jueves, 19 de junio de 2014

La crisis nos enferma


Esta crisis va a cumplir 6 años y sus secuelas se notan no sólo en nuestros ingresos, nuestro trabajo (o paro) y nuestra forma de vida sino también en nuestra salud: hay más españoles que van al médico cada día con ansiedad, estrés o depresión. Y aumentan los ancianos, niños y padres de familia con problemas de salud, fruto de problemas económicos o de vivienda, estrés en el trabajo, abandono escolar, paro o dificultades familiares. Al final, como la sanidad pública no está preparada para esta avalancha de enfermedades provocadas por la crisis (tenemos un tercio de psicólogos y psiquiatras que Europa), la gente se busca atajos para evadirse y sobrevivir: pastillas (se ha duplicado el consumo de antidepresivos), alcohol y drogas, donde somos líderes europeos en consumo. Es urgente valorar el problema y poner en marcha un Plan sanitario contra la crisis, para que no salgamos de ella enfermos.
enrique ortega

En Europa, el impacto sanitario de la crisis es evidente, según un estudio publicado en la revista Lancet. Han aumentado los suicidios en la mayoría de países, con repuntes destacables en Grecia, Irlanda y Letonia. Una tendencia que es la punta del iceberg de los trastornos psiquiátricos subyacentes, con una mayor incidencia de la depresión, estrés y ansiedad en Inglaterra, Eslovenia, Grecia y España. Otros estudios alertan sobre una mayor incidencia de enfermedades transmisibles, desde nuevos brotes de malaria en Grecia a mayores infecciones de VIH (entre usuarios de droga) en Lituania y Rumanía. Y se detecta un mayor consumo de alcohol y drogas, junto a una peor alimentación, según el informe SEPAS 2014.

En España, la crisis ha aumentado casi un 20% los problemas de depresión, presentes en casi la mitad (47,5%) de los pacientes que acuden a los centros de salud, según el Consejo de Psicólogos. En Andalucía, la región con más paro (36%) y más pobreza (4 de cada 10 andaluces), la depresión es la tercera causa de consulta en atención primaria, según un informe de la Junta de Andalucía. En toda España, los médicos de familia están desbordados y un 20% de todo lo que recetan son ansiolíticos, los segundos medicamentos más vendidos.

Los síntomas de la depresión de  muchos españoles son cansancio, ansiedad, estrés y apatía. Muchos son parados y padres de familia con problemas y mujeres agobiadas por sacar adelante su casa. No siempre presentan un cuadro de depresión: muchas veces han somatizado sus problemas y acuden al médico con hipertensión, desnutrición y obesidad, diarreas, dolores de estómago, mareos, palpitaciones o anemias. Pero el origen está en la ansiedad, el estrés o la depresión que tienen detrás. Y que es difícil de curar.

El colectivo más vulnerable son los casi 6 millones de parados, sobre todo la mitad larga que ya no cobra ningún subsidio (3.262.215 desempleados, la mayoría llevan más de 2 años sin trabajo). El 40% tiene dificultad para dormir, muchos tienen relaciones tensas con la familia y problemas sexuales. Y un riesgo de padecer una enfermedad mental cinco veces mayor que un ocupado, según el Congreso de Psiquiatría. Otro factor de riesgo es tener un familiar en paro (mujer o hijo) y el tercero, no poder pagar la hipoteca. Así, los padres de familia en paro, con hijos o mujer sin trabajo y con riesgo de desahucio son los más proclives a enfermar.

Y al suicidio. En España hay 10 suicidios al día, 3.539 casos en 2012 (último dato), habiendo crecido desde 2010, probablemente por la crisis. El 90% de los suicidas tienen trastornos mentales y el problema es especialmente grave entre los hombres de 25 a 34 años, donde el suicidio es la primera causa de muerte en España, por delante de los tumores. En algunos países europeos tienen planes de prevención, pero en España sólo lo tiene Cataluña.

Los que tienen un trabajo tampoco se libran de los problemas de salud (casi uno de cada cinco trabajadores enfermó en 2013, según el INE), por el temor a perder su empleo, el endurecimiento de las condiciones laborales o la precariedad en el empleo. El estrés laboral afecta al 40% de los asalariados, según el INE. Y aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular, según la Fundación Española del Corazón. Además, el estrés aumenta las bajas laborales (un tercio son por depresiones), deteriora la productividad (se pierden unos 5.000 millones al año) y aumenta los accidentes laborales.

Los problemas de la vivienda son otro factor de riesgo para la salud (depresión, insalubridad, enfermedades contagiosas), sobre todo el pago de la hipoteca (el 77% de familias en riesgo de desahucio sufren ansiedad, según la PAH), o el alquiler, el hacinamiento (hijos que vuelven a la casa de sus padres) y la pobreza energética (dificultad para pagar luz, agua y calefacción), que afecta ya 7 millones de españoles, provocando 7.000 muertes al año (sobre todo entre ancianos), según el estudio ACA. Un 70% de las personas atendidas por problemas de infravivienda o alquiler presentan problemas de salud mental, según un informe de Cáritas.

Otros problemas sanitarios derivan de la mala alimentación, agravada con la crisis: más comida basura y grasas o bollería industrial, menos consumo de frutas, verduras, pescados y carnes y un mayor riesgo de obesidad ligada a la pobreza, según el informe SEPAS 2014. Sin olvidar que 2 millones de españoles comen cada día gracias a los Bancos de Alimentos y ONGs. Y que muchos niños escolarizados están malnutridos. La crisis también afecta a la sexualidad de las personas y a su descendencia: en 2013 hubo 80.000 nacimientos menos que en 2008 y las mujeres tienen menos hijos (1,38) y más tarde (32 años).

Al final, los colectivos más vulnerables en su salud, tras los padres de familia, son los ancianos, jóvenes y niños. La mortalidad aumentó en España en 2012 (último dato INE), por segundo año consecutivo (402.950 muertes, frente a 371.478 en 2006), básicamente porque el país ha envejecido, aunque la crisis aumenta la mortalidad de los ancianos por varias vías: recorte ayudas a la dependencia, congelación de pensiones, copago de medicamentos (menos medicación enfermos crónicos), pobreza energética y angustia por ayudar a los hijos. En niños y adolescentes, la crisis familiar, el abandono escolar y la alta tasa de paro juvenil (56%) son el caldo de cultivo de problemas: 1 de cada 8 niños y adolescentes, más de un millón de jóvenes, presentan trastornos mentales, según el Libro Blanco de la Psiquiatría infantil.

Este cúmulo de problemas superan a una sanidad pública ahogada por los recortes (-9.148 millones entre 2010 y 2014, un 14,3% menos de recursos) y donde la salud mental ya era el pariente pobre antes de la crisis: se la dedica 5 de cada 100 euros de gasto sanitario, frente al 10% en Europa. Y sólo tenemos 6 profesionales especializados (psicólogos o psiquiatras) por cada 100.000 habitantes, frente a 18 en Europa (53 en Alemania). Con ello, el problema les cae encima a los médicos de familia (sin una formación específica), que echan mano de lo más sencillo: recetar pastillas.

El consumo de antidepresivos se ha duplicado en España con la crisis, pasando de 30 dosis por 1.000 habitantes (2000) a 64 (2012), frente a 50 en Francia o Alemania y 56 en la OCDE. En 2013 ya se vendieron 39,2 millones de envases, a los que hay que sumar otros 55 millones de envases de tranquilizantes, 14 millones de antipsicóticos y 22 millones de sedantes. Un consumo que crea dependencia, ya desde la juventud (11,6% entre menores 18 años).

Otros atajos contra los problemas, además de las pastillas, son el alcohol y las drogas, donde España lidera las estadísticas europeas. El alcohol  crece incluso entre los más jóvenes: más de la mitad de los menores (14-18 años) han hecho botellón en el último mes y se han emborrachado en el último año, según el último estudio de Sanidad. Y somos el segundo consumidor europeo de cocaína y el tercero de cannabis, que ha consumido 1 de cada 4 menores el último año. El abuso del alcohol y las drogas se revela en este dato estremecedor: la mitad de los muertos en accidentes de tráfico (2012) habían consumido alcohol o drogas.

Son datos suficientes como para urgir a tomar medidas. Primero, hay que evaluar el alcance del problema, como han hecho Andalucía y Cataluña, creando un Observatorio en la sanidad pública. Y luego, poniendo en marcha un Plan especial de salud contra la crisis, con múltiples medidas: unidades de detección en los centros de salud (con atención prioritaria a parados padres de familia, ancianos, niños y adolescentes), formación específica a los médicos de familia, creación de más unidades especializadas (psicólogos y psiquiatras) en la sanidad pública, formación en empresas y colegios y refuerzo de la medicina de empresa. Y una campaña decidida contra el consumo de pastillas, drogas y alcohol, con medidas eficaces para reducir su consumo entre los jóvenes.

La crisis y la errónea política de austeridad han atacado nuestro bienestar y nuestra forma de vida, en un proceso del que tardaremos años en salir. Pero hay que procurar salir sanos, sin secuelas y sin caer en los atajos de pastillas, drogas o alcohol, que nos hunden como personas y como país. Hay que salir de la crisis, pero lo más sanos posible. Es lo mínimo.

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