La inflación anual sigue en el 2,3%, la más alta en los últimos dos años y medio. Y esta subida de precios, que acabará el año sobre el 2%, se come con creces la subida de pensiones (1,6%) y salarios (0,5%), con lo que millones de españoles perderán poder adquisitivo, como en 2017. Los pensionistas podrían recuperarlo en enero, a costa de 375 millones más de déficit de la SS, pero los asalariados no. España sigue creciendo (menos) pero los salarios no despegan: crecen la quinta parte que en Europa y el sueldo por hora es un 29% inferior al de los paises euro, mientras aumentan los beneficios empresariales. Algo que es no sólo injusto sino también malo para la economía: si los salarios no suben más, se frena el consumo, la inversión y el empleo, se recauda menos y no hay dinero para las pensiones. Urge subir más los salarios, al menos como la economía (+2,6%). No podemos ser la China de Europa.
En octubre, la inflación anual se mantuvo en el 2,3% de septiembre, el mayor aumento de precios de los últimos dos años y medio (desde el 2,6% de abril de 2016), según el último IPC publicado por el INE. Los culpables de esta subida, que contrasta con la bajada de precios de 2014 a 2016, son la energía (carburantes y electricidad) y los alimentos. Y todo apunta a que el año 2018 acabe con una inflación anual rozando el 2%, una décima por encima de la inflación europea, que también sube (2,2% anual en octubre). Y bastante más que en diciembre de 2017, cuando el IPC cerró el año con una inflación del 1,1%.
Aunque la subida media de 2018 (no la de diciembre,
sino la media de los 12 meses), la que
debe tomarse, sea algo menor, sobre el
1,8%, está claro que los españoles
volverán a perder poder adquisitivo este año, como les pasó en 2017. Por un
lado, los 8.771.782 pensionistas, que han tenido una subida
media del 1,6% en su pensión,
perderán un 0,4% de poder adquisitivo en 2018, unos 53 euros anuales la pensión media (958 euros). Si el Gobierno
Sánchez les quiere compensar esta pérdida,
como sugirió, tendrá que abonarles en enero una compensación,
que costará 375 millones de euros, más el coste futuro de subir la base sobre
la que se calcularán las subidas futuras. Más déficit para una Seguridad Social
que cerrará 2018 con otro agujero de -18.000 millones.
Peor lo tienen los 16.433.000 trabajadores asalariados. La subida pactada en convenio este año, hasta
octubre, es del 1,69% de aumento,
para 8,2 millones de trabajadores en un millón de empresas, según las estadísticas de Trabajo. Pero esa subida no incluye los aumentos de la otra
mitad de trabajadores, los que no han firmado un convenio porque son de
empresas pequeñas o porque es un personal fuera de convenio. Por eso, el mejor
dato es el aumento de costes salariales que da el INE y que señala un aumento salarial anual del
0,5% en junio de 2018 (lo mismo que subió en 2017). Ello supone que los
trabajadores perderán este año un 1,3% de poder adquisitivo, que se sumará al 6,30% de poder adquisitivo
perdido entre 2008 y 2017.
Los salarios apenas suben este año y lo mismo pasó en 2017, cuando el coste laboral por hora subió en España un 0,5%, la quinta parte que
en la zona euro (+1,9%) y menos aún que en toda Europa (+2,3% en UE-28), según Eurostat. Y con ello, España fue el
tercer país europeo con menor aumento de sueldos en 2017 (+0,5%), tras
Reino Unido (-4,1%, por el Brexit), Finlandia (-1,5%) y Suecia (+0,3%), muy
alejado de las subidas en Alemania (+2,6%), Francia (+1,1%), Italia (+0,8%) o
Portugal (+3%). Y con ello, el sueldo
español se aleja del europeo: tomando sólo el coste salarial (sin SS ni otros costes), en España se pagan 15,9 euros
por hora trabajada, un 29,1% menos que en la zona euro (22,42 euros/hora) y
un 22% menos que en la UE-28 (20,36 euros/hora). Y muy lejos de los 34.10 euros/hora que se paga en Alemania (+40%), los 36 euros en
Francia (+34,6%), los 21,33 euros de Reino Unido (+25,5%) o los 20,38 euros de
Italia (+22%), según Eurostat.
Este es el resultado de una devaluación de los salarios
españoles, motivada por la crisis
y agudizada con la reforma laboral de
Rajoy en 2012. El dato que acaba de publicar el INE es
muy llamativo: el salario medio bruto de
los españoles sólo ha subido 38,7 euros entre 2012 (1.850,3 euros) y 2017 (1.889 euros), un 2,09%. Y como la inflación
media ha subido un 2,5% estos
años, los trabajadores han perdido un 0,41% de media, 455 euros en estos cinco
años. Pero eso es la media: muchos
españoles ganaron menos en 2017 de lo que
ganaban en 2012, según el estudio Decil de salarios del INE. Concretamente, ganan menos los
jóvenes (de 25 a 34 años), los poco formados (con la ESO o menos), los que
trabajan en construcción, minería, agua,
gas y servicio doméstico, los empleados en empresas de 11 a 19 trabajadores y los asalariados de Extremadura, Canarias y Comunidad
Valenciana.
Además, los datos del INE revelan que hay tres grandes bloques de trabajadores, cuyos salarios se han distanciado más con la
crisis. El sueldo medio bruto en
España es de 1.889 euros (1.550 euros netos por 12 pagas), pero hay un 30% de asalariados (4,70
millones en 2017) con sueldos bajos,
que ganan menos de 1.230,9 euros brutos (menos
de 1.000 euros netos al mes). Y entre ellos, un 10% (1,56 millones) ganan
menos de 717 euros brutos y otro 10% ganan entre 717 y 1001 euros brutos al mes. Otro bloque, el 40%
(6,27 millones de asalariados) tienen sueldos medios, entre 1.230,9 y 2.136 euros brutos (entre 1.000 y
1.750 euros netos). Y sólo el 30%
restante de asalariados (4,70 millones) tienen sueldos más “altos”, ganan
más de 2.136 euros brutos al mes (1.750 euros netos), según el INE.
Pero además, hay múltiples
diferencias salariales por sexo, edad, tipo de contrato, sector, categoría o
autonomía, según revelan los datos del INE. Así, las mujeres
ganan un 20,18% menos que los hombres
(1.668,7 euros brutos frente a 2.090,6 euros), habiendo más mujeres que
hombres en el bloque de sueldos bajos (los cobran el 40,3% de las mujeres y el
20,6% de los hombres). Los jóvenes
también ganan menos: de 16 a 24 años ganan 1.065 euros brutos (el 56% del salario medio, 1.889 euros
brutos en 2017) y de 25 a 34 años ganan 1.557 euros brutos de media (el 82%).
También ganan menos los trabajadores peor
formados (el 41,3% cobran sueldos bajos, menos de 1.230 euros brutos) y los que tienen menos antigüedad (el 58%
de los que llevan menos de un año tienen bajos salarios). Pero sobre todo juega
el tipo de contrato: los trabajadores
temporales ganan el 64,4% que los
indefinidos y los que trabajan a
tiempo parcial ganan el 34,5% de los que trabajan a jornada completa, según el INE.
También cuenta mucho el
sector donde se trabaje: en finanzas y seguros, los sueldos (3.371 euros
brutos) son 4,3 veces los del servicio doméstico (776 euros) y más del doble
que en hostelería (1.211 euros brutos), según el INE. Y el puesto de trabajo: un director o
gerente gana 2,2 veces el salario medio (4.155 euros brutos), más del doble que
un administrativo (1.801 euros brutos) y
casi 4 veces el sueldo de un trabajador no cualificado (1.083 euros brutos).
Hay muchas diferencias salariales por el
tamaño de la empresa: en las grandes ganan de media el doble (2.640 euros
brutos) que en una pyme de menos de 10 empleados (1.363 euros brutos). Y los que trabajan en la Administración ganan
un tercio más (2.598 euros brutos) que los trabajadores del sector privado
(1.719 euros). Y hay muchas diferencias
salariales por autonomías: se gana menos
en Extremadura (1.583 euros brutos), Canarias
(1.606) y Comunidad Valenciana
(1.677,8) y más en el País Vasco
(2.208 euros brutos), Madrid (2.191,7) y Navarra (2.178). Y las diferencias regionales se han agravado:
si un extremeño ganaba un 25,15% menos
que un vasco en 2012, en 2017 ganaba
un 28,3% menos.
Tras este repaso,
queda claro no sólo que los sueldos
españoles suben poco y son muy inferiores a los europeos sino que hay enormes diferencias entre los
trabajadores, más cada año. Y se demuestra que los sueldos no se han beneficiado de la recuperación, al contrario que los beneficios
empresariales. Basten dos datos. Uno, que los beneficios empresariales han aumentado 98.680 millones de euros entre 2008 y 2017 (82.000 millones
se los han quedado las empresas y 15.663 han ido a sus accionistas, como
dividendos) mientras los salarios
totales se reducían en 10.214 millones. El otro, que las empresas han mejorado su trozo en el pastel de la
renta con la crisis: si en 2008 se llevaban el 41,7% de la riqueza
generada, en 2017 se llevaron el 42,5%.
Y los trabajadores han perdido pastel: del 50,1% al 47,3%, según el INE (el resto, hasta el 100%, se lo llevan los
impuestos).
Así que los salarios
pierden peso en el reparto de la riqueza del país, en beneficio de las empresas y accionistas. Y la consecuencia es que tenemos unos
salarios muy bajos, muchos mileuristas y demasiados “trabajadores pobres”:
España es el país europeo con más trabajadores pobres, un 14,8 % de los hogares
(2,75 millones de familias), el doble que la media OCDE (8% trabajadores pobres). Un panorama salarial que no
sólo es injusto sino que también atenta contra la recuperación de la economía, porque si los
trabajadores ganan poco y además pierden poder adquisitivo (2017 y 2018),
gastarán menos, caerán las ventas (ya está pasando) y España crecerá menos y se creará menos empleo. Además, si los salarios no
suben, será difícil aumentar la
recaudación fiscal (reducir el déficit y la deuda pública) y las cotizaciones a la Seguridad Social
(y reducir así el tremendo agujero de las pensiones).
Y que nadie diga que los salarios
han de seguir siendo bajos para competir
cuando el coste de la hora de trabajo es un
29,1% inferior al de los paises euro y un 40% menor al de Alemania. Y además, para competir hay que tener en cuenta otros costes, como la energía (las empresas pagan la luz un 20% más cara que en Europa), los costes financieros, digitales o
logísticos, superiores en España y casi nadie dice nada. Y hay otros factores que explican nuestra menor productividad y no
son los salarios: el pequeño tamaño de nuestras empresas, la menor innovación y
tecnología, la baja digitalización y el modelo económico.
Al final, la gran
pregunta es ¿por qué no suben más los salarios si hay recuperación? Es una cuestión que preocupa no sólo en España sino que se debate en toda Europa, en EEUU y en el resto del mundo. Para el
Banco de Pagos de Basilea (BIS), la causa principal de que los salarios no despeguen es la globalización: las multinacionales
tienen un gran poder para presionar a la baja los salarios (yéndose de un país
a otro) y los trabajadores no tienen poder de negociación y están menos sindicados (en EEUU, la
sindicación ha caído del 25% en 1980 al 10,7% en 2017). Para el BCE, otra razón de peso es que hay mucho “paro encubierto”:
personas “subempleadas” y “desanimadas” (lo llaman “holgura laboral”), que junto a los parados pueden suponer el 18% de los europeos (el doble que el
9,5% de parados UE), un ejército laboral
que favorece que las empresas contraten barato.
En España, este factor del subempleo (el 58% de los que
trabajan a tiempo parcial querrían trabajar a jornada completa) y los muchos “desanimados”
(hay 16 millones de "inactivos", mujeres, jóvenes y mayores que ni trabajan ni buscan trabajo) presionan mucho para que los salarios no suban, según un reciente análisis del Banco de España, que señala otros factores culpables
de que no suban más los salarios: el elevado paro y la baja inflación
(negativa) que teníamos hasta 2017. Pero ahora, con los precios subiendo y el
paro EPA por debajo del 15%, los salarios deberían subir.
¿Qué se puede hacer?
Lo primero, que más empresas, sobre todo las que tienen beneficios, cumplan lo pactado entre patronal y sindicatos
en el IV Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) firmado en julio 2018:
que los sueldos suban el 2% más un 1% variable si mejora la
productividad y alcanzar un sueldo mínimo de 1.000 euros en los convenios para
2020 (que beneficiará a 2,2 millones de trabajadores que cobran menos). Todo indica que el
acuerdo se pactó por arriba, pero que muchas empresas están subiendo menos
los sueldos (el 1,69% las que firman un convenio y un 0,5% el conjunto).
Otra medida clave es subir
el salario mínimo, algo que el Gobierno Sánchez ha prometido hacer (tras pactarlo con Podemos) por
decreto-ley, para el 1 de enero 2019, de
735,90 a 900 euros (+22%). La medida ha provocado una dura reacción, no
sólo de la derecha política y los
empresarios sino de la “ortodoxia
económica”: el Banco de España
(cuyo gobernador gana 183.000 euros anuales) asegura que la medida “costará 150.000 empleos”, mientras la
Comisión Europea estima que creará 75.000 empleos menos entre 2019 y 2020… Mientras, el premio Nobel estadounidense Joseph Stiglitz les replica que subir el salario
mínimo “no daña el empleo” y que hay datos abrumadores en EEUU que lo
confirman. Por encima de todo, hay un argumento claro: poco eficiente y competitiva es una empresa
si no puede pagar 900 euros al mes a sus trabajadores. Y tiene poco
futuro, así que su problema de fondo quizás no sea pagar este salario mínimo
sino su modelo de negocio.
Y sobre todo, para
mejorar los salarios en España hay que mejorar
la calidad del empleo, reduciendo el enorme porcentaje de contratos temporales y a tiempo parcial
(el 93,4% de los contratos hechos en 2018). Y también ayudaría mucho mejorar la formación de los
trabajadores y parados y mejorar la
eficiencia de las empresas, para que vendan
más y productos y servicios con más valor añadido, más calidad y tecnología.
Y por supuesto, modernizar la economía y las empresas, para que no
compitamos por ser la China de Europa. Tiene que terminar la devaluación salarial. Hay que conseguir sueldos decentes,
por
justicia pero también para consolidar la
recuperación económica y el empleo. Y más ahora que ha despertado la inflación.
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