Trump infla la burbuja de las criptomonedas
Aun no gobiernan, pero Trump y sus amigos ultraconservadores
se están haciendo de oro, desde Elon Musk a todos los que invierten en criptomonedas,
cuya cotización supera los 100.000 dólares, subiendo un 140% este año,
incluso las monedas “memes”. Y seguirán subiendo, porque Trump promete
convertir a EEUU en la patria de las criptomonedas y hasta crear
una reserva estatal. Preocupa el “boom” de estas monedas digitales,
porque no tienen un valor real detrás, son muy volátiles y han protagonizado fraudes
y quiebras, además de utilizarlas el crimen organizado y ser las
monedas de la ultraderecha internacional. A pesar de las críticas
de instituciones y economistas, han conseguido introducirse en el mundo
financiero USA (con las ETFs de bitcoins aprobadas en enero) y ahora despegarán en Europa, al aprobarse un Reglamento que entra en vigor este
30 de diciembre. De hecho, los 3 grandes bancos españoles las venderán
en 2025. Ojo, porque si esta burbuja cripto estalla, tendremos
otra grave crisis financiera. Enrique Ortega, a partir de "El cambista y su mujer", de Marinus van Reymerswale
Las criptomonedas
han pasado en 25 años de no valer casi nada al récord de los 100.000
dólares en diciembre. La primera criptomoneda, el bitcoin, empezó a funcionar
en enero de 2009 y la han seguido después hasta 20.000 monedas digitales
(ver
historia de las criptomonedas). Son monedas
y activos digitales que emplean un cifrado para identificar a su dueño
y poder realizar transacciones. Un 20% están respaldadas por activos como el
oro, el dólar y otras monedas, pero la mayoría (80% del mercado) son
criptoactivos sin respaldo detrás de un activo concreto, sobre todo criptomonedas,
monedas digitales que no tienen detrás el respaldo de un país y un Banco
Central sino que las fabrican y emiten miles de empresas privadas,
que controlan también su distribución y mercado. Las criptomonedas se basan en
una red mundial de ordenadores descentralizada, unos “mineros”
(que generan informáticamente nuevas monedas) y unas plataformas de
compraventa, que permiten cambiar divisas por criptomonedas, almacenarlas en “billeteros
digitales” y comprarlas y venderlas después, con altísimas comisiones, poca
transparencia y enorme riesgo.
Al principio, el valor de las criptomonedas fue muy bajo (en
2010 cotizaba a 0,08 dólares), con pocos compradores y un mercado restringido
a los fanáticos de la informática. Por eso, su cotización languidece y en 2015
era de 327 dólares. En diciembre de 2017 alcanzó su primer récord, cotizando
a 18.674 dólares, tras el lanzamiento de futuros negociables en la
plataforma CME Group. Hubo después una corrección y en 2018 cae hasta 4.000
dólares. A mediados de 2019 se recupera algo (12.212 dólares), pero el siguiente
tirón viene con la pandemia: ante el parón de las Bolsas, los inversores lo ven
como una alternativa y llega a cotizar a
63.410 dólares el 13 de abril de 2021, para
subir a 67.734 dólares el 9 de noviembre. A partir de ahí, empiezan las ventas
masivas y se desinfla la burbuja de las criptomonedas: cotizan a 15.409
dólares en diciembre de 2022.
Fue un año y medio de desplome de cotizaciones (“el
invierno de las cripto”), entre mediados de 2022 y principios de 2024,
que se llevaron por delante a millones de pequeños inversores, que perdieron
más de 2 billones de dólares, y provocaron quiebras y cierres
de empresas y plataformas de venta muy conocidas, como FTX, Terra (Luna), Three
Arrons Capital, Celsius o Voyager, con historias de emprendedores digitales
famosos ante el juez o en la cárcel.
Muchos pensaron que era el final de las criptomonedas.
Pero no fue así: la
fiebre volvió y con más fuerza: el 6 de febrero de 2024 empezó el
penúltimo “rally”, pasando el bitcoin (el 64,4% del mercado) de cotizar a 40.064 dólares a
un nuevo máximo de 73.157 dólares, el 13 de marzo pasado (ver gráfico cotización).
Los expertos explicaron esta nueva “burbuja cripto” por
dos causas. La primera, porque los inversores esperaban bajadas de
tipos de interés y eso les hacía buscar otras
alternativas de inversión. La segunda causa (clave) fue que Estados
Unidos aprobó, el 10 de enero, la comercialización de los primeros 11 Fondos
(ETF) en bitcoin, lo que permitía a inversores “más serios”
(Fondos, instituciones, bancos, grandes inversores) poner su
dinero en Fondos (ETF) que replican a bitcoin, operando con ellos sin
problemas, sin tener que recurrir a billeteras virtuales y plataformas de
bitcoin. Y pagando muchas menos comisiones.
Los grandes inversores aprovecharon la aprobación
de Fondos (ETF) de bitcoin para entrar
a saco en este nuevo mercado, disparando un 35% las cotizaciones del
bitcoin (y las demás cripto, hasta las “memes”…). La ETF en bitcoin más popular, IBIT,
comercializada por Black Rock (la mayor gestora de fondos del mundo)
recibió hasta 10.000 millones de inversiones en las primeras 7 semanas, un
récord histórico. Y hasta la fecha, los 4 mayores Fondos (ETF) en bitcoin han
captado ya cerca de 100.000 millones de dólares...
Posteriormente, en abril de 2024, otro acontecimiento volvió
a disparar la cotización de las criptomonedas: el
recorte de los bitcoins disponibles, un proceso que se repite cada
4 años para controlar la oferta y mantener los precios. Lo llaman el
“halving” (“reducir a la mitad”) y consiste en reducir a la mitad
la recompensa que los “mineros” (los que generan bitcoin) reciben por validar
bloques en el blockclain de bitcoin. Su objetivo es recortar la oferta de
bitcoin, que tiene un máximo (hay otras criptomonedas que no, lo que
infla su oferta), para estabilizar los precios. Y los inversores sabían que las
tres ocasiones anteriores en que se hizo
(noviembre de 2012, julio de 2016 y mayo de 2020), la cotización se disparó.
Y así llegamos a las elecciones de noviembre en EEUU:
cotizaba a 67.000 dólares la víspera y tras la victoria de Trump se
disparó a 88.014 dólares (11 de noviembre) y no dejó de subir hasta alcanzar
los 100.000 dólares el 5 de diciembre (ver gráfico
cotizaciones: el viernes valía 100.075 dólares). Y su capitalización es de 2,4 billones de dólares, el PIB de Italia... Tras el triunfo de Trump
se disparó también el valor de las cripto “menos serias”, las
“memecoins”, criptomonedas que surgieron como una broma en
Internet (con gatitos y otros “memes”) y ahora han disparado su valor, en
un mercado sin transparencia, amplificado por las redes sociales. Las
principales son Dogecoin (DOGE), impulsada por Elon Musk, Shiba Inu (SHIB),
Dogelon, Samoyed Coin, Mona Coín y Pepe Coin. Sorprende que, tras
el triunfo de Trump, su
capitalización creció un 3% en 24 horas,
alcanzando un valor de 74.780 millones de dólares, el PIB de Lituania…
Ahora, el sector cree que el bitcoin (64,4% del mercado)
puede
cotizar a 200.000 dólares en 2025. Y algunos creen que podría valer
1 millón de dólares en 2033… La burbuja de compras se
alimenta por varias causas. Una, coyuntural, el triunfo de
Trump y sus amigos neoconservadores, como Elon Musk, que son todos “fans
de las cripto”. Trump era muy crítico en 2019 con las monedas
digitales (son “volátiles” y “se basan en nada”, dijo), pero ahora
es un firme defensor, tras apoyarle el lobby cripto con 150
millones de dólares para su campaña. Además, Trump ha prometido “convertir a
EEUU en la capital de las criptomonedas”, tras nombrar como Secretario del
Tesoro y Presidente de la SEC (la Comisión de Valores) a dos firmes defensores
de las criptomonedas. Y se especula con que Trump podría crear una
“reserva estratégica” en criptos de 100.000 millones de dólares.
Pero hay un factor estructural más de fondo que Trump
sea ahora el gran “criptobrother”: el
mundo financiero le ha perdido el miedo a las criptomonedas y
las ve como una forma más de ganar dinero, como en su día fueron las “hipotecas
basura” o los futuros. Un dato: 10 grandes gestores internacionales han
llegado a administrar
hasta 100.000 millones de dólares en ETFs de bitcoin en tan sólo 228 días desde su lanzamiento en enero, la
mayoría procedente de inversores minoristas y todavía pocos de inversores
institucionales. Pero es cuestión de tiempo que entren en este nuevo
negocio los Fondos de pensiones y los Fondos soberanos (de paises),
disparando un mercado que podría
llegar al billón de dólares en pocos años. Y tras este éxito de las ETF
(Fondos) en criptos, la ingeniería financiera investiga otras formas de inversión alrededor
de las criptomonedas. Ya no es "una cosa de chavales y pirados informáticos”: han
entrado los inversores de verdad.
Y eso, aunque las instituciones y los economistas “serios”
siguen alertando sobre las criptomonedas. La Comisión de Valores
de EEUU (la SEC), que autorizó los ETFs en enero, lo
hizo por imposición judicial, en cumplimiento de una sentencia del
Tribunal de Apelación de Columbia, tras múltiples litigios legales de poderosos
Fondos y bancos de inversión, que querían unirse al negocio cripto. Pero su
presidente, al que cesará Trump el próximo 20 de enero, ya lanzó
su alerta al aprobarlos: “Hoy hemos aprobado determinados Fondos
cotizados sobre el bitcoin al contado, no hemos aprobado ni respaldado al
bitcoin. Los inversores deben mantener la cautela ante los innumerables riesgos
asociados al bitcoin y a los productos cuyo valor está vinculado a las
criptomonedas”…
Más contundente fue, poco después (febrero 2024), el Banco
Central Europeo (BCE): reiteramos que el valor real del bitcoin es
cero”, escribieron
en el blog del BCE dos de sus economistas.
Y añadieron: “tras 15 años, el bitcoin ha fracasado en su promesa de ser una
moneda global y descentralizada y sus transacciones siguen siendo lentas y
costosas, además de haber sido incapaces de combatir su uso por los
ciberdelincuentes”. Estiman que el bitcoin se utilizó para blanquear 23.800
millones de dólares en 2023 y para que empresas y particulares pagaran 1.100
millones de dólares en chantajes de ciberdelincuentes (por “ransomware”,
secuestro de datos). Los economistas
del BCE reiteran que el bitcoin no tiene ningún activo real detrás,
contamina el medio ambiente (su “minería” consume mucha electricidad) y su
cotización es “un espejismo” que se desplomará a medio plazo, porque su
valor real es cero. “Se trata sólo de especulación y habría
que tomar medidas drásticas contra su uso”, concluían.
Por si no quedara claro, un informe del Banco Internacional
de Pagos de Basilea (BIS) destacó que las inversiones en bitcoins “están
resultado desfavorables para los individuos”, porque entre el 73% y
el 81% de los inversores minoristas de todo el mundo perdieron dinero
en sus inversiones en bitcoins entre 2015 y 2022. Y como remate, tres
opiniones contrarias de expertos economistas: ”es una estafa piramidal
posmoderna” (Nobel
P. Krugman); “es una herramienta de lavado de dinero y evasión fiscal“
(Nobel
J. Stiglitz); “es como ir al casino” (Warren
Buffet, uno de los mayores inversores del mundo).
