lunes, 7 de noviembre de 2022

Cumbre del Clima: peligran salud y economía

Esta semana y la próxima se celebra en Egipto la Cumbre del Clima: 196 países intentarán afrontar el Cambio Climático, que ha ido a peor en 2022, con un aumento de las emisiones (también en 2021) y más fenómenos climáticos extremos, con la temperatura subiendo en Europa el doble que en el mundo. Y con los Gobiernos subvencionando el doble a los combustibles fósiles, para atajar la inflación. Un Cambio Climático que no sólo destroza el Planeta: también nuestra salud (mata) y la economía (altos costes).La ONU reitera que urge recortar más drásticamente las emisiones, desde ahora y sin esperar a 2040 o 2050, porque entonces será demasiado tarde. Y piden a los países ricos que ayuden a los países pobres, que sufren más las peores secuelas del Cambio Climático. Pero no se espera que esta Cumbre del Clima, la nº 27 desde 1972, sirva para mucho: los Gobiernos están preocupados por lo inminente, la inflación y la recesión, y el desastre climático les parece “lejano”.

Enrique Ortega

La actual crisis, desatada por la energía y la alta inflación, no debería hacernos olvidar el mayor problema del mundo en este siglo XXI: el Cambio Climático, donde nos jugamos el futuro del Planeta y de la especie humana. Porque mientras nos preocupa el precio de la luz y del carro de la compra o la hipoteca, el deterioro del medio ambiente ha ido a más, en 2021 y 2022, con un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y un aumento de la temperatura y de los fenómenos climáticos extremos (olas de calor, inundaciones, huracanes, sequías e incendios). Y mientras, los Gobiernos se han dedicado a aprobar ayudas públicas contra la inflación que han agravado el consumo de los combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón), dando un paso atrás en la lucha contra el Cambio Climático.

De hecho, 2021 y 2022 suponen un retroceso en las políticas climáticas, tras el “espejismo” de 2020, cuando la pandemia redujo el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero (-5,4%), por primera vez desde 2015. Ya en 2021, la recuperación de las economías provocó un aumento de las emisiones del +6%, la mayor subida desde 2010, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Y este año 2022, las emisiones siguen subiendo, aunque algo menos, por el menor crecimiento mundial provocado por la inflación, la energía y la guerra de Ucrania: hasta finales de septiembre, las emisiones habían crecido un +2% en el mundo, un +3,3% en EEUU , un +4,2% en Europa (+3,2% en Alemania, +4,3% en Francia, +7,5% en Italia y +11,6% en España), un +7,7% en India, un +3,1% en Japón y un +0,1% en Rusia, bajando sólo en China (-1,7%) y Brasil (-12,6%), según Carbón Monitor. Y la previsión de la AIE es que las emisiones crezcan este año el +1%, gracias al efecto positivo de las energías renovables y el coche eléctrico.

Así que el mundo, en lugar de recortar emisiones las aumentó en 2021 y 2022. Y ahora, en 2023, la “esperanza” es que se estabilicen o incluso bajen algo, gracias a que las economías entren en recesión o apenas crezcan, por la inflación, la energía y la subida de tipos. Pero eso no sirve, porque la lucha contra el Cambio Climático exige recortes drásticos de emisiones, a ser posible antes de 2050, según los expertos de la ONU. Y porque las emisiones de las últimas tres décadas ya han provocado una concentración récord de gases de efecto invernadero en la atmósfera: en mayo y junio de 2022 se alcanzaron las 421 partes por millón de CO2 en el Observatorio de Mauna Loa (Hawái), 18 ppm más que en 2021 y la mayor concentración vista en millones de años.

Este aumento de emisiones y la histórica concentración de CO2 siguen provocando un aumento de la temperatura de la atmósfera (+1,15 grados sobre el siglo XIX), un aumento del deshielo de los glaciares, una subida del nivel del mar (+20 centímetros entre 1901 y 2018), una pérdida de especies y biodiversidad y un agravamiento de los fenómenos climáticos extremos en 2022: inundaciones en gran parte de Pakistán y sur de Asia, sequía en el cuerno de África, inundaciones y altas temperaturas en India, gigantescos huracanes y un calor extremo en el hemisferio norte, con incendios devastadores.

Los tremendos efectos negativos del Cambio Climático se estaban notando más en Asia, África y Latinoamérica, pero este año los ha sufrido también Europa: ha padecido el verano más caluroso desde 1880 y es  la región del Planeta donde ha subido más rápido la temperatura, el doble que la media mundial en las últimas 3 décadas (+0,5 grados por década), según la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y Copernicus. Eso ha provocado olas de calor (42 días en España), inundaciones, sequías e incendios, fenómenos de una intensidad nunca vista antes, que han afectado a millones de europeos, provocando miles de muertes y daños por valor de 50.000 millones de euros. Y la OMM alerta de que estos fenómenos extremos se van a agravar en el futuro en Europa (y en todo el mundo), con un aumento de precipitaciones en el norte, menores lluvias en el Mediterráneo, más problemas para el transporte y el turismo, más muertes por olas de calor y contaminación y un aumento de las alergias en Europa (incluida el asma grave), en adultos y niños.

A nivel global, los expertos del IPPC (ONU) llevan años advirtiendo de las consecuencias evidentes del Cambio Climático, agravadas por el aumento de las emisiones: aumento de la temperatura del Planeta (ya ha subido +1,1 grados y, si no se toman medidas, aumentará hasta +4,4 grados a fin de siglo, lo que provocaría el caos ecológico, económico y vital: el límite debería estar entre +1,5 y +2 grados en 2100), deshielo de los polos y glaciares, aumento temperatura del mar, destrucción de especies y biodiversidad, fenómenos climáticos extremos (sequías, olas de calor,  inundaciones, huracanes), que destruirán cosechas y provocarán migraciones climáticas… Y más recientemente, otros estudios inciden en los graves efectos del Cambio Climático sobre la salud y la economía.

El Cambio Climático nos está matando”, dijo el secretario general de la ONU, a finales de octubre, como resumen del estudio realizado por 99 expertos mundiales y publicado en la revista The Lancet. Analizan 40 indicadores de salud y concluyen que el Cambio Climático empeora las dolencias cardiovasculares y respiratorias (1,3 millones de muertes en 2020 por la contaminación atmosférica, 117.000 en Europa), así como las alergias, enfermedades infecciosas (malaria) y el riesgo de enfermedades zoonóticas (de transmisión entre animales y humanos, como el COVID 19), aumentando las muertes relacionadas con olas de calor, problemas mentales e inseguridad alimentaria. El estudio destaca que el Cambio Climático afecta más a la salud de los mayores, niños y las personas más vulnerables de los países pobres, que sufren más la sequía, el hambre y el clima extremo.

El Cambio Climático no sólo daña la salud del mundo, también las economías, desde las viviendas, infraestructuras o bosques y cosechas destruidas a las empresas y familias afectadas año tras año. Sólo en Europa, las pérdidas económicas ligadas al clima se estimaron en 12.885 millones de euros en 2020, según Eurostat, con un balance de 145.000 millones de euros perdidos en la última década (2010-2020). Una pérdida anual de 27 euros por habitante (2020), que es mayor en Grecia (91 euros), Francia (62), Irlanda (42,2) o Italia (41,5) y menor en Alemania (20,73 euros), España (13,88 euros), Portugal (8,55), Austria (7,93) o Suecia (6,07 euros perdidos por habitante). Y además de las pérdidas por fenómenos climáticos extremos, el Cambio Climático pone en riesgo el suministro de energía, porque el 15% de las centrales nucleares y un tercio de las centrales térmicas  (que necesitan agua para refrigerarse) están situadas en zonas de “estrés hídrico”, según la OMM, lo que pone en riesgo el suministro futuro de electricidad, en Europa y en medio mundo.

Vistas las graves consecuencias de las emisiones de gases de efecto invernadero y del Cambio Climático, parecería lógico que combatirlo fuera la gran prioridad de todos los países en este siglo XXI. Pero por desgracia, no es así. En la Cumbre del Clima de París, de 1985, se marcó una “hoja de ruta”, para conseguir cero emisiones netas en 2050 y evitar así que la temperatura de la Tierra subiera más de 2 grados en 2010 (y mejor, no más de +1,5 grados). Pero en los años sucesivos, los expertos de la ONU han visto que el Cambio Climático se acelera y los recortes prometidos por los 196 países son insuficientes y se retrasan, a partir de 2030 o 2040. Ya el año pasado, en la Cumbre del Clima de Glasgow, lanzaron la alerta: hay que acelerar los recortes de emisiones, hacerlos más drásticos: reducir entre el -22% y el -50% las emisiones para 2030, según los países.

