Hay medio millón de mayores de 55 años en paro, el triple que en 2007. Y si contamos los mayores de 50 años, superan los 875.000 parados, 1 de cada 4 desempleados. Son los “ni-ni-nis”: ni trabajan, ni cobran el paro ni se pueden jubilar. Desde este mes de abril, los parados de 52 a 55 años van a cobrar el paro, que les quitó Rajoy en 2012, gracias a un decreto aprobado por el Gobierno Sánchez, que permite también a los parados mayores cobrar un subsidio (438 euros) hasta que se jubilen a los 65 años, sin obligarles a jubilarse antes con recortes, como ahora. Pero los mayores no quieren subsidios sino un trabajo, porque todavía están en lo mejor de su vida profesional. El problema es que las empresas no los quieren: ni ven sus currículos. Urge un Plan para emplear a estos mayores parados, con incentivos a las empresas y formación. Que no sean otra “generación perdida”, como sus hijos y nietos.
La crisis de 2008 se ha cebado en los jóvenes, las mujeres y los mayores de 55 años, cuyo paro se ha triplicado con creces en la última década: si había 143.700 parados mayores de 55 años a finales de 2007, eran ya 497.400 parados a finales de 2018, según la última EPA, 3,5 veces más. Y no solo han crecido sino que los parados mayores de 55 años han duplicado su peso entre todos los parados: si en 2007 eran el 7,4% de todos los parados, a finales de 2018 suponían el 15,05% del total. Y más de la mitad (249.700) son mujeres. Si les sumamos los parados de 50 a 55 años (382.100), resulta que tenemos 879.500 parados con más de 50 años y son el 26,6% de todos los parados, más de 1 de cada 4 parados.
El problema de estos parados
“mayores” es que tienen muy difícil encontrar trabajo y por eso llevan
bastante tiempo en el paro. Así, de los 1.552.100 parados que llevan más de 1 año en paro (1.089.000 de ellos llevan más de 2 años y 600.000 más de 4 años
parados), casi la cuarta parte (22%) son
parados mayores de 55 años
(341.100). Y si les sumamos los parados de 50 a 55 años, pues resulta que
son 568.900 parados mayores que llevan más de 1 año en paro, 1 de
cada 3 parados (36,65%) de larga
duración en España.
En resumen: se han triplicado con creces los parados mayores
y se han enquistado en el paro, mes tras mes, sin conseguir salir. Si en las
listas del desempleo hay cada vez más proporción de mayores se debe a varias causas: el envejecimiento de la población (hay
casi 1 millón más de personas con más de 55 años que hace 10 años), que cada vez buscan más trabajo (su “tasa
de actividad ha subido del 62 al 73,8%, porque hay muchos mayores, sobre todo
mujeres, que con la crisis se han animado a buscar trabajo para conseguir más
ingresos a la familia) y, sobre todo, porque los mayores tienen más dificultades para encontrar trabajo,
simplemente por su edad: las empresas no les quieren.
Y no es una frase, sino un hecho: el 52% de los que seleccionan personal en las empresas admiten “descartar automáticamente los currículos de los mayores”, según
una Encuesta hecha por la Fundación Adecco a 800 profesionales de “Recursos Humanos”. Según un
análisis de las ofertas de empleo, el
26% incluyen la edad como un requisito, limitándolas a menores
de 40 años. Y sólo un 2,3% de las
ofertas de empleo se dirigen a mayores de 45 años, siendo “insignificantes”
las que aceptan mayores de 55 años.
El resultado de
estos prejuicios contra los mayores se refleja en este dato del informe
de la Fundación Adecco (“#TuEdadEsUnTesoro”):
7 de cada 10 responsables de Recursos Humanos admiten “no haber seleccionado en el último año a ningún trabajador
mayor de 55 años”. Y cuando se les pregunta por qué, señalan tres “motivos” de su rechazo: porque temen que los mayores “no encajen” en
una plantilla con jóvenes (el 65% de las opiniones), porque los mayores exigen un sueldo mayor que
los jóvenes (señala el 18%) y porque pueden tener sus competencias “desfasadas”
por la edad y el paro (17% de opiniones).
Además de no contratar a los parados mayores, muchas
empresas han aprovechado la crisis para desprenderse de sus trabajadores mayores, con
reconversiones
de plantillas (EREs) que han ofrecido indemnizaciones y prejubilaciones a
los mayores de 52 y 55 años, sobre todo en la banca (van ya por 100.000 despidos desde 2008) y las grandes empresas. Y en otros
casos, han aprovechado la normativa laboral vigente para “rejuvenecer plantillas” a costa de la Seguridad Social, con los “contratos de relevo”, que cambian un trabajador mayor al que se jubila por
uno joven. Un sistema que parecía una
buena idea (un trabajador mayor coge una jubilación parcial y sigue
trabajando para formar a uno joven) pero que se convirtió en un fraude, porque el trabajador mayor podía concentrar las horas en
unos meses o años y jubilarse antes, como si fuera una jubilación anticipada, sin
penalización (con el 100% de pensión) y sin tener que formar al joven que
teóricamente “le releva”.
Este tipo de contrato
de relevo ha permitido a las empresas desprenderse
de 340.000 trabajadores mayores entre 2003 y 2018 (en la industria y un 70% en los
servicios), con un elevadísimo coste
para la Seguridad Social: 30.000 millones
de
euros en esos años, según un estudio de FEDEA. Por ello, se dio un plazo a las empresas para acabar
con esta práctica, una vez pasado lo peor de la crisis: el 1 de enero de 2019.
Pero la presión de las multinacionales del automóvil (“o flexibilizáis la normativa laboral o fabricamos en otro país”)
llevó al Gobierno Sánchez ha aprobar una
excepción, con un decreto aprobado el 7 de diciembre de 2018: la industria y especialmente el automóvil podrán seguir con estas
jubilaciones parciales (que cuestan 2.500 millones al año a la SS) 4 años más,
hasta enero de 2023. Y en estos años, “limpiarán
de mayores” sus plantillas.
Los mayores que no
consiguen una de estas “jubilaciones” blandas y favorables y
que están en paro, sólo pueden hacer
2 cosas: seguir en el paro intentando cobrar
el desempleo (los que tienen entre 52 y 55 años no pueden, porque en 2012
se lo quitó Rajoy) y esperar
a la primera edad en que se puedan jubilar, aunque al hacerlo antes pierdan parte de su pensión futura. Pero mejor estar jubilado que parado sin expectativas y cobrando 430 euros.
Por eso, crece año tras año el número de
mayores que se jubila anticipadamente, aunque
pierdan (entre el 6,5 y el 8% de pensión por cada año antes que se jubilen).
Así, en 2015, el 43,72% de los que se jubilaron tenían menos de 65 años. Y en 2018,
eran el 43%, aunque en enero de 2019 han dado un salto; el
52,46% de los jubilados tenían menos de 65 años (y la mayoría se jubilaron
con 61 a 64 años), según datos de la Seguridad Social. En paro, sin perspectivas de
trabajo y temiendo por su pensión, se
jubilan en cuanto pueden, aun perdiendo pensión.
Hasta aquí el panorama de estos mayores “ni-ni-nis”,
ignorados por las empresas y maltratados por el paro y la Seguridad Social, tras
los recortes del Gobierno Rajoy en julio de 2012. Ahora, un decreto-ley aprobado el 8 de marzo (BOE 12 marzo) por el Gobierno Sánchez intenta
paliar su situación con 6 mejoras
importantes. La primera, que volverán
a cobrar el desempleo los parados de 52 a 55 años que tengan derecho (6 años
cotizados), lo que beneficia a 114.000
parados de esas edades. La segunda,
que no tendrán que esperar a tener los 52 años, como antes: podrán solicitar el
desempleo antes y cobrarlo cuando cumplan los 52. Tercer cambio: los parados de más de 52 años podrán recibir el
subsidio si tienen ingresos inferiores al 75% del salario mínimo, cuando hasta
ahora se contaban los ingresos de toda la familia (si tenían la mujer o un hijo
que vivía en casa, no tenía derecho al paro). Cuarto cambio, la Seguridad Social cotizará por estos parados
mayores el 125% de la base mínima de cotización, frente al 100% que cotizaban
por los mayores de 55 años tras el recorte de 2012, lo que mejorará su futura
pensión. Quinto cambio, no se recorta
el subsidio como hasta ahora cuando el parado venga de un trabajo a tiempo
parcial (12.000 mayores cobraban ahora un subsidio “parcial”). Y sexto cambio y el más importante: los parados de más de 52 años (los 114.000 nuevos y los 265.465
parados actuales de más de 55 años con subsidio) podrán cobrar el subsidio (438,80 euros este año) mes a mes y año
tras año (renovándolo) hasta que cumplan la edad legal de jubilación (65 años y
8 meses este año) y no se tendrán que jubilar antes con un recorte de la pensión,
como pasaba hasta ahora.
En definitiva, que los parados
mayores de 52 años podrán cobrar el paro hasta que se jubilen a la edad legal,
con el 100% de pensión o lo que les corresponda según su cotización. Todas
estas medidas benefician a unos 380.000 parados de más de 52 años
que cobrarán subsidio, la mitad de los parados en esa edad (el resto, no han
cotizado suficiente o tienen otros ingresos). El decreto-ley, aprobado por el
Gobierno Sánchez, que entró en vigor el 13 de marzo (con lo que podría
empezar a cobrarse el nuevo subsidio en
abril), costará 388 millones este año y otros 875 millones entre 2020 y 2022.
Estos cambios son un
avance importante para los parados mayores, pero la mayoría no quiere “vivir del paro” (ojo: 438,80 euros al mes) sino tener un trabajo. Por eso, lo que
debería hacer el próximo Gobierno es aprobar un Plan de choque para facilitar
el empleo a los mayores de 50 años, ayudándoles a colocarse y dando
incentivos a las empresas que los contraten. De momento, este real decreto que
mejora el paro de los mayores (BOE 12 marzo) también incluye una bonificación para las empresas que contraten de forma indefinida a parados de larga duración (más de un
año en paro): se les bonifican (perdonan)
1.300 euros anuales de cotización por ellos, durante tres años. Y si contratan
a mujeres (el 64% de los parados de larga duración son mujeres), se les
bonifican 1.500 euros anuales. Ahora, habría que aumentar estas ayudas si contratan parados de larga duración mayores de 50 años.
Además, el Plan de choque debería contemplar una estrategia
del servicio público de empleo (SEPE) para
ayudar a estos parados mayores a encontrar trabajo, con asesoramiento,
planes de recolocación y, sobre todo, con cursos
específicos y personalizados de formación, porque uno de los problemas de
estos parados mayores es su menor
formación. Si en general, la baja formación es un grave problema de los
parados españoles (el 51% sólo tienen la ESO o menos, según la EPA), en
el caso de los parados mayores de 55
años, dos tercios están poco formados (el 39,5% tiene la ESO y otro 22%
menos). Y muchos necesitan reciclarse, tras varios años sin trabajo.
Esta formación a los parados mayores
debería ser apoyada y “orientada” por
las empresas, lo que exige un “cambio de mentalidad” empresarial, dado que
estos parados mayores tienen una experiencia
que puede serles muy útil, como señala la Fundación Adecco: ofrecen talento y habilidades que, combinados con los
trabajadores más jóvenes, pueden mejorar la competitividad de las empresas. Y de cara al país, más españoles trabajando,
cotizando y pagando impuestos en vez de cobrando el paro es una garantía
de las futuras pensiones y del Estado del Bienestar. Por eso, volcarse en que
más mayores trabajen es doblemente rentable para todos.
Para que estos parados mayores se integren en las empresas
hace falta no sólo incentivos y un cambio de mentalidad, también un cambio en la organización laboral y en
los procesos de selección de personal.
Para ello, la Fundación Adecco propone 5 cambios:
seleccionar a partir de “currículos ciegos” (sin edad), un sistema de entrevistas
cerrado con preguntas estandarizadas (que no permitan prejuicios por edad),
establecer sistemas de puntuación a los candidatos que sean objetivos, formar a
los responsables de Recursos Humanos en la diversidad y desarrollar proyectos
con equipos de séniors y juniors.
Bueno, prestemos atención y planteemos soluciones a un
número importante de españoles, los mayores de 50 años, que se
encuentran entre el miedo a perder el
trabajo y la angustia de no trabajar ni cobrar el paro ni poder jubilarse.
Una “generación perdida” en una
economía donde los jóvenes no trabajan porque son jóvenes sin
experiencia y los mayores porque tienen demasiada edad. Un sistema que sólo parece querer emplear a la gente entre los 30 y
los 50 años, 20 años en una vida que supera los 85 años. Una
locura que afecta gravemente a los
jóvenes, pero también a sus padres y
abuelos. No los olvidemos.
Políticos si la los mayores de 52 años que queremos trabajar y no podemos por las causas expuestas , destinen empleo público para nosotros porque aunque no estamos con minusválida a efectos de encontrar trabajo lo parece
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