jueves, 6 de enero de 2022

Subida de la luz: otro "parche" fiscal para 2022

El año empieza con nuevas subidas de la luz, tras una pequeña tregua a finales de 2021. Y los futuros anticipan que la luz seguirá cara, al menos hasta verano. Por eso, el Gobierno ha prorrogado hasta finales de abril la rebaja de impuestos y costes en el recibo de la luz. Otro “parche”, como la rebaja hecha en 2021, que redujo el recibo 84 euros pero no evitó que los consumidores pagáramos unos 300 euros más de luz en 2021. La solución es reformar el mercado eléctrico y pagar por la luz lo que cuesta producirla, sin extracostes a la hidroeléctrica y nuclear. Pero la decisión debe ser europea y las presiones del oligopolio eléctrico han impedido un acuerdo, pedido por España, Francia y Grecia. Mientras, las eléctricas se embolsan 20.000 millones extras, que pagamos con nuestro recibo y la bajada de impuestos (-6.000 millones de recaudación). Y esta subida de la luz ha provocado una inflación histórica, frenando la recuperación. Nos funden los plomos.

Enrique Ortega

2021 fue un año negro para los precios de la electricidad en el mercado eléctrico. Empezó normal, con un precio de 42,51 euros por megavatio hora el 1 de enero, similar a la media de 2020 (33,96 euros, más bajo por la pandemia), 2019 (46,78 euros) y 2018 (57,29 euros, el precio más alto desde 2012). Pero llegó la tormenta Filomena y el precio se duplicó el 8 de enero, a 94,99 euros por MWh. Luego se calmó, por debajo de los 50 euros, para subir a 73,54 euros el 3 de mayo y superar los 100 euros el 20 de julio (101,82 euros MWh). Y después, batió 27 récords de subidas hasta fin de año (ver gráfico): el último, el 23 de diciembre, con 383,67 euros por MWh, el precio más alto de la historia en el mercado mayorista español. A partir de ahí, hubo una tregua coyuntural la última semana del año, para acabar el 31 de diciembre con un precio de 140,82 euros. Y con estos precios, la media del coste de la luz en el mercado mayorista fue de 119,17 euros en 2021, más del triple que en 2020 (33,96 euros).

Los precios de la luz en origen, en el mercado mayorista ibérico, se dispararon por dos causas. Una (que explica el 50% de la subida), porque se disparó el precio del gas natural, con el que se abastecen las centrales eléctricas de ciclo combinado, que sólo aportan un 15% de la electricidad al sistema pero que fijan el precio para todo el mercado (la luz, sea de origen hidráulico, nuclear o renovable se ha pagado al precio de la energía más cara, el gas). Y el gas natural pasó de costar 19,07 euros por MWh el 31 de diciembre de 2020 a 60 euros en agosto, 117,9 el 5 de octubre y 180,68 euros (casi 10 veces más) el 21 de diciembre, según Mibgas,  debido a un fuerte aumento de la demanda (sobre todo en China y el resto de Asia, que absorben el 70% del gas) y a problemas en el abastecimiento (en Rusia, por la tensión en Ucrania y la no autorización del gasoducto Nord Stream 2 con Alemania, más los problemas entre Argelia y Marruecos y los devastadores fenómenos climáticos en EEUU).

La otra causa (20%) de que la luz haya disparado su precio ha sido la fuerte subida de los derechos de emisión de CO2, que han de pagar las empresas eléctricas por producir electricidad con energías que emiten gases de efecto invernadero (térmicas de carbón, fuel y gas): su precio ha saltado de 33,43 euros por tonelada en enero de 2021 a 79,72  euros de media en diciembre, más del doble que un año antes, según Sendeco. Estos derechos de emisión los pagan las empresas por contaminar, pero los trasladan al precio mayorista de la electricidad que exigen. Y encima, el mercado europeo de CO2 es objeto de una fuerte especulación financiera: hay Fondos y bancos de inversión (Goldman Sachs y Morgan Stanley) que invierten en este mercado (que mueve 100.000 millones de euros), comprando derechos de emisión de CO2 en el mercado secundario y especulando con ellos (ganando hasta el 38%), lo que nos encarece más el precio mayorista de la luz.

Esta situación no parece que vaya a mejorar en 2022. Hubo una tregua a finales de diciembre de 2021, cuando el precio mayorista de la luz bajó hasta los 140,82 euros por MWh el 31 de diciembre, motivada por la llegada a Europa de 30 metaneros con gas USA, la vuelta a producción de nucleares paradas en octubre por mantenimiento, más viento (molinos) y menos demanda industrial. Pero esta semana, los precios han vuelto a subir en el mercado mayorista, fijándose en 215,86 euros por MWh para mañana viernes 7 de enero, según OMIE. Y lo peor es que el mercado de futuros (ventas a plazo) augura un precio muy alto a lo largo de 2022: 230 euros por MWh en febrero, 198 euros de media en el 2º trimestre, 205 euros en el 3º y 205 euros en el 4º trimestre, según las previsiones de OMIP, con un precio medio estimado para todo 2022 que rondará los 205 euros por MWh, casi el doble del ya histórico precio de 2021 (111,85 euros). Y no se espera una rebaja significativa de la luz hasta la primavera de 2023 (85,56 euros por MWh para el 2º trimestre de 2023). Así que tendremos precios altos de la luz en origen, sobre todo hasta el verano.

Este precio mayorista de la electricidad, es muy importante, porque supone ya el 50% del recibo de un consumidor con la tarifa regulada (antes de las fuertes subidas de 2021, representaba sólo el 35%), que son 10,5 millones de clientes (el 39% del total), a los que repercuten cada día las subidas y bajadas de la luz en origen. Pero afecta también a los consumidores que están en el “mercado libre”, 16,2 millones de clientes (el 61% restante), a los que les subirá el recibo cuando su compañía le revise el contrato (anualmente en muchos casos, en otros semestralmente). Las otras dos partes del recibo de la luz son los costes regulados  por el Gobierno (que suponen ahora el 35%, frente al 48% del recibo que suponían antes de los recortes de 2021), para costear gastos varios (ayudas a las renovables, costes del transporte y la comercialización, pago deuda eléctrica y moratoria nuclear, subvención a la electricidad de las islas y a los grandes consumidores…) y los impuestos, que ahora, tras las rebajas de 2021, suponen el 15% del recibo (antes, el 19%).

En junio de 2021, a la vista de las primeras subidas en el mercado mayorista de la electricidad, el Gobierno Sánchez tomó la decisión de rebajar uno de los dos impuestos del recibo (el IVA, que bajó del 21 al 10% hasta fin de año) y suprimir a las compañías el impuesto a la generación eléctrica (7%) en el tercer trimestre, para contrarrestar así la subida de la luz en origen (el 50% del recibo regulado). Pero la rebaja no sirvió de mucho, porque el precio mayorista se duplicó, con lo que en septiembre, el Gobierno volvió a rebajar los impuestos de la luz: bajó el impuesto especial de la electricidad del 5,1127% al 0,5% (el mínimo que permite la UE), amplió la rebaja del impuesto eléctrico al 4º trimestre y mantuvo la bajada del IVA hasta fin de 2021. Y además, rebajó un 96% hasta fin de año los cargos del recibo que pagamos para financiar el precio más bajo de la luz en las islas, la financiación de las renovables y el coste de la deuda eléctrica acumulada.

Dos “parches” en 2021 para contrarrestar una luz que seguía subiendo en origen, por los precios disparados del gas y del CO2, más algunos problemas propios del mercado eléctrico español, que agudizan la subida: poca competencia (hay tres eléctricas que controlan la oferta y demanda de luz en ese mercado, son “juez y parte”), pocos contratos a plazo (19 veces menos que Alemania o 13 veces menos que Francia, y el 92,9% son para Iberdrola y Endesa), manipulaciones de precios (la Comisión de la Competencia ha abierto varios expedientes a Iberdrola, Endesa y Naturgy por parar centrales o aprovechar el alto coste de la luz para vaciar embalses), restricciones a la entrada de nuevos competidores y dificultades de empresas y comercializadores para aprovisionarse fuera, ya que España es “una isla eléctrica” : en diciembre de 2021, por ejemplo, sólo se importó un 5,9% de la luz consumida, frente al 15 y al 20% que importan los paises centroeuropeos.

Al final, el Gobierno ha tratado de vendernos que su bajada de impuestos y costes ha sido efectiva y que el recibo medio de la luz en 2022 (dicen que 613 euros) es inferior al recibo medio que pagamos en 2018 (608 euros, según Eurostat, pero con la inflación de estos años, el equivalente serían 639 euros), como prometió Pedro Sánchez el 5 de septiembre. Pero es un cálculo “engañoso”: se trata de la media estimada de todos los recibos. Los consumidores que tienen el precio regulado (10,5 millones de clientes), y cuya factura varía cada día con el precio mayorista, sí han sufrido una fuerte subida en el recibo de 2021. Hay dos estimaciones. La de la OCU, para un consumo medio de 292 kwh mensuales, estima un recibo medio de 949 euros, un 41% más que en 2020 (675 euros). Y la de Facua, para un consumo medio de 366 kwh, la factura en 2021 ha sido de 1.116 euros, un 46% de subida sobre 2020 (764 euros de recibo) e incluso un 20,5% más que en 2018 (926 euros). Y la OCU estima además que los demás consumidores, con contrato “libre”pagarán un 30% más cuando les toque renovar su contrato.

Así que, a pesar de los 2 parches para recortar la factura, el recibo de la luz nos ha subido a la mayoría en 2021. Y nos seguirá subiendo en 2022, al menos hasta el verano, a la vista de los futuros en el precio mayorista de la luz. Para intentar evitarlo otra vez, el Gobierno aprobó a finales de diciembre una nueva bajada de impuestos y costes hasta finales de abril. Por un lado, mantiene la rebaja del IVA (del 21 al 10%) y del impuesto sobre la electricidad y la suspensión del impuesto a la generación eléctrica (en el primer trimestre). Y recorta los cargos del recibo (subvención luz islas, financiación renovables y déficit eléctrico), pero sólo un 30%, aunque para todo el año (en 2021 lo rebajó un 96% el último trimestre). Y amplía los beneficios del bono eléctrico, con descuentos del 60 al 70% en el recibo para las familias con menos ingresos (se benefician 1,2 millones de hogares).

Pero como el Gobierno sabe que es “otro parche”, sigue intentando que la Comisión Europea vaya al fondo del problema: la reforma del mercado eléctrico, que, desde 1.997, fija el precio de toda la electricidad en función de la energía más cara (ahora el gas). Es como si compráramos carne picada hecha con pollo, cerdo, ternera, vaca y un poco de chuletón y nos la cobraran toda a precio de chuletón Junto a España, han pedido también una reforma (para ajustar los precios a los costes de cada energía) Francia, Grecia, Chequia y Rumanía. Pero en la Cumbre Europea de diciembre no se aceptó ningún cambio, por la presión del oligopolio eléctrico sobre Alemania y las autoridades europeas. La Comisión Europea sólo acepta estudiar la compra conjunta de gas, mientras pide a los paises que actúen con rebaja de impuestos y ayudas. Francia, por ejemplo, ha aprobado un cheque de 100 euros mensuales para ayudar a pagar la luz a 6 millones de familias que ganan menos de 2.000 euros.

Pero bajar impuestos o dar ayudas no es bajar el precio de la luz. Hay que hacer una auditoría de costes y pagar la luz por lo que cuesta realmente producirla, no pagar extracostes (215,16 euros por MWh mañana, cuando el coste de la hidroeléctrica es de 40 euros y el de la nuclear unos 60 euros por MWh) para evitar apagones. Es un “chantaje” que infla el beneficio de las eléctricas (y sus dividendos): en España, la profesora Natalia Fabra estima que habremos pagado en 2021 unos 20.000 millones de euros de más. Un “extracoste” que sale de nuestros bolsillos (hemos pagado entre 274 y 352 euros más en el recibo de 2021) y de nuestros impuestos: el Gobierno estima en 6.000 millones el coste de los tres recortes ya aprobados, más que el Presupuesto del Ministerio de Sanidad en 2022 (5.434 millones).

No es sólo que la locura del mercado eléctrico se coma parte de nuestros ingresos y nuestros impuestos. Es que además, la subida de luz (+46,7% anual hasta noviembre, según el IPC) es la principal culpable de que la inflación se haya disparado en 2021: un aumento del +6,7% anual, que no se veía desde 1992. La subida de la luz ha contagiado a todos los sectores y empresas, provocando una subida en cadena de los alimentos, los transportes, las materias primas y manufacturas, los materiales y los servicios. Y los efectos negativos de esta inflación descontrolada son múltiples: frena el consumo (un 0,6% en 2022, según las estimaciones de CaixaBank Research), retrae la inversión (al aumentar los costes de las empresas) y con ello, el crecimiento y el empleo: España puede crecer un -0,3% menos en 2022, según CaixaBank Research, por culpa de la inflación, desatada por la subida de la luz y los carburantes. Así que el desmadre eléctrico pone en peligro la recuperación. Hay que presionar más a Europa para reformarlo. Nos funden los plomos.

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