Media España cogerá el
coche esta semana para tomarse unos días de vacaciones. Y volverá a encontrarse, como todos los veranos, con subidas
de los carburantes, como ya pasó en Semana Santa, el puente de mayo y a
finales de junio. La excusa es que ha subido el petróleo, pero está más barato que en mayo. Lo que pasa es
que no hay competencia y los grandes operadores imponen sus precios,
a pesar de los expedientes abiertos por el Gobierno a las petroleras. Además,
tendremos que viajar con cuidado, porque
están aumentando los accidentes y los
muertos en carretera, tras caer en 2013. Tráfico lo achaca al exceso de
velocidad, distracciones y al alcohol y las drogas, pero también
tiene mucho que ver la crisis: el mal estado
de las carreteras (por los recortes) y que la mitad de los coches tienen más de 10 años, muchos
sin pasar la ITV y con neumáticos en mal estado. ¡Buen viaje¡
enrique ortega |
Cuando salga de vacaciones,
comprobará que los carburantes han
subido y vuelven a ponerse en máximos
del año, como sucedió a
finales de junio, antes de “la
escapada” de julio. Es lo que pasó también en
Semana Santa y en el puente de mayo: gasolinas y gasóleos suben cuando
millones de conductores se ponen al volante. A finales de junio, la gasolina
rozó los 1,50 euros en muchas provincias y el gasóleo los 1,40 euros, máximos
del año. Los carburantes más caros se venden en Baleares, Palencia, Valladolid, Zamora y Galicia. Y los más baratos en Huesca y Navarra. Ahora, a finales
de julio, volverán a subir a
esos niveles e incluso más. La excusa es que el petróleo ha subido con la crisis de Irak y Ucrania, pero el
hecho cierto es que el Brent cuesta 105,35
euros frente a 108,64 € que costaba a finales de abril (-3,3%). Y
aunque el euro
está algo más débil (se ha depreciado un -3%), el balance es que se paga menos por el crudo, aunque gasolinas y gasóleos suben en los mercados
internacionales (Génova y Rotterdam) por el mayor consumo en verano.
El problema de fondo
es que en el sector petrolero español,
tras más
de 15 años de precios liberalizados (desde octubre
2008), no
hay competencia y el mercado está dominado por tres empresas
(Repsol, Cepsa y BP), que controlan el mercado, desde la
compra de crudo y carburantes al refino
(las 9 refinerías que hay en España son suyas), el almacenaje, el transporte y
distribución (tienen el 29,15 de CLH, la antigua Campsa, y controlan la logística) y sobre todo, la venta
en gasolineras: controlan el 73% de las ventas de carburantes (45% Repsol, 16% Cepsa y 12% BP),
aunque en la mayoría de provincias (Madrid incluida) superan el 80%, entre gasolineras propias y abanderadas, según la
CNE. Un poder que contrasta con el 50% de las ventas que controlan las grandes
petroleras en Francia o el 31% en Italia.
Esta posición de dominio de las tres grandes
petroleras les permite acordar
precios y subirlos cuando hay
más demanda, retrasando las bajadas
cuando bajan los precios internacionales, según los informes
de la Comisión de la Competencia (CNMC). Y eso a pesar de que están
bajo vigilancia desde 2009 y que en
2013 les abrieron cuatro expedientes: uno en marzo por el efecto
lunes (bajar precios los lunes, cuando se mandan a Bruselas, y subirlos
los martes), otros
dos en mayo por acordar precios (entre
petroleras y con las gasolineras) y un
cuarto en diciembre por incumplir las medidas correctoras impuestas en 2009
para evitar pactar precios y comisiones con las gasolineras. Además, el
Gobierno aprobó en julio una reforma
de la Ley de Hidrocarburos para fomentar
la competencia, facilitando la apertura de gasolineras y limitando los
contratos con las gasolineras, para facilitar el cambio de abanderamiento.
Pero ni los cambios legales
ni los expedientes les hacen mella y las
petroleras siguen pactando e imponiendo sus precios. De hecho, los precios de gasolinas y gasóleos antes
de impuestos son más altos en España
que en el resto de Europa, según el último Boletín Petrolero de la UE : en gasolinas,
tenemos el cuarto precio más alto de Europa
(tras Dinamarca, Chipre y Bulgaria), 42,75 céntimos más que la media UE-28. Y en gasóleo, somos el 8º país con el precio más alto, 28,45 céntimos más que la media
UE-28. Eso se debe a que el
margen bruto que se llevan las petroleras es más
alto en España: 15,6 céntimos para la gasolina y 16 céntimos para el
gasóleo. El sector dice que una parte de este margen bruto va a pagar costes
(transporte, financieros, instalaciones y personal) y que el beneficio
bruto es de sólo 2 céntimos por litro de carburante, un 1,5%.
