jueves, 30 de abril de 2020

1º de mayo confinados: reflexionemos


Mañana se celebra el 1º de mayo y por primera vez en 134 años no habrá manifestaciones, porque estamos confinados en casa por el coronavirus. Pero podemos aprovechar la cuarentena para reflexionar sobre lo que nos está pasando. Por ejemplo, sobre que España sea el país europeo donde más va a subir el paro por el coronavirus, debido a que somos un país de servicios (sobre todo turismo) y a que 1 de cada 4 trabajadores tienen un empleo temporal, los más vulnerables cuando vienen mal dadas. O sobre los recortes recientes, más en España que en otros paises, que han deteriorado seriamente nuestra sanidad y servicios públicos, tan necesarios ahora. O sobre el abandono tecnológico de España y sus empresas, que hace que ahora el teletrabajo sea simbólico. O sobre la tremenda desigualdad que teníamos y que lleva ahora a muchas familias a Cáritas y a la pobreza. O sobre los jóvenes, una generación aplastada ya por 2 crisis. Lean y reflexionemos juntos. Tenemos tiempo.

enrique ortega

Este 1º de mayo de 2020 está marcado, como todo por el coronavirus. Y por el hecho de que España sea el país europeo con más contagios y el 2º con más muertos, tras Italia, fruto de un retraso en la adopción de medidas de confinamiento, un mayor tráfico internacional de pasajeros, una mayor cercanía social y familiar que en la Europa del norte, una sanidad con menos medios preventivos y asistenciales (a mediados de enero, un hospital de Berlín ya desarrolló el primer test de detección del coronavirus, utilizado luego por toda Alemania), más un altísimo envejecimiento de la población,  que ha concentrado el 86,5% de las muertes en los mayores de 70 años (ojo: dos tercios de los muertos han sido en residencias de ancianos) . Esto más o menos lo sabíamos, pero quizás no que el coronavirus se ha cebado también más sobre nuestra economía y empleo que sobre otros paises europeos, incluida Italia. 


El efecto del coronavirus sobre las economías europeas no va a ser tan desigual, ya que el FMI estima una recesión del -7,5% este año en el PIB de la zona euro, una caída que sólo será algo superior en Italia (-9,1%), España y Portugal (-8% ambos) y Grecia (-10%), con todo cercana al -7,2% que caerá la economía de Francia o el -7% que caerá la potente economía alemana (y -6,5% el Reino Unido). De momento, caemos más, como se ha visto ya este primer trimestre: el PIB de España cayó un -5,2%, superior  a la caída anunciada hoy en Italia (-4,7%) y menor que la caída en Francia (-5,8%), aunque más que la caída producida ya en la Unión Europea (-3,5) y la zona euro (-3,8%), según los datos publicados hoy por Eurostat.


Lo más llamativo de la pandemia es su desigual repercusión sobre el empleo en Europa. Ya en el primer mes de confinamiento, en marzo de 2020, el aumento del desempleo ha sido muy desigual por paises, siendo España el país europeo donde más ha aumentado el paro : +0,9% (del 13,6% en febrero al 14,5% en marzo), muy por encima de la media europea (+ 0,1%: del 6,5 al 6,6%) y de la zona euro (del 7,3 al 7,4%), más que en Italia (cayó un -0,9%: del 9,3% al 8,4%) y bastante más que en Francia (+0,5%: del 7,9%  al  8,4%), Alemania (+0,1%: del 3,4% al 3,5%), Holanda (estabilizado en el 2,9%) o Austria (también se mantiene estable, en el 4,5%), según publica hoy Eurostat. Y la previsión del FMI es que España alcance el 20,8% de paro a finales de 2020: tendremos 4.817.030 parados, 1.625.130 más que a principios de año. Tendríamos 2,3 veces más parados nuevos que Italia  (+681.858), el triple que Francia (+555.674 parados en 2020) y 5 veces más parados nuevos que Alemania (+297.000 parados este año). Y lo peor, según el FMI, es que en 2021, a pesar del crecimiento esperado (+4,3% del PIB) no recuperaríamos el empleo ni la tasa de paro de antes del coronavirus (paro del 17,5%, frente al 14,1% en 2019). 


