jueves, 19 de diciembre de 2024

El despilfarro de la ropa: usar (poco) y tirar

En Navidades se dispara el gasto en ropa. Pero compramos todo el año, siguiendo una “moda rápida”, alentada por los bajos precios: comprar, usar poco, desechar y volver a comprar.  Un “circulo vicioso” que obliga a fabricar cada año 150.000 millones de prendas en el mundo, que en un 87% terminan en vertederos o se queman. Un despilfarro y un atentado medioambiental, porque fabricar ropa consume petróleo (69% son fibras sintéticas), agua, productos químicos (contaminantes) y muchos transportes, lo que genera el 10% de los gases de efecto invernadero (más que la aviación). España desecha casi 1 millón Tm. de ropa al año y sólo recicla el 12%, acabando el resto en basureros o en África, Asia y Latinoamérica. Europa obliga, en 2025, que las empresas textiles gestionen sus residuos y que todos los Ayuntamientos instalen contenedores para recoger ropa. Pero la solución no es reciclar, sino consumir menos ropa, usarla más tiempo y comprar ropa usada. Comprar por comprar mata el Planeta.

          Los contenedores de recogida de ropa, obligatorios en toda España desde el 1 de enero

El mundo está “enganchado” a la droga de comprar ropa cada vez más, sobre todo en los países ricos. Y así, la producción de ropa se duplicó entre el año 2000 y 2015 y hoy ya, cada ciudadano del Planeta consume un 60% más de prendas de ropa que hace 15 años, según la ONU. Los datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente son llamativos: la producción textil mundial ha pasado de 58 millones de toneladas en el año 2.000 a 109 millones en 2020. Y se prevé que alcance los 145 millones de toneladas en 2030. Lo más grave, añaden, es que el 87% de esta ropa se desecha luego y acaba en vertederos o se quema.

En los últimos años, el consumo de ropa se ha disparado en Occidente, por el auge de la llamada moda rápida (“fast fashion”), alimentada por precios cada vez más bajos (“low cost”) y diseños que se renuevan diariamente en función de los cambios en los gustos de los consumidores.  Una moda que fomenta la tendencia a “comprar, usar, desechar y volver a comprar” , incentivando a los consumidores (sobre todo jóvenes) a multiplicar sus comprar de ropa y renovar constantemente su vestuario. De hecho, en España, operadores como Primark, Lefties o Shein han ganado un 21% de clientes desde antes de la pandemia. Y su cuota de mercado ha crecido un +16% sólo en 2023. Según datos de Kantar WorldPanel, los distintos operadores que venden ropa “low cost” (Primark, Lefties, Kiabi, Shein, Zeeman o Pepco) han ganado 3 millones de compradores desde la pandemia y ya tienen una cuota de mercado superior al 20% (20,4%, frente al 12,9% en 2019).

En Europa, capa persona consume unos 26 kilos de ropa al año, según datos de la Comisión Europea. Un consumo en ascenso, como en todo el mundo occidental, que supone dos graves problemas: causa un enorme daño medioambiental al fabricarse, exportarse y venderse la ropa, y causa otro daño posterior al dejar de usarse, porque apenas se recicla y acaba en vertederos, quemándose o exportándose a los países pobres.

Veamos primero el daño medioambiental del negocio de la moda, que genera un 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, causantes del Cambio Climático, más que el transporte aéreo y marítimo juntos, según Greenpeace. Otros expertos, el Informe Global Fashion Agency, resumen así los daños medioambientales de la industria de la moda, que irán a más: emisiones de CO2 (1.715 millones de Tm en 2015 y 2.791 millones para 2030), consumo de agua (79 millones de metros cúbicos en 2015 y 118 en 2030), uso de productos químicos (en el 37% del proceso) y, sobre todo, una tremenda generación de residuos, de ropa que se tira (92 millones de Tm hoy y 148 millones en 2030).

La propia Comisión Europea hizo un cálculo, en 2022, del impacto ambiental del consumo de ropa de los europeos: consumió 400 metros cuadrados de suelo por persona al año, 9 metros cúbicos de agua, 391 kilos de materias primas y generó 270kg de CO2 por persona, lo que supone unos 121 millones de Tm de CO2 generadas por las compras de ropa de los europeos, entre el 4 y el 10% de las emisiones totales, según criterios.

La fabricación y distribución mundial de ropa generan un daño ambiental por distintas vías. En unos casos, restando tierras a otros cultivos para la producción de algodón y fibras vegetales. Pero en las últimas décadas se ha generalizado la fabricación de tejidos con fibras sintéticas (representan ya el 69% de los materiales utilizados y alcanzarán el 75% en 2030, el 85% de ellos poliéster), que se fabrican a partir del petróleo, lo que genera una parte de las emisiones. Otras provienen del transporte, desde los países de origen de gran parte de la ropa (China, Bangladesh, Vietnam, India, Camboya…) hasta las estanterías de las tiendas occidentales. Y están aumentando las emisiones derivadas del impulso de las ventas por Internet: no sólo el reparto al comprador, sino los viajes posteriores por las devoluciones: el auge de las “devoluciones gratuitas” aumentan los viajes de ida y vuelta de las prendas.

Luego está el tremendo consumo de agua para fabricar la ropa que compramos. Fabricar una simple camiseta se lleva entre 2.700 y 3.000 litros de agua, lo que bebe una persona en dos años y medio. Y hay prendas como los vaqueros que llegan a consumir 11.500 litros de agua:10.000 litros para producir el tejido (8.000 litros) y fabricarlos (2.000 litros) y 1.500 litros más en los lavados que se harán. Además, la industria textil utiliza numerosos productos químicos, que acaban contaminando ríos y aguas residuales: causa el 20% de la contaminación mundial de estas aguas. Un ejemplo son otra vez los vaqueros (ojo: se fabrican 1.000 millones al año): para fabricarlos con índigo sintético se utilizan productos químicos agresivos para fijar el tinte, además de cloro para darles el efecto desgaste.

Otro problema de la ropa para los ecosistemas es que en los primeros lavado de los tejidos sintéticos, muchas prendas liberan “micro plásticos” , que acaban en los mares y océanos, porque su pequeño tamaño impide que queden atrapados en los filtros de las depuradoras: cada año se vierten al mar más de 500.000 toneladas, según Greenpeace. Además, la fabricación de ropa también produce daños a la salud humana, porque se utilizan compuestos químicos como el formaldehído (para evitar arrugas), el antimonio, nanopartículas de plata (para neutralizar olores), plastificantes y retardantes de llama.

Y no podemos olvidar la explotación laboral que va ligada a la industria mundial de la moda “low cost”, que da trabajo a más de 300 millones de personas, sobre todo en países pobres de Asia, con larguísimas jornadas de trabajo (16 horas), salarios de miseria y muchos niños y menores trabajando en condiciones infrahumanas (se han multiplicado los incendios y muertes). Todo para que podamos comprar una camiseta barata

Después de este enorme coste ambiental y humano para fabricar tantos millones de prendas, la mayoría de los consumidores occidentales nos las ponemos unas semanas o unos meses y al cabo del tiempo las tiramos: el 87% de las prendas que se fabrican al año en el mundo. En Europa, se generan unos 16 kilos de residuos textiles por habitante, lo que supone que se generan 6,95 millones de Tm al año de residuos textiles, según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (con datos de 2020).  Datos más recientes hablan de que se desechan en Europa 5,2 millones de toneladas al año, una media de 12 kilos al año. De ellos, un 22% se recicla y el 78% restante acaba en basureros (un 80% se exporta y termina en basureros de África, Asia y Latinoamérica).

En España, la última cifra señala que se desechan unas 900.000 Tm de ropa al año, lo que supone unos 19 kilos al año por español, más que en Europa. Y reciclamos mucho menos, el 12,2%, mientras casi el 88 % de la ropa acaba en vertederos, según los datos de Moda-re, una empresa de Cáritas que se hace cargo con sus contenedores del 40% de la recogida de ropa en España (otro 16% lo recoge la ONG Humana y el resto, empresas privadas). El reciclaje de ropa en España varía mucho por regiones. Hay autonomías con más reciclaje textil, como País Vasco (24%), Navarra (16,5%), Comunidad Valenciana (16%) o Cataluña (13,9%), mientras el reciclaje es muy bajo en Extremadura (2,8%), Castilla la Mancha y Madrid (9,1%).

