Antes, en las ciudades se abrían bancos, inmobiliarias y tiendas de móviles. Ahora se multiplican los salones de juegos y apuestas deportivas, donde entran ya 3 millones de españoles, la mayoría jóvenes. Y en paralelo, crece el juego online, al amparo de millones de anuncios para apostar en deportes (fomenta el amaño de partidos), casinos, máquinas y póquer online, animados por algunos famosos: el juego por Internet mueve ya 17.349 millones de euros, 2 millones cada hora, el triple que en 2013, empujado otra vez por los jóvenes. La consecuencia es que ha crecido la ludopatía, jóvenes y mayores “enganchados” al juego, online y a los salones de apuestas, que son “los billares” de hoy. Y nadie lo frena, mientras sigue sin aprobarse (desde 2015) un Decreto para controlar y frenar la publicidad del juego, que se hace incluso en horario infantil. Urge controlar desde el futuro Gobierno y las nuevas autonomías este “boom” del juego, que lleva el drama a muchas familias. Actúen ya.
Los españoles seguimos enganchados al juego, con un gasto que crece año tras año y que alcanzó en 2017 los 41.827 millones de euros, un 30% más que antes de la crisis (32.139 millones gastados en 2008), según el último Informe sobre el juego elaborado por Codere y la Universidad Carlos III. Pero lo que está cambiando es a lo que jugamos: ha bajado lo que jugamos a la Lotería (de 10.047 millones en 2008 a 8.917 en 2017), en la ONCE (de 2.100 millones a 1.992), en los casinos (de 2.287 a 1.873 millones) y bingos (de 3.378 a 1.973), así como en las máquinas de los bares (de 11.805 a 8.879 millones), mientras se han disparado las apuestas deportivas presenciales (de 20,6 millones en 2008 a 1670,8 en 2017), lo que se gasta en los salones de juego (de 2.264 a 2.756 millones) y, sobre todo, en el juego online (que se ha triplicado: de 5.673 millones en 2013 a 17.350 en 2018).
Este es el dinero que mueve el juego, pero
al final, el negocio está en lo que se queda en el sector, tras
descontar los premios y las devoluciones. Y ahí, el margen del juego supuso 9.408
millones de euros en 2017, un 22,5%
de lo jugado, con muchos más ingresos netos para el juego presencial (8.829 millones) que para el online (579 millones), según el informe Codere. El mayor margen lo consigue Loterías
(34,6%), seguido de las máquinas de juego (28,2%), el juego presencial (26,6%)
y los salones de juego (22,5%), siendo menos rentables la Once (10,4% de
margen), bingos (6,4%), casinos (3,7%) y juego online (4%).
El juego online, legalizado en junio de 2012, mueve ya un tercio del dinero del juego
total en España, tras triplicar el dinero jugado, desde los 5.673
millones de 2013 a los 17.349 millones jugados en 2018, un 27% más que en 2017, que fue un año récord (13.673
millones, por el empujón del Mundial de fútbol), según los datos de la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ), en Hacienda.
Son 47,5 millones al día, 2
millones jugados cada hora. El
47,35% del juego online se dirige al segmento Casino (6.962,66 millones
jugados en 2018), donde destacan las apuestas en máquinas tragaperras online (3.444 millones, 7 veces lo jugado en
2015, cuando se autorizaron), la ruleta
(3.600 millones) y el black jack
(1.109 millones). El otro 40,13% del juego online son las apuestas deportivas (6.962
millones), una parte las apuestas tradicionales (2.014 millones) y dos tercios
(4.753 millones) para apuestas en directo,
sobre múltiples variables de la competición. Tras estos dos segmentos de
apuestas online, quedan el póquer online
(2.071 millones jugados en 2018, un 12% del juego online), el bingo online (99,27 millones) y los concursos (1,66 millones).
El “boom” del juego online se apoya en el auge
de Internet y el uso masivo de los teléfonos inteligentes, que permiten jugar a cualquier hora, en cualquier lugar, con total privacidad y sólo con una
tarjeta de crédito. Pero en España,
el negocio del juego online, dominado por multinacionales extranjeras, ha sido
además apoyado por varias decisiones del Gobierno Rajoy, claves en su crecimiento. La primera,
cuando en diciembre de 2017 abrió por tercera vez la ventanilla a nuevas licencias, lo que ha permitido ampliar los operadores del juego a los 54 actuales. La segunda, cuando en
enero de 2018 se autorizó partidas de póquer entre jugadores de España, Francia, Italia
y Portugal, hasta entonces prohibidas. La tercera, el haberse ido Rajoy sin
que su Gobierno aprobara un Decreto para controlar la publicidad del juego online, en un cajón de Hacienda
desde 2015. Y la cuarta y fundamental: bajar los impuestos al juego, en el Presupuesto 2018: Montoro les bajó el
tipo del 25 al 20% y se aplica
además sobre el margen neto (antes sobre el bruto). Y por si fuera poco, se les
baja al 10% si instalan la empresa en Ceuta y Melilla. Un “gancho” a las multinacionales del juego para que cambien de Gibraltar a
estas ciudades autónomas, de cara al Brexit, que convertirá el Peñón en una colonia al margen de
la UE, invalidando su actual licencia comunitaria.
Al margen de estos múltiples apoyos del Gobierno Rajoy, las
empresas del juego online han aprovechado
la falta de una regulación sobre la publicidad del juego para inundarnos de anuncios sobre el juego online (en TV y radio, antes y durante los
partidos, en prensa y sobre todo en Internet) lo que ha sido el
principal impulso para su negocio. De hecho, los anuncios de juego online saltaron de 128.000 en 2013 a 2,7 millones
en 2017 y más de 3 millones en 2018,
según Infoadex, que habla de 137.285 anuncios sólo en TV, muchos con el gancho de
jugadores, presentadores o actores famosos y el 44,5% en horario infantil,
según denuncia el Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC). Los gastos de marketing del
juego online se han triplicado en los últimos años, pasando de 111 millones
en 2013 a 328,5 en 2018, según la DGOJ, sobre todo los gastos en publicidad
(de 67,59 en 2013 a 168,07 millones en
2018) y en bonos de promoción para
que el cliente “pruebe” (de 30,5 millones a 116,1), sin olvidar otros 30,96
millones gastados en “afiliados” y 13,38 millones en patrocinio. De hecho, 19 de los 20 equipos de fútbol de
Primera División (todos menos la Real Sociedad) tenían contratos de patrocinio
con operadores de juego. Y 6 de los 22
equipos de Segunda División. Y La Liga tiene el patrocinio de Sportium
(salones de apuestas de Cirsa y Ladbrokes).
Las apuestas online
atraen a millones de jugadores hacia el
fútbol, el tenis y otros deportes (menos). De hecho, las apuestas deportivas suponen más de la mitad (el 55,4%) del margen neto (cantidades jugadas menos
premios y devoluciones) del juego online:
aportaron a las empresas del juego 365
millones en 2018, según la DGOJ. Y La Liga española se ha
convertido en la competición futbolística que más apuestas deportivas concentra,
por delante de la Premier británica, la Bundesliga, la Ligue 1 francesa o la
Serie A italiana, según la publicación Online Gambling Quartery. En el primer trimestre de 2019, los
apostadores online tuvieron 11.550 sucesos futbolísticos europeos para
apostar cada día y 2.400 estaban vinculados a la Liga
española. Muchísimo dinero en
juego que explica el auge del amaño de partidos, como el recientemente detectado en España.
El juego online,
por las apuestas deportivas, las tragaperras online, el póquer y la ruleta, atrae
cada año a más españoles, sobre todo a jóvenes que juegan en el
móvil y la tablet. Los jugadores
activos (que han jugado en el último mes) se han más que duplicado, pasando
de 637.400 en 2013 a 1.465.129 en 2018,
según la DGOJ, que da el dato de más de 3 millones de cuentas de juego, 833.525
activas al mes. El perfil del jugador online es un hombre (83%), menor de 46 años (un tercio de los jugadores tienen entre 26 y 35
años), con cierto nivel de estudios y un
estatus económico medio-alto, según la DGOJ. Gastan una media de 9.500 euros al año y en conjunto pierden una
media de 293 euros/año por jugador.
