En las elecciones del 21-D, los catalanes
parece que votan sólo una cosa: independencia
sí o no, con la óptica de la derecha, el centro, la
izquierda y la extrema izquierda. Deberían votar qué Gobierno les resuelve mejor
su
día a día, desde el empleo a la
educación, sanidad o los transportes. Los nacionalistas
llevan 7 años de mal Gobierno, con más de 7.000 millones de recortes y una
desastrosa gestión de la sanidad, educación, dependencia, empleo, ayudas
sociales e infraestructuras. Y se
agarran a la bandera de la independencia para tapar su mala gestión y echan
la culpa al “España nos roba”. Deberían decir “España nos salva”: han
recibido 53.707 millones de créditos
públicos y con lo ahorrado en intereses reciben
ya más financiación que la media de autonomías. El 21-D habría que
votar programas y saber que “el procés” ha costado ya muy caro a Cataluña y al
resto de España. Y que se frenará la
recuperación y el empleo si sale una mayoría independentista. Nos
jugamos mucho todos.
Los nacionalistas han gobernado Cataluña durante 30 años, pero mientras Jordi Pujol (1980-2003) administró los años de “vacas gordas”, a Artur Mas (2010-2016) le tocó lidiar con la crisis y la afrontó con una dura política de ajustes, con más de 7.000 millones de recortes y una fuerte subida de impuestos. Y así, Cataluña ha sido la autonomía que más recortó el gasto social entre 2009 y 2015, junto a Castilla la Mancha (gobernada por la dirigente del PP Mº Dolores de Cospedal): la Generalitat aplicó una tijera de 5.438 millones de euros en educación, sanidad y servicios sociales, nada menos que el 26,6% del presupuesto autonómico. Y el resto fueron recortes en personal, ayudas económicas e inversiones, sobre todo en infraestructuras y vivienda.
En paralelo, Cataluña se ha convertido en la autonomía donde se pagan más impuestos, tanto en la Renta (tiene el 48% de tipo máximo, frente al 43,5% de Madrid, y el 21,5% de tipo mínimo, frente al 19%), como en Patrimonio o transmisiones e incluso en el impuesto especial de los carburantes. Así, un catalán que gana 20.000 euros paga de IRPF 144 euros más que la media de españoles y 207 euros más que un madrileño. Y si tiene un patrimonio de 800.000 euros, paga 770 euros, la tercera mayor factura en España de este impuesto (que no se cobra en Madrid). Y si compra una vivienda de 150.000 euros, el catalán paga 15.000 euros de transmisiones patrimoniales frente a 12.054 euros que se pagan de media en España y los 9.000 euros que se pagarían en Madrid. Además, Cataluña es la autonomía que ha creado más impuestos propios, según los asesores fiscales (AEDAF): 13 impuestos, entre ellos a las viviendas vacías, las estancias en hoteles, las bebidas azucaradas, las nucleares, los artículos de lujo o los residuos municipales.
enrique ortega |
Los nacionalistas han gobernado Cataluña durante 30 años, pero mientras Jordi Pujol (1980-2003) administró los años de “vacas gordas”, a Artur Mas (2010-2016) le tocó lidiar con la crisis y la afrontó con una dura política de ajustes, con más de 7.000 millones de recortes y una fuerte subida de impuestos. Y así, Cataluña ha sido la autonomía que más recortó el gasto social entre 2009 y 2015, junto a Castilla la Mancha (gobernada por la dirigente del PP Mº Dolores de Cospedal): la Generalitat aplicó una tijera de 5.438 millones de euros en educación, sanidad y servicios sociales, nada menos que el 26,6% del presupuesto autonómico. Y el resto fueron recortes en personal, ayudas económicas e inversiones, sobre todo en infraestructuras y vivienda.
En
contrapartida a estos recortes sociales y económicos, los nacionalistas no han
tenido problemas en tirar del
Presupuesto de la Generalitat para impulsar el procés.
Empezando por financiarse, entre 2010 y 2013, con los llamados “bonos
patrióticos”, hasta al 5,5% de interés, el quíntuple de lo que pagaba
la deuda estatal. Siguiendo con las subvenciones
a las entidades independentistas, como Ómnium
Cultural, que ha recibido
más de 20 millones de dinero público desde 2005. Y no olvidemos el
coste de las “embajadas” y el
servicio exterior, para difundir el procés en el extranjero: 35
millones de presupuesto este año 2017. Y también destaca la financiación
de TV3 y Catalunya Radio,
los altavoces mediáticos del nacionalismo, que se
han llevado 311 millones en el Presupuesto de 2017.
En paralelo, Cataluña se ha convertido en la autonomía donde se pagan más impuestos, tanto en la Renta (tiene el 48% de tipo máximo, frente al 43,5% de Madrid, y el 21,5% de tipo mínimo, frente al 19%), como en Patrimonio o transmisiones e incluso en el impuesto especial de los carburantes. Así, un catalán que gana 20.000 euros paga de IRPF 144 euros más que la media de españoles y 207 euros más que un madrileño. Y si tiene un patrimonio de 800.000 euros, paga 770 euros, la tercera mayor factura en España de este impuesto (que no se cobra en Madrid). Y si compra una vivienda de 150.000 euros, el catalán paga 15.000 euros de transmisiones patrimoniales frente a 12.054 euros que se pagan de media en España y los 9.000 euros que se pagarían en Madrid. Además, Cataluña es la autonomía que ha creado más impuestos propios, según los asesores fiscales (AEDAF): 13 impuestos, entre ellos a las viviendas vacías, las estancias en hoteles, las bebidas azucaradas, las nucleares, los artículos de lujo o los residuos municipales.
Más recortes
y más impuestos, pero ni con esas han conseguido
los Gobiernos nacionalistas ajustar sus cuentas, duplicando su deuda desde 2010: de 35.616 millones a 76.831 millones en septiembre 2017, más deuda que la de Andalucía (33.631 millones) y
Madrid (32.517 millones) juntas. Ante esta asfixia financiera, el Gobierno nacionalista de Mas no dudó en pedir ayuda “al Estado español”, que le aportó liquidez,
créditos sin interés, para pagar a proveedores y subsistir. En total, 53.707 millones recibidos de Hacienda entre 2012 y 2016, un tercio de toda la ayuda inyectada a las
autonomías (162.253 millones). Ha sido la autonomía que más ha recibido, casi
tanto como las dos siguientes juntas, Valencia (36.321 millones) y Andalucía
(24.339 millones). Deberían haber dicho “España nos salva”.
Pero en
lugar de contar esto, llevan cuatro años con el “España nos roba”, tapando sus
recortes y sus altos impuestos con el victimismo de que aportan 16.000 millones más de lo que
reciben. Un dato falso, ya que el déficit
financiero era (2014) de -9.892
millones (el 5% de su PIB), inferior al déficit que tienen 3 autonomías: Madrid (-19.205 millones, el
9,2% de su PIB), Baleares (-1.516 millones, el 6,3% de su PIB) y la Comunidad
Valenciana (-1.735 millones, el 2,1% de su PIB), según las balanzas fiscales elaboradas por Fedea. Pero es que
además, si tenemos en cuenta los
intereses que se ha ahorrado Cataluña con estas ayudas “de España” (se ha
ahorrado 5.226 millones en 7 años),
resulta que a Cataluña le sale un
balance positivo: ha recibido de
financiación 2.562 euros por habitante (media anual 2012-2015), 317 euros más
que la media recibida por todas las autonomías (2.245 euros), según un reciente informe de Fedea. Así que “España nos salva” y encima, los catalanes reciben más
financiación que el resto de españoles. Mientras, Madrid (2.138 euros/habitante), Valencia (2.165 euros), Andalucía
(2.168 euros) y Canarias (2.204) reciben menos financiación que la media.
Y que los catalanes.
Si quitamos
al independentismo la bandera del
“España nos roba”, queda al desnudo su labor de Gobierno en estos años,
de 2010 a 2017. Y el balance es bastante malo. No sólo
por su mala gestión financiera, su creciente deuda, sus recortes e impuestos.
Sobre todo, por el deterioro de los
servicios públicos, del Estado del Bienestar, en especial la sanidad, la
educación, la Dependencia, el empleo, las ayudas sociales y la inversión en
infraestructuras. Lo que debía importar
a los votantes el 21-D.
Empecemos
por la sanidad.
Cataluña tiene la sanidad pública más
privatizada de España, incluso con 32 hospitales privados integrados en la
red pública. Y los hospitales “privados privados” se llevan (vía conciertos) el 24,8% del presupuesto
sanitario de la Generalitat, más del doble que en el resto de España (11,8%).
Tras los recortes, Cataluña es la segunda
autonomía que menos gasta en sanidad, tras Andalucía: 1.180 euros por habitante, un 28% menos que lo que gastan el País Vasco y
Navarra. El resultado de este menor gasto y de los recortes en la sanidad
pública (-1.500 millones, -2.400
profesionales y -1.000 camas) es un récord
en las listas de espera: para
operarse, hay 156.862 catalanes esperando (21,97 por 1.000 habitantes, la tasa
más alta de España), una media de 148 días (104 media en España) y para ir al
especialista, otros 286.442 (40,12 por 1.000 habitantes, la tasa mayor en
España), que esperan 87 días de media (68 en toda España). Al final, la
situación de la sanidad catalana se resume en esta nota: 60 puntos sobre 114, la tercera peor sanidad de España
(tras Canarias y Valencia), según el ranking de la Federación en Defensa de la Sanidad Pública
(FADSP). Y lo peor es que ha pasado de ser la 5ª mejor sanidad de España en
2009 a la 15ª en 2016.
Vamos a la educación. Los recortes han sido generalizados, pero el más llamativo se hizo a las guarderías : los Ayuntamientos recibían de la Generalitat 1.800 euros por alumno, pero se redujeron a 875 euros en 2012 y desaparecieron después, razón por la que 36 grandes Ayuntamientos catalanes llevaron este recorte a los Tribunales y ya hay varios que han ganado el recurso (y a los que tendrán que abonar el dinero no aportado estos años). Ahora, tras todos los recortes, Cataluña es la 4ª comunidad que menos
gasta en educación no universitaria: 4.747 euros por alumno (un 12% menos que en 2009), sólo por detrás de Madrid
(4.443 euros), Andalucía (4.510) y Castilla la Mancha (4.591) y casi la mitad
que el País Vasco (8.976 euros). Eso sí, tiene un mayor peso en Cataluña la enseñanza concertada (28% frente a 25,8% en España)
y los Gobiernos nacionalistas la apoyan con dinero público: es la autonomía que más dinero destina a
financiar los colegios privados, 1.028 millones en 2016, el 18,5% del
Presupuesto de la Generalitat (en España reciben el 14,7%), según
datos de Educación. Y si nos centramos en la Universidad, las facultades catalanas son las más caras de España,
tras haber subido las tasas un 60% desde 2012. Y así, estudiar una carrera en
Barcelona cuesta el triple que en Sevilla (2.014 euros frente a 780). Y además,
las becas universitarias son en Cataluña más bajas: 1.743 euros frente a 2.166
de media en España.
Tercer
bloque de servicios público, las ayudas a la dependencia. Cataluña es la segunda región con más dependientes en lista de espera, tras Canarias: 84.181 en octubre, un 37,69% de los
ancianos y discapacitados con derecho reconocido, que no cobran nada (en toda
España hay 319.553, el 25,5%). Y esto es especialmente preocupante porque la lista de espera se ha cuadruplicado desde
2014 (19.869 dependientes en espera), por los recortes. En consecuencia, el Observatorio de la Dependencia suspende a Cataluña y le da (febrero 2017)
una nota de 3,93 sobre 10, colocándola en el puesto 11º del ranking de la dependencia (y viene suspendiéndola
desde 2014).
Vayamos al paro y las políticas de empleo, donde Cataluña
tiene competencias. Aquí también ha habido recortes en incentivos, subvenciones
y formación, así como en ayudas a los parados. De hecho, Cataluña es una de las
11 autonomías donde hay más parados que
no cobran que parados que sí cobran: sólo un 49% de los parados EPA en
Cataluña (475.600 en septiembre) reciben un subsidio, lejos del 65% que lo
cobran en Extremadura, el 58% en Baleares o el 54% en Andalucía o Asturias. Y
mientras crecen los catalanes en riesgo de pobreza (19,2% de la población), Cataluña es la segunda autonomía con menos pobres
cobrando una renta mínima en relación a la población (tras Madrid): sólo la
cobran (423 euros al mes) 29.537 personas, según el Ministerio de Asuntos Sociales, frente a 80.378 en el País Vasco o
51.656 en Andalucía. Y se aprobó recientemente una renta garantizada de
ciudadanía, que aún no está vigente, a raíz de una iniciativa legislativa
popular, no de los nacionalistas.
Junto a unos
precarios servicios sociales (se ha
recortado la ayuda autonómica a los Ayuntamientos), la política de vivienda de la Generalitat se
salda con un recorte del 40% en los presupuestos de vivienda y la construcción
de pisos sociales ha caído un 46% estos años, precisamente en una región que
está a la cabeza de España en altos precios
de vivienda y alquileres. Y lo mismo ha pasado en las infraestructuras, desde
carreteras (no se ha hecho el 4º Cinturón)
a obras hidráulicas o ferroviarias y de transportes. Por un lado, la
Generalitat ha reducido casi a cero su inversión (por eso hay 20.000 jóvenes dando clase en barracones) y por otra, su mala relación con el Gobierno central ha
favorecido la caída en picado de la
inversión pública en Cataluña: de recibir el 18,4% del total pasaron al
9,9% en 2015. Eso sí, se han hecho obras
suficientes para alimentar la corrupción, vía comisiones
ilegales (el famoso "3%") y casos tan escandalosos como el Palau (6,6 millones cobrados en
obra pública) o las ITV (Oriol Pujol, ex número 2 de CiU). Es el “Robamos nosotros” del que no hablan.
Bueno, todo
esto debería ser lo que analizaran los
catalanes a la hora de votar este 21-D. Pero no será así y las elecciones
se centrarán otra vez en independencia sí o independencia no,
algo que interesa mucho a los partidos nacionalistas pero que tiene poco que
ver con las prioridades de los catalanes de a pié. De hecho, los más partidarios de la independencia son las clases medias y altas, mientras
que los catalanes más modestos (los que
ganan menos de 1.800 euros) están
mayoritariamente contra la independencia (del 51 al 66%), según una encuesta
del Centre d´Estudis d´Opinió.
Unos y otros
deberían analizar estos días qué
consecuencias tendría para sus vidas que ganaran las elecciones los que
defienden la independencia. De
momento, la declaración unilateral del 1 de octubre ya ha tenido efectos claros:
fuga de más de 3.000 empresas, recorte de turistas,
menor caída del paro,
menos ventas y boicot a los productos catalanes, sin olvidar la pérdida de la Agencia Europea del Medicamento (40.000 profesionales que ya no
vendrán a Barcelona cada año). Un balance
muy negativo para Cataluña y también para España, que ha perdido atractivo económico y crecerá menos este
año (-0,3%) por la crisis catalana. Pero el problema lo tenemos ahora: si no
se da un resultado claro y el independentismo sigue fuerte, las consecuencias económicas para 2018 serán graves.
Para Cataluña y para España. Por un lado, las empresas que sólo han cambiado sus sedes fuera de Cataluña empezarán a
sacar personal, servicios y hasta factorías. Y habrá un desplome de turistas, hasta un 15,3% menos, según Reputation Institute, con lo que España dejará de ingresar 12.000 millones por
turismo en 2018. Y también caerán
exportaciones, inversiones y ventas, en Cataluña y en el resto de España, encareciéndose los intereses de la deuda pública y la financiación privada. Con todo ello, la OCDE piensa que España crecerá un 0,3% menos en 2018, pero la Autoridad
Fiscal y el Banco de España estiman que la crisis catalana podría costarnos entre 3.000
y 27.000 millones en 2018 (-0,3% al -2,2% del PIB). Y eso se traduce entre 25.000 y 100.000 empleos menos,
en Cataluña y en España.
Algo demasiado serio como para no tenerlo en
cuenta a la hora de votar, sobre todo cuando la independencia es algo imposible, porque Europa nunca va a reconocer
una Cataluña fuera de España y porque independiente, Cataluña sería más pobre que unida: no recaudaría más, vendería menos (por
los aranceles), tendría problemas para sostener su moneda y para pagar los
servicios públicos (las pensiones y el desempleo tienen en Cataluña un déficit de 6.704 millones, que financia el resto del sistema). Cataluña
debería plantearse, tras estas elecciones, recuperar
su papel de motor de la economía española, que está perdiendo: en 2017 crecerá menos que el conjunto de España (3% frente a 3,1%), por
primera vez en las últimas décadas, y lo mismo en 2018 (2,1% frente a 2,5%). Y en 2018, Cataluña será superada económicamente por Madrid (223.865 millones de PIB frente
a 222.855), que ha ganado peso en la economía española mientras Cataluña se ha estancado.
Y sólo así, creciendo más, pueden conseguir mejorar sus deteriorados servicios
públicos.
El “problema catalán” tiene mal arreglo y no
parece que estas elecciones lo vayan a resolver. Pero en paralelo, el resto de España, el
Gobierno y los partidos tienen que afrontar la reforma a fondo del sistema autonómico, que tiene dos graves problemas. Uno, el sistema de financiación de las autonomías,
pendiente de reforma desde 2014 y donde hay serios
desequilibrios a resolver: Comunidad Valenciana, Murcia, Andalucía y Madrid,
Canarias y Cataluña (no si incluimos las ayudas recibidas) reciben menos
financiación que la media y Cantabria, la Rioja, Extremadura, Baleares y
Castilla y León reciben más, según el balance de
Fedea. Montoro dice que a principios de 2018 presentará propuestas de cambio, que deben equilibrar lo
que recibe cada una, sin olvidar la solidaridad entre ellas. Porque el otro
gran problema del Estado autonómico son las
grandes desigualdades entre regiones, las mismas que había hace 30 años: Madrid, País Vasco, Navarra y Cataluña
siguen siendo las más ricas (entre 31.000 y 27.000 euros per cápita) y Extremadura, Andalucía, Castilla la Mancha
y Canarias las más pobres (entre 15.700 y 19.900 euros per cápita). Y con
ello, hay dos (o tres) Españas y cada español
tienen una sanidad, una educación, un
subsidio de paro, una vivienda, una justicia y unas ayudas sociales diferentes
según donde viva. Eso no debía ser el fruto de “la España de las autonomías”.
En resumen,
que en estas elecciones catalanas nos
jugamos mucho todos, aunque la
mayoría de españoles no podamos votar. Y que los grandes temas del día a día están fuera de una campaña electoral monopolizada por la independencia.
El conflicto tiene una difícil salida, pero no podemos
convertirlo en “el monotema”: hay que pensar en los otros grandes
problemas del Estado autonómico y del país, en especial aprobar un urgente Plan de empleo y reanimar la economía, para compensar
las subidas del petróleo, el euro y los tipos, además de la crisis de Cataluña. Salgamos del bucle.
el análisis de Javier es certero,realista y hasta pedagógico, pero la solución al tema catalán es el mismo que el del resto de España donde más pronto que tarde van a acabar aflorando los privilegios de unas autonomías sobre otras lo que va a hacer de España un país ingobernable. La solución tiene que venir para todos y no solo para Cataluña, de la igualdad de todos los españoles sin privilegios de unos sobre otros, y esto solo se va a conseguir cuando hagamos de España un Estado Federal (Estados Unidos de España) a semejanza de los países más avanzados en estos temas, suprimiendo autonomías de primera de segunda y de tercera, con más intervención del Estado Federal de los grandes temas generales que nos afectan a todos los ciudadanos como son la sanidad, la cultura, las pensiones, un tribunal superior central, el ejercito y la seguridad, con una modificación consensuada de la Carta Magna o Constitución. En definitiva se trata de hacer sencillo lo que ahora es complicado en vez de seguir complicando cada vez más lo empezó siendo sencillo. Esto de las Autonomías tal y como están concebidas actualmente es una trágala que no la entiende ni dios, perdón quise decir nadie con sentido común.
ResponderEliminarPedro Gómez