Los hospitales
privados se han descolgado con una propuesta
a las autonomías para hacerse cargo de
las listas de espera de la sanidad
pública y atender en 4 meses a los
614.000 españoles que esperan para operarse. Eso sí, cobrando 1.500 millones. Una vuelta
de tuerca de la sanidad privada,
que crece imparable a costa de los pacientes que ya les deriva la sanidad
privada y del tirón de los seguros
médicos, que pagan ya 10 millones de
españoles. Y todo porque la sanidad
pública española, un referente en Europa, se ha deteriorado
en los últimos años, por los recortes
de presupuestos, médicos y enfermeras y una gestión deficiente y politizada. La
sanidad es ya la tercera preocupación de
los españoles y urge recomponerla, por
lo que todos los partidos, salvo PP y Ciudadanos, acaban de pedir un Pacto
sanitario en el Congreso. Hacen falta más recursos, más personal, más hospitales y centros y, sobre todo,
reformas y una gestión más eficiente.
No privatizarla más.
enrique ortega
El aumento de las listas
de espera es un claro síntoma de los males de la sanidad pública española, causados básicamente por los recortes del Presupuesto sanitario
(-9.787 millones de euros entre 2009 y 2013, 1 de cada 7 euros perdidos, según datos de Hacienda) y el ajuste de
plantillas (11.000 médicos y 30.000 enfermeras), que no han sido todavía compensados con los
aumentos de recursos y personal hechos entre 2015 y 2017. Este recorte de
gastos y personal han deteriorado la oferta sanitaria mientras seguía aumentando la demanda, por el aumento
de la población y su envejecimiento. La consecuencia es que la sanidad pública
no puede atender como antes, aumentan las listas de espera y los hospitales,
centros de salud y las urgencias se colapsan, en medio de protestas
de profesionales y pacientes.
El mayor síntoma del
deterioro de la sanidad pública son las
listas de espera para operarse, que han pasado de 372.468 pacientes en 2009
a 614.101 en diciembre de 2016, según los datos del Ministerio de Sanidad. La mayoría esperan operarse de traumatología (175.257 personas), de oftalmología (125.638 pacientes, 95.100
de cataratas) y cirugía general y del
aparato digestivo (115.610 personas). El tiempo medio de espera ha
pasado de 67 días (2009) a 115 días a finales de 2016. Y lo
peor es que un 18,9% esperan más de 6 meses para operarse, sobre todo en neurocirugía,
plástica, pediatría y trauma. Y la espera es mayor en Canarias (182
días), Cataluña (173) y Castilla la Mancha (162 días), mientras
es baja en la Rioja (49 días), País Vasco (50) y Madrid (55 días).
También es preocupante la lista de espera para una consulta al especialista, que ha pasado de
59 días de media en 2009 a 72 días
en 2016.Las mayores esperas se dan en las consultas de traumatología (8,23 por 1000 habitantes), oftalmología (8,08), dermatología
(6,13), otorrino (2,91), ginecología (2,88), digestivo (2,43) y neurología
(2,24 por 1.000 habitantes), según los datos de Sanidad. Y lo peor es que casi la mitad de los pacientes (el
46,4%) esperan más de 60 días para ir a la consulta del especialista, siendo las regiones con mayor espera Cataluña
(138 días), Canarias (117 días) y Cantabria (75) y las mejores País Vasco
(27 días), la Rioja (32), Madrid y Castilla
la Mancha (42 días de espera media).
Este aumento de las listas de espera, tanto para operarse
como para ir al especialista, ha alimentado
estos años la sanidad privada, multiplicando los seguros de salud, el único que creció durante la crisis. Y la
consecuencia es que en 2017 se habrán superado
los 10 millones de españoles que tienen un seguro médico privado, porque 2016 se cerró con 9.690.000 asegurados
(7.077.000 privados y el resto funcionarios a los que les paga el seguro su
Mutualidad), que pagaron unas primas de 7.737 millones, según datos
de la Fundación IDIS. Un negocio
boyante que se concentra en 5 compañías que copan el 72% del mercado: Segur
Caixa Adeslas (28,5%), Sanitas (15,7%), Asisa (13,7%), DKV (7,1%) y Mapfre
(6,4%).
Los seguros de salud
son la principal fuente de financiación de la sanidad privada, que obtiene de ellos el 62% de sus ingresos. Pero otro
23% de ingresos los obtienen de la
sanidad pública, de los conciertos, de derivar pacientes para pruebas y operaciones de hospitales públicos a hospitales
privados (el 42% de ellos tiene algún
concierto con la sanidad pública, según la Fundación de la sanidad privada IDIS). En 2015, la sanidad pública destinó 7.540 millones a pagar conciertos con la privada, el 11,8% de todo el gasto sanitario
público. Y hay varias autonomías donde los conciertos pesan mucho más, sobre
todo Cataluña (el 24,8% del gasto sanitario público va a hospitales privados), Madrid
y Baleares (11,7%) y Canarias (10,4%), mientras apenas pesan en las cuentas de Cantabria
(3,7%), Castilla y León (4,1%), Extremadura (4,6%) y Andalucía (4,9%). La
tercera fuente de financiación de la sanidad privada (15% del total) son los pacientes que pagan directamente sus
servicios.
Ahora, la sanidad
privada busca dar un salto hacia adelante
y ha presentado a primeros de septiembre una propuesta para que las autonomías les deriven las listas de espera quirúrgica
(614.101 pacientes), con la promesa de acabar
con ellas en 4 meses. Eso sí, a cambio de cobrarles 1.500 millones de euros. Las que más tendrían que pagar serían Cataluña
(385 millones para operar a 157.000 pacientes en espera quirúrgica), Andalucía (155 millones y 64.000
pacientes), Madrid (146 millones y
60.000 en espera) y la Comunidad Valenciana (134 millones y 55.000
pacientes en espera), siendo menor el coste para el resto, aunque, en
comparación con su Presupuesto, tendrían que hacer un gran esfuerzo Murcia (66
millones, el 3,7% de su gasto sanitario), Castilla la Mancha (90 millones, el
3,2%), Canarias (83 millones, el 2,6% de su gasto sanitario) y Galicia (88
millones, el 2,5%).
De momento, ninguna
autonomía les ha dicho que sí y todas siguen con sus “Planes de choque”
contra las listas de espera (poco eficaces) y derivando pruebas y operaciones a la privada. Una sanidad privada que ha dado un gran salto con el deterioro de la sanidad pública, pasando
de facturar 23.789 millones de euros en 2007 a unos 30.000 millones en 2016, casi un tercio del mercado sanitario español, según datos de la Fundación IDIS. Y un tercio de este pastel sanitario privado se lo disputan los 452 hospitales privados, que facturaron más de 10.000 millones de euros en 2015, según la Fundación IDIS. Un pastel muy apetitoso, que ha provocado la llegada a España de fondos de inversión y
multinacionales, como la alemana Helios,
que compró en 2016 el primer grupo hospitalario español, Quirón Salud (43 hospitales y 2.300 millones facturados).
Y todo apunta a que los inversores extranjeros seguirán entrando en la sanidad privada española, porque es un mercado con gran potencial: gastamos
menos en sanidad que el resto de Europa (un 8,8% del PIB, frente al 8,9%
en la OCDE, el 10,9% en Francia o el 11% en Alemania), hay menos camas de hospital por habitante (3,2/1.000 habitantes frente a
8,3 en Alemania) y hay más seguros
médicos privados, que además son más baratos (70 euros media frente a 240
en Alemania). Y además, somos el segundo
destino del mundo en “turismo sanitario”, con una oferta de calidad y bajos
precios (operaciones que valen en Madrid o la Costa del Sol la mitad que en
Londres y un tercio que en Nueva York).
Pero sobre todo, la
sanidad privada crece a costa del deterioro de la sanidad pública, que ha
empeorado su atención, por los recortes y la precariedad de sus plantillas: un tercio de
sus empleados (480.626 en 2016) son eventuales (con contratos temporales), de
ellos la tercera parte interinos (169.828).Y sólo la mitad de los médicos (50,7%) que trabajan en el
Sistema Nacional de Salud (SNS) tienen una plaza en propiedad, según una encuesta de la CESM. De la otra mitad, un 19,2% son contratados fijos y el 30,8%
restante son médicos contratados, muchos desde hace una década y la tercera parte con contratos
de menos de 6 meses, que se renuevan una y otra vez. Y aún hay más precariedad
entre enfermeros y enfermeras (y tenemos 5,1/1.000 habitantes frente a 8,4 en Europa).
Esta precariedad
laboral más el recorte de medios y la
falta de inversiones (en
tecnología hospitalaria, obsoleta, y en
nuevos hospitales, con los viejos muy estropeados) han deteriorado mucho la sanidad pública, sobre todo las
urgencias y en épocas de gripe y epidemias, disparando las listas de espera. Y
la situación puede empeorar, debido al envejecimiento de la población y al aumento de las enfermedades crónicas (hoy ya las tienen 4 de cada 10 españoles), que van a disparar la demanda sanitaria y el gasto en los próximos años (por la tecnología y
los nuevos fármacos, mucho más caros).
Las listas de espera
no son algo coyuntural sino que revelan los males de fondo de la sanidad pública.
De ahí que no hayan podido frenarse con
Planes de choque ni derivándolas a los hospitales privados. Son “parches” que no atajan los problemas
de fondo: la falta de médicos y personal sanitario, de hospitales y
centros en algunas zonas y, sobre todo, los
problemas de organización de la sanidad pública. No es de recibo que haya quirófanos cerrados por falta de
profesionales y que además no funcionen por las tardes, entre otras razones
porque los médicos adscritos están operando en la privada. Habría que
establecer prioridades, optimizar recursos, desarrollar la cirugía ambulatoria
e implicar mejor a los profesionales (con incentivos) en la lucha contra las listas de espera.
Y, sobre todo, hay que coordinar
mejor la atención sanitaria pública, porque cada autonomía va a su aire,
en el gasto y en la atención que ofrecen. Las que más gastaron en sanidad en
2016 fueron Navarra (1.633 euros/habitante), País Vasco (1.632 euros), Asturias
(1.578), Extremadura (1.422) y Cantabria (1.418 euros). Y las que menos,
Andalucía (1.106 euros/habitante), Cataluña (1.180) y Madrid (1.184), un 50% menos
que navarros, vascos y asturianos, junto a Castilla la Mancha (1.271),
Comunidad Valenciana (1.233 euros) y Murcia (1.209 euros/habitante), según datos de la FDSP. Y claro, con menos gasto, menos camas (Andalucía y Valencia) y
menos médicos y enfermeras por habitante (Andalucía y Cataluña). Y en
consecuencia, peor sanidad. La mejor nota
en el ranking de la FDSP se la llevan Navarra y el País Vasco (90 puntos sobre
114), Aragón (82) y Asturias (79), mientras suspenden Canarias (49 puntos),
Comunidad Valenciana (59 puntos), Cataluña y Andalucía (60 puntos).
Los españoles todavía
aprueban a la sanidad pública (nota de 6,57 puntos en el Barómetro sanitario 2016), pero ahora la sanidad ha pasado a ser el tercer motivo
de preocupación de los españoles, por detrás del paro y la economía,
según el Barómetro del CIS de enero 2017. Y un tercio de los españoles cree que necesita cambios de fondo. Y también la
mayoría de los partidos: 11 grupos políticos, todos menos el PP y Ciudadanos,
firmaron el 12 de septiembre un Pacto en el
Congreso para mejorar la sanidad y revertir los recortes.
La primera medida de
cualquier Pacto sanitario debe ser asegurar
un mayor gasto en sanidad, para revertir los recortes ¿Cuánto? Una pista puede ser conseguir que España gaste en sanidad como el resto de Europa, lo
que ahora no sucede: el gasto sanitario público supone el 6,2% del PIB (2015),
frente al 7,2% en la UE-28, Alemania o Italia, el 8,2% de Francia, el 7,6% de
Reino Unido y el 8,6% de Dinamarca, según Eurostat (2015). Gastar en sanidad como los europeos supondría gastar
11.000 millones más al año, lo que exige recaudar más. En paralelo, hay que aumentar las plantillas (los 10.000
médicos y 41.000 enfermeras perdidos y más), estabilizando sus contratos. Gastar más en tecnología sanitaria (la cuarta parte de equipos tienen más de 10 años), en nuevos hospitales y centros de salud. Pero no es sólo cuestión de más dinero: hay que reformar la organización sanitaria y mejorar la gestión, aumentando la productividad, implicando más a médicos y enfermeras.
Y gastar
más en prevención y atención primaria, para gastar menos en hospitalizaciones.
Las listas de espera
son “una excusa” para que los seguros
y la sanidad privada aumenten su negocio. Pero el problema está ahí, es serio y
no se resuelve con “parches” que no vayan al fondo del problema: el
deterioro de la sanidad pública. Es de las mejores del mundo, pero pasa
por un mal momento, con una atención que se ha deteriorado, con un gasto
creciente y pacientes más viejos. Hay que apuntalar la sanidad pública, con más
recursos, más personal, más medios, menos diferencias regionales y una mejor
gestión. Urge un Pacto sanitario que cuente con las
autonomías, los profesionales y los pacientes. Nuestra salud es demasiado
importante como para dejar que la sanidad pública se deteriores más. Actúen ya.
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