Aunque el juego
online tiene menos retorno de beneficios
(su margen fue del 4% de lo jugado en
2018) que el juego presencial (31% de margen), su potencial es mucho
mayor, por los millones de internautas que pueden jugar fácilmente y los menores costes a medio plazo, una vez establecida la
plataforma, salvo el marketing. Por eso, todas las grandes multinacionales del juego (la mayoría británicas y con sede en
Gibraltar, Malta o isla de Man) operan en España:
Ladbrokes, William Hill, Bet365, 888, Betfair, Playtech, Microgaming, GyC
(Bwin), PokerStars… Y en 2018, se produjo además un desembarco de fondos de inversión extranjeros en las dos principales empresas españolas del juego: Codere (comprada por 3 fondos
internacionales de capital riesgo) y Cirsa
(vendida en abril al fondo Blackstone).
Junto al juego online,
el otro “boom” del juego son los salones
de apuestas y juego, que se han multiplicado por los barrios de las grandes
ciudades. Hay dos tipos: los salones de apuestas deportivas (Sportium tiene 2.500 locales, Codere más de
1.000 y 500 Reta) y los salones de juego, unos locales (de 100 a 300 m2) donde se ofrecen a la vez apuestas online, máquinas con tecnología avanzada, pantallas de TV con
retrasmisiones deportivas y bebidas. Son “centros de ocio”, donde
apostar y pasar el rato con los amigos, al estilo de los antiguos “billares” de barrio. Cada día se abren
más y existen 3.150 salones de juego (según la patronal ANESAR), la mitad propiedad de 20 grupos empresariales y el resto pymes,
la mayoría empresas con casinos, bingos, fabricación y distribución de máquinas
de juego y tragaperras y concesionarios de juego online. En total, existen unas 600 empresas detrás de estos salones
de juego, según la DGOJ, de las que sólo 3 tienen más de 100 salones (Jocker, de Vidamatic
tiene 153, Toka, de Cirsa tiene 111 y Orenes 105), 4 empresas tienen entre 51 y
100 salones (Solpark 63, Atzar 55), 17 tienen entre 10 y 50 y 580 tienen menos
de 10 salones.
Ambos negocios, los locales de apuestas deportivas y los
salones
de juego están hoy en el punto de mira de las empresas del juego,
españolas y multinacionales, porque su margen es muy elevado, porque se abren
con poco personal y el dinero lo dan las
sofisticadas máquinas instaladas (37.371 en total), donde se juegan unos 300
euros de media al día, lo que reporta 46
euros de beneficio por máquina, según el informe de Codere. Y a eso sumamos los márgenes por las apuestas, la
rentabilidad de las ruletas electrónicas y las consumiciones (bebida y
sándwich). No es extraño que estos salones
de juego crezcan como hongos, sobre
todo en los barrios con más jóvenes y cerca de colegios e institutos: 1 de cada 4 nuevos salones en Madrid están a
menos de 150 metros de centros educativos, según un sondeo hecho por El País, aunque las empresas dicen que impiden la
entrada a menores.
El éxito de los
salones de juego es tal que el 9% de los adultos reconocieron en 2017 haber
entrado en uno de estos salones de juego (frente al 3,5% en 2014), lo que
indica que los visitan 3 millones de
españoles. El perfil del cliente es hombre (11,8% adultos hombres los han
visitado frente al 5,1% de las mujeres), joven
(dos tercios de los clientes tienen menos de 35 años) y también muchos inmigrantes (12,4% de ellos los
visitan). El mayor número de salones está en Andalucía
(746 en 2017), Madrid (385), Comunidad Valenciana (382), Murcia (325), Canarias (206) y País Vasco
(206). Su regulación es autonómica y hay una tremenda disparidad normativa, con autonomías más o menos permisivas
(Canarias prohíbe abrir salones a menos de 300 metros de colegios, Galicia a 150 y Madrid a
menos de 100 metros).
En todos los casos, las empresas del juego se defienden de
las críticas recordando que crean empleo
(84.702 empleos directos y 167.401 indirectos), aportan riqueza y muchos
impuestos y cotizaciones. Pero el juego
paga ahora menos impuestos: 1.658
millones en 2017 frente a 2.007 millones en 2007, según el informe de Codere. La mayor parte
son impuestos autonómicos (al juego
presencial), con una recaudación de 1.094 millones en 2017 (212 millones en
Cataluña, 150 en Andalucía, 146 en Madrid y 137 en Valencia, unos ingresos muy
jugosos…), siendo mucho menores los
ingresos del Estado central: 114 millones en 2017 por impuestos y tasas al
juego online y presencial y 450 millones por impuestos sobre premios que pagan
los jugadores. Y luego están los 328,5 millones que el juego gasta en
patrocinio y publicidad, en beneficio de empresas de medios (TV, radios, periódicos, Webs), que quizás por eso no
informan apenas del “boom” del juego en España y sus riesgos.
Un “boom” del juego
que cada vez preocupa más a las familias y a los médicos,
porque ha disparado la ludopatía: entre un 3,5% y un 6,3% de la población mayor de
18 años tiene “algún riesgo con el juego”, según el último informe de la Dirección General del Juego (2016). Son entre 1.318.724 y
2.373.704 españoles, según el padrón del INE. Y de ellos, el estudio considera
que son “jugadores patológicos” (enfermos)
entre el 0,3 y el 0,9% de los adultos, entre 113.000 y 339.000 españoles.
Pongamos que hay 200.000 ludópatas. Demasiados. Y sobre todo, por dos razones:
porque cada vez son más jóvenes los que se “enganchan”
(algunos médicos hablan que el juego es “la heroína online”) y porque la
sanidad pública no tiene medios para afrontar esta enfermedad, ni en los
Centros de salud ni en los hospitales (sólo hay 3 unidades especializadas contra la ludopatía),
con lo que las familias sólo cuentan con la ayuda de ONGs especializadas (sin medios), como FEJAR
o AZAJER.
Es hora de que el
futuro Gobierno central y las nuevas
autonomías afronten juntos el grave problema que
acarrea el “boom” del juego en España, sobre todo online y en los salones de
juegos y apuestas, con un grave riesgo
para los jóvenes. La primera medida a tomar es clara: aprobar
cuanto antes el Decreto para controlar y frenar la publicidad del juego, un
acuerdo que tomaron el PSOE y Podemos en 2018 pero que no pudo aprobarse al rechazarse los
Presupuestos y convocarse elecciones. Hay que prohibir la publicidad del juego en horario infantil y durante los
partidos, además de limitarla en general, como se hace con el tabaco y el
alcohol. Y suprimirla en las TV públicas, como se ha aprobado ya para Telemadrid y ETB
(TV vasca). Además, las autonomías tienen que congelar las autorizaciones de salones de apuestas y juego,
revisando los actuales y multando severamente a los que dejen entrar a menores.
Urge también aprobar un teléfono público
de ayuda a la ludopatía (como el 112 o el 016 del maltrato) Y establecer mecanismos
eficaces en las Webs del juego que detecten y expulsen a los jugadores
más convulsivos y con historial de juego excesivo. Y además, establecer una
tasa adicional sobre todo el juego (bastaría un 0,25% para recaudar 105
millones de euros) para costear un Fondo
de ayuda a la ludopatía, con el que mejorar la prevención sanitaria y crear
unidades especializadas en al menos un hospital público en cada autonomía. Que
el negocio del juego ayude a los que enferman por él.
No se puede prohibir el juego y menos poner puertas a Internet.
Pero sí se debe intentar controlarlo y asegurarse que crezca de forma sensata y compensar sus efectos negativos, la ludopatía, que está hundiendo a muchas
familias. El juego puede ser un ocio saludable, que aporte entretenimiento e
ingresos, pero se ha disparado de forma preocupante. Los Gobiernos deben
frenar los excesos y controlar más el juego antes que sea una epidemia. Empiecen
ya.
Muy elocuente y clarifica te. El problema es que las travesías humanas no tienen estadísticas, pero existen y van creciendo cada día más.
ResponderEliminarMi felicitación por el reportaje.
Perdón, quiero decir, carificante y tragedias en vez de clarifica te y travesías. El corrector me juega malas pasadas.
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