocará nuevas “guerras de precios” entre súper, para seguir peleando por unas ventas que siguen a la baja, con las familias recortando compras y comparando precios en su cesta semanal. Y siguen ganando peso las “marcas blancas”, que ya suponen el 43,5% de las ventas de gran consumo envasado (representaban el 38,3% en 2021).

La subida de los alimentos ha agravado la guerra comercial entre los súper, que se han lanzado a promover “productos escaparate(una marca de aceite a 7,50 euros, que vuela de las estanterías en unas horas pero atrae clientes), ofertas y promociones, tarjetas de descuento y toda la “ingeniería de ventas” que haga parecer al comprador que ahorra sin que en realidad gaste menos sino más. Y esta “guerra comercial” también está modificando las tendencias de compra de los consumidores, que ahora visitan más establecimientos para comprar precios y diversifican más las compras, no concentrándolas en un solo supermercado sino en varios, para aprovechar “las ofertas” de cada uno. Eso lleva a que en vez de hacer una compra grande a la semana, se hacen ahora varias (más tiempo), a la caza de “oportunidades”.

Al final, la fuerte subida de los alimentos ha provocado dos fenómenos comerciales. Uno, que los supermercados grandes son cada vez más grandes y tienen cada vez más poder para imponer productos y precios. Dependemos más de estos gigantes, que tienen más capacidad de conseguir mejores precios a proveedores y marcas (que también están cada vez más en sus manos, con una creciente y peligrosa “dependencia”). El otro, que cuando vamos a la compra y llenamos el carrito, casi solo nos fijamos en el precio: poco miramos la calidad, los ingredientes, la composición o el origen (naranjas de Sudáfrica, tomates marroquíes o cordero de Nueva Zelanda). Y eso nos está llevando a una alimentación “low cost”, centrada sólo en bajar precios como sea, en perjuicio del productor y también del medio ambiente.

Ojo, porque esto puede acabar con el campo y la ganadería españoles y dejarnos en manos de los alimentos importados, en perjuicio de la independencia y la calidad alimentaria. Piénselo cuando vaya a comprar. A veces, lo barato hoy acaba siendo muy caro mañana.

jueves, 1 de diciembre de 2022

Los alimentos siguen subiendo

La inflación volvió a bajar en noviembre, por 4º mes consecutivo, hasta el +6.8% anual, el nivel de principios de año y la menor inflación anual en Europa. Esta bajada se debe a la menor  subida de la luz y los carburantes, pero los alimentos siguen subiendo, más del doble que el IPC: +15,4% en octubre, el mayor aumento desde 1994. Y hay 19 alimentos que suben más del 10% anual (ojo: azúcar, harinas, mantequilla, legumbres y hortalizas, leche y huevos suben más del 20%). Todo apunta a que la cesta de la compra se disparará en diciembre, por la Navidad. Un grave problema para la economía de las familias, sobre todo las más vulnerables, donde la comida se lleva el 20% del gasto. Y no se toman medidas para frenar esta subida, como se ha hecho con la luz y los carburantes. Urge pactar un recorte de márgenes, que se quedan en el camino del campo al súper. Y algún tipo de cheque comida para las familias más pobres.

Enrique Ortega

La inflación sigue siendo un grave problema en toda Europa, aunque se ha moderado algo  en noviembre (bajando del 10,6 al 10% en la zona euro). En España ha bajado mucho más, por 4º mes consecutivo, del 7,3% en octubre al 6,8% en noviembre, según el IPC adelantado del INE, que nos sitúa como el país de la zona euro con menos inflación anual (cercana al 6,5% con que empezamos 2022), ya por detrás de Francia (7,1%) y muy por debajo del nivel de precios de Italia (+12,5%), Alemania (+ 11,3%), Países Bajos (+11,2%), Bélgica (+10,5%) o Portugal (+10,3%), según el indicador adelantado de Eurostat.

La nueva bajada de la inflación en España en noviembre se debe a las menores subidas en la luz y los carburantes, por el efecto positivo de las bajadas de impuestos a la electricidad y el tope al precio del gas para producir luz que autoriza la excepción ibérica y por la bajada de los precios internacionales del petróleo y los carburantes en noviembre, ayudados por los 20 céntimos de subvención del Gobierno al repostaje. Pero lo que no bajan son los alimentos, que, a falta del dato concreto de noviembre, llevan ya 10 meses consecutivos subiendo, desde febrero de 2022: subieron del +4,8% de enero 2022 al +5,6% de febrero, se dispararon al +10,1% en abril y siguieron su carrera ascendente, alcanzando una subida del +12,9% en junio, que se aceleró en verano, para alcanzar un aumento anual del +15,4% en octubre, el último dato detallado del INE, a falta de concretarse la subida de noviembre.

Una subida anual de los alimentos inédita en la historia reciente (desde 1994, que hay datos del IPC) y que dobla con creces la subida del IPC general, que era del 7,3% en octubre (y el 6,8 % en noviembre). Pero esa subida media esconde que hay 19 alimentos básicos que han subido más del 10% en el último año. Y entre ellos, hay 6 alimentos que suben ya más del 20% anual, hasta octubre: azúcar (+42,8% de subida en el último año), harinas y cereales (+37,8%), mantequilla (+34,1%), legumbres y hortalizas (+25,7%), leche (+25,6%) y huevos (+25,5%), según el IPC de octubre (INE). Y le siguen muy cerca las subidas de las patatas (+19%), queso (+18,7%), pollo (+18,3%), arroz (+16%), aceite de oliva (+15,7%), pan (+14,9%), vacuno (+14,9%), pizzas (+14%), sal y especias (+13,1%), frutas (+12,8%), pescado congelado (+12,7%), cerdo (+12,3%) y pescado (+11%).

Con todo, esta subida histórica de los alimentos en España es también inferior a la subida de los alimentos en la mayoría de Europa: hay 16 países UE donde la subida de los alimentos ha sido mayor que en España, según los últimos datos de Eurostat, que revelan cómo la subida del +15,4% en España es inferior al +19,3% que han subido los alimentos en la UE-27, a la subida en Alemania (+20,3%), Portugal (+18,6%) y los tres países nórdicos (+15,7 al 17,2% de subida), aunque han subido más aquí que en Grecia (+14,8%), Italia (+13,6%), Francia (+12,9%), Irlanda (+10,6%) y la mayoría de los países del Este.

¿Por qué siguen subiendo tanto los alimentos? Hay tres tipos de causas. La primera y fundamental, el aumento de los costes de producción a agricultores y ganaderos: fuerte subida de la luz y el gas, del gasóleo, de los cereales y piensos para alimentar el ganado (la comida para gallinas, pollos, cerdos o vacas ha subido entre un 30 y un 40% en el último año), de los fertilizantes  (+70%). Y a ello se suma el encarecimiento de los costes de transporte y los envases de los alimentos. Un segundo factor clave han sido el clima y las malas cosechas, que han reducido la producción de cereales y aceite (entre un -30% y un -40%). Y luego hay causas específicas, ligadas a alimentos concretos. Es el caso del azúcar (subida del +42,8%), cuyo precio internacional se ha disparado por las menores exportaciones de Brasil (que ha desviado parte de la caña de azúcar a producir bioetanol para aprovechar la subida de los carburantes) y la India (que se ha reservado más producción propia). O de la leche, cuyo precio se ha disparado (+25,6%) no sólo por el aumento de costes sino por el cierre de ganaderías (-7% en el último año). O la subida del pollo (+18,3%) y los huevos (+25,5%), donde han jugado también, junto al aumento de costes, la gripe aviar y el cambio de producción de jaula al suelo (que encarece un 18% el coste de las granjas).

Otro factor clave en la subida de los alimentos ha sido la depreciación del euro, que encarece todos los productos importados que hay que pagar en dólares. Con esta crisis, el dólar ha vuelto a comportarse como “un valor refugio”, apoyado en su remontada por la diferencia de tipos de interés entre EEUU (4%) y Europa (2%), que atrae capitales y refuerza aún más el dólar. Entre el 23-F (el día antes de la invasión de Ucrania) y hoy, el euro se ha depreciado un -7,7% respecto al dólar, lo que significa que los alimentos importados (cereales, harinas, piensos, pescados, carnes o azúcar) cuestan un 7,7% más al pagarlos en euros, además de la subida que hayan podido tener en dólares.

Pero hay otro factor clave del que se habla poco: los márgenes que se van sumando a los alimentos, desde el campo al súper, en una cadena que tiene muchos intervinientes: mayoristas que compran al agricultor y ganadero, cadenas logísticas de transporte y distribución, mercados mayoristas (Mercas), grandes distribuidores y tiendas y supermercados minoristas. En general, los consumidores finales tenemos pocos datos de cuántos márgenes se van sumando al precio inicial y acabamos pagando al comprar los alimentos. Veamos las pistas que nos dan los datos publicados.

El Ministerio de Agricultura publica el índice de precios nacionales, con el precio en origen y el precio en los Mercas. Pero no publica todos los precios, sólo algunos. Y ahí vemos que los precios en origen, los que se pagan al agricultor, han subido: un 16,3% la ternera entre la primera semana del año (4,40 euros kilo) y mediados de octubre (5,11 euros), un 34,3% el pollo, un 53,7% los huevos, un 69% la patata, un 54,2% el tomate, un 33,7% las naranjas o un 31,7% el plátano. Luego hay que ver la subida, en esas mismas fechas, en los Mercas, aunque falta mucha información. En las patatas, el precio en el Merca sube menos (+64,9%) que al agricultor, en las judías verdes sube el doble (+99,4% en los Mercas frente al 38% al agricultor), en el tomate también sube más en los Mercas (+63,9%) y muchísimo más en el caso de las naranjas (+422% de enero a octubre) y el plátano (+117%).

Es sólo una muestra, porque lo ideal sería tener “un escandallo” del precio de cada alimento, con el detalle del margen que se carga en cada fase, entre el agricultor y ganadero y la tienda final. Lo más parecido es el índice IPOD que publica desde hace años la organización agraria COAG. El de octubre indica que los productos agrícolas multiplican su precio 4,26 veces entre el agricultor y el consumidor. Y carnes, leche y huevos, se encarecen 2,76 veces, lo que da un aumento general de los alimentos de 3,95 veces. Y aporta ejemplos muy ilustrativos: el ajo sube 9,20 veces (de 0,65 euros kilo que se paga al agricultor a 5,98 euros kilos que paga el consumidor, la patata 4,71 veces (de 0,34 a 1,64 euros kilo) , los tomates 2,51 veces (de 0,84 a 2,11 euros kilo), la lechuga 7,13 veces (de 0,16 a 1,14 euros kilo), el melón 3,73 veces (de 0,49 a 1,83 euros kilo), la ternera 3,71 veces (de 5,12 a 18,99 euros kilo), el pollo 2,33 veces (de 1,38 a 3,21 euros kilo), la leche 1,98 veces (de 0,47 a 0,93 euros litro) y los huevos 1,39 veces (de 1,47 a 2,05 euros docena).

El sector agroalimentario, desde los mayoristas a los grandes distribuidores, híper y súper niegan que ellos estén subiendo sus márgenes. Incluso algunos dicen que no están repercutiendo al consumidor todos los aumentos de costes. Pero hay un dato cierto: los precios de la energía (luz, gas, carburantes) llevan 4 meses consecutivos cayendo y los alimentos siguen subiendo, a pesar de la reducción de una parte importante de los costes (energía y transportes). Por ello, muchos consumidores se temen que esta rebaja de costes se está llevando a los márgenes y no a bajar los precios finales. El problema es que el Gobierno, niega que los alimentos suban porque suben los márgenes: “Dejémoslo claro: la cadena alimentaria está funcionando de forma correcta en España (…) Tenemos un problema de costes, no de márgenes”, declaró el ministro de Agricultura, Luis Planas, en  noviembre.

También dijo el Ministro de Agricultura que los precios de  los alimentos “no van a bajar a corto plazo, sino quesubirán muy probablemente de aquí a Navidad: no lograremos reducirlos, aunque espero que a principios de año disminuyan de forma significativa”. Es lo que cree también el Banco Mundial, que augura una subida mundial de los alimentos del +18% este año, que subirían sólo el +6% en 2023 y se estabilizarían en 2024, aunque reconoce que la previsión depende de que se moderen los precios de la energía (no hay garantías) y de que no se repitan los problemas climáticos extremos, que hunden las cosechas.

En definitiva, que el Gobiernoha tirado la toalla” y no toma medidas para frenar los precios de los alimentos, tras haber dedicado muchos recursos a bajar los precios de la energía. ¿Se puede hacer algo para frenar la subida de los alimentos? Las organizaciones agrarias insisten en controlar los márgenes, que les arruinan a ellos y a los consumidores. Y el sector agroalimentario, apoyado por el PP, pide bajar el IVA a los alimentos, como se ha hecho con la luz y el gas. Suena bien, pero sería injusto y problemático. Veamos por qué.

En primer lugar, el sector agroalimentario (y el PP) no dicen que España es de los paises con más alimentos al tipo superreducido del IVA del 4%. Por un lado, este tipo superreducido sólo existe en 4 paises europeos: España (4%), Francia (2,1%), Irlanda (4,8%) y Luxemburgo (3%). Y además, ese tipo superreducido ya se aplica en España a la mayor parte de los alimentos básicos: pan, harinas, leche, queso, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, tubérculos y cereales. De hecho, España es el país europeo, tras Italia, con más productos al 4%. En Alemania, la mayoría de alimentos pagan un IVA del 7% y en Francia un tipo superreducido del 5,5%. Se podría extender el tipo del 4% a alimentos que ahora pagan el 10% (aceites, carne, pescado, agua, conservas y productos de higiene). Pero eso tiene 2 problemas. Uno, que sería injusto, porque favorecería más a las familias con más ingresos. Y la segunda pega: tendría un alto coste para el Estado, que ya ha gastado 38.500 millones en medidas contra la inflación. Tanto la Comisión Europea como el FMI y la OCDE le han dicho a España que tiene que controlar las ayudas y centrarse en las familias más vulnerables.

Así que bajar el IVA de los alimentos no es la panacea, ya que es injusto y costoso para las arcas públicas (podría obligar a recortes en 2023), además de acarrear otro problema: que las tiendas no repercutan esa bajada del IVA en una rebaja de los precios finales al consumidor. Es difícil controlar todos los establecimientos y ya vimos lo que pasó al rebajar el IVA de las entradas de cine: muchas empresas no bajaron el precio final y lo llevaron al margen.

Hace unos meses, Yolanda Díaz se reunió con algunas grandes distribuidoras, como Carrefour, Alcampo, Lidl, Mercadona o Día para intentar un acuerdo para limitar voluntariamente los precios de algunos productos básicos. Incluso Carrefour se adelantó con una cesta de 30 productos a 30 euros (sin leche, huevos ni carnes), como ha hecho en Francia y Bélgica. Pero no se ha avanzado más y no hay “autocontrol” de precios en los supermercados, que insisten en que “están ayudando a contener los precios”. Pero la realidad es que los precios suben semana a semana y lo harán más en diciembre, por la Navidad.

La subida de la cesta de la compra es un problema muy serio para las familias, porque los alimentos suponen entre el 15% y el 16% del gasto de los hogares y supera el 20% en las familias más vulnerables. Y a diferencia de la luz, la calefacción o los carburantes, no es fácil ahorrar en comida, un gasto diario y semanal recurrente. Por eso, urge tomar medidas para frenar las subidas, ahora de cara a diciembre y la Navidad, con un control exhaustivo de los “escandallos” de precios y con multas ejemplares a los que abusen. Y en paralelo, el Gobierno debería aprobar ya un cheque comida, a entregar directamente a las familias con bajos ingresos, en colaboración con Cáritas, Cruz Roja y otras ONGs. No se puede permitir que los precios multipliquen las colas del hambre. Y menos en Navidad. Hagan algo.