La brecha salarial entre hombres y mujeres se redujo un 2,5% en 2018. A ese ritmo, la igualdad salarial llegará dentro de... 40 años. Pero la desigualdad de género más grave no es el sueldo, sino el menor empleo femenino. Y de cada 100 trabajos creados en 2018, sólo 44 se los llevaron las mujeres, cuyo paro también bajó menos, mientras cobran menos desempleo y menos pensiones, fruto de sus peores trabajos. Así que la discriminación sigue ahí y España ha bajado 5 puestos en el ranking mundial de igualdad de género, hasta el lugar 29 (el 10º en 2007). Hay que acabar con tanta palabrería y tomar medidas eficaces, Leyes y normas que obliguen a la igualdad en empresas, instituciones y la sociedad, porque “por las buenas” no se avanza. Y concienciarse de que la igualdad empieza en casa, donde los hombres siguen “escaqueándose”. La igualdad de género es uno de los grandes retos de las próximas décadas y del futuro Gobierno. Faltan voluntad política y medidas.
A partir de Leonardo da Vinci enrique ortega |
Empecemos este balance por el principio, por el número de mujeres que hay en España: eran 23.818.952 mujeres el 1 de julio de 2018, unas 107.000 más que un año antes y 914.086 mujeres más que hombres. Pero en realidad, esta cifra del último Censo del INE encubre un problema: el número de mujeres nacidas en España cayó en 2018 (-11.707 españolas), como el de hombres españoles (-8.070), por la reducción de la natalidad, y la población sólo crece por el aumento de los inmigrantes extranjeros. Y esta pérdida de población femenina nacida en España seguirá, según las proyecciones del INE, pasando de las 21.457.179 españolas nativas de 2018 a 20.612.133 en 2033.
Hay más mujeres que
hombres y sobre todo más mujeres mayores. Por eso, en la
escuela, de la guardería al bachillerato, las
niñas son menos que los niños: de los 8.158.605 alumnos que estudiaron el curso
2017-2018, el 51,7% eran chicos y el 48,3% chicas. Hay más niños en educación
infantil (51,6%), primaria
(51,6%) y la ESO (51,3%), pero eso
cambia en Bachillerato
y las chicas ganan a los chicos
(52,8% frente a 47,2%), aunque no en Formación Profesional (55% son chicos),
según las estadísticas de Educación. La razón es el mayor abandono escolar temprano de los chicos (21,8%) respecto a las chicas (14,5%). Y
con esta base, las mujeres vuelven a
ganar en la Universidad: 55% de las matriculadas son mujeres, unas 110.000
universitarias más que chicos.
Al final, salen más
mujeres tituladas que hombres, unas 6 de cada 10 universitarios. En general, las mujeres están mejor formadas
que los hombres, en Europa (32,5% son universitarias frente a 28,9% los
hombres) y en España (38,4%
universitarias frente a un 33% los hombres), según Eurostat.
Pero aún así, las mujeres tardan más en
encontrar trabajo, 4 meses más de media, según un informe del CES.
Quizás tenga que ver con que las mujeres estudian más algunas carreras que
tienen menos salida laboral: el 71,3% de los universitarios que
estudian Ciencias de la Salud y Servicios Sociales son mujeres, también el
61,3% de los que estudian Ciencias Sociales, el 77,5% de los que cursan
educación y el 59,5% de las que estudian Humanidades. Y las mujeres tienen menos presencia en las carreras técnicas: sólo son el 47,7% de las que
estudian Ciencias, el 26,2% de los que cursan Ingenierías, el 25% en Arquitectura
y el 12,1% de los que estudian informática.
Pero el primer gran
problema no es que muchas mujeres no encuentren su primer trabajo sino que muchas
no trabajan porque se quedan en casa a cuidar niños y padres o dejan
pronto de trabajar para ser madres. Veamos las cifras. En España hay 39.019.400 personas en edad de trabajar (diciembre 2018),
con más de 16 años, según la EPA: 20.047.900 son mujeres y 18.971.500
hombres. De esta cifra total, unos buscan trabajo y otros no: son los llamados “inactivos”
(ni trabajan ni son parados, porque no buscan empleo). Y aquí viene la
primera gran desigualdad de género: hay
9.406.300 mujeres inactivas frente a 6.744.300 hombres. Casi 2,7 millones de mujeres inactivas más,
mujeres que se quedan en casa a criar los hijos o que cuidan de sus padres (el
92% de los que cuidan a dependientes son mujeres) o que ya son maduras y tras muchos años sin trabajar no se animan a buscar empleo.
