jueves, 24 de octubre de 2024

Inmigrantes: no quitan trabajo ni servicios

La nueva Comisión Europea pretende endurecer la política migratoria en Europa, presionados por el auge de la extrema derecha. Y la inmigración se ha convertido en la 1ª preocupación de los españoles, alentada por bulos y campañas de VOX y PP. Pero la realidad es otra, según dos recientes informes de Fedea y el Banco de España. Primero, la inmigración es uno de los motores que explica el mayor crecimiento de España. Segundo, los inmigrantes no roban empleo a los españoles, sino que ocupan trabajos que nadie quiere y peor pagados. Y tercero, pagan impuestos y cotizan, no usan más la sanidad y la educación y ayudan a pagar las pensiones y a que crezca la población. Por todo ello, la inmigración beneficia a la economía, en España y en Europa. Por eso, el Gobierno aprobará un Reglamento para regularizar a 500.000 inmigrantes irregulares y facilitará contratar extranjeros para cubrir puestos donde hoy falta personal (construcción, campo, transporte, hostelería, cuidados…). La inmigración legal nos ayuda.

                            Enrique Ortega

En España y en toda Europa, los flujos migratorios han recuperado un fuerte dinamismo, tras los retrocesos de inmigrantes por la crisis financiera (2008-2014) y la pandemia (2020 y 2021). En consecuencia, la llegada de extranjeros permite que Europa y España ganen población en 2022 y 2023, tras perderla cuando llegan menos inmigrantes, por la tremenda caída de la natalidad y el envejecimiento. Así, en 2023, el número de europeos nacidos en Europa bajó en -1.173.700 personas, cayendo la población autóctona en todos los paises (-334.900 en Alemania, -281.300 en Italia, -136.600 en Polonia o -114.000 en España), salvo en Francia (+47.700 autóctonos) y Suecia (+5.700). Pero se compensó con la llegada de extranjeros: +2.821.056 inmigrantes netos (entradas-salidas) en 2023, lo que permitió a Europa aumentar su población en +1.647.300 personas (hasta 449.206.579 habitantes).

La migración exterior hacía Europa se ha duplicado en la última década, pasando de 1.425.507 inmigrantes netos en 2015 a un mínimo de 151.974 en 2020 (en plena pandemia) y un máximo de 3.976.730 en 2022, que bajó en 2023 a 2.821.056 inmigrantes netos (ojo: de ellos, sólo 318.000 entraron en la UE “irregularmente”). Las mayores llegadas netas de inmigrantes en 20223 se dieron en Alemania (+664.000 inmigrantes), seguida de cerca por España (+639.000), quedando a más distancia la inmigración neta recibida por Italia (+273.800), Francia (+181.700), Portugal (+155.700) o Paises Bajos (+136.700 inmigrantes. Con ello, en 2023 eran 59.901.585 los europeos residentes que habían nacido fuera de la UE, el 13,48% de la población censada.

Por paises, los que tienen más porcentaje de extranjeros son Luxemburgo (50,4%), Malta (28,3%) e Irlanda (21,8%, por los británicos), pero por número, el mayor peso de extranjeros se da en Austria (21,6% de la población: 1.963.300), Suecia (20,4%: 2.144.300), Alemania (19,5%: 16.476.400 extranjeros), Bélgica (19,1% población: 2.246.900 extranjeros), Estonia (17,2%: 234.700), España (17,1% población: 8.204.200 extranjeros en 2023), Portugal (16,1%: 1.683.800), Paises Bajos  (15,6%: 2.777.000 extranjeros), Eslovenia (14,6%: 309.300), Dinamarca (13,6%: 804.100 extranjeros) y Francia (13,1% de la población: 8.942.100 extranjeros), según Eurostat.

Si depuramos estas cifras de “extranjeros”, quitando los extranjeros nacidos en otros paises de la UE-27 (son 13.935.200 “extranjeros”, la mayoría rumanos, italianos y polacos que viven en otro país europeo), la cifra de extranjeros de terceros paises (no UE) que viven en Europa se reduce a 41.318.600 habitantes, el 9,23% de toda la población europea.  Y aquí, en este ranking de paises con más inmigrantes no UE destacan Alemania (7.715.000 extranjeros de paises no UE, el 9,1% de la población), España (4.394.900 extranjeros de fuera de la UE, el 9,1% de la población), Francia (4.074.600 extranjeros no UE, el 6% de su población) e Italia (3.746.900 extranjeros no UE, el 6,4% de su población. Pero hay otros paises donde los extranjeros no UE pesan más en el censo, como Malta (17,5%, aunque son 94.800), Estonia (15,6% y 213.700), Letonia (13,6% y 255.200), Luxemburgo (10,2% y 67.300) o Austria (9,3% y 842.600 extranjeros no UE).

 La mayoría de estos extranjeros no UE en Europa son turcos, marroquíes, ucranianos, polacos, , latinoamericanos, sirios, afganos, pakistaníes, indios y chinos. La mayoría de estos inmigrantes extranjeros en Europa son hombres y la edad media 36,5 años, más jóvenes que los europeos (45,7 años). España recibe inmigrantes más mayores (32 años) que Francia (26,1) y  Alemania (29,1), como Italia (32 años), según un reciente estudio del Banco de España. Y también es el país europeo que recibe más inmigrantes mujeres (50,5% del total) y el país europeo que recibe inmigrantes con más nivel educativo: un 43% de los que vienen son universitarios, frente al 38% en Alemania y al 15% en Italia, aunque son casi la mitad en Francia, mientras recibimos menos inmigrantes con bajo nivel educativo. Y otra ventaja de España, según este estudio, es que la mitad de los inmigrantes proceden de Latinoamérica (el 65% de los extranjeros no UE), lo que facilita su integración y trabajo, por lengua y cultura, algo que no les pasa a Alemania y Francia (y menos a Italia).

Pero la gran diferencia de la inmigración que recibe España frente al resto de Europa es su gran dinamismo: son personas con una gran tasa de actividad (el 78% trabaja o busca trabajo, por encima del 70% en Francia, el 71% en Italia o el 73% en Alemania), mayor incluso que la de los españoles. Y eso ha creado una enorme fuerza de trabajo: en los últimos 5 años, la población activa extranjera ha crecido en 1,2 millones de personas, mientras los españoles “activos” han aumentado en 120.000, según el Banco de España. Por ello, los extranjeros en España han contribuido más al crecimiento del empleo que en otros paises europeos. Y eso explica el mayor crecimiento de España estos años.

Volviendo a las cifras de extranjeros en España, el último Censo del INE (1 julio 2024) revela que viven en España 6.632.064 “extranjeros”, el 13,59% de la población total , lo que supone un gran salto desde los 600.000 extranjeros que vivían en España en 1998: pasaron a ser 2.058.879 en 2002 (el 4,97% de la población) a 5.265.457 extranjeros en 2008 (el 11,45%), para bajar en 2019 (5.033.641 extranjeros, el 10,68%) y subir en 2022 (5.787.013 extranjeros, el 12,11%) y 2023 (6.089.620, el 12,66%). Estas cifras revelan que el porcentaje de extranjeros en España se ha cuadruplicado en este siglo, cambiando el panorama de pueblos y ciudades. Pero ha sido en los últimos años, con el auge de la ultraderecha en Europa y en España, acompañada de bulos y xenofobia por parte de Vox (y el PP siguiendo su “senda”), cuando los inmigrantes preocupan más. Hasta el punto de que en el Barómetro del CIS de septiembre aparecía como “la primera preocupación de los españoles”.

La realidad indica que no es para tanto, que los inmigrantes han dinamizado el empleo y la economía (como revela el estudio del Banco de España) y que no “roban” a los españoles ni el empleo ni los servicios públicos, como demuestra otro estudio de Fedea, que concluye que las oportunidades de empleo de los trabajadores españoles (nativos) “no se ven afectados de forma significativa por la inmigración”, básicamente porque copan trabajos que no quieren los españoles (construcción, campo, hostelería y turismo, transporte, servicio doméstico y cuidados), con peores contratos y salarios. Y además, los inmigrantes tienen más problemas que los españoles para encontrar trabajo en los primeros 5 años desde que llegan y tienen una menor tasa de empleo y más paro (17,43% tasa de paro frente al 10,74% los españoles). Sólo las mujeres inmigrantes consiguen, a los 5 años, tener una tasa de empleo mayor que las mujeres españolas, porque sirven en casas o cuidan a ancianos.

Además, como los inmigrantes que vienen a España están bastante cualificados (43% tienen estudios universitarios), muchos trabajan “sobrecualificados”, en puestos más bajos de los que deberían por su formación: en España les pasa al 50% de inmigrantes (frente al 34% del total de trabajadores), como en Italia, mientras en Alemania y Francia sólo trabajan “sobrecualificados” el 30% de inmigrantes, según el Banco de España. Y además, los datos del INE revelan que los inmigrantes ganan un 30% menos que los trabajadores españoles, porque tienen peores contratos (más temporales y a tiempo parcial) y trabajan en sectores con salarios más bajos (hostelería, construcción, campo, cuidados y servicio doméstico). Aunque si consideramos sólo el factor “nacimiento” (descontando su contrato y trabajo), la discriminación salarial de los inmigrantes bajaría del 30 al  6%, según Fedea.

Lo que está claro es que el impulso del empleo en los últimos años se ha dado gracias a los inmigrantes. Así, de los 1.280.000 nuevos empleos creados en España entre 2019 y 2023, el 43,2% (553.000 empleos) han sido para trabajadores nacidos en el extranjero, 31,2% (465.700 empleos) para trabajadores nacidos en España y el 20,4% restante (261.300 empleos) para trabajadores con doble nacionalidad (extranjeros que ya son españoles), según los datos de la EPA. Y este año 2024, de enero a junio se han creado 295.000 nuevos empleos, de los que el 32,8% se lo han llevado los trabajadores extranjeros, el 25,2% los trabajadores españoles y el 41,62% los que tienen “doble nacionalidad”. Con ello, en junio de 2024 había 21.684.700 ocupados en España, casi el 80% trabajadores (79,96%) nacidos en España (17.340.600), 3.224.900 nacidos en el extranjero (14,87%) y 1.119.200 trabajadores con doble nacionalidad (5,16%).

Este récord de extranjeros trabajando (3.224.900) ha permitido el fuerte crecimiento de la economía española en los últimos años (superior a toda la UE), un tirón del consumo y de la demanda (también vivienda) y el salto que se ha dado en el turismo y la hostelería, la agricultura y la ganadería, el transporte, la construcción y la economía de los cuidados. Y ha ayudado a sanear las cuentas de la Seguridad Social, con un récord de cotizantes extranjeros (2.868.678 en septiembre, frente a 2 millones en 2019). Los cotizantes extranjeros aportan el 9% de los ingresos por cotizaciones y su gasto en pensiones sólo supone el 1% del total, así que su aportación al sistema es muy positiva.

Una queja que se amplifica es que los inmigrantes “quitan servicios” a los españoles, desde la sanidad a la educación o la Dependencia y las ayudas sociales. El estudio de Fedea revela que no es así. En Sanidad, la utilización de servicios por los inmigrantes es similar a la de los españoles, según los datos del SNS, tanto en visitas a médicos de familia y estancias en hospitales, aunque acuden menos a los especialistas y más a urgencias. Y como los inmigrantes suelen ser más jóvenes que los españoles, acuden menos a servicios ligados a enfermedades crónicas y de mayores. Eso no quita, advierte el estudio, que haya zonas de España donde la mayor concentración de inmigrantes tensione más la sanidad (o la educación), algo que sí pasa en Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana. Eso exige reforzar los servicios públicos en estas autonomías, que también se benefician de más ingresos fiscales y cotizaciones por tener más inmigrantes.

La inmigración beneficia a la economía europea y más a la española, según todos los estudios nacionales e internacionales. Y será aún más necesaria cara al futuro, cuando se desplome más la población europea y sean necesarios más inmigrantes para financiar los servicios públicos y las pensiones. La ONU estima que Europa necesita recibir 60,8 millones de trabajadores extranjeros hasta 2050. Y España necesita recibir 7 millones de inmigrantes más entre 2020 y 2050, según el Centro de Desarrollo Global de Washington, mientras el INE prevé que los nacidos en España bajen de 40,20 a 37,10 millones entre 2020 y 2050. Así que “necesitamos a los inmigrantes”, les guste o no a algunos. Eso sí, hay que ordenar y organizar la inmigración, para “canalizar las llegadas” y reducir la inmigración ilegal (en 2023 entraron 56.852 inmigrantes ilegales, menos del 10% del total).

Para conseguirlo, el Gobierno Sánchez quiere aprobar en noviembre dos cambios en el Reglamento de la Ley de Extranjería. Uno, la regularización de unos 500.000 inmigrantes que viven en España sin regularizar, una medida que ya se ha presentado en el Congreso como iniciativa popular y que teóricamente apoyan todos los partidos, salvo Vox, medida que reduciría la economía sumergida y el fraude, mejorando la vida de estos inmigrantes no regularizados. Y la otra, promover la contratación en origen de trabajadores extranjeros (por periodos o campañas), para hacer frente a la demanda no cubierta de mano de obra en muchos sectores, desde el transporte y la construcción al campo y la hostelería. Además, el Gobierno pretende agilizar la homologación de títulos a extranjeros, porque ahora hay un “atasco” de 5.000 solicitudes al mes (se atienden 2.000).

Con ello, el Gobierno quiere facilitar mano de obra a sectores clave donde falta y aumentar el empleo extranjero legal, lo que facilitará que España siga creciendo (será el país occidental que más crezca en 2024, según el FMI. Y por eso, en el último Plan económico enviado por el Gobierno a Bruselas (octubre 2024), se prevé crear 1,5 millones de empleos nuevos entre 2024 y 2026, con lo que España rozaría los 23 millones de ocupados, superando todos los récords históricos (20,7 millones en 2007 y 21,6 en junio de 2024). Y eso será en gran medida gracias a “la ayuda de los inmigrantes”, que empujan nuestra economía, “no nos roban”. Por eso, hay que regularizar su situación, canalizar sus legadas e integrarlos mejor, porque si mejoran sus contratos y sueldos, si se integran mejor en nuestras ciudades y pueblos, si trabajan más a gusto, aumentará su productividad y, con ella, la de toda España, una “asignatura pendiente” de la que depende que produzcamos más y vivamos mejor.

 Así que no hagan caso a bulos y “sensaciones” personales : los datos y estudios revelan que los inmigrantes están salvando la demografía y la economía, en Europa y en España. Y que los necesitamos para seguir creciendo, recaudando y pagando los servicios públicos y las pensiones. No nos “roban” ni trabajos ni servicios: nos ayudan (con precariedad y bajos salarios) a construir el presente y el futuro. No lo olviden.

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