El año 2018 cerró con la mayor creación de empleo desde 2006: 566.200 nuevos empleos, 76.000 más que en 2017 aunque España creció menos. Pero 9 de cada 10 nuevos empleos fueron para mayores de 40 años, sobre todo en servicios, construcción y el sector público, cayendo en la industria. Y son empleos muy precarios: sólo el 6,5% fueron empleos fijos a jornada completa, mientras la cuarta parte de los empleos temporales duran una semana o menos. El paro bajó algo menos (-462.400 parados en 2018), porque hay más gente buscando trabajo. Y todavía 5 regiones tienen un 20% de paro o más, mientras el 44% de todos los parados no cobran nada (y hay 7 autonomías donde más de la mitad no cobran). En 2019 se espera crear mucho menos empleo (+ 330.000) y hasta 2021 no se recuperará la ocupación de 2007. Por eso, urge aprobar los Presupuestos 2019 y reanimar la economía y los salarios, para evitar que se enfríen más el crecimiento y el empleo en un año difícil.
El año 2018 terminó mejor de lo esperado, con una creación de 36.600 empleos en el cuarto trimestre, cuando se habían perdido empleos a finales de 2017 (-50.900) y 2016 (-19.400). La mejoría vino por el empleo creado en el sector público entre octubre y diciembre, ya que el empleo privado cayó ese trimestre, sobre todo en la industria y en los servicios, según la EPA del 4º trimestre 2018. Con esta mejoría, el año 2018 cerró con 566.200 nuevos empleos, 76.000 empleos más que en 2017, a pesar de que la economía creció mucho menos el año pasado (2,5% frente al 3,1% en 2017). Es la mayor creación de empleo desde el inicio de la recuperación (+433.000 empleos creados en 2014, +525.100 en 2015, +413.900 en 2016 y +490.300 empleos en 2017) y el récord histórico de empleo desde 2006 (+687.600 empleos).
Dicho esto, hay
datos preocupantes en la EPA de 2018.
El fundamental, que el empleo se
está creando de una forma muy
desigual. Primero, por sexos:
55,4% de los empleos creados en 2018 fueron para hombres y 44,6% para mujeres.
Segundo, por edades: el 90% de los nuevos empleos fueron para mayores de 40 años, sobre todo
para personas entre 40 y 55 años (+291.100 empleos) y mayores de 55 años
(+221.900 empleos), algo en principio sorprendente, mientras los menores de 40
años sólo consiguieron 53.000 empleos ( en el cuarto trimestre de 2018, los
jóvenes perdieron empleo). Tercero, el empleo se creó en 2018 sólo en los servicios (+428.100 empleos, el
75% del total), y la construcción
(+136.100), mientras perdía empleo la industria (-3.000
empleos) y se mantenía en el campo (+4.900), destacando el empleo creado en el sector público (+136.300, el mejor dato anual desde 2004). Y dos tercios del nuevo empleo se
lo llevaron 5 autonomías: Andalucía (+118.600), Madrid (+108.600), Cataluña
(+75.000), Canarias (+41.600) y Baleares (+35.700).
Pero lo más preocupante es la mala calidad del nuevo empleo
creado en 2018, como en los años anteriores: el 89,75% de los contratos firmados fueron temporales, según los datos del
Ministerio de Trabajo, una cifra muy elevada aunque ligeramente mejor que
el porcentaje de temporales de 2011 a 2015 (92%) y de 2016 y 2017 (91%),
gracias sobre todo al Plan de actuación de la inspección de Trabajo desde
agosto. Lo peor es que una cuarta parte
de esos contratos temporales (el 26,68%) se hicieron por una semana o menos. Y además, siguen creciendo los contratos a tiempo parcial, por horas o por días, que
supusieron el 35,8% de los contratos
firmados en 2018. Los dos datos confirman un hecho que acompaña a la
recuperación del empleo desde 2014: el
empleo que se crea se reparte mucho,
hay una enorme rotación: en 2018 se
firmaron 22,29 millones de contratos (otro récord), lo que indica que se hicieron
40 contratos para cada empleo creado (recordemos: 566.200 ocupados
más). Al final, un dato del Ministerio de
Trabajo resume lo que pasa: sólo 6,5
de cada 100 empleos creados en 2018 fue "de calidad", fijo y a jornada completa.
Esta fuerte creación
de empleo de 2018, mal repartido y
precario, ha permitido cerrar el año con 462.400 parados menos, según la EPA, una
cifra inferior a la rebaja del desempleo
en los últimos años (-471.000 parados en 2017, -541.700 en 2016, -678.200 en
2015 y -477.900 en 2014), debido a que aumentó el número de españoles que se han animado a buscar trabajo
(+103.800 activos en 2018, sobre todo mujeres y jóvenes). Con este dato, la tasa
de paro baja al 14,45%, casi la mitad del peor año de la crisis (2013: 26,03% de paro) y la tasa más
baja desde 2008 (13,91%) aunque seguimos teniendo más del doble de paro que Europa:
6,6% en la UE-28 y 7,9% en la zona euro, en diciembre de 2018, según Eurostat . Y la tasa de paro juvenil (menores de 25 años) todavía está en
el 33,54% en España, frente al 14,9% en Europa.
