jueves, 9 de noviembre de 2017

La industria no se recupera


España lleva 4 años creando empleo (precario), pero casi en exclusiva en los servicios: 73 de cada 100 nuevos empleos (la mitad en el turismo, la hostelería y el comercio) y sólo 17 de cada 100 en la industria, el sector que crea un empleo más estable (80% indefinido) y mejor pagado. La industria española ha ido perdiendo peso desde los años 70, cuando aportaba el 38% de la riqueza, y ahora sólo aporta el 12,87% del crecimiento (PIB), lejos del objetivo del 20% que busca Europa para 2020. Hace ya un año que sindicatos y patronales firmaron un Pacto por la industria, pidiendo una serie de medidas para impulsar la industria en España, pero el Gobierno Rajoy no ha tomado ninguna ni la oposición se lo ha exigido. Y eso es preocupante, porque reindustrializar España es clave para asentar la recuperación y mejorar la competitividad en el mundo. El futuro está en la industria. No podemos ser un país de bares, hoteles y tiendas.

Hubo una época, los años 60 y 70 del siglo XX, en que España fue un país industrializado: el desarrollismo franquista llegó de la mano del turismo y de una poderosa industria estatal (a través del INI), asentada en la siderurgia, el naval, la energía, los automóviles, la aeronáutica, la química y las farmacéuticas. En 1972, la industria suponía más de un tercio de la economía (38,87% del PIB) y todavía en 1980 España era la 9ª potencia industrial del mundo. A partir de 1983, el Gobierno de Felipe González se vio obligado a afrontar una dolorosa reconversión industrial, que desmanteló las industrias básicas (una fuente de pérdidas). Y en los años 90, el Gobierno Aznar privatizó las industrias públicas más rentables (de Telefónica a Repsol), mientras España se volcaba en el ladrillo y en los servicios. El resultado es que ahora estamos en el puesto 15º del ranking industrial mundial (y bajando) y la industria aportó en 2016 sólo el 12,87% de la riqueza (el 16,20% si sumamos la construcción), según la Contabilidad nacional del INE, lejos del 15,5% que aporta la industria en Europa (y del 22% en Alemania).

La industria es un sector importante en la economía de cualquier país, no sólo porque genera más riqueza (es “más productiva” que la agricultura, la construcción o los servicios) sino porque su empleo es más estable (el 80% de los contratos en la industria son indefinidos) y está mejor pagado: el sueldo medio en la energía es de 51.919 euros y el de las industrias manufactureras de 26.543 euros, frente a 19.651 euros que ganan en el comercio o los 13.977 euros de sueldo medio en la hostelería, según la última Encuesta anual de estructura salarial del INE (datos 2015). Además, es un empleo “más seguro”: en las crisis, cae menos que en el resto de los sectores. Así, en España, la industria ha sido el segundo sector que perdió menos empleo entre 2008 y 2014 (985.700 ocupados menos, el 30% de los que trabajaban en la industria), sólo más que la agricultura (21.500 empleos perdidos)  y menos que la construcción  (1.617.300 empleos perdidos, el 63% del empleo que había antes de la crisis) y los servicios (1.071.800 empleos perdidos, el 7,6% del empleo de 2008).

El problema ahora es que la recuperación ha llegado menos a la industria. Por un lado, el peso de la industria en la economía apenas ha mejorado con el crecimiento de la economía: si en 2007 aportaba el 13,47% del PIB (y el 16,36% con la construcción), en 2013 había bajado al 12,25% (12,45% con la construcción) y en 2016 sólo aporta el 12,87% (el 16,20% con la construcción), según la Contabilidad nacional del INE. Y lo peor es el empleo: si España ha creado algo más de 2 millones de empleos desde la primavera de 2014 (+2.098.600 empleos según la EPA), sólo 372.100 de esos nuevos empleos se han creado en la industria (el 17,7%), frente a 1.546.100 en los servicios (el 73,67%) y 212.500 en la construcción (el 10,12%), mientras la agricultura sigue destruyendo empleo (-32.100 más desde 2014).

El problema es que el nuevo empleo se ha creado sobre todo en los servicios (la mitad en la hostelería, el turismo y el comercio), donde ya hay más gente trabajando que antes de la crisis (14.446.900 personas en septiembre de 2017, frente a 13.972.600 en 2008). Y mientras, la industria ha recuperado sólo un tercio del empleo perdido con la crisis: 372.100 de 985.700 perdidos, con lo que hoy trabajan en el sector industrial 613.600 personas menos que antes de la crisis (2.670.700 frente a 3.284.300). Y esta menor recuperación del empleo en la industria se traduce en que el empleo hoy es más precario, menos estable y peor pagado. Y que la economía es menos competitiva (España ha caído hasta el puesto 34 en el ranking mundial de competitividad 2017 del Foro Económico Mundial)  y menos productiva, porque el crecimiento se asienta más en los servicios y menos en la industria. Somos cada vez más un país de bares, hoteles y tiendas y menos un país de industrias. Y así nos va.

