lunes, 15 de septiembre de 2025

Otoño incierto: tenemos más problemas

Tras la vuelta de vacaciones, este otoño se presenta muy incierto, con más problemas económicos que antes del verano. Por un lado, Europa ha cerrado con Trump un acuerdo comercial muy negativo, que va a agravar el estancamiento de la economía europea, que apenas creció un 0,1% en el 2º trimestre, con una crisis en Alemania y problemas en Francia e Italia. Además, la incertidumbre ha impedido que baje el Euribor en agosto (y los tipos del BCE en septiembre). Y las locuras de Trump y su abultada deuda debilitan el dólar, fortaleciendo al euro (+13% este año), lo que nos resta competitividad y encarece los productos europeos y el turismo. En España, los problemas de Alemania y Francia más los altos precios y el euro fuerte han frenado en julio el impulso del turismo, el motor de nuestro “milagro económico”, junto a los inmigrantes (atacados dentro y fuera). Así que la polémica coyuntura política, internacional y nacional (extrema polarización) , pone en peligro los logros de la economía española tras la pandemia. Pintan bastos.

                                                                                          Enrique Ortega

El verano nos trajo, además de las olas de calor y los incendios, un pésimo acuerdo comercial entre la Unión Europea y EEEU, presentado en un club de golf de Trump en Escocia el 27 de julio. La Comisión Europea se ha afanado en defender la bondad del acuerdo, porque es mejor aceptar un arancel del 15% que el 30% que nos iba a imponer Trump si no pactábamos. Y añaden que hemos salido “mejor parados” que la mayoría de paises (salvo Reino Unido, que tendrá un arancel del 10%), igual que Japón (15%) y mucho menor que el 35% de Canadá (35, el 25% de México o el 50% de Brasil o India el 50% (ver mapa aranceles), mientras China negocia todavía bajarlo del 30%.

Pero en realidad, el acuerdo arancelario aceptado por Europa es una humillación en toda regla. Básicamente, porque Trump impone un arancel del 15% a la mayor parte de los productos europeos (que ahora pagaban el 1,43% de media) mientras EEUU paga un 0% por vender sus productos en Europa. Eso, traducido en cifras, es escandaloso: de los 850.000 millones de productos europeos exportados a USA en 2024, ahora (desde el 7 de agosto), la mayoría (780.000 millones exportados) pagan aranceles del 15%, lo que tendrá un coste para los europeos de 117.000 millones de euros, un “impuesto” que nos pone Trump para reducir su abultada deuda y bajar impuestos a los norteamericanos (ricos).

Pero hay más concesiones. Una, que a cambio de ponernos sólo un 15% de arancel (no el 30% con que amenazaba), Europa se compromete a comprar a EEUU petróleo, gas y equipamiento nuclear por valor de 700.000 millones de dólares, además de comprarles 40.000 millones en chips y compras millonarias de material militar. Y si Europa no lo hiciera, amenaza Trump, nos subiría los aranceles. Además, EEUU acepta rebajar los aranceles de los coches y piezas del automóvil europeas al 15% (del 35% inicial, ahora en el 27,5%) si Europa abre su mercado a productos norteamericanos agrícolas y pesqueros (alimentos, frutos secos, soja…), que ahora podrán vendernos sin restricciones, una medida que ya ha legislado Bruselas para que los coches europeos sólo paguen un 15% de arancel en USA. Y por si acaso nos sentimos ya “tranquilos”, Trump ha amenazado con incluir también en el futuro una rebaja de la vigilancia sobre los servicios digitales, para forzar a Bruselas a que no controle tanto a las tecnológicas ni les cobre (tasa Google) si no queremos problemas...

Así que Europa ha cedido en casi todo, mientras Trump lanza cada día una nueva amenaza, que alimenta la incertidumbre en las empresas, inversores y paises. Y además, el Tribunal de apelaciones de EEUU acaba de decir que los aranceles de Trump no son legales, aunque permite que sigan en vigor hasta el 14 de octubre. Pero Trump lo va a recurrir ante el Tribunal Supremo USA, donde tiene mayoría conservadora. Así que los aranceles seguirán adelante, dañando la economía internacional y sin que por el momento dañen a los estadounidenses, que los acabarán pagando con más inflación y menos crecimiento a medio plazo. Pero mientras, Trump pretende recaudar millones de dólares del resto del mundo y presentar unos logros que le permitan ganar las elecciones de medio mandato (noviembre 2026).

