Aunque parezca increíble, el Congreso de EEUU (republicanos y demócratas) y Trump se pusieron de acuerdo en algo, a primeros de junio: investigar si se comportan como “monopolios” los gigantes tecnológicos de Internet, Google, Facebook, Apple, Amazon y Microsoft, que utilizamos cada día millones de personas. Algunos dicen que el excesivo poder de estos gigantes mundiales “es peligroso para la democracia”. Mientras, en Europa, las tecnológicas USA llevan años vigiladas y Google ya ha pagado más en multas por malas prácticas que en impuestos. En paralelo, el G-20 ha acordado en junio estudiar un nuevo impuesto para los gigantes tecnológicos para 2020, esa llamada “tasa Google” que la UE no ha conseguido pactar, aunque se ha aprobado en Francia, Austria y España. Parece que los gobiernos del mundo quieren controlar a los gigantes de Internet y que paguen más impuestos. Pero son demasiado poderosos y no será fácil, mientras controlan nuestros datos y nuestras vidas. Ojo: o les frenamos ya o no habrá quien les pare.
Uno de los grandes cambios económicos de este siglo XXI ha sido que las grandes multinacionales no son ya petroleras, empresas automovilísticas o bancos, sino empresas tecnológicas que han crecido con Internet. Así, 5 de las 6 empresas con mayor valor en Bolsa en EEUU son gigantes tecnológicos, según Bloomberg (finales 2018): Microsoft (685.600 millones euros de valor bursátil), Apple (653.800 millones euros), Amazon (641.400), Alphabet, la matriz de Google (631.700 millones) y Facebook (329.500 millones de euros), en 6º lugar, tras la empresa inversora Berkshire Hathaway, de Warren Buffet (439.000 millones). Y globalmente, las compañías tecnológicas suponen el 34% del valor de las 100 empresas más valiosas del mundo, por delante del sector financiero (18%), la industria química y farmacéutica (12%), las energéticas(7,8%), alimentarias (5%), telecos (4,3%) y de consumo (3%).
Estos gigantes tecnológicos son las empresas con más valor porque son las que tienen más usuarios, lo que les
da un tremendo potencial de futuro, aunque
no sean las empresas que más venden. De hecho, el ranking mundial de ventas lo encabeza la empresa de tiendas Wal-Mart (455.633
millones de euros), seguida de las petroleras Shell (344.004 millones €),
Sinopec (301.869), BP (264.624) y Exxon (247.414), más Volkswagen (246.740),
antes que Apple (235.244 millones de
euros en ventas), Toyota (234.872 millones €) y Amazon (206.280 millones €), según Bloomberg (2018). Pero el enorme
valor de las grandes tecnológicas no son las ventas actuales, sino las futuras,
dado que tienen cientos de millones de usuarios cada día: 2.320
millones Facebook, 1.900 millones YouTube,
más de 1.000 millones Google, 1.098
millones Wechat (mensajería de la china Tencent), 1.000
millones Instagram, 321 millones
Twitter…Y arrastran plataformas con millones
de “APPs”: 3,8 millones Google
Play, 2,2 millones APPLE AppStore, 0,67 millones Microsoft Store, 0,38 millones
Amazon AppStore…
Este inmenso poder, económico y de clientes, lleva años preocupando a los Gobiernos
de todo el mundo. Pero ha sido ahora, el 3 de junio de 2019, cuando este temor ha unido al Congreso de EEUU, logrando algo inaudito: que demócratas y republicanos hayan acordado abrir una investigación pública
sobre el posible comportamiento monopolístico de los gigantes tecnológicos. Y sólo
unas horas antes, se supo que el Gobierno Trump se había unido a la “cruzada”
contra los gigantes de Internet: la Comisión
Federal de Comercio (FTC) iba a investigar
a Amazon y Facebook, mientras el Departamento de Justicia abría otra investigación a Google y Apple,
las cuatro en materia de competencia.
Algunos republicanos y sobre todo los demócratas quieren “dar
un escarmiento” a las grandes empresas tecnológicas, mientras algunas
voces críticas hablan de que estas corporaciones son, incluso, “un peligro para la democracia”. Se les acusa de actuar como monopolios y atacar la libre competencia. A Google se le achaca favorecer sus
propios productos en las búsquedas (controla el 96%) y de abusar de su
influencia en el mercado publicitario digital (controlado en un 60% por
Facebook y Google). A Facebook, de
convertirse en un monopolio en redes sociales, tras la compra de Instagram y WhatsApp.
A Amazon, que controla la mitad del
comercio online y presiona a los 6 millones de vendedores que utilizan su
plataforma. A Apple, de abusar de su
posición monopolística en el mercado de las aplicaciones (“APPs). A Microsoft,
querer imponer sus programas a los usuarios. Y tanto a Google como a Apple, el
controlar con sus dos sistemas operativos el 100% del mercado de móviles.
El problema de fondo
es que su enorme poder económico y tecnológico más su millonario número de clientes, les permiten controlar cada mercado e imponer sus reglas, bloqueando o echando a posibles
competidores (como ha denunciado Spotify con Apple Music). Y en otros casos,
simplemente los compran (WhatsApp o Instagram). Esta situación de “cuasi
monopolio” está provocando que
cada vez haya menos emprendedores independientes (“startups”), porque los
grandes fondos de capital riesgo dudan ahora de financiar nuevas empresas
innovadoras que pueden ser asfixiadas por las grandes tecnológicas, según ha
denunciado la senadora demócrata Elizabeth Warren, la más dura con estos gigantes. Y en el caso de Amazon, se le
achaca destrozar el pequeño y mediano comercio en todo el mundo. Los críticos
señalan que, aunque a corto plazo, estos gigantes tecnológicos benefician a los
usuarios, a medio y largo plazo pueden ser “un cáncer” para la economía,
porque reducen la innovación alternativa y matan
la competencia y muchos empleos.
Incluso hay otra preocupación más, porque las grandes tecnológicas se estén metiendo en el negocio de la banca: el Banco Internacional de Pagos Internacionales (BIS) acaba de advertir que la incorporación de Google, Facebook, Amazon, Alibaba o Tencent a los servicios financieros, como los pagos, tarjetas, ahorro y crédito plantea riesgos como la aparición de empresas dominantes que podrían reducir la competencia financiera en el mundo.
Incluso hay otra preocupación más, porque las grandes tecnológicas se estén metiendo en el negocio de la banca: el Banco Internacional de Pagos Internacionales (BIS) acaba de advertir que la incorporación de Google, Facebook, Amazon, Alibaba o Tencent a los servicios financieros, como los pagos, tarjetas, ahorro y crédito plantea riesgos como la aparición de empresas dominantes que podrían reducir la competencia financiera en el mundo.
La nueva “cruzada” en
EEUU contra los gigantes tecnológicos llega muchos años después que en Europa, donde la Comisión Europea lleva ya décadas investigando y multando a las grandes tecnológicas norteamericanas, en
medio de las protestas de Bush, Obama y
Trump. Quien se lleva la palma es Google:
la Comisión Europea le
ha abierto 3 expedientes con
fuertes multas en 2017 (2.420 millones de euros), 2018 (4.340 millones) y marzo
de 2019 (1.490 millones) por prácticas anticompetitivas en el mercado
publicitario, por favorecer su comparador de precios y aplicar restricciones a
los fabricantes de móviles y tablets para favorecer su sistema operativo
Android. Aunque todas estas multas están recurridas, ya en 2018, Google “pagó más en multas que en impuestos en Europa”. Y desde
2004, la Comisión Europea ha abierto
expedientes y aplicado multas millonarias a Microsoft (2.200 millones en sanciones en 15 años), Intel, Amazon, Apple, Facebook y Qualcom.
Otra preocupación
de los gobiernos (y de los usuarios), en EEUU y en Europa, es la fuga de datos de los clientes de las tecnológicas, muchas de ellas
ocultadas durante meses y años. El último caso conocido ha sido otra vez Facebook, al descubrir
una empresas de ciberseguridad (no ellos) datos sin cifrar de 540 millones de
usuarios de la red social en un servidor de Amazon. Un año antes, en marzo de 2018,
Facebook anunció una fuga masiva de datos (50 millones de clientes USA),
aprovechados por la consultora Cambridge Analytics. Y unos días después, fueron
Google
(52 millones de datos) y Twitter
los que reconocieron sendas fugas de datos de clientes. Un fallo
de seguridad que se viene dando en las empresas tecnológicas desde 2014 (ver listado): EBay (145 millones de cuentas expuestas en 2014), Yahoo (3.500
millones de correos en 2016), Linkedln (116 millones en 2016), Dropbox (69
millones en 2016), Tumblr (65 millones en 2016) y Uber (57 millones de cuentas
en 2017).
Y hay un tercer
problema que se achaca a las grandes tecnológicas: pagan pocos impuestos. El FMI y sobre todo la OCDE llevan años tratando de luchar contra la “elusión fiscal”
de las multinacionales, en especial los grandes gigantes de Internet. Según
algunas estimaciones, sólo pagan en impuestos entre el 1 y el 1,5%
de sus beneficios, aunque deberían pagar entre el 15 y el 25% (impuesto
sociedades). La mayoría de estas multinacionales utilizan la misma estrategia: facturan la mayor parte de sus ingresos a
través de empresas registradas en otros paises con baja fiscalidad
(Irlanda, Luxemburgo y Holanda) o a través
de paraísos fiscales. Y además, utilizan
empresas filiales pantalla para pagarlas derechos de patentes, engrosando
sus cuentas a costa de rebajar los ingresos en el país donde operan. Un ejemplo
es Google, que opera a través de Irlanda, mueve luego los beneficios a Holanda
y de ahí al paraíso fiscal de Bermudas, “eludiendo” así 20.000 millones de
beneficios.
Un estudio de Gabriel Zucman revela que el 40%
de los beneficios de las multinacionales terminan en paraísos fiscales,
provocando enormes pérdidas fiscales a los paises donde operan. La Comisión Europea está muy vigilante con
la operativa fiscal de las grandes tecnológicas y en 2017, obligó a Apple a devolver 14.300 millones
a Irlanda por ayudas fiscales recibidas que eran “anti comunitarias”. Y la
Comisión también ha obligado a Amazon
a devolver 250 millones de euros a Luxemburgo por beneficiarse de acuerdos tributarios que van
en contra de las normas de la UE. Pero la Comisión Europea saliente ha sido incapaz
de evitar que Irlanda, Holanda y Luxemburgo busquen atraer a las grandes
multinacionales con bajos impuestos y ayudas fiscales encubiertas (son
verdaderos “paraísos fiscales” en la UE).
En España, el 94%
de las multinacionales fueron “opacas” con sus impuestos en 2017, según un informe de la Fundación Compromiso y Democracia. Y entre las más opacas, Apple y Google, que apenas pagan impuestos
porque desvían su facturación a Irlanda y otros paises. De hecho, las 5 grandes tecnológicas pagaron sólo 31,7 millones de impuestos en
España en 2017, según el Registro Mercantil: 13,5 millones Apple, 9,1 millones Google, 6,9
millones Microsoft y sólo 2,2 millones Amazon (que vende por valor de 4.200
millones). Y eso porque dicen facturar aquí sólo unos 1.000 millones de euros,
cuando en realidad deben facturar más de 10.000 millones anuales (si facturan
casi 600.000 millones en todo el mundo, a España le debería corresponder el
1,69%, que es nuestro peso en el PIB mundial). Eso significa que deberían
pagar 200 millones anuales en impuestos, no 31,7.
Ahora, los principales paises del mundo se han “conjurado”,
en la reciente Cumbre del G-20 en
Tokio, para aprobar un impuesto mundial para las grandes tecnológicas, a las que acusan de “eludir el pago de impuestos”. Y han
fijado una fecha: habrá un nuevo
impuesto en 2020, que podría ser el 3% de sus
beneficios, dado que resulta muy difícil demostrar lo que facturan en cada
país, dado el desvío y trasvase de fondos entre países (habrá que ver cómo se cobra y cómo se reparte). Los paises del G-20 han
encargado a la OCDE (agrupa 36 paises occidentales) que avance en este nuevo régimen tributario para las
multinacionales tecnológicas, dado que
la OCDE ya aprobó en 2018 el proyecto BEPS , para
el intercambio de información fiscal entre paises, que permite ahora un mayor
control fiscal de las multinacionales.
Europa iba a aplicar
un impuesto a las multinacionales, la llamada tasa Google, pero no fue posible aprobarla en el Consejo Europeo del 12 de marzo de 2019, por la
oposición de Irlanda y los paises nórdicos más el escaso apoyo de Alemania,
mientras la defendían Francia, España, Reino Unido e Italia. Ahora, los paises europeos han decidido esperar a
lo que decida en 2020 el G-20 y la OCDE, aunque, mientras, Francia y Austria han aprobado ya una tasa Google en 2019, al igual que España
(Consejo de Ministros 18 enero 2019), pero no se aplica porque el gobierno Sánchez no consiguió aprobar el Presupuesto
2019 (que incluía ese impuesto del 3% sobre beneficios, 1.200 millones de ingresos extras, una
cifra excesiva según los expertos). Ahora, todo apunta a que no
habrá tasa Google hasta 2020.
Mientras el mundo estudia cómo conseguir que los gigantes
tecnológicos paguen más impuestos, en EEUU se espera ahora que Google, Facebook, Apple y Amazon
desfilen por la Comisión de investigación
del Congreso, que les investigará durante 18 meses. Algunos políticos y expertos defienden la
opción de “trocear” a estos gigantes
para impedir sus “comportamientos monopolistas”, como ya se hizo a
principios del siglo XX con las grandes petroleras (en 1911, el Supremo obligó a dividir Standard Oil,
el gigante de Rockefeller, en 34 empresas, entre ellas Exxon y Mobil). No
parece que esta vaya a ser la opción elegida, porque muchos temen que supondría darle una baza a China y a sus poderosas tecnológicas. Otra opción
es obligarlas a desinvertir, a deshacer
compras, forzando por ejemplo a Google a vender WhatsApp o Instagram. En
cualquier caso, lo que parece evidente es que van a controlar y regular más su operativa, tratando de que no
limiten la competencia. Claro que son muy poderosas y tienen un potente lobby
para “presionar” en Washington.
Un factor clave va a ser el comportamiento de los usuarios, en los que ha calado la
ideología de Google, Facebook, Amazon y Apple, de que los gobiernos no pueden “limitar la tecnología” ni “poner puertas al campo”. Lo
que está en juego no es la libertad de Internet sino la libertad a secas:
si no se controla a estos gigantes, su poder será omnímodo y nadie podrá hacer
nada en unas décadas. Serán tan poderosos que serán “intocables”.
Ahora estamos a tiempo de fijar unas reglas para un negocio nuevo que no quiere tenerlas. Obligarles a operar y competir con “limpieza”, sin abuso de posición dominante, facilitando que otros innoven y ofrezcan nuevos productos y servicios. Obligarles a vigilar escrupulosamente nuestros datos, evitando fugas y un uso no acordado por nosotros. Y sobre todo, obligarles a que paguen impuestos, porque no es justo que se hagan millonarios a nuestra costa y luego los paises no tengan recursos públicos para mejorar el Estado del bienestar y acaben haciendo recortes. Y si esconden lo que ganan por el mundo, vigilancia y multas globales. Jaque a la prepotencia de los gigantes de Internet. No nos beneficia en nada y nos perjudica mucho.
Ahora estamos a tiempo de fijar unas reglas para un negocio nuevo que no quiere tenerlas. Obligarles a operar y competir con “limpieza”, sin abuso de posición dominante, facilitando que otros innoven y ofrezcan nuevos productos y servicios. Obligarles a vigilar escrupulosamente nuestros datos, evitando fugas y un uso no acordado por nosotros. Y sobre todo, obligarles a que paguen impuestos, porque no es justo que se hagan millonarios a nuestra costa y luego los paises no tengan recursos públicos para mejorar el Estado del bienestar y acaben haciendo recortes. Y si esconden lo que ganan por el mundo, vigilancia y multas globales. Jaque a la prepotencia de los gigantes de Internet. No nos beneficia en nada y nos perjudica mucho.
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