El Gobierno Rajoy
hace propaganda de que baja los
impuestos. Pero poco: baja el IRPF
en dos plazos, aunque a cambio dejará a las autonomías que nos suban "los impuestos verdes". Y a las empresas, les baja el tipo escaparate en dos años, pero la mayoría ya pagan menos. Y
no toca (de momento) los demás impuestos.Han aprobado unos retoques fiscales plagados de trampas.
Al final, frente a los 30.000 millones
que nos han subido los impuestos estos tres
años, Rajoy los baja ahora 9.000.
Seguimos pagando más. Y no toca los impuestos de los ricos (las SICAV pagan
un 1%) ni de las grandes
empresas (pagan el 4%), culpables
ambos del 70% del fraude fiscal. Mientras, las familias pagan el 90% de los impuestos. Esa es la reforma que habría que hacer y no hacen. Además, como
España recauda poco y tiene mucho déficit, el Gobierno tendrá que hacer más ajustes en 2015, recortando gastos
y subiendo impuestos (IVA), como
exige Bruselas. Aunque ahora digan que no,
como en 2011.
enrique ortega |
Rajoy ganó las elecciones de 2011 prometiendo
que no iba a subir los impuestos.
Y a la semana, empezó a subirlos,
aumentando la recaudación de más
de 30 impuestos, con una subida
total de 30.851 millones entre 2012 y 2014, según Hacienda (a
sumar a los 20.097 millones que nos subió Zapatero entre 2010 y 2011). Ahora, a 17 meses de las próximas elecciones, ofrece bajar
impuestos, pero sólo algunos y poco.
Y aunque lo vende como una “reforma
fiscal”, se trata de meros retoques,
plagados de “trampas”, para intentar cuadrar
el círculo: bajar impuestos a
la vez que promete bajar el déficit. Algo
imposible sin subir otros impuestos y recortar más el gasto. Es justo lo que hará en 2015, sin que se note.
Esta “reforma fiscal”
del Gobierno Rajoy se centra en el
impuesto que más se nota, el
IRPF, que supone el 40% de la recaudación total. Y hace la rebaja en dos años: 3.000 millones en 2015 y otro tanto en 2016, para venderlo antes de las elecciones aunque la
mitad de la rebaja la notemos después. Primera trampa. Aprueba dos cambios importantes. Uno, reducir de
7 a 5 los tramos en que uno está
según los ingresos. El otro, rebajar
los tipos a pagar: menos para
las rentas bajas (del 24,75% al 19) y más a las altas (del 52% al 45). Ambas
medidas favorecen
más a los que más ganan, a
los que declaran más de 60.000 euros (3,8% contribuyentes). Segunda
trampa. Y rebajan también los tipos (del 21/27 al 19/23%) a las rentas del capital (intereses
bancarios, dividendos y plusvalías Bolsa), que suelen cobrar los más ricos. De paso, crean una nueva ayuda (100 euros al mes) para familias
numerosas y con discapacitados, pero siguen
sin descontar el efecto
de la inflación (no deflactan tramos, mínimos y deducciones), penalizando
a todos.
En Sociedades, el
impuesto que pagan las empresas, bajan
los ingresos en 3.000 millones en dos años, al rebajar
el tipo (del 30 al 28% en
2015 y al 25% en 2016): Pero este es el “tipo
escaparate”, que no pagan la mayoría de empresas por las jugosas
deducciones: el tipo real ronda el 10%.
Tercera
trampa. En principio, la rebaja no beneficia a las pymes y habrá que ver cómo afecta a las grandes
empresas, que sólo pagan un tipo efectivo del 4%. Y la
banca sana paga el 5% (2013), por los jugosos “créditos fiscales” (deducciones por
pérdidas y saneamientos). Y las multinacionales,
ni eso.
En el resto de
impuestos, la mitad de lo que pagamos,
apenas hay cambios. De momento, no sube
el IVA (como piden la Comisión
Europea, FMI,
Banco
de España y la Comisión
de expertos fiscales), salvo para algunos
productos
sanitarios (por sentencia del Tribunal europeo), lo que encarecerá la sanidad pública y las cuotas
de los seguros médicos privados. Y no se suben ahora los impuestos a los carburantes
(Bruselas lleva años pidiéndolo, porque son de
los más bajos de Europa), al alcohol
y tabaco, que pueden
subir con los Presupuestos 2015. Cuarta trampa. Además, para compensar a las autonomías de la rebaja del IRPF, les dejarán que nos saquen 2.000 millones nuevos en "impuestos verdes" los dos próximos años, según el Plan de Estabilidad enviado a Bruselas. Rebajan unos y nos cobran más otros. Quinta trampa.
En definitiva, sólo algunos retoques de cara a las
elecciones (rebaja
media del 12,5% en dos años en el IRPF) y no una reforma fiscal
en profundidad, como reclamaba
Bruselas y planteó la Comisión
de expertos fiscales. Unos retoques
centrados en el IRPF y en las familias que viven de un sueldo, las que pagan
el 90%
de todos los impuestos,
frente al 10% que pagan empresas, bancos y grandes fortunas, según
Intermón Oxfam. Y que no resuelve el problema fiscal de fondo
que tiene España: somos el segundo país de la zona euro que menos recauda, tras
Irlanda (un paraíso fiscal): un 37,8% del PIB (2013), frente al 46,8% de la UE-18, según
Eurostat. O sea, que recaudamos 90.000
millones menos de lo que nos toca. Y eso, porque hay mucho fraude y
muchos pagan bastante menos de lo que deben.