Esto se traduce en que en España, sólo el 69,73% de las mujeres en edad
de trabajar (16-65 años) está activa (trabaja o busca empleo: 10.641.600
mujeres en diciembre de 2018), mientras un 80,04%
de los hombres son “activos” (12.227.200 en diciembre de 2018). Y esta tasa
de actividad femenina no ha hecho sino caer desde 2014 (70,16%).
Bueno, ya tenemos a 10,64
millones de mujeres que no se quedan en casa y se lanzan a buscar empleo, junto a 12,22 millones de hombres. Y aquí viene la segunda gran discriminación de género, la más importante de todas: las
mujeres consiguen menos empleos. A
finales de 2018, en España había 8.911.500
mujeres ocupadas frente a 10.653.100
hombres, según la EPA. Eso significa que las mujeres tienen una tasa de empleo del 58,33%
(trabajan poco más de la mitad de las mujeres en edad de hacerlo), inferior a
la de las mujeres europeas (61,4%) y mucho menor que la de los hombres
españoles (69,67%). Y eso se debe a
que, año tras año, los hombres consiguen
más empleos que las mujeres. Así, de
los 566.200 empleos creados en 2018, 313.900 se los llevaron los hombres (55,4%) y 252.300 las mujeres (44,6%). Y de todos
los empleos creados en la recuperación
(2.614.000 entre 2014 y 2018), el 57% han ido a los hombres y el 43% a
las mujeres.
Pero hay una tercera discriminación de género
en este nuevo empleo conseguido: es más precario para las mujeres. Si el 90% de los nuevos contratos son temporales, la
proporción es mayor en las mujeres y así, ahora, según la EPA, un 27,6% de las asalariadas tienen un
contrato temporal frente al 26,2% de
los hombres, el porcentaje más alto de toda Europa. Y sobre todo, las mujeres
consiguen la mayor parte de los contratos a tiempo parcial, por días o por
horas: de las 2.894.800 personas que no trabajan a jornada completa (diciembre 2018), el 74,5%
son mujeres (2.159.300). Y si trabajan por horas o por días no es porque
quieran sino “porque no encuentran otra
cosa”, según el 75% de las mujeres encuestadas por el INE.
Con estos contratos más precarios, más temporales y por
horas, lo lógico es que las mujeres
tengan peores sueldos que los hombres, la cuarta discriminación de género,
detallada en este informe de UGT: el sueldo medio bruto de las mujeres era de 20.131 euros frente a 25.924 euros los hombres, según la
última encuesta de estructura salarial del INE, con datos de 2016. Es una “brecha salarial” del -22,35%,
que se traduce en que las mujeres ganan 5.793 euros menos al año (483 euros menos al mes). Si se toma
otro dato, el pago por hora trabajada,
las mujeres cobran un -14,7% menos
que los hombres (13,60 euros/hora frente a 15,95). La “brecha salarial” es
mayor entre las mujeres más jóvenes (-22,9%) y las mayores de 50 años (-25,5%),
así como en Asturias (-29,37%), Navarra (-28,02%), Cantabria (-27,74%), Aragón
(-25,90% y Murcia (-24,70%). Y por si fuera poco, más de la mitad de las mujeres ocupadas son mileuristas (4.037.952 mujeres
frente a 2.924.40 hombres).
Las mujeres tienen sueldos más bajos que los hombres por varias
causas. Por un lado, porque trabajan
menos horas que los hombres (34,7 horas a la semana frente a 40,1 horas los
hombres), al estar más presentes en empleos a tiempo parcial, y además cobran menos por hora. Por otro, porque
hay más presencia de mujeres en los
sectores peor pagados (hay quien dice que esos sectores pagan menos porque hay más mujeres), como demuestra un estudio de CCOO. Así, si las mujeres suponen un 45% del empleo total, hay
un mayor porcentaje de mujeres en actividades sanitarias y sociales (78%
mujeres), educación (67%), otros servicios (66%), inmobiliarias (56%),
actividades administrativas y servicios auxiliares (54%) y hostelería (53%
mujeres), sectores todos con la mayor “brecha salarial”. Así, 1 millón de mujeres empleadas en los tres sectores peor pagados (actividades
administrativas y servicios auxiliares, actividades profesionales, científicas
y técnicas y en otros servicios) perciben un tercio menos de sueldo que los
hombres que trabajan en esos sectores. Y un 30% menos en actividades
sanitarias, un 25% menos en banca o un 27,44% menos en hostelería.
Un factor clave para explicar la brecha salarial son los
complementos que pagan las empresas por peligrosidad, turnos, antigüedad, bonos, objetivos, etc., porque la
mayoría de las mujeres no los cobran y cuando los reciben, les pagan la mitad
que a los hombres. Los sindicatos quieren atajar este problema en los convenios porque estiman que un
44% de toda la brecha salarial entre hombres y mujeres es por estos complementos.
Otra causa que explica el menor sueldo de las mujeres es que ocupan peores puestos en las empresas, aunque están mejor formadas. Sólo hay un 34% de mujeres directivas y gerentes mientras son un 66% de las empleadas de oficina, el 61% de los vendedores y el 60% de los que hacen labores elementales, según el INE. Y en las empresas del IBEX, sólo el 23,7% de los consejeros son mujeres, cuando el Código de Buen Gobierno recomienda que sean al menos el 30% para 2030 Y la Comisión Europea propone que sean el 40%. Y además, es mucho menor la presencia de las mujeres en puestos directivos de la Administración, la Universidad, la investigación, la judicatura o las instituciones.
Avancemos un poco hasta toparnos con las mujeres que ni
están inactivas (9.406.300 mujeres) ni
están trabajando (8.911.500 mujeres
ocupadas) sino que están paradas:
1.730.200 a finales de 2018, unas 156.000
más que hombres (1.574.100 parados), según la EPA. Es
la
quinta gran discriminación de género. El paro bajó en 2018, pero más entre
los hombres (-49,5%) que entre las mujeres (-38,5%). Las mujeres tienen una tasa de paro más alta (16,2% frente a 12,87%), que es la segunda
más alta de Europa (tras el 23,1% de paro femenino en Grecia), muy superior a la de Europa (6,8% de
paro femenino), la zona euro (8,3%), Alemania (2,7%), Francia (9,1%), países
donde el paro es más similar entre los sexos. Otro problema en España es que las mujeres llevan más tiempo en paro
que los hombres: de los 1,55 millones de parados que llevan si trabajar más de
un año, más de la mitad son mujeres (827.700
paradas de larga duración), según la EPA. Y 1 de cada 5 desempleadas llevan en paro más de cuatro años (313.215 paradas).
Pero no es sólo que haya más mujeres paradas. Es que reciben menos subsidios de desempleo que
los hombres: de las 806.949 parados que recibían una prestación
contributiva (por la que cotizaron) a finales de 2018, el 50% eran hombres y el
50% mujeres, cuando hay más paradas (52,36%), según datos del SEPE. Y contando todos los subsidios, recibieron alguna ayuda el
64,1% de los parados hombres y el 53,9%
de las paradas. Y lo peor es que hay 9 autonomías (País Vasco, Navarra,
Asturias, Castilla la Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Galicia,
Madrid y Murcia), más Ceuta y Melilla, Las Palmas y Cádiz, donde menos de la mitad de las mujeres paradas
reciben alguna ayuda. A la hora de cobrar
el seguro de paro, la sexta gran
discriminación: cobran un -15% menos las mujeres (25,59 euros diarios
frente a 30,08 los hombres, según el SEPE: 134,70 euros menos al mes).
Lo mismo les pasa a las mujeres cuando se jubilan, la séptima gran discriminación por género.
Primero, porque hay menos mujeres pensionistas que hombres: 4,54 millones de pensionistas hombres
y 4,27 millones de mujeres, básicamente porque hay menos mujeres trabajando y sus
carreras laborales son más cortas, por las interrupciones para cuidar niños o
padres. Y si nos quedamos en los pensionistas jubilados, sólo hay 2.290.625
mujeres jubiladas frente a 3.704.083 hombres jubilados, más de un tercio
menos (-38,2%). Y lo peor, las mujeres
cobran menos pensión: 757,67 euros de media frente a 1.178,11
euros los hombres, una “brecha de
pensión” del -35,69%, mucho mayor que la salarial (-22,35%). Esa brecha global se asemeja a la
brecha en la pensión de jubilación, del -35,16%
(829,62 euros la jubilación media de las mujeres frente a 1.279,33 euros los
hombres). Y por si fuera poco, la mitad
de las pensionistas mujeres (2,10 millones) reciben menos de 700 euros al mes, algo
que sólo cobran la cuarta parte de los
pensionistas hombres (1,11 millones).
Pero no he acabado. Las mujeres
viven 5 años más que los hombres (85,73 años frente a 80,37, según el INE), con lo que
sufren más la posible pérdida de poder adquisitivo de las pensiones y los
recortes aprobados para las futuras pensiones en función de la esperanza de
vida (factor de sostenibilidad). Y además, las mujeres
sufren más los problemas de la Dependencia, la octava gran
discriminación por género, porque
dos tercios de los beneficiarios son mujeres (el 65% de los 1.057.190
dependientes con ayudas en enero). Y eso supone que hay 162.500 mujeres dependientes con ayuda reconocida pero que no la reciben, por falta de
recursos de las autonomías, que las tienen “en el limbo” de la Dependencia. Y
como dos tercios tienen más de 80 años, unas
20.000 mujeres dependientes se morirán este año sin recibir las ayudas,
según estimación de los expertos.
Si ha llegado hasta aquí, habrá comprobado que la “brecha” entre hombres y mujeres en
España es mucho más profunda que la salarial, que hay discriminaciones tanto o más
graves que las mujeres ganen 482 euros
menos de media al mes. Por eso, centrarse
sólo en la “brecha salarial” puede ser una trampa, un “globo sonda” para
que nos olvidemos del resto de la discriminación, mucho más grave y
estructural, sobre todo el hecho de que las mujeres trabajen menos que los
hombres. Porque ahí está la base de casi todo, desde los salarios al
desempleo o las pensiones futuras.
Y ligado a este menor
trabajo de la mujer, queda hablar de otra discriminación, la
novena gran discriminación de género, quizás la más sangrante: la que
sufre la mujer en su propia casa. Los datos son apabullantes, según Eurostat.
Primero, el 95% de las mujeres
españolas de 25 a 49 años cuida a sus hijos diariamente (el 92% en la UE-28)
frente al 68% de los hombres (igual
que en Europa), con lo que somos el 7º país donde el hombre menos ayuda.
Segundo, el 84% de las mujeres adultas españolas cocinan y hacen las tareas
domésticas (79% en Europa) pero sólo el 42% de los hombres (34% en la UE, 16%
en Grecia, 20% en Italia, 29% en Alemania, 36% en Francia y 56% en Suecia). Y
tercero y definitivo: las mujeres dedican 38 horas semanales a los hijos y 20 a
la casa (58) y los hombres 23 a los
hijos y 11 a la casa (34 horas
semanales), según el INE. Y dos apuntes más, muy clarificadores: el 92% de las excedencias laborales para cuidado de
los hijos las piden las mujeres y tres de cada cuatro personas que dejan su trabajo para cuidar a los
hijos son mujeres.
Ahí están los datos, múltiples, recurrentes y muy explícitos: tenemos un grave problema de discriminación de las mujeres. Y a
pesar de apoyos, protestas y huelgas, la
realidad no mejora apenas. Incluso, empeora: hemos bajado 5 puestos, del 25 al 29 en el ranking mundial de igualdad de género, donde estábamos en el puesto 10º antes de la crisis, en 2007. Sobran las palabras y hacen falta hechos, medidas
para forzar la igualdad. Por un
lado, el Gobierno Sánchez se despide
con un decreto-ley
que amplía los permisos de paternidad
(de 5 a 8 semanas en 2019 y a 16 para 2021, las mismas 16 semanas que tienen las mujeres desde 1988: 3 semanas menos que la media de los 36 paises OCDE). Y además, establece la obligación de que
las empresas lleven registros de sueldos
por sexo, tomen medidas cuando la
discriminación supere el 25% y obliga a aprobar Planes de igualdad a las
empresas de 50 a 250 trabajadores (las grandes ya están obligadas). Es un importante avance, a falta que lo convalide la Diputación Permanente del Congreso. Pero habría
que hacer mucho más.
En la próxima Legislatura, urge promover una Ley de Igualdad de género, porque
las Leyes vigentes son insuficientes. Y luego, hay que dotar de medios a la inspección de Trabajo, para que obligue al cumpliendo de la legislación
laboral y reduzca la precariedad y los abusos en la contratación de las
mujeres. Sindicatos y patronal deben pactar planes de igualdad en los convenios, que
vayan desde los procesos de selección a la clasificación profesional, la
organización del trabajo y el sistema retributivo, favoreciendo la conciliación
familiar. Y sobre todo, urge aprobar un Plan
de choque para aumentar y mejorar el empleo
femenino, desde programas de “empleabilidad” en el SEPE a
incentivos en la contratación y las cotizaciones, sin olvidar programas de
formación específica y ayudas fiscales a las empresas. Y contemplar las
peculiaridades del trabajo femenino cara a la reforma de las pensiones. Todo ello, junto a campañas públicas para aumentar
el trabajo masculino en casa, sin olvidar
educar en los colegios a
niños y adolescentes en una mayor igualdad. Hacen falta medios, normas y Leyes y una hoja de ruta, con objetivos concretos y un seguimiento anual.
Medio mundo, medio
país está discriminado, de la cuna
a la tumba. Y un problema tan serio y profundo, con siglos detrás, no se
resuelve de un día para otro, por mucho que lo diga una Ley. Es un proceso
lento y largo, complejo, que exige
múltiples medidas y la colaboración de todos. No hay “soluciones milagro”.
Urge empezar ya, con un Plan global, al que se sume todo el país, al margen de las ideologías,
en las empresas, en las instituciones, en la educación y en las casas. Sólo así
reduciremos la discriminación en unas
décadas. Empecemos.
8M 2019 en Segovia
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