jueves, 8 de noviembre de 2018

La Formación Profesional duplica sus alumnos


Este curso, 824.281 jóvenes estudian Formación Profesional, casi el doble que en 2007, más de los que estudian Bachillerato. Y un 15% son universitarios que se han pasado a FP, porque consiguen mejor trabajo: el 76% se colocan. A pesar del salto, España está muy retrasada en FP: la estudian un 12% de jóvenes frente al 25% en la OCDE o el 50% en Alemania. Y por eso somos el 2º país europeo con más abandono escolar y tenemos más del doble de paro juvenil. Gobierno, sindicatos y patronal preparan un Acuerdo estratégico para apoyar la FP, con más recursos y medios, porque tenemos la mitad de centros de FP que de Bachillerato. Y más títulos adaptados a lo que demandan las empresas, reforzando la FP dual (1/3 son prácticas remuneradas en empresas), casi inexistente en España y clave en Alemania. Urge valorar socialmente a la FP, quitarle el sambenito de “estudios de 2ª para torpes”. Es una garantía de que los jóvenes estudien para trabajar.


Todos los padres españoles aspiran  a que sus hijos sean universitarios, sobre todo si ellos no lo son. Y así tenemos un país donde el 36,4% de los adultos tienen una carrera, frente al 34,3% en Europa, pero somos líderes en paro, porque muchos licenciados no trabajan o están subempleados (el 37,1%). A partir de 2007, con la crisis, se han reducido los universitarios y han aumentado los que estudian Formación Profesional (FP), pensando que así iban a conseguir mejor trabajo. El salto de alumnos en FP es espectacular: si en el curso 2007-2008 estudiaban Formación Profesional 462.492 jóvenes, este curso 2018-2019 lo estudian 804.829, casi el doble, según los datos del Ministerio de Educación. El despegue se dio en 2012-2013 (666.047 alumnos de FP) y son ya cuatro cursos en los que hay más jóvenes estudiando FP que Bachillerato (672.337 alumnos este curso 2018-19).

La Formación Profesional tiene tres grados: la FP básica (73.472 alumnos), que se estudia a partir de los 15 años (2 cursos), la FP de Grado medio (342.281 alumnos), que se estudia al terminar la ESO (a los 16 años, 2 cursos) y la FP de Grado Superior (408.607 alumnos este curso), que se estudia al final de la FP de Grado Medio o del Bachillerato (a los 18 años, otros 2 cursos) y que es la que más está creciendo, porque cada vez hay más jóvenes que escogen esta vía en vez de la Universidad y porque hay licenciados que la escogen al terminar su carrera: entre un 10 y un 15% de los alumnos matriculados en FP de Grado Superior son universitarios que han abandonado su carrera o que la han terminado y escogen la FP para conseguir prácticas en una empresa, según la Asociación FP Empresa.

En la Formación Profesional, tiene un mayor peso la enseñanza pública (72,6% de los alumnos de FP estudian en centros públicos) que en el conjunto de la enseñanza no universitaria (67,3% estudian en centros públicos), menos la concertada (18,2% en FP y 25,9% en toda la enseñanza no universitaria) y más la enseñanza privada (tiene al 9,2% de los alumnos de FP, frente al 6,9% del total de alumnos de enseñanzas no universitarias), según las estadísticas de Educación. Y donde tiene más peso la FP es en Andalucía (17,6% del total de alumnos), Cataluña (16,3%), Madrid (11,8%), Galicia (6,1%) y País Vasco (5,2%), aunque si descontamos el factor de la población, las que tienen relativamente más alumnos de FP son el País Vasco, Galicia, Canarias, Castilla León y Castilla la Mancha. Los estudios de FP con más alumnos son sanidad, administración y gestión, informática y electricidad y electrónica (en FP de Grado Medio) y servicios socioculturales a la comunidad, administración y gestión, sanidad e informática en FP de Grado Superior.

El gran salto de la Formación Profesional en España desde 2007 tiene dos puntos negros. Uno, el fracaso de la FP básica, unos estudios que se inventó el Gobierno Rajoy para reducir las cifras de fracaso escolar y “embolsarlas” en este nuevo grado de FP a los adolescentes con problemas en la ESO: los alumnos que tenían 15 años y no conseguían aprobar 4º de la ESO se desviaban a la FP básica, para intentar que estudiaran durante dos años y salieran con un “título” a los 17 años: aprendices baratos. Esta vía, abierta por la LOMCE, fue muy criticada por la comunidad educativa y ha tenido poco éxito: de 39.867 alumnos el primer curso (2014-15) a 73.742 alumnos este curso 2018-19. Y eso porque todavía son pocos los centros que lo imparten, hay pocas plazas y las familias no lo ven una salida.