Pero hay toda una generación de jóvenes e inversores que
desprecian todas estas alertas y siguen arriesgando su dinero comprando
criptomonedas y hasta “memecoins”. Había 617
millones de personas en el mundo que habían comprado criptomonedas
en el primer semestre de 2024, frente 30
millones en 2017. Y con la “fiebre” actual, podría cerrarse el año con 850
millones de usuarios, una cifra en alza. Para la mayoría, porque creen
que pueden ganar dinero fácil y “no quieren quedarse fuera”. Para
una minoría de inversores profesionales, porque quieren “diversificar su
inversión. En España, un 12% de los adultos han comprado criptomonedas,
4.700.000 españoles, según
estimó el Banco de España. Muchos son jóvenes, atraídos por las redes
sociales y los influencers. El interés es tal que miles de personas han sido
engañados
con “cursos” sobre criptos y 400.000 jóvenes hicieron cola, en
febrero, en varios Centros Comerciales, para que les escanearan el iris a
cambio de unas pocas criptomonedas (80 euros)…
Hay otro motivo por el que algunos invierten en criptomonedas:
la ideología. En EEUU y en Europa, las cripto son las
monedas de los neoconservadores y la extrema derecha, así como de los
“antisistema”. Cuando nació el bitcoin en 2009, su creador, el
“mítico” Satoshi Nakamoto, hablaba de “privacidad online”, “libertad
individual” y “desnacionalización de la moneda”, siguiendo la
tradición de movimiento “Ciberpunk” de los años 90. Y en 2018, casi la mitad de
los usuarios de criptos de identificaron como “libertarios” y “conservadores”.
Y la
ultraderecha blanca USA (Steve Banon) defiende “el control de tu moneda”
como parte de “la verdadera libertad”. De hecho, algunas informaciones
revelaron que el
asalto al Capitolio se financió con
criptos… Y en España, el
ultraderechista Alvise Pérez está investigado por recibir 100.000
euros de un empresario cripto (investigado también por una estafa
piramidal de su empresa, Madeira Invest) para que hiciera lobby en el
Parlamento europeo.
En cualquier caso, sea por inversión o por ideología, todo
indica que la burbuja cripto es imparable y seguirá creciendo. Por eso,
la Comisión Europea quiso “ordenar y clarificar” este mercado, aprobando en
mayo de 2023 el
Reglamento MiCA, la primera normativa en el mundo para regular
las criptomonedas. Entra
en vigor este 30 de diciembre, con unos objetivos
claros. Por un lado, regular la emisión, oferta y negociación de los
cripto en la Unión Europea. Y por otro, proteger a los inversores para
que estén informados de lo que compran y de sus riesgos, asegurando que puedan
saber dónde está su dinero (depósitos). Y además, reforzar la transparencia
y seguridad en este mercado, que tendrá que informar a los reguladores de
las operaciones dudosas o ilegales.
Desde el 30 de diciembre, el control de las criptomonedas
estará en manos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV),
que sustituye al Banco de España, donde se registraban las empresas cripto desde
2021. Hay
124 firmas de criptomonedas registradas en el Banco de España, que
las inscribía pero no las supervisaba: ahora, la CNMV las registrará y supervisará.
De momento, sólo
5 nuevas empresas se han inscrito y parece que hay un compás de espera en
el sector financiero. Pero la implantación del Reglamento europeo (MiCA) y la
euforia inversora en EEUU ha provocado que los tres grandes bancos
(Santander, BBVA y Caixabank) anuncien que venderán
criptomonedas a sus clientes en 2025, algo que ahora sólo hacen “neobancos”
como Revolut o N26.
Todo apunta a que las criptomonedas van a dispararse en
2025, más en EEUU, pero también en Europa y en
España, de la mano de inversores que no quieren “quedarse fuera”
por si acaso (como los que especularon
con tulipanes en el siglo XVII), de jóvenes que creen que van a
hacerse millonarios rápidamente o de ultraderechistas que quieren “atacar
al sistema” y tomar el poder con las cripto. Las autoridades tienen que estar
vigilantes para evitar abusos, fraudes y quiebras. Y sobre todo, para prevenir
que estalle la burbuja y nos aplaste una nueva crisis financiera,
más grave que la de 2008. Avisados estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario