miércoles, 7 de marzo de 2012

Recortes : elegir entre lo malo y lo peor


En la última Cumbre Europea, Merkel y los conservadores de Bruselas se han negado a suavizar los recortes del déficit, que han llevado a Europa a la recesión. Y el presidente Rajoy les ha sorprendido anunciando que España recortará este año menos de lo que exigen, porque es imposible. Aun suavizando el recorte, nos costará hundir más la economía, perder otros 630.000 empleos y llegar a 6 millones de parados. Es como el enfermo que debe elegir entre perder una pierna o las dos para salvarse. Hay que apoyar al Gobierno frente a los fundamentalistas de Bruselas, pero urge buscar otro camino para salir de la crisis, ajustando lo que haga falta pero reanimando la economía para que haya consumo, inversión y empleo. Un camino, como el de Obama en EEUU, que España no puede recorrer sola.

Cumbre europea número 18 en dos años de crisis y más de lo mismo: austeridad, recortes, suprimir el déficit a cualquier precio. Esta vez, esa ortodoxia conservadora ha quedado impresa en un nuevo Tratado, que firmaron el viernes 25 de los 27 países de la UE (todos salvo Reino Unido y República Checa). Nada de bajar la guardia, de suavizar los recortes. Ni reanimar la economía, como habían pedido por carta 12 países, entre ellos Italia, Reino Unido y España. Y eso, a pesar de que el crecimiento de Europa caerá un –0,3 % en 2012, con 8 países en recesión y la mayor tasa de paro (10,7%) en los últimos quince años.

El presidente Rajoy, a la gallega, firmó las duras conclusiones de la Cumbre (“los Estados deben cumplir sus objetivos y estar listos para poner en marcha nuevas medidas de consolidación si fuera necesario”) pero a la salida, en rueda de prensa, se descolgó con que España no iba a rebajar su déficit al 4,4% como impone Bruselas, sino al 5,8%, aunque sí cumpliremos el 3% para 2013. Rajoy planta cara porque sabe que la rebaja al 4,4% es imposible, al haber cerrado 2011 con un déficit del 8,5% y estando el país en recesión. Habría que recortar 43.656 millones y eso es imposible sin hundir más la economía, sin matar al enfermo. Y sin elevar exponencialmente el paro y crear una tensión social insostenible.

Aún suavizado, el ajuste es muy duro: 28.750 millones de recorte, más del doble del ajuste que hizo ZP en mayo 2010. Una parte (11.712 millones) lo hará el Estado (bajar déficit del 5,1% PIB al 4%), con las subidas de impuestos que ya notamos en la nómina de febrero y un recorte de gastos (8.900 millones) en todos los Ministerios (-12,5%), incluidos recortes en infraestructuras, en funcionarios y en empresas públicas. Pero el recorte mayor les toca a las autonomías: 14.907 millones (bajar déficit del 2,94 % PIB al 1,50%), que les obligará a hacer recortes extras en sanidad, educación, dependencia y gastos sociales (71% de su presupuesto) y a subir impuestos (desde tasas a copagos y céntimos sanitarios), sobre todo a Castilla la Mancha (7,30% déficit), Extremadura (4,59%), Murcia (4,33%), Cantabria (4,04 %), Baleares (4%), Cataluña (3,72%), Comunidad Valenciana (3,68%) y Asturias (3,64 %), las ocho con el déficit más disparado. Y los Ayuntamientos tendrán que recortar otros 1.064 millones (bajar déficit del 0,4 %PIB al 0,3%), como la Seguridad Social, que siempre había tenido superávit.

Al final, el problema no es sólo el coste social de estos recortes sino que provocan, junto a la subida de impuestos y la bajada de los salarios reales, una caída del consumo, la inversión y las ventas, agudizando la recesión. El Gobierno augura una caída de la economía del -1,7% en 2012, lo que se traduce en perder 630.000 empleos más y que el paro llegue al 25% a final de año, con 6 millones de parados. Y si la economía cae más (-2%), porque el Gobierno confía demasiado en la ayuda de las exportaciones, habrá más paro, menos ingresos y más déficit. Y todo eso, con un ajuste “blando” para Bruselas.

Como se ve, la sangría” tiene un alto coste para el enfermo y no asegura su mejoría: al contrario, después de dos años de la misma receta, empeora. Hay que ir por otro camino: ajustar los gastos inútiles pero sin deprimir la economía y reanimando la actividad, para que haya demanda e inversión. Y si no pueden las empresas, ha de tirar el sector público, con más ingresos sacados de los que más ganan, de las grandes empresas y de la lucha contra el fraude. Es la opción Obama frente a la opción Merkel: EEUU empieza a crecer (3% a finales de 2011) y a crear empleo mientras Alemania decrece (-0,25%  a finales 2011). Una receta que ya probó con éxito el demócrata Roosevelt en 1933 (New Deal), tras el fracaso del conservador Hoover frente a la Gran Depresión de 1929, con  ajustes duros que agudizaron la recesión y llevaron el paro en EEUU al 25%.

Hay que huir del fundamentalismo del ajuste, que se ha inoculado en la sociedad: nos ha llevado a una profunda  recesión. El déficit público no es el culpable de la crisis, sino su consecuencia. Y para atajarla, hay que estimular la economía con eficacia, no asfaltando plazas o dando cheques bebé como ZP. Hay que probar otro camino, que ha dado su fruto en otras crisis. Ya son legión los economistas que lo dicen, frente a los fundamentalistas del recorte. Pero esa política no la puede hacer España en solitario: nos atacarían los mercados y sería una gota de agua en el océano. Hace falta otra política en toda Europa. Ya hay 12 países que la piden. Y será clave si el socialista Hollande gana en mayo las presidenciales francesas, porque no defiende los ajustes como Sarkozy.

Hasta entonces, habrá que apoyar al Gobierno Rajoy frente a Bruselas y los mercados. Pero habrá que exigirle que suavice los ajustes, que reparta sus costes, que no recaigan sobre los más débiles, que no desmantele el Estado del Bienestar por un equivocado fundamentalismo. Y que pelee en Bruselas por medidas a 27 para reanimar la economía y el empleo. Porque, al margen de ideologías, por el camino de más ajustes vamos al precipicio. Lo estamos viendo.  

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