La sequía ha
vuelto a asolar media España, en
abril y mayo, dañando los cereales y
otros cultivos. Y el cambio
climático ha provocado subidas de alimentos
en medio mundo. Aquí, subirán los
alimentos en junio y más en julio y agosto, cuando haya 16 millones de bocas más que alimentar (turistas). Las subidas se notarán sobre
todo en el pan, las pastas, carnes,
legumbres, frutas y, en la próxima campaña, en el vino, el aceite y los turrones. Mientras, los españoles empezamos a
consumir más alimentos, gracias a la
guerra de precios entre supermercados,
que se está agotando, porque las marcas blancas se han hecho con el
mercado e imponen sus condiciones. Eso sí, pagamos
por los alimentos cuatro veces lo que cobran agricultores y ganaderos: la
mayoría del precio se queda por el camino.
Sigue sin ponerse orden en la alimentación, a costa del consumidor y del
campo. Y si sube el IVA reducido,
como proponen Bruselas y el FMI, será la puntilla para nuestros bolsillos.
enrique ortega |
Tras un invierno lluvioso, hemos tenido una de las primaveras más secas de los últimos años, con una fuerte
sequía en abril y mitad de mayo,
que se remonta a septiembre en el sureste.
La sequía ha sido “dramática” en Murcia, Comunidad Valenciana, Aragón y zona
centro, según los datos
de las organizaciones agrarias, que también hablan de problemas en las dos Castillas y
parte de Cataluña, con hasta 500 millones de euros en pérdidas. Los cultivos más afectados son los cereales (trigo, cebada, centeno), las legumbres, la almendra, el olivar y el
viñedo y los pastos, que afectarán sobre todo a la ganadería. Agricultura dará ayudas fiscales y avales para créditos.
Esta sequía en España,
como la de 2012, se suma a la fuerte
sequía y los problemas
climáticos en EEUU, Brasil, Australia y Sudeste asiático, que ha
afectado a los cereales (más, con la crisis de Ucrania), la carne, el café y los aceites vegetales,
cuyos precios llevan meses subiendo
y batiendo récords desde mayo de
2013, según datos
de la FAO, también por un aumento en
la demanda mundial de alimentos.
Si añadimos a la sequía
y a la subida internacional de los
alimentos el fuerte aumento de la demanda
en verano, por la llegada
de turistas a España (16 millones de bocas más que alimentar sólo entre
julio y agosto), todo apunta a una nueva
subida de los alimentos, a partir de junio, tras un primer cuatrimestre con
subidas moderadas,
salvo las frutas
(+6,3% de subida en el último año), carnes (+2,3% el cordero y 1% el pollo) y leche
(+4,2%). Ahora, las mayores subidas
se esperan en los derivados de los
cereales (pan, pastas y cereales),
las legumbres, algunas carnes, por la falta de pastos que obliga a utilizar
piensos (cordero, cabrito, vacuno), algunas
frutas y, para la próxima campaña, en el
vino, el aceite y los turrones (la sequía ha diezmado la cosecha de almendra mediterránea). Y seguirá subiendo la
leche, afectada por la falta de pastos y la escasez de la producción en
España.
Estas próximas subidas podrían frenar la incipiente recuperación del consumo de
alimentos este año, tras estabilizarse
en 2013: el gasto medio en la cesta
de la compra fue de 4.553 euros por
hogar, un 0,4% más que en 2012, según Kantar, siendo
dos tercios del gasto en alimentos
envasados, cuyo consumo crece más que el de alimentos frescos. Pero 7 de cada 10 consumidores sigue restringiendo
su consumo y sólo compra productos básicos. Está bajando
el consumo de frutas (-2,2%) y carnes (-0,4%) y sube el consumo de
leche (+1,1%) y lácteos (+1,9%), azúcar, legumbres, pan, huevos y aceites, según
Agricultura.
La tendencia de compra apunta cada vez
más hacia los supermercados
baratos, que ya lideran las
ventas (con un 34% del mercado), encabezados por Mercadona (22,3% ventas totales), Día (7,8%), Carrefour (7,7%),
Eroski Súper (3,3%), Lidl (3%) y Alcampo (2,9%), según Worldpanel
Distribución 2014. Les siguen las tiendas
tradicionales (30,7% de las ventas), resto de supermercados (21%) y los híper
(14% ventas), los que más pierden junto a las tiendas de siempre. Ahora la pelea
se ha trasladado de los productos
envasados a los frescos, frutas y verduras y carnes, donde los
supermercados compiten con el mercado tradicional.
Pero la pelea básica sigue centrada en los
alimentos envasados, bebidas, productos de limpieza y perfumería,
donde siguen creciendo las marcas blancas, aunque menos que en
años anteriores: suponen un 38% de las
ventas (37% en 2012), según
Nielsen, por encima de la media europea (35,8%), siendo el 4º país europeo con más penetración.
Y en alimentación, las marcas
blancas llegan ya al 45% de ventas,
mientras hay tres supermercados donde
las marcas blancas suponen más de la mitad de sus ventas:
Mercadona (56,4%), Día (52,5%) y Lidl (78,3%). Sin embargo, en
2013 se han recuperado algo las marcas
de fabricante, con un aumento del
0,5% en las ventas de
los Top 100. Pero todavía, la
mayoría de marcas bajan sus ventas, según la consultora
IRI: Coca- Cola (-4,1%), Nestlé (-0,6%), Panrico (-12,6%), Perfumería Puig
(-10,3%), Danone (-10,1%), Mahou (-2%), Colón /Calgonit (-7,9%), Puleva
(-7,7%), Pascual (-2,4%), Nutrexpa (-1,8%)…
Las marcas
blancas se han consolidado (acaparan el 72% de las ventas
de aceite, por ejemplo), pero su
tremenda fuerza preocupa
por tres razones. Una, porque están
hundiendo a muchas industrias y marcas de fabricante, expulsando
competidores. Y con ello, han podido subir los precios de algunas de sus
marcas, como demostró el estudio
de The Battle Group. Y la tercera, que su
política de compras y “ventas a pérdida” (precios “escaparate”, por debajo
de coste, de aceite, leche o pollo) está hundiendo
el campo, según denuncian
las organizaciones agrarias, mientras la CNMC ha abierto varios expedientes por concertar precios.
A pesar de que continúa
la guerra de precios en la cesta de
la compra, los consumidores seguimos pagando los alimentos hasta
cuatro veces más caros de lo que se les paga a agricultores y ganaderos:
la diferencia media es de 4,72 veces en los productos agrícolas (+ 623% en la lechuga, +535% en la naranja o +783% en
el calabacín)) y 3,06 veces en los ganaderos (+315% en la ternera, +260% en el
cordero, +147% en el pollo, + 110% en la leche o +75% en los huevos). Eso se
debe al extraordinario poder de la
distribución: entre cinco controlan
el 64% de las compras (Mercadona
el 27%, Carrefour el 12,2 y Eroski y Día 9,5% y Alcampo 5,8%). Un oligopolio que impone
su poder frente a 30.000 industrias alimentarias (la mayoría pymes) y 330.000 productores agrarios, que
apenas comercializan directamente sus productos (sólo
0,1% de venta directa frente al 15% en Europa). Y las 4.000
cooperativas agrarias españolas venden lo mismo que las cuatro mayores
cooperativas de Holanda.
Nuestra cesta de la
compra está en manos de unos pocos distribuidores, que marcan
sus reglas y nos imponen sus marcas con
el señuelo de los bajos precios.
Y esto tardará
en cambiar, a pesar de dos
leyes recién aprobadas que pretenden hacer más transparente el
mercado alimentario y fomentar
las cooperativas. Pero al final, con
la crisis, todos acabamos comprando lo más barato y fortaleciendo el
oligopolio.
Ahora, el riesgo es que el Gobierno acepte las presiones de Bruselas,
el
FMI y el dictamen de la Comisión
de expertos, que defienden subir
el IVA de los alimentos, del 10 al 21 % para enero. Eso encarecería dos tercios de la cesta de la compra,
que tiene ahora IVA reducido: carnes,
pescados, aceite y azúcar, café, chocolate, pastas, confitería y bollería, comida preparada de
bebé, helados, yogures, frutas preparadas, zumos, agua y refrescos. Y casi
todo lo demás, al subir también el IVA de
los costes de producción del campo, desde semillas o fertilizantes al agua
de riego, herbicidas o plásticos. En conjunto, la patronal de alimentación
estima una subida
de 600 euros por familia. El Gobierno
dice que no
subirá el IVA de los alimentos, pero la tentación está ahí: recaudaría 14.000 millones más.
Suba o no el IVA, los
alimentos subirán este verano, a pesar de marcas blancas y ofertas. Es una
buena razón para que el Gobierno y
las asociaciones de consumidores refuercen los controles para asegurar
la transparencia y la competencia, para que la distribución no haga su agosto a costa de nuestro carro de la
compra. Con la comida no se juega.
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