En consecuencia, desde principios de agosto, los aranceles de Trump dificultan las exportaciones a EEUU del resto del mundo, que pagan una media cercana al 20% (el 50% de aranceles al aluminio y al acero). Eso va a tener una consecuencia inmediata: menos ventas en EEUU y menos comercio mundial, encareciendo la mayoría de los productos y recortando el crecimiento y el empleo. Y también en Europa. En el primer trimestre, tras el anuncio de aranceles el 2 de abril, muchos paises aceleraron las ventas a EEUU, antes de que entraran en vigor. Y eso aumentó las exportaciones europeas y el crecimiento. Pero ahora, cuando los aranceles ya están en vigor, el frenazo económico en la UE será inevitable. De hecho, ya se ha producido: la economía de la UE-27 creció un +0,5% en el primer trimestre de 2025 y después se ha estancado, creciendo sólo un +0,1% en el 2º trimestre, según Eurostat.

Sobre todo lo ha notado Alemania es el país europeo que sale peor parado por los aranceles de Trump, dado que allí van el 10,4% de sus exportaciones: en el 2º trimestre, según Eurostat, la economía alemana ha caído un -0,1% (tras crecer un 0,3% en el primer trimestre), sufriendo sobre todo sus multinacionales del automóvil y numerosas industrias. También ha caído en el 2º trimestre la economía de Italia (-0,1%), otro país que depende mucho de las ventas a USA (el 10,4% de sus exportaciones totales). Y ha tenido menos efecto en Francia, que crece un +0,3% en el 2º trimestre, porque vende menos a EEEE (el 8% de sus exportaciones), aunque es un porcentaje alto, como el de Finlandia (9,7%), Suecia (8,9%) y Austria (8,2%), si bien el país más afectado es Irlanda (el 32% de sus exportaciones van a EEUU. España, de momento, sigue siendo el país que más crece (+0,7% en el 2º trimestre), por una menor dependencia comercial de EEUU (4,6% de nuestras exportaciones), pero nos acabará afectando, sobre todo si el resto de Europa entra en recesión este otoño/invierno.

De momento, la crisis en Alemania y Francia  ya ha retraído el turismo hacia España en los últimos meses, según los datos de pernoctaciones hoteleras del INE. Y en julio, aunque España tuvo un récord histórico de turistas (más de 11 millones), sólo aumentaron un 1,6% sobre 2024 y cayeron los turistas alemanes (-4,8%) y franceses (-3,1%), estancándose los turistas británicos (+0,7%), una tendencia que ha podido repetirse en agosto y que supondría un cierto “freno” del boom turístico, el motor de nuestro crecimiento récord. De hecho, el empleo en España ha cerrado su peor verano en 6 años, con casi 200.000 afiliados menos en agosto.

Otro factor que juega a la contra de Europa (y de España) es la debilidad del dólar, motivada por la errática política de Trump y su abultada deuda (36,2 billones de dólares, el 124% de su PIB), que provoca una revalorización del euro frente al dólar: +13,2% en lo que va de año (el euro cuesta hoy 1,1728 dólares frente a 1,036 a principios de año). Eso significa que todos los productos europeos cuestan en dólares un 13% más, lo que resta competitividad a los productos de la UE y encarece Europa (y España) a los turistas no europeos. Y encima, los expertos apuestan porque Trump siga dejando caer al dólar (para reforzar sus exportaciones), hasta el nivel de 1,20 euros por dólar (casi +16% revalorización), lo que dañaría más a Europa.

Así que lo que antes era una amenaza, la subida de aranceles, es ya una realidad desde el 7 de agosto, y está dañando a las grandes empresas exportadoras europeas, sobre todo al automóvil, los bienes de equipo y maquinaria, el vino, la industria del lujo, la aeronaves, la siderurgia y la industria química y farmacéutica. En el caso de España, el sector más afectado es la industria alimentaria (USA es su 2º gran mercado, tras Europa), el vino (España es el 4º exportador europeo), el aceite (somos el primer exportador europeo a USA), la industria de componentes de automóvil (no exportamos coches a EEUU, pero los coches que exporta el resto de Europa llevan piezas fabricadas en España) y la industria farmacéutica.

Lo más preocupante es que “el bombazo” de los aranceles de Trump pillan a Europa en medio de una profunda crisis política, agravada por los problemas económicos en Alemania y la crisis política en Francia). La Unión Europea se tiene que plantear a la vez cómo afronta una serie de problemas de futuro: configurar una Defensa europea (con más gasto militar, que pone en peligro otros gastos económicos y sociales), cobrar un mayor protagonismo geoestratégico (los conflictos de Ucrania y Gaza revelan el escaso peso internacional de la UE), configurar una política de inmigración (Europa necesita mano de obra extranjera, pero el auge de la extrema derecha europea fuerza a los paises a posturas xenófobas), una postura más decidida ante la crisis climática (crece el negacionismo en muchos paises y en la Comisión Europea, lo que fuerza a suavizar políticas medioambientales) y, sobre todo, la urgencia de dar un salto adelante en la mejora de la competitividad europea, impulsando la tecnología, la digitalización y la industrialización para competir con USA y China. Cuestiones claves en la que la actual Comisión Europea no avanza, mientras la humilla Trump.

Y en el caso de España, las consecuencias de los aranceles y el menor crecimiento de Europa y el resto del mundo nos van a acabar de hacer daño, rebajando el consumo, las exportaciones y las inversiones (por la incertidumbre), lo que se traducirá, antes o después, en menor crecimiento y menos empleo, tras varios años de “milagro económico” tras la pandemia. La incertidumbre por los aranceles, incluso, ha frenado la bajada del dinero: el Euribor, en agosto, ha subido (al 2,114%), tras 6 meses a la baja. Y el BCE frenó la semana pasada sus rebajas de tipos (siguen en el 2%), por temor a un repunte de la inflación, lo que sigue aumentando el Euribor (2,17% en septiembre), dificultando la rebaja de las futuras hipotecas  (aunque bajará la cuota de las antiguas cuando se revisen).

Por ello, Europa y España deberían aprobar un Plan de choque, como hicieron con la pandemia o la hiperinflación tras la invasión de Ucrania, para afrontar este menor crecimiento y mantener las empresas y el empleo. En Europa, tal medida no parece fácil y ya hay paises como Alemania que hablan de “reducir el Estado del Bienestar” para salir adelante de esta crisis. En España, un acuerdo para reanimar la economía en los próximos meses parece aún más difícil, a la vista de la tremenda polarización política, que impide hasta afrontar juntos los incendios forestales.

Pero si alguna vez hace falta acordar algo es ahora, para afrontar el posible estancamiento económico en Europa y la desaceleración económica en España. Urge aprobar unos Presupuestos que reanimen la economía, con un pacto fiscal que consiga aumentar la recaudación para afrontar el necesario mayor gesto en protección civil ante el cambio climático (incendios, inundaciones, malas cosechas…). La enseñanza de los incendios de este verano es que el Estado (desde la Administración central a las autonomías y Ayuntamientos) sólo puede afrontar las catástrofes con más medios y para eso hace falta gastar más. Y eso pasa por recaudar más, por ingresar más de los que más tienen, lo que exige una reforma fiscal que Europa nos lleva pidiendo décadas. Pero con el actual panorama político, ni Presupuestos ni reforma fiscal ni acuerdos contra la crisis climática.

Las otras dos prioridades económicas de este otoño deberían ser la vivienda y la ejecución de los Fondos Europeos, porque queda menos de un año (hasta agosto de 2026) para comprometer los proyectos pendientes (sólo se han comprometido 53.600 millones de 163.014 que recibiremos, entre subvenciones y créditos), dado que si no se ejecutan se perderán los Fondos UE. Y eso exige también pactar las reformas pendientes, porque si no llegará el dinero que falta (hemos perdido ya Fondos UE por el rechazo de la derecha y los nacionalistas en el Parlamento a la subida de impuestos al gasóleo exigida por Bruselas). Urgen pactos para terminar las reformas pendientes y para promover la construcción de viviendas, pero ambos parecen imposibles.

Ya lo saben: tenemos problemas, tendremos más en los próximos meses y la solución pasa por acuerdos políticos y económicos para afrontarlos. Pero como esto es imposible, iremos a peor. Y serán los políticos, al menos una parte de ellos, los responsables de que España ponga fin al mejor balance económico de las últimas décadas. Pintan bastos.

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