Alemania, la locomotora de Europa, decreció en el tercer trimestre. Italia no creció nada, Holanda y Portugal crecieron menos y los demás paises, como España, crecieron igual. La Europa del euro está estancada: crece sólo el 0,2%, la quinta parte que EEUU y el menor crecimiento desde 2014. La Comisión Europea,el FMI y la OCDE acaban de rebajar las previsiones de crecimiento para 2018 y 2019. El proteccionismo comercial, Italia, el Brexit, la subida de tipos y del petróleo más la crisis de algunos paises emergentes hacen temer nuevas problemas en la zona euro, como en 2010, mientras no se descarta otra crisis mundial cercana. Pero Europa sigue sin completar una unión bancaria y fiscal que le permitan afrontar otra crisis. Urge ir hacía “más Europa”, algo difícil con el resurgir nacionalista y el parón que supondrán las elecciones europeas de 2019. En España, donde crecen menos el consumo y las exportaciones, urge reanimar la economía, con o sin nuevo Presupuesto para 2019. Pero unas elecciones próximas también pueden frenar las medidas para evitar otra crisis.
Tras cinco años de recuperación, Europa frena su crecimiento y sobre todo la zona euro. Si 2014 fue el primer año de crecimiento en la Europa del euro (+1,4%) tras la crisis (-0,4% de caída entre 2009 y 2013), la economía de los 19 países creció más en 2015 (+2,1%), 2016 (+1,9%) y sobre todo en 2017 (+2,4%), el año con el crecimiento más alto desde 2007. Pero en 2018 han cambiado las tornas y la Europa del euro se desinfla: en los dos primeros trimestres creció un 0,4%, casi la mitad que a finales de 2017 (+0,7%), y en el tercero volvió a frenarse la actividad, creciendo sólo el 0,2%, el menor aumento en la zona euro desde 2014, según los datos de Eurostat.
Europa se desinfla
porque “ha pinchado” Alemania, la
locomotora de la economía europea (supone el 29,21% del PIB de la zona euro): este verano, su economía “decreció” un 0,2%, (tras crecer +0,5%
y +0,4% los dos trimestres anteriores), una caída que no se veía desde 2015 y
que está motivada por los problemas en
su industria automovilística (las ventas cayeron un 30% en septiembre, por
la nueva normativa de emisiones y la caída del diesel), la bajada del consumo y
el frenazo en las exportaciones, por la guerra comercial con EEUU. Otro país clave, Italia (15,37% del PIB de
la zona euro) no creció nada (+0,02%) en el tercer trimestre, lo que no pasaba en los
últimos 4 años, debido también a la debilidad de las exportaciones y la demanda,
ante la incertidumbre por el enfrentamiento del Gobierno con la Comisión
Europea. Holanda (7% del PIB de la
zona euro) crece menos de la mitad (+0,2% frente a +0,7% y +0,5% los
trimestres anteriores) y lo mismo Portugal
(+0,3% frente a +0,6 y +0,4%), con lo que más de la mitad de la economía del euro (53,2% del PIB entre estos
4 paises) se desinfla. Y los demás se estancan, salvo Francia (crece
al +0,4% frente a +0,2 los dos trimestres anteriores): Bélgica (+0,4% frente a +0,3% los dos anteriores), Austria (+0,4% frente a +0,3% y +0,9%),
Finlandia (0,3% frente a +0,3% y
+1%) y España
(+0,6% frente a +0,6% los dos trimestres anteriores). Sólo Irlanda, Chipre y 4
paises del Este que están en el euro (Estonia, Letonia, Eslovenia y Eslovaquia)
crecen algo más, mientras otro, Lituania
decrece (-0,4% en el tercer trimestre), según
Eurostat.
Con este panorama, no es extraño que también se haya desinflado el euro, que cotizaba la semana pasada al mínimo del año frente al dólar, como reflejo de esta
debilidad económica europea: 1,14 euros por dólar hoy, un 8,8% de caída
frente al máximo del 1 de febrero (1,2503 euros/dólar). La depreciación del euro es teóricamente
buena para ayudar a las exportaciones y el turismo europeos (los
productos y viajes son un 9,5% más baratos), pero ni aún así remontan las
exportaciones (por el proteccionismo y la debilidad del comercio mundial) ni el
turismo (por la competencia de Turquía, Egipto y Túnez más la saturación de
muchos destinos en España). Pero la caída
del euro refleja algo preocupante: los capitales apuestan más por el dólar y EEUU que por Europa, al calor de su mayor crecimiento (USA creció +0,9% en
el tercer trimestre frente al 0,2% la zona euro) y sus tipos más altos (2-2,25%
frente al 0%). Y si los inversores se
ponen nerviosos con Italia y el Brexit, se
irán más de Europa.
Al final, la Comisión
Europea acaba de reconocer que Europa desacelera su crecimiento y
en sus previsiones de otoño (8 noviembre) ha recortado un 0,2% el crecimiento previsto para la
zona euro en 2018 (del 2,3 previsto en julio al 2,1% ahora) y 2019 (del 2% al 1,9% que esperan crecer ahora). Y lo
mismo para toda Europa (UE-28), que
esperan crezca lo mismo que la zona euro (2,1% este año y 1,9% en
2019). Con ello, el gobierno comunitario certifica que la Europa del euro crecerá este año un 0,3% menos que en 2017, debido
sobre todo a que crecerán menos los grandes paises: Alemania y Francia (los dos, 1,7%
frente a 2,2% en 2017), Italia (1,1%
frente a 1,6%) y España (2,6% en
2018 frente al 3,1% en 2017), además de Reino Unido (el 1,1% frente al 1,7%
en 2017). Toda la Europa del euro crecerá menos este año 2018 que el pasado, salvo Grecia (2% frente al 1,5% de
2017), Irlanda (7,8 frente al 7,2%), Luxemburgo (3,1% frente al 1,5%), Austria
(2,7% frente al 2,6%), Eslovaquia (4% frente al 3,2%) y Finlandia (2,9% frente
al 2,8%), según las previsiones de la Comisión Europea. Y la mayoría de paises volverán a crecer menos en 2019 (2,2% España).
Para la Comisión Europea, el menor crecimiento europeo se debe a que las exportaciones
han perdido fuelle (por el proteccionismo y la debilidad del comercio mundial)
y a la desaceleración del consumo,
por la subida del petróleo y la inflación, mientras crecen poco los salarios.
Para Bruselas, los riesgos que afronta Europa son las tensiones proteccionistas , la
incertidumbre financiera internacional (crisis de Argentina y Turquía), el
futuro de los precios del petróleo (que ha caído un 25% el último mes y medio, hasta los 62,80 dólares/barril de hoy, tras subir
un 29% desde enero, cuando empezó el año costando 66,50 dólares), la amenaza de una mayor subida de los tipos y el dólar (si
la rebaja de impuestos de Trump recalienta
la economía USA y dispara la inflación y el déficit, podrían subir más los
tipos de interés en EEUU y el dólar) , que podrían crear nuevas tensiones financieras en el mundo. Y por supuesto, el efecto
negativo del Brexit y la complicada
situación en Italia, cuyo coste de
la deuda se dispara y podría acarrear otra crisis del euro, como en 2010.
La economía no sólo
se desinfla en Europa sino que hay una desaceleración de toda la economía
mundial, como reflejó el FMI
en su Cumbre de Bali, a principios de noviembre. Allí redujo dos décimas el crecimiento de la economía mundial que había previsto en julio: del 3,9% al 3,7% en 2018
y 2019 (el mismo crecimiento que en 2017). Pero ese recorte no afecta a EEUU,
China, Japón, Rusia o India (que van a
crecer lo mismo) sino a dos zonas que crecerán menos de lo esperado: la zona euro (crecerá un 0,2% menos, el 2% en 2018, menos del 2,1% que
espera la Comisión Europea) y Latinoamérica
(crecerá un 0,4% menos, el 1,2%
en 2018, por el pinchazo de Argentina, Brasil y México). La OCDE también acaba de rebajar dos décimas el crecimiento mundial (3,7% este año y 3,5% para 2019) y el de la zona euro, al 1,9% en 2018 (un 0,2% menos que la Comisión), y el 1,8% para 2019, rebajando también dos décimas el crecimiento estimado para España: 2,6% este año y 2,2% en 2019.
Para el FMI, los grandes problemas del mundo son las guerras comerciales, la elevada deuda pública y privada (182 billones de dólares en total, el 60% más que en 2007), la subida del petróleo, las tensiones en los paises emergentes (acuciada por la subida de los tipos y el dólar) y los riesgos políticos derivados del Brexit, Italia y el auge de populismos y nacionalismos. Y la directora del FMI, Christine Lagarde, ha pedido a los paises que hagan reformas y se preparen, por si viene otra crisis: “El problema es que muchos paises no han aprovechado los días de sol para arreglar el tejado y si vuelven las lluvias pueden inundarse”.
Para el FMI, los grandes problemas del mundo son las guerras comerciales, la elevada deuda pública y privada (182 billones de dólares en total, el 60% más que en 2007), la subida del petróleo, las tensiones en los paises emergentes (acuciada por la subida de los tipos y el dólar) y los riesgos políticos derivados del Brexit, Italia y el auge de populismos y nacionalismos. Y la directora del FMI, Christine Lagarde, ha pedido a los paises que hagan reformas y se preparen, por si viene otra crisis: “El problema es que muchos paises no han aprovechado los días de sol para arreglar el tejado y si vuelven las lluvias pueden inundarse”.
Europa “tampoco
ha arreglado su tejado” y si Italia, el
Brexit o el bajo crecimiento desatan otra crisis financiera, la zona euro no tiene dispuestos los mecanismos que necesita para afrontarla. Falta
culminar de verdad la unión bancaria
y un eficaz mecanismo de rescate de bancos y depositantes. Falta un Tesoro europeo que asegure la
financiación necesaria en caso de crisis (como el Tesoro USA) y garantice la
deuda de los paises más vulnerables, con eurobonos.
Falta una unión fiscal que asegure
recursos para un verdadero Presupuesto europeo, la mejor palanca para reanimar
la economía en un momento de desaceleración. En definitiva, falta avanzar en “más Europa”, la mejor arma contra cualquier
crisis. El problema es que si vuelven los
nervios a los mercados, si la zona euro vuelve a entrar en crisis, Europa no
cuenta con muchas más armas que en 2010 y quizás esté más dividida, por
el auge de los nacionalismos y populismos y el menor liderazgo de Alemania. Y pueden volver las tensiones, sobre todo
a los paises más vulnerables por su alta deuda, como España, Italia y Grecia.
De momento, esta
desaceleración europea ya afecta a España, que ha reducido su crecimiento: +0,6% en los tres últimos trimestres,
según el INE, el más bajo desde la primavera de 2014, (que fue del 0,4%), aunque sea el país europeo de los grandes que más crece. Y eso por causas.
Una, porque han “pinchado” las exportaciones, que de ser uno de los motores de la recuperación
son ahora un freno (restaron -0,5%
al crecimiento anual del tercer trimestre, que fue del 2,5%), porque nuestros
paises clientes europeos ahora crecen y compran menos y por las tensiones
proteccionistas en el comercio mundial. Y también se está “enfriando” el consumo, porque los precios
suben (de 2014 a 2016, la inflación fue negativa) y se están comiendo las subidas de salarios y pensiones. Ya lo están
notando los grandes almacenes, las ventas de coches y podría confirmarse la
tendencia en las ventas de este
Black Friday y esta Navidad, donde un informe de Deloitte prevé ya que el gasto bajará un 5%.
Si las empresas
venden menos fuera y dentro y Europa
se desinfla, mientras en el mundo crecen los temores de otra crisis, los
próximos meses pueden ser complicados, con menos crecimiento y menos empleo. Por eso, urge tomar medidas, para evitar caer en otra crisis, en Europa y en
España. Pero no parece fácil. Los gobernantes
europeos están divididos, tras el auge de los nacionalismos y populismos, la
contestación de Italia y varios paises del Este, la pérdida de Reino Unido (Brexit en marzo de 2019) y la falta de un liderazgo político claro, con el “bluff”
de Macron y la marcha de Merkel en 2021, que genera más incertidumbre en Europa. Y además, la Comisión Europea, el gobierno
comunitario, está “de retirada”, porque hay elecciones europeas el 26 de mayo. Si tienen que atajar antes una nueva crisis del
euro, será más difícil que tomen ahora medidas de fondo que no han tomado en 5
años.
En España, la
situación no es mejor. También podría haber elecciones a principios de 2019, con lo que será más difícil que los partidos,
permanentemente enfrentados, pacten
medidas en caso de que la economía empeore. Y habría que pensar ya en medidas para reanimar la economía: algo más de inversión y gasto público necesarios (para lo que urge recaudar
más: se puede porque ingresamos 81.500 millones menos en impuestos que la media europea, según Eurostat), formas de reanimar el
consumo (mejorando salarios y luchando por bajar la inflación en sectores
monopolísticos, como energía, petroleras o telecos, y en la alimentación) y con
un plan de choque para fomentar la
exportación. Y sin dejar de mejorar la
formación, la tecnología, el tamaño de las empresas, la digitalización, las
claves para modernizar la economía, ser más competitivos y crecer más a medio
plazo.
No sabemos si vendrá otra crisis,
pero sí sabemos que los ciclos económicos terminan y todo apunta a que ahora, el
crecimiento va a menos. Y además, Europa
tiene un problema de fondo sin resolver: tener una moneda única pero 28 paises con políticas diferentes, un “pecado original” del euro que genera
muchos problemas cuando hay turbulencias financieras. No sabemos si volverán
las tensiones a la zona euro, pero si no es ahora será después, a no
ser que se avance en una Europa más unida,
con mecanismos eficaces para afrontar una crisis, que antes o después llegará.
Lo mejor sería arreglar el tejado
mientras hace sol. Es peor hacerlo cuando diluvie. Y eso vale también para España, porque seguimos con una economía muy vulnerable : tenemos 5 de los 14 indicadores económicos claves en situación de alerta , según acaba de decir Eurostat. Sólo Chipre está peor en Europa. Así que hay mucho tejado por arreglar..
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