Conciliación polémica y nueva Ley de Familia
Muchas empresas llevan meses agobiadas para atender
las solicitudes de permisos y cambios de jornada, numerosas tras las nuevas
medidas de conciliación implantadas el 30 de junio de 2023. Y en muchos
casos, los desacuerdos han llegado a los Juzgados de lo Social, ahora más
saturados (426.075 expedientes en trámite). Al final, conciliar
trabajo y cuidados no es fácil y la situación se complicará en los
próximos meses, cuando se apruebe en el Congreso la nueva Ley de Familia,
que quiere ampliar el permiso por nacimiento de 16 a 20 semanas y extender las
ayudas por hijo. Pero no hay otro camino para frenar la caída de nacimientos: 322.075 en 2023, la mitad que a la
muerte de Franco. Además, la Ley contempla ayudas para más familias, para
luchar contra la pobreza infantil (28,9% de los menores), la 2ª mayor de
Europa. Y el Gobierno estudia una ayuda universal por hijo, como existe
en la mayoría de Europa. Urge apoyar la natalidad y la familia. Enrique Ortega
Visto con perspectiva, se
ha avanzado mucho para promover la maternidad de las mujeres trabajadoras
en España. En 1900, sólo tenían derecho a un descanso laboral de 3
semanas. En 1929, la dictadura de Primo de Rivera estableció el seguro
obligatorio de maternidad, con asistencia médica e indemnización obligatoria
durante las 6 semanas posteriores al paro. En 1931, la República amplió
la ayuda tras el nacimiento a 12 semanas. Durante la dictadura franquista, desde
1942, el seguro obligatorio de enfermedad establecía un subsidio de
lactancia de 10 semanas. Y en 1965, se amplió la baja por maternidad. Con
la democracia, en 1980, tener un hijo suponía 14 días de baja para la madre y 2
días para el padre. Hasta que en marzo de 1989, el gobierno de Felipe
González estableció 16 semanas de baja remunerada para las madres (las
10 primeras obligatorias) y 4 días para los padres, que han
tardado años en ampliarlas: en 2007 subieron a 2 semanas las bajas
remuneradas por paternidad, a 4 semanas en 2017, a 5 en 2018 (permitiendo fraccionar el permiso), a 8 en abril de 2019, a 12 semanas en
2020 y a las actuales 16 semanas de baja remunerada por paternidad desde
enero de 2021.
En todos estos años, el temor de los
distintos Gobiernos era que los padres no se cogieran estas bajas por
paternidad, con lo que no ayudarían a las mujeres a conciliar y a
repartirse el cuidado de los hijos. Pero los datos indican que el permiso de
paternidad remunerado “ha sido un éxito”, porque lo han cogido
casi todos los padres, por un tiempo medio de 15,5 meses, según
un reciente estudio de EsadeEcPool. Y además, el 75% de los hombres
disfrutan de 12 de las 16 semanas a la vez que la madre y fraccionan el resto
(como las mujeres, a partir de las primeras 10 semanas obligatorias), para
alargar el tiempo de cuidado de los niños. El estudio explica que el
éxito de este permiso parental se debe a 3 razones: es intransferible
(antes de 2021, se podían transferir entre 2 y 4 semanas a la madre), las 6
primeras semanas tras el parto son obligatorias para el padre y, sobre todo, el
padre cobra durante ese tiempo de baja paternal el 100% del salario y esos ingresos
están exentos de IRPF.
Conseguido que los padres cojan mayoritariamente ese permiso
de paternidad de 16 semanas, el Gobierno aprobó el 28 de marzo de
2023 una Ley
de Familia, para mejorar las ayudas a nuevas familias y avanzar en la
conciliación. Era una
Ley exigida por la Comisión Europea, para trasponer (con mucho
retraso) la Directiva
Europea 2019/1158 sobre conciliación de la vida familiar y
profesional de los progenitores y cuidadores, dentro de las reformas comprometidas para
recibir los Fondos europeos. Pero se adelantaron las elecciones en España y
decayó la Legislatura. Para aprobar los compromisos más urgentes con Bruselas,
el Gobierno utilizó uno de sus últimos Consejos de la anterior Legislatura para
aprobar, el 27 de junio de 2023, un Decreto
Ley que incluía nuevos permisos para facilitar la conciliación
laboral y medidas para facilitar la reducción de jornada, medidas que pasaron
bastante desapercibidas y que entraron en vigor el 30 de junio de 2023.
Las nuevas medidas en vigor son
de 3 tipos. Por un lado, se han aprobado 3 nuevos permisos: un permiso
retribuido de hasta 5 días (antes era de 2 días) para cuidar a un familiar por accidente o
enfermedad grave , hospitalización o intervención quirúrgica que precise reposo
domiciliario), otro permiso retribuido (nuevo) por horas, de hasta de 4 días
al año, para ausentarse del trabajo “por causas de fuerza mayor”,
por motivos familiares “urgentes e imprevisibles”, y un tercer permiso no remunerado
de hasta 8 semanas para cuidar a los hijos que podrá
disfrutarse (de forma continua o discontinua) hasta que el hijo o acogido cumpla
8 años. La Directiva Europea establece que este tercer permiso (nuevo) debería
estar remunerado, como los otros dos, pero el Decreto del Gobierno no lo
contempló, aunque prometió a Bruselas que remuneraría la mitad del permiso en
la siguiente Legislatura.
Junto a estos 3 nuevos permisos, para facilitar la
conciliación laboral y familiar, el decreto de 2023 amplió
el derecho a la reducción de jornada para el cuidado de hijos o
personas a cargo con discapacidad que sean menores de 26 años y tengan cáncer u
otra enfermedad grave y facilitaba la
reducción de jornada también a los trabajadores que se encargan del
cuidado directo de un familiar hasta el 2º grado de consanguinidad del cónyuge o
pareja de hecho (incluido un familiar consanguíneo de la pareja de hecho).
El tercer cambio del decreto de 2023, y el más importante,
es que se amplía el derecho a la adaptación de jornada de las
personas que acrediten el cuidado de hijos, cónyuge o pareja de hecho,
familiares con consanguinidad hasta el 2º grado del trabajador y otras personas
dependientes. Y en estos casos, hay
un cambio importante: ahora es la empresa la que tiene que
justificar los motivos por los que no concede la adaptación de jornada
(cambio de turno o de horario), cuando hasta ahora era el trabajador el que
tenía que acreditar por qué solicitaba la adaptación de jornada, que podría ser
rechazada sin más.
Estos cambios, en vigor desde el 30 de junio de 2023,
tardaron meses en ser conocidos y solicitados por muchos trabajadores,
pero a la vuelta del verano, muchos Departamentos de Recursos Humanos de
las empresas se vieron inundados de solicitudes, desde nuevos permisos
a reducciones y adaptaciones de jornada. Esto ha
colapsado a los responsables de personal en los últimos 6 meses, que han
tenido que ver cómo encajar el decreto con su organización del trabajo.
Y en muchos casos, ante la falta de acuerdo, han aumentado los litigios de
los trabajadores afectados ante los Juzgados. De hecho, los Juzgados de lo
Social, que llevan años atascados, han visto aumentar los litigios y a finales
de 2023 había 426.075 expedientes laborales en trámite, +16% que un año antes.
Los
mayores conflictos se están dado por las peticiones de adecuación
de jornada, aunque también por la reducción de jornada y la concesión
de los nuevos permisos, por cuestiones como los 5 días del nuevo permiso
(la Audiencia Nacional considera que son 5 días hábiles, no 5 días naturales), el
cómo se acreditan “los motivos de fuerza mayor”, cómo “casan” los permisos por
hospitalización y cuidados familiares. Y aún se esperan más problemas
cuando el nuevo permiso de 8 semanas para cuidado de los hijos sea
retribuido: la ministra de Seguridad Social ha prometido que las
primeras 4 semanas serán retribuidas antes de agosto, con lo que España
cumpliría así la Directiva europea de conciliación.
Mientras avanzan estos cambios, conflictivos para las
empresas, el
Gobierno ha vuelto a aprobar la Ley de Familia, que decayó en la anterior
Legislatura, para cumplir con Bruselas. El nuevo texto se aprobó el pasado 27
de febrero y es similar al anterior, para agilizar ahora su aprobación en el
Congreso, por trámite de urgencia. La
Ley de Familia pretende mejorar las ayudas a las familias, sobre
todo a las familias numerosas (hay 800.000) y especialmente a las familias
monoparentales (hay más de 2 millones, el 81% encabezadas por una mujer),
también a las parejas de hecho (hay 1,8 millones), facilitando que estas
familias “diversas” tengan mejor acceso a la educación, a las becas, a la
vivienda y a las ayudas públicas. Y además, la Ley establece que en 1 año, el
Gobierno central y las autonomías coordinen una estrategia de ayuda a
los niños en sus primeros 3 años de vida, aprobando un Catálogo de Servicios
y Prestaciones a las familias similar en toda España (ahora existe mucha
desigualdad entre las ayudas familiares que conceden unas y otras
autonomías).
El Gobierno Sánchez pretende que en el trámite parlamentario
de la Ley de Familia se incluya la
ampliación del permiso remunerado por nacimiento (maternidad y
paternidad) de las actuales 16 semanas a 20 semanas. Además, defienden
a medio plazo una
prestación universal por crianza de los hijos (hasta los 16 o 18 años. Y
apoyan su propuesta en que esa prestación universal por hijo existe
ya en la mayoría de Europa: en Bélgica, Suecia, Polonia, Finlandia, Alemania
y Austria, la ayuda por hijo es para todas las familias, mientras en Francia,
Italia, Portugal, Hungría, Grecia y Reino Unido, esta ayuda universal varía
según los ingresos y el número de hijos. Y la defienden muchos expertos, incluida
la OCDE. De momento, el Gobierno pretende dar un paso previo y aprobar
una enmienda a la Ley de Familia para ampliar
hasta los 6 años la ayuda de 100 euros al mes que tienen ahora las madres
trabajadoras con hijos menores de 3 años.
Así que en los próximos meses, entre elecciones y polémicas
por la amnistía, nuestros políticos van a tener que debatir qué ayudas
familiares se aprueban y cómo ayudamos a la natalidad. Y en este debate,
convendría no olvidar que España
gasta la mitad que Europa en la protección a la familia y a la infancia:
un 1,5% del PIB (2021), frente al 2,4% de media en la UE-27. Así que deberíamos
gastar 13.000 millones más cada año para equipararnos a Europa. De momento,
las medidas contenidas en la Ley de Familia suponen
1.200 millones más de gasto, aunque si se amplían los premisos de 16
a 20 semanas, el coste sería mayor.
España debe ayudar más a las familias y a la natalidad
por 2 motivos muy evidentes. El primero, porque aunque somos la 4ª mayor
economía de Europa, somos el 2º país europeo con más pobreza infantil :
2.329.975 menores de 18 años, el 28,9% del total, viven en familias que se consideran “pobres”
(ingresan menos del 60% de la renta media, menos de 21.185 euros para una familia con
dos hijos), según
Save the Children, el
2º mayor porcentaje de pobreza infantil de Europa, tras Rumanía (29% de
niños y adolescentes son pobres). Pobreza infantil que se concentra en las
familias monoparentales (con madres solas), inmigrantes, parejas jóvenes y
zonas y empleos más vulnerables, sobre todo familias en alquiler.
El otro grave problema de España, que debería forzarnos a
apoyar a las familias, es la bajísima natalidad: en 2023 han nacido 322.075
niños (muchos, de madres extranjeras), la menor cifra de nacimientos
de nuestra historia reciente, muy lejos del máximo de 2008 (519.779) y la
mitad de nacimientos que el año de la muerte de Franco (669.378
en 1975). Este desplome de los nacimientos se debe a que las
mujeres españolas tienen menos hijos (1,16 hijos por mujer en 2022 frente a 2,77 en 1975), muchos
menos que en Europa (1,5 de media y 1,8 en Francia) y otros paises. Y este desplome
de la natalidad nos va a causar problemas de falta de mano de obra y
menores ingresos para pagar servicios públicos y pensiones, siendo uno de nuestros
mayores retos de este siglo XXI.
Por todo ello, urge volcarse en la familia y en la
natalidad, apoyar por todos los medios que las mujeres tengan más
hijos, con ayuda de sus maridos, familias, el Estado y las empresas,
que tienen que reconvertir a fondo su organización del trabajo para
hacer compatible la vida profesional y familiar, para no
perder a las mujeres que quieran ser madres. El camino no es fácil, supondrá
problemas en las empresas y litigios en los Juzgados, pero hay que avanzar
y no retroceder: sin más niños no hay futuro. Y el aumento de la
natalidad se consigue facilitando el trabajo, la conciliación y la
educación a las familias. Cueste lo que cueste.
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