Lo acaba de decir la OCDE: España es el segundo país con más becarios de Europa. Y somos el país que peor les paga, el que menos
les atiende y donde 2 de cada 3 titulados
no consigue ser contratado al terminar sus prácticas. La OCDE advierte
a España: existe el riesgo de que se esté “abusando de las prácticas”.
De hecho, los becarios crecen como hongos en empresas y organismos, muchas veces no para
formarse sino para cubrir un puesto de trabajo, con contratos precarios y menos sueldo. Y los universitarios se pegan por estas becas, porque no encuentran
trabajo de otra manera: en 2014, sólo 3,8 de cada 100 nuevos empleos
fueron para jóvenes. Y en 2015, han perdido empleos. Además, el 52% de los jóvenes están en paro. De
eso se abusa para ofrecer becas que son en realidad empleos precarios.
Hay que aumentar las inspecciones y reducir este fraude. Y fomentar el empleo “normal”
de los jóvenes. Darles una salida digna.
España es un país de becarios. Se les encuentra en multitud de grandes empresas, bancos, pymes, medios de comunicación, organismos e instituciones y hasta en La Moncloa, donde cada año hay unos 16 becarios que hacen múltiples tareas, entre ellas responder a las cartas que los ciudadanos le mandan a Rajoy. Los becarios suelen ser jóvenes universitarios que hacen prácticas unos meses, como complemento a su formación académica. Son prácticas no laborales y los becarios no tienen contrato y están al margen del convenio, en cuanto a horario y condiciones de trabajo. Generalmente no cobran, salvo ayudas para transporte o comida. Sí pagan por ellos Seguridad Social (no siempre), pero cuando acaban sus prácticas no tienen derecho a desempleo. Otra clase de becarios son los jóvenes que contratan las empresas en prácticas o formación, con contrato laboral (hay 5 modalidades), aunque con más precariedad (temporales y por días y hasta por horas) y peores salarios.
Los becarios universitarios en
prácticas no laborales son los que más han crecido y en muchos casos, no se trata de prácticas para formarles sino
de cubrir con ellos un empleo unos meses, sustituyéndolos luego por otro
becario. De hecho, España es el segundo
país europeo con más becarios universitarios, tras Eslovenia: un 67% de los
jóvenes titulados de 18 a 35 años han hecho prácticas en empresas, frente al
33% de media en Europa (UE-28), según el último informe
“Juventud, habilidades y empleabilidad
2015” de la OCDE. Y no es sólo que tengamos el doble de becarios.
Además, les pagamos peor: sólo el
42% recibe alguna compensación económica y de ellos, al 71% no les para vivir
(frente al 54% en Europa). Tampoco se les ayuda mucho: sólo el 79% de los
becarios españoles tiene un tutor que les ayuda en la empresa (frente al 91% en
la UE-28). Y lo más preocupante: dos de
cada tres becarios españoles (66%) acabaron sus prácticas sin conseguir
quedarse en la empresa. Y bastantes de ellos, vuelven a hacer prácticas una segunda o tercera vez.enrique ortega |
España es un país de becarios. Se les encuentra en multitud de grandes empresas, bancos, pymes, medios de comunicación, organismos e instituciones y hasta en La Moncloa, donde cada año hay unos 16 becarios que hacen múltiples tareas, entre ellas responder a las cartas que los ciudadanos le mandan a Rajoy. Los becarios suelen ser jóvenes universitarios que hacen prácticas unos meses, como complemento a su formación académica. Son prácticas no laborales y los becarios no tienen contrato y están al margen del convenio, en cuanto a horario y condiciones de trabajo. Generalmente no cobran, salvo ayudas para transporte o comida. Sí pagan por ellos Seguridad Social (no siempre), pero cuando acaban sus prácticas no tienen derecho a desempleo. Otra clase de becarios son los jóvenes que contratan las empresas en prácticas o formación, con contrato laboral (hay 5 modalidades), aunque con más precariedad (temporales y por días y hasta por horas) y peores salarios.
