jueves, 18 de abril de 2019

Las familias siguen endeudándose


En los últimos 5 años, el consumo de las familias ha sido el principal motor de la recuperación. Ahora, cuando han “pinchado” otros motores del crecimiento, como las exportaciones, la industria o el turismo, el consumo (y la construcción) nos permite  crecer (menos) y crear empleo. Pero las familias están “enfriando” su consumo, porque ven el futuro más incierto y han agotado su ahorro, del que han “tirado” estos años  para gastar. Por eso, las familias llevan dos años endeudándose, pidiendo préstamos para consumir y comprar casa, tras 8 años desendeudándose. Y eso preocupa a la Comisión Europea, el FMI y el Banco de España, que han advertido sobre el excesivo endeudamiento de las familias, que puede ser peligroso si viene otra crisis. Ahora, necesitamos que se mantenga el consumo, para crecer, pero no con la “gasolina” del crédito y a costa de no ahorrar. Para ello, las familias necesitan empleo de más calidad, mejores salarios y transferencias sociales, no más deudas. Ojo al consumo.

España lleva ya cinco años creciendo, entre 2014 y 2018, aunque ha cambiado el modelo de crecimiento: en los primeros cuatro  años, las exportaciones y el turismo ayudaron mucho a crecer y crear empleo, pero han “pinchado” en 2018, por el estancamiento europeo y del comercio internacional, con lo que no ayudan ni van a ayudar a crecer en 2019 y 2020. Y así, quedamos en manos del consumo de las familias y el Estado (el consumo público, que ha superado los recortes y gasta ya como en 2009), que han sido los dos motores del crecimiento en 2018, junto a la construcción. El consumo de las familias ha sido el principal motor de la recuperación española estos 5 años, aunque su crecimiento haya ido a menos, como el del PIB: de crecer el 2,4% en 2014 al 3% en 2015 y 2016, el 2,5% en 2017 y el 2,3% en 2018, según el INE.

La “gasolinapara que las familias consuman, gasten, es el empleo, los salarios y las transferencias que reciban (menos los impuestos que paguen). Y en estos años, el empleo ha mejorado, los salarios un poco y las ayudas públicas crecieron, sobre todo en 2018 y 2019, con una mayor revalorización de las pensiones (+1,6%), la subida de los salarios públicos (+2,25%) y del salario mínimo (900 euros en 2019), lo que ha contribuido a mantener el consumo, el crecimiento y el empleo, a costa de aumentar el déficit público. Con todo, la economía española ha recuperado ya el crecimiento de antes de la crisis (en 2017, con 1.166.319 millones de euros de PIB, superior al de 2008, 1.116.225 millones) pero el consumo de antes aún no se ha recuperado: el índice del consumo era de 102,7 en 2018 frente a 104,4 en 2008, según el INE. O sea, que es 1,7% inferior al de 2008 y los expertos creen que hasta el año 2020 no recuperaremos el nivel de consumo de antes de la crisis.

¿Por qué se ha recuperado el crecimiento pre-crisis y no el consumo? Porque España produce ya más que en 2008 (1.208.248 millones de euros, el PIB 2018) pero hay menos españoles trabajando, concretamente 1.142.000 ocupados menos que en 2008, lo que dificulta recuperar el consumo de entonces. Pero los españoles, con o sin empleo, no han querido renunciar al consumo y cuando han visto que crecía el empleo, los salarios (poco) y la economía, se han lanzado a gastar, a consumir. Y como sus ingresos normales no les llegaban, han “tirado” primero de sus ahorros y luego, cuando ya casi no les quedaban, de los créditos. Esos dos factores  han sido “la gasolina” del consumo estos últimos 5 años.

Vamos primero al ahorro. España es un país que ahorra poco, porque tenemos menos renta y empleo que los demás europeos y porque tenemos “mentalidad de propietarios”: lo que ahorramos lo dedicamos a comprar una vivienda. A principios de siglo, el ahorro de los españoles rondaba el 10% de su renta bruta disponible, frente a una media del 14% en la zona euro. Luego el ahorro se desplomó hasta 2008, porque se había destinado al ladrillo y porque el paro y la caída de los salarios destrozaron la hucha: el ahorro español bajó a un mínimo del 5,9% en 2007, mientras en Europa sólo cayó al 12%.  Y con la crisis, los españoles volvieron a ahorrar, por temor al futuro, hasta un máximo del 13,4% de su renta en 2009 y en torno al 10% hasta 2013. Pero a partir de 2014, pasado el “mono” de la austeridad, las familias empezaron a echar mano del ahorro para consumir, para comprar. Y la hucha se fue vaciando, hasta que en 2018 el ahorro fue sólo del 4,9% de su renta bruta, el más bajo de este siglo. Y muy lejos de los europeos: ahorran el 12,3% de su renta en la zona euro, el 17,3% en Alemania, el 13,7% en Francia y el 9,5% en Italia, según Eurostat.

Pero llegó un momento en que el ahorro era insuficiente para gastar y las familias pidieron créditos para consumir, se endeudaron. Pasó por primera vez en 2017 (los hogares aumentaron su deuda en 4.759 millones) y volvió a pasar en 2018 (la deuda de las familias aumentó otros 14.800 millones), rompiendo así la tendencia de los 8 años anteriores (2009-2016), en que las familias españolas se dedicaron a reducir su deuda (a devolver créditos e hipotecas), porque les asustaba mucho tenerla (y pagarla) con la crisis. Concretamente, los hogares devolvieron 216.835 millones de euros entre 2009 y 2016, según el INE. Y si las familias tenían una deuda financiera récord de 910.537 millones en 2008 (678.448 millones en vivienda), la fueron bajando año tras año, hasta quedar en 705.008 millones a finales de 2018 (520.793 deuda hipotecaria), según el Banco de España. Pero aunque la deuda global baje, lo novedoso es que muchas familias han vuelto a endeudarse en 2017 y 2018, para financiar sus compras y para comprar vivienda, ahora que los alquileres están disparados.

Los datos del “boom” del crédito, de que las familias han vuelto a endeudarse, son muy llamativos. Así, el crédito al consumo se ha duplicado, pasando de 16.330 millones concedidos en 2014 a 25.356 en 2016 y 34.617 millones en 2018, según el Banco de España,  con un saldo vivo de 85.000 millones de euros. Se trata de créditos de 1 a 5 años, por pequeño importe (de 3.000 a 30.000 euros), para comprar coche (la mitad), electrodomésticos o electrónica, muebles y viajes. Los bancos se han lanzado a competir por estos créditos al consumo, sobre todo los dos últimos años, porque tienen mucha liquidez y pocos clientes, y porque son un gran negocio: cobran un tipo medio del 8,62% (recordemos que el precio oficial del dinero es el 0%), frente al 6,26% de coste medio en Europa, según los datos de febrero del Banco de España. Y por eso, hay cientos de empresas que se han lanzado a ofrecer créditos rápidos, de 300 a 3.000 euros, algunos con intereses abusivos que superan el 20%.

Otra fuente de endeudamiento son las tarjetas de crédito que financian compras, las llamadas tarjetas “revolving” (unos 12 millones de tarjetas en España): se compra con ellas y tenemos una especie de crédito por el que pagamos una cantidad fija al mes (o un porcentaje del saldo) a cambio de pagar un altísimo interés (ronda el 20% anual, un 1,5% mensual). El crédito vía tarjeta ha pasado de 8.850 euros concedidos en 2014 a 11.040 en 2016 y 13.032 millones en 2018, según el Banco de España.

Y el tercer camino del endeudamiento de las familias son las hipotecas, donde los préstamos concedidos casi se han duplicado en los últimos 5 años: de 27.007 millones prestados en 2014 se pasó a 37.494 en 2016 y a 43.821 millones en 2018, según el Banco de España. En los dos últimos años, la banca española “ha abierto la mano con las hipotecas”, a la vista de su enorme liquidez y la falta de demanda de crédito, disparando las hipotecas concedidas y los importes prestados. Así, el número de hipotecas constituidas ha pasado de un mínimo de 199.700 en 2013 a 282.700 en 2016 y 345.200 hipotecas en 2018, según las estadísticas del INE. El importe concedido se ha más que duplicado, saltando de 19.972 millones en 2013 a 31.036 millones en 2016 y 42.708 en 2018, según la última estadística del INE. Y lo más importante: se conceden hipotecas cada vez más altas: si en 2013, la hipoteca media era de 100.000 euros, en 2018 fue de 123.700 euros, el importe más alto desde 2010. Y eso se debe, en parte, a que los bancos están concediendo más hipotecas que superan el 80% del valor de tasación, algo que no les recomienda el Banco de España: en 2018 superaron ese tope el 14,9% de las hipotecas concedidas, frente al 10,6% en 2009.

Los bancos conceden más hipotecas que antes porque lo necesitan y porque es un gran negocio, ya que tienen al cliente “cautivo” durante 25 años y le sacan comisiones por todos los lados. Pero sobre todo, porque cobran cada vez más por las hipotecas: el tipo medio estaba en febrero de 2019 en el 2,38% (2,13% en julio 2018), por encima del 2,08% de coste medio de una hipoteca en Europa, según el Banco de España. Y estos tipos van a subir este año, primero porque sube el Euribor (desde hace un año) y, sobre todo, por efecto de la nueva Ley Hipotecaria (BOE 16 marzo), que entra en vigor el 16 de junio de 2019 y va a encarecer las futuras hipotecas, según advierte el Banco de España, porque los bancos van a repercutir al cliente los gastos e impuestos que les han endosado (gestoría, notaria, registro, tasación de nota simple e impuesto AJD), por el retraso del plazo de embargo por impago (a 12 meses) y porque reduce las comisiones por cancelación anticipada.

Este fuerte aumento del endeudamiento de las familias preocupa desde hace meses a los organismos internacionales y al Banco de España. La primera alerta la lanzó el Banco Central Europeo (BCE) hace casi un año, en mayo de 2018, recomendado a la banca española “que frene su ritmo de concesión de créditos al consumo”, por ser un producto con pocas garantías y mucho riesgo, que puede crear problemas de morosidad a bancos y familias. En septiembre y octubre fue el Banco de España el que advirtió por partida doble a la banca, temiendo que estos créditos al consumo “pasen de ser una fuente de ingresos a una fuente de pérdidas”. Y en 2018 y 2019, tanto la Comisión Europea como el FMI coincidieron en advertir a España por el endeudamiento de las familias, que puede ser peligroso si viene otra crisis.

El problema de fondo es que las familias han agotado su ahorro y siguen tirando del crédito para consumir. El Banco de España intenta ahora calmar la preocupación, señalando que en el primer trimestre de 2019, las familias han solicitado a los bancos menos créditos al consumo, según una Encuesta realizada a 10 entidades. Puede ser verdad, pero algunos expertos creen que se debe a que las familias están pidiendo los créditos en entidades no bancarias, en esas empresas que prometen dinero rápido por Internet. Incluso las empresas de telecomunicaciones han entrado en el negocio y Telefónica (con CaixaBank) ofrece su servicio Movistar Money: hasta 4.000 euros en 48 horas. Y también Orange va a ofrecer créditos rápidos a partir del verano. De hecho, los datos de 2019 indican que los préstamos al consumo concedidos a las familias (5.610 millones entre enero y febrero) crecen un 8,8%, según la estadística del Banco de España.

Estamos en un dilema como país. Si las familias reducen su endeudamiento (lo que sería bueno), caerá su consumo y España crecerá menos todavía y se creará menos empleo. La alternativa sería mejorar los ingresos de las familias y su ahorro, pero no parece fácil. Por eso, la estimacion es que el consumo crezca menos en 2019 (2% frente a 2,3% en 2018), en 2020 (1,7%) y 2021 (+1,4%), según la última previsión del Banco de España (marzo 2019). Y como las exportaciones y el turismo no van a ayudar a crecer estos dos próximos años, con menos consumo y la ayuda de la construcción, España crecerá menos (PIB), como confirman la Comisión Europea y el FMI, en 2019 (2,2% frente al 2,6% en 2018), en 2020 (1,9%) y 2021 (1,2%), con la mitad de empleo (entre 200.000 y 300.000 nuevos empleos al año frente a los 566.200 empleos creados en 2018).

Pero este menor crecimiento podría ser incluso más bajo si las familias recortan más su consumo, o bien porque retrasan el cambio de coche (las ventas llevan ya 7 meses cayendo, hasta marzo), de muebles y electrodomésticos o sus viajes y estudios, o bien porque temen por el futuro y no se arriesgan a comprar casa, máxime si suben las hipotecas (y los tipos a finales de 2019). Todo va a depender de que el empleo siga creciendo, también los salarios y pensiones y que el próximo Gobierno no recorte el gasto público ni las transferencias sociales, algo que podría hacer la derecha si gana el 28-A.

El consumo de las familias es clave y hay que cuidarlo, aunque tiene que ser más sano que ahora, no basarse en el endeudamiento. Y para ello, hay que apostar por un modelo económico que asegure un empleo de calidad y unos salarios dignos (con más productividad) , que permitan recomponer el ahorro de las familias y un consumo más sano. No es fácil, pero esa ecuación (mayores ingresos estables, más ahorro y un consumo sano) es la clave del futuro, de un crecimiento y empleo estables para España. Ojo al consumo.

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