El otro punto negro de la FP, a pesar del tirón global, es la FP dual, otra nueva modalidad que puso en marcha el Gobierno Rajoy en el curso 2013-14, impulsado por la prometedora experiencia europea. Combina la enseñanza de FP (2 años que pueden ser 3) con prácticas remuneradas en una empresa, al menos un tercio de las horas de estudio (en la FP tradicional también hay prácticas en empresas, pero solo  3 meses al final del ciclo). Pero la FP dual no ha funcionado en España: este curso 2018-19, hacen FP dual 24.000 alumnos de los 810.621 matriculados en FP, el 2,96%, cuando en la OCDE y en Europa cursan FP dual el 11%, de los alumnos de FP y en Alemania el 31%. ¿Qué ha fallado? Básicamente, que Institutos y colegios (sobre todo los públicos) no tienen medios (profesores, instalaciones, presupuesto) para montar esta nueva enseñanza (sólo se imparte en 650 centros de los 2.500 que imparten FP) y no han conseguido la colaboración de las empresas (sólo colaboran 10.000).Y los sindicatos se quejan de que las empresas utilizan la FP dual para “seleccionar” a los mejores alumnos de FP (pocos) y conseguir una mano de obra barata.

Con todo, el salto en la Formación Profesional en España es muy llamativo, aunque todavía queda muy lejos del peso de la FP en el resto de Occidente. Basta este dato: en España, sólo el 12% de los jóvenes de 15 a 19 años están matriculados en Formación Profesional, frente al 25% en la OCDE (35 paises desarrollados) y el 50% en Alemania. Y si miramos lo que estudian los jóvenes de 16 a 18 años, en España el 35% estudiaban FP de Grado Medio (el otro 65%, Bachillerato), frente al 44% en la OCDE, el 48% en la UE-22 (casi la mitad de adolescentes estudian FP), el 71% en Finlandia, el 68% en Holanda, el 58% en Italia, el 53% en Reino Unido, el 41% en Portugal o Francia, el 38% en Alemania o el 37% en Suecia, según los datos de la OCDE para 2016, que hoy son aún peores (33,7% hacen FP de Grado medio este curso frente al 66,3% que hacen Bachillerato). Y además, muchos no acaban la FP, con lo que la tasa de graduación en FP de Grado medio es en España del 25% de los jóvenes con 18 años, frente al 36% en la OCDE y el 41% en Europa. Por eso tenemos más del doble de paro juvenil que Europa (34,3% frente al 14,9%).

Así que la FP, a pesar del salto, tiene una gran tarea por delante para homologarse a Europa. Y cuenta para ello con una serie de ventajas de partida. La primera y fundamental, que tiene más salidas profesionales que las demás enseñanzas: el 74% consiguen trabajo al acabar sus estudios frente al 63% en el conjunto de la enseñanza, según los datos de Educación. Y los alumnos de FP dual tienen incluso un 10% más de posibilidades de empleo que los de la FP dual, según un estudio de Fedea. Además, las empresas ya buscan tantos titulados de FP como universitarios, según el último informe de Adecco: en 2017, un 40,3% de las ofertas de empleo estuvieron dirigidas a titulados de FP (sólo eran el 32% en 2016) y el 40,5% buscaban titulados universitarios. Eso sí, los sueldos ofrecidos eran peores: las ofertas para universitarios incluían entre 5.000 y 8.000 euros más de sueldo que las dirigidas a titulados FP. Los estudios de FP con más salidas profesionales, entre los 162 títulos que se ofrecen, son administración y gestión, auxiliares de enfermería, técnicos de cocina, informática, electricidad y electrónica y mecánica (en FP de Grado medio) y Técnico superior en educación infantil, en mantenimiento electrónico, administración y finanzas, higiene buco-dental, automoción y diagnostico clínico y laboratorio (en FP de Grado Superior).

Otra ventaja clara de la FP, además de que asegura más trabajo, es que supone menos años de estudio: la FP de grado superior se estudia 2 años frente a los 4 años de un Grado universitario. Y en paralelo, el coste de la FP para alumnos y familias es también inferior al coste de una carrera universitaria, sobre todo tras la fuerte subida de las tasas en 2012. También es más barata esta enseñanza para el Estado: el coste medio de un alumno de FP es de 13.000 euros (6.500 por 2 años) y el coste de un universitario es el triple (6.500 euros por una media de 6 años). Y estudiar FP asegura una formación más práctica, con 3 meses finales de prácticas en empresas al final del ciclo, lo que hace que algunos universitarios (arquitectos o ingenieros) se apunten a estudios de FP de Grado Superior para aprender cuestiones prácticas que no les dan en la Universidad e incorporarlas a su currículo.

Para avanzar, la Formación Profesional tiene también una serie de problemas a resolver. El primero y fundamental, ampliar la oferta, porque hay un número insuficiente de centros educativos que ofertan FP : hay 2.741 centros donde se puede estudiar FP de Grado Medio y 2.310 que imparten FP de Grado Superior, la mitad de centros que imparten Bachillerato (4.567), según las estadísticas de Educación. Y por eso, al crecer los alumnos, cada curso faltan plazas de FP, sobre todo en algunas zonas y titulaciones. Otro problema  es que la falta de plazas la suplen los centros privados, que crecen imparables, lo mismo que el coste de sus matrículas (entre 3.000 y 4.000 euros algunos cursos de 2 años), al calor de la mayor demanda de algunos títulos y la falta de oferta en los centros públicos, que empezaron a cobrar la FP de Grado Superior desde 2013 (entre 400 y 600 euros por curso). Y en muchos centros públicos, faltan profesores especializados para impartir enseñanzas de FP, instalaciones y laboratorios. Un cuarto problema es que muchos títulos ya no se demandan y otros con futuro no se dan: en España hay 162 títulos de FP frente a 350 en Alemania.

Visto el panorama, queda ver cómo dar otro empujón a la Formación Profesional, algo que necesita España con urgencia para resolver un problema estructural, la baja formación de nuestra mano de obra: tenemos muchos adultos sin casi formación (el 40,9% no tiene acabada la ESO, frente al 21,8% en la OCDE y el 19,8% en la UE-22) y muchos adultos universitarios (36,4% en España frente a 37,7% en la OCDE y el 34,3% en UE-22) pero muy pocos adultos con formación intermedia (Bachillerato o FP de grado medio), un 22,7% en España, un 43,8% en la OCDE y un 45,9% en Europa (UE-22), según el Panorama de la Educación 2018 de la OCDE. Y por eso, a las empresas les falta personal con formación media y como hay mucho paro, los sustituyen por universitarios, lo que es un despilfarro como país y una enorme frustración para los jóvenes. Y las empresas insisten en que muchos puestos de mediana cualificación no los pueden cubrir y piden más FP.

El presidente Sánchez se reunió en septiembre en la Moncloa con la patronal y los sindicatos para preparar un Acuerdo estratégico por la Formación Profesional, que se quiere alcanzar antes de fin de año. El objetivo es que la patronal identifique las nuevas cualificaciones laborales que van a necesitarse en los próximos años y que las empresas intervengan en el diseño de los futuros títulos de FP. Y conseguir que España se vuelque en la FP, para conseguir niveles europeos en esta enseñanza y reducir así el abandono escolar (España, con el 18,3% de jóvenes que “tiran la toalla”, es el 2º país con más fracaso escolar, tras Malta) y el paro juvenil (donde también somos el 2º país peor, tras Grecia), así como el paro de adultos, ya que muchos parados (sobre todo mayores) carecen de formación.

¿Qué se puede hacer para impulsar la FP? Lo primero, según este estudio del IESE, darle un “prestigio social” que no tiene, para que ningún padre o joven crea que “es menos” por estudiar FP. Eso pasa por campañas de imagen y por divulgar sus éxitos, sobre todo en el empleo. Lo segundo, ligado a esto, es orientar mejor a los jóvenes en la ESO, “vendiéndoles las ventajas de la FP” (hoy no se les informa) y facilitando que los títulos de FP sirvan para presentarse a oposiciones. Tercero, mejorar la oferta de titulaciones, sobre todo las que tienen más salidas profesionales. Cuarto, aumentar el número de centros y plazas públicas de FP, especializándolos (creando Centros que sólo impartan los distintos ciclos de FP). Quinto, mejorar la coordinación entre los centros de FP y las empresas, utilizando su personal como profesores. Sexto, internacionalizar la FP, con más alumnos en los cursos de FP de Erasmus+ y más presencia de los idiomas en FP. Séptimo, aumento de los cursos online, con prácticas presenciales. Octavo, un aumento de la FP dual, con más colaboración de las empresas. Noveno, fomentar cursos de FP para parados, sobre todo mayores. Y décimo y fundamental, facilitar las pasarelas académicas de traspaso de alumnos entre Bachillerato y Universidad y la FP.

Hay que poner en marcha un gran Acuerdo nacional por la FP, con más presupuesto, centros de enseñanza, medios y empresas colaboradoras, para superar el millón de estudiantes en pocos años, equiparándonos a Europa. Será la manera de reducir el paro y dar una salida digna a nuestros jóvenes: que estudien para conseguir trabajar. Es lo mínimo.

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