jueves, 5 de agosto de 2021

5 libros sobre los males de la economía

El verano y las vacaciones son un buen momento para leer. Y no sólo novelas, poesía, ensayos o historia. También economía, que no es “un rollo”, sino la manera de entender mejor lo que nos pasa cada día. Y sobre todo si hay libros escritos por gente que sabe (expertos de verdad), que es crítica  (una minoría que se desmarca del “pensamiento único”) y escribe claro, para que se le entienda. Así son los 5 libros que recomiendo hoy para estas vacaciones, que analizan los problemas de la economía mundial y plantean alternativas, sensatas y posibles. Libros que repasan los retos de la economía en este siglo y, en especial, la desigualdad, los impuestos, el déficit público y la globalización, sin olvidar el poder imparable de las grandes tecnológicas y sus consecuencias sobre nuestras vidas. Temas que nos afectan mucho y sobre los que podemos saber más. Mirar, elegir y leer alguno.

Enrique Ortega

El primer libro, “El capitalismo del siglo XXI”, escrito por el catedrático español  Carlos Sebastián,  es un diagnóstico certero de la situación de la economía y el capitalismo hoy, centrado en la creciente desigualdad (un problemas que vemos) y en el menor dinamismo y eficiencia de la economía (un problema del que se habla menos, pero que explica que el nivel de vida y empleo no mejore más). El libro analiza los cambios provocados en los años 80 (neoliberales, Reagan y Thatcher) y cómo han provocado una reducción de la competencia y un menor empuje de la economía, con menos productividad, menos empresas jóvenes y menos innovación. Y señala los “culpables”: desregulación, cambios fiscales, menos supervisión, concentración del poder económico y menos competencia, con menos dinamismo económico, deterioro de salarios y condiciones laborales y más desigualdad.

En definitiva, que tenemos un sistema económico con poco empuje y que no puede mejorar la vida de la mayoría, beneficiando cada vez más a un 1% más rico. No es un panfleto sino las conclusiones de un catedrático con cientos de datos y argumentos irrefutables. Pero Carlos Sebastián hace algo más: intenta aportar soluciones. Y busca entre los economistas mundiales las propuestas más atractivas (el Nobel Stiglitz y Thomas Piketty), para resumirnos las medidas que habría que tomar, básicamente una mayor competencia, más supervisión, más innovación, reforma fiscal, vuelco educativo y mejora de la productividad, sentando las bases de lo que llama “un capitalismo ético”. Muy interesante… y posible.

El segundo libro, “Las edades de la globalización”, del profesor norteamericano Jeffrey D. Sachs, es muy ambicioso: analiza la historia económica del mundo, desde el Paleolítico a la era digital, para intentar extraer las enseñanzas de lo que ha funcionado bien y mal en las distintas etapas económicas de la globalización. Es un extraordinario manual para recordarnos los eslabones básicos de la historia del mundo: el Paleolítico (70.000 a 10.000 años antes de JC), el Neolítico (10.000-3.000 años antes de JC), la Edad Ecuestre (3.000-1.000 años antes de JC), la Edad Clásica (1.000 a 1.500 años después JC), la Edad Oceánica (1.500- 1.800), la Edad Industrial (1.800-2000) y la Edad Digital (siglo XXI). Es especialmente interesante (y novedosa) su explicación de la caída del imperio chino e indio y el auge de Japón, pero sobre todo cómo el hombre ha ido afrontando los problemas en la historia.

Cara al futuro, Sachs señala 3 grandes riesgos: la desigualdad, el cambio climático y el riesgo de guerras, sobre todo con China. Y plantea varias recetas: una mayor co-gobernanza entre los paises (multilateralismo), un  auge de las políticas “socialdemócratas” (poniendo al individuo en el centro de la economía) y una reforma de la ONU, planteando que la mayor esperanza de la humanidad es la cooperación, la clave de la historia del hombre desde que los humanos modernos salieron de Africa hace 70.000 años. Algo que hemos olvidado.