Ahora, en la antesala de la Cumbre de Egipto, los expertos de la ONU vuelven a lanzar otra alerta al mundo: en 2022, sólo 24 de los 193 países que firmaron el Acuerdo de París han revisado sus planes (entre ellos China) de reducción de emisiones para 2030 y en conjunto, los recortes son insuficientes: plantean una reducción de emisiones del -7% para 2030, muy lejos del recorte del -43% (sobre 2019) que propone la ONU (IPPC). Con estos Planes de los países, la temperatura del Planeta crecería +3 grados para finales de siglo, el doble del objetivo de París, un aumento inasumible, que colocaría al mundo en una gravísima situación climática, según la ONU, que reitera: los recortes hay que hacerlos ahora, en esta década, porque dejarlos para 2040 o 2050 sería demasiado tarde.

Así que el primer gran objetivo de esta Cumbre de Egipto es que los países se comprometan a mayores recortes de emisiones para 2030, algo difícil en un momento donde la mayoría están subvencionando la producción de electricidad , la industria y  el transporte con gas, petróleo y hasta carbón (China y algunos países europeos). Europa (7,7% de las emisiones mundiales) lidera los recortes, tras comprometerse en 2020 a recortar sus emisiones un -55% para 2030. El problema es que los grandes emisores de CO2 no apuestan por recortes similares: China (30,5% emisiones mundiales) se propone alcanzar el pico de sus emisiones en 2030 y retrasar la neutralidad climática hasta 2060, mientras EEUU (2º mayor emisor mundial, con el 14%) se compromete a reducir sus emisiones un -50% para 2030 (con problemas de Biden con los republicanos) e India (tercer emisor mundial: 7,4% emisiones) ha aumentado su recorte al -45% (ojo: sobre 2005). Rusia (4,7% emisiones totales) también retrasa el objetivo de emisiones cero para 2060 y Japón (el 5º país más contaminante: 3% emisiones mundiales) ha prometido reducir sus emisiones un -46% para 2030.

El segundo gran objetivo de esta Cumbre del Clima es que los países aumenten sus inversiones en la transición energética, retrasadas tras la doble crisis de la pandemia (2020-21) y la inflación (2021-22). El mundo debería dedicar 9,2 billones de dólares anuales a la transición energética y dedica 5,7 billones (dos tercios), según un informe de McKinsey. Los expertos de la ONU y de la OCDE reiteran que la primera medida debería ser reducir las enormes ayudas que dan los países a las energías fósiles y destinarlas a promover las energías renovables. Los datos son escalofriantes: en 2021, las subvenciones de 51 países a los combustibles fósiles fueron de 697.200 millones de dólares, el doble de ayudas que en 2020 (362.400 millones), según la OCDE y la AEI. Y este año 2022, con los Gobiernos subvencionando el gas, la electricidad y los carburantes, las ayudas se dispararán. Dinero público que alimenta las emisiones y el Cambio Climático, un suicidio

El tercer gran objetivo de esta Cumbre de Egipto, el más “vistoso” para la ONU, es lograr que los países ricos ayuden más a la transición energética de los países pobres. En el Acuerdo de París (2015) se pactó un Fondo de 100.000 millones de dólares a partir de 2020. Pero los países ricos han incumplido su compromiso, por partida doble: en 2020 sólo aportaron 83.300 millones y la mayoría de estos fondos fueron préstamos que los países pobres han de devolver (sólo un 21% fueron subsidios a fondo perdido). Y además, dos tercios de estos fondos fueron a reducir las emisiones en esos países y sólo un tercio del dinero occidental (29.000 millones en 2020) se destinó a paliar los daños del Cambio Climático. Ahora, la ONU pide que haya más recursos en este Fondo (entre 160.000 y 340.000 millones al año hasta 2030) y que la mitad de ese dinero se destine a paliar las consecuencias más graves del Cambio Climático, que afectan sobre todo a 10 países de África, Latinoamérica y Asia (Somalia, Haití, Yibuti, Kenia, Níger, Afganistán, Guatemala, Madagascar, Burkina Faso y Zimbabue, según Intermón Oxfam).” Dinero para salvar millones de vidas de la carnicería climática”, ha dicho muy gráficamente Antonio Guterres desde la ONU.

Esta Cumbre de Egipto es la Cumbre Climática nº 27 celebrada hasta ahora (la primera se realizó en Estocolmo en 1972 y la siguiente en Río en 1992), un largo proceso con muchas buenas intenciones y pocos avances concretos. Todo apunta a que este año, con la crisis de la inflación y la amenaza de recesión mundial, el Cambio Climático no será la prioridad y habrá que esperar a mejores tiempos para hacer recortes más drásticos de emisiones y multiplicar las inversiones. El problema es que cuanto más se tarde, peor clima y más costes, económicos  y humanos. Y se acaba el tiempo para actuar. Nos jugamos la vida y el Planeta.

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