La Navidad es la
gran fiesta del consumo, más que una festividad religiosa. Este año, ha
vuelto la fiebre de las compras, empujada por las promociones (boom de ventas anticipadas con el Black Friday y el Ciber Monday), las tarjetas que echan humo y medio millón de nuevos empleos (precarios). Pero junto a este consumismo de muchos,
hay otra
Navidad, la de los millones de españoles en paro o con sueldos
bajísimos, que no están para gastar mucho: son 13 millones de españoles en riesgo de pobreza y exclusión social,
según las estadísticas europeas, 1.242.000 más que antes de la crisis.
Y la Comisión Europea acaba de poner
a España “bajo vigilancia” por la persistencia de la pobreza. Y “en situación crítica” por la creciente desigualdad. Ni con esas aprueba el
Gobierno un Plan contra la pobreza,
mientras Caritas y Cruz Roja reiteran que se agrava entre los que la sufren.
Vale, estamos en Navidad, seamos felices, pero no olvidemos que hay dos
Españas y dos Navidades.
España es el país europeo que celebra la Navidad durante más tiempo (15 días) y con más gasto: 633 euros de media por familia, un tercio más de gasto que la media europea (445 euros), según una encuesta realizada por la consultora Deloitte en 10 países europeos. Sólo se nos acercan los británicos (614 euros de gasto navideño) y ya lejos están Italia (529 euros) y Alemania, quedando a la cola Polonia (257 euros), Holanda (295 euros) y Rusia (339 euros). Otro estudio, de American Express, eleva el gasto medio en Navidad a 907 euros por hogar, que también puede parecer bajo, pero pensemos que son medias: unos gastarán 3.000 euros y otros 600 y la media de gasto saldría 1.800 euros.
enrique ortega |
España es el país europeo que celebra la Navidad durante más tiempo (15 días) y con más gasto: 633 euros de media por familia, un tercio más de gasto que la media europea (445 euros), según una encuesta realizada por la consultora Deloitte en 10 países europeos. Sólo se nos acercan los británicos (614 euros de gasto navideño) y ya lejos están Italia (529 euros) y Alemania, quedando a la cola Polonia (257 euros), Holanda (295 euros) y Rusia (339 euros). Otro estudio, de American Express, eleva el gasto medio en Navidad a 907 euros por hogar, que también puede parecer bajo, pero pensemos que son medias: unos gastarán 3.000 euros y otros 600 y la media de gasto saldría 1.800 euros.
Lo que sí es similar es en qué se gasta en Navidad, en España y en Europa: la mayor parte en regalos (35-40%), seguidos de gasto en comidas (26-30%), viajes (11-16%) y ocio (12%).
Y lo que más se compra por Navidad, además de comida y bebida, es tecnología (móviles, ordenadores y gadgets), videojuegos, música, ropa y calzado, perfumes y cosmética. Esta
Navidad, la gran novedad es que un tercio de las ventas se han hecho en
noviembre, empujadas por los descuentos del Black Friday y el Ciber Monday, lo que ha disparado las compras por Internet,
que serán ya una cuarta parte de las compras navideñas. La otra novedad es el auge
de las compras con tarjeta (más de 2.000 millones al mes desde febrero) y el
tirón de los créditos personales, que son “la gasolina del consumo”: de
marzo a octubre se han pedido más de 12.000 millones al mes en créditos al
consumo, un 12,5% más que el año pasado, aunque los clientes estén pagando por
ellos un elevado interés, del 8,84% TAE (frente al 6,15% que pagan en la zona
euro).
Los descuentos,
las ventas online, las tarjetas y créditos están siendo, junto a que hay medio millón más de
españoles con trabajo (precario y mal pagado), los motores de una Navidad con más gasto,
un 3,5% más según Deloitte. Pero ese mayor gasto navideño no incluye a los españoles que
siguen pasándolo mal, porque están parados o tienen sueldos bajos, y que no
están para gastar, tampoco en Navidad. Y es que hay 12.989.405 españoles en riesgo de pobreza o exclusión social, según
la última estadística europea de Eurostat (2016), 1.242.000 más de los que
tenían una situación precaria en 2008, según la Agencia Europea contra la pobreza (EARP). Con ello, España se coloca
como el 7º país europeo con más pobreza
(tasa AROPE) en 2016, con un 27,9% de la población en situación
vulnerable, por encima de la UE-28
(23,5%) y sólo por detrás de
Bulgaria (40%), Rumanía (38,8%), Grecia (35,6%), Lituania (30,1%), Italia (30%)
y Letonia (28,5%), según Eurostat.
Estos “pobres españoles” lo son porque
cumplen uno de estos tres requisitos, según la EARP: o tienen bajos ingresos o sufren carencia material severa (retraso
en los pagos de vivienda y otros recibos, no tener vacaciones ni TV ni
teléfono) o una baja ocupación (trabajar menos de 2 horas diarias). El grueso
de la pobreza está en los españoles con
bajos ingresos, que ganan menos del 60% de la media del país: menos de 684
euros al mes si viven solos o de 1.700
euros en una familia con 3 hijos. Pues bien, con ese perfil hay 10.382.000 españoles, el 22,3% de
la población, el mayor porcentaje de
pobreza en nuestra historia reciente, según el INE. Más que en 2008 (19,6% de pobreza) y
más que en 2012 (20,4%), a pesar de la cacareada recuperación. Y lo
peor es que más de la cuarta parte de los españoles pobres, 2,9 millones, tienen un nivel de pobreza severa: ingresan menos del 30% de la renta media del
país, menos de 342 euros al mes (solteros) o de 850 euros (familias con dos
hijos).
Esta pobreza, que recordemos alcanza al 27,9% de los
españoles, se debe principalmente a dos
causas. Una, que sigue habiendo muchos
parados (3.731.700 parados EPA en septiembre) y más de la mitad no cobran (el 52%). Y la otra, la precariedad laboral conduce a que los sueldos sean muy bajos (un 30% de los trabajadores son mileuristas), con lo que hay muchos españoles que tienen trabajo pero
son pobres, concretamente 2
millones de asalariados pobres, el 13,1% de los ocupados, lo que nos convierte
en el tercer país europeo con más porcentaje de trabajadores pobres, tras Rumanía (18,9%) y Grecia (14,1%),
muy alejados del 9,5% de media en la UE-28.
Lo peor no es sólo que España tenga un nivel de pobreza
escandaloso. Es que muchos pobres viven
peor cada año que pasa, porque
se les acaba el colchón del ahorro o las ayudas de la familia y amigos. Es lo
que revela el último estudio de Cruz Roja española,
que ha hecho un muestreo entre el millón y medio de personas necesitadas que
atiende al año. La muestra indica que aumentan los atendidos sin ningún ingreso (23%), los parados (73%),los que
trabajan en la economía sumergida (12% de los atendidos) y las familias con
todos sus miembros en paro (el 38,5%). Y han aumentado los que no pueden tener
su vivienda caliente (39,2% de los
atendidos) y los que tienen problemas para pagar su vivienda
(26,2%). Al final, Cruz Roja señala que han crecido los
pobres entre las personas que atienden (son ya el 82,7%, un 3% más que en
2016) y sobre todo las familias con pobreza infantil (la 3ª mayor de Europa,
alcanza al 94,6% de los atendidos). Caritas,
que atiende a 4 millones de personas necesitadas, reitera que la pobreza en España se está haciendo crónica.
Ante este panorama, no debe extrañarnos que cada año haya 8 millones de españoles que acuden a los servicios sociales públicos, gestionados por los Ayuntamientos,
que están superados por la creciente
demanda de ayudas (comida, medicamentos, pago alquileres y recibos, empleos
o un techo: hay 40.000 españoles viviendo en la calle, según Caritas) y los pasados recortes,
que les han dejado sin medios y personal. Además, estos servicios sociales son muy desiguales por autonomías,
que son las que tienen ahora esta competencia y los financian. Y son
desiguales porque unas gastan mucho menos que otras. Así, mientras el País Vasco
o Navarra gastan 600 euros por habitante en servicios sociales y Extremadura,
Rioja y Cantabria algo más de 400 euros (la media española está en 339,69
euros), hay otras autonomías que gastan mucho menos en servicios sociales, como
la Comunidad Valenciana (251,16 euros), Murcia (262,39) y Galicia (274,91),
según un reciente estudio de los Directores y Gerentes de Servicios Sociales.
Así que también para
ser pobre o necesitar ayuda social es importante dónde uno viva. Este estudio da un suspenso (4,35 puntos) a los
servicios sociales de las autonomías y sólo aprueba la atención social de 6
regiones: País Vasco (8,05 puntos), Navarra (6,95), Castilla y León (6,70),
la Rioja (5,70), Asturias (5,40) y Cantabria (5,15). Y entre las 11 autonomías a las que suspende por sus servicios sociales, hay 4 regiones cuyos
servicios sociales califican de “irrelevantes”:
Comunidad Valenciana (1,05 puntos
sobre 10), Murcia (2,35 puntos), Canarias (2,40) y Galicia (2,60 puntos). En estas regiones, mejor no ser pobre o necesitar ayuda.
Y claro, con unos servicios
sociales públicos tan precarios, los millones de españoles con problemas
para sobrevivir (hay 10.314.000
españoles en una situación vulnerable,
porque son inactivos o están en paro o subempleados, según un informe de Fedea) tienen que echar mano de las ONGs (superadas y
con pocos recursos) y de la familia o
los amigos. Y cuanto más tiempo pasa (llevamos ya 9 años de crisis), menos
recursos quedan para ayudar. Encima, España está a la cola de Europa en colaboradores y donantes a ONGs.
Pero la
responsabilidad básica de luchar contra la pobreza debería ser del Estado, desde el Gobierno central a las
autonomías y Ayuntamientos. La Comisión
Europea acaba de “sacarles los
colores”: en noviembre, dentro de su informe sobre Indicadores sociales 2016, Bruselas puso a España “bajo vigilancia” respecto
a la pobreza, junto a tres países más (Bulgaria, Grecia y Lituania) tras
varios avisos anteriores sobre la gravedad de la pobreza en España. Y encima, la Comisión Europea nos colocó “en situación crítica” por la creciente desigualdad,
debido a que España es el cuarto país europeo
con más desigualdad (el 20% que más tiene ingresa 6,6 veces más que el 80%
que menos tiene), tras Bulgaria, Rumania y Lituania, según Eurostat. Pero el Gobierno Rajoy no hace nada y la “oposición” tampoco se obsesiona por la pobreza.
Urge poner en marcha un
Plan contra la pobreza, para ayudar a
los que se han quedado “tirados” con la crisis y no se benefician de la recuperación. Este Plan debería actuar en cuatro frentes. Uno, ampliando
los subsidios a los parados, porque
hay 1.800.000 parados EPA que no cobran nada, además de mejorar su formación y ayudar
activamente a su colocación. Todo ello costaría unos 2.000 millones. El segundo
frente sería ampliar la renta mínima, que hoy cobran solo 323.406 beneficiarios. Pagar una
renta básica de 548 euros (el 85% del
salario mínimo) a las 700.000 familias
que no ingresan nada costaría 3.600 millones más de lo que hoy pagan las
autonomías con la renta mínima (1.200 millones). En tercer lugar, habría que
destinar una ayuda específica a las familias pobres con niños (casi 3 millones), lo que costaría unos 4.000 millones
más. Y quedaría destinar nuevos recursos, otros 2.500 millones, a los Ayuntamientos y ONGs para paliar
las necesidades más urgentes de esos 8 millones de españoles que acuden a ellos
cada año. En total, unos 12.000 millones anuales para paliar
la grave pobreza de España.
Parece mucho, pero se
debe y se puede gastar. Se debe
porque el gasto en protección social
es más bajo en España que en el resto de Europa, según Eurostat: 24,7% del PIB frente al 28,6% en la UE-28, 48.000 millones menos de
gasto cada año. Y se puede,
porque también se han destinado recursos extras al rescate de la banca (42.590 millones) o
de las autopistas (5.000 millones), al cierre
del almacén de gas Castor (3.000 millones) o a
las eléctricas. Y porque se puede
conseguir ese dinero y mucho más (hasta 50.000 millones) si España reduce el fraude fiscal y consigue que
paguen más los que pagan poco (multinacionales, grandes empresas y fortunas).
Eso sí: si PP y Ciudadanos bajan
impuestos en 2018, como pretenden, será
más difícil luchar contra la pobreza en España.
Siento estropearles la
comida de Navidad, pero estos días resulta más patente que nunca que hay
muchos españoles que lo están pasando mal y se nos olvida. Que hay dos Españas y dos Navidades. Y estos días más que nunca se ve la
urgencia de un Plan contra la pobreza. Eso sí, mientras llega o no,
aprovechemos cada uno para ayudar a los
que tenemos cerca y nos sentiremos mejor estas fiestas. Los pobres son nuestro mayor fracaso como país
y ayudarles debe ser nuestro primer deber
como personas. No los olvidemos. Y mientras, disfrutemos estos días de lo
que tenemos y de nuestra familia y amigos.
¡Feliz Navidad¡
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