Las ventas de tabaco
en España vuelven a subir en 2019, tras
aumentar en 2018, por primera vez desde 2015. Y han aumentado los fumadores, hasta los 9 millones, más que en 2005,
antes de las dos Leyes antitabaco. El tabaquismo es el mayor problema de salud pública mundial para la OMS, porque
provoca 8 millones de muertes al año, 52.000
muertes en España. Una epidemia que dispara gastos sanitarios y laborales,
con un coste de 1 billón de euros, 16.000 millones en España. Médicos y
expertos denuncian que “se ha bajado la
guardia” contra el tabaco, aunque sea el mayor riesgo para la salud. Y
piden que se cumpla la Ley que
impide fumar en lugares públicos y se
extienda a recintos deportivos, playas y coches con niños. Y subir los impuestos y el precio de la
cajetilla, la mitad que en media Europa.
Y que Sanidad pague los fármacos
anti-tabaco, medida que aprobará este año. Guerra abierta al tabaco.
enrique ortega |
“El cigarrillo es el artefacto más mortífero en la historia de la civilización humana”, según declaró a la BBC el historiador británico Robert Proctor: sólo en el siglo XX produjo 100 millones de muertos, más que las dos guerras mundiales juntas. Y en este siglo XXI, si no se toman medidas drásticas, provocará otros 450 millones de muertos sólo hasta 2050, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de reiterar que el tabaquismo es “una de las mayores amenazas para la salud en el mundo” y ha pedido a los paises que refuercen sus medidas contra el tabaco, dado que dos tercios del mundo no vigilan ni reducen su consumo.
Uno de cada cinco
habitantes de la Tierra (mayores de 15 años) fuma: son 1.100 millones
de personas y casi la mitad acabarán enfermando o muriendo por el
tabaco, el primer factor de riesgo de cardiopatías y quien provoca casi la mitad
de las muertes cardiovasculares así como el 30% de los cánceres (el 80% de los
de pulmón) y múltiples enfermedades respiratorias, así como infertilidad,
abortos y problemas en los niños que respiran su humo. La OMS alerta que el tabaco
mata a una persona cada 4 segundos: 8 millones de muertes al año, de las que 1
millón son no fumadores expuestos
al humo de los demás (humo que contiene 4.000 productos químicos, de los que
250 son nocivos y 50 cancerígenos). De hecho, la OMS alerta que 165.000 niños mueren al
año en el mundo por respirar humo ajeno.
Y sobre los fumadores activos, indica que 1
de cada 6 fallece prematuramente.
Además, la OMS advierte que las
enfermedades provocadas por el tabaco están colapsando la sanidad de
muchos paises, provocando enormes costes
económicos, a los que hay que añadir los costes del tabaquismo para las empresas, por absentismo y bajas
laborales. En conjunto, el coste
económico del tabaquismo asciende a 1,4
billones de dólares anuales (1,16 millones euros), el 2% del PIB mundial, según un estudio de Tobacco Control. Y a ello habría que añadir los problemas que
plantea el comercio ilícito, el contrabando de tabaco (1 de cada 10
cigarrillos en el mundo), que financia las mafias, el crimen organizado y el
tráfico de personas, además de reducir los ingresos fiscales.
En Europa, el tabaco causa la muerte de 650.000 europeos al año, de ellos 52.000 españoles, según el Comité para la Prevención del Tabaquismo (CNPT). En España se fuma por encima del
promedio de la OCDE: hay un 22,1% de mayores de 15 años que fuman
diariamente (2016), frente al 16,8% en la OCDE, el 25% en Grecia, el 17% en
Portugal, el 22% en Francia, el 20% en Italia y el 16% en Portugal, según el Barómetro de Salud de FEDEA 2018. Pero los últimos datos de Sanidad, la Encuesta EDADES 2017, revela que está aumentado el número de fumadores: el 34% de los españoles (15
a 64 años) ha fumado en el último mes, frente
al 30,8% en 2005 y el 32,8% de 2005, cuando
se aprobó la primera Ley antitabaco, seguida de otra en 2010 (año con el 30% de
fumadores). Y la última Encuesta del Semfyc, de mayo de
2019, lo confirma: en 2018 fumaban el
23,2% de españoles, un 2,3% más que en 2017.