La OCDE reconoce
que las prácticas para universitarios pueden ser una buena vía para acceder a
un empleo, pero en el caso de España
advierte que “existe el riesgo de que se abuse del modelo”. De hecho, son
miles las empresas y organismos que ofrecen becas, en muchos casos para cubrir
empleos estables. Según un estudio de la Universidad de Barcelona, tras la
adaptación al Plan Bolonia, las prácticas han pasado de ser el 23% de las ofertas de empleo para jóvenes al
55%. Y aunque no hay datos oficiales,
se estima que hay más de medio millón de becarios en empresas e instituciones.
Cada día hay más empresas
y pymes que incorporan becarios y cada año hay miles de universitarios
que buscan desesperadamente unas prácticas, ante la falta de empleo.
Basten algunos ejemplos. En los dos
últimos cursos, 135.000 universitarios se presentaron a las becas del Santander para pymes, concedidas a 5.000 titulados, para
trabajar 3 meses por 600 euros al mes. En el BBVA, han trabajado 5.000 becarios universitarios en los últimos 5
años. Y otros 40.000 titulados han hecho prácticas con becas de la Fundación Universidad- Empresa.
Las prácticas
están bien para facilitar la inserción laboral, pero hay muchos abusos, como denuncian los afectados. El principal, empresas que han despedido a trabajadores maduros para cambiarlos por becarios, que
sustituyen por otros cuando ya tienen que contratarles o hacerles fijos. Y
otras compañías utilizan becarios para
cubrir bajas laborales por enfermedad o maternidad. En algunos casos incluso,
las empresas financian las matrículas de sus becarios en cursos universitarios
para poder extender el convenio o recomiendan a los estudiantes que dejen
algunos créditos sin matricular para poder continuar la beca. Es “la
picaresca de los becarios”, que no se denuncia para no perder la
oportunidad de trabajar. La consecuencia es una
“becarización” del mercado laboral, que es mala para los jóvenes (precarizan su
trabajo y retrasan su contratación estable) y mala para el resto de los trabajadores (porque presiona a la baja
sus salarios y condiciones laborales, ante el temor a su sustitución).
Hace ya varios años, en
2012, la Comisión Europea advirtió a España que buena parte de los becarios realizaban
prácticas sin convenio, sin contrato, resaltando que la mayoría de las
prácticas no acaban en un contrato. Y pedían
al Gobierno que mejorara sus condiciones laborales (horarios y sueldos),
algo que no se ha hecho. Sí se ha obligado, por una sentencia del Supremo de
2013, a que las empresas y organismos coticen a la Seguridad Social por los becarios universitarios. Pero para que no
dejen de coger becarios, el Gobierno Rajoy
les bonifica (perdona) el 100% de esta cotización desde agosto de 2014, con
lo que los becarios siguen saliendo “baratos”. En paralelo, este Gobierno ha fomentado extraordinariamente
los contratos para la formación y aprendizaje de los “jóvenes” (los subió hasta los
30 años), con una duración de 1 a 3 años, bonificando el 100% de sus
cotizaciones y con un sueldo sobre los 648 euros, lo que permite mano de obra
barata, con contratos precarios.
El problema de los
becarios no es solo español. Cada día se multiplican las denuncias contra abusos en empresas de EEUU y de Europa, donde impactó en agosto de 2013
el caso del joven becario alemán
Moritz Erharrdt, muerto en Londres tras pasar tres días seguidos trabajando sin descanso en la
oficina de Merrill Lynch, filial de Bank of América. Por todo ello, la Comisión Europea aprobó en marzo de 2014 una
serie de reglas para mejorar la calidad de las prácticas que se
ofrecen a los jóvenes europeos. Entre ellas, que no duren más de 6 meses y
que incluyan un acuerdo escrito donde se detallen las condiciones de trabajo y
el contenido del aprendizaje. Pero son
sólo “recomendaciones”, no normas
vinculantes para los países.
El problema de fondo
es que los becarios y las prácticas crecen porque no hay otras vías de empleo estable para los jóvenes. En 2014, sólo 3,8 de cada 100 nuevos empleos creados fueron para jóvenes
menores de 20 años. Y los jóvenes de 20 a 34 años volvieron a perder empleos, según la EPA. Y
lo mismo ha pasado en 2015: los
menores de 30 años han perdido otros 56.500 empleos en el primer trimestre, según la EPA. Con la crisis, las empresas no quieren jóvenes. Si en 2007 había
4.872.000 jóvenes menores de 25 años trabajando (23,92% de los ocupados), ahora
son menos de la mitad, 2.309.400 (13,23% empleados). Y hay regiones, como Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León,
Galicia o País Vasco, donde sólo 3 ó 4 de
cada 100 ocupados son menores de 25 años, según Fedea.
Un drama.
Para algunos, la receta
(vieja) es bajar los sueldos a los jóvenes, pagarles menos. Es lo que ha
propuesto siempre la patronal CEOE:
un contrato de formación para menores (¡de 35 años¡) que tenga un salario inferior al
mínimo (los famosos mini-jobs
de 400 euros). Y es lo que acaba de defender
el FMI para España, al igual que
el Círculo de Empresarios. Es un atajo
engañoso, porque el problema de que no se contraten jóvenes es otro. A la
mayoría les falta experiencia (el 80% busca su primer empleo) y muchos parados jóvenes tienen poca formación: el 58% de los 782.100
jóvenes parados (menos 25 años) solo tienen estudios obligatorios (hasta la
ESO) y carecen de bachillerato, FP Superior o estudios universitarios, según la EPA. Y a los que
tienen más formación, les faltan habilidades básicas para
trabajar, como informática, idiomas, habilidades lectoras e iniciativa, según
revela un reciente informe de la OCDE.
La solución no es
precarizar más el trabajo de los jóvenes (el 70% con contratos temporales, la mitad con
contratos a tiempo parcial y la mayoría con sueldos de 600 a 1.100 euros), sino
mejorar su formación e incentivar su
contratación estable, con bonificaciones y ayudas a las empresas. Y
mientras, no tenerles “aparcados” con
prácticas que son un empleo encubierto y súper-precario. Ello obliga a
aumentar las inspecciones de Trabajo en las empresas, para detectar los
múltiples casos de “falsos becarios” (en esta Web, los becarios pueden denunciar anónimamente). Y en paralelo, tomar medidas concretas, en el terreno legal, para frenar el abuso de las
prácticas no laborales, como proponen los afectados. Por un lado, habría que limitar
el porcentaje de becarios por empresa, nunca por encima del 5% (ni más de 1
en empresas de menos de 10 trabajadores). Y por otro, impedir la sustitución de un becario por otro en el mismo puesto
y fijar de antemano un porcentaje de
becarios que se conviertan en contratos laborales al término de las
prácticas curriculares. Y todo ello, con información y supervisión de los Comités de empresa, para detectar abusos.
En resumen, que hay que acabar con los abusos a los
becarios, dejando claro la situación: lo que es trabajo es trabajo y lo que es
formación es formación. Y no aprovecharse del enorme paro juvenil y la
falta de empleo para ofrecer empleos bajo
el disfraz de prácticas. Claro que es mejor ser becario que estar parado,
pero no se pueden permitir abusos. Porque retrasan la incorporación de los
jóvenes al empleo y los “queman”, como trabajadores y como personas. No se puede seguir haciendo la vista gorda
con las becas, con la excusa de que son una vía de encontrar trabajo. No a
cualquier precio. Hay que perseguir los abusos, multar a las empresas y a las Universidades, no “mirar para
otro lado”. Porque este “atajo”
perjudica la contratación “normal” de los jóvenes, su futuro laboral. Hay
que darles una salida digna.
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