Sea mayor o menor el beneficio real, el hecho es que los carburantes sin impuestos son aquí más caros, aunque al final los pagamos más baratos porque pagamos menos
impuestos: tenemos la tercera gasolina más barata de la zona euro (y la 11ª de la UE-28) y el cuarto gasóleo más barato de los 18 países euro (el 9º en toda la UE). Algo que se va a acabar, porque la Comisión Europea lleva años presionando a España para que los
suba y los ponga “a nivel europeo”: eso supondría una subida
extra de 10 céntimos por
litro la gasolina y 7,5 céntimos el
gasóleo. Algo que nos llegará antes o después.
Mientras los
carburantes suben esta semana, lo que quieran las petroleras, habrá que viajar este verano con mucho cuidado,
porque han
repuntado los accidentes de tráfico y las muertes en 2014, tras bajar
en 2013 (-223 muertos). Para Tráfico,
el aumento de siniestros se debe, sobre todo, al exceso de velocidad (22% accidentes), a las distracciones (38%), a las imprudencias y también al exceso
de alcohol y drogas (43% de los muertos en 2013), un problema cada vez
más preocupante: el 12% de los
conductores (1 de cada 8) se ponen el volante tras haber bebido o consumido
drogas (sobre todo cannabis).
Pero hay otro factor del que no habla Tráfico: el mal estado de las carreteras, por los recortes impuestos desde 2010.
Este año 2014, el Presupuesto para mantener las carreteras del Estado (que tienen el 52% del tráfico) es
de 818 millones, un 35% menos que en
2010 (1.257 millones). Estos cuatro años
de recortes han llevado a que 3 de cada 4 kilómetros de carreteras presenten
grietas, 1 de cada 3 kilómetros tengan deformaciones y baches, 1 de cada 4
kilómetros esté sin repintar, la mayoría (82%) estén mal iluminados y la mitad
mal señalizados, según un estudio
de la Asociación Española de la Carretera (AEC). Y otro estudio
de EuroRAP señala que 255,8 kilómetros (1,2 de cada 100), de la red estatal
son peligrosos: 26 tramos con alto riesgo. Y muchos
más en las carreteras secundarias, donde se concentran el 80% de los
accidentes, según Tráfico.
Mejorar las
carreteras para hacerlas más seguras exigiría un Plan de choque y gastarse
6.200 millones de euros, según
la AEC. Y después, dedicar 3.400
millones anuales a conservar las carreteras (1.600 millones las del Estado,
el doble de lo que se gasta ahora). Como creen que el Gobierno no va a sacar
ese dinero del Presupuesto, proponen cobrar
una tasa
para circular por autovías, como han hecho Portugal, Francia y Alemania.
Pero esa medida supondría pagar dos veces
por las carreteras (con los impuestos y el peaje) y desviaría el tráfico a las carreteras secundarias (más peligrosas),
como ha pasado en Portugal.
La crisis no sólo
ha deteriorado las carreteras sino
que provoca que circulen por ellas
coches cada vez más viejos y más peligrosos: la mitad de los vehículos,
unos 11 millones, tienen ya más de 10
años, según
Audatex, frente al 30% en Reino Unido, el 35% en Alemania y un 40% en
Italia. Y con esa edad, triplican el
riesgo de accidentes, según
Tráfico (además de consumir un 30% más y emitir un 95% más de
partículas nocivas). Además, se estima que 2
millones de estos vehículos circulan
sin la ITV, por lo que el sector ha pedido a Tráfico que lo vigile chequeando las matrículas,
como hacen ya con los seguros. Y muchos coches viejos circulan además con neumáticos
desgastados o de segunda mano: se han disparado las importaciones y las
ventas de neumáticos
de segunda mano, mucho más peligrosos.
Así que, con la
crisis, viajamos en coches más viejos, más peligrosos y que consumen más
carburante, cada vez más caro, sin que el Gobierno ponga coto a las subidas
injustificadas. Y este verano, se
esperan más viajes, por la recuperación
del turismo español, aunque la mayoría cojan sólo unos días de vacaciones.
Y el consumo
de carburantes lleva creciendo
cinco meses, lo que fomenta las subidas. Más coches y más consumo harán
subir más los precios y los accidentes. Así que ojo al bolsillo y cuidado al conducir. ¡Feliz viaje ¡
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