Aquí está la primera reflexión para este 1º de mayo: ¿por qué el coronavirus nos hace perder más empleo que al resto de Europa? La respuesta es variada y compleja. Primero, por el modelo económico español, basado sobre todo en los servicios, en el turismo, el sector más dañado por el cierre de fronteras, líneas aéreas, hoteles, bares, restaurantes y comercios. No es sólo que España sea la 2ª potencia turística del mundo (83,7 millones de turistas), detrás de Francia (89 millones), sino que el peso del turismo en el empleo es muy superior al resto de paises: supone el 12,3% del empleo total, frente al 7,3% en Francia, el 10,3% en Italia, el 8,4% en Alemania o el 9,4% de media en Europa, siendo sólo superado por Grecia (23,9% del empleo total), según Eurostat. La segunda razón hay que buscarla en la estructura empresarial: en España hay un mayor peso de las pymes (98,98% de las empresas) y un menor peso de las medianas y grandes empresas, que son las que pueden aguantar mejor una crisis como la del coronavirus. Sobre todo si tienen más tecnología, la tercera causa de nuestra mayor caída: el país y las empresas gastan menos en tecnología y apenas están preparadas para el comercio digital y el teletrabajo, claves para sobrevivir al confinamiento.


Pero hay una cuarta razón, la fundamental, para explicar que el coronavirus nos provoque más paro: tenemos un empleo muy precario, muy vulnerable cuando vienen “mal dadas”. En España, el 26,2% de los empleos son temporales (más de 1 de cada 4 asalariados), casi el doble que en Europa (14,8% en la UE-28 y 15,7% en la zona euro), muy por encima del empleo temporal en Italia (17,3%), Francia (16,2%), Alemania (12,3%), Holanda (19,2%), Austria (8,1%) e incluso Portugal (20,4%) o Grecia (12,4%), según Eurostat. Y ahora nos ha pasado una dura factura: de los 900.000 despidos contabilizados entre el 14 y el 31 de marzo (no los empleos perdidos  temporalmente en los ERTEs), el 75% eran trabajadores con un empleo temporal, por días, semanas o meses, a lo que “no se les ha renovado” su contrato.


Esta temporalidad desbordada, que denunciaban la Comisión Europea, la OCDE y el FMI, nos ha pasado ahora una factura de paro más abultada que al resto. Y además, es una factura desigual: se ha cebado más en los servicios (turismo, hostelería y comercio son los sectores con más porcentaje de temporales), en las mujeres (27,4% tienen contrato temporal (25% los hombres) y, sobre todo, los jóvenes (56,78% de los que tienen entre 16 y 29 años tienen un contrato temporal), los que más han sufrido los despidos por el coronavirus. Y también los que tienen un contrato a tiempo parcial, por horas: el 23,83% de las mujeres (frente al 7,04% de los hombres) y el 24,26% de los jóvenes. Los que han tenido más fácil perder su empleo.


Y esta mayor precariedad laboral, arrastra otro problema: conlleva salarios más bajos y por lo tanto una menor capacidad para sobrevivir en una pandemia como ésta. El sueldo de los trabajadores temporales es un 32% más bajo (17.033 euros anuales) que el de los fijos (25.084). Y el sueldo de los trabajadores a tiempo parcial (10.684 euros anuales) es un 60,9% inferior al de un trabajador a tiempo completo (27.348 euros), según la Encuesta de Salarios del INE. Y los sueldos en la hostelería (15.540 euros) o el comercio (20.608), dos sectores muy castigados por la emergencia económica del coronavirus, son mucho menores que en la energía (52.114) o la industria (27.214 euros anuales). Sin olvidar que España tiene un 13% de trabajadores pobres (2,2 millones), más que la media europea (9,5%), según la OIT, un colectivo que ahora lo está pasando muy mal, acudiendo más a Caritas y Cruz Roja.


