jueves, 25 de septiembre de 2025
Las autonomías rebajan el gasto social
Las 11 autonomías gobernadas por el PP han rechazado
el perdón de parte de su deuda y pasarla a la Administración central,
como aprobó el Gobierno Sánchez a principios de septiembre. Argumentan que supone
una concesión a los nacionalistas catalanes, aunque 7 de cada 10
euros a condonar benefician a sus autonomías. Consecuencia: los ciudadanos
que viven en esas 11 autonomías no podrán beneficiarse del recorte de intereses
que supone quitarles parte de su deuda: 6.700 millones que se ahorrarían
y que el Gobierno propone que destinen a aumentar el gasto social.
Algo que hace mucha falta, porque en 2024, las autonomías recortaron su
gasto social: gastaron 2.364 millones menos en sanidad, educación,
Dependencia y servicios sociales, además de reducir el peso de este gasto social
en sus Presupuestos desde 2019. Y hay enormes diferencias entre
el mayor gasto social del País Vasco, Extremadura o Asturias y el menor de Madrid,
Cataluña, Murcia o Valencia. Estamos en manos de las autonomías,
que son como el perro del hortelano…
España lleva más de 4 décadas fortaleciendo el Estado
del Bienestar, aumentando el gasto social en sanidad, educación,
Dependencia y servicios sociales, más el gasto en pensiones, aunque en los
últimos años ha caído drásticamente el gasto público en vivienda. Pero
este creciente gasto social se vio muy afectado por los recortes
impuestos por Bruselas en 2010 y que agravó
Rajoy a partir de 2012. La consecuencia es que el gasto social
(sanidad, educación, Dependencia y servicios sociales), que gestionan las
autonomías (con las transferencias del Estado y sus propios recursos) ,
cayó desde un máximo de 116.851 millones en 2009 a un
mínimo de 99.937 millones en 2013. Y después se fue recuperando,
lentamente, hasta los 122.487 millones de gasto social en 2019, aumentados en
2020 (137.182 millones) por la pandemia y el mayor gasto sanitario y las ayudas.
Y en 2023, el gasto social ya
alcanzó los 159.393 millones de euros.
Pero la tendencia ascendente del gasto social (sanidad,
educación, Dependencia y servicios sociales) se truncó en 2024, año en que
el gasto social bajó en 2.364 millones, cerrándose el año con un gasto
de 157.029 millones, según un detallado informe
recién publicado por los Directores y Gerentes de Servicios Sociales. Esta bajada
del gasto social de las autonomías contrasta con la subida de sus
Presupuestos totales (gastaron +9.753 millones en 2024), aumentando
mucho el gasto no social (+11.801 millones) y el pago de intereses de la deuda
(+315 millones). A lo claro: que las autonomías gastaron menos en 2024 en
sanidad, educación y servicios sociales pero gastaron más en todo lo demás…
El problema no es sólo el recorte de gasto social en 2024.
Lo más preocupante es que el gasto social tiene cada vez menos peso en
los Presupuestos de las autonomías, según
demuestra el estudio de los Directores y Gerentes de Servicios Sociales: si
en 2010 gastaban dos tercios del Presupuesto (el 67,4%) en gasto social
(sanidad, educación y servicios sociales), en 2019 ya había bajado al 61,2% y
en 2024 gastaron en las partidas más sociales poco más de la mitad de los
Presupuestos autonómicos (el 59,1%). Y si analizamos las diferentes partidas,
la que sale peor parada es la sanidad: ha pasado de representar
el 36,4% del gasto autonómico en 2010 a representar el 30,9% del gasto
en 2024. La educación pasa de llevarse el 23,9% del gasto en 2010 al
20,3% en 2024. Y sólo ganan peso los servicios sociales (por el mayor
gasto en Dependencia), que saltan del 7,1 al 7,8%.
Y no sólo tiene menos peso el gasto social en el gasto total
de las autonomías sino que, además, este gasto social (en sanidad,
educación y servicios sociales) ha crecido menos que el resto de loas
gastos autonómicos. Así, entre 2019 y 2024, el gasto social autonómico ha
crecido un +25,13%, la cuarta parte que el resto de las partidas de
gasto autonómico. Y además, ese mayor gasto se lo ha “comido” casi
totalmente la inflación en estos años (+21,3% creció el IPC entre 2019
y 2024). Así que el gasto social “real”, descontando la inflación, apenas ha
crecido. Lo más preocupante es la evolución del gasto en educación (que
ha crecido un +27,1% entre 2019 y 2024) y en sanidad (el gasto ha
crecido un +30,1%), mientras el resto del gasto autonómico no social creció un
42,1% (2019-2024).
Otra cuestión preocupante, además de la caída del gasto
social en 2024 y su menor peso en el gasto total en los últimos años, es la
desigualdad del gasto social por autonomías. Si el aumento del gasto
social autonómico ha sido del +25,13% (entre 2019 y 2024), hay 3 autonomías
donde ha crecido mucho menos e incluso ha caído el gasto social en términos
reales (descontando la inflación esos años, que fue del 21,3%): Cataluña
(gasto social ha crecido +14,9% entre 2019 y 2024), Murcia (+15,07%) y Madrid
(+16,43%), según
el estudio de los Directores de Servicios Sociales. Y al otro lado, hay 8
autonomías donde el gasto social ha crecido más que la media, por encima del
30%, destacando Extremadura (+37,8%), Canarias (+35,65%), Navarra
(+35,31%), Baleares (+33.05%) y la Rioja (33.05%).
Es importante saber que hay autonomías que han hecho un gran
esfuerzo estos años en su gasto social, aumentando bastante lo que gastan en
sanidad, educación, Dependencia y servicios sociales, y otras que apenas han
aumentado este gasto social. En conjunto, el gasto
social por habitante en España ha aumentado en 658 euros
entre 2019 (2.619 euros) y 2024 (3.277 euros). Pero hay 3 autonomías (las
mismas) que apenas han aumentado su gasto social por habitante desde 2019:
Madrid (+381 euros, la mitad que el conjunto de España), Cataluña
(+382 euros) y Murcia (+427 euros) . Y otras autonomías lo han
aumentado mucho más que la media: Navarra (+1.174 euros/habitante), Extremadura
(+1.132), Asturias (+967), País Vasco (+953), la Rioja (+919) y Castilla
y León (+903 euros/habitante).
Al final, las autonomías “se retratan” con el
gasto social (sanidad, educación y servicios sociales) que hacen por
habitante (datos de 2024). A la cola están, una vez más, Madrid (gasta
2.703 euros/habitante, 574 euros por persona menos que la media española),
Cataluña (2.991 euros/habitante), Andalucía (3.158 euros/habitante) y Murcia
(3.259 euros/habitante. Y en cabeza del gasto social vuelven a estar Navarra
(4.500 euros de gasto social por habitante, casi el doble que Madrid), País
Vasco (4.343 euros) y Extremadura (4.124 euros), seguidas de Asturias
(3.960) y Cantabria (3.702). Un ranking
de gasto social que explica bien los mayores problemas en la sanidad, en la
educación y los servicios sociales en algunas autonomías (Madrid, Cataluña,
Andalucía y Murcia). Algo que debería ser clave a la hora de votar.
Si desglosamos el gasto social por habitante, aparece
la misma desigualdad por autonomías. En el gasto
sanitario, la media de gasto por habitante era de 1.717 euros/habitante
en 2024, según el informe de los Directores de Servicios Sociales. Pero hay 5
autonomías que gastaron mucho menos: el farolillo rojo vuelve a ser Madrid (1.415
euros/habitante de gasto sanitario, 500 euros menos que la media), Cataluña
(1.457), Murcia (1.602), Comunidad Valenciana (1.623) y Andalucía (1.659). Y en
cabeza del gasto sanitario se repiten Asturias (2.318 euros/habitante,
casi el doble que Madrid), País Vasco (2.222), Navarra (2.170) y Extremadura
(2.164 euros/habitante).
La misma desigualdad autonómica se percibe en el gasto
en educación por habitante, cuya media en España fue de 1.126,9 euros
(2024). El farolillo rojo en el gasto educativo vuelve a ser Madrid (910
euros gastados por habitante), seguida en este caso por Asturias (1.034
euros/habitante), Cataluña (1.042), Galicia (1.055), Canarias (1.069) y
Castilla la Mancha (1.076 euros/habitante). Y en cabeza del gasto educativo se
repiten País Vasco (1.608 euros/habitante, casi el doble que Madrid), Navarra
(1.492) y Extremadura (1.300 euros), seguidas de Murcia (1.264), Comunidad
Valenciana (1.255) y la Rioja (1.251 euros).
El tercer gasto social importante (Dependencia
y servicios sociales) también es muy desigual por autonomías, con una media
en España es de 433 euros/habitante (2024). Aquí, el farolillo rojo es Baleares
(273,7 euros/habitante, casi la mitad), seguida de Canarias 8327,8 euros) y los
habituales, Andalucía (368,6 euros)) y Madrid (377 euros/habitante). Y
en cabeza del gasto en servicios sociales aparecen las regiones más ricas o
envejecidas: Navarra (836,9 euros/habitante, más del doble de gasto que
Madrid), Extremadura (659,5 euros), Asturias (608), la Rioja (560), País
Vasco (512), Cantabria y Castilla y León (505 euros/habitante).
Tras esta avalancha de datos, hay una conclusión
clara: el gasto social en España es bajo, pero hay una serie de autonomías que
se toman más en serio que otras el gasto en sanidad, educación, Dependencia y servicios
sociales. Y que varias autonomías gobernadas por el PP están a
la cola del gasto social, mientras recortan impuestos (más a los que
más tienen), lo que repercute en un menor gasto social. Y no se pueden quejar
de que gastan poco porque el Gobierno les aporta pocos fondos de su
recaudación, ya que la aportación del Estado central a las autonomías ha
alcanzado cifras récord en los últimos años. Así, en 2024, el año en que
las autonomías han bajado su gasto social (-2.364 millones), las transferencias
de la Administración central a las autonomías fueron de 147.412
millones de euros, una cifra récord.
Y en los 7 años de Gobierno Sánchez (2018-2024), las autonomías
han recibido del Estado central unos 300.000 millones más
de lo que recibieron durante los casi 7 años del Gobierno Rajoy
(2012-2018).
A pesar de que tienen más recursos (transferidos y propios),
las autonomías gastaron menos en sanidad, educación y servicios sociales en
2024. Y desde 2019, el peso del gasto social en sus cuentas es menor. ¿Qué pasa?
Básicamente, que muchas autonomías gastan más en otras cosas
(transporte, deuda, obras y servicios…) y menos en gasto social (tampoco gastan en vivienda, donde las autonomías apenas
promueven viviendas ni conceden ayudas con fondos propios). Además, en muchos
casos, utilizan parte de las mayores transferencias del Estado para otras
cosas, como bajar
impuestos. De hecho, en varios años, el Gobierno ha aumentado su
financiación a la Dependencia y algunas autonomías han aprovechado estos
mayores recursos para gastar
ellos menos en Dependencia, como han denunciado los Directores de Servicios
Sociales.
El problema que tenemos los ciudadanos es que la gestión
del gasto social (sanidad, educación, Dependencia y servicios sociales) está
en manos de las autonomías (como tantas cosas, desde los incendios
hasta la vivienda) y cada una gasta y gestiona a su aire,
con tremendas diferencias que luego se traduce en la
deficiente sanidad que tenemos (con listas de espera crecientes y 13
millones de españoles pagando un seguro privado), en la
infra financiada educación (un gasto creciente para las familias) y en la
insuficiencia de los servicios sociales y la
Dependencia (286.861 dependientes están “en lista de espera”, la cifra más
alta en 10 años, con una espera media de 342 días).
Las autonomías, sobre todo las 11 gobernadas por el PP, se
quejan de falta de recursos y exigen
un nuevo sistema de financiación, pendiente desde 2014. Pero la
actual polarización política impide cualquier acuerdo sobre cómo financiar en
el futuro las autonomías, de las que dependen la mayoría de los servicios
públicos que necesitamos los ciudadanos. A falta de una nueva financiación, el
Gobierno va poniendo parches, desde ayudas para paliar los efectos
de la COVID a ayudas para la enseñanza (ahora para la educación pública de 0 a
2 años). Y la última medida para aportar más recursos a las autonomías ha sido la
condonación (perdón) de parte de su deuda, aprobada
por el Gobierno el 2 de septiembre.
El origen de parte de la deuda autonómica se
remonta a 2009, cuando la crisis financiera y de la deuda provocaron un
desplome de la recaudación, obligando a las autonomías a endeudarse (con los
bancos y con Hacienda, a
través del FLA): se estima que entre 2009 y 2014, el endeudamiento
de las autonomías aumentó
en 109.000 millones de euros. Ahora, el Gobierno Sánchez ha aprobado una
quita de deuda autonómica de 83.252 millones, la cuarta parte de la
deuda total que tienen las autonomías. La idea es que esta deuda pase a la
Administración Central y la paguemos todos los españoles vía Presupuestos,
liberando a las autonomías del coste de esta deuda.
Las 11 autonomías gobernadas por el PP han dicho que no
van a pedir la quita de esta deuda, porque es “una maniobra” del
Gobierno para contentar a los nacionalistas catalanes (tanto Ezquerra
como Junts habían exigido la quita de la deuda catalana para pactar con Sánchez).
Pero Hacienda
reitera que la quita es para todas las autonomías (no sólo para Cataluña) y
que 7 de cada 10 euros de la quita benefician a las autonomías gobernadas
por el PP (18.791 millones de quita a Andalucía, 17104 millones a Cataluña,
11.210 millones a la Comunidad Valenciana y 8.644 millones de quita a Madrid: ver
cuadro de reparto de la quita ), por lo que rechazar la quita es “tirar
piedras contra su propio tejado”.
Pero este rechazo (político) del PP tiene una consecuencia más preocupante:
la sufriremos los ciudadanos de estas 11 regiones. Porque la
quita de esos 83.252 millones de deuda supondría que las autonomías se
ahorrarían 6.700 millones anuales en pago de intereses, un dinero que
el Gobierno les propone que utilicen para aumentar su gasto social (para gastar
más en sanidad, educación, Dependencia y servicios sociales) y en vivienda. Es
una cifra importante, el triple del recorte en gasto social que han hecho en
2024 (-2.364 millones). Para la Comunidad Valenciana, aceptar la
quita supondría tener 724 millones más al año para gastar, 716 millones para Cataluña,
506 millones para Murcia, 414 millones para Aragón, 348 millones para
Madrid o 201 millones más para Andalucía, por ejemplo. Podrían contratar
más médicos o profesores o ayudar a más dependientes. Pero rechazan hacerlo “para
atacar y desgastar” al Gobierno.
En definitiva, tenemos un serio problema
en el Estado del Bienestar, donde faltan medios y financiación en la
sanidad, la educación o los servicios sociales, pero su gestión está en
manos de las autonomías, que por tener otras prioridades políticas o
por mala gestión, están recortando el gasto social, unas mucho más que otras,
configurando enormes desigualdades que sufrimos los ciudadanos. Urge mejorar
el gasto social, porque nos importa a todos.
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