Es la enseñanza que
más crece los últimos años y también este curso, con 800.000 jóvenes matriculados en Formación Profesional. Aunque
este año, el “tirón” tiene truco: dos
de cada tres nuevos matriculados en FP son jóvenes de 15 años con malas
notas a los que la LOMCE obliga a
dejar la ESO y matricularse en la nueva FP Básica, un atajo del Gobierno Rajoy para reducir el abandono escolar y de paso formar aprendices a bajo coste. Pero
el salto en FP ha sido espectacular con
la crisis: casi se han duplicado los alumnos desde 2007, porque muchos jóvenes
ven la FP como una mejor enseñanza para conseguir trabajo y más barata que la
Universidad. Faltan plazas para los 1.400.000 jóvenes más que deberían estudiar
FP para equipararnos con Europa. Hace falta más dinero, más centros, más títulos y más empresas volcadas en las
prácticas de FP. Para que más
jóvenes estudien para trabajar.
enrique ortega |
Casi 1 de cada 10
alumnos no universitarios matriculados este curso (8.141.628) estudia Formación
Profesional: son 793,034 jóvenes, un 12,8% más que el curso pasado, con
mucho la enseñanza que más crece (el conjunto, un 0,7%). Este año, el “tirón” de la FP es excepcional (+90.272 alumnos), pero
tiene “truco”: dos de cada tres nuevos
matriculados (59.346) lo son en FP
básica, una primera rama de la FP
que ha creado en Gobierno Rajoy con la
LOMCE, para desviar a los alumnos de 15 años que no están en
condiciones de aprobar el 4º curso de la ESO (y excepcionalmente el 3º).
Hasta ahora, estos alumnos “con
problemas” se incluían en los Programas de Cualificación Profesional Inicial
(PCPI), pero ahora se “propone” a sus padres desviarlos a un primer eslabón de la FP, de dos años, que se ha estrenado en medio de las críticas
de profesores y padres.
Por un lado, la FP Básica se ha puesto
en marcha contra reloj (programas y
recursos), sólo en algunos centros
(hay alumnos obligados a cambiar de colegio) y con menos titulaciones de las previstas. Además, muchas familias desconfían de una nueva etapa educativa que no
ofrece titulación (salvo a
efectos laborales), porque para conseguir
el título de la ESO (y poder seguir FP
Grado medio) se les exige un examen
(reválida), que les resultará más difícil que a sus antiguos compañeros.
Pero con la nueva
FP Básica, el Gobierno Rajoy mata
dos
pájaros de un tiro. Por un lado, intenta reducir el abandono
escolar temprano, esos 800.000 jóvenes de 18 a 24 años que dejaron
sus estudios, un 23,6% del total (12% en la UE-28). Casi la mitad (un 10,7%) dejaron el colegio sin acabar la ESO y
son precisamente esos los que la Ley
Wert quiere recuperar ahora, forzándoles
a estudiar dos años de FP Básica, con el reclamo de que así van a encontrar
trabajo. Buscan así mejorar
las estadísticas y reducir el abandono escolar al 15% en 2020, como han
prometido a Bruselas. Por otro lado, consiguen
formar un año antes “aprendices”
para trabajar: jóvenes con FP
Básica a los 17 años, en vez de los
18 años que tienen los que hacen la ESO y luego estudian FP Grado Medio. Mano
de obra barata (peor formada, eso sí) un año antes, con menos costes para el sistema educativo.
Al margen de la “trampa”
estadística de la FP Básica, el hecho incontestable es que la Formación Profesional ha
dado un gran salto en España con la crisis, casi duplicando los alumnos: de 462.492 alumnos en el curso
2007-2008 a los 793.034 alumnos de 2014-2015. Las razones son varias. Por un lado, muchos jóvenes
han vuelto a las aulas, al no haber trabajo. Por otro, muchos
estudiantes y familias han visto que estudiar Formación Profesional es una
mejor opción para encontrar trabajo (informe Adecco).
Y últimamente, hay muchos bachilleres
que ante la importante subida de
tasas, han cambiado la Universidad por
la FP de Grado Superior. Aunque algunas autonomías también han puesto tasas a la
FP Superior (400 euros en Madrid, 360€ en Cataluña y 180€ en Aragón),
todavía es mucho más barata que la
Universidad (donde un Grado en una pública cuesta de 1.200 hasta 2.000
euros anuales). Además, la FP
Superior es más corta (son 2 años,
frente a 4 en un Grado), y se incluyen prácticas obligatorias de 400 horas en
una empresa, que permiten titularse “con algo de experiencia”. De hecho,
aumentan los universitarios que tras acabar la carrera se
matriculan en una FP Superior (les
convalidan mucho), para mejorar su empleabilidad.
Este “boom”
de la Formación Profesional lleva años provocando una falta
de plazas en casi toda España, sobre todo en Andalucía
(faltan 40.000), Madrid
(-15.000), Canarias
(-12.000), Comunidad Valenciana (-5.000) y Murcia.
Ya en 2011, el Gobierno Zapatero planteaba la necesidad de crear 200.000 plazas de FP en cuatro años. Pero no se han creado y la FP ha sufrido también los recortes:
pocos centros (los centros públicos
que imparten FP de Grado medio son un tercio de los que imparten la ESO), menos profesores (se han perdido unos
2.000 en los dos últimos cursos), menos
medios, menos prácticas, y se han paralizado
las nuevas titulaciones previstas en 2011.
Y con ello, la oferta
de FP es reducida (140 títulos, frente
a 340 en Alemania) y está muy
concentrada desde hace una década (sanidad y servicios a la comunidad,
informática, administración, electricidad, electrónica y mecánica del automóvil).
La falta de plazas y
de títulos atractivos en la FP pública ha aumentado el peso de la FP privada, tanto con cursos FP
online (los alumnos se han multiplicado por 6 desde 2007, hasta 61.915 este curso) como presenciales,
sobre todo de FP
Grado Superior, apoyados por algunas
autonomías del PP. Incluso en algunos casos, como
Madrid, se ha fomentado el trasvase a la
FP privada, retirando ayudas a los centros concertados y promoviendo el
cheque escolar en los centros
privados. Con ello, la enseñanza pública
ha bajado al 76,7% de alumnos en FP Grado Medio y se mantiene en el 79,1%
en Grado Superior. Y España es el 6º país europeo con menos
peso de la escuela pública en la enseñanza secundaria superior (FP y Bachillerato): un 79% frente al
83% en la UE-21 (el 92% en Alemania), según
la OCDE. Lo malo del auge de la FP privada, además de que es
más cara (y discrimina a las familias con menos ingresos), es que se crece gracias a las carencias
de la pública: se concentra en las titulaciones donde hay más demanda pública no atendida (como Actividades Físicas
y Deportivas) y en otras que la pública no
ofrece (como Emergencias sanitarias, en Madrid).
La Formación
Profesional ha dado un
salto indudable, pero aún es el pariente pobre de
la educación en España: hay 2 alumnos estudiando Bachillerato por cada
uno que hace FP Grado medio y 4 universitarios por cada estudiante de FP
Superior. Y estamos
muy
retrasados frente al resto
de Europa: sólo
un 9% de los españoles adultos
(25-64 años) tiene FP de Grado medio
frente al 33% de media en la OCDE y el
55% de Alemania. De hecho, somos el 5º
país europeo (UE21) con menos peso
de la FP, sólo por delante de Grecia,
Francia, Hungría y Estonia. En
cambio, tenemos
más universitarios que la mayoría (32%
de españoles frente a 29% en la UE-21 y 28% en Alemania). O sea, hay demasiados capitanes y pocos cabos,
cuando la realidad del trabajo es otra: en 2020, según la UE, sólo el 35%
de los empleos requerirán una formación superior y el 50% un grado medio, el que
da la FP.
Se impone un cambio
de mentalidad, en las
familias y en los jóvenes: hay que estudiar
para lo que hay y habrá más trabajo, formación media, tanto FP de Grado
Medio como Superior. Eso debería llevar a
1.400.000 jóvenes más a estudiar Formación Profesional en los próximos años, según un informe
del Gobierno ZP en 2011. Esto obligaría a una gran cruzada por la FP, actuando
en varios
frentes: más recursos, más centros y más plazas públicas (50.000 al
año), más titulaciones (renovando la oferta) y una mayor implicación
de las empresas, para colaborar en el diseño de la formación y en las
prácticas. De hecho, la FP
dual (alumnos de 16 a 30 años que estudian en un centro de FP un tercio
del tiempo y dos tercios en una empresa, durante 3 años, a cambio de un
contrato de aprendizaje que paga 450 euros al mes) no
despega, a pesar de que el Gobierno Rajoy la
vendió en 2012 como la panacea contra
el paro juvenil: en
2014 hay sólo 375 centros implicados, con 9.555 alumnos formándose y 1.570 empresas colaborando (11 proyectos en Andalucía y 5 en
Galicia o Extremadura, por ejemplo). Un
fracaso.
Gran salto en la FP
(trucos aparte) pero hay que ver lo
mucho que queda por hacer y poner todos los medios, sin más recortes. Con una apuesta decidida de los Gobiernos,
los centros, los alumnos y las empresas por una formación
profesional de calidad y orientada al empleo futuro. Hay que hacer campañas para mejorar la imagen académica y social de la Formación Profesional (no puede ser considerada "una enseñanza de segunda clase"), para acabar con la idea de que "el que vale, vale, y el que no, para FP ".También
tenemos que cambiar los padres: no todos nuestros hijos pueden ser
universitarios si queremos que consigan empleo. Tienen que estudiar para trabajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario