Este curso, 862.000 jóvenes estudian Formación Profesional (FP), casi el doble de alumnos que hace doce años. Son ya 5 años con más jóvenes estudiando FP que Bachillerato, mientras un 15% de universitarios se han pasado a FP. La razón es simple: un 70% de los que estudian Formación Profesional encuentran trabajo y las empresas les ofrecen ya más empleos que a los universitarios. Pero, a pesar del salto, España está a la cola de la FP en Europa. Y además, sólo un 3% de alumnos siguen la FP dual (estudios y prácticas en empresas), que en Alemania siguen el 75% de los jóvenes que estudian FP, lo que explica que su paro juvenil sea del 5,7% y el nuestro del 32%. Urge incluir la FP en un imprescindible Pacto educativo y dotar a esta enseñanza de más recursos, más Centros (faltan 250.000 plazas), más profesores y más empresas para hacer prácticas. Y, sobre todo, “prestigiar” socialmente a la FP, la enseñanza que consigue trabajo.
En España, la Formación Profesional (FP) se ha considerado siempre como “una enseñanza de segunda clase”, la que estudiaban “los más torpes” y los que necesitaban llevar pronto un sueldo a casa. Y el sueño de todos los padres era “tener un hijo universitario”. El resultado es que tenemos más universitarios que Europa (un 37,3% de los adultos, frente al 35,6% en la UE-23), aunque eso no evita que tengamos más del doble de paro juvenil (32,2% frente al 14,2% en la UE-28) y que uno de cada tres universitarios (el 37,6%) estén subempleados, trabajan en empleos para los que están sobrecualificados. Y mientras, estamos a la cola de Europa en Formación Profesional, la enseñanza con la que los jóvenes encuentran más empleo: sólo la estudiaban (2017) el 12% de los jóvenes españoles (15-19 años), frente al 29% en Europa y el 25% en la OCDE, un 43% en Austria, un 42% en Italia, un 30% en Finlandia, un 23% en Francia, un 22% en Reino Unido o un 17% en Alemania, según la OCDE.
Con la crisis de 2008, la situación empezó a cambiar y muchos jóvenes eligieron estudiar FP en vez de seguir con Bachillerato y luego con una carrera universitaria. Era más corto, más barato y, sobre todo, parecía que en la FP había más empleo. El cambio se ha ido consolidando en la última década y los alumnos de FP casi se han duplicado, pasando de 462.492 matriculados en 2007-2008 a los 861.906 alumnos que estudian FP este curso 2019-2020 (23.142 más que el curso pasado), según los datos de Educación. El despegue se dio sobre todo en el curso 2012-2013 (666.047 alumnos de FP) y con este son ya cinco cursos en los que hay más jóvenes estudiando FP que Bachillerato (672.524 alumnos en el curso 2019-20).
La Formación Profesional tiene tres grados: la FP Básica (74.947 alumnos este curso), que se estudia a partir de los 15 años (2 cursos) y que se inventó la LOMCE de Rajoy en 2013 para reducir el abandono escolar y “embolsar” ahí a los alumnos con problemas en la ESO, la FP de Grado Medio (358.657 alumnos este curso), que se estudia al terminar la ESO (a los 16 años, 2 cursos) y la FP de Grado Superior (428.302 alumnos este curso), que se estudia al final de la FP de Grado medio o del Bachillerato (a los 18 años, otros 2 cursos) y que es la que más está creciendo, porque cada vez hay más jóvenes que escogen esta vía en vez de la Universidad y porque también la escogen licenciados: entre un 10 y un 15% de los alumnos matriculados en FP de Grado Superior son universitarios que han abandonado una carrera o la han terminado y quieren estudiar FP para conseguir mejor prácticas en una empresa y un posterior empleo, según la Asociación FP Empresa.
En la Formación Profesional, tiene un mayor peso la enseñanza pública (71,7% alumnos estudian en centros públicos, frente al 67,1% en todas las enseñanzas) y menos la concertada (16% alumnos FP frente al 25,5% de alumnos en toda la enseñanza no universitaria), aunque destaca la FP privada (12,3% de alumnos, frente a sólo el 7,4% en toda la enseñanza), que gana a la FP concertada en alumnos de FP Grado Superior. Donde tiene más peso relativo la FP es en el País Vasco (un modelo), Galicia, Canarias, Castilla León y Castilla la Mancha, aunque en número de alumnos lideran Andalucía (18,2%), Cataluña (15,8%), Comunidad Valenciana (12,5%) y Madrid (10,9%). Hay más chicos (56%) que chicas (44%) estudiando FP y ellos se matriculan más en Informática, Transporte y Mantenimiento de Vehículos, Electricidad y Electrónica, Comercio y Marketing y Actividades Deportivas, mientras ellas eligen estudiar Sanidad, Servicios socioculturales y a la Comunidad, Administración y Gestión y Turismo y Hostelería, según los datos de Educación.
