Nacieron a finales de los 80 y principios de los 90, en pleno crecimiento, pero se lanzaron a buscar trabajo a partir de 2008, con la crisis. Tienen ahora entre 21 y 26 años, pero su situación es la de los jóvenes de 18 a 30 años. Casi 7 millones de españoles a los que les toca crecer con la mayor crisis de nuestra historia reciente. La mitad están parados y los que trabajan lo hacen en precario y con sueldos ínfimos. Así, no tendrán fácil formar una familia, ni tener hijos, ni una casa. Y cotizar los años necesarios para tener una pensión, más reducida que la de sus padres. Y encima, vivirán más años que el resto de los europeos. No se puede hablar de generación perdida, como el FMI. Hay que pelear por ellos: son nuestro futuro.
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Mientras reparten currículum como tarjetas, los jóvenes parados se plantean qué hacer. Unos, la minoría, ni estudian ni trabajan: son los 645.800 de la generación ni-ni. Otros 636.400 estudian y trabajan. Y la mayoría se plantea si seguir buscando trabajo, estudiar más o salir fuera: un 28% quiere buscar trabajo en el extranjero, ya que hay más que en España y mejor pagado. Los que se quedan, se debaten entre formarse más o no. Somos el país de Europa con más universitarios (23%), pero también hay un 28 % que sólo tienen estudios primarios y un 40% con secundaria. Y tenemos un 30% de abandono escolar, el doble que Europa. Hay una juventud sobreeducada (que rebaja su currículo) y otra sin suficiente formación. Y casi nadie ha sido formado para trabajar, para saber lo que buscan las empresas.
Los jóvenes que finalmente trabajan lo hacen en puestos por debajo de su formación (un 40% en España, frente al 23% en la OCDE), con contratos precarios (56% contratos temporales frente al 41% de media en la UE) y sueldos ínfimos: 8 de cada 10 jóvenes empleados ganan menos de 1.500 euros al mes. Y con la crisis, ser mileurista es un triunfo, ya que están bajando los sueldos (a 600-800 euros y 450 los becarios). Además, como un 25% de los parados no cobra ninguna ayuda, crece la economía sumergida y el empleo aún más precario.
Con este panorama, la generación de la crisis lo tiene muy difícil para formar una familia y tener hijos. De hecho, la tasa de natalidad cayó en 2009, por primera vez en la última década: 1,33 hijos por mujer, frente a una media de 1,8 a 2 hijos en Francia, Gran Bretaña y países nórdicos (y 1,3-1,5 en centro Europa). Por un lado, España dedica menos ayudas a la familia: 0,8% PIB frente al 2-4% de otros países. Y por otro, la mujer es la que más sufre la crisis: más paro, menos salario (-17% sobre los hombres) y más problemas para encontrar trabajo. Y como las empresas (y sus maridos) no ayudan a conciliar, una de cada cuatro mujeres ha acabado dejando su empleo para cuidar a sus hijos.
Con familia o sin ella, la generación de la crisis tiene conseguir una vivienda, sobre todo en propiedad: necesitarían ganar 2.267 euros al mes para pagar una hipoteca media y el alquiler está en una media de 639 euros. En consecuencia, el 54 % de los jóvenes (18-34 años) viven con sus padres y son ya 5.850.000 jóvenes no emancipados. Y entre los nacidos a finales de los ochenta, más del 80% viven con sus padres. Unos padres que les ayudan a sobrevivir pero que también sufren la crisis y el paro (más de la mitad de los mayores de 55 años no trabajan).
Aunque ahora no lo piensan, la generación de la crisis va a tener problemas al jubilarse, ya que la reforma ha subido a 37 los años que hay que cotizar para conseguir la pensión máxima, que será más baja que ahora. Y hay muchos jóvenes que, con 30 años, aún no han cotizado. Además, cuando se jubilen sin haber podido ahorrar para un Plan privado, tendrán por delante más años de vida que sus padres: España va a ser el país de Europa con más ancianos en 2060. Y eso supone que ellos y el país, con menos activos cotizando, tendrán más problemas para pagar sanidad, ayudas a la dependencia y pensiones.
Un negro panorama que explica el desánimo y la desafección de la generación de la crisis (y el 15-M). Una generación perdida para el FMI, pero que hay que recuperar como sea, aunque no será fácil: hace falta crecer más para crear empleo y la OCDE cree que harán falta 15 años para bajar el paro a los niveles de antes de la crisis. O sea, hasta que nuestros jóvenes tengan 40-45 años.Demasiado.
Hay que poner en marcha ya un Plan de choque para el empleo juvenil, sobre cinco ejes: un contrato sencillo y que no pague Seguridad Social el primer año, ayudas para que los jóvenes monten empresas, un plan educativo para recuperar a los que dejaron sus estudios y dirigirles hacia la FP, un acuerdo empresas- Universidad para los contratos en prácticas y una reforma a fondo del INEM para que ayuden de verdad a encontrar trabajo a los jóvenes. Además de ayudas varias para la vivienda, el trabajo de la mujer y los hijos. No más palabras: hechos.
Hay que poner en marcha ya un Plan de choque para el empleo juvenil, sobre cinco ejes: un contrato sencillo y que no pague Seguridad Social el primer año, ayudas para que los jóvenes monten empresas, un plan educativo para recuperar a los que dejaron sus estudios y dirigirles hacia la FP, un acuerdo empresas- Universidad para los contratos en prácticas y una reforma a fondo del INEM para que ayuden de verdad a encontrar trabajo a los jóvenes. Además de ayudas varias para la vivienda, el trabajo de la mujer y los hijos. No más palabras: hechos.
Me alegra saber que alguien se preocupa de verdad por los que somo el futuro del país, si nadie toma medidas para que el desempleo juvenil disminuya nos veremos obligados a buscar empleo fuera de España, lo que sería una pena, que nos tuviéramos que ir de nuestro país porque un grupo de personas no han querido ver a tiempo la que estaba cayendo.
ResponderEliminarYo aun tengo 17 años y la verdad es que no me puedo quejar de nivel de vida, estudio y trabajo, pero no trabajo todo lo que me gustaría, yo trabajo dando clases extra-escolares a niños 6 horas a la semana. De cinco empresas en las que eché mi curriculum solo me llamó una y porque el dueño es muy amigo de un familiar si no ni esa. Con esto no pretendo contarles mi vida sino dar un ejemplo más de lo difícil que lo tenemos las personas jóvenes para encontrar trabajo.