La pérdida de la industria no es un problema sólo de España sino también de Europa, que ha perdido potencia industrial en las últimas dos décadas frente a Estados Unidos, Japón, China y los paises emergentes, donde muchas industrias europeas han trasladado cadenas de producción y montaje, en perjuicio del empleo industrial en Europa. Por ello, la Comisión Europea pidió a los paises, en marzo de 2014, un Plan conjunto para recuperar la industria europea, con el objetivo de que aportara el 20% de la riqueza (PIB) en  2020 (ahora es el 15,5%, aunque en Alemania llega al 22%). El Gobierno Rajoy aprobó en septiembre de 2014 una Agenda para el fortalecimiento de la industria, con un catálogo de 100 medidas, pero ha quedado en “papel mojado”, sin apenas recursos. Y la industria no se recupera.

La industria española tiene una serie de debilidades estructurales, señaladas en un reciente documento de CCOO. La primera, el reducido peso de la industria tecnológicamente avanzada (sólo el 6,2% del total) frente al enorme peso de las industriales tradicionales (agroalimentaria, química, farmacéutica, automóvil y transporte suponen el 55% de la industria), lo que se traduce en una menor productividad y competitividad. La segunda, el elevado peso de las pymes: sólo el 15% de las empresas industriales españolas tienen más de 10 empleados, frente al 38% de las industrias alemanas. Y ese menor tamaño redunda en menos inversión, menos tecnología y peor acceso al crédito. La tercera debilidad es el atraso tecnológico, derivado de que España no invierte (más bien recorta) en Ciencia (el 1,23% del PIB frente al 2,02% la UE-28) y de que las empresas españolas gastan en tecnología la mitad que las europeas (un 0,64% del PIB frente al 1,07%) y un tercio que las empresas de los paises OCDE (que invierten el 1,5% del PIB  en tecnología). La cuarta debilidad, la falta de financiación a la industria, ahora que los grandes inversores se dedican a la especulación financiera e inmobiliaria y la banca “ha huido” de la industria. Y hay un quinto "hándicap", la geografía: nuestras industrias están a 2.300 kilómetros de los mercados del centro de Europa, aunque también están muy bien situadas como "puente" frente a América y África.

Todavía hay otras dos debilidades muy importantes. Una, que las industrias españolas pagan la electricidad mucho más cara que las europeas, lo que les resta competitividad y eficacia: el precio del kilowatio industrial era de 0,086 euros en 2016 (sin impuestos), un 28,3% más caro que en Alemania (0,067 €/kWh, también sin impuestos), un 30,3% más caro que en Francia (0,066 €/kWh) y un 21% más caro que la media europea (0,071 €/kWh), según datos de Industria. Y la otra, que la industria española cuenta con una mano de obra poco formada: el 41,7% de los adultos españoles tienen una formación baja (la ESO o ni siquiera) frente al 22% en la OCDE y el 20% en Europa (15% en Alemania) y otro 22,6% tienen una formación media (Bachillerato o FP), frente al 44% en la OCDE y el 46% de adultos en Europa, según los preocupantes datos del informe de la OCDE “Panorama de la educación 2017”.


Eso sí, hay una ventaja clara de la industria española, forzada por tener el doble de paro y la reforma laboral de Rajoy: sus costes laborales son más bajos que en la mayoría de Europa. Así, en 2016, el coste laboral por hora en España era de 21,3 euros, frente a 25,4 euros en la UE-28 y 29,8 euros/hora en los paises euro (+40%), muy lejos de los 35,6 euros/hora en Francia (+67%), los 33 euros/hora en Alemania (+55%), los 27,8 euros/hora en Italia (+30%) o los 27,7 euros/hora en Reino Unido (+30%), según Eurostat.

Los problemas están claros y los reiteran la mayoría de expertos. También que la industria es un sector clave para la recuperación, para conseguir aumentar la productividad y la riqueza del país y crear un empleo más estable, de más calidad y mejor pagado. Por eso, el 28 de noviembre de 2016 sucedió algo inaudito en España: los sindicatos (UGT y CCOO) y las principales patronales de la industria (del automóvil, la alimentación, la química, el petróleo, el cemento, el papel, la siderurgia, el metal,  el textil y el calzado) firmaron un Pacto de Estado por la Industria, un acuerdo donde pedían una serie de medidas para impulsar la industria en España. Básicamente, más apoyo a la tecnología y a la innovación, otra política energética, ayudas a la internacionalización de las empresas, más financiación a la industria, mejora de las infraestructuras y el transporte, políticas activas de formación, menos dispersión normativa por autonomías y más ayudas fiscales a la industria. Y que el Gobierno crease una Secretaría de Estado de Industria, como motor de la reindustrialización.

Ha pasado casi un año de la firma de este Pacto de Estado por la Industria y el Gobierno Rajoy no ha tomado ninguna medida para reindustrializar España, en medio del silencio (culpable) de la oposición. Incluso, ha desmantelado el anterior Ministerio de Industria y Energía y ha pasado las competencias de Industria al Ministerio de Economía, como una secretaria general (ver organigrama). Y no se apoya la Ciencia ni se recorta el coste de la electricidad industrial ni se buscan ayudas ni financiación a la industria, siguiendo con la vieja idea de la derecha conservadora de que “la mejor política industrial es la que no existe”. Y mientras, España es cada día más un país de bares, hoteles y tiendas. Así nos va. No podemos seguir apostando a ser “la California de Europa”. Hay que cambiar el modelo productivo, reindustrializar España a 20 años vista. El futuro está en la industria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario