A partir de septiembre,
los comercios pagarán menos de la mitad de
comisión por las ventas hechas con tarjetas de crédito. Es una de las
medidas aprobadas el 4 de julio por el Gobierno Rajoy “para reactivar la economía”.
Teóricamente, facilitará las ventas.
Pero esta rebaja de las tarjetas tiene “truco”: es para los comercios,
pero no se espera que los 200 millones
que se ahorran en comisiones los trasladen en rebajas a sus clientes. Y como
los bancos van a ingresar menos por
las tarjetas, se teme que nos suban las
cuotas anuales y el ya alto interés
que cobran por las compras aplazadas. Lo dicen los consumidores y hasta VISA y Master Card. Y es lo que pasó en 2005, la otra vez que bajaron las comisiones de
las tarjetas: no nos bajaron los precios y los bancos nos cobraron más por
ellas, para resarcirse. Así que esta bajada de comisiones tiene retranca: puede
acabar en subida para nosotros.
enrique ortega |
En España hay casi 70
millones de tarjetas, dos por
adulto: un tercio son de débito
y los dos tercios restantes son tarjetas
de crédito (43,26 millones, 8,2
millones menos desde 2008). Con estas últimas se hacen 1 de cada 6 compras en España: 72
compras y un gasto de 3.074 euros por
segundo. Parece mucho, pero los españoles
usamos
menos las tarjetas que la mayoría
de europeos: hacemos 52 compras al
año por persona (una a la semana) frente
a 79 compras en la UE, según
el BCE. Los que más compran con tarjeta son los nórdicos (230 compras los
suecos, 224 los daneses, 167 Reino Unido, 130 Francia y sólo 39 Alemania) y los
que menos los europeos del sur (4 compras búlgaros y rumanos y 7 los griegos).
En cuanto al gasto,
España compró con tarjeta de crédito por valor de 2.305 millones en 2013, la mitad que Portugal, la cuarta parte que
Reino Unido y la quinta parte que Suecia o Dinamarca.
En general, Europa
está retrasada en el uso de tarjetas frente a Estados Unidos: aquí se usan
para hacer el 21% de los pagos y en
Norteamérica para el 40% de las
compras. Por eso, el
BCE quiere fomentar su uso como un
instrumento de pago “eficiente, seguro y fiable”. Y la Comisión Europea lleva desde 2009 peleando con VISA y Master Card, a los que ha abierto varios
expedientes para que bajen las comisiones que cobran por el uso de las tarjetas.
Precisamente, en febrero de 2014
alcanzó un acuerdo
con VISA para rebajar un 60% las
comisiones de las tarjetas, a cambio de no multarles. Y en abril, el
Parlamento Europeo aprobó
un Reglamento que plasmará este
pacto con VISA y regulará las comisiones máximas de las tarjetas, como hicieron antes EEUU, Canadá o Australia:
serán de un 0,3% máximo para las
tarjetas de crédito y un 0,2% para las tarjetas de débito. El nuevo Reglamento aún tiene
que ser ratificado por
el Consejo Europeo y entraría en vigor un año después, para 2016.
El Gobierno Rajoy
ha querido adelantarse a Bruselas y ha aprobado el 4 de julio estas nuevas comisiones europeas, que entrarán en
vigor el 1 de septiembre. Las comisiones de las tarjetas de crédito, que eran de
las más altas de Europa, pasan del
0,74% de media al 0,30% (rebaja del 60%). Y las de las tarjetas de débito, que estaban en el 0,30% (mínimo 0,32 euros por
operación) pasan al 0,20% (y 0,07
euros), una rebaja del 70%. Los comerciantes
se han quejado siempre de que las elevadas comisiones
retraían las compras con tarjeta y que por eso las tarjetas se usan
menos en España. Sobre todo para los pequeños
pagos (menos de 20 euros, sólo un 7% se hace con tarjeta), porque tienen unas comisiones
abusivas: un pago con tarjeta de 3 euros, por ejemplo, soporta una comisión de 25
céntimos (ahora la comisión baja más que para el resto de pagos, al 0,2%).
Los comercios
estiman que se van a ahorrar
unos 200 millones en pago de comisiones por las tarjetas. Pero el reparto será desigual, como es
desigual el pago de estas comisiones, según un esquema
complejo: las empresas emisoras (Visa, Master Card, American Express…) fijan
una comisión por el uso de sus tarjetas, que es la tasa de intercambio que
ahora baja el Gobierno (y Bruselas en 2016). Pero luego, el banco que trabaja con el comercio le traslada esta comisión a su manera, cobrándole un
porcentaje que puede ser mayor o menor, según
las ventas y los servicios que le presta el banco. Los comercios que más pagan son los pequeños (las farmacias pagaban
hasta ahora una tasa del 1,04%, los supermercados el 0,90%, los restaurantes un
0,88% y las ventas inferiores a 15 euros el 0,83%) y los que menos pagan los grandes negocios (0,26% las autopistas,
0,45% los híper, 0,49% las gasolineras y 0,51% las agencias de viaje). Ahora,
lo lógico es que a todos los comercios
les baje la comisión que les cobran los bancos, pero no por igual.
Esta rebaja
de las comisiones al uso de las tarjetas (-60%) debería servir para que los comercios nos rebajaran
sus precios, al menos una parte. Pero las asociaciones de usuarios
bancarios, como ADICAE,
temen que no bajen, como ya sucedió en 2005, tras la rebaja de
comisiones del 50% pactada entre bancos y comercios (la comisión pasó
del 1,52 al 0,74%): los comercios en
vez de bajar sus precios, los subieron un 25% más que en la eurozona entre 2005
y 2010. El otro temor es que los bancos suban también a los usuarios el coste de las tarjetas, para resarcirse de los menores ingresos por comisiones en las ventas con tarjeta:
es lo que pasó entre 2005 y 2010, que subieron un 27% sus ingresos financieros (cinco veces más que en la eurozona).
Ahora, hasta VISA y MasterCard han dicho que la rebaja de comisiones a las tarjetas “no va
a beneficiar al consumidor”, ya que acabará pagando más por tener su
tarjeta. La banca, molesta por la
rebaja del Gobierno anticipándose más de un año a Europa, está pensando
en cómo resarcirse. Algunas entidades piensan en cobrar
un alquiler a los comercios por los datafonos o TPV (1,5 millones), como se
hace en algunos países de Europa. Y antes o después, tratará de compensar los menores ingresos por comisiones con subidas a los usuarios, que pagan por dos conceptos. Uno, por tener
la tarjeta, una cuota
anual que ronda los 21 euros de media (eran 10,21 euros en 2010),
aunque muchos bancos cobran más (30
euros Barclays, 43 euros Santander y 52 euros La Caixa). El otro, los intereses que cobra por aplazar
los pagos, en las tarjetas revolving:
el tipo medio está en el 20% (16% en la UE), pero en los grandes bancos el interés
supera ya el 25% (26,75% La Caixa y Santander).
En definitiva, que se
rebajan las comisiones a las tarjetas, pero
los usuarios no lo vamos a notar, salvo
porque nos acabará saliendo más caro usarlas. Ya antes, tener
una tarjeta sale caro y usarla más, sobre todo si se aplazan
los pagos, algo cada vez más habitual con la crisis: se paga más cuanto menor sea la cuota mensual y más el gasto, porque se pagan intereses por lo pendiente. Además,
si el cliente se retrasa en el pago
de una sola cuota, paga tres
comisiones más: comisión por reclamación de posiciones deudoras
(35€), comisión de descubierto (30€ por exceder el límite de la tarjeta) y pago
de intereses de demora (20,4% TAE). Así que lo
mejor es pagar cada mes lo que se
gasta y no tener muchas tarjetas, porque aunque al principio nos la
ofrezcan “gratis”, al final nos acaban cobrando una cuota. Y lo peor es que muchas de las comisiones
que pagamos son opacas, porque
bancos y Cajas no
tienen obligación de publicar su Libro
de tarifas desde abril 2012: basta que comuniquen los cambios
individualmente a sus clientes(muchos no se enteran).
La asociación de usuarios bancarios ADICAE ha presentado una denuncia
ante la Comisión de la Competencia (CNMC)
por presuntos acuerdos ilegales entre
emisores, bancos y comercios en la fijación de los costes de las tarjetas. Y piden al Gobierno Rajoy y a Bruselas
que tomen medidas efectivas para que la
rebaja de comisiones se traduzca en una rebaja de precios a los consumidores y
en un abaratamiento de las tarjetas a sus usuarios, algo que no pasó con la rebaja
de 2005. Además, Bruselas y el Gobierno deben exigir
más transparencia al sector, para saber
con claridad los acuerdos entre emisores y bancos, la cuantía de las comisiones
cruzadas y las diferencias de pago según el negocio, en perjuicio de los
pequeños.
Las tarjetas de crédito son un gran invento,
que facilita las ventas, pero no puede ser un negocio clave para la banca, que debe cobrar lo justo por
su servicio y no aprovechar los plásticos para redondear
unas cuentas que no les salen
con su negocio tradicional (dar
créditos, que no dan). Y las tiendas
las tienen que verlas como una ayuda a la venta, no como un coste a cargar al
cliente. Al final, no puede ser que las
tarjetas sirvan para estrujar a los de siempre, a los usuarios. Que no nos engañen con bajadas que tienen retranca.
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