El salto en la Formación Profesional va a seguir porque los jóvenes españoles ven en su entorno que hay más trabajo estudiando FP que con Bachillerato o una carrera. Y los datos lo corroboran. Por un lado, la tasa de paro entre los jóvenes con FP de Grado Superior es sólo del 7,5%, frente al 12% entre los universitarios y el 32% entre los jóvenes en general, según los datos de Educación. Y el grado de empleabilidad de los recién graduados en FP es del 70% en España (79,5% en la UE) frente al 63% de los que tienen una titulación general, según señala el último Monitor de la Educación publicado por la Comisión Europea en octubre. Y algo más concreto: en 2018, por primera vez, las empresas españolas hicieron más ofertas de empleo a los titulados de FP (el 42,6%) que a los titulados universitarios (38,5%), según un reciente informe de Infoempleo y Adecco. La áreas con más ofertas de empleo fueron Administración y Gestión, Electrónica e Informática, Fabricación mecánica, Informática y Comunicaciones e Instalación y Mantenimiento, cinco especialidades que se reparten el 36% de las ofertas de trabajo, de industrias, hostelería y turismo, informática y construcción.
Otra ventaja de la Formación Profesional, además de que asegura más trabajo, es que resulta una enseñanza más corta (2 años de FP Grado Superior frente a 4 años de un Grado, más los Másteres) y más barata que la universitaria, para las familias y también para el país. Así, se estima que el coste de un alumno de FP Superior es de 13.000 euros (6.500 por 2 años), la tercera parte del coste de formar a un universitario (6.500 euros por 6 años de media entre repeticiones y másteres), con lo que un alumno universitario cuesta al Estado 26.000 euros más que uno de FP Superior, según un estudio realizado por el IEF y Bankia. Y además de este ahorro, el joven con FP empieza a trabajar (y a cotizar) antes.
Cara al futuro, el crecimiento de alumnos en Formación Profesional va a seguir, porque en el futuro las empresas requerirán aún más esta formación. De hecho, para 2030, del total de nuevos empleos que se demandarán, un 65% serán titulaciones medias de FP y el otro 35% titulaciones altas, de FP Grado Superior y Universidad, según el estudio Skills Forecast, elaborado por la agencia Cedefop, de la Unión Europea. Así que, dentro de una década, España necesitará tener más jóvenes con estudios de FP que universitarios, justo lo contrario de lo que pasa ahora: este curso 2019-2020 se han matriculado 1,6 millones de jóvenes en la Universidad y la cuarta parte, 428.302 alumnos, en FP Superior.
A pesar del gran salto en la FP, que casi ha duplicado sus alumnos en los últimos 12 años, queda mucho por hacer, ya que estamos muy retrasados frente a Europa. No es sólo que haya pocos jóvenes (15 a 19 años) que estudian FP: un 12% en España frente al 29% en Europa. Es que después, cuando los jóvenes se gradúan en Secundaria (a los 18 años), 2 de cada 3 lo hacen en Bachillerato y sólo 1 de cada 3 se gradúan en FP de Grado Medio, la formación con más futuro laboral en 2030, según la OCDE. Este 33,3% de titulados en FP de Grado Medio está a la cola de Europa (UE-23), donde se gradúan en FP de Grado Medio el 46,3% de los que acaban Secundaria, un porcentaje que llega al 76,8% en Austria, al 62,6% en Reino Unido, al 58,1% en Italia y al 44,3% en Alemania, según la OCDE. Y luego, como hemos visto, entre los estudiantes mayores de 18 años, hay en España 1 estudiante de FP de Grado Superior por cada 4 Universitarios, muchos menos que en Europa.
Otro problema que tenemos es el escaso peso en España de la Formación Profesional Dual, una nueva modalidad de FP, implantada por primera vez en el curso 2013-14. Combina el estudio en los Centros con prácticas remuneradas en empresas (un mínimo del 33% del tiempo), a diferencia del resto de la enseñanza de FP, que sólo incluye 3 meses de prácticas en empresas al final del ciclo educativo. En España, la FP dual sólo la cursan el 3% de los alumnos de FP, cuando en Centro Europa cursan esta modalidad entre el 40 y el 70% de los alumnos de FP y en Alemania llega al 75%: jóvenes que estudian 3 años de FP Dual en Centros y empresas, con un sueldo de 875 euros. Una formación muy efectiva, porque el 68% se quedan a trabajar en la empresa donde se forman.
En España, la FP dual no sólo tiene un escaso peso sino que, además, ha caído en el último curso del que el Ministerio de Educación publica datos: pasó de tener 23.973 alumnos, 854 Centros y 10.081 empresas en el curso 2016-2017 a 20.719 alumnos, 803 Centros y 10.156 empresas en el curso 2017-2018. ¿Qué está fallado? Varias cosas. Por un lado, los Centros de FP públicos no tienen medios (profesores, instalaciones y presupuesto) para impartir este tipo de enseñanza (sólo la ofrecen 803 Centros de los 2.600 Centros que imparten FP). Y por otro, sólo algunas empresas (las grandes, no la mayoría de las pymes) aceptan participar en esta enseñanza, que les exige poner un tutor al alumno y en algunos casos (depende de las autonomías) pagarle un sueldo ligado al salario mínimo (según las horas que trabaje). Además, los sindicatos se quejan de que muchas empresas utilizan la FP dual para “seleccionar” a los mejores alumnos de FP (pocos) y conseguir mano de obra barata.
Cara al futuro, el reto de la FP en España es llegar a más alumnos y multiplicar el peso de la FP dual, que es la que asegura más empleo. Para ello, hay que aumentar la oferta de plazas de FP, que faltan en muchas regiones (en Madrid, más de 30.000 alumnos se han quedado sin plaza en FP, según CCOO). De hecho, en España hay 33 plazas por cada 100 alumnos, frente a 60 en Alemania. El objetivo debería ser, según el Ministerio de Educación, crear 300.000 nuevas plazas de FP en los próximos 5 años. Eso implica, según proponen los sindicatos, gastar más en Centros, instalaciones y profesores. Pero no es sólo cuestión de dinero. También hay que renovar la oferta de titulaciones (172 este curso: ver listado), para incluir la formación digital y en nuevas tecnologías que piden las empresas. Y, sobre todo, implicar en la FP dual a más empresas, sobre todo más pymes.
El Gobierno Sánchez presentó en septiembre de 2018 a sindicatos y patronal un Plan Estratégico para la FP, en el que se ha avanzado poco este año al convocarse elecciones. En dicho Plan se contemplan cambios para la FP: incluir 80 nuevos grados (reduciendo de 4 años a 1 el plazo para ponerlos en marcha), integrar más a las empresas en la formación e incluir 12 nuevos Cursos de especialización relacionados con la fabricación inteligente, la digitalización, la ciberseguridad, redes 5G, robótica, drones, vehículos eléctricos, inteligencia artificial, big data y análisis de datos. Además, prometió crear 250.000 plazas de FP, 30.000 ya este curso, triplicando en diciembre pasado el presupuesto para la formación de profesores. Y además de apostar por la FP Dual, el Plan Estratégico pretende incluir el reconocimiento de competencias: el 50% de los españoles tiene una serie de habilidades aprendidas con la experiencia pero sin titulación y la FP les puede permitir convalidarlas.
Los expertos reiteran que potenciar la FP exige dotarla de más flexibilidad en la oferta y facilitar las pasarelas con Bachillerato y la Universidad, para que sean más fáciles los cambios. Además, ex rectores catalanes han propuesto “la modalidad 2+2”: permitir a los que hayan cursado FP de Grado Superior (2 años) que puedan obtener después un título universitario de Grado cursando sólo 2 años en la Universidad. Serían “licenciados FP”, con formación y prácticas, un universitario mucho más atractivo para las empresas que el licenciado a secas.
Los Centros educativos y los sindicatos piden además que exista una normativa única de FP en toda España y no 17 modelos distintos como ahora. Que el Gobierno central regule cuestiones claves de la FP dual, como la obligación de las empresas de nombrar un tutor que supervise las prácticas del estudiante y su remuneración, que depende de las autonomías: en Cataluña es obligatorio pagarles según las horas trabajadas y en Andalucía no. Un ejemplo para toda España es el modelo de FP en Euskadi, que en su día implantó la actual ministra de Educación en funciones, Isabel Celáa, gran defensora de la FP.
En definitiva, nos jugamos el empleo del futuro con la FP y eso exige potenciarla al máximo, prestigiar la Formación Profesional entre los jóvenes, sus familias y los docentes. Y contar con más recursos, más Centros y más oferta de títulos, ligados a lo que necesiten las empresas. Es clave incluir la Formación Profesional en el gran Pacto educativo que necesita España con urgencia. Una prioridad para salvar el empleo de los jóvenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario