lunes, 24 de junio de 2024

Se despide mucho más (la mitad, gratis)

España crea mucho empleo, pero las empresas también despiden más que nunca: casi 2 millones de trabajadores perdieron su empleo en 2023 por despidos disciplinarios, causas económicas o por incumplir el periodo de prueba. Son el doble que antes de la reforma laboral de 2021. Y estos despidos siguen creciendo en 2024 (639.286 hasta abril). Parece que las empresas utilizan estas vías para renovar sus plantillas, para despedir a empleados fijos, ahora que no pueden hacer tantos contratos temporales. Y lo hacen porque les sale barato: el 53% de estos despidos no se indemnizan. Los sindicatos denunciaron este abuso a Europa hace dos años, y el Comité de Derechos Sociales acaba de dictaminar contra España, argumentando que las indemnizaciones por despido no se ajustan a la Carta Social Europea. Ahora, el Gobierno tendrá que cambiarlas, mientras los sindicatos piden una indemnización mínima de 6 meses, para evitar el abuso de despidos en los nuevos contratos. Será la 2ª reforma laboral, más difícil de aprobar con la patronal en contra.

                     Enrique Ortega

Cada día se hacen en España miles de contratos (1.339.653 en todo mayo), varios por cada puesto de trabajo al año, y también miles de despidos, en un mercado laboral muy dinámico, que no para. Y eso se traduce en miles de altas y bajas a la Seguridad Social cada mes. En todo 2023 se registraron 22.549.541 altas laborales y otras 21.692.022 bajas. Y en mayo de 2024, el último mes con datos, se registraron en la Seguridad Social 2.032.520 altas laborales y 1.905.774 bajas, con un récord histórico de 21.219.318 afiliados.

Este enorme dinamismo del mercado laboral español y la fuerte creación de empleo neto (altas menos bajas) oculta un dato llamativo: las bajas a la Seguridad Social se han disparado en los dos últimos años, tras la reforma laboral de 2021 (en vigor desde el 30 de marzo de 2022). Los datos de la Seguridad Social lo evidencian: en 2023, casi 2 millones de trabajadores (1.967.406)  perdieron su empleo, la mitad por despidos (991.265 bajas) y la otra mitad por no superar el periodo de prueba (976.141 bajas). Es una cifra récord en la historia de la SS y supone un aumento del +15,38% sobre las bajas de 2022 (1.705.032) y, sobre todo, duplicar las bajas de 2021, antes de aplicarse la reforma laboral (1.094734 bajas). Y la tendencia sigue en 2024: de enero a abril se han registrado 639.286 bajas, un 9,36% más que en el primer cuatrimestre de 2023, algo más de la mitad por despidos (341.874) y el resto por no superar el periodo de prueba (297.412).

Los  sindicatos y muchos expertos consideran que las empresas utilizan estas vías para realizar “despidos encubiertos”, una “puerta trasera” para cambiar trabajadores y rotar plantillas, ahora que la reforma laboral les dificulta los contratos temporales. Y denuncian además, que este tipo de bajas permiten a las empresas “quitarse trabajadores” con muy poco coste. De hecho, los datos de la SS revelan que el 53% de las bajas por despido hechas en 2023 fueron por despidos disciplinarios, que no conllevan el pago de indemnización. Y todas las bajas por no superar el periodo de prueba (976.141) no tuvieron ningún coste para las empresas. En 2024, la tendencia sigue igual: el 54,6% de todo los despidos fueron disciplinarios, sin indemnización de entrada, lo mismo que las 297.412 bajas por no superar el periodo de prueba.

Hasta la reforma laboral, las empresas utilizaban los contratos temporales para “probar” nuevos trabajadores y “rotar sus plantillas”: los contrataban por días, semanas o meses y luego les daban de baja, con poca o nula indemnización. Pero con la reforma laboral de 2021, se han disparado los contratos indefinidos (el 44% de los hechos de enero a mayo 2024) y ahora las empresas buscan las vías para poder despedir también a estos trabajadores “fijos”. Y lo consiguen: el 92,4% de todas las bajas por despido de 2023 (916.199) se hicieron a trabajadores con contratos indefinidos. Y el 72% de los despidos por no superar el periodo de prueba se hicieron a trabajadores con contrato indefinido. Y lo mismo en 2024.

En definitiva, que la rotación en las plantillas ha cambiado de los trabajadores temporales (sigue) a los trabajadores “indefinidos”. Los sindicatos denuncian que las empresas utilizantres puertas” para quitarse empleados, 3 tipos de bajas para cambiar trabajadores con poco coste, con indemnizaciones bajas o nulas. Y argumentan que las estadísticas demuestran que su uso se ha disparado en 2022, 2023 y 2024, tras la reforma laboral de 2021.

