Estamos tan obsesionados
con la crisis y el paro que no
tenemos tiempo para pensar en el futuro, en que nos estamos cargando el Planeta
que vamos a dejar a nuestros nietos. No es una
manía de ecologistas, sino un hecho cierto que afecta seriamente a la economía, como acaba de reconocer Obama y los últimos informes de la ONU: cambia el clima, se multiplican las
inundaciones, las sequías y las malas cosechas. Y todo, por el hombre, porque consume petróleo
y carbón sin medida. España, que se
verá muy afectada por el cambio climático, es uno de los
cinco países europeos que no ha cumplido
los recortes de CO2 comprometidos en el protocolo
de Kioto. Y lo peor: no cumplirá
los recortes previstos para 2020, según
afirma el informe de junio de la
Comisión Europea (silenciado). Emitimos
más CO2 que nadie y Gobierno, empresas
y consumidores miramos para otro lado.
Es un problema muy serio.
enrique ortega |
La última alerta sobre el cambio
climático, el síntoma de que nuestro Planeta está enfermo, viene de
Estados Unidos, el segundo productor mundial de CO2 (14%) tras China (27%): un informe encargado por Obama
señaló en mayo que el cambio climático
es una amenaza real (no futura)
que ya está afectando al país, desde el huracán Sandy a las altas temperaturas,
la sequía o las inundaciones. Y que es
un riesgo sobre el transporte, la energía y la salud, por lo que proponen tomar medidas ahora, porque no actuar obligaría a gastar después entre 4 y 10 veces más en mitigar los efectos del
cambio climático.
Antes, en marzo, varios centenares
de científicos de todo el mundo, agrupados por la ONU, entregaban un informe sobre los impactos actuales del cambio
climático: climas extremos (olas de calor, sequías, ciclones), peores cosechas,
subida de nivel, calentamiento y acidificación de los océanos, inundaciones, cambio
en los ecosistemas (deshielo en el Ártico y deterioro en los arrecifes de coral). Y en
Europa, menos glaciares, más sequías e inundaciones, más incendios,
peores cosechas y menos peces. En el futuro,
España
será una de las zonas más afectadas por el cambio climático: subida
de temperaturas (entre 3 y 4 grados a mediados de siglo), mayores sequías,
inundaciones, malas cosechas y subida del mar, hasta 43 centímetros, lo que
podría afectar a algunas poblaciones costeras y al turismo.
Otro informe
de la ONU (septiembre de 2013) confirmaba que las concentraciones en la
atmósfera de CO2, metano y óxido nítrico habían crecido
a niveles sin precedentes en los últimos 800.000 años. Y añadía:
el responsable es el hombre, al 95% de certeza. Porque el CO2 y
los gases de efecto invernadero se
emiten al producir electricidad,
consumir carbón y petróleo, con los vehículos y calefacciones, con la
industria, agricultura y los servicios.
Ahora, la buena
noticia es que Obama
se ha sumado a la lucha contra el cambio climático, que empieza a calar
en EEUU: quiere reducir un 30% las emisiones de 1.600 plantas energéticas (emiten
el 40% del CO2 USA), aunque sea a partir de 2030. Eso puede ser un espaldarazo
para la Cumbre
del Clima de París, a finales de 2015, donde 194 países tienen que decidir unos nuevos recortes de CO2 que sustituyan al acuerdo de Kioto (1997),
que finaliza en 2020. Aquel acuerdo fue firmado sólo por 35 países (Europa y
pocos más), quedando fuera los que más contaminan: EEUU, China, India y Japón más
todos los países en desarrollo. Ahora, todos deben pactar
nuevos recortes de emisiones (hasta 2030) y acordar cómo se financia el Fondo
Verde del Clima (2011) ,100.000 millones de dólares en ayudas a países
pobres para que contaminen menos, que nadie sabe quién va a pagarles.
Al final, la lucha
contra el cambio climático es una
cuestión de dinero. Las empresas
dicen que, con la crisis, no pueden hacer
inversiones para contaminar menos. Y que si lo hacen, sus productos serían
más caros que los de sus competidores “menos verdes” y habría más paro. Las eléctricas, que si queremos luz
“más verde” será más cara. Y los países
en desarrollo, que contaminan menos que los países ricos y no pueden
frenar su crecimiento para emitir menos ni tienen dinero para hacer sus
industrias “más verdes”. Y los Estados
argumentan que sus Presupuestos no están
como para luchar contra el CO2. El problema es que si no se hace ahora, dentro de 50 años habrá
que gastar diez veces más para hacer frente a los impactos negativos del cambio climático. Sólo en Europa, se estima que habría que gastar
190.000 millones de euros anuales en el último cuatro de siglo, según el informe JRC. Los mayores costes se darían en el sur y centro-sur de Europa.