Son unos 9 millones
de fumadores (5 millones hombres y 4 millones mujeres), concentrados sobre
todo en familias de rentas bajas y medias, aumentando
los fumadores entre las mujeres y sobre
todo entre los jóvenes: el 24%
de los “veinteañeros” son fumadores, según la Encuesta de Semfyc. Y empiezan a fumar mucho antes. Somos el país europeo donde los adolescentes empiezan antes a fumar,
a los 14 años, según la Encuesta ESTUDES (y cada vez más, a los 11 y 12 años). Y España encabeza
también el ranking europeo de adolescentes
que fuman, el 33% de las chicas y el 29% de los chicos de 14 a 18 años, según la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA). Un hábito que, según los médicos, causa serios problemas a los jóvenes: asma, enfermedades
respiratorias y vasculares o trastornos en la alimentación y el sueño.
Este aumento de los fumadores, tras unos años a la baja o estabilizados, se confirma con los datos de ventas de tabaco en España,
que aumentaron en 2018 (11.752
millones de euros, un +0,87%) y más este
año 2019 (3,64 millones hasta abril, un +2,5%), tras bajar las ventas desde 2010 (salvo en 2015), según los
datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos. El número de cajetillas vendidas crece este año 2019 un +2,1% (690.000 hasta abril), tras 10
años bajando o estancadas (2,231 millones en 2018 frente a 2,237 en 2017), algo
que se debe a dos factores. Uno, que muchos fumadores se han pasado del cigarrillo al tabaco
de liar, más barato, cuyas ventas se han disparado: de 209 millones en
2007 a 1.002 millones de euros en 2018. Y el otro, el auge del contrabando de tabaco, que ya supone el 9,3%
del consumo y que en algunas regiones, como Andalucía llega al 31,1% (casi
la mitad viene de Gibraltar), según la consultora IPSOS. De hecho, en
2018 se aprehendieron 775.052 cajetillas de tabaco (7% ventas), según el Comisionado para el Mercado de Tabacos. Y cada año se desmantelan fábricas clandestinas de tabaco, promovidas por mafias del Este.
España, con 4.580
millones de cigarrillos anuales (2017), es el
8º fabricante de tabaco en Europa (1,02%),
un mercado que produjo 447.000 millones de cigarrillos en 2017 (950 cigarros
por europeo), por un valor de 4.900
millones de euros, según datos de Eurostat. El primer fabricante es Alemania (31%, casi 150.000 millones de cigarrillos fabricados),
seguida de Polonia (23%), Rumania (14%), Grecia y Portugal (5%
cada uno) y Bulgaria (4%). En el mercado
español, las cuatro grandes
multinacionales tabaqueras se reparten las ventas, según el Comisionado para el Mercado de Tabacos: el 32,10% la norteamericana Philip
Morris (Marlboro, LM, Chesterfield), el 28,23% Altadis, antigua
Tabacalera controlada ahora por la británica Imperial Brands (R1, Ducados, BN,
Fortuna, West), el 23,08% la japonesa JTI
(Winston, Silk Cat) y otro 11,39% la británica BAT (Vogue, Lucky Strike, Rothsmans).
El negocio del tabaco
vende en España por valor de 11.752
millones de euros, una cifra similar a la de 2007 (11.809 millones), aunque
ha bajado desde el máximo de 2010
(12.992 millones), por las dos Leyes antitabaco. Y también se ha estabilizado la recaudación fiscal: el tabaco aportó 7.016 millones en impuestos en 2018,
casi lo mismo que en 2017 (6.978) y un 14% más que en 2014 (6.153 millones).
Una cifra insuficiente para financiar los costes sanitarios que provoca el tabaco en España, 7.695 millones anuales, según la cifra estimada por el CNPT sólo para paliar las 5 principales enfermedades que
produce (patología coronaria, EPOC, asma, enfermedad cerebrovascular y cáncer
de pulmón). Y a eso habría que añadir otros 8.780 millones de costes para las empresas, por absentismo, pérdida
de productividad y limpieza. En total, 16.475 millones de costes anuales, a sumar a los miles de enfermos y los
1.000 muertos a la semana.
Por todo ello, el tabaco
se ha confirmado como el mayor problema de salud pública,
en el mundo y en España. Lo peor, según la OMS, es que la mayoría de personas
no está informada de las graves
consecuencias del tabaquismo: así, un estudio en China reveló que dos tercios
de la población no sabía que el tabaco causaba graves enfermedades. Y además, no se toman medidas: sólo 26 paises (33%
de la población mundial) disponen de servicios nacionales para ayudar a dejar
de fumar, según la OMS. Y sólo 37 paises (15% de
la población mundial) prohíben la
publicidad del tabaco, mientras la
mayoría apenas lo penalizan con impuestos: sólo 32 paises (10% población
mundial) imponen impuestos al tabaco que superan el 75% de su precio. Y aunque
hay ya 78 paises (47% población mundial) que advierten en las cajetillas de los
riesgos del tabaco, estas advertencias
(“el tabaco mata”) no funcionan.
En general, la guerra
contra el tabaco no avanza apenas porque la industria tabaquera es muy poderosa y su negocio factura 633.000 millones de euros al año, algo más de la mitad del PIB español
(1,2 billones). Con esta fuerza, las multinacionales
intentan ganar nuevos mercados en paises pobres y en desarrollo (Asia, África
y Latinoamérica) y nuevos clientes, entre las mujeres y los jóvenes, presionando a
los Gobiernos para que no suban los impuestos al tabaco y buscando fórmulas
para eludir las restricciones a la
publicidad y para lanzar nuevos
productos. Así, la OMS acaba de denunciar el uso de la Fórmula 1 y la MotoGP para hacer publicidad encubierta
del tabaco en estos deportes multitudinarios. Y se han disparado las ventas de
“tabaco
alternativo”, los cigarrillos electrónicos (de 6 millones vendidos en 2011 a 38 millones en 2018)
y el tabaco
calentado (PTC), que utilizan ya 7 millones de fumadores en el mundo. Son
dos formas de seguir fumando, que tratan de atraer a los jóvenes (en España, el 20,1% de los adolescentes de 14
a 18 años han “vapeado” alguna vez) y
que son rechazados por nocivos, tanto por la OMS como por los médicos (“su
nicotina les hace adictivos y es una puerta trasera para acabar fumando”) y
el Ministerio de Sanidad.
Frente a estos intentos de la poderosa industria tabaquera
por sobrevivir, la OMS ha propuesto
a los Gobiernos las 6 medidas MPOWER
(iniciales en inglés de cada una): vigilar el consumo de tabaco y medidas de
prevención, proteger a toda la población del humo, ofrecer asistencia a los que
quieran dejar de fumar, advertir de los peligros del tabaco, hacer cumplir las
prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio y aumentar los impuestos
al tabaco. Y además, controlar el contrabando, un tabaco aún más peligroso para
la salud.
En España, los
principales Colegios de médicos, enfermeros, farmacéuticos, psicólogos y otros profesionales de la salud, junto con
numerosas sociedades científicas y asociaciones de pacientes y consumidores,
firmaron en junio de 2018 esta “Declaración por la salud y para elavance de la regulación del tabaco en España”. En ella, advierten que “se ha bajado la guardia” en la lucha contra el tabaquismo, dado
que 1 de cada 4 adultos fuma y sigue habiendo una gran parte de la población
expuesta al humo, porque se permite fumar en muchos lugares públicos y en los
regulados, no se cumple la Ley antitabaco. Y dado que el tabaco “causa la muerte prematura a la mitad de los
fumadores habituales”, piden al
Gobierno que se tomen con urgencia medidas, básicamente
cuatro.
La primera y fundamental, actuar sobre los impuestos del tabaco. Por un lado, aumentar el
impuesto del tabaco (especiales + IVA), que es más bajo en España: supone un 78,8% del precio de venta, en línea con
Portugal (78,1%), Italia (74,4%) y Alemania(74,4%), pero mucho más bajo que en
Finlandia(86%), Reino Unido e Irlanda (84%), Grecia (83,9%), Polonia (81,2%) o
Francia (80,8%), según datos de Eurostat (2016). Y con ello, una cajetilla de Marlboro, por ejemplo, cuesta en España 5 euros (como en Portugal), en Italia 5,40, en
EEUU 6,2 euros, en Francia 8 euros,
en Reino Unido 11,23 euros y en
Australia 18,34 euros. Por otro, equiparar
los impuestos a todo el tabaco, porque ahora pagan menos el tabaco de liar
o de pipa (cuyas ventas también se han disparado, para fumarlo) y los electrónicos. Los
expertos indican que una subida de precio del 1% reduce el consumo de tabaco un
10%.
La segunda medida es actuar
sobre la publicidad del tabaco, siendo más estrictos en la prohibición
legislada (ampliándola a tabaco de liar, pipas, cigarrillos electrónicos y
estancos) y suprimiendo los patrocinios. Y aprobar
el “etiquetado neutro”, cajetillas sin marca y con fotos y advertencias de
riesgo (vea aquí fotos de cajetillas así etiquetadas). Esta medida baja las ventas, porque quita a la cajetilla todo el “atractivo” de la marca y diseño actual. Ya
ha sido aprobada por 9 paises: Australia (2012), Francia y Reino Unido (2016), Noruega e
Irlanda (2017), Nueva Zelanda y Hungría (2018), Uruguay (enero 2019) y Eslovenía
(para enero 2020), según este informe. Y estudian implantarlo Canadá,
Finlandia, Bélgica, Rumanía, Turquía y otros 11 paises de Asia, África y
Latinoamérica.
La tercera medida importante que proponen
es exigir el cumplimiento de la
prohibición de fumar en los lugares públicos que fija la Ley, ampliando la
prohibición a cigarrillos electrónicos y a otros lugares públicos (recintos
deportivos o playas y paradas de autobuses) y en coches con niños, una
prohibición que va a aprobar este año la Generalitat de Cataluña. Y en paralelo promover
campañas públicas contra el tabaco y en favor de los "hogares sin humo".
Su cuarta propuesta es incluir
los tratamientos contra el tabaco en
la sanidad pública (SNS), dado que consideran
el tabaquismo como “una enfermedad más que hay que tratar”.
Hoy por hoy, los medicamentos contra el tabaco (parches y pastillas), sólo se financian en Navarra,
desde 2017 (el paciente paga sólo una parte, como en las demás recetas), con un
gran resultado (tienen un 10% de fumadores menos que la media). Si se incluyera
en el SNS, el coste sería de unos 61
millones de euros, pero ayudaría a la deshabituación de 18 de cada 1.000
fumadores: unas 200.000 personas dejarían
de fumar al año, según un estudio de la Universidad Internacional de Cataluña. Eso habría que combinarlo con
unidades contra el tabaquismo en los hospitales, ayuda psicológica y mayor
formación a los médicos de familia. Con esta combinación, fármacos financiados
y atención psico-sanitaria, podrían dejarlo del 30 al 40% de los fumadores,
frente al 5% que hoy lo consiguen sin ayuda, según estima la sociedad científica Sociodrogalcohol. Es mucho: ahorraría
350 muertes a la semana y 5.600 millones de costes sanitarios y laborales
anuales. Es como para intentarlo.
De momento, la ministra de Sanidad en funciones ya dijo en
mayo que están preparando el expediente
para incluir los fármacos antitabaco en las recetas, quizás este año, aunque va a depender de las autonomías (que
pagan la parte pública de los medicamentos) y de los laboratorios, con los que se quieren negociar precios (las
pastillas cuestan 68 euros para un mes y los parches 107 euros). También se
abordará con las autonomías exigir un mayor cumplimiento de la Ley antitabaco en espacios públicos, quizás
aprobando su extensión a espacios deportivos, paradas de autobús, playas y
coches. Y Sanidad abre también la puerta a aprobar una nueva Ley antitabaco en esta Legislatura.
Son medidas concretas
que habría que aplicar sin demora, en una guerra sin cuartel contra el tabaco, el mayor riesgo para la salud. Es urgente que nos lo
tomemos en serio, cada uno y el país
en conjunto. Porque nos estamos jugando
la vida, la de los que fuman y la de
los que estamos al lado y respiramos su humo, niños y embarazadas sobre
todo. Adiós al tabaco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario