Sin Ministerio y
con muchos menos fondos, sobre todo
de ayuntamientos y autonomías, que
son quienes la financian (84%). Así está
la cultura en España en 2012, año en
que se espera un gran tijeretazo a los
gastos culturales, que se suma a dos
años antes de recortes tras una
década de “boom” cultural, al amparo de los ingresos del ladrillo. En un
país donde se cierran quirófanos, se despiden profesores y no se paga a los
ancianos dependientes, hablar de
recortes a la cultura puede sonar a frivolidad. Pero no lo es: la cultura es una pujante industria (aporta tanto como la energía y
más que la agricultura) que tiene demanda, porque los españoles gastamos cada vez más en ocio y cultura.
Y la cultura, con la educación y la
innovación, debe ayudarnos a salir de la crisis.
enrique ortega |
El gasto en cultura se duplicó en España en la pasada década, al amparo de los ingresos del ladrillo: de 3.177 millones (2000) a 7.055 (2009), empujado por las autonomías (29% del gasto) y sobre todo, los entes locales (Ayuntamientos y Diputaciones), que hacen el 55% del gasto cultural, aunque el 80% sea en ciudades de más de 5.000 habitantes. Con ello, España se colocó entre los primeros países europeos por gasto cultural (0,7% PIB), sólo por detrás de Francia (1,5%) y próximo a Alemania y Gran Bretaña.
Con la crisis, los
recortes llegaron a la cultura, empezando por el Estado, que lleva tres
años recortando el presupuesto
de Cultura (de 922,8 a 719,8 millones en 2011), que no se libró del
ajuste de diciembre (-485 millones en Educación, Cultura y Deporte), aunque el
recorte fuerte se espera en marzo, con los nuevos
Presupuestos 2012. Pero el Estado
sólo financia el 16% de la cultura, con lo que la preocupación del sector
está en los recortes de las autonomías y,
sobre todo, de los Ayuntamientos,
que llevan dos años pero que se van a agravar en 2012, sobre todo en los municipios.
De momento, los
recortes se han dejado sentir sobre todo en Cataluña,
que ha reducido un 15% las aportaciones a teatros (el Liceo o el Teatre Lliure),
museos y auditorios, en la Comunidad
Valenciana (supresión de la Mostra y reducción del 55% a los 65 Conservatorios de música donde estudian 9.200 alumnos), en Canarias
(con un recorte del 81%), en Navarra
o en Madrid
(recortes en Bibliotecas), aunque en toda
España se han recortado presupuestos para protección del patrimonio, festivales,
museos, conciertos, teatros, archivos, conservatorios y bibliotecas públicas.
Y a ello se suma la caída del patrocinio
privado, tanto de empresas como de bancos y Cajas
(por la reforma y la caída de la Obra social).
En España, casi la mitad del gasto
cultural del Estado se destina al patrimonio
artístico, un signo típico en el sur de Europa (como Grecia e Italia),
mientras en el centro y norte la prioridad
cultural es la promoción de las
artes y las bibliotecas, que en España sólo se llevan el 8% del gasto estatal
(y otro 8% de las autonomías). Y otra gran prioridad son los museos
y las actividades escénicas, en muchos casos para alimentar una amplia red de espacios que se han ido creando con el
boom del ladrillo, buscando cada ciudad tener su Guggenheim, más como atractivo turístico que como fábrica cultural
(cara de mantener).
A la hora de los recortes, no se puede aplicar la tijera por igual. Hay que preservar las bibliotecas
(16 millones de usuarios), porque una de las deficiencias de nuestros jóvenes
es la escasa comprensión y lectura (informePISA), sin olvidar el apoyo a la
industria editorial. Hay que mantener
los conservatorios
y escuelas de teatro, danza y artes plásticas, donde estudian medio
millón de alumnos, porque es enseñanza y
el futuro empleo cultural. Hay que mantener
el patrimonio, ya que somos el
segundo país más rico y el tercero que menos lo cuida: hay más de 400 lugares en peligro,
según la Fundación Hispania Nostra. Y tampoco se pueden abandonar los Archivos y los Museos, sobre todo ahora
que se han popularizado.
En el resto, habrá que promover lo que
se pueda (teatro, música, cine, danza), sin
ostentación, extendiendo los eventos fuera de las grandes ciudades y buscando colaboración privada.
El patrocinio privado
es una gran arma para ayudar a la cultura
en tiempos de crisis. El Gobierno Rajoy
está pensando en aumentar las desgravaciones
a las empresas (ahora 35% en sociedades) y particulares (25% en el IRPF), como se
hace en Estados Unidos (hasta el
100%) o en Francia (66-75%), el país europeo que más apuesta por la
cultura. Se habla de subirlo
hasta el 60% en sociedades y el 70% en IRPF. Y seguir promoviendo las donaciones culturales como pago de impuestos
(herederos de Picasso en Francia o de miró en España). Y crear una cultura empresarial de apoyo a la cultura, como en
Francia o EEUU.
Y es que la cultura no
es un lujo o una guinda en el gasto público. Es ya una importante industria:
mueve 30.000 millones de euros, emplea a
más de 500.000 personas y aporta un
2,9% al PIB, más que la agricultura (2,6%), lo mismo que la energía y la
cuarta parte que la industria. Además, es
un elemento clave para el turismo y exporta
721 millones. Y tiene una demanda
creciente: los españoles nos gastamos 2.200
euros por hogar en
cultura y ocio y la tendencia es creciente, a pesar de la crisis.
Al final, meter la
tijera a la cultura es atacar una
industria pujante, poner en peligro nuestra
historia y un patrimonio artístico irrecuperable, limitar la educación y la formación de nuestros jóvenes, perder parte de nuestra identidad cultural
en forma de literatura, teatro, música o cine. No se trata sólo de alimentar el espíritu, sino también que la cultura es, con la educación
y la ciencia,
clave para renovar la economía y el país, para salir de la crisis. No lo
olvidemos.
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