Y paso a la 2ª reflexión para este 1º de mayo: ¿qué va a pasar en el mercado laboral después del coronavirus? Si ya antes teníamos un problema muy serio de precariedad, y  salarios bajos (el salario por hora en España, 21,5 euros, es el más bajo de los grandes paises europeos: 26,9 euros/hora en la UE-27, 35,9 euros en Francia, 34,6 euros en Alemania y 28,2 euros en Italia, según Eurostat), en los próximos meses, la situación laboral no va a ser fácil, ni para los parados (casi 5 millones, que tendrán más difícil encontrar un trabajo y menos fijo,  en unas empresas muy dañadas) ni para los que consigan mantener su empleo tras salir del ERTE (4 millones de trabajadores). Y los que sigan trabajando, tendrán difícil que les suban el sueldo: ya será bastante que no se lo bajen. De hecho, entre enero y marzo, las subidas de los convenios firmados han sido del +1,97%, por debajo del 2,28% en 2019.


Paso a la 3ª reflexión: esta precaria situación de emergencia económica debería ser temporal y forzar un pacto de reconstrucción nacional para salir del túnel del coronavirus. Por un lado, los políticos deberían alcanzar un Pacto político, para reconstruir sectores, empresas y empleos, sin ahorrar en medios. Y en paralelo, sindicatos y patronal han de alcanzar un Pacto social, para colaborar en la salida de la crisis, repartiendo costes (salarios y beneficios) para mantener el máximo empleo. Y a medio plazo, acordar una reforma laboral, para conseguir empleos más estables. Hay que acabar de una vez con la existencia de 2 tipos de trabajadores, los fijos y los temporales, el origen de tanta desigualdad en España y de que ahora suframos más que nadie esta pandemia


Y una 4ª reflexión: hay que recuperar a nuestros jóvenes. Los que tienen entre 20 y 35 años, han sufrido ya dos crisis muy duras, que pueden hundir su ánimo y su futuro si no acordamos un Plan de choque para darles esperanza. Ya en la gran recesión de 2008, los jóvenes fueron los paganos de la crisis, según detallaba un informe del Banco de España: sus ingresos cayeron un -18% desde 2011, mientras los de sus padres se estabilizaban o caían un poco y los de sus abuelos subían un +18%. Y no sólo trabajan pocos jóvenes (el 42,4% frente al 64,7% del conjunto de españoles), sino que casi la mitad (el 48%) están subempleados, según la OIT: o no buscan trabajo (ni estudian) o están parados o están sobrecapacitados, con contratos basura que nada tienen que ver con lo que estudiaron (el 37,6% de los universitarios, frente al 23,4% en Europa, según la Fundación CYC). Al final, sólo consiguen un sueldo neto de 15.500 euros netos anuales, según el Consejo de la Juventud, con el que malviven y no pueden emanciparse (el 81% viven con sus padres). Un negro panorama para una generación que se va a oscurecer más con esta pandemia


Al margen de estas reflexiones sobre lo inmediato, otras reflexiones más de fondo. La primera, que esta pandemia ha resaltado la importancia de lo público, el papel clave del Estado frente a los neoconservadores que llevan recortándolo desde los años 80 (Reagan y Thatcher) y más con la austeridad desde 2008. Ahora nos hemos dado cuenta de la importancia de los servicios públicos y la sanidad, muy deterioradas por los drásticos recortes aprobados por Rajoy entre 2012 y 2015. Y, curiosamente, los mismos que defendieron estos recortes son los que piden ahora ayudas a “papá Estado” y se quejan de que no haya medios y camas contra el coronavirus. Está claro que frente al coronavirus no nos salvan “el mercado” ni “la iniciativa privada” sino el Estado. Y que habrá que reforzar la sanidad y los servicios públicos ante posibles emergencias futuras.


