jueves, 13 de junio de 2024

España, líder en camareros universitarios

Este mes, 200.000 universitarios terminan su carrera y buscarán un trabajo, tarea difícil: el 25% no trabaja 4 años después de terminar la Universidad y muchos tienen empleos precarios y mal pagados. Lo peor es que un tercio de universitarios acaban trabajando en empleos para los que están “sobrecualificados”, un despilfarro de talento y recursos. Ahora, con el verano, muchos universitarios acaban en la hostelería, atendiendo terrazas: el 83,7% de los titulados españoles que trabajan en este sector lo hacen por debajo de su cualificación, frente al 68% de universitarios europeos. España tiene un doble problema: tenemos más jóvenes universitarios (el 50,5% entre 25 a 34 años) que el resto de Europa (44,7%) pero nuestro modelo económico no los incorpora. Y encima, su formación no se corresponde con la que piden las empresas (pocos licenciados en carreras técnicas y muchos en humanidades). Además, las oficinas de empleo no ayudan a colocar a los jóvenes, que optan por los portales online. Urge que los universitarios se formen mejor y no acaben poniendo cañas.


Acaba el curso universitario y unos 200.000 jóvenes terminan su carrera (199.048 “egresados” universitarios en 2021, según Educación) , un número que ha ido bajando desde 2013 (233.626 universitarios acabaron los cursos de Grado), por la caída de la natalidad y el aumento de tasas universitarias. Menos de la mitad de estos universitarios han terminado su carrera en 4 años (el 40,8%) y más de la mitad (53,4%) lo acaban con un año de retraso (un porcentaje mayor en las carreras técnicas), mientras un 18,7% abandonan la carrera el primer año o se cambian a otra (el 7%).El 81% de los que terminan estudios de Grado lo hacen en Universidades públicas, el 60% son mujeres y la mayoría (148.914 universitarios) tienen menos de 25 años. Y cada vez son más los que se “reenganchan” para hacer un Master: 141.696 universitarios terminan un master cada año (curso 2020-21, últimos datos de Educación), la mayoría mujeres (57%) y sólo el 51,5% lo hacen en Universidades públicas.

Tras terminar sus estudios, de Grado o Master, los universitarios se lanzan a la difícil tarea de buscar trabajo. Y no lo tienen fácil, como lo demuestra que, al año de terminar su carrera, solo cotizan a la Seguridad Social el 52,7% de los universitarios y a los 4 años de terminar el Grado sólo cotizan el 75,4% de los universitarios, según un estudio de la Fundación CYD, que refleja que trabajan más los que han hecho un Máster y los que han estudiado en Universidades privadas, siendo mayor el trabajo para los universitarios que han estudiado informática, ingenierías y ciencias de la salud, mientras trabajan menos los que estudiaron artes, humanidades, ciencias sociales, periodismo y ciencias de la educación.

Los universitarios consiguen más trabajo que los jóvenes con menos formación, pero aún así tienen una menor tasa de empleo y más paro que los universitarios europeos. Por un lado, tenemos el doble de universitarios en paro que en el resto de Europa: un 12,5% frente al 6,3% entre licenciados de 25 a 29 años y un 8,1% frente al 3,8% en la franja de edad de 30 a 34 años, según los datos de la Fundación CYD. En cuanto al empleo, en España trabajan el 76,3% de los jóvenes universitarios de 25 a 29 años, un porcentaje inferior al 83% de universitarios de esa edad que trabajan en Europa, según Eurostat. Y los universitarios con 30 a 34 años, trabajan el 85,6% en España frente al 89,3% en la UE-27. Además, los universitarios españoles tienen empleos más precarios: el 17,5% tienen contratos temporales y somos el 2º país UE con más temporalidad (tras Paises Bajos), muy por encima de la temporalidad de la UE (10,3% para los universitarios.

Y con unos contratos más precarios, los universitarios españoles ganan menos que sus colegas europeos: un 35% más que los jóvenes que se quedaron en Bachillerato, frente al 46% más que ganan comparativamente los universitarios UE, según la Fundación CYD. Y los universitarios en España ganan un 64% más que los que sólo tienen la ESO, mientras en Europa ganan un 75% más que los que sólo tienen los estudios básicos. De hecho, la mitad de los universitarios españoles ganan menos de 1.500 euros en los cuatro años siguientes a licenciarse, según un estudio del BBVA e Ivie.

Pero lo más llamativo es el alto porcentaje de universitarios que trabajan en empleos que exigen mucha menos formación, los universitarios “sobrecualificados” para los trabajos que hacen, licenciados que acaban en un bar, en un comercio o de cajeros de supermercado. España es líder europeo de universitarios “sobrecualificados”: un 35,9% de los ocupados (20 a 64 años), frente al 22,2% en la UE-27, según Eurostat (2022) por encima de Grecia (32,5% de universitarios “sobrecualificados”), Irlanda (28%), Italia (22,5%), Francia (22%) o Alemania (20,2%). Y ese porcentaje de “sobreocupados” es mayor entre los universitarios más jóvenes (36,5%) y entre las mujeres (36,8% frente al 34,9% los hombres).

Esta sobrecualificación de los universitarios que trabajan se concentra en una serie de sectores de actividad, destacando dos: las empleadas del hogar (99,4% trabajan con más cualificación de la que necesitan) y la hostelería, donde el 83,7% de los universitarios empleados trabajan en puestos por debajo de su cualificación, sobre todo de camareros y en cocinas, limpieza y mantenimiento. Un porcentaje de “sobrecualificados” que supera con creces la media en la hostelería de Europa, que tiene un 68% de personal sobrecualificado (77,7% en Grecia,72,6% en Italia, 54,4% en Portugal y 52,7% en Francia, los otros paises turísticos). A la hostelería le sigue en porcentaje de “sobrecualificados” la agricultura (76,6% de universitarios en trabajos de menor categoría), logística (73,1%), administrativos (69,6%), comercio (61,8%) y construcción (53,2% de sobrecualificados).

El gran peso de los trabajadores “sobrecualificados”, universitarios vendiendo ropa o poniendo cañas, es un despilfarro de recursos, un “fracaso vital” ¿A qué se debe? Hay dos bloques de causas. Una, que España tiene más universitarios que el resto de Europa (un 50,5% de jóvenes entre 25 y 34 años son licenciados, frente al 44,7% en la UE-25, según la OCDE) y sin embargo tenemos una economía que no los absorbe, porque nuestro modelo económico está más basado en los servicios y el turismo, en las pymes que en la industria, la tecnología y las grandes empresas, que son quienes demandan más universitarios. Tenemos “demasiados universitarios” , muchos jóvenes con baja formación (26,6% frente al 12,2% en la UE-25) y pocos jóvenes con formación intermedia (Bachillerato y FP), la que más demanda nuestra economía : sólo un 22,9% de los jóvenes (25-34 años) frente al 43,1% en la UE-25. Y en este grupo, en España tiene poco peso la Formación Profesional (FP), que ofrece muchos empleos: sólo la cursan el 24% de los que terminan la ESO (la mayoría hacen Bachillerato), frente al 37,2% en Europa, el 55% en Paises Bajos, el 51,5% en Italia, el 36,9% en Francia y el 32,1% en Alemania, según la OCDE.

La otra causa de la “sobrecualificación”, de tanto talento desaprovechado, es la deficiente formación con la que se licencian los universitarios en España. Primero , la mayoría estudian carreras con poco futuro laboral, con una mayoría en Grados de humanidades sobre carreras técnicas (STEM, por sus iniciales en inglés: Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), que tienen hoy mayor empleabilidad. Así, entre los que acabaron el Grado en el curso 2021-22 (último dato publicado), la mayoría se licenciaron en Ciencias Sociales (97.783) y Ciencias de la Salud (42.589, el doble que en 2006-2007), mientras bajan los licenciados en Ingenierías y Arquitectura (28.947 frente a 43.101 en 2006-2007) y en Ciencias (12.357 frente a 12.600 cinco años antes), aumentando los licenciados en Artes y Humanidades (17.372 licenciados frente a 14.101 en 2006-2007). Un dato resumen: cada año se gradúan 9.000 psicólogos y 1.500/1.700 físicos y matemáticos… En realidad, hay un déficit de licenciados (-25% que en Europa) en carreras de alta ocupación como Ciencias e Ingenierías.

El segundo problema es que la formación de los universitarios está “sobrevalorada”, en realidad, según este estudio de Funcas. Así, los programas internacionales PIACC alertan que España está entre los paises con menor puntuación en comprensión lectora y capacidad de cálculo de los adultos, así como menores niveles de “excelencia”. Y las empresas que tienen que contratarlos se quejan del “bajo nivel de competencias y conocimientos con el que terminan sus carreras los universitarios”, según las encuestas hechas por la Fundación FYD. Y hay un tercer problema, ligado con la formación que se imparte en la Universidad: tiene poco que ver con la formación que demandan las empresas, que se quejan de que no encuentran los perfiles (sobre todo técnicos) que necesitan. Y por eso ha crecido la demanda de titulados en FP Superior, que tienen una buena formación teórica y han hecho prácticas en empresas, con la FP dual (exige entre un 25 y un 35% de prácticas, 500 horas anuales).

Por todo ello, el último informe de la OCDE (octubre 2023) alertaba a España de la necesidad de actuar en la mejora de la educación y el empleo de los jóvenes, además de preocuparse de su vivienda y salud mental, para que puedan emanciparse. Empezando por la mejora de la educación, desde la escuela a la Universidad, con programas concretos para reducir el abandono escolar, mejorar la formación de los docentes y una enseñanza menos memorística y que fomente las “habilidades” de los alumnos. Y proponían potenciar más la Formación Profesional (donde faltan 300.000 plazas, según los sindicatos), lo que exige contar con la colaboración de 1 millón de empresas para hacer prácticas. Y sobre la formación universitaria, la OCDE pide que las empresas participen más en los Planes de estudio.

Otro conjunto de medidas que proponían hacen referencia a las políticas activas de empleo, a facilitar la recolocación de los parados, en especial los jóvenes, mujeres y mayores de 45 años. Y aquí queda mucho por hacer. Las oficinas de empleo públicas (dependientes de las autonomías) apenas ayudan a encontrar trabajo: en 2023, el SEPE sólo consiguió el 2,84% de las colocaciones (29.017 empleos) de jóvenes de 16 a 29 años. Jóvenes que, por eso, apenas se registran en el SEPE (sólo el 58% de los parados jóvenes) y prefieren utilizar los portales online privados (InfoJobs, Infoempleo, JobandTalent o  Linkedin). Las oficinas de empleo españolas tienen menos recursos humanos y materiales que las de la mayoría de Europa (necesitarían 1 orientador por cada 100 parados registrados y el SEPE tiene la tercera parte) y además no se conectan con la mayoría de las demandas de las empresas ni con las oficinas de otras autonomías, según denuncia este informe de Funcas.

Junto a estas medidas, los expertos educativos hacen hincapié en una reforma de la educación universitaria, defendiendo una mayor colaboración entre las empresas y la  Universidad, como propone el último informe de la Fundación FYD, que plantea una mayor participación de los sectores y empresas en los Planes de estudio, un mayor intercambio entre profesores y profesionales de las empresas, un aumento de las prácticas de los universitarios en las empresas (se dan en las Universidades privadas pero menos en las públicas) y, sobre todo, una mayor flexibilidad entre la Universidad y la FP Superior, para el trasvase de alumnos y experiencias, desde el acceso a los Másteres. Se trata de evitar que la Universidad sea “una fábrica de parados” y que los universitarios, en los que hemos volcado ingentes recursos y esperanzas, acaben poniendo cañas en un bar, de cajera de supermercado o vendiendo ropa en una tienda, un fracaso de todos. Formación, formación y formación, pero en lo que la economía y las empresas necesitan. Y muchas prácticas. A ello.

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