La estimación de los expertos en reciclaje es que un 10% de la ropa desechada en España se quema, otro 70% se exporta (a Asia, África y Oriente Medio), otro 10% se separa para generar hilaturas recicladas y sólo un 10% de la ropa en buen estado que no se usa acaba en tiendas de segunda mano. En España hay sólo unas 300 tiendas donde se vende ropa usada, frente a los miles que existen sólo en Londres o Berlín. Moda-re, la cooperativa de Cáritas tiene 170 tiendas y Humana, la ONG de origen danés tiene otras 50 tiendas.

Recientemente, las grandes cadenas de ropa tratan demejorar su imagen” instalando puntos de reciclaje en sus tiendas. Pero Greenpeace ha denunciado que estas prendas no se reciclan de verdad y que acaban en vertederos de Ghana, Pakistán o Chile. Durante más de un año, en 2023, hicieron un seguimiento, poniendo dispositivos en prendas dejadas para reciclar en tiendas de 11 ciudades españolas y comprobaron que estas prendas viajaron después miles de kilómetros, a 4 continentes y 11 países (Emiratos, Pakistán, Marruecos, Egipto, Camerún, India, Togo, Ghana, Costa de Marfil, Rumanía y Chile). Por eso pide a los consumidores que “no caigan en la trampa del reciclaje de moda”, que provoca inmensos “vertederos” en países pobres.

Ante este desolador panorama, el Parlamento Europeo ya aprobó en 2018 una Directiva de residuos. Y en marzo de 2022, la Comisión Europea aprobó una nueva Estrategia europea para conseguir que los textiles sean "más duraderos, reutilizables y reciclables", para hacer frente a la fiebre de la “fast fashion”. Pero no se avanzó y en junio de 2023, los eurodiputados propusieron endurecer las medidas, para frenar la producción y el consumo de ropa e impulsar su reciclaje y reutilización. A partir de ahí, en marzo de 2024, el Parlamento europeo modificó la normativa de residuos con 2 medidas claves, que los países han de cumplir en 2025: introducir  sistemas de responsabilidad ampliada del fabricante (las empresas tendrán que cubrir los costes de recogida selectiva, clasificación y reciclaje) y la obligación de que todos los países de la UE recojan los residuos textiles por separado.

La primera medida que nos afecta en España es la recogida obligatoria de los residuos textiles en contenedores propios, desde el 1 de enero de 2025. Ya hay 21.000 instalados, pero sólo en grandes y medianas ciudades: ahora los tendrán que instalar todos los municipios y habrá muchos más, facilitando que al menos la mitad los gestionen ONGs (como Cáritas o Humana), una norma que ahora muchos Ayuntamientos incumplen. La segunda medida, más importante, es que las empresas de moda tendrán que gestionar (a su cargo) la ropa que no vendan o recojan, creando entidades de recogida y reciclaje, como existen para los plásticos (Ecoembes) y el vidrio (Ecovídrio). Tendrán meses para hacerlo, después de que el Gobierno apruebe antes del  verano un Decreto que lo regule. Mientras, 10 grandes firmas de moda pondrán en marcha (en abril de 2025) un proyecto piloto (“Re-Viste”), en 6 municipios de distinto tamaño, para comprobar la eficacia de distintos métodos (contenedores en calle, puntos limpios en tiendas, recogida en parroquias y Centros Comerciales).

El reciclaje de ropa es importante, pero hay que avanzar más en reducir el consumo y la producción de ropa, haciendo el proceso más sostenible para el medio ambiente y para sus trabajadores. Los expertos de la Fundación Ellen MacArthur, que trabajan para la promoción de “la economía circular” en el textil proponen 4 medidas: aumentar la durabilidad de la ropa, usar los recursos de forma más eficiente, eliminar uso tejidos con sustancias tóxicas o micro plásticos y mejorar el reciclaje textil, para lo que proponen avanzar en tejidos confeccionados con un único material, para que sea más fácil reciclarlos.

Al final, la clave está en nosotros, los consumidores: tenemos que “cambiar de hábitos”, no podemos estrenar una camiseta, un pantalón o unas zapatillas cada mes, para arrinconarlas en el armario o tirarlas después. Tenemos que aplicar “las 4 reglas”: comprar menos (no comprar por impulsos o rebajas), comprar mejor (ropa más sostenible y en tiendas de 2ª mano), utilizar más la ropa (alargar su vida) y depositarla en los contenedores señalados. Hay que acabar con este “despilfarro” de consumo de ropa, que destruye el Planeta. Toma nota: cada kilo de ropa que no compramos ni tiramos ahorra 25 kg de CO2. Piénsalo.

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