Europa (la tercera emisora
de CO2, el 10% del total) ha sido siempre
la abanderada en la lucha contra el cambio climático, pero ahora, con la
crisis, ha
hecho un viraje y ha aprobado objetivos medioambientales menos rigurosos, por la presión
de grandes industrias y eléctricas más los países nucleares (Francia y Gran
Bretaña) y carboníferos (Polonia). Así, la Comisión saliente propuso en marzo rebajar las emisiones de CO2 un 40% para
2030 (sobre 1990), cuando Europa ya
las ha rebajado un 19,2%. Y sobre todo, rebajan al 27% el peso de las energías
renovables para 2030 (antes se hablaba del 35%) pero a nivel de toda Europa (ahora es el
13,5%), no país a país. Con ello, los países más verdes compensarán al
resto, ahora sin obligaciones concretas en renovables.
De hecho, es lo que ha
pasado en los últimos 22 años: Europa
es la única región del mundo que ha
reducido sus emisiones, pero de
manera desigual: de los 15 países
europeos que firmaron en 1997 el protocolo de Kioto, 5 países no han cumplido los recortes previstos: Italia, Portugal, Dinamarca, Austria,
Luxemburgo y España, el país
europeo donde más han crecido las emisiones de CO2 desde 1990 (un +23,68%
hasta 2012, frente al +15% objetivo).Y eso a
pesar de la recesión (que ha reducido el consumo de energía) y de que España se ha gastado
812 millones de euros (entre
2008 y 2012) en comprar derechos
de emisión de CO2 para compensar una parte de su exceso de emisiones.
Lo más grave no es que España
(5º
país europeo con más emisiones de CO2) no cumpla ahora Kioto sino que
tampoco lo cumplirá al final del plazo, en 2020. Sólo rebajará las emisiones un -2,5% frente al -10% objetivo (sobre 2005),
según el informe
de la Comisión Europea (2 junio), que ha pasado desapercibido: “teniendo en cuenta las previsiones
nacionales más recientes basadas en las medidas existentes, no se espera que España alcance este
objetivo” (página
39 informe expertos UE). Y eso que España,
por su situación geográfica, será uno
de los países más afectados por el cambio climático, según los
científicos: más calor, más sequía, más inundaciones, peores cosechas y mayor riesgo para las costas por la subida
del mar, sobre todo en el Cantábrico, Huelva y el Mediterráneo.
En España, un 40% de las emisiones de CO2 proceden del transporte,
por culpa del enorme peso de los camiones
(83% transporte frente al 45% en la UE) y un parque de vehículos donde la mitad tienen más de 10 años (y dos
tercios consumen gasóleo, más contaminante). Otro 25% del CO2 lo emiten la agricultura,
los servicios y la vivienda (calefacciones y consumo eléctrico). Y el 35% restante lo emiten las
empresas: la mitad (51%) las
eléctricas (un 25% de la luz se produce con fuel y carbón), un 11% las refinerías y petroleras, 9% las cementeras, 8% la
siderurgia y el resto las demás industrias.
El Gobierno Rajoy,
con los recortes, desarboló la política de ahorro energético, la primera
medida clave para reducir las emisiones de CO2. Luego, en marzo ha aprobado un Registro
de Huella de Carbono, para que las empresas puedan compensar sus
emisiones con proyectos de “sumideros forestales”. Y da ayudas para renovar el parque de vehículos particulares (Plan
PIVE) y comerciales (Plan
PRIMA). Pero es insuficiente.
Hay que poner en marcha un ambicioso Plan de transportes, para descargar
la carretera con más tren y más barcos. Y aplicar un Plan industrial, para reducir las emisiones sector por sector, con
ayudas. Y al producir electricidad, penalizar
el fuel y el carbón y fomentar más las renovables,
ahora recortadas. No podemos ser “el farolillo rojo” de Europa en la lucha
contra el cambio climático. Además, el último informe
de la Comisión nos saca también los
colores por otros problemas medio ambientales: deficiente
gestión del agua
(la más barata de la UE), falta de depuradoras
(Bruselas ya nos ha abierto un
expediente), mala gestión de residuos
y excesiva contaminación
atmosférica (estamos a la
cola de Europa en calidad del aire).
Cuando España y Europa
salgan de la crisis, se consumirá más energía y habrá aún más emisiones. No podemos
bajar la guardia y esperar a tomar medidas, porque será demasiado tarde y
costarán mucho más. “Como presidente y
como padre, me niego a condenar a nuestros hijos a un Planeta que no tenga
salvación”, ha
dicho Obama. Hay estudios y
realidades suficientes para ver que el
cambio climático está ahí, imparable.
Y que pone
en peligro nuestro crecimiento y nuestro futuro, más que cualquier recesión.
España está peor que el resto: no sólo tenemos el doble de paro, emitimos
más CO2. Así que tenemos que salir
de la crisis de
la forma más limpia posible. Si no, hipotecaremos
el futuro de nuestros nietos.
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