La “primera puerta” que usan ahora muchas empresas para quitarse empleados y rotar plantillas son las bajas de trabajadores por no superar el periodo de prueba. Siempre ha habido “ periodos de prueba” en los trabajos (se deben fijar por escrito en el contrato y las concretan los distintos convenios, aunque a falta de criterio suelen ser de 6 meses para los titulados técnicos y 2 meses para el resto). Y siempre ha habido trabajadores que no los superaban. La novedad ahora es que las bajas por no superar el periodo de prueba se han disparado, sobre todo tras la reforma laboral: si hubo 444.722 bajas por este motivo en 2020 y 552.748 en 2021, en 2022 hubo 893.960 (+61,7%) y 991.265 en 2023 (+10,9%), un récord histórico. Y en los cuatro primeros meses de 2024 son ya 297.412 bajas por no superar el periodo de prueba, +9,26% que en el primer cuatrimestre de 2024.

Estas bajas por no cumplir el periodo de prueba son casi gratis para las empresas, porque el trabajador no tiene derecho a cobrar una indemnización al irse y sólo recibirá los sueldos pendientes y la parte correspondiente de pagas extras y vacaciones. Y con ello, puede utilizar esta “puerta” para rotar su plantilla y coger otro trabajador, ahora que es más difícil contratar temporalmente. El trabajador despedido puede reclamar a Magistratura, si cree que el despido ha sido injusto, pero si ha estado poco en la empresa (de 2 a 6 meses), no le compensará contratar un abogado e ir a juicio, por una baja indemnización (33 días por año en caso de despido improcedente o algo más si la empresa pacta para no ir a juicio).

La “segunda puerta” que las empresas utilizan para realizar “despidos encubiertos” son los despidos disciplinarios individuales, que se justifican por “un incumplimiento grave y culpable del trabajador”, por varias causas que fijan los artículos 54 y 55 del Estatuto de los Trabajadores: faltas repetidas de asistencia o puntualidad, indisciplina o desobediencia, ofensas verbales o físicas al empresario o a otros trabajadores, “transgresión de la buena fe contractual o abuso de confianza” (sic), disminución continuada y voluntaria en el rendimiento del trabajo (¿cómo se mide?), embriaguez habitual o toxicomanías, acoso racial, étnico, religioso o sexual… Estos despidos disciplinarios se han hecho siempre, pero otra vez las estadísticas alertan del salto tras la reforma laboral: han pasado de 188.933 bajas en 2021 (ojo: en contratos indefinidos) a 367.705 en 2022 y 499.803 en 2023 (se han multiplicado por 2,6 en los últimos dos años). Y siguen creciendo en 2024 (186.893 hasta abril).

Este despido disciplinario sale también barato para las empresas en la mayoría de los casos, porque el trabajador despedido no tiene tampoco derecho a indemnización. Puede recurrirlo judicialmente, buscando un despido improcedente (nulo es casi imposible), pero sólo cobrará 33 días por año trabajado (con límite de 24 meses) o algo más si pacta con la empresa para no ir a juicio. Pero si el despedido lleva poco tiempo trabajando (estos despidos disciplinarios se aplican más a los que tienen poca antigüedad), tendrá que pensarse si le compensa reclamar. Y en muchos casos, a la empresa sí le compensa pagar una baja indemnización a cambio de poder contratar a otro empleado (más barato).

La “tercera puerta” que algunas empresas utilizan para hacer despidos “encubiertos” son las bajas individuales por motivos objetivos, por “causas económicas, técnicas, organizativas o productivas (causas ETOP). Tras la pandemia, el gobierno Sánchez frenó estos despidos “por causas económicas” de las empresas, abriendo la vía de los “ERTE” (“aparcar” trabajadores un tiempo, pagándoles el desempleo, hasta que mejorara la situación del sector o empresa). El sistema ha evitado millones de despidos (había 3.617.205 trabajadores en ERTE en abril de 2020 y sólo 10.000 en abril de 2024), Pero ahora, muchas empresas utilizan el argumento de las causas económicas para dar de baja a trabajadores. Otra vez lo revelan las estadísticas: se ha pasado de 159.362 bajas por despido colectivo en 2021 a 394.926 bajas en 2023 (más del doble). Y este año, de enero a abril, 14.721 bajas por “causas objetivas” (+12,15%), a pesar de que la mayoría de empresas venden y ganan más.

Todavía hay una “cuarta puerta” para los despidos encubiertos, según los sindicatos. Están  contabilizadas en la SS como “bajas no voluntarias por otras causas”, un verdadero “cajón de sastre” donde se incluyen despidos al margen de las causas anteriores y sobre los que hay poca información. Son muchas bajas: 1.724.757 bajas en todo 2023, aunque la cifra es similar a la de 2021 (1.732.795). Pero en 2024 salta la alarma: 595.214 de enero a abril, un +14,6% que en 2023.

Al final, entre estas 3 o 4 puertas, se pierden más de 2 millones de empleos cada año, aunque el paro total baja en España (hay 315.141 parados registrados menos que en mayo de 2021)  porque sigue habiendo oferta de nuevas empleos y crece la ocupación general, a costa de una mayor rotación de trabajadores. Los sindicatos denuncian este aumento de los despidos “encubiertos”, que los sufren ahora otros trabajadores: la reforma laboral ha provocado que los despidos de trabajadores “indefinidos”, que ya eran mayoría antes  (72% del total en 2021) lo sean aún más ahora (suponen el 93% de estos despidos encubiertos) y que bajen los despidos de los trabajadores temporales (del 28% del total en 2021 al 7% ahora). En resumen: la reforma ha conseguido que haya muchos más trabajadores “indefinidos”, pero les ha hecho más vulnerable a los despidos, sobre todo los nuevos contratos.

Los sindicatos creen que este aumento de despidos “por la puerta de atrás” se debe a que son muy baratos o gratis para las empresas. Y por eso, consideran que sólo pueden frenarse si se aumenta la indemnización que deben pagar. La reforma laboral de Rajoy en 2013 bajó la indemnización por despido, de 45 a 33 días por año (y redujo el máximo de 42 mensualidades a 24). La reforma laboral del Gobierno Sánchez, aprobada en 2021, no quiso tocar estas indemnizaciones, para conseguir el apoyo de la patronal. Y porque España está en linea con las indemnizaciones de otros paises europeos. Pero hay un problema: la indemnización por despido es alta para un empleado con antigüedad, pero esos 33 días por año son una miseria para un trabajador al que le despiden con uno o dos años de contrato.

Para evitar este abuso de los despidos de indefinidos tras la reforma laboral, UGT presentó una denuncia, en marzo de 2022, ante el Comité de Derechos Sociales del Consejo de Europa, a la que se sumó CCOO a finales de 2022. En su argumentación jurídica, UGT reiteró que la indemnización por despido en España “no compensa a los trabajadores despedidos que llevan poco tiempo empleados” y que hay vías de despido (las tres puertas señaladas) que “son demasiado baratas para las empresas” y por eso han disparado su uso. Un ejemplo se dio en Barcelona, donde una trabajadora despedida (sin causa justa) a los 5 meses de contratarla recibió una indemnización de 942 euros, que un juez subió a 4.435 en una sentencia de 2023. Por ello, los sindicatos denunciaban que España no cumple la Carta Social europea.

En octubre de 2022, el Comité del Consejo de Europa admitió a trámite la denuncia de UGT. Y, curiosamente, en febrero de 2023, la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, recogió la tesis sindical y declaró en el Congreso: “El despido en nuestro país no es caro, es demasiado barato. Es tan barato que a las empresas les sale a cuenta despedir utilizando las indemnizaciones de 33 días”. Después, en octubre, Sumar incluyó en el acuerdo de Gobierno con el PSOE, este compromiso: “Establecer garantías para las personas trabajadoras frente al despido, dando cumplimiento a la Carta Social Europea y reforzando la causalidad en los supuestos de extensión de la relación laboral”.

Gobierno y sindicatos estaban a la espera de la decisión del Consejo de Europa. Y hace poco, el 20 de marzo, su Comité de Derechos Sociales emitió el esperado dictamen, que al día de hoy no se conoce. Pero todo apunta a que el Comité habrá sentenciado igual que en el caso de otros paises y de la recomendación hecha a España en 2023: el despido en España no se ajusta a la Carta Social Europea”, debido a que fija un límite máximo que “obvia las circunstancias del trabajador despedido”. Vamos, que da la razón a los sindicatos de que los 33 días por año son una miseria para los que han trabajado poco tiempo.

Ahora, se espera que el Gobierno publique la sentencia del Consejo de Europa (este verano) y apruebe cambios legales en las indemnizaciones. Pero mientras, ya hay una primera sentencia, del TSJ del País Vasco, que ha aplicado la decisión del Consejo de Europa, obligando a una empresa a pagar una indemnización adicional (de 30.000 euros) a un trabajador despedido antes del año prometido. Y se espera que otros jueces les seguirán. Mientras, los sindicatos proponen al Gobierno que apruebe una indemnización mínima de 6 meses de salario para los despidos improcedentes, mientras otros expertos defienden un nuevo sistema de indemnizaciones que tenga en cuenta las circunstancias del trabajador despedido. Y todos creen que si se encarezcan estos despidos de trabajadores con poca antigüedad, las empresas abusarán menos de ellos.

Ahora, el dictamen del Consejo de Europa fuerza al Gobierno a reformar las indemnizaciones, dentro o fuera de una 2ª reforma laboral, que debería incluir otros temas pendientes (horarios, condiciones de trabajo, productividad…). Será un gran reto para este otoño, pero esta reforma será mucho más difícil de acordar que la reforma laboral de 2021, porque las indemnizaciones son un tema tabú para la patronal, que lleva meses muy intransigente respecto a los temas a debate en el diálogo social. Y por si el pacto no fuera difícil, luego habría que aprobarlo en el Parlamento, con la oposición muy agresiva y poco negociadora. Así que si hay cambios laborales, habrá que imponerlos y así no suelen funcionar bien.

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