Otra 2ª reflexión de fondo es que hemos llegado con una gran desigualdad y pobreza ante esta pandemia: somos una sociedad muy vulnerable (8,5 millones de españoles lo eran, según el último Informe Foessa, de Cáritas) y eso nos hace más débiles frente a cualquier emergencia. Ya lo denuncian Cáritas y Cruz Roja: se han triplicado las peticiones de ayuda, desde comida a ropa y dinero para subsistir, sobre todo en las grandes ciudades. Y hay ya más de 1 millón de familias (1.073.800) con todos sus miembros en paro, según la EPA del primer trimestre de 2020. Necesitamos, cuando salgamos de esta, mejorar el tejido social, reducir la pobreza y las desigualdades y crear una potente asistencia social pública, apoyada en una renta mínima vital, la reinserción profesional y el acceso a una vivienda. Y ligado a esto, hacer un debate sobre los impuestos, quién y cómo los paga para que haya servicios públicos y justicia social.


Una 3ª reflexión de fondo debería ser sobre nuestro comportamiento social, sobre el exceso de individualismo y la necesidad de tener más conciencia de grupo, de colectivo, de país, con la solidaridad que se ha vislumbrado en el confinamiento. Habría que reforzar la sociedad civil, una estructuración mayor de nuestra sociedad, al margen del Estado. Porque antes de  esta crisis, ese movimiento colectivo no existía, al margen de las penosas redes sociales. Y los sindicatos (superados) han fallado a los trabajadores (con poca afiliación), lo mismo las patronales a las empresas (sobre todo a las pymes).


Y planteo otra 4ª reflexión, vital: la importancia de la tecnología. Esta pandemia nos ha pillado con los deberes de la revolución digital sin hacer, tanto a las empresas como a muchos particulares, sin olvidar a la educación, la sanidad y casi todos los sectores. Hemos gastado poco, como país y las empresas, en innovación y tecnología que nos hubiera ayudado en el confinamiento, tanto para mantener un mayor nivel de actividad (digital) como para el teletrabajo, donde estábamos en pañales: a finales de 2019, sólo el 7,9% de los españoles teletrabajaban (1,5 millones). Y aunque, con el confinamiento, muchas empresas y trabajadores “se han puesto las pilas”, tenemos una economía muy limitada para el teletrabajo, por el peso excesivo de los servicios: el 77,7% de los españoles tienen un trabajo básicamente presencial y sólo el 22,3% podrían teletrabajar, según Randstad.


Y una 5ª reflexión más, sobre la necesidad de cambiar el modelo económico mundial. El coronavirus ha puesto en cuestión la globalización y la incongruencia de que el 80% de los antibióticos del mundo se fabriquen en China y fabriquemos el último modelo de coche pero no respiradores. Las economías van a buscar ser más autosuficientes, con un auge de los nacionalismos y del proteccionismo, en perjuicio de los paises pobres. Y cuando el mundo supere el coronavirus, deberá afrontar mejor el reto del cambio climático, donde también nos jugamos la vida. Habrá que repensar el capitalismo y sus instituciones, desde la ONU y la OMS hasta el G-20 o el FMI, que han ayudado poco en esta crisis, donde ha faltado liderazgo internacional (lea este interesante artículo del autor de Sapiens) y ha sobrado individualismo nacionalista. 


Al final, una gran conmoción como esta debería hacernos cambiar a todos, como mundo, como país, como trabajadores y empresas, como familias e individuos. Priorizar lo importante, dar más sentido a nuestras vidas, ser un poco más colectivos y solidarios. Ahora lo tenemos claro, pero el problema es que dentro de unos años, volveremos a las andadas y se nos habrá olvidado esta  catástrofe  (aunque ahora nos parezca imposible). Y no aprenderemos para la siguiente emergencia, como ya pasó antes en las tres grandes pandemias del siglo XX. Ya saben: el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Ojalá me equivoque.

1 comentario:

  1. Ojalá te equivoques, por la cuenta que nos trae... Pero es evidente que la economía española no se va recuperar hasta el 2024 por lo menos...

    ResponderEliminar