El tercer libro, “El triunfo de la injusticia”, escrito por dos profesores de la Universidad de California, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, se centra en uno de los grandes males de la economía hoy: los impuestos y el fraude fiscal de los más ricos, una de las fuentes de la enorme desigualdad. El libro empieza haciendo historia y recordando que, tras la II Guerra Mundial, en Europa y EEEUU había una fiscalidad que obligaba a pagar a las empresas y a los más ricos, sentando las bases de 30 años de fuerte crecimiento y un alto nivel de vida. Y relata como en los años 80 (otra vez los neoliberales, Reagan y Thatcher) se inicia una carrera por bajar impuestos, entre paises y dentro de cada uno, llegándose a la situación actual, donde los más ricos pagan menos impuestos que sus secretarias y donde empresas y multinacionales multiplican su ingeniería fiscal para “eludir” impuestos (pagar poco “legalmente”). Es muy interesante su descripción de la política fiscal de los megaricos y multinacionales y del funcionamiento de los paraísos fiscales.

Una vez planteado el problema (“los ricos no pagan impuestos”), los autores plantean qué podría hacerse para que los pagaran, alternativas más dirigidas a la política USA pero que sirven para el resto. Proponen un impuesto sobre la renta más progresivo (tipos más altos, hasta el 60% marginal, para las rentas más altas), un impuesto más elevado de sucesiones (herencias), un impuesto mínimo para las empresas (el G-20 acaba de aprobar el 15% mínimo para las multinacionales), más tributación de dividendos y ganancias de capital  y un impuesto progresivo sobre la riqueza (2% para más de 50 millones de dólares y 3% para más de 1.000 millones). Y con esta reforma, señalan, la clase media y trabajadora pagaría menos impuestos. Además, han creado una web (www.taxjusticenow.org) con un simulador para que cualquiera pueda evaluar las consecuencias de cualquier cambio fiscal que proponga. Todo para conseguir más ingresos y servicios públicos y reducir la desigualdad.

El cuarto libro, “El mito del déficit”, de la catedrática norteamericana Stephanie Kelton, analiza la otra cara del debate de los impuestos: el déficit público, que lleva décadas siendo la gran preocupación de muchos y la justificación de los recortes. El libro es un trabajo provocativo, que defiende la Teoría Monetaria Moderna (TMM): los Gobiernos no tienen un problema de déficit, de no poder pagar la sanidad, la educación o las pensiones, porque pueden emitir moneda y pagar lo que necesiten. Por eso es un error comparar el déficit público con los problemas de las familias: ellas necesitan ingresar más o recortar gastos, pero los Gobiernos no, les basta con emitir más moneda. Eso sí, no de forma ilimitada: el gasto tiene que ser compatible con el potencial de la economía y no disparar la inflación.

Este libro es a la economía como Copérnico en su día, al intentar desmontar los mitos que nos repiten machaconamente: que el Estado debe aprobar presupuestos equilibrados, que los déficits prueban que se ha gastado de más, que los déficits quitan dinero a empresas y ahorradores, que el déficit comercial es malo y que la sanidad, la educación y las pensiones no se van a poder pagar y llevan a la quiebra de los Estados. Capítulo a capítulo, Kelton desmonta estos 6 mitos y plantea un cambio en la política monetaria y fiscal para construir “una economía para la gente”, no una economía constreñida por el déficit. Y una economía que busque el pleno empleo y resuelva los déficits que importan (empleo, educación, sanidad, pensiones, infraestructuras), no liquidar el déficit público con un  altísimo coste. Léanlo, es un libro muy sorprendente, tanto como lo fue decir que la Tierra gira alrededor del Sol.

Y para terminar, un libro “gigantesco” (910 páginas, 693 sin notas): “La era del capitalismo de la vigilancia”, de Shoshana Zuboff, socióloga de Harvard. Todo un tratado sobre el inmenso poder de los grandes gigantes de Internet (Google, Facebook, Microsoft, Apple y Amazon), que todos intuimos pero cuyo alcance real revela este libro de una forma metódica y estremecedora. La autora explica lo que buscan estos nuevos capitalistas del siglo XXI: el excedente que se encuentra en nuestro comportamiento, nuestros datos, que luego venden a otras empresas para que nos vendan sus productos. La materia prima de estos nuevos capitalistas es nuestro comportamiento y buscan extraer cada vez más datos de nuestra conducta diaria para sacar más beneficios. Primero obtuvieron la plusvalía con los datos del mundo digital. Luego dieron el 2º gran salto, buscando información en el mundo real, con las redes sociales y los móviles (ubicación, navegación, etc.). Y ahora están lanzados al Internet de las cosas, para rentabilizar nuestra conducción, la vida en casa, la salud o las ciudades conectadas. Y el siguiente salto es conseguir datos de nuestra vida interior, de nuestro estado de ánimo y personalidad, con los asistentes virtuales.

Zuboff lleva años siguiendo los avances de los gigantes de Internet y nos explica cómo hemos llegado hasta aquí, cómo han conseguido tanto poder, amparados en la “alegalidad” de lo que hacen,  la importancia de los Gobiernos y el “dejar hacer” de los usuarios, a los que tratan de atraer con ideas de “libertad”, “modernidad” y “futuro”, que encumbren lo más importante: que buscan sus beneficios en comerciar con nosotros, con lo que hacemos y pensamos. Y eso les ha convertido en “el Gran Otro”, una especie de “Gran Hermano” que domina el orden social y determina el futuro digital. Para la autora, el capitalismo de la vigilancia es “una forma de acumulación de beneficios sin precedentes en la historia y su gran objetivo es “moldear las conductas”, inducir en nuestros comportamientos (desde una compra al voto) para obtener el máximo beneficio. Por eso, Zuboff considera que estos capitalistas tecnológicos son “una amenaza para la democracia, la libertad y nuestro futuro como seres humanos”… La verdad es que el libro asusta. Pero temo que la realidad es aún más terrible. Debíamos pensar en ello cada vez que nos enganchamos a Internet.

Bueno, ahí dejo estas 5 propuestas de lectura, originales, críticas, documentadas y serias, escritas todas por expertos que buscan que les entendamos. Y que pensemos un poco sobre los grandes problemas y retos de nuestra economía y nuestra vida. Ojalá alguno os interese. ¡Hasta septiembre¡

lunes, 2 de agosto de 2021

Vacaciones: pocos turistas y precios altos

Media España está de vacaciones, aunque la otra media no pueda o no quiera viajar, según el Barómetro del CIS. Este verano, el turismo nacional recuperará dos tercios de los viajes de 2019, pero vendrán la mitad de turistas extranjeros que nos visitaban antes de la pandemia, según el sector, que espera facturar 20.000 millones menos que hace dos veranos. Eso sí, agencias, hoteles, apartamentos y restaurantes aprovechan para subir precios estas vacaciones, donde tenemos la luz, los carburantes y los vuelos mucho más caros y cuando también suben los alimentos y el súper. Entre la 5ª ola y las subidas de precios, los españoles saldremos menos días de vacaciones, más al interior, norte, Galicia, Cádiz y Huelva, mientras encontraremos menos extranjeros (sobre todo franceses y alemanes) en Baleares, Canarias y la costa mediterránea. Será el 2º verano en pandemia, con más movimiento que el anterior, pero aún “a medio gas” y con el virus desatado entre los jóvenes. ¡Descansen y cuídense¡

Enrique Ortega

Estas son las vacaciones del escape y la incertidumbre. Tras año y medio de pandemia, la mayoría de las personas quieren “escaparse” y viajar, olvidarse de los problemas más que nunca. Pero también saben que el virus sigue ahí y que la 5ª ola ha disparado los contagios, sobre todo entre los jóvenes y en los lugares de veraneo. Eso ha aumentado la incertidumbre a la hora de coger vacaciones, más cuando en muchas familias han bajado los ingresos y el trabajo por la pandemia (un 34,4% de los hogares no se pueden coger una semana de vacaciones por la crisis, según el INE). El resultado es un país donde la mitad de españoles dicen que se irán de vacaciones y la otra mitad no: el  49,9% no se irá, el 4,9% lo está pensando y el 45,1% restante se han ido ya de vacaciones o están pensando en irse este mes, según el Barómetro del CIS, una encuesta hecha entre el 2 y el 15 de julio. Los que más piensan viajar son los más jóvenes (más de la mitad de los menores de 34 años) y los que menos, los mayores de 55 años (sólo un tercio cogerá vacaciones este verano).

Entre la crisis y la pandemia, la gran mayoría del 45,1% que cogerá vacaciones se quedará dentro de España (el 88,8%), sólo un 6,8% irán al extranjero y otro 3,8% viajarán dentro y fuera del país, según el Barómetro del CIS. La mayoría viajará, en coche (78,6%) o avión (18,1%), a las costas (58,8%) e islas (11,9%), aunque aumentan los viajes a zonas rurales (20,5%), ciudades de interior (15%) y turismo de rutas (8,2%). Al alojarse, un 30,8% irá a un hotel, un 20,1% a un apartamento, el 19,1% a su 2ª vivienda, otro 19,1% a casas de amigos, un 6,6% a campings, otro 6% a casas rurales, el 3,7% a hostales y pensiones y 1,1% optan por la autocaravana. Y este verano se multiplican los viajes cortos, de 1 semana (22,4%) y menos (12,4%), aunque aumentan las vacaciones con duración entre 1 y 2 semanas (28,7%) y de más de 15 días (29,8% de los viajes).

Este 2º verano en pandemia se espera mejor que el verano pasado, pero el sector turístico lo ve con gran incertidumbre, debido al crecimiento imparable de la 5ª ola del virus, que ha sumido a toda la Península en “riesgo alto”, lo que va a retraer a irse de vacaciones a muchos españoles y va a frenar la llegada de turistas extranjeros, sobre todo de Francia (su Gobierno ha desaconsejado viajar a España), Alemania (exige cuarentena a los que vuelvan de vacaciones de España) y de Estados Unidos (nos consideran un país “de alto riesgo”). Con ello, la última previsión de Exceltur, la patronal turística, apuesta por recuperar dos tercios del turismo nacional de 2019 y un tercio del turismo extranjero. Y así, facturar este verano 37.979 millones, 20.000 millones menos que en 2019, antes de la pandemia.

La industria turística espera que quien les salve este verano sean los turistas nacionales, que suponen la mitad de su negocio. La previsión es facturar este verano con los turistas españoles dos tercios del negocio de 2019 (-32,9% de facturación), mejor en agosto y septiembre que en julio. Y en paralelo, con los turistas internacionales facturar sólo un tercio del negocio de 2019 (-61,2% de facturación), más en julio que en agosto y septiembre, según el estudio de Exceltur. Y con ello, esperan que el verano sea más flojo en las zonas que suelen recibir más turistas internacionales (Baleares, Canarias y costa mediterránea) y haya más turismo en las zonas donde se esperan más españoles (norte de España, Galicia, interior de las dos Castillas, la Rioja, Navarra y Aragón, junto a Cádiz y Huelva). Dos Españas con dos veranos y ocupaciones turísticas diferentes.

La mayor incertidumbre sobre cómo acabará siendo este verano está en el turismo extranjero. La última previsión del Gobierno es que lleguen 16,9 millones de turistas internacionales, lo que supondría un tremendo avance sobre el verano pasado (vinieron 6 millones de turistas extranjeros) y algo más de la mitad de los turistas foráneos que entraron en el verano de 2019 (28,8 millones), un año récord. La incógnita está en los turistas británicos (21,5% de los turistas extranjeros en 2019), que pueden viajar a España sin hacer cuarentena a la vuelta (si están vacunados), lo que ha triplicado sus vuelos a España, aunque tienen el hándicap de ser el país europeo con más contagios por COVID 19. En el caso de los turistas franceses (13,2% del total en 2019), Cataluña y la Comunidad Valenciana está sufriendo los efectos de la recomendación del Gobierno galo para que no viajen a España. Y lo mismo pasa, sobre todo en Baleares y Canarias, con los turistas alemanes (otro 13,2% del total), a quienes su Gobierno exigirá cuarentena al volver de España si no están vacunados. Y también EEUU ha incluido a España como “zona de alto riesgo” COVID.

La evolución de la 5ª ola en agosto será clave para la evolución del turismo. El Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC) no es ahora tan pesimista  y su última previsión (jueves 29) apunta que la incidencia no se va a cuadruplicar en Europa (como temía hace 10 días) sino que sólo se va a multiplicar por 1,5 (de 200 contagios el 25 de julio a 304 el 8 de agosto). Pero sigue colocando a España como el 2º país de la UE-27 con más incidencia del COVID, sólo por detrás de Chipre (1.496 contagios): creen que pasaremos de los 700 contagios de la semana pasada a 849 el 1 de agosto y 971 el 8 de agosto, aunque el viernes 30 de julio habíamos bajado a 687 contagios.  Sean 971 o más de 500 contagios este mes, España seguirá siendo un destino “de alto riesgo” en Europa. Y eso es desastroso para mantener el turismo extranjero, que podría anular reservas, lo mismo que los turistas nacionales. Por eso es especialmente urgente tomar restricciones duras para bajar drásticamente los contagios, especialmente en las zonas turísticas: Baleares (951 contagios el viernes), Cataluña (927), Comunidad Valenciana (575), Andalucía (565) y  Canarias (487), las 5 autonomías con más afluencia de extranjeros.

Además de lidiar con un “riesgo extremo” de contagios, los que están de vacaciones o se vayan a ir estos días sufrirán un tremendo aumento de precios. Empezando por las reservas de billetes de avión (con precios disparados en los vuelos nacionales) y las reservas de paquetes turísticos, que subieron un 14,5% en junio, según el INE. También están subiendo mucho los precios de los hoteles y alojamientos (un +6,1% en junio, según el IPC), que aprovechan en algunas zonas (norte de España y zonas rurales) la mayor demanda del turismo nacional para subir precios (y en julio han seguido subiendo los alojamientos, según el IPC adelantado que ha publicado el INE). No ayuda la fuerte subida de la luz mes tras mes (subirá un 35% en julio y costará el triple que en julio de 2020), subida de la que también “se cubren” los dueños de apartamentos y hoteles. Además, en verano suben siempre los alimentos y la mayoría de los productos del súper, por la mayor demanda.

La subida de precios ya la notamos al coger el coche para irnos de vacaciones. Los precios de los carburantes vuelven a marcar máximos la pasada semana: 1,41 euros por litro la gasolina (un 32% más cara que en mayo de 2020, que valía 1,07 euros) y 1,27 euros por litro el gasóleo (un 30% de subida sobre los 0,98 euros por litro que valía en mayo de 2020). Con ello, llenar el depósito cuesta ahora entre 16 euros más (gasoil) y 19 euros más (gasolina) que el verano pasado. Y España sigue teniendo los carburantes más caros de Europa antes de impuestos: 29 céntimos más cara la gasolina y 13,4 céntimos más caro el gasóleo que la media de precios de la UE-27, según el último Boletín Petrolero de la UE

Esto pasa, aunque el petróleo esté en máximos para todos (76 dólares barril frente a 31$ en mayo de 2020), porque España tiene una mayor demanda de gasóleo (59,2%) que de gasolina (9,1%) que Europa, lo que tensiona más aquí los precios, hay menos competencia en el refino y en la comercialización por regiones (Repsol, Cepsa y BP controlan el 60% de las gasolineras) y el margen bruto de los comercializadores (25 céntimos por litro en la gasolina y 24 en el gasóleo) es de los más altos de Europa, según la Comisión de Competencia (CNMC).

Si conseguimos pagar todas las subidas que nos esperan, desde la gasolinera al hotel y la paella o mariscada, sólo nos queda cuidarnos para evitar contagiarnos con el virus, que se está multiplicando entre los menores de 40 años no vacunados, aunque también contagia a los vacunados con 1 dosis (el 11,4% de los contagiados) y a los vacunados con las 2 dosis (5,5% de los actuales contagiados), según Sanidad.  Hay que intentar disfrutar estas vacaciones, el que pueda tenerlas, pero sin olvidar que el virus sigue entre nosotros y la pandemia no se ha acabado. 

Así que este verano será otra vez “diferente”, aunque tengamos más optimismo y confianza porque la inmunidad de rebaño está próxima, quizás no para septiembre (los expertos hablan de que la variante Delta obliga a vacunar al 80 y quizás al 92% de los españoles, que no basta con el 70% del que nos hablaban). Eso supondría que no ganaríamos la batalla al virus hasta final de año. Sea como sea, agosto va a ser todavía un mes complicado, para la salud y para el turismo y la economía.

Disfrutemos lo que podamos estas vacaciones,  pero no bajemos la guardia  frente al virus, para volver a casa con más garantías. ¡Descansen y cuídense¡