Enrique Ortega |
La pandemia ha hundido toda la actividad económica pero especialmente el turismo, la primera industria española (12,3% del PIB y 13,7% del empleo total), mortalmente afectada por el cierre de fronteras y la limitación de la movilidad. El balance turístico de 2020 es impresionante: se perdieron 64,7 millones de turistas (sólo llegaron 19 millones de los 83,7 recibidos en 2019) y casi un 80% de los ingresos (19,7 millones de euros de gasto de los turistas extranjeros frente a 92,33 millones en 2019). Y eso ha puesto en riesgo de supervivencia a miles de empresas y ha afectado a 841.436 empleos, que en su mayoría se han mantenido gracias a los ERTEs (la mitad de los trabajadores “aparcados” en abril, 638.283, son del sector turístico y la hostelería).
Ahora, el sector turístico aprovecha la plataforma de FITUR (19-23 de mayo) para intentar renacer de la pandemia y ser el motor de la recuperación económica de España. El primer tirón lo esperan del turismo nacional, que empieza a despertar tras el fin del estado de alarma y la consiguiente movilidad entre provincias a partir del 9 de mayo. De hecho, día tras día crecen las reservas de españoles para este verano, empujadas por un fuerte aumento del ahorro de las familias que no han perdido su trabajo o sus ingresos. El sector cree que este verano se alcanzará una ocupación turística por los españoles del 60 al 90% sobre la alcanzada en 2019, sobre todo en zonas de costa e islas, aunque también en zonas de interior, porque hay un gran ansia de moverse y coger vacaciones.
La otra clave de la recuperación turística será la vuelta del turismo extranjero, que supone la otra mitad del negocio turístico. La fecha decisiva será el 1 de junio, cuando se espera que Reino Unido y Alemania (un tercio de todos los turistas que visitan España) abran la mano para que sus ciudadanos puedan viajar a España sin restricciones. Lo fundamental es que España siga reduciendo sus contagios (bajar la incidencia a los 100 contagios por 100.000 habitantes desde los 144 de hoy, por debajo de la mayoría de Europa) y, sobre todo, que se apruebe el certificado de vacunación europeo, a finales de junio, un “salvoconducto” para la movilidad de los europeos que están vacunados. Pero de momento, hay una decisión clave que la Comisión Europea aprobó ayer 19 de mayo: la UE abre sus fronteras a los extranjeros vacunados, algo que será clave para que España reciba turistas de Reino Unido, Estados Unidos y paises de América y Asia (China y Japón).
España tendrá que pelear, sobre todo a partir de junio, por atraer a una parte de los 190 millones de turistas (en su mayoría europeos) que se espera viajen este verano, la mitad que el verano de 2019, antes de la pandemia. Y la pelea de los hoteles y destinos españoles será sobre todo con Grecia, Portugal, Italia, Malta y Chipre, porque este verano no resultará atractivo para la mayoría de europeos viajar a Turquía, Egipto, Túnez o Marruecos, debido a la mayor preocupación ahora por la seguridad sanitaria del país de destino. Al final, lo que buscarán los turistas extranjeros (y nacionales) es “un destino seguro”, con un bajo nivel de contagios y garantías de medidas anti-COVID. Por eso, España se la juega en que no haya un repunte de contagios en mayo y junio. Y en conseguir una operativa de seguridad en aeropuertos, hoteles, playas y ciudades, ayudados por el Certificado COVID europeo que traerán los turistas.
El Gobierno apuesta por una fuerte recuperación del turismo extranjero en junio y sobre todo en julio y agosto, para mantenerlo después hasta fin de año. La apuesta de la ministra de Turismo es conseguir 45 millones de turistas extranjeros, algo más de la mitad de los turistas récord que llegaron antes de la pandemia (83,7 millones en 2019). Y con ellos, ingresar unos 40.000 millones de euros, algo menos de la mitad que en 2019. El sector turístico es algo menos optimista y espera 42,5 millones de turistas extranjeros, según la última estimación de Exceltur. Y que mejore más el turismo nacional (alcanzando un 90% de la ocupación de 2019), para cerrar el año 2021 con una facturación total del sector turístico de 81.080 millones de euros, algo menos de la mitad de la facturación del sector turístico en 2019 (154.487 millones). La mitad de negocio turístico habitual este año, tras un año 2020 nefasto (53.000 millones facturados), con el objetivo de recuperar el turismo del pasado en 2022.
Mientras el sector turístico cruza los dedos, para que avance la vacunación y no haya una 5ª ola de contagios, todo apunta a que será un verano de playas y hoteles llenos en la costa, con más españoles que extranjeros, también en Canarias y Baleares. El riesgo es que, tras un año largo perdido, el sector quiera resarcirse de golpe, con fuertes subidas de precios y un deterioro en la calidad del servicio (reduciendo contrataciones al máximo, por lo que pueda pasar). Si los turistas (extranjeros y nacionales) notan que se disparan los precios, para compensar las pérdidas de estos meses, el resultado puede ser la búsqueda de otros destinos o el recorte de gastos (con un aumento del turismo de apartamentos). Ojo al abuso.
Mientras se inicia la temporada, el sector turístico pide al Gobierno acelerar las ayudas directas a hoteles, bares y restaurantes (7.000 millones), que se aprobaron en marzo y que no llegarán a las autonomías hasta junio, por la complejidad burocrática, según Exceltur. Y que se refuerce más la campaña de promoción turística de Turespaña, iniciada en mayo en todo el mundo con el eslogan “Te mereces España”. Además, las empresas del sector turístico piden al Gobierno que extienda los ERTEs hasta diciembre de 2021, a pesar de que mejore el sector, y que se apruebe el sistema de “ERTEs estructurales” de cara al futuro, para que los ajustes y vaivenes del sector no supongan pérdidas de empleo.
Pero además, el sector turístico reitera ahora su petición de antes de la pandemia: hay que reconvertir la oferta turística española. La propia patronal turística reconoce que una parte de los destinos turísticos de litoral se han quedado obsoletos, concretamente el 8,5% de los activos turísticos (y el 8,8% del empleo), según Exceltur. Eso se traduce en que 1,7 de cada 20 negocios turísticos, “las grandes fábricas del turismo de sol y playa”, tienen problemas de fondo para seguir compitiendo, necesitan ser reconvertidos y modernizados, para lo que piden créditos y ayudas públicas, españolas y europeas.
Precisamente, el Plan de recuperación presentado por España a Bruselas incluye un programa (el 8º con más inversiones) para la “modernización y competitividad del sector turístico”, con objeto de aprovechar la actual crisis para poner en marcha inversiones y medidas que aseguren el futuro de la primera industria española. El Plan de recuperación contempla 3.400 millones de inversiones europeas para “aumentar la competitividad y resiliencia del sector turístico”, actuando en tres frentes: la transformación digital de los destinos y empresas turísticas, la puesta en marcha de planes específicos de futuro en zonas muy dependientes del turismo (como Baleares y Canarias) y un impulso y mejora de la competitividad, centrado en el desarrollo del producto turístico “Spain”. Se trata de modernizar y asegurar el futuro del sector, con inversiones que crearán 100.000 empleos adicionales. Pero además, el resto de inversiones del Plan de recuperación (en formación, infraestructuras, digitalización y economía verde) tendrán un efecto colateral en la recuperación y modernización del turismo, con un impacto estimado de 44.000 millones de euros en 3 años.
Al final, la pandemia ha desvelado las vulnerabilidades de nuestra economía y también del turismo, nuestra primera industria. Y el Plan de recuperación y los Fondos europeos pueden ser la oportunidad para modernizar el país y también nuestra oferta turística, para asegurar su futuro a medio plazo. Se trata de cuidar a “la gallina de los huevos de oro”, para que siga aportando riqueza y empleo. Y de paso, deberíamos aprovechar para cambiar nuestro modelo económico y no depender tanto del turismo. Intentar asentar el futuro del país sobre otras actividades, no conformarnos con ser la playa y el hotel de Europa.
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