lunes, 21 de julio de 2025
Incertidumbre: aranceles, tipos, Europa, política...
No es habitual que a finales de julio haya tanta
incertidumbre en la economía mundial, europea y española. Casi en
vacaciones, no sabemos qué va a pasar con los aranceles de Trump a Europa,
que van a afectar a múltiples empresas y a los precios, recortando el
crecimiento. Y tampoco sabemos si el BCE bajará o no este jueves los tipos,
por temor a la inflación y ante la fortaleza del euro, que dificulta las
exportaciones europeas. Mientras, Europa afronta su próximo Presupuesto
2028-34, recortando algunos gastos (-80.000 millones para el campo)
mientras quintuplica la partida de Defensa y Seguridad y con dos retos pendientes:
las políticas climáticas (que se suavizan) y de emigración (que se “derechizan”).
Y en medio de este panorama, España tiene un problema de bloqueo
político e institucional que impide aprobar unos nuevos presupuestos y
avanzar en las necesarias reformas (un bloqueo que ya nos ha restado Fondos
europeos). Demasiadas incertidumbres que podrían frenar la buena
racha de la economía española y del
empleo. La mayor incertidumbre de la economía internacional
son los aranceles de Trump, cuyo alcance real se debería despejar esta
semana. Los
anunció a bombo y platillo el pasado 3 de abril, con un arancel general del 10% que subía al 20% para
Europa y hasta el 34% a China y el 46% a Vietnam, más el 25% a sus vecinos
México y Canadá. Pero a partir de ahí, Trump
se ha dedicado a amenazar a los paises
para que negociaran contrapartidas a cambio de rebajas en los aranceles,
con lo que es un galimatías saber cómo quedan para cada país. Sí
sabemos que sólo ha llegado a acuerdos con dos paises, Reino Unido (10%) y
Vietnam (20%), alcanzando el 12 de mayo una tregua
de 90 días con China. Y lo más importante, amenazando a Europa
con un arancel del 30% (mayor del 20% inicial), que entraría en vigor el 1 de
agosto si antes no se alcanza un acuerdo.
Eso sí, estos son aranceles “complementarios”
sobre los que ya ha impuesto Trump a todos los paises: un 25% a las importaciones
de aluminio
y acero (desde el 12 de marzo), otro 25% a los automóviles, piezas y
recambios y un arancel general del 3 al 10% para todo el mundo. Y además, ha
anunciado un arancel global del 40% al cobre y otro de hasta el 200% para los
productos farmacéuticos, ambos desde el 1 de agosto.
En el caso de Europa, siguen las reuniones
con la Administración Trump para evitar ese arancel general del 30% desde el 1
de agosto, sin demasiadas esperanzas de conseguir rebajarlo sustancialmente.
Así como China
ha sido firme frente al chantaje
de Trump (aprobado unos “contra aranceles” que han llevado a
la actual tregua), la postura europea ha sido menos firme,
buscando antes el acuerdo que las contramedidas, aunque Bruselas dice que tiene
preparada una lista de artículos y partidas comerciales USA a las que aplicaría
aranceles si no se llega a un acuerdo esta semana: industria aeronáutica,
automóviles, productos alimenticios y bebidas (bourbon, soja, vino), productos
químicos, maquinaria y equipos electrónicos y médicos. Esta 2ª
lista de represalias europeas (72.000 millones) se sumaría a
una primera lista (20.000 millones), que se aprobó el 9 de abril, en
respuesta a los aranceles del 25% al aluminio y al acero, pero que no ha
entrado en vigor, para “no entorpecer la negociación” para rebajar el arancel
general con que amenaza Trump (30%).
Mientras Europa negocia contra reloj, como
Japón, Corea y sobre todo China, lo evidente es que Trump va a imponer al resto
del mundo unos aranceles que van a dañar seriamente a la economía
mundial. De hecho, los aranceles ya en vigor suponen elevarlos del
2,5% que estaban en enero de este año a un 16,6% actualmente, según
la Universidad de Yale. Una subida espectacular ya que en su anterior
mandato, Trump sólo subió los aranceles USA del 1,5 al 2,5%. Y si se cumplen
las amenazas de aranceles planteadas para el 1 de agosto, el arancel
promedio de EEUU al resto del mundo subiría al 20,6%, el más alto desde
1910. Eso supondría un estancamiento del comercio mundial, un freno a
las cadenas internacionales de producción, un aumento generalizado de la
inflación y un estancamiento de la economía mundial, con una fuerte
inflación y una crisis también en EEUU.
Hasta ahora, las amenazas y los continuos
vaivenes en los aranceles impuestos por Trump no han dañado a la economía,
porque los inversores esperan hechos (y no amenazas) y porque muchos paises
han adelantado importaciones y exportaciones. De hecho, las
Bolsas todavía no son pesimistas: el Nasdaq USA ha subido casi un 7%
este año, el Euro Stoxx otro +12% y el Ibex español sube un 22% este año, a
pasar de las amenazas arancelarias de Trump. Pero si sigue adelante y se
agravan a partir del 1 de agosto, las
consecuencias negativas llegarán: primero sobre el comercio,
luego sobre la producción (encareciendo costes) y los precios (más inflación) y
finalmente sobre el consumo y la
inversión, frenando el crecimiento. Y también en EEUU, donde la economía ha
caído ya un 0,2% en el primer trimestre, con una inflación del +2,7% en
junio (2% en la eurozona).
En Europa, si Trump impone un arancel global del 20%
(lo más posible), el mayor daño lo sufrirán los paises que más
comercian con EEUU, en especial Alemania,
Francia e Italia. España podría “salvarse de la quema” de
la guerra arancelaria, según
Bruselas, por el escaso peso del
comercio con EEUU (sólo supone el 4,7% de todas nuestras exportaciones, frente
al 10,4% que suponen las exportaciones alemanas a USA), por el tirón del
turismo y el consumo y por el empujón inversor de los Fondos Europeos. Pero
está claro que los
aranceles nos acabarán afectando, sobre todo en las regiones
que más comercian con EEUU (Cataluña, Andalucía y Comunidad Valenciana) y en
los sectores que más exportan allí: automóvil y piezas, multinacionales
energéticas, empresas de bienes de equipo y semimanufacturas, empresas textiles
y de manufacturas de consumo, farmacéuticas y empresas químicas y sectores de
alimentación, en especial aceites, vino y frutas.
La Comisión Europea estima que están “en riesgo” 4.500
millones de los 18.179 millones exportados por España a EEUU en
2024. Un riesgo menor al del conjunto de Europa, donde la Comisión cree que están en riesgo una
cuarta parte de las exportaciones europeas a EEUU, nada menos que 133.000
millones en riesgo (la UE exportó por valor de 531.600 millones de euros). De
momento, las exportaciones europeas a EEUU han seguido creciendo
en abril (+3,8%) y mayo (+4,4%), según
Eurostat, con lo que Europa ha mejorado su superávit comercial con USA
tanto en abril (+17.700 millones, +16,6% sobre abril de 2024) como en mayo
(+18.400 millones de superávit de la UE con EEUU, +29,5% sobre mayo 2024),
debido a que muchas empresas han querido anticipar ventas (y compras) antes de
materializarse los aranceles finales.
En el caso de España, el viernes salió el
dato de las exportaciones en mayo, que crecieron un +0,8% a todo el
mundo (mientras caían las de Alemania e Italia), aunque caían nuestras exportaciones
a Estados Unidos (-14,4%), lo que ya pasó también en abril (-13,8%).
Con estas dos bajadas de nuestras ventas en abril y mayo, las
exportaciones a USA en los 5 primeros meses de este año(enero-mayo)
han caído un -4,8%, mientras las importaciones han crecido un +8% (por
anticipo de compras). Con ello, el déficit comercial de España con EEUU se
ha agravado: -5.890 millones hasta mayo, frente a -4.553 millones al
inicio de 2024. Con aranceles más altos desde agosto, lo normal es que las
exportaciones caigan más, lo que obligará a nuestras empresas a buscar nuevos
mercados, como ya han hecho en abril y mayo.
Además del problema de los aranceles, los europeos
tenemos otro problema: la debilidad del dólar (por la política
errática de Trump y su elevada deuda), que ha reforzado al euro
en lo que va de año: si empezó el año cotizando a 1,035 dólares, el viernes
costaba ya 1,1624 dólares, lo que supone una revalorización del euro del +12,30%.
Esto significa que todos los productos europeos cuestan ahora un 12,30%
más caros para los países de fuera del euro, lo que dificulta la
competitividad de los productos y servicios europeos (también encarece los viajes a Europa, retrayendo el turismo a España). Así que además
de aranceles en USA, en Europa tenemos un problema adicional: la revalorización
del euro.
Esto afecta también a los tipos de interés, porque una
manera de “bajarle los humos” al euro sería seguir bajando los tipos de interés
en Europa, aunque el
tipo oficial (2%) ya es mucho más bajo que el de EEUU (4,50%). Pero el
BCE, que se reúne este jueves, tiene
difícil aprobar una nueva bajada, porque teme
que los aranceles futuros suban la inflación en Europa, que de momento está
controlada (en el 2%). Esta incertidumbre sobre el futuro de los tipos ha
frenado ya la caída del Euribor, que está a mediados de julio en
el 2,076%, prácticamente igual que en junio (2,081%), lo que
frena también la rebaja que podrían conseguir en el futuro los hipotecados. Así
que está todo relacionado: más aranceles, más difícil bajar los tipos y
menos bajarán las hipotecas para las familias.
Pero hay más incertidumbres económicas en el
horizonte. La principal, cómo se configura el futuro de Europa,
una economía que lleva varios años estancada y que pierde competitividad frente
a Estados Unidos y China. La nueva Comisión Europea, más derechizada
tras las últimas elecciones, parece
haber perdido el empuje que demostró frente a la pandemia y la
crisis inflacionista y no acaba de unirse para afrontar sus mayores retos: el
impulso económico y tecnológico, la digitalización y la descarbonización, la
lucha contra la crisis climática y la creación de una Defensa Europea que cubra
el vacío dejado por Trump y la OTAN. Hace unos meses (septiembre 2024), Mario
Draghi, el expresidente del BCE, trazó
una “hoja de ruta” para que la Unión Europea modernizara su
economía y la hiciese más competitiva, con un ambicioso Plan que preveía
invertir 800.000 millones en 4 años. Pero ha pasado el tiempo y no hay ningún Plan,
sólo divergencias a la hora de afrontar la emergencia climática, la llegada de
inmigrantes, la renovación tecnológica y la Defensa Europea.
El último eslabón de la incertidumbre sobre el futuro de la
UE ha sido la reciente presentación
de los Presupuestos europeos para 2028-2034. Tienen dos problemas.
Uno de fondo: el gasto es ridículo. Se propone un Presupuesto de 1,8 billones de
euros para 7 años (257.000 millones anuales), que supone el 1,6% del PIB de
la UE. Sólo el Presupuesto de España es el doble al año del propuesto para
los 27. Y el Presupuesto de EEUU es 10,13 billones de euros anuales, el
37,6% del PIB USA (30 veces más). Estos datos revelan el problema de fondo:
son los paises europeos los que ingresan y gastan y la Comisión Europea
apenas tiene instrumentos para ingresar y gastar, es un Gobierno europeo “sin
medios”.
El segundo problema de los futuros Presupuestos europeos,
que se van a debatir los próximos dos años, es que ha
cambiado la filosofía: los programas de los Fondos estructurales y
el gasto agrícola se van a descentralizar, con programas a través de los
paises: serán más planes nacionales que luego ratificará el Gobierno europeo (“menos
Europa" en vez de más). Además, las nuevas prioridades como Defensa y Seguridad
van a quintuplicar el gasto (131.000 millones), a costa de reducir otros
programas (el
campo tendrá 300,000 millones, 80.000 menos que ahora. Y el Fondo de
Competitividad, la partida clave, tendrá sólo 451.000 millones (incluyendo
Defensa), la mitad de lo que proponía Draghi. Pocos recursos para
modernizar la economía europea y dar un salto tecnológico e industrial que
permita competir mejor.
Y mientras, en España tenemos otra incertidumbre
de fondo: la política. La economía va bien, lleva 4 años creciendo
más que el resto de Europa y creando el 40% del empleo del continente. Pero la
polarización política y el enfrentamiento institucional
podrían afectar a la economía, si la coyuntura internacional se agrava y el
Gobierno no tiene mayoría para tomar medidas y seguir con las reformas
necesarias. Una paralización política que ya nos cuesta dinero: el
7 de julio, Bruselas
recortó en 1.100 millones de euros el 5º pago de los Fondos europeos a
España (ingresó 24.137 millones) por no haber compensado a los
funcionarios interinos (626 millones) y por no aprobar un impuesto al
diesel exigido por Bruselas: votaron en contra, en diciembre, PNV y
Junts, a los que se sumaron Podemos, PP y Vox. Ahora, hay
otras reformas pendientes sin las que España no recibirá los restantes
Fondos UE.
En resumen, que hay demasiadas incertidumbres internacionales
(aranceles, tipos, guerras) a las que sumar el incierto futuro de una
Europa estancada y el parón político en España, con un Gobierno en
preocupante minoría que tiene
muy difícil legislar y gobernar. Son retos preocupantes con los que nos
vamos de vacaciones y que seguirán ahí, quizás agravados, a la vuelta en otoño.
Un panorama preocupante, fuera y dentro de España, porque podría afectar
a las familias (menos consumo) y a las empresas (menos inversión), paralizando
reformas y proyectos y poniendo en riesgo el llamativo despegue económico de
España tras la pandemia. Por eso, urge más que nunca el diálogo y el
consenso. Pero parecen imposibles.
Etiquetas:
aranceles,
bloqueo político,
EEUU,
España,
Europa,
exportaciones,
gobierno Sánchez,
guerra arancelaria,
incertidumbre económica,
Presupuestos UE,
Trump
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario