jueves, 4 de abril de 2019

Más autónomos...por necesidad y pocos años


En 2019 siguen aumentando los autónomos, como desde 2014, por el incentivo de cotizar sólo la tarifa plana (50 euros), creada por Rajoy para bajar las cifras del paro, a costa de 3.200 millones más de agujero para la Seguridad Social. Pero 2 de cada 3 autónomos confiesan que son autónomos “por necesidad” y el 85% de los que aprovecharon la tarifa plana han cerrado su negocio. Y todo porque la mayoría de emprendedores lo inician sin un plan de negocio, sin formación y sin financiación, muchos con el dinero de cobrar el paro de una vez. Y por eso, la mitad cierra a los 3 años y a los 5 años sólo sobreviven el 39% de autónomos. Urge “desinflar” entre los jóvenes el “espejismo” del emprendimiento como salida al paro, profesionalizar a los autónomos y mejorar su cotización, paro y financiación. Que no les engañen: el grueso del empleo estable lo crean las empresas medianas y grandes, no montar “un chiringuito” para sobrevivir.

enrique ortega

A finales de marzo de 2019 había en España 3.254.078 autónomos afiliados a la Seguridad Social, 236.272 más sobre la cifra más baja de autónomos durante la crisis (2.997.806 en febrero de 2013), aunque todavía son menos de los autónomos que había antes de la crisis (3.383.685 en 2008, el máximo anual). La cifra de afiliados ha ido creciendo año tras año desde 2014 y aumentó en 34.488 autónomos en 2018 y otros  8.529 en este primer trimestre de 2019. Casi dos tercios de los autónomos son hombres (64,5%), sobre todo entre 35 y 55 años, que han montado un negocio en el comercio (el 24% de todos los autónomos), la hostelería (9,76%), las actividades profesionales (8,7%), la agricultura y ganadería (8,2% de todos los autónomos), la industria (7%), el transporte (6,2%) y otros servicios (6,3%). Y más de la mitad de los autónomos trabajan en Cataluña (551.665), Andalucía (527.861), Madrid (401.769) y la Comunidad Valenciana (348.364), según datos de la Seguridad Social (2018).

El crecimiento de los autónomos, a partir de 2014, tiene mucho que ver con tres factores. Uno, la crisis, que al disparar el paro hizo que muchas personas pensaran en “ponerse por su cuenta” al no encontrar un trabajo. Y eso hizo que, entre 2007 y 2015, una media de 150.000 parados cada año cobraran el desempleo de una vez (“capitalizar el paro”, cobrando  una media de 6.727 euros) y pusieran “un negocio” como autónomos. En 2016, esta tendencia bajó (sólo 120.000 parados capitalizaron el desempleo) y más en 2017 (92.368 lo cobraron de una vez) y 2018 (79.097 parados), según el SEPE, debido a que el paro se había reducido y a que los nuevos parados, más precarios, cobraban menos paro y no les compensaba tanto capitalizarlo y hacerse "emprendedores".

Un segundo factor que ha subido la cifra de autónomos ha sido el fraude de los “falsos autónomos”: con la crisis, muchas empresas dijeron a algunos de sus empleados (asalariados) que si querían seguir trabajando para ellos se tenían que “hacer autónomos” y luego ofrecerles sus “servicios”, lo que les ahorraba cotizaciones (y de paso, sueldos). Se estima que hay unos 188.000 autónomos cuyos ingresos (el 75%) dependen de una sola empresa (se les llama autónomos TRADE). Y el Ministerio de Trabajo estima que existen unos 130.000 falsos autónomos (sobre todo en hostelería, turismo, comercio, informática, banca, industrias cárnicas…) , por lo que en agosto puso en marcha un Plan de inspección (“Plan por un trabajo digno 2018-2020”) con el que pretende que 40.000 falsos autónomos vuelvan a ser asalariados.

El tercer factor, que ha sido el fundamental para subir la cifra de autónomos, fue la decisión tomada por el Gobierno Rajoy, en septiembre de 2013, de aprobar una “tarifa plana” de cotización para los nuevos autónomos: pagaban el primer año 50 euros (en vez de la cuota mínima de 280 euros) y los dos siguientes el 50% y el 30% de la cuota. Eso animó a muchos jóvenes sin trabajo a “hacerse autónomos”. El Gobierno Rajoy conseguía así “bajar la cifra de parados”, aunque haya sido a costa de aumentar el déficit de la Seguridad Social, que ha dejado de ingresar 3.200 millones entre 2013 y 2018, según datos recientes aportados por el Ministerio de Trabajo con el Gobierno Sánchez.

Pero el mayor problema no es este “agujero” hecho a la SS, sino que la tarifa plana ha sido “pan para hoy y hambre para mañana”: de los 1.400.000 nuevos autónomos acogidos a la tarifa plana en estos 5 años, sólo el 15,5% mantienen hoy su actividad, según el último balance del Ministerio de Trabajo. El 85% restante han “muerto”. Los responsables del País Vasco lo decían claramente hace poco: cuando a los nuevos autónomos se les acaba la tarifa plana, al año o a los dos años, la mayoría cierran el negocio. No les compensa ya seguir como autónomos, aunque sólo coticen 280 euros al mes. Y muchos vuelven al paro, ahora sin poder cobrarlo (o porque lo capitalizaron en su día o porque no han cotizado suficiente).

Así que ya sabemos los factores que han engordado la cifra de autónomos estos años, que suponían el 17% del total de afiliados a la Seguridad Social en 2018, casi 1 de cada 6 empleados. Con este impulso, España se ha convertido en el 7º país europeo con más peso de los autónomos (16,5% en 2017), tras Grecia (34,1%), Italia (23,2%), Polonia (20,4%), República Checa (17,1%), Portugal (17%) y Países Bajos (16,5%), muy por encima del 15% de autónomos de Reino Unido, del 10% de Alemania o Suecia, del 8,2% de Dinamarca o del 6,3% de autónomos en Estados Unidos, según la última estadística de la OCDE.

Tenemos muchos autónomos pero la mayoría  lo son “por obligación”: 2 de cada 3 (el 66%) tienen un empleo por cuenta propia “por necesidad”, según revela una Encuesta hecha a 500 autónomos y presentada en marzo de 2019 por Adecco e Infoempleo. Y revela que 7 de cada 10 autónomos eran antes asalariados, que sólo el 12,4% habían trabajado por cuenta propia y que el 17,7% restante estaba en paro. Y que la mayoría se hicieron autónomos no porque tuvieran un proyecto emprendedor, sino para salir del paro o de un mal empleo.

La Encuesta revela que la mayoría de nuevos autónomos se han lanzado a emprender su negocio con poca base,  aunque el 53% tienen formación superior (licenciatura, máster o doctorado) : el 68,3% lo pusieron con sus ahorros, el 11,2% capitalizando el paro, otro 26,3% con la ayuda de amigos o familiares y sólo un 13% con préstamos bancarios. Y la gran mayoría (8 de cada 10) trabajan solos, sin empleados, y llevan con su negocio menos de un año (28,9%) o entre 1 y 3 años (22%). Y uno de cada 3 (el 36,5%) dependen del trabajo que les da una sola empresa, según Adecco e Infoempleo.

Esta gestación de muchos negocios, sin financiación ni un Plan detallado de negocio, sin experiencia previa en muchos casos, provoca una elevada mortalidad entre los autónomos: el 50,9% de los autónomos llevan menos de 3 años, según esta Encuesta, aunque otro Estudio nacional del autónomo baja este porcentaje al 25,1%, estima en un 21,7% los autónomos con 3 a 5 años de vida y un 53,2% con más de 5 años, un porcentaje similar al que indica la Asociación ATA (54,7% autónomos con más de 5 años). Sin embargo, un estudio de la Fundación BBVA e IVIE, realizado en 2015, demostraba que el 61% de los autónomos “no cuajan”: un 27% sólo sobrevive un año, el 60% dos años, el 51% tres años, el 45% cuatro años y sólo el 39% sobreviven a los 5 años. O sea, que dos tercios de los nuevos autónomos creados durante las dos Legislaturas de Rajoy cerrarán su negocio en la próxima.

Las causas de esta elevada mortalidad entre los nuevos autónomos son varias, según el estudio de la Fundación BBVA e IVIE: muchos negocios se montan con poco dinero (5.000 euros es “lo habitual”), sin formación (el 43,5% de los autónomos tienen sólo estudios básicos, frente al 23,8% en la UE), sin un Plan de negocio serio, en actividades poco innovadoras (tiendas, bares, Webs) y con poca tecnología, que además crean poco empleo (sólo el 36% de los proyectos tienen más de 1 empleado). Basta ver el perfil de los nuevos negocios que se están creando, según detalla el estudio GEM 2017, para entender por qué la mayoría duran pocos años: el 80% se concentran en los servicios, el 77% no emplean a nadie más, el 66% no innovan y el 75% no exportan nada.

Los autónomos que sobreviven trabajan muy en precario, muchas horas (el 49,5% trabajan de 10 horas diarias o más, de media, según el Estudio nacional del Autónomo 2019), con pocos ingresos: la media no llega al salario mínimo. Los ingresos brutos de los trabajadores autónomos fueron de 9.917 euros en 2016, según la Agencia Tributaria, sólo 745 euros más que el salario mínimo ese año, al que no llegaban cuando se descontaba el pago de las cotizaciones sociales, lo que daba unos ingresos netos de 6.713 euros anuales, muy inferiores a los 20.558 euros brutos que declararon ganar los asalariados. Y aunque se pueda decir que los autónomos ganan realmente más y que esconden ingresos a Hacienda mejor que los asalariados, la realidad es que sus ingresos son bastante bajos para la mayoría, sobre todo para los pequeños negocios del comercio, la hostelería y los servicios profesionales.

Pero la peor situación corresponde a los jóvenes autónomos: un 35% de los autónomos con 25 a 39 años está en riesgo de pobreza en España, según un informe hecho por la Comisión Europea en 2017, que revela que somos el 2º país europeo con más autónomos jóvenes pobres, tras Rumanía (59,8% autónomos jóvenes son pobres), muy por delante de la media europea (24,28% autónomos jóvenes pobres, con menos del 60% de los ingresos medios), del Reino Unido (20,34%), Alemania (19,35%) e Italia (18,23%). Unas cifras escandalosas, que deberían hacer reflexionar a todos esos “expertos” que les venden a los jóvenes la religión de “hacerse emprendedores” como el mejor de los mundos…

La mayoría de autónomos cobran poco y también cotizan poco (el 86% cotizan por la base mínima), con lo que al final, si sobreviven, tienen unas pensiones más bajas que los asalariados. Así, la pensión media de los autónomos era de 682,92 euros en marzo de 2019, un 37,17% inferior a la de los trabajadores del Régimen General (1.086,80 euros). Y si tomamos sólo la pensión de jubilación, un autónomo se jubila con 758,84 euros de media, un 40,72% menos que los asalariados (1.279,99 euros), según los últimos datos de la SS.

Muchos autónomos aseguran que, a pesar de todo, “son felices” (el 60% de los encuestados, según Adecco e Infoempleo) porque “no tienen jefes” (el 53%), establecen sus horarios (el 45,5%) y porque “tienen más libertad” (43,4%), con un 44% que trabajan desde casa. Pero dicho esto, cuando se les pregunta “si les gustaría cambiar”, el 63% de los autónomos encuestados dice que les gustaría tener un empleo asalariado a tiempo completo, básicamente porque les aportaría “mayor tranquilidad”.

Y es que ser autónomo supone afrontar muchos problemas diarios, según señalan ellos y sus asociaciones. El primero, cobrar el trabajo, dada la enorme morosidad de los clientes públicos (deberían pagar a los 30 días y lo hacen a los 90) y privados (pagan a 85 días). Otro, el pago del IVA de las facturas no cobradas: en 2014 se les trató de arreglar, pero la mecánica del “IVA de caja” no parece estar funcionando. También les preocupa mucho ponerse enfermo y no cobrar o quedarse en paro: en 2018, sólo la mitad de los autónomos que solicitaron el paro lo cobraron. Y, por supuesto, la dificultad para financiarse en los bancos, el exceso de papeleo y burocracia, el pago de impuestos, la competencia desleal y la falta de clientes.

En diciembre de 2018, las asociaciones de autónomos firmaron con el Gobierno Sánchez un paquete de mejoras para los autónomos, que consistía en subir algo las cotizaciones a cambio de una mayor protección social. La cotización mínima pasa a 283,2 euros en 2019 (+5,36 euros) y la tarifa plana se mantiene pero sube de 50 a 60 euros el primer año. Y los autónomos pasan de cotizar sólo por contingencias comunes (enfermedad y accidentes) a cotizar obligatoriamente por contingencias profesionales (accidentes de trabajo y enfermedades profesionales), cese de actividad (paro) y formación, repartiéndose entre esos 4 conceptos el 30% que se cotiza sobre la base, que subirá al 31% en 2022. A cambio, se duplica el paro de los autónomos  (de 2 a 12 meses pasa a 4 hasta 24 meses), cobrarán la baja por accidente o enfermedad desde el primer día y no pagarán la cuota de la SS a partir del 2º mes de baja. Además, el Gobierno se compromete a diseñar un sistema para que los autónomos paguen a Hacienda según sus ingresos reales.

Son avances importantes, sin duda, pero todavía queda mucho por hacer para equiparar los derechos de los autónomos a los de los asalariados, como incluirlos en el subsidio especial para mayores de 55 años (dos tercios no reciben ayuda). Y a su vez, los autónomos deben cotizar sobre bases mayores, no solo sobre la base mínima (el 86%) si quieren disfrutar de más derechos y de una mejor jubilación. Y pagar más impuestos, sin “esconder ingresos”, ya que existe todavía bastante fraude fiscal. Y si el negocio del autónomo no da para cotizar más o pagar más impuestos (y para contratar a alguien, incluso), quizás es porque está mal planteado.

Habría que dejar de hacer demagogia con los autónomos (todos los políticos se pelean por “apoyarlos”: son 3,2 millones de votos) y “limpiar” el sector, para que sobrevivan menos proyectos pero con más futuro, los negocios mejor planteados, a los que habría que ayudar mucho más con asesoramiento, formación, financiación y apoyos públicos. Y dejar de utilizar la espita de los autónomos para “limpiar las cifras del paro” y crear falsas expectativas entre los jóvenes, que luego provocan mucha desilusión al fracasar. Sería mejor contar con menos autónomos, 2 millones por ejemplo (ese 10% de los ocupados que suponen en otros paises), pero con unas bases más estables, a los que apoyar a tope. Y el resto, intentar reanimar y modernizar la economía, para ofrecerles más empleos estables en medianas y grandes empresas, que son las que aseguran la mayoría del empleo en todo el mundo. Emprendimiento sí, autónomos sí, pero sin inflarlos artificialmente como falsa alternativa al paro.

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