El Gobierno ha aprobado la reducción de jornada de 40
a 37,5 horas semanales, para implantarla antes de fin de año. Los españoles
trabajan una media de 38,3 horas, así que la rebaja será de 48
minutos semanales. Pero hay 4 sectores donde se reducirá más de hora
y media: hostelería, información, comercio y agricultura. Otro
cambio: los que tienen un contrato a tiempo parcial, podrán trabajar
menos o pedir subida de sueldo. Además, se aprueba la “desconexión
digital”: no habrá que estar contactado fuera del horario laboral. Y se
obliga a las empresas a un control digital de horarios. Ahora queda lo difícil: aprobarlo en el Parlamento, dada la oposición de Junts y
PP, que apoyan las críticas de las
empresas, por el alto coste y la imposición legal. Habrá cambios y ayudas a las pymes para adaptarse.
Pero la tecnología y los nuevos hábitos llevan al recorte horario. Próxima
estación: más teletrabajo y 4 días de trabajo semanal. Enrique Ortega
Esta es la 4ª vez en poco más de un siglo que España
cambia legalmente la jornada laboral. La primera vez fue el 4 de abril de
1919, cuando el Gobierno de Romanones (liberal) aprobó (tras la huelga de "La Canadiense") la jornada
laboral máxima de 48 horas semanales (8 horas por 6 días de trabajo,
frente a las 12 horas habituales entonces), adelantándose unos meses al primer
Convenio mundial por las 48 horas semanales, aprobado por la OIT en
octubre de 1919.Tras el largo paréntesis de la dictadura franquista, el 2º
cambio llegó en marzo de 1980: el Gobierno Suárez (UCD) aprobó la jornada de 42
horas semanales. Poco después, en julio de 1983, el
Gobierno de Felipe González (PSOE) aprobaba la jornada máxima
de 40 horas, que rige hoy. Y casi 41 años después, este martes 4
de febrero de 2025, el Gobierno de coalición (PSOE y Sumar) aprobó
la jornada laboral de 37,5 horas
semanales, media hora menos de trabajo al día.
La jornada laboral se ha reducido en todo el mundo
en las últimas décadas, de la mano de la tecnología y la digitalización y
asentada en un cambio de costumbres, donde se valora cada vez más la
conciliación familiar y el ocio. Con ello, el horario de trabajo medio
en Occidente (36 paises OCDE) era de 1.742
horas anuales en 2023 (horas
efectivas), con los paises más ricos trabajando menos horas (1.343 Alemania,
1.380 Dinamarca, 1.413 Paises Bajos, 1.437 Suecia. 1.500 Francia, 1.524 Reino Unido), salvo EEUU
(1.799 horas), Italia (1.734) y Japón (1.524), ocupando España un horario
intermedio (1.632 horas anuales). Otra estadística, de
Eurostat (2023), que refleja todas las horas (incluidas extras), revela que
la jornada laboral media en Europa es de 40,4 horas semanales y
que España está en linea, con una jornada total (ojo: de los que
trabajan a tiempo completo) de 40,3 horas, algo más que Francia (40
horas) y Alemania o Bélgica (40,2 horas), Paises Bajos (39,3) y Dinamarca
(38,9) y menos horas que Italia (40,5), Portugal (41,3) o Suecia (41,5 horas
semanales).
Las estadísticas internacionales indican que España
no destaca por trabajar más ni menos, está en la media. Pero las estadísticas
españolas revelan que los españoles ya trabajan menos de la jornada semanal
legal de 40 horas. Si tomamos los datos del INE, la EPA de 2024,
los que han trabajado en el 4º trimestre han trabajado 36 horas semanales
de media, aunque hay una gran diferencia entre lo que trabajan los empleadores
(46,8 horas) y lo que trabajan los asalariados (34,9 horas semanales:
36,9 horas los hombres y 32,7 horas las mujeres). La otra manera de medirlo es
ver la jornada pactada en los convenios en 2024, aunque sólo
afecta a los asalariados con convenio (10,6 millones). Eso nos indica que la jornada
media pactada en 2024 fue de 1.755,74 horas, lo que equivale a 38,32
horas semanales. Y hay sectores, como el campo, la hostelería, el comercio
y una parte de la industria que tienen una jornada mayor.
Así que la jornada real ya está por debajo de las 40
horas semanales (38,32 horas), con grandes empresas en torno a las 35/36
horas y otras por encima de las 39 horas. Dada esta desigualdad horaria
y la tendencia social a reducir la jornada laboral (a la que hay que
sumar una hora larga de ida y otra de vuelta en muchas ciudades), los sindicatos
llevan años forzando a un recorte de jornada, para fomentar la conciliación
familiar y laboral. Y en paralelo, piden un control efectivo de la
jornada, porque muchas empresas “abusan de
las horas extras”: no superan las 40 horas semanales, pero “fuerzan” a
sus plantillas a hacer horas extras, muchas sin pagarlas (ni
cotizar por ellas). Trabajo estima que se hacen 3 millones de horas
extras gratis a la semana, con las que las empresas se ahorran
3.254 millones al año (en salarios y cotizaciones), sobre todo en
hostelería, comercio, industria y educación.
Por todo ello, el Gobierno de coalición incluyó en su
programa para esta Legislatura el recorte de la jornada laboral, tras 41
años sin tocarla. Y lo justifica en que la
productividad ha aumentado un 53% desde 1983 pero eso ha
beneficiado más a las empresas que a los trabajadores, cuyos sueldos
han subido mucho menos y trabajan casi las mismas horas. Además, creen que hay
un apoyo social mayoritario (Encuestas) a reducir la jornada y que
la medida puede mejorar la productividad y reducir
el absentismo. Eso sí, tendrá un coste para las empresas, porque la
condición es bajar la jornada legal manteniendo los salarios.
La idea del Gobierno Sánchez era pactar la rebaja de
jornada con sindicatos y patronal. Pero no ha sido posible,
porque la patronal (CEOE y CEPYME) se retiró de la
negociación en diciembre, tras 11 meses de reuniones, argumentando el
alto coste de la medida y pidiendo que el horario quedara para la negociación
colectiva, no que se impusiera por Ley. Así que la vicepresidenta Yolanda Díaz
pactó la rebaja en solitario con CCOO y UGT, el 20 de diciembre. Y aún
quedaba otra
batalla, en el seno del Gobierno: el ministro de Economía (y el
PSOE) querría haber retrasado la rebaja uno o dos años (hasta el final
de la Legislatura), buscando como fuera (con ayudas) el acuerdo con la patronal,
mientras Yolanda Díaz (Sumar) se ha empecinado en implantar la
jornada de 37,5 horas antes de final de año, para “revitalizar” su imagen
política tras la continua caída en las Encuestas.
En medio del descuerdo social (sin la patronal) y el pacto
político “in extremis” dentro del Gobierno, el Consejo de Ministros aprobó
este martes un
anteproyecto de Ley con 3 cambios importantes. El primero, la
rebaja de la jornada laboral, a 1.712 horas en cómputo anual, que son
las 37,5 horas semanales. Eso supone una rebaja de la jornada semanal
media pactada en convenio (38,32 horas en 2024) de 48 minutos
semanales, según Trabajo.
Pero hay 4 sectores donde la rebaja se va a notar
mucho más, porque la jornada se reducirá más de hora y
media, según
estima Trabajo: hostelería (trabajarán -112 minutos), información
y comunicaciones (-109 minutos), comercio (-98 minutos)
y agricultura (-97 minutos semanales). En otros sectores, la jornada
semanal bajará en torno a una hora: actividades administrativas
y auxiliares (-67 minutos), otros servicios (-66 minutos),
actividades profesionales, científicas y técnicas (-62 minutos), industrias
extractivas (-55), manufacturas (-54 ) y actividades artísticas (-51
minutos semanales). Y se notará poco la rebaja en el transporte y
almacenamiento (-47 minutos semanales), la construcción (-37), sanidad
y servicios sociales (-23), inmobiliarias (-20) y energía
(-13 minutos semanales). Y 4 sectores no tendrán ningún recorte de jornada,
porque ya trabajan menos de 37,5 horas: finanzas y seguros, Administración
Pública, educación y suministro de agua.
Esta reducción de jornada, a 37,5 horas semanales, afectará a
los que tienen contrato a tiempo completo. Pero también
afecta a los que tienen jornada a tiempo parcial: podrán trabajar menos
(el porcentaje en que baje la jornada completa) o mantener su jornada
parcial pero con una subida de sueldo. Así, si alguien trabajaba 30
horas semanales (el 75% de la jornada), ahora trabajará 28,12 horas o, si decide
mantener su anterior jornada, la empresa le debe compensar (en este ejemplo,
subirle un 6,26% el sueldo).
El recorte de jornada beneficiará, según
Trabajo, a 12,5 millones de asalariados (a 2 de cada 3) , de ellos 10,5
millones con un contrato a tiempo completo (que trabajarán algo menos) y 2
millones de trabajadores con contrato a tiempo parcial (1,5 millones son
mujeres). En conjunto, los 4 sectores
más beneficiados por la rebaja de jornada son el comercio
(2.435.500 trabajadores beneficiados), la industria manufacturera
(2.073.500 beneficiados), la hostelería (1.424.100 beneficiados ) y la
construcción (1 millón de beneficiarios), seguidos muy de lejos por las actividades
administrativas (852.600 beneficiados), actividades profesionales,
científicas y técnicas (729.600), sanidad y servicios sociales
(692.400), transporte y almacenamiento (672.900), información y
comunicaciones (626.900), actividades del hogar (601.200), el
campo (460.900), la educación (239.200) y las actividades artísticas,
ocio y entretenimiento (193.000 beneficiarios).
Por autonomías, las
regiones donde se trabajan más horas y cuyos trabajadores notarán más la nueva
jornada serán Canarias, Murcia, Andalucía, Comunidad Valenciana, Baleares y
Cataluña.
El 2º cambio de la Ley propuesta es que se refuerza
el control horario de las empresas,
que en muchos casos se hace mal o no se hace (pymes), lo que facilita la
proliferación de horas extras y los horarios excesivos. Ahora, se obliga a las
empresas a instalar un sistema de control digital, en un plazo de
6 meses tras la aprobación de la Ley, un sistema que debe estar
disponible online para la inspección de trabajo y para los sindicatos.
Y si no se instala o funciona mal, se multiplican las multas, no por empresa (como
ahora), sino por trabajador.
El tercer cambio es también muy importante: se
implanta la
“desconexión digital”, con lo que los trabajadores ya no estarán
obligados a estar en contacto permanente con su empresa (móvil, correo,
WhatsApp…) y sus jefes no podrán contactarle fuera del horario laboral,
lo que en algunos casos ha provocado estrés laboral y problemas mentales.
La patronal no
apoya esta reforma por dos razones básicas. Una, de principios:
defiende que el horario laboral es un tema a decidir en la negociación
colectiva, entre empresas (patronal) y trabajadores (sindicatos), sin “injerencia”
del Gobierno, un argumento que olvida que hay unos 6 millones de
asalariados sin convenio, que trabajan en pequeñas empresas, sin capacidad de
negociar sus horarios. Y así hemos llegado a la situación actual, donde hay
dos tipos de trabajadores: los de grandes empresas, que trabajan menos,
y los de empresas pequeñas, que trabajan mucho más (y aún más los autónomos).
Por eso, muchos paises fijan por Ley la jornada (como Francia, que la
fijó el año 2000 en 35 horas semanales).
La otra crítica, mucho más razonable, es que reducir la
jornada tiene un coste. Un
estudio de CEPYME lo cifra en 11.792 millones, dos tercios
concentrado en el comercio, la industria, la hostelería y las actividades
administrativas. Y la patronal CEOE habla de un coste de 24.000 millones, unos
2.000 euros por empleado afectado. Este es un tema que merece la pena
analizar con detalle y tratar de resolver con ayudas a las
empresas (pymes) y sectores más afectados, como prometió el
Gobierno a la patronal si pactaba la rebaja de horarios. También habría que
buscar mejoras de productividad para compensar este aumento de
costes. Pero, en cualquier caso, no hay que olvidar un dato: las empresas
llevan 4
años aumentando márgenes y beneficios, mientras los trabajadores
han perdido poder adquisitivo. Ahora se trata de “repartir el
crecimiento”, trabajando algo menos a costa de las mayores ventas y
beneficios de muchas empresas (no todas).
En cualquier caso, estamos ante un anteproyecto de Ley,
aprobado por la vía de urgencia, que ahora pasará las consultas técnicas
y legales, para ser aprobado otra vez por el Gobierno y enviado al
Parlamento. Así que no se debatirá hasta el verano. Y
entonces, el Gobierno deberá lograr el apoyo de Junts, que ya ha
dicho que quiere cambios (ayudas a las empresas y quizás más
flexibilidad). Y el
PP se encontrará con el dilema de votar en contra (como hizo
con la reforma laboral, lo que ahora se ve como una equivocación) o
abstenerse, dado que todas las
Encuestas reflejan que una mayoría de españoles está a favor
de reducir la jornada laboral. En cualquier caso, será difícil que los convenios se adapten a tiempo para que el 31 de diciembre estén en
vigor las 37,5 horas en todas las empresas.
Parece claro que el mundo, con la digitalización y la
tecnología (más
aún con la Inteligencia Artificial) va en la dirección de trabajar
menos horas. Pero no basta con aprobar una Ley para imponerlo. Es
más eficaz pactar la nueva jornada, sector a sector y empresa a empresa,
en una negociación donde entren horarios, sueldos, condiciones de trabajo,
empleo y productividad, aportando el
Estado las ayudas necesarias para que las empresas más vulnerables se adapten.
Esa es la negociación que hará falta una vez se apruebe la Ley, porque
si no, lo que ahora es un deseo generalizado (“trabajar menos”) se nos volverá
en contra, si se aplica mal y daña al crecimiento y al empleo. Por eso hay
que ser flexibles y realistas, no buscar titulares y votos.
Y en paralelo, hay que ir planificando el trabajo del
futuro, que será mucho menor que ahora, porque una parte de los empleos
los cubrirán ordenadores y máquinas. Hay que ir pensando de otra manera,
en “repartir
el trabajo que haya”, lo que obligará a dar más peso al teletrabajo
(creció con la pandemia, pero se ha recortado) y a pensar en la jornada de 4 días a la
semana , que ya están estudiando paises punteros como Japón o Reino
Unido. Hay que repensar el trabajo actual y su inevitable revolución futura, superando el
debate de la jornada: qué trabajos se van a mantener, cuáles cambiarán radicalmente
y cómo nos adaptamos. Ese es nuestro verdadero reto.