España es el
décimo país del mundo con más fraude
fiscal, estimado en 72.700
millones por Tax
Research (para 2012). Y un 70% de
este fraude procede de las grandes
empresas y de las grandes fortunas, según los técnicos de Hacienda
(GESTHA). Los más ricos tributan
como empresas (con jugosas deducciones y vías “legales” de fraude) o a través de SICAV:
hay 413.264 grandes patrimonios en 3.051 SICAV, con 9,10 millones de euros por persona. De hecho, hay ya 116.400 españoles millonarios (más de 1
millón de dólares), un 27% más que antes
de la crisis, según la consultora
Cap Gemini. En cuanto a las grandes
empresas, sólo pagan de media un 4% de
sus beneficios, según Hacienda. Y los bancos, un
5% en 2013. Y las multinacionales, aún
menos: las sucursales de Google,
Apple, Microsoft, Amazon, eBay, Facebook y Yahoo pagaron sólo 25 millones
de impuestos en los últimos tres años.
Esta “mini-reforma”
fiscal de Rajoy no
afronta el problema del fraude ni
pone los medios para reducirlo (publicarán las listas
de morosos, pero no de
defraudadores). De hecho, los recortes
han desarmado más la inspección tributaria, que dedica sólo un 20% de sus recursos a vigilar a grandes empresas y a los más
ricos (el 80%
de los inspectores se dedican a particulares, autónomos y pymes). Unos recursos de inspección que son la
mitad que en otros países, tanto en dinero (0,13% PIB frente al 0,22% de Francia, 0,23% de Reino
Unido, 0,24% de Italia o 0,28% de Alemania) como en personal (tenemos 510 inspectores por millón de habitantes
frente a 1.200 en Francia o Alemania).
Al final, el hecho de que los más ricos, empresas, bancos y multinacionales paguen menos obliga a
que los demás, la
mayoría, paguemos más. Por eso, mientras
no se acometa la lucha contra el fraude (“legal” e ilegal), no se podrán bajar
los impuestos a los que más pagamos. Y el Gobierno Rajoy, como no quiere enfrentarse a esa minoría de
poderosos contribuyentes, trata de salir
del paso y afrontar las elecciones con “el cuento de la lechera”: vamos a crecer más y eso aumentará
la recaudación, incluso bajando el IRPF. Y no quiere subir el IVA y
otros impuestos, porque confían en tres
vías para reducir el déficit público: el ahorro por la rebaja
de la prima de riesgo (hasta 5.000 millones), el aumento del PIB al incluir
la economía ilegal (prostitución y drogas) y la venta del 49% de AENA
(2.500 millones extras).
Pero las
cuentas no salen y son muchos (Comisión
Europea, FMI, OCDE, Fitch,
Banco
de España, Comité de sabios) los que le han reiterado al Gobierno Rajoy que
no puede cumplir con la rebaja del
déficit prometida a Bruselas sin
subir impuestos, no bajarlos. Y
por eso insisten
en que suba el IVA o los impuestos a los carburantes. De
hecho, como ha
recordado el gobernador del Banco de España, España tiene que reducir su
déficit público en 55.000 millones entre 2014 y 2017. Y sólo en 2015, lo tiene que recortar
en 20.000 millones según la Comisión Europea. Así que es imposible bajar impuestos. Salvo que,
en paralelo, se suban otros y se recorten más los gastos. Que es lo que acabará haciendo Rajoy. Sexta
trampa, la peor.
Todo apunta a que ahora
bajan el IRPF y sociedades (cara a las familias y empresas), pero que en
septiembre, con el Presupuesto 2015, el
Gobierno tendrá que hacer
un doble ajuste. Por un lado,
seguir haciendo recortes, forzando a otros en las autonomías
(sanidad, educación y dependencia). Y por otro, subir algunos impuestos indirectos, los que menos se notan, desde los
carburantes o el alcohol a los impuestos verdes y algunos retoques en IVA.
Y forzarán a autonomías y Ayuntamientos a que suban sus impuestos, sobre todo el
IBI, sucesiones, "impuestos verdes" y tasas. Si no, no les saldrán las
cuentas, aunque la economía crezca más. Y Bruselas
se lo exigirá.
Sólo queda otro camino: recaudar
más, luchando eficazmente contra el fraude, sobre todo en IVA (somos el
país europeo que menos recauda) y sociedades, y haciendo que
paguen más los que menos pagan : ricos,
grandes empresas, bancos y multinacionales. Si recaudáramos como
el resto de Europa, ingresaríamos 90.000
millones más, no habría déficit y
podrían bajarse los impuestos a la mayoría, a la vez que dedicar recursos a reanimar
la economía, crecer más y crear más empleo. No luchando contra el
fraude, al final tendremos que pagar más impuestos, aunque nos bajen el IRPF
por las elecciones. Y volverán los recortes, porque no se recauda suficiente.
Es el
círculo vicioso que resulta de sumar
el fraude fiscal y la austeridad. La
trampa de fondo.
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