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domingo, 27 de mayo de 2012

España, sola a los pies de los mercados


Los dirigentes europeos han perdido esta semana otra ocasión (y van 18 en poco más de dos años) de resolver la grave crisis que asola Europa y pone en peligro al resto del mundo. Se han conformado con una “cena informal” para abordar tres problemas de envergadura: la sangría de Grecia y su posible abandono del euro, los ataques de los mercados a España y la recesión cierta en 12 países de la UE. Ninguna decisión concreta y vuelta a casa sin los deberes hechos, con la prima de riesgo en máximos históricos y España a los pies de los mercados (más con el agujero extra de Bankia). Y con Merkel y los fundamentalistas de Bruselas sin aceptar que el BCE ayude, comprando deuda de España e Italia e inyectando liquidez a los bancos en apuros. Estamos en el punto de mira y solos.
enrique ortega

Los fundamentalistas de Bruselas y los dirigentes europeos, en su mayoría conservadores, llevan ya  dos años y medio mareando la perdiz frente a una crisis cada vez más seria, que se manifiesta en dos problemas graves. Uno, que las políticas de recortes a ultranza han llevado a la recesión a 12 de los 27 países europeos: España, Portugal, Grecia, Irlanda, Italia, Gran Bretaña, Holanda, Dinamarca, República Checa, Eslovenia, Rumania y Chipre llevan ya medio año decreciendo, con 25 millones de parados en Europa. Dos, que la recesión ha abierto una crisis política y social, que ha llevado a cambios de gobierno en 14 países, un auge de la ultraderecha y un rosario de protestas sociales contra del actual proyecto de ajuste europeo.

Y junto a estos problemas de fondo, dos alertas a corto. Una, la posible salida de Grecia del euro, porque sus ciudadanos no ven futuro en los recortes que impone Bruselas. Y la otra, que no cesan los ataques contra España, la cuarta economía del euro, a pesar del rosario de reformas y recortes, lo que, junto a Grecia, oscurece el futuro de la UE. Y el agujero de Bankia, que precisa 19.000 millones en ayudas, agita más los tambores de intervención europea, que el Gobierno rechaza: pedir ayudas sólo para la banca tendría el mismo coste que una intervención general del país como la de Grecia, Irlanda o Portugal.

Pero Merkel y los fundamentalistas de Bruselas siguen ciegos y sólo hablan de recortes y de reformas, del déficit. La victoria de Hollande parecía abrir la puerta a un cierto giro, introduciendo medidas para reanimar la economía europea y hacer frente a los mercados. Pero se ha visto que quien manda es Alemania (y los socialdemócratas alemanes, como Merkel, no quieren cambios que les cuesten dinero). Aceptan gastar algo más en inversiones europeas (la miseria de 260 millones para movilizar 4.000 en inversiones púbicas en la Europa del sur), pero poco más. Nada de flexibilizar los recortes, de dejar el 3% de déficit para 2014 ó  2015, para no asfixiar las economías más débiles. Y nada de eurobonos, para que la Europa del sur pague menos por su deuda (y más Alemania). Nein.

Rajoy, con el agua al cuello por los mercados, fue claro en la cena de Bruselas: está bien hablar de futuro, de reactivación, de eurobonos, pero lo que me urge es sobrevivir hoy. Que me ayuden frente a los mercados: el BCE tiene que comprar deuda española, para bajarla (está en máximos históricos, por encima del 6,2%) y además  inyectar liquidez a los bancos (como hizo en diciembre y febrero), para que sobrevivan: con la crisis financiera sin resolver, nadie quiere prestarlos y así se colapsa nuestra economía.

Pero nadie le hizo caso. Y Rajoy se vino sólo y frustrado: he hecho todos los deberes (46.700 millones de recortes para 2012, reforma laboral, dos reformas financieras, dejar entrar a todo el mundo a investigar la banca y múltiples reformas ortodoxas)…para nada. Los mercados siguen atacando y financiar la deuda nos cuesta 25.000 millones más que el año pasado (casi lo que pagamos en pensiones) mientras Alemania se financia casi gratis. Soy un buen alumno, cumplo con el fundamentalismo de Merkel y nadie me ayuda.

Y tiene razón. Pero Merkel y los fundamentalistas de Bruselas piensan que la letra con sangre entra, que si ayudan con el BCE o con el Fondo de rescate para los bancos, España se relajará en sus ajustes. Y no quieren bajar la presión (hasta un minuto antes de la catástrofe, como hicieron con Grecia, Portugal e Irlanda, y entonces será demasiado tarde).

El problema de fondo es otro. Si los mercados nos atacan es (además de porque han ganado 25.000 millones haciéndolo) porque no confían en España. Y no porque el Gobierno no sea ortodoxo y amante de los ajustes y reformas, sino porque hay un dato que les preocupa: España es el único país de la UE-27 que decrecerá este año (-1,8%) y el que viene (-0,3%), según las previsiones de Bruselas (Grecia crecerá 0% en 2013, Portugal +0,3% e Irlanda +1,9%). Ahí está el quid de la cuestión: si no crecemos, el Estado no recauda y será difícil reducir el déficit y pagar la deuda. Pagarles. Por eso no quieren financiarnos y si lo hacen, cada vez más caro.

De ahí que, aunque a corto plazo nos ayudara que el BCE haga de “primo de Zumosol” ante los mercados, con la compra de deuda e inyectando liquidez a nuestros bancos, eso no deja de ser aspirina para bajar la fiebre: el cáncer es la recesión. España tiene que crecer cuanto antes, para resolver dos problemas a la vez: dar una salida a los casi 6 millones de parados y aumentar ingresos públicos para tranquilizar a los mercados. Pero no puede crecer sola, necesita un empujón europeo y a la vez suavizar sus recortes. Todo pasa por Bruselas.

Hasta aquí la teoría. Pero la realidad es que Bruselas sigue mareando la perdiz, sin prisas, esperando la Cumbre del 28 y 29 de junio, mientras España está sola a los pies de los mercados, en medio del fregado de nuestra crisis financiera. Y los ataques arreciarán después del 17 de junio, tras las elecciones en Grecia: somos la siguiente pieza a abatir, con mucho que ganar en juego. Como siempre, Merkel y Bruselas esperarán a que estemos al borde del precipicio para actuar, tarde y mal. Esta vez lo veo negro.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cumbre Merkozy: más palo sin zanahoria

Tercera Cumbre decisiva para salvar el euro en menos de 5 meses y tercer fracaso, aunque lo vendan como “un éxito”. La receta, más de lo mismo: más recortes y más control de Alemania y Francia sobre la política económica de los países. Y a cambio, no se toman medidas frente a los mercados, que han vuelto por sus fueros. Merkel piensa que esta presión es buena para que los países hagan sus deberes: recortes duros desde Grecia a Italia, pasando por Irlanda y Portugal, más los que se avecinan en España. Un camino equivocado que casi todos aplauden, aunque haya agravado la crisis de la deuda y del euro. Es el síndrome de Berlín. De recorte en recorte hasta la recesión en Europa, con 23 millones de parados.

enrique ortega
Hace ya 26 meses y 17 Cumbres europeas que estalló la crisis de la deuda, cuando en octubre de 2009 se descubrió que Grecia había mentido a la UE y estaba quebrada. En lugar de tratarlo como un caso aislado, Merkel quiso aprovechar para dar un escarmiento a la Europa del sur, no impidiendo el contagio a Irlanda y Portugal. Y luego, permitió que la crisis alcanzara a España e Italia. Con los ajustes como única receta y sembrando dudas sobre la deuda europea (quitas), la crisis se contagió a toda Europa y a sus bancos. Y puso en cuestión la recuperación de Estados Unidos y los países emergentes.

Ante la grave crisis del euro, Merkel y Sarkozy han impuesto a los 27 la misma receta: más ajustes. Ahora, se obliga a los países a que incluyan el déficit cero en la Constitución (como hizo España en julio) y se autoriza que el Tribunal Europeo de Justicia pueda vigilarlo, estableciendo sanciones automáticas (multas) a los que no rebajen para 2013 su déficit público al 3% (hoy sólo cumplen 6 países: Estonia, Suecia, Dinamarca, Alemania, Luxemburgo y Finlandia, con España en el 6,5%) y su deuda al 60% del PIB (sólo lo cumplen 13 de los 27, entre ellos ni Francia ni Alemania ni España, que tiene el 69%). Y fuera del palo, poco más. Frente a los mercados, se exhibe un Fondo de rescate sin más recursos y se opta por aportar 200.000 millones al FMI para que busque otros tantos fondos en China, Brasil y terceros países, para apoyar la deuda europea. Y para 2012, se habla de un nuevo Fondo de rescate con 500.000 euros, un bombero con poca munición si hay problemas con los mercados: la deuda de Italia es de 2 billones y la de España es de 650.000 millones.

Los acuerdos de esta Cumbre Merkozy están descompensados, no son realistas y sí insuficientes. Descompensados, porque se insiste en los recortes como vía para reducir los déficits, sin entrar en la otra pata, los ingresos, donde hay grandes desigualdades fiscales entre los 27, tanto en IVA (del 15% de Luxemburgo al 25% de Dinamarca, con el 20,6% de media) como en Renta (del 10% de Bulgaria al 60% de Suecia con la media en el 37%) y en Sociedades (del 12,5% de Irlanda al 34% de Francia con el 22% de media UE). No realistas, porque no se adoptan mecanismos para defender el euro y la deuda ante los mercados: un Fondo de rescate potente y un BCE que compre más deuda, como antesala a los eurobonos y al Tesoro europeo a medio plazo. Y son insuficientes, porque no abordan los dos graves problemas de Europa: la falta de liquidez (los bancos no encuentran financiación y no prestan) y el estancamiento de las economías, con el sur de Europa en recesión.

Los mercados dieron un día de tregua y han vuelto a la carga, con serias advertencias de las agenciasde rating (Moodys y S&P) y elevadas primas de riesgo de España e Italia, a pesar de los recortes anunciados. No valoran los ajustes impuestos por Merkozy pero sí temen sus efectos: la recesión en Europa, que vaticina el propio BCE (con un crecimiento del -0,4 al 1% en 2012) y confirma la OCDE, que apuesta por un crecimiento negativo este cuarto trimestre (-1%) y el primero de 2012 (-0,4%). Y si hay recesión, todos temen que sea más difícil pagar la deuda. Por eso, los inversores huyen de Europa y del euro.

El BCE aparece como el único bombero en esta crisis. De momento, ha abierto el grifo para prestar dinero a 3 años (al 1%) a los bancos europeos, para que fluya el crédito a empresas y familias. Y ha bajado los tipos al 1%, todavía demasiado frente al 0,25% de EEUU. Pero no va a comprar deuda, para ayudar a España o Italia, por imposición de Alemania. Merkel busca que los mercados sigan presionando, para que le ayuden a meter en vereda a la Europa del sur: es como mentar al “hombre del saco”. O "la letra con sangre entra". Cree que la crisis y el déficit se debe a que somos manirrotos e indisciplinados y se equivoca: tenemos déficit porque el sistema financiero USA falló y contagió a Europa, sobreendeudada en beneficio de los bancos alemanes y franceses, sobre todo. Pero ha impuesto su tesis conservadora al resto de Europa, que la aplaude como ZP o Rajoy, aunque nos lleve a la recesión. Es lo que Antón Costas llama el síndrome de Berlín (lean este magnífico artículo).

Ahora, el síndrome de Berlín se traducirá en más ajustes en Italia y en España, que sufrirán los más desfavorecidos, como en Grecia, Irlanda y Portugal, y, en menor medida, en Francia o Gran Bretaña, con un serio recorte del Estado del bienestar (sanidad, educación, pensiones, desempleo, Dependencia…). Y este sacrificio no servirá para salir de la crisis, sino para hundirnos más en ella, para entrar en recesión y no crear empleo. Y así, será más difícil reducir el déficit y pagar la deuda. Y nos pedirán más recortes. Un círculo vicioso que nadie quiere ver, por miopía ideológica de los conservadores europeos, como les achaca Obama.

De Cumbre en Cumbre, hasta la crisis final, en medio de las huelgas y la desconfianza de los europeos: sólo el 41% confía en la UE frente a un 47% que desconfía, según el último Eurobarómetro. Y con dos Europas: Alemania, Francia y los paises del Norte, cuya renta ha crecido, y los paises del sur, con menos riqueza por habitante: España  está ocho puntos por debajo de la eurozona y ha retrocedido a los niveles de 2002. Mientras, nadie habla de reanimar la economía, de hacer frente a los mercados, de dar liquidez y crédito al sistema, de un Plan Marshall europeo para crear empleo, de los 23 millones de parados de Europa. Ni de subir impuestos. Sólo de recortes. Y así nos va.  

miércoles, 9 de marzo de 2011

No culpen a los salarios de la crisis

Este mes de marzo se va a librar la batalla de los salarios, en dos frentes. Por un lado, la canciller Merkel intenta imponer a sus colegas europeos un Pacto de Competitividad que prohibiría subidas de sueldos vinculadas a la inflación. Por otro, en España, sindicatos y patronal buscan ponerse de acuerdo sobre la negociación de los convenios, incluyendo si se mantienen las cláusulas de revisión ligadas al IPC, como quieren los sindicatos. Si no hay acuerdo para el 19-M, el Gobierno amenaza con legislar por su cuenta (miedo me da). En el fondo está el debate de cuánto deben subir los salarios y si son culpables de nuestra baja productividad y competitividad. Una vieja polémica donde se esconden muchos datos y que protagonizan expertos y políticos con sueldos millonarios.

 La canciller Merkel, apoyada por Sarkozy, va a proponer en la Cumbre europea del 11 de marzo un trato a sus colegas europeos: Alemania y Francia, los que más pagan, aceptan ampliar el Fondo de rescate europeo y flexibilizar su uso (para reducir las tensiones de la deuda, ahora con Portugal) a cambio de que los demás países de la UE acepten un Pacto de Competitividad de 6 puntos: límite de la deuda y déficit público por Ley en cada país, aumento de la edad de jubilación, armonización del impuesto de sociedades, reconocimiento mutuo de títulos para favorecer la movilidad laboral en Europa, nuevos mecanismos de resolución de crisis bancarias y la prohibición de que la subida de salarios se vincule a la inflación.
La mayoría de la Eurocámara ha criticado la propuesta, pero más por las formas (se ve como una imposición franco-alemana), que por el contenido, salvo el tema de los salarios, que de entrada rechazan Bélgica, Luxemburgo, Austria, Portugal y teóricamente España, aunque Zapatero y el ministro de Trabajo no juegan claro: no quieren contradecir a Merkel (que tiene en sus manos calmar a los mercados con el nuevo Fondo de rescate) pero no quieren crear mal ambiente en el diálogo social, donde los sindicatos no aceptan la prohibición alemana.
De entrada, hay un hecho claro: la subida de los salarios vinculada a la inflación retroalimenta la subida de precios. Los trabajadores recuperan algo de poder adquisitivo (no todos), pero se pierde competitividad y empleo. De hecho, entre 1999 y 2009, los costes salariales subieron en España una media del 3% anual, mientras en Alemania crecían un 0,7 %, en Francia un 2% y en la UE un 1,9%. Y en 2008-2009, en plena crisis y con una fuerte pérdida de empleo, los salarios subieron en España un 3,6 y un 2,3 %, cuando bajaban en otros países. El efecto ha sido pan para hoy y paro para mañana. Un mal camino que se ha cortado en 2010, con una subida de salarios del 1,3 % y una inflación del 3%, con lo que se ha perdido poder adquisitivo (sin crearse todavía empleo).
Moderar las subidas de salarios en el país con más paro de Europa parece algo evidente. Pero hay muchas cosas que no se dicen. Primero, que sólo la mitad de los trabajadores tiene una cláusula de revisión salarial ligada a la inflación: la tienen un 75% de los asalariados con convenio, que son 11 millones de los 15,3 millones de asalariados (uno de cada cuatro trabajadores no tiene convenio). Segundo, que dos de cada tres cláusulas de revisión están ligadas a la inflación futura (del año siguiente), no de la pasada, lo que es menos inflacionista. Tercero, que los salarios en España son la mitad que en Alemania (21.500 euros brutos frente a 40.000) y un 20% inferiores a la media de la UE. Y cuarto, que en Alemania existe un gran peso de las grandes y medianas empresas, lo que permite ligar mejor las subidas salariales a la productividad, pero en España, un 75% de las empresas son pymes con menos de 6 trabajadores, muchas sin convenios ni experiencia de negociar productividad.
España es un país donde la mitad  de los asalariados cobran 1.000 euros o menos al mes, según la Agencia Tributaria. Con estos sueldos, no se puede quitar de un plumazo la cláusula de salvaguardia, y más con los precios subiendo al 3,6%.La batalla de culpabilizar a los salarios es antigua y yo siempre me fijo en los sueldos de los que piden moderación: Gobernador del Banco de España: 165.026 euros al año. Presidente del BCE: 360.000 euros. Presidente del Bundesbank: 388.000 euros. Y así podríamos seguir con expertos y políticos. Muchos de ellos se olvidan de pedir moderación a los márgenes y beneficios empresariales, que también han subido con fuerza en España en la última década, ganando peso en el pastel de la renta. Y de pedir contención en los salarios de directivos empresariales y en los bonus. Choca que insistan en la contención salarial y no mencionen que los sueldos de los altos directivos de las empresas del IBEX subieron un 19.14% en 2010. Y que los beneficios de las empresas del IBEX subieron el año pasado un  21,5%.
Volviendo a la propuesta de Merkel, parece evidente que hay que ligar la subida de los salarios a la mejora de la productividad, aunque sin liquidar de un plumazo la revisión por el IPC . Pero la mejora de la productividad no depende sólo de los salarios. Hay que hablar también de la organización del trabajo y de la gestión de las empresas, de los horarios, del reparto y creación de empleo, de la formación (sólo el 24% de los convenios incluyen planes de formación), de la mejora de infraestructuras, de la tecnología y la innovación (Alemania gasta el doble que España en innovación). No hablemos sólo de salarios. Hay muchas otras teclas que tocar para ser más competitivos. Que no nos hagan culpables.