El paro en España
también es desigual, como el empleo,
y se concentra en las mujeres (son
más de la mitad de los parados: 1.730.200, con una tasa del 16,26%,frente al 12,87% de los
hombres), los jóvenes ( 32,24% de
paro entre los menores de 29 años), los inmigrantes
(21% de paro) y los mayores de 50 años
(el 13,15% de paro, el triple que en 2017), donde ya hay 879.500 españoles mayores sin trabajo
(y sin muchas posibilidades de conseguirlo), según la última EPA de 2018. Por autonomías, todavía
hay 5 regiones con una tasa de paro “insoportable”, que ronda o supera el
20%: Extremadura (21,10% de paro), Andalucía (21,26%), Canarias (19,99%), Ceuta (24,02%) y Melilla
(23,85%), con un paro aún mayor en Cádiz (27,35%), Badajoz (24,10%), Huelva (22,79%), Córdoba (22,47%) y Granada (22,44%) .Y otras 3 autonomías que tienen un nivel de paro “europeo” y rondan
el 10%, como el País Vasco (9,58%), Navarra (9,99%) y La Rioja (10,30% de
paro), junto a Soria (4,35% de paro), Álava (7,39%), Guipúzcoa (7,56%), Lugo (9,16%), Teruel (9,23%), Segovia (9,28%) y Huesca (9,94% de paro). Además, hay más de 1 millón de
hogares españoles (1.053.400) con todos
sus miembros en paro.
Pero quizás el dato
más preocupante es que el paro se
enquista y casi la mitad de los parados llevan más de un año sin trabajar: 462.900
llevan parados entre 1 y 2 años y otros 1.089.200 parados llevan más de 2 años
en paro, según la EPA del cuarto trimestre de 2018. En total, 1.552.100 parados “de larga
duración”, el 47% de todos los
parados. Una bolsa enorme de “parados
crónicos” (668.000 llevan parados más de 4 años, según los datos de UGT), que tienen muy difícil volver a trabajar,
básicamente por su elevada edad (un
70% superan los 50 años y dos tercios son mujeres) y su baja formación: el 63% de estos parados de larga duración sólo tienen la ESO
e incluso menos. Y además, estar más de un año fuera del mercado laboral reduce
un tercio sus posibilidades de contratación.
Mientras ven muy difícil
recolocarse, el mayor problema de
muchos de estos “parados viejos” es sobrevivir, porque tras meses y años
en el paro, se les ha acabado el
subsidio. De hecho, a finales de 2018, sólo
cobraban el paro el 55,83% de los españoles que se declaran en paro según la EPA: 1.844.843 parados con subsidio, según la última estadística del Ministerio de Trabajo. Y de ellos, la mayoría (1.053.869 parados) cobraban un subsidio
asistencial, de sólo 430 euros al mes, mientras los 790.974 restantes
cobran un subsidio contributivo, por
el que cobran 824,80 euros de media (con grandes diferencias, según autonomías,
sexo y el trabajo que hayan tenido). Esto significa que un 44,17% de los parados EPA, 1.459.457 parados, no cobran ningún
subsidio. Y sobreviven en la pobreza, gracias a ayudas de la familia y
amigos y a “chapuzas” en la economía sumergida. La situación es peor en las 7 regiones donde son mayoría los parados que no cobran: Melilla (66,5% parados EPA no cobran), Madrid (59,3%),
Canarias (55%), País Vasco (52,5%), Navarra (51,7%), Aragón (51%) y Murcia
(50,2% parados EPA no cobran).
Volviendo al empleo,
ahora se espera que se debilite en 2019,
dado que España va a crecer menos este año: 2,2% frente al 2,6% en 2018,
según el Gobierno, y podría ser incluso menos si Europa sigue débil (Alemania va a crecer el 1%) y hay
turbulencias en la economía internacional (proteccionismo comercial, petróleo
caro, subidas de tipos y crisis en paises emergentes). La estimación del presidente Sánchez, en la Cumbre de Davos, fue que se crearán 330.000 empleos en 2019, menos que en estos 5 años de recuperación (372.500
empleos de media anual: 1.862.200 empleos en total). Y se espera crear otros
350.000 empleos en 2020, año en que también bajará el crecimiento. De ser así,
España tendrá que esperar a 2021 o 2022
para recuperar el empleo perdido antes de la crisis, los 20,51 millones de puestos de trabajo de 2007 (ahora hay
19,56 millones: faltan todavía 1
millón de empleos). Serán "14 años perdidos".
Con menos empleo
todavía que antes de la crisis y más
del doble de paro que Europa, no se
pueden echar campanas al vuelo por el récord de empleos de 2018. Y más
cuando tenemos el empleo más precario de
Europa, con 1 de cada 4 asalariados con contratos temporales (el
26,86% en diciembre de 2018, según la EPA) y
con 1 de cada 7 empleos a tiempo parcial
(el 14,8% de los empleados), empleos
por días o por horas que son “obligados” para dos tercios de estos
trabajadores, más “subempleos” que en la mayoría de Europa.
Urge algún acuerdo social, entre patronal y
sindicatos (con el apoyo del Gobierno y los partidos), para conseguir más empleos “decentes”, con una estrategia de “palo y zanahoria”: palo a las empresas y sectores
(hostelería y servicios) que “abusan” de los contratos temporales y por horas
para empleos que son estables y con jornadas normales. Hay que reforzar la Inspección de Trabajo y lanzar campañas contra los que defraudan, como se empezó a hacer en
agosto. Y “enseñar la zanahoria” al resto, para incentivarles a que hagan contratos fijos y con jornadas normales,
con menores cotizaciones e impuestos. Y con un seguimiento periódico y un
objetivo: por ejemplo, rebajar del 89,75%
al 70% el porcentaje de temporales en los contratos de 2020. Se puede conseguir
si se convence a los empresarios que ahora, tras varios años con
beneficios, pueden y deben ofrecer contratos
decentes. Y eso pasa también por una reforma normativa, para dar
marcha atrás a la reforma laboral de Rajoy de 2012, como piden los sindicatos (han convocado movilizaciones el 8 de febrero)
al Gobierno Sánchez, que lo tiene difícil (con 84 diputados), si el PP o al
menos Ciudadanos no apuestan por apoyar una estrategia
para conseguir más empleos “decentes”.
En paralelo a esta nueva
reforma laboral, urge aprobar un
Plan de empleo, dirigido especialmente a los jóvenes, las mujeres y los parados de larga duración, los
colectivos que tienen más difícil colocarse. Primero, hay que volcarse en su formación (hay 1.504 millones de euros para formación sin gastar, de los ejercicios 2015, 2016 y 2017), con cursos más eficaces y
ligados a lo que piden las empresas. Segundo, hay que reformar los servicios públicos de empleo (SEPE), para que no sean unas oficinas
burocráticas sino que ayuden realmente a los parados a encontrar empleo, como
agencias de colocación. Un avance pueden ser los 3.000 asesores que van a
contratar las autonomías para orientar a los jóvenes parados, en cumplimiento
del Plan de empleo joven aprobado por el Gobierno en diciembre. Y tercero,
hay que incentivar (ayudas fiscales, cotizaciones) a las empresas que contraten de forma estable parados de larga
duración, casi la mitad de los parados.
En tercer lugar, además de promover empleos decentes y la
contratación, hay que mejorar la
situación de los parados, porque es escandaloso
que el 44,7%, casi 1,5 millones de parados no cobren ningún subsidio. Habrá
que revisar el seguro de desempleo, para asegurar que cubra a más parados, en
coordinación con las prestaciones sociales (renta mínima) que gestionan y pagan las
autonomías. Y sin olvidar que estamos en Europa y que, de cara a la futura
Comisión Europea, somos los más interesados en que se apruebe un “seguro de paro europeo”.
Para todo esto hacen falta recursos (un Plan de empleo creíble, que gaste en formación,
asesoramiento e incentivos a la contratación, exige no menos de 5.000 millones
extras anuales y mejorar el seguro de paro exigiría 2.000 millones más) y medios, básicamente más personal para los servicios públicos
de empleo: cada empleado del SEPE tiene a su cargo 450 parados mientras
en Alemania, cada funcionario atiende a 47 parados y en Reino Unido a 22. En
definitiva, España tiene que gastar más
en “políticas activas de empleo”,
porque no es de recibo que teniendo más del doble de paro que Europa, gastemos la mitad: 5.710 millones en 2018, el 0,5% del PIB frente al 1% que
gasta la UE-28.
Al final, el buen
dato de empleo de 2018 no debería utilizarse como “un espejismo” para
ocultar el grave problema de empleo y paro que tiene España y que lo
convierte en la primera preocupación de los españoles, según todos los Barómetros del CIS. Eso
debería obligar a un gran Pacto por el
empleo, para conseguir crear más empleos de calidad y reducir la cifra de
parados y su penosa situación. Una medida importante sería aprobar los Presupuestos 2019, porque suponen algo más de gasto social e inversión,
más sueldos y pensiones, lo que puede ayudar a crecer más y crear más empleo en
2019, un año difícil. Lo seguro es que si
no se aprueban y hay elecciones, perderemos
medio año y lo pagará el empleo. Haya o no elecciones, el empleo debería ser la prioridad de todos.
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