jueves, 19 de noviembre de 2020

Los robots nos quitarán la mitad del trabajo


La pandemia ha destruido ya 800.000 empleos en España, pero lo peor es que está acelerando la revolución tecnológica y la automatización del trabajo, con lo que se perderán muchos más a medio plazo. El Foro Económico Mundial  lanza una alerta: en 2025, casi la mitad del empleo existente (47%) será para las máquinas, que ahora sólo sustituyen un tercio de los empleos. Y los trabajos que queden, serán muy diferentes a los actuales, lo que obliga a preparar desde ya un reciclaje profesional de los trabajadores y renovar la educación de los jóvenes, priorizando la gestión de datos, la inteligencia artificial, los algoritmos, el Internet de las cosas y la automatización. Hay que apostar por la Ciencia y la digitalización, dos de los destinos de los Fondos europeos. No podemos perder el tren de esta 4ª revolución industrial, que va a trastocar el trabajo de todos. Hay que reciclarse como trabajadores, como empresas y como país. No podemos perder el futuro.

La revolución tecnológica es uno de los tres grandes retos del siglo XXI, junto al cambio climático y el envejecimiento de la población. Ahora estamos en los albores de la Cuarta Revolución Industrial (ver vídeo) que madurará a mediados de este siglo, basada en la combinación de máquinas y procesos digitales a través del Internet de las cosas. Es lo que se llama también Industria 4.0 (ver el clásico libro de Klaus Schwab). No se trata sólo de incorporar máquinas a los procesos productivos (los robots llevan ya décadas entre nosotros). Lo novedoso es combinar nuevas herramientas que están despuntando en los últimos años: procesos digitales, análisis de datos, sensores, tecnología digital, robots, comunicaciones, biotecnología, nanotecnología, drones, impresoras 4D, Internet de las cosas, redes y, sobre todo, inteligencia artificial (que las máquinas puedan “pensar” y comportarse como humanos y hasta mejor).Todo ello, interrelacionado, podría crear redes inteligentes que dirigirán los procesos y se controlarán a sí mismas, con una mínima intervención humana.

Puede parecer “ciencia ficción”, pero cada día se logran nuevos avances que demuestran que esta Cuarta Revolución Industrial (como las tres anteriores, en los siglos XVIII, XIX y XX) es imparable. Y va a revolucionar el empleo en todo el mundo. Ya en 2018, un informe de BBVA Research y la Universidad de Valencia (Ivie) advertía que están en riesgo el 36% de los empleos en España, casi 7 millones. El estudio señalaba los sectores más vulnerables a la sustitución de trabajadores por procesos digitales mecanizados: trabajos administrativos, ventas y servicios, transportes, agricultura, industria, comercio, hostelería, finanzas e inmobiliarias. Y los que menos empleo perderán son educación, sanidad, servicios sociales, energía, las TIC y las actividades científico-técnicas, además de la Administración pública. Y en cuanto a los trabajadores más vulnerables, el estudio señala los asalariados peor formados con tareas rutinarias y los que no dominan las nuevas tecnologías y el teletrabajo, junto a mujeres, inmigrantes y mayores de 55 años, más los que trabajan en pymes.

En 2019, un estudio de la OCDE incidía en este problema del empleo, advirtiendo que un 14% del empleo está en riesgo de automatizarse, sólo en los 36 paises de la organización, con una horquilla que va del 6% (Noruega) al 34% (Eslovaquia). Y ya nos alertaban de que España es uno de los paises que va a perder más empleo con la automatización, un 21,7%, siendo sólo superado en la OCDE por Grecia, Eslovenia y Eslovaquia. Y además de ese 14% de empleo que se perderá (21,7% en España), hay otro 32% del empleo en la OCDE (y un 32,2% en España)  que sufrirá “una transformación radical”. En definitiva,  la OCDE nos advertía que más de la mitad del empleo en España (53,9%) está en riesgo de desaparecer o cambiar drásticamente por la revolución tecnológica.

Y ahora, con la pandemia, estos riesgos se han agravado, porque los paises y las empresas han acelerado sus procesos de automatización y digitalización del trabajo, según destaca el estudio “The Future of Jobs Report 2020”, publicado en octubre por el Foro Económico Mundial. Según su Encuesta a 300 empresas de todo el mundo, el 50% de las compañías han acelerado la automatización del trabajo con el coronavirus y el 80% anuncian que van a ampliar la digitalización en sus procesos productivos. Y en España, aseguran, el cambio ha sido aún mayor: un 64,3% de las empresas han aumentado la automatización del trabajo con la pandemia y el 92,9% de los consultados van a acelerar la digitalización de sus procesos. Esto provocará, según el Foro, que “algunos trabajos perdidos en la pandemia no vuelvan a ofrecerse” y que los que se mantengan en el futuro “requieran nuevas habilidades y nuevas formas de trabajar”. Que “la futura normalidad” llegue con otro tipo de trabajos.

Esta aceleración de la automatización y digitalización, por la pandemia, trastocará el mapa del empleo en el mundo, según este prestigioso estudio del Foro Económico Mundial: en 2025, casi la mitad del empleo (47%) será para las máquinas y sólo el 53% para los humanos, que hoy tienen dos tercios del empleo (67%) frente a un tercio las máquinas (33%). Y además de cambiar el reparto del trabajo entre humanos y máquinas, se ralentizará la creación de empleo en 2025, porque el 43% de las empresas reducirán su plantilla, debido a la mayor incorporación de tecnología y digitalización en sus procesos de producción.

En conjunto, el Foro estima que 85 millones de trabajos actuales desaparecerán para 2025 y se crearán 97 millones de trabajos nuevos, que tendrán que adaptarse a una nueva “división del trabajo” entre humanos, máquinas y algoritmos. La previsión es que en esta próxima década (2021-2030), los nuevos empleos serán ocupaciones nuevas (trabajos que no existen hoy) o trabajos actuales que van a cambiar drásticamente, incorporando nuevas habilidades. El estudio señalalos empleos del mañana”: gestión de datos (“Big Data”), “Cloud Computing” (computación y servicios en la nube) y Comercio electrónico, Inteligencia Artificial, desarrollo y manejo de robots, gestión de algoritmos, economía ecológica, nuevas funciones de ingeniería y desarrollo de productos, destacando también los expertos en el Internet de las cosas, en “FinTech” (tecnología y finanzas), Project Managers (dirección de proyectos)  y trabajadores para montaje y fabricación.

Este informe sobre el futuro del empleo recalca que el 40% de las competencias que tienen hoy los trabajadores no valdrán dentro de unos años y casi todo el mundo tendrá que reciclarse y apostar por las 4 habilidades que serán las más demandadas en 2025: capacidad de resolución de problemas (pensamiento crítico e innovación, capacidad de análisis, iniciativa y originalidad), autogestión (aprendizaje activo e inteligencia emocional), trabajo en equipo (liderazgo e influencia social) y uso de la tecnología (control, programación y diseño tecnológico).  Esto forzará a más de la mitad de los trabajadores que logren mantener su empleo en 2025 a realizar cursos de formación y reciclaje, mientras un 75% de las empresas apostarán por su recualificación (hoy sólo el 42%).

Todo este cambio drástico en los empleos y la cualificación para mantenerlos provocará una mayor desigualdad laboral para 2025, según este informe del Foro Económico Mundial. Y eso, por dos impactos. Uno, el de la pandemia, que agravará la situación laboral de los trabajadores más precarios y menos formados. Y el otro, más preocupante, el impacto de las nuevas tecnologías, la automatización y la digitalización, que dejará atrás a los trabajadores más vulnerables, provocando incluso  migraciones laborales de unos paises a otros, hacia las regiones y ciudades líderes de la Economía 4.0: China y parte de Asia, Estados Unidos y nuevos paises emergentes (ya hoy, 9 de las 15 ciudades económicamente más importantes del mundo están en China y sólo 1 en Europa, Londres).

Un inciso sobre el “darwinismo tecnológico” que puede provocar esta Cuarta Revolución Industrial: en unos años, puede crecer el número de trabajadores tecnológicamente inadaptados, que sean sustituidos por máquinas y no consigan reciclarse. Será “la clase inútil”, como les llama Yavul Noah Harari (el autor del extraordinario libro “Sapiens”) en su segundo libro sobre el futuro de la humanidad, “Homo Deus”, donde anticipa el problema futuro de unas élites humanas (incluso mejoradas genéticamente y con aditamentos digitales incorporados) que dominarán sobre la gran masa de la población y las instituciones económicas y políticas. Y plantea una cuestión clave: qué ocurrirá con los humanos cuando manden los algoritmos y grandes redes inteligentes controlen la economía y nuestras vidas.

Mientras esto llega o no (la mayoría no lo veremos), resulta más importante y urgente afrontar lo más inmediato, esa pérdida de entre un tercio y la mitad de los actuales empleos en la próxima década, que será más dura en España, porque estamos “en el pelotón de cola” de la Industria 4.0, junto a Italia, Portugal, Polonia, Estonia, Croacia y Bulgaria, según un informe de la Comisión Europea. Y la OCDE critica que en España falten iniciativas de empresas punteras en economía digital, automatización e inteligencia artificial, por falta de apoyo público y de inversión privada (“capital riesgo”), como se da en EEUU, Asia y parte de Europa. Y además, el informe de BBVA Research e Ivie alerta sobre otra limitación: un tercio de los jóvenes españoles “no están preparados para los retos de la transformación digital”.

La pandemia nos ha hecho ver con más claridad lo vulnerables que somos ante el reto del teletrabajo y la digitalización. Y ahora, como señala el informe del Foro, va a acelerar los cambios en el mercado de trabajo, obligando al reciclaje de trabajadores y empresas. Eso exigiría crear una Comisión oficial para estudiar y preparar los cambios, como hizo el Reino Unido. Mientras, el Gobierno ha aprobado un Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, presentado en octubre, que pretende modernizar España, digitalizando la economía y apostando por la inteligencia artificial, la conectividad, la tecnología y la innovación, destinando a ello una quinta parte de los Fondos europeos en los próximos 4 años. Y en paralelo, el Gobierno envió al Congreso, en septiembre, la Estrategia española de Ciencia, Tecnología e Innovación, para duplicar en los próximos 7 años los recursos públicos y privados para la Ciencia (I+D+i), que pasarán del 1,2% sobre el PIB actual al 2,12% en 2027, en línea con el gasto europeo hoy  (2% del PIB).

Estos dos Planes son un principio para apostar por la digitalización y la innovación tecnológica que tanto necesitamos para afrontar el futuro. Pero hace falta mantener el esfuerzo y que, pasada la pandemia, las empresas y los Presupuestos sigan apostando por la revolución tecnológica y la Economía 4.0. Pero falta reciclar el país, adaptarnos todos a esa Cuarta Revolución Industrial. Y eso exige actuar en tres frentes. Primero, el educativo: hay que apostar por la Formación Profesional (FP) y reformar la enseñanza universitaria, para introducir los nuevos conocimientos en los planes de estudio y formar a los jóvenes para los empleos que se van a necesitar dentro de una década. Segundo, el frente laboral: hay que adaptar la legislación a los nuevos empleos, regulando los trabajos de las futuras plataformas de Internet y el aumento de la automatización (quizás, obligando a los robots a cotizar). Y en tercer lugar, hay que prepararse para ayudar a los que se queden atrás, a los “analfabetos tecnológicos”, con formación y reciclaje, sin olvidar subsidios a los no recuperables.

Si algo va a cambiar a fondo en pocos años será el trabajo: la mayoría de los futuros empleos no existen hoy y hay que tener capacidad para detectarlos y prepararse, cambiando a fondo la educación y la formación, la organización en las empresas y la adaptación a los cambios. No será fácil, pero hace falta que Gobiernos, patronal y sindicatos se anticipen y también el mundo educativo, los jóvenes y los trabajadores. El futuro asusta, pero más si no tratamos de anticiparnos: hay que reciclarse, como trabajadores, empresas y país. No podemos perder el tren de esta Cuarta Revolución Industrial, como perdimos las tres anteriores. Ahora tenemos la ventaja de no estar solos, de estar en el tren europeo, que intenta no quedarse atrás respecto a Asia y EEUU. Pongámonos a ello